David Stoll · ¿Pescadores de hombres o fundadores de Imperio? El Instituto Lingüístico de Verano en América Latina
Raquel Saint reubicada
Para algunos miembros del ILV-Ecuador, particularmente para el equipo Huao salvo Raquel Saint, la carga de mantener la leyenda Auca se había vuelto demasiado pesada. Otros miembros y los sostenedores Wycliffe esperaban oír que el Señor todavía estaba realizando obras imponentes. [445] Espectadores menos impresionados acusaban al equipo Huao de genocidio. Pero este era el menor de sus problemas con una famosa misionera acostumbrada a arrollar toda oposición a su concepto del plan divino.
Saint encontraba imposible aceptar la campaña anti-dependencia de 1975-76, minando como lo hacía su régimen de quince años en pie. Nadie conocía a los Aucas como ella. ¿Acaso no había ella salvado a la tribu de lancearse hasta la extinción? El próximo punto de la agenda podría ser sacarla de la obra, el último adiós a un pueblo que se había convertido en su familia y hogar. Trató de seguir adelante como si nada hubiera cambiado, clavando sus tacos y rehusándose a abandonar Tigüeno con los otros.
Al principio, en 1976, escuché que Saint estaba a punto de jubilarse por razones de salud. Pero en julio ella estaba todavía en la tribu y sin dar señales de irse. En agosto, algunos visitantes vieron a una Saint aparentemente vencida, aterrizando en Limoncocha. Había cometido algunas “equivocaciones graves”, explicó un miembro en octubre: el comité ejecutivo de la filial los consideraría en su próxima reunión.
Si el asunto más urgente era la negativa de Saint a someterse a la voluntad de sus colegas, otro era seguramente que había ofendido a una serie de militares, a quienes los funcionarios de la filial tendrían entonces que ofrecer satisfacciones. En 1970, un periodista había registrado el descontento de uno de esos personajes con el “halo de misterio” que impedía a cualquiera visitar Tigüeno sin la aprobación de Saint. “Da la impresión de que los Aucas fueran propiedad privada de ella”, era una queja común{94}. En 1974 el Mayor Tito Parreño, uno de los compañeros de Erwin Patzelt en las expediciones a los Huaorani del este, fue a Limoncocha en helicóptero a solicitar ayuda para censar a los Huaorani. Según un miembro de su partida, Saint “se enojó” durante al almuerzo. No quería que el censo nacional visitara a los Huaorani del este porque podría pasar algo malo; por lo tanto, no tomaría ninguna parte en él. En su lugar, el Mayor Parreño hizo el censo con la ayuda de Zoila Wiñaemi. En su informe mencionó que muchos Huaorani habían solicitado visitar Quito, especialmente Dayuma, quien también solicitó una escopeta para Komi su esposo, para quien sería de gran ayuda en aprovisionar la despensa familiar. El Mayor Parreño concluyó que despoblar una zona en la frontera con el Perú no era el interés nacional{95}. [446]
Además existía el peligro acechando detrás de la dependencia Huao frente al ILV: la dependencia de Saint frente a Dayuma. Aunque Dayuma realmente nunca se había reconciliado con el plan divino, Saint parece nunca haber enfrentado la posibilidad de que su protegida no fuera el instrumento elegido por el Señor. Dayuma necesitaba a su misionera aun más gracias a lo que Saint entendía como una batalla entre lo material y lo espiritual, la atracción de las “posesiones” y una vida más cómoda que el monte Huao, del que Dayuma aún anhelaba escapar{96}. Con todo en 1975-76 Dayuma salió ganando cuando el ILV las puso a ambas en apuros y un emergente intermediario de poder prometía sobrepasar a su antigua mentora.
En noviembre de 1976, el comité ejecutivo de la filial escuchó la apelación de Raquel Saint, aparentemente de una orden de jubilarse que la había sacado de la tribu en agosto. Como supe más tarde, su carta era la fama conferida por la maquinaria de publicidad Wycliffe: ella estaba amenazando con provocar un escándalo en los Estados Unidos. El resultado fue que la filial prohibió a Saint regresar donde los Huaorani, aunque pudiera ser rehabilitada en una fecha posterior. En marzo de 1977 ella estuvo brevemente en Tigüeno para despedirse y luego otra vez afuera en Quito, preparándose para irse a la tierra natal con licencia, para repensar lo sucedido. Algo para pensar eran los planes de su virtual hijo adoptivo, Sam Padilla.
Notas
{94} Cisneros 1970: 100.
{95} Parreño Ruiz 1975: 41-2.
{96} Después que Dayuma testificó en una cruzada filadelfiana de Billy Graham en 1961, ella se negó a regresar al Ecuador en lo que Saint calificó como un “conflicto de valores materiales y espirituales. La idea de irse de esta tierra de la abundancia, donde todo el mundo había sido tan amable con ella, para regresar a una tribu primitiva que careciera totalmente de posesiones, parecía demasiado pedir. Dayuma no quería irse de Estados Unidos, y empezó a reaccionar”. “En lo que a mí tocaba, era fundamentalmente una batalla espiritual. Estábamos planeando seguir adelante con la traducción Bíblica tan pronto como regresáramos. Aquí estaba la primera traba. Mi informante no quería regresar y estaba descontenta conmigo por esperarlo de ella. Íbamos a partir en el avión temprano por la mañana. El conflicto se hizo tan fuerte y sombrío…”{97}. Para sus giras a Europa y Estados Unidos en 1966 y 1971, Saint eligió a otros conversos.
{97} Saint 1965: 279.
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