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El Catoblepas
  El Catoblepasnúmero 4 • junio 2002 • página 20
polémica

Doctor en Física
quiere doctorarse en Filosofía indice de la polémica

Gustavo Bueno Sánchez

Se diagnostican los límites de las entendederas de Martín López Corredoira

Me pide María Santillana que intervenga en la «polémica» abierta entre Martín López Corredoira y Pelayo Pérez, a raíz de la publicación del artículo «Sobre el libre albedrío» y del comentario «¿Materialismo o materialismo cuántico?». Parece que también se van a publicar las cartas que David Alvargonzález y Martín se cruzaron hace un año sobre algunos aspectos del borrador de su tesis, y en tanto que algo implicado en el asunto (figuro como director del proyecto de tesis de Martín, aprobado esta primavera por una Universidad española) no puedo por menos que ofrecer la opinión que se me pide.

El 11 de diciembre de 2000 Martín López Corredoira, Doctor en Ciencias Físicas entonces en el Instituto de Astrofísica de Canarias, dirigió una carta al Proyecto Filosofía en español: «He visto que en sus páginas dedican muchas secciones a la cuestión del materialismo, visión del mundo en la cual estoy profundamente interesado y a la cual me adscribo. Esta visión no es muy mayoritaria dentro de los círculos filosóficos en los que me desenvuelvo (...) por esta razón, quisiera poder contactar con alguno de los partícipes de la creación de las páginas web dedicadas al materialismo (...)»

Tres días después en una nueva carta Martín podía ya escribirnos: «Me es grata la noticia de su interés por mi trabajo. Les envío un ejemplar de la tesis a fin de que tengan en sus manos el ejemplar y puedan leerlo para examinar su calidad, así como poder concretar en el futuro posibles intereses para la publicación de parte del trabajo, y de la lectura de la tesis. Mándenme (por e-mail) acuse de recibo cuando les llegue la tesis por correo, y avísenme cuando vayan a celebrar la sesión para discutir el trabajo. Dependiendo de las fechas, en un futuro próximo, podría también acercarme por Oviedo para discutir algunos aspectos del trabajo.»

Una vez recibido el trabajo se invitó a su autor a convertir el capítulo 4 en un artículo para su publicación en la revista El Basilisco (apareció en el nº 29, enero-marzo 2001), le fue enviado un ejemplar de El sentido de la vida (para que pudiese conocer la lectura dedicada a la Libertad) y quedó concertada una sesión filosófica en Oviedo (que tuvo lugar el 25 de enero de 2001). Al parecer Martín encontraba dificultades en poder presentar su trabajo como tesis doctoral en La Laguna, y estaba valorando la posibilidad de trasladar su matrícula a otra universidad. Nosotros le aconsejamos que culminase el doctorado en las Islas Canarias, y nos ofrecimos en todo caso a formar parte del tribunal que debería juzgar allí su tesis. Pero las puertas del doctorado en Canarias parece que se cerraron, y al trasladarse Martín a Basilea decidió inscribir su tesis en la Universidad de Oviedo y yo no tuve inconveniente en pasar a dirigir su trabajo.

Hace un mes, el pasado 19 de abril, podía ya informarme Martín sobre su proyecto de tesis: «La secretaria del departamento ya me ha dicho que estaba aceptado en Oviedo el traslado de expediente. Ahora sólo queda que nos aclaremos con el resto. El traslado de La Laguna llevará algún tiempo (...). Antes de nada, me gustaría estar seguro de que las cosas van por buen camino porque luego de hacer el traslado ya no tiene vuelta atrás. Entonces, vamos a repasar algunos puntos: La tesis ya está terminada. De hecho ya hace más de un año que lo está, como sabes. La versión que leyó tu padre es prácticamente la misma que tengo ahora, pues en el último año no he trabajado más sobre el asunto. He leído cosas de tu padre, y con ello he podido salpicar algún párrafo haciendo referencia a sus trabajos. Sin embargo, no me detengo a analizar su obra ni me meto en profundidad en el 'materialismo filosófico' de Bueno. Considero que el 'materialismo' desde el que abordo las cuestiones de mi tesis es el 'materialismo científico' (en tanto, pensamiento filosófico), y me restrinjo al análisis, interpretación y discusión de la imagen que la ciencia (es decir, los científicos en general) tiene del mundo. No abordo la tradición dialéctica. Entonces, lo que espero es contar con tu apoyo de la tesis tal como está, a la que puedes dar una última lectura para hacer correcciones menores (para ello te tendré que enviar la última versión que ahora tengo; pero hazte a la idea de que básicamente se defiende lo mismo que ya hacía en la versión que tiene tu padre).»

Cuatro días después le respondía: «Querido Martín, Me alegro de que los asuntos burocráticos caminen por el buen camino. Respecto a lo que me dices de la tesis como tal, aunque tu la consideres ya terminada, es imprescindible que incorpores a la misma la perspectiva del materialismo filosófico, pues de otra manera necesariamente queda desencajada, máxime presentándose en Oviedo y bajo mi dirección. Un poco en la línea del comentario que Pelayo Pérez hace sobre vuestro artículo del nº 2 de El Catoblepas en el nº 3 de El Catoblepas, ya disponible en el avance del número. La distinción entre materialismo de los científicos y materialismo de los filósofos no existe. Otra cosa es que algunos científicos o algunos filósofos mantengan determinadas posiciones, que se atribuyan como propias de su gremio. Pero eso son menudencias subjetivas. Pero como desde la perspectiva del Departamento tampoco estaría bien visto presentar inmediatamente la tesis correspondiente a un proyecto que se acaba de aceptar, tendrás tiempo de hincarle el diente a alguno de los asuntos filosóficos que están en discusión, desde una perspectiva filosófica propia 'de doctores en filosofía' y no filosófica propia de 'doctores en ciencias' (para abusar de tu distinción).»

No he recibido respuesta particular a ese correo y cabe sospechar que va incorporada a texto tan peculiar como «¿Por qué no cito a Bueno?», por lo que no sobrará tampoco hacer público mi diagnóstico sobre los límites que Martín ha impuesto a sus entendederas:

1º Martín López Corredoira parte de una concepción del materialismo fundada sobre una dicotomía que él considera axiomática: la dicotomía monismo/dualismo; dicotomía en la que él se sitúa, desde luego, en la alternativa del monismo materialista. Y una vez tomada esta decisión se dedica a releer todo tipo de material histórico o actual sobre los problemas de la libertad desde la perspectiva de esa dicotomía, y a interpretar a quien no acepta tal dicotomía, o bien como un espiritualista, o bien como integrante de una secta. Simplismo que le conduce a groseros insultos, como por ejemplo interpretar los regalos de libros como parte de una labor sectaria. El grado de villanía que supone tal interpretación rompe, como es natural, cualquier posibilidad de relación ulterior. Pues quien así opera padece de algo más grave de lo que pueda serlo el espíritu sectario: padece de autismo, un autismo identificado con sus oficios científicos, que le lleva incluso a aconsejar ingenuamente que ningún filósofo vaya a un científico hablándole de progressus / regressus. Con lo que demuestra otra vez su incultura filosófica, pues aconsejar semejante cosa es algo así como aconsejar no hablar a los científicos de silogismos, de noúmenos o de causas eficientes. La consecuencia más importante, sin embargo, es ésta: el autismo impermeable en el que está preso Corredoira le impide enterarse de las posiciones del propio materialismo filosófico. No decimos que le impida compartirlas, que esta es otra cuestión; decimos que le impide enterarse de en qué puedan consistir ellas, aunque no sea más que para combatirlas.

2º Y así, cuando opone materialismo a dualismo (al dualismo cartesiano, por ejemplo, consecutivo al dualismo de Gómez Pereira, del que tiene noticia), al negar el espiritualismo sólo ve la alternativa del materialismo monista, en su forma primogenérica. Lo que equivale a un postulado de reducción de todos los fenómenos terciogenéricos (por ejemplo todas las relaciones geométricas, o matemáticas en general, que le son próximas por su oficio) a situaciones de carácter físico corpóreo. Y sobre todo equivale a la reducción de todo fenómeno segundogenérico (en el que se inscriben los sujetos operatorios), a la condición de sucesos físico químicos o interacciones entre ellos. Esto equivale a renovar los planteamientos mecanicistas tipo La Mettrie o Laplace. Pero el materialismo filosófico se presentó, desde el principio (precisamente enfrentándose al Diamat), como un pluralismo, no como un monismo, ni siquiera como un dualismo. Por consiguiente, la disyuntiva en la que se mueve Corredoira es una disyuntiva añeja, artificiosa y rígida, cuando se la considera «disuelta» en las alternativas utilizadas por el materialismo filosófico.

3º La utilización que hace de los términos «yo», «ego», «querer», «voluntad», &c., tiene un alcance meramente psicológico o coloquial, impropio de los debates filosóficos que vienen después de todas las críticas al psicologismo. Por consiguiente la terminología psicológica utilizada en las discusiones sobre la libertad carecen de todo rigor filosófico, y son propias de un diletante. Porque aun cuando hubiese repasado toda la bibliografía pertinente y leído muchos libros, de éstos sólo ha extraído lo que tiene que ver con el dualismo en el que está encerrado.

4º Lo más grave, si cabe, en lo que concierne a la discusión sobre la libertad, es el uso que hace de la idea de causa, ligándola a la necesidad; y sin tener absolutamente en cuenta las críticas que el materialismo filosófico ha dirigido contra las doctrinas tradicionales de la causalidad, considerada como relación binaria y, a través de Hume y de Kant, como relación formal (con «evacuación de contenidos»). La utilización de la causalidad en estos términos se encuentra con las limitaciones características en el momento de tratar el problema de la libertad. El materialismo filosófico utiliza un análisis de la idea de causalidad mucho más complejo, que permite afrontar de otro modo los problemas de la libertad, que dejan a un lado los planteamientos tradicionales del determinismo mecanicista y que imprescindiblemente Corredoira tendría que conocer a fondo si tuviese algún interés por abandonar su autismo.

5º La visión de las relaciones entre la ciencia y la filosofía que supone Corredoira es muy limitada, y se mantiene en términos puramente gremiales, en los que abundan ese estilo de «psicoanálisis elemental» sobre juicios de intenciones de unos gremios de científicos contra otros o contra filósofos. Esto le conduce a tal subjetivismo que de hecho hace imposible cualquier debate.

Aunque Martín López Corredoira no es muy viejo, dada la cerrazón en la que parece estar asentado quizá no alcance nunca a comprender el primitivismo filosófico del «materialismo» en el que está cómodamente instalado. Pero estas discusiones siempre podrán resultar de utilidad a lectores dispersos dotados de un espíritu más fino.

 

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