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El Catoblepas
  El Catoblepasnúmero 5 • julio 2002 • página 13
Del Corredor de las Ideas

Declaración de los intelectuales latinoamericanos
por una mundialización humanista
14 de Julio de 2001

Adoptada por el IV Encuentro del Corredor de las Ideas, dedicado a «Pensar la mundialización desde el Sur», reunido en Paraguay en 2001

Corredor de las Ideas El IV Encuentro del Corredor de las Ideas, convocado para «Pensar la mundialización desde el Sur», reunido en Asunción, San Ignacio y Trinidad, y coordinado por la profesora Beatriz González de Bosio, acordó en Trinidad (Paraguay), el 14 de Julio de 2001, la siguiente «Declaración de los intelectuales latinoamericanos por una mundialización humanista», coincidente con la celebración de los diez años de la creación del Mercosur en Asunción:

Declaración de los intelectuales latinoamericanos
por una mundialización humanista

En el antiguo territorio de la República de las Misiones Guaraníes, área histórica donde la utopía tuvo una de sus expresivas concreciones, la red de estudiosos y estudiantes del pensamiento latinoamericano procedentes –especialmente– de la franja que va entre la costa central de Chile y la sur del Brasil, reunidos en Asunción, San Ignacio Guasu y Trinidad en el IV Encuentro del Corredor de las Ideas del Conosur acuerdan emitir la siguiente Declaración:

La región atraviesa actualmente por un acelerado proceso de mundialización que, además de afectar los aspectos económicos y financieros, se manifiesta especialmente en el ámbito simbólico. Este proceso es el resultado del flujo masivo de símbolos a través de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, que socializan y difunden nuevos paradigmas, sistemas de pensamiento, valores y modelos de comportamiento. Dicho fenómeno posee rasgos paradójicos y muchas veces contradictorios. Observamos la formación de nuevos imaginarios sociales, desprovistos de referentes históricos, geográficos y temporales, caracterizados por una fuerte presencia de la cultura de la imagen con elementos artificiosos, aparenciales, virtuales, frívolos y cargados de efectos especiales. Esta tendencia homologa toda diferencia, procurando estandarizar nuestra cultura.

Al propio tiempo, de manera sincrónica, reconocemos también que surgen movimientos de resistencia que buscan recuperar los rasgos identitarios de nuestro continente, rescatando tradiciones, idiomas, manifestaciones artísticas, &c., como valiosos aportes a la diversidad de la cultura universal. Sin embargo, nos preocupa que esta doble tendencia no se manifieste de modo equitativo, sino más bien con grandes asimetrías. El predominio de una concepción economicista de la cultura hace que se impongan los modelos simbólicos, fomentados por las industrias de cultura de masas de los centros hegemónicos.

Esta situación ha suscitado, desde el ámbito intelectual latinoamericano, controversias entre los que aprueban y los que cuestionan este modelo vigente que refleja, también, una flexibilización laboral en el ámbito académico. Estos cambios demuestran, asimismo, la vigencia en la mundialización de instituciones intermedias que amplían las posibilidades de participación en la sociedad civil.

Esta mundialización, en cambio, se encuentra sobredimensionada en cuanto a su verdadera realidad en la esfera económica (las exportaciones latinoamericanas retrocedieron del 9% al 4.5% entre 1951 y 2000). Pese a las prédicas, de las corrientes neoliberales, el producto interno bruto de los países del sur continúa generándose en el mercado interno y no a partir de las transacciones internacionales.

Sin embargo, los organismos económicos multinacionales presionan a nuestros países para implementar medidas favorables a la libre circulación de bienes y capitales y a la disolución del poder del Estado como articulador de políticas de desarrollo. En consecuencia, nuestras economías se alienan de sus fuentes reales de crecimiento para subordinarse al humor especulativo de los mercados financieros o a la opinión interesada de algunos funcionarios de las megacompañías transnacionales.

En otras importantes áreas de desarrollo, como la robótica, la telemática y la biotecnología, consideramos que las innovaciones no se suman a una dinámica globalizadora. Los últimos avances de la ciencia y la tecnología tienen una difusión restringida y controlada en cuanto a sus usos sociales. Así, por citar sólo algunos ejemplos, hay una medicina para ricos y otra para los pobres; se corre serio peligro de generar enormes brechas entre «info-ricos» e «info-pobres» o de restringir el acceso a los nuevos descubrimientos científicos a las minorías que pueden pagarlos.

En vista a estos hechos, los intelectuales sostenemos que esta globalización posee esencialmente un carácter selectivo, uniformizante y antihumanista, donde predominan los intereses de unos pocos. En respuesta a ello, proponemos pensar en un concepto multidimensional de mundialización, lo que significa incorporar con firmeza las dimensiones humanística, política, social, cultural y educativa a este proceso de integración mundial y así, insertarnos de forma constructiva y asertiva en el concierto mundial.

Por estos motivos, consideramos pertinente recomendar:

1. Que gobiernos, instituciones culturales y educativas promuevan proyectos educativos y culturales que permitan una educación democrática, abierta a la universalidad y concebida como aprendizaje permanente, instrumento de desarrollo sustentable para todos, superadora de los prejuicios y estereotipos sociales y de las antiguas visiones sectarias y xenófobas, que tienda puentes para la integración reescribiendo una historia común para «crecer juntos» en nuestro espacio regional, y apuntalar la gestión de una ética global sobre valores solidarios.

2. El apoyo los esfuerzos de la UNESCO y de los gobiernos para poner en marcha políticas culturales que preserven la diversidad cultural en un marco de interacción armónica y mutuamente constructivo con el desarrollo sustentable, la capacidad crítica y las experiencias más elevadas de la cultura nacional y universal.

3. El cambio de paradigma para el estudio de la naturaleza y la cultura latinoamericanas buscando nuevas alternativas que atiendan la realidad local, nacional o regional, a partir de modelos originales o resignificados.

4. La democratización del acceso a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, que favorezca la circulación de la información y la formación de los valores culturales y educativos consonantes con la dignidad humana, el sentido de la paz, la fraternidad y la solidaridad.

En consonancia con estas recomendaciones, nos comprometemos a:

• Avanzar más allá de la cooperación, promoviendo la integración de nuestras universidades y de sus claustros docentes y estudiantiles. Estamos decididos a promover la articulación de redes universitarias regionales y la creación de cursos internacionales y postgrados sobre nuestra realidad, el pensamiento latinoamericano y las posibilidades de avance de la sociedad civil, de modo a asumir un protagonismo, en los modos de pensar y realizar la integración.

• Ofrecer a la sociedad nuevas maneras de pensar y conceptualizar los fenómenos inspirados en la trayectoria del pensamiento latinoamericano, intentando desenvolver las relaciones entre las identidades y los procesos de globalización.

• Brindar nuestras aportaciones a la integración de las instituciones ciudadanas y las ONGs, que movilizan la sociedad civil e impulsan la democratización y los derechos humanos, además del desarrollo integral de nuestros pueblos.

• Reconocer el surgimiento de utopías post capitalistas como las que se están articulando en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, el cual retoma las múltiples experiencias de los nuevos movimientos civiles alternativos frente a la globalización y el neoconvervadurismo.

Por tanto, proclamamos nuestro anhelo de poner en marcha la nueva utopía latinoamericana frente a las fórmulas de articulación regional propuestas por el neoliberalismo (ALCA y el NAFTA); esto es, promover la integración de los pueblos suramericanos, sobre la base de tres principios: democracia, identidad y derechos humanos. Para ello, instamos a todos los intelectuales del mundo a superar la pasividad o conformidad del medio académico en estos tiempos posmodernos, a fin de que se comprometan a promover la construcción de un pensamiento fuerte que sirva para dar nuevas respuestas a los problemas que nos plantea la mundialización con una actitud crítica y comprometida, convencidos de que otro mundo es posible en este mundo, un mundo para todo el mundo.

Trinidad (Paraguay)
14 de Julio de 2001

 

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