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Capítulo 7

La recuperacion ixil de Nebaj

“Don Julio era un viejo caballero, digno y moralista. Bajo la dictadura de Ubico, solía decir, las escuelas normales habían obligado a los estudiantes a tomar cursos de Moralidad y Urbanidad Cívica. Habían aprendido a levantarse temprano en la mañana, a asearse hasta el codo, y a respetar a sus padres. Según Don Julio, la triste situación del país se explicaba por la no enseñanza de urbanidad a la juventud de Guatemala. Un hijo del primer finquero ladino en Nebaj, al sentirse amenazado por ambos lados durante la época de violencia, se marchó a vivir en otra parte de la república. En una de sus visitas, se estremeció al enterarse que un sobrino suyo había vendido el panteón familiar, incluyendo los huesos de su padre, para comprar un billete de avión para Estados Unidos.” —Nebaj, 1989

En los reportes sobre derechos humanos leí que Nebaj era un pueblo de cautivos, y la base militar para llevar a cabo una despiadada guerra de contrainsurgencia en las montañas circundantes. Ahora que las aldeas habían sido destruidas, el ejército estaba llevando a los sobrevivientes de sus ofensivas al pueblo: enfermos, malnutridos y harapientos. Una vez que habían sido procesados, adoctrinados e inducidos al sistema de patrullas civiles, eran enviados a las “aldeas modelo”, poco menos que campos de concentración, de donde no podían marcharse sin el permiso del ejército. Las demandas de servicio en las patrullas civiles habían arruinado el comercio y las migraciones estacionales a la costa, hasta el punto en que la economía estaba casi muerta. Los representantes de la Iglesia Católica fueron obligados a comportarse con extrema precaución, mientras que las sectas evangélicas florecían predicando obediencia al Gobierno.{1}

Los reportes de derechos humanos de mediados de los ochenta no eran falsos, pero no lograron explicar las animadas escenas de reconstrucción que yo presencié. En el capítulo anterior vimos cómo, mientras las Iglesias evangélicas crecieron dramáticamente a principios de los ochenta, [242] la Iglesia Católica experimentó un dramático renacimiento a finales de la década con la llegada de nuevos párrocos. Miles de refugiados estaban siendo sacados de las zonas controladas por la guerrilla al norte, a un alto precio de sufrimiento y muerte, pero la mayoría pronto regresaba a cultivar sus propias tierras. Hicieron eso bajo el control del ejército y organizados en nuevas patrullas civiles, pero sólo después de solicitarlo y, a menudo, sólo meses después de haber sido capturados. Ansiaban regresar a sus aldeas, incluso si eso significaba estar marimandoneados por los soldados. Aunque no tenían prácticamente nada, sólo los unos a otros, estaban orgullosos de haber sobrevivido.

La municipalidad estaba bajo el control de los Ixiles. El partido Democracia Cristiana (DC) había sobrevivido a la violencia para convertirse en la fuerza electoral dominante. En las elecciones de 1985 y 1988 en todo el departamento de Quiché, los ladinos y los partidos pro ejército, que habían dominado hasta entonces las alcaldías, fueron remplazados por demócrata-cristianos mayas. Irónicamente, el ejército contribuía a ese resultado a través de los incontables mítines a los que convocaba a la población. Salvo contados ladinos, las asambleas eran de ixiles que trataban directamente con los representantes de una institución nacional sin los usuales intermediarios ladinos. Dado que la estructura de poder estaba en total desorden, el ejército se vio obligado a tratar con los indígenas más directamente que antes. A pesar de la persecución de profesionales indígenas, el concepto militar de control y desarrollo exigía promoverlos todavía más.{2} En la época de los ataques más feroces a la sociedad ixil desde la conquista española, muchos ixiles se hicieron maestros, mientras que otros se estaban convirtiendo en administradores de los nuevos programas gubernamentales y organismos de ayuda.

Otros ixiles se estaban llevando el mercado de Nebaj. Hasta la época de la violencia, los puestos del mercado permanentes estaban ocupados principalmente por mayas K’iche’ de Totonicapán y por ladinos. Ahora, excepto unos pocos, estaban en manos de ixiles. El mercado era mucho más grande que antes, ya que los Ixiles habían abierto docenas de nuevos puestos permanentes y una densa multitud se congregaba allí cada domingo. Cada vez más ixiles adquirían camionetas y camiones, hasta el punto de poseer la mitad de la flota local, y también estaban comprando las propiedades de alrededor del parque que se habían perdido para los ladinos a principios de siglo. [243] Incluso la contratación laboral había cambiado sustancialmente. Dado que los ladinos habían sido intimidados por la guerrilla, ahora todos los contratistas eran ixiles, incapaces de tomar represalias contra los deudores.

Tales desarrollos sorprenden sólo si vemos la represión del ejército como algo dirigido contra cualquier intento de los indígenas por mejorar su situación, y sólo si vemos el movimiento guerrillero como una respuesta a los explotadores locales cuyas exacciones se habían vuelto insufribles. Éstos son reclamos hechos por el movimiento revolucionario pero, como vimos en el capítulo 3, existen pocas evidencias de ello. Si en lugar de eso los Ixiles hubieran logrado dar más pasos adelante durante los años setenta, tal y como se expuso en el capítulo 2, con la violencia desencadenada por los enfrentamientos de fuerzas mayormente de afuera, entonces la violencia masiva podría haber acelerado fácilmente las tendencias previas, hasta el punto en que los indígenas hubieran podido desalojar a los ladinos de las posiciones de poder. Tampoco podrían ser sorprendentes los avances de los Ixiles en vista de lo que los antropólogos han reportado de otros pueblos mayas.

Basándose en el minucioso estudio del sistema de mercado regional, Carol Smith ha llegado a la conclusión de que, durante los setenta, los indígenas mayas estaban volviendo la espalda a la economía finquera y lo hacían invirtiendo su trabajo en sus propios pueblos, granjas y empresas.{3} Duncan Earle ha bautizado este proceso con el nombre de “reconquista” del altiplano, un pacífico y creciente proceso muy diferente al originario de España, y bien encaminado antes de que fuera interrumpido por la violencia.{4} Las familias ladinas más pudientes se estaban mudando a la capital para hacer negocios o aprender profesiones, mientras que los ladinos más pobres que intentaban reemplazarlos estaban frustrados por las estrategias mayas más eruditas y efectivas. Los mayas estaban desarrollando nuevas habilidades comerciales, reduciendo su dependencia de las fincas, adquiriendo educación y ganando las elecciones locales. La cuestión es sí, a pesar de todos los contratiempos de la violencia, serían capaces de continuar tales tendencias. [244]

El declive del poder ladino

“No hay ninguna seguridad. Y después de cincuenta años, ya no tengo edad para comenzar de nuevo. El ciclo está terminado.” —Finquero explicando por qué su propiedad estaba en venta, 1988

Cuando Colby y van den Berghe estudiaron la etnicidad en Nebaj en 1966, el poder ladino era generalizado. Sin embargo, se percataron de que dicho poder estaba siendo minado desde el momento en que los Ixiles aprendieron a competir con los ladinos en los mismo términos. Las escuelas normales, la Iglesia Católica y los grupos evangélicos estaban contribuyendo a la creación de un nuevo modo de ser indígena: el “preparado”, una persona instruida, sobria y comercialmente perspicaz. Dos décadas más tarde, tras un período de terrible represión, los ladinos dijeron que los Ixiles se estaban autoafirmando más que nunca. Un finquero que aún seguía allí informó que los sumisos colonos de antes no querían trabajar para él la mitad del mes como tiempo atrás: ahora tenían otras prioridades que él atribuía a sus años en la montaña con el EGP. “Ahora la gente está despertando, no tienen el temor que antes, es algo generalizado,” comentaba un ladino, líder de un nuevo partido político integrado principalmente por ixiles.

El poder ladino en Nebaj comenzó a declinar antes de la violencia. La fuerza electoral de la mayoría ixil estaba organizada, primero, por Sebastián Guzmán y el Partido Revolucionario, luego, por los catequistas y los cristianos demócratas. Los hijos de las familias ladinas acomodadas seguían yendo a centros de población mayores a fin de cursar carreras, para ser reemplazados por los mayas de habilidad más comercial.{5} La retirada ladina era parte de una fenómeno más amplio en el altiplano, y cuando irrumpió la violencia tuvo efectos contradictorios. En Chinique, en El Quiché del sur, los patrones ladinos desplazados por cooperativas católicas aprovecharon la destrucción de esas cooperativas, y el establecimiento de la patrulla civil por parte del ejército, para reafirmar su autoridad.

En la región ixil, por el contrario, la retirada ladina se vio acelerada por la guerra. A principios de los ochenta, los propietarios de las fincas más pequeñas se vieron envueltos en delicadas negociaciones con la guerrilla y, más adelante, destruidos por un ejército que, aunque respetó a sus personas, quemó sus instalaciones y robó sus animales. [245]Un miembro de un clan ladino bien conocido, la mayoría de cuyos miembros solía vivir dispersa en las aldeas predominantemente ixiles antes de la guerra, estimaba que sólo una cuarta parte como mucho haría eso ahora. Algunos hombres de su familia habían sido asesinados por la guerrilla, otros por el ejército, y otros fueron forzados a permanecer en las montañas durante años. Otros sobrevivientes se marcharon a la cabecera municipal, regresaron al hogar familiar en Huehuetenango, o se fueron a otras regiones del país.

Los ladinos con propiedades más pequeñas fueron menos propensos a marcharse. Incluso si su propiedad pudo haberse vendido, el importe de la misma no les habría permitido instalarse en una ciudad más cosmopolita. La retirada fue más evidente entre las familias más acomodadas. Los Brols, propietarios de la Finca San Francisco, se marcharon todos, al tiempo en que los hermanos sobrevivientes, que habían gestionado la finca desde los años cuarenta, se reunieron con sus vástagos en la capital. Atrás quedaron muchos hijos ilegítimos: aquellos que habían sido “reconocidos” eran ladinos cuyos padres les habían ayudado a comprar un almacén, un vehículo o una pequeña finca, mientras que los no reconocidos fueron considerados como ixiles y, por lo tanto, eran más pobres. La tercera generación Brol que administró la Finca San Francisco iba y venía cada mes en helicóptero. De los herederos de los ladinos principales -Brols, Tellos, Palacios, Samayoas y Migoyas-, sólo dos individuos residen aún en Nebaj e incluso sólo una parte del tiempo.

La caridad mutua era el tono usual que los Ixiles y los ladinos adoptaban cuando hablaban acerca de las relaciones étnicas conmigo, pero varios ladinos viejos tenían voluntad de expresar un sentido de marginación: “Al principio hubo aquí una colonia de españoles, contratistas, de eso vivieron”, me comentó un antiguo alcalde de la era 1944-54. “Llegaron aquí pobres con remiendos en sus pantalones. Cinco o seis años más tarde eran ricos y estaban desplazando a los Ixiles de las propiedades. Ahora, lo contrario está pasando. Los ixiles están desplazando a los ladinos. El alcalde es indígena, el cura es indígena, la mayoría de los maestros son indígenas, toda la municipalidad es indígena, todos son indígenas. ¿Por qué? Porque la mayor parte de los votantes son indígenas. Ahora sólo quieren indios” -reservando un término de discriminación para el final.

“Los propietarios de terrenos y negocios no se meten en la política porque uno termina con un tiro en la cabeza. La política termina en la cárcel, en el exilio o en el sepulcro. [246] Es para la muerte.” Ahora que las familias ladinas más importantes se habían marchado, según este viejo patricio, habían sido reemplazadas por oportunistas promotores ixiles. “La situación ha cambiado por completo. Del poder ladino ya no hay nada. Todo se liquidó. Fuimos a la costa, a la capital, a los Estados Unidos buscando mejores horizontes. Una familia entera se fue a San Francisco, California. Ahora no hay nada. No tenemos voz ni voto en el pueblo. Ahora son los promotores que organizan todo, que tienen sus reuniones, que tienen fiestas. Casi no nos relacionamos. Ahora no nos reunimos, no tenemos fiestas, no hay nada. Ahora somos dominados y son los indígenas los que dominan.”

La presencia ladina en Chajul y Cotzal siempre había sido más débil y cayó en picado a raíz de la violencia. Pero ése no fue el caso en Nebaj, donde es posible que los ladinos rurales que llegaban de las aldeas y los nuevos empleados civiles procedentes de la capital hayan incluso aumentado la proporción ladina de la población urbana.{6} Algunos ladinos siguieron teniendo gran influencia trabajando como maestros, sirviendo en los comités, o conociendo personas influyentes en la capital. Sin embargo, habían perdido su monopolio en la mediación con el poder nacional. Ahora, los comisarios militares nombrados por el ejército eran ixiles; excepto uno, todos los miembros del consejo municipal eran ixiles durante el período 1988-90, y cada vez había más ixiles maestros, por no mencionar a los líderes de la patrulla civil, catequistas, líderes carismáticos, y la mayor parte de los pastores evangélicos.

La mayoría de los organismos gubernamentales en Nebaj estaban dirigidos por ladinos (diecinueve de veintitrés a finales de 1988, mientras que otros dos estaban regidos por mayas K’iche’ de fuera del pueblo y los otros dos restantes por ixiles), pero principalmente se trataba de personas de fuera del área, delegados temporales que no poseían propiedades locales. El liderazgo ladino era menos pronunciado entre los organismos privados de desarrollo: de las trece que conté a finales de 1988, sólo siete estaban dirigidas por ladinos, cinco por ixiles y una por europeos. El secretario y el tesorero del pueblo eran ambos ladinos, pero a diferencia de sus predecesores de principios de siglo no eran los únicos que sabían leer y escribir y, desde luego, prestaban sus servicios a las órdenes del alcalde ixil. Otros ladinos siguieron siendo activos en los asuntos del pueblo, pero su nicho se restringía al comité cívico ad hoc. Durante las elecciones, algunos ayudaron a dirigir los [247]partidos políticos cuyos miembros y candidatos eran principalmente ixiles. La figura del poder ladino, representado por el cantinero y prestamista, contratista y finquero, estaba siendo reemplazada por una figura de influencia ladina como la del maestro. Los finqueros estaban siendo reemplazados por sirvientes.

Los contratistas

“¿Por qué le voy a mentir?” —Expresión popular en Guatemala

Uno de los signos más evidentes del cambio étnico del poder en Nebaj es la contratación laboral. La cambiante composición étnica de los contratistas es relevante: desde principios de siglo hasta la década de los setenta, tal actividad estaba dominada por los ladinos. Cuando Colby y van den Berghe realizaron su trabajo de campo en Nebaj en 1966, reportaron la presencia de sólo una familia ixil asociada a la contratación laboral (la familia de Sebastián Guzmán.){7} Siete años más tarde, cuando Nachtigall hizo su investigación, ocho de los diecinueve contratistas eran ixiles.{8} Tres de los contratistas más importantes durante los setenta -un ladino, un ixil y un maya K’iche’- conocieron un prematuro final durante la siguiente década de la violencia, provocando la salida de otros del negocio. En consecuencia, los contratistas laborales ladinos fueron reemplazados por mayas, todos, excepto uno, ixiles.

Cuando se les pregunta por qué abandonaron el negocio, los ladinos aluden a las pérdidas financieras de la época de la guerra y al peligro. “Porque si un ladino se queja contra ti, la guerrilla te matará”, comentaba uno. Otro, simplemente hizo el gesto de llevarse el dedo a la sien como una pistola. En una situación que premia la habilidad en los negocios, hablar ixil y ser capaz de apelar a la solidaridad étnica da un poco más de seguridad. Pero el cambio en las relaciones de poder llega más al fondo que las relativas ventajas de la etnicidad ixil; llega hasta las relaciones de los contratistas con sus mozos. El indicador aquí es el anticipo, el préstamo sin interés al corto plazo que el contratista da al mozo. Dado que la contratación laboral es un camino obvio para obtener una plusvalía a través del trabajo, suele analizarse sólo como una forma de explotación. Pero como siempre sucede en este tipo de relación social, [248] el mozo no pierde todo su poder de maniobra. La cantidad de dinero adelantada, cuándo y cómo deberá ser devuelta, constituye un aspecto crucial de la negociación. Una vez que el trabajador tiene el dinero en la mano, ¿se presentará para el viaje a la finca? Si no lo hace, ¿irá el contratista a la municipalidad para ejecutar la deuda? Los cambios en cómo los contratistas manejan los préstamos sugieren cambios en la relativa fuerza del patrón y el peón, en la demanda de empleo y en su concesión, y en el contexto social en el que se desarrolla tal tipo de transacción.

Para los indígenas que venden su fuerza de trabajo, la tentación reside en obtener préstamos y salir corriendo, convirtiéndose en lo que los contratistas llaman un faltista, del verbo “faltar”. De hecho, ésa ha sido desde hace ya tiempo la forma más típica de resistencia laboral en Guatemala, según David McCreery,{9} para quien, tal tipo de acuerdos con campesinos que piden prestado una suma de dinero, lo gastan en alcohol y no van a trabajar ha sido un problema que se remonta a mediados del siglo diecinueve.{10} Incluso si las deudas de un peón eran considerables, no resultaba muy difícil zafarse a otra finca necesitada de trabajadores.{11} En la región ixil, el sistema de deudas, obligaciones y evasión era algo generalizado antes de la guerra. El Padre Javier estimaba que el cuarenta por ciento de los Ixiles estaba en deuda con los contratistas.{12} Los faltistas más osados reunían anticipos de distintos contratistas antes de desaparecer, y los procedimientos punitivos que éstos llevaban a cabo alimentaron las reivindicaciones del EGP.

La aplicación de las obligaciones laborales alcanzó el nivel de las aldeas, donde los faltistas podían ser llevados a pequeñas cárceles. Casi todos los contratistas, tanto mayas como ladinos, pagaban a la policía nacional y al alcalde para que encarcelaran a los peones que faltaban al trabajo. La deuda a devolver se calculaba ya para que incluyera un interés, gastos de viaje, mordidas para activar a las autoridades y una misteriosa multa para “manchar el papel”. Ningún miembro de la autoridad parecía tener en cuenta que, exceptuando algunos tipos de fraude, las deudas ya no eran una falta penal según la ley guatemalteca. Cuando el alcalde reformista del período 1976-1980 se negó a encarcelar a los deudores, a diferencia de sus predecesores, provocó que los contratistas más abusivos instalaran cárceles privadas en sus propias casas.

Durante ese tiempo, hubo también un incremento del faltismo: los Ixiles acudían de un contratista a otro antes de desaparecer con los [249]anticipos que habían recolectado. Según una fuente, tales hechos estuvieron motivados por el aumento de la pobreza entre los Ixiles.{13} Pero la causa más inmediata debemos buscarla en la relajación del sistema obligacionista de la municipalidad. La oleada de faltismo alcanzó su punto más alto en 1980-81 con la llegada del EGP. Los contratistas perdieron miles de quetzales a causa de los faltistas, viéndose obligados a cancelar los acuerdos con las fincas. Por lo que a los contratistas se refería, los inescrupulosos ixiles estaban sencillamente aprovechándose del sistema antes de irse a la montaña. Aunque quizá algunos faltistas ya no se hayan atrevido a llegar al pueblo. En cualquier caso, muchos contratistas se salieron del negocio. Los adelantos se acabaron en un momento en el que miles de ixiles estaban deseando marcharse del área a cualquier precio. Algunas fincas dieron las espaldas a los Ixiles que buscaban trabajo bajo el pretexto de que todo el grupo étnico era subversivo.

Todavía en 1985, los nebajeños estaban tan desesperados por conseguir un salario que estaban dispuestos a marcharse a la costa por un pequeño e incluso ningún adelanto. Eso significa que los Ixiles con un pequeñísimo capital podían probar fortuna a través de la contratación, cosa que docenas de ellos hicieron. En 1988-89, había tantos contratistas -yo conté dieciocho en Nebaj, la mayoría de ellos nuevos- que tuvieron que aumentar los adelantos para llenar sus cupos. Los mozos podían entonces rechazar las fincas de peor reputación. Los contratistas denunciaban la llegada de otra oleada de trabajadores que recolectaba dinero y luego faltaba al trabajo. Pero, a diferencia de lo que ocurría antes de la guerra, la mayoría de los contratistas prefirió no quejarse a las autoridades, incluso si el alcalde podía haber sermoneado a los ofensores y la justicia de paz (desde 1988, representada por un funcionario distinto) podía haber penalizado ciertos tipos de fraude.

¿Por qué ahora los contratistas no apelaban a la municipalidad? “No me conviene”, explicaba un evangélico que vivía en una especie de pocilga, en medio de papeles de trabajo ya desechados, bidones de aceite y ropa sucia. “Algunos llegan y me devuelven el dinero, otros no. Yo hago más pisto confiando en lo que hay encima”, dijo, mirando hacia el cielo y diciendo adiós con su mano.“No me gusta buscar problema.No voy al juzgado nunca”, afirmaba un contratista cuyo hermano mayor solía encarcelar a los deudores en su casa, fue expulsado del pueblo por la guerrilla, y en 1989 fue asesinado por unos bandidos en la capital. [250] “A veces pierdo mil. Pero se pierde un mes, se gana otro mes. No me gusta joder a la gente. Hay meses que se gana, hay meses que se pierde.”

Ese tipo de personalidad acomodadiza adoptada por la mayoría de los contratistas ixiles, al menos durante sus entrevistas con un antropólogo extranjero, sugiere que apelar a los mecanismos obligacionistas ladinos se había convertido en una inaceptable ruptura con la solidaridad ixil. “Sí hay ley”, decía otro, que declaraba haber perdido 4.500 quetzales en adelantos cuando un grupo de 175 trabajadores abandonó la finca a la que él les había enviado. “Pero la gente no va a pagar y con 175 [deudores] yo tendría que estar allá en la municipalidad a diario. Si hacemos guerra con la gente, entonces hay pleito, todo el mundo sabe que uno está con el juez y comienzan a criticar.” Con menos mecanismos obligacionistas que antes de la guerra, y temerosos de echar mano de lo que quedaba a su disposición, la nueva generación de contratistas ixiles tendió a la persuasión. “Mira mucho, somos paisanos, somos indígenas y nos tenemos que ayudar entre nosotros”, decía otro contratista a los faltistas.{14}

Los contratistas fueron rápidos en atribuir el crecimiento del faltismo al aumento de los adelantos, lo que ellos, además, atribuyeron a la competencia entre ellos mismos. “Tres o cuatro años atrás el negocio iba muy bien, la gente acudía en tropel a que yo la contratara”, declaraba otro contratista. “Ahora hago menos por toda la envidia que hay entre la gente. Con tantos contratistas, la gente va de uno a otro.” Un joven contratista, que tuvo que cargar con una larga lista de faltistas que le debían 1.700 quetzales, trató de organizar una asociación con sus competidores a fin de poner un techo en los adelantos. Pero sólo unos pocos contratistas fueron a las reuniones, prefiriendo los más afortunados, seguir confiando en su sagacidad y reservas en metálico.

Las fincas solían dar a los contratistas más dignos de confianza fondos suficientes para cubrir los adelantos. Esto acabó con la violencia, dejando a los contratistas con una comisión de 0.15-0.25 quetzales (US$.045-.075) en 1989 por cada día de trabajo de cada miembro de su cuadrilla. Si un contratista gana 0.25 quetzales por día de trabajo, un grupo de cuarenta mozos que trabaja veinticuatro días en un mes le reportará una ganancia de 240 quetzales (US$80) -probablemente menos que la cantidad que él arriesgó para que se apuntaran con él-.{15} Eso es sólo dos veces más de lo que gana cada mozo de su cuadrilla, y con riesgos financieros mucho mayores. [251] Las plantaciones reembolsan a los contratistas el costo del alquiler de camionetas y camiones para llevar a la cuadrilla a la costa, pero sólo después de que éstos se hayan establecido en el trabajo. Es así cómo se autoprotegen las fincas frente a otro tipo más costoso de resistencia laboral: los “saltistas” o los “fugos” que aceptan el transporte a la finca y luego “saltan” a otra, imposibilitando que el contratista recupere los gastos en los que ha incurrido. Los saltistas suelen ser reacios a las malas condiciones -mala comida, capataces crueles, o un salario inferior al prometido- pero el ser reclutado por un rival también puede influir. Teniendo en cuenta que a menudo los Ixiles regatean por anticipos superiores en familia y en grupo, suelen apuntarse y desaparecer también en grupos, lo que hace que el “salto” sea todavía más costoso para los contratistas.

Dado que los contratistas carecen de poder coercitivo y de los adelantos concedidos por las fincas, deberían ser los primeros interesados en rechazar las fincas con peores condiciones. Afirmaban echar un vistazo a cómo las fincas tratan a los mozos, citando desagradables experiencias con ciertas fincas en particular y cómo les gustaría encontrar otras mejores. A finales de los ochenta, los contratistas de Nebaj cantaban las alabanzas de Cobán, el distrito cafetelero de los alrededores de la capital del departamento de la Alta Verapaz. “Allí ponemos condiciones a los patronos, si van a poner carne el domingo... Y pagan hasta 6 quetzales al día, por tareas de tres quetzales que son pequeñas.” Curiosamente, Alta Verapaz se ganó una mala reputación a finales de los setenta como el sitio de la masacre de Panzós y de repetidas expropiaciones a los mayas q’eqchi’. Desde entonces, los finqueros de Alta Verapaz llegaban a la región ixil a buscar trabajadores y pagando bien según los estándares guatemaltecos. Según los Ixiles, los q’eqchi’ ya no querían trabajar para los patronos porque su tierra era más cálida que la de la región ixil y allí podían obtener dos cosechas de maíz al año, sin olvidar las de cardamomo, café y naranjas.

Promotores y maestros

No había muchos profesionales ixiles al inicio de la violencia, y sufrieron mucho. Aparte de unos contados estudiantes universitarios, la mayoría de los cuales murió o se unió a la guerrilla, el principal cuerpo de ixiles entrenados era el de los promotores bilingües, unos veinticinco en Nebaj, [252] además de otros veinte en Chajul y Cotzal.{16} Se dice que enviaron delegados al Comité por la Unidad Campesina (CUC) que estaba trabajando con el EGP, y tres promotores nebajeños desparecieron en manos del ejército dentro de la Casa Comunal, a principios de 1982. Otros tres promotores nebajeños fueron probablemente también asesinados por el ejército, mientras que se dice que otros tres fueron asesinados por la guerrilla,{17} más de un tercio de los promotores bilingües nebajeños. De los más o menos cincuenta maestros normales en Nebaj, siete murieron o desaparecieron bajo circunstancias que apuntan tanto a la guerrilla como al ejército. Cuatro víctimas fueron ladinos y tres ixiles, pero estos últimos parecen haber incluido a todos los primeros maestros ixiles.

Las causas de algunas de esas muertes aún no están claras, pero la razón principal de que murieran tantos maestros y promotores ixiles no es para nada misteriosa: era su vulnerable posición social. Eran una visible y nueva clase de líderes, principalmente catequistas{18} que expresaban las energías del movimiento de Acción Católica y su esfuerzo por reformar la vida comunitaria, que eran jóvenes y por tanto rompían con la gerontocracia ixil. A diferencia de la mayoría de sus mayores, no eran analfabetos, habían estudiado fuera de la región ixil y estaban trabajando para el Ministerio de Educación, el cual los puso en contacto con nuevos niveles de poder y disidencia. Activos en nombre de su gente y tentados a romper con la acostumbrada reticencia ixil cara a los abusos, fueron considerados sospechosos por el ejército, que los presionó para que probaran su lealtad denunciando a los subversivos. Si los promotores y maestros obedecían, entonces debían enfrentarse a la guerrilla. Sin embargo, a pesar de todas las muertes, el cuerpo de los promotores ixiles escapó de las masacres con más influencia que antes. Los tres alcaldes elegidos después de 1982 eran promotores bilingües, productos del programa de castellanización iniciado por los reformadores de la época de Arévalo, cuarenta años antes.

Irónicamente, el programa original de castellanización era enseñado exclusivamente por ladinos (el primer maestro ixil pronto se desalentó y volvió a la agricultura). Los ixiles sólo empezaron a enseñar después de 1967, a través de un programa bilingüe iniciado por indigenistas guatemaltecos y subvencionado por los norteamericanos del Instituto Lingüístico de Verano y la Agencia para el Desarrollo Internacional. No fue ésa la primera vez que se necesitó entusiasmo gringo para [253] vencer los prejuicios de las burocracias hispanicistas, contrarias a enseñar en lenguas indígenas. Los nuevos promotores bilingües eran reclutados de los egresados del programa de castellanización, pero pocos habían pasado más allá del sexto grado y, por lo tanto, no habían alcanzado el título necesario para ejercer de maestros, de ahí que no fueran considerados como verdaderos maestros. En cambio, se les confiaba un curso preescolar de dos años de duración que se iniciaba en la lengua madre de los niños ixiles y acrecentaba su competencia en español.

Los profesionales ixiles que se formaban a través de este puente pedagógico anhelaban aprender las formas de vida ladinas, pero no al precio de renunciar a su identidad indígena.{19} Términos como “indígena” y su antónimo “ladino” suelen verse como raciales, y los guatemaltecos describen a ambos como “razas”. Pero en la práctica, las categorías hacen más bien referencia a las condiciones culturales que a la herencia biológica. Sea lo que sea lo que distingue a ambos, no es su reserva de genes compartidos. En Nebaj, los flirteos de los finqueros produjeron ixiles que podrían pasar como blancos en Estados Unidos. Los ladinos suelen tener una complexión más ligera que los Ixiles, y hay varios de color blanco según los estándares norteamericanos, pero otros son más bien mayas en su fisonomía. En Guatemala, paradójicamente, los miembros de una “raza” pueden cambiar y convertirse en miembros de otra “raza”.

Los antropólogos distinguen la “ladinización” en diferentes procesos.{20} Primero, los individuos pueden intentar “pasar” a ser ladinos y abandonar su identidad indígena por completo, generalmente mudándose de su lugar de nacimiento. Un segundo proceso es más expansivo: es para individuos y comunidades enteras que quieren adoptar prácticas ladinas, tales como usar zapatos o hablar español en las camionetas, sin abandonar su identidad indígena. El tercer proceso sólo puede medirse a posteriori: se trata de la gradual erosión de la identidad indígena según la cual las comunidades mayas, poco a poco, adoptan cada vez más estilos de vida ladinos. Los promotores bilingües son un interesante índice a ese respecto, debido a su avanzada “aculturación” hacia un estrato social de dominio ladino. Su habilidad para aprender las formas de vida ladinas, funcionar en esferas efectivamente dominadas por el español y, sin embargo, criar familias ixiles sugiere que los Ixiles expandirán, más que perderla, su identidad maya, al igual que otros profesionales mayas que han empezado a expresar su identidad como tales. [254]

Ya que los primeros maestros ixiles que no sobrevivieron a la violencia, los dieciocho que trabajaban en 1988 habían sido contratados sólo unos pocos años antes por la administraciones militares de Ríos Montt y Oscar Mejía Víctores, que dieron el inusual paso de dar preferencia a los ixil hablantes en los puestos vacantes locales. Aunque hubiera parecido más acertado elegir aspirantes capaces de comunicarse con los niños en su lengua madre, el sindicato de maestros nacionales y el sistema pedagógico han defendido siempre el español como la lengua oficial en la enseñanza. Admitir que el bilingüismo era un mérito importante habría descalificado a casi todos los candidatos ladinos. Bajo los demócratas cristianos (1986-90), el patrocinio político volvió a convertirse en el principal criterio a la hora de contratar maestros. Por otra parte, se dijo que los funcionarios del Ministerio de Educación exigieron 3.000 quetzales -la mayor parte de un salario anual- para un puesto.

Aún así, la proporción de maestros ixiles tendió a crecer, aunque sólo fuera porque los ladinos contratados de otros departamentos no solían soportar las rústicas condiciones de donde eran enviados, sobre todo si eran asignados a una aldea. Los ladinos locales y los Ixiles encajaban mejor en sus puestos, con la esperanza de ser destinados a la cabecera municipal. De los noventa y un maestros de primaria que trabajaban en Nebaj en 1989, sólo dieciocho eran de fuera del departamento de Quiché. Otros diecisiete eran del sur de Quiché, siendo el resto (62 por ciento) de Nebaj. De los cincuenta y seis nebajeños, treinta y ocho eran ladinos (42 por ciento del total) y dieciocho ixiles (20 por ciento).{21}

Además de reforzar la presencia ixil en la enseñanza, la violencia también estimuló la matriculación escolar. Gracias en parte a la concentración poblacional, la matriculación en Nebaj en marzo de 1988 (3.320) fue más de dos veces y media superior a la de 1979 (1.273), sin incluir otros 1.108 alumnos del sistema bilingüe preparatorio.{22} El gobierno también instaló docenas de nuevas escuelas para reemplazar a las destruidas por el ejército. Lamentablemente, el entusiasmo por tales construcciones no estuvo respaldado por un presupuesto operativo, que era prácticamente cero, exceptuando los salarios de los maestros. El ausentismo escolar seguía siendo alto, hasta dos tercios, cuando los padres se llevaban a sus hijos a las fincas. La mayoría de los niños ixiles, incluyendo muchos de las aldeas, no lograban asistir más que a los primeros años de la escuela primaria. [255] Sin embargo, había aumentado la demanda para el siguiente grado de escolarización. Hacia 1991, 325 estudiantes estaban inscritos en Básico (grados 7-9) en turnos de mañana y vespertinos en Nebaj, quizá un 85 por ciento de ellos Ixiles. Algo menos de una centena de estudiantes estaban en Diversificado (grados 10-12) fuera de Nebaj para prepararse como maestros, enfermeros, contadores o agrónomos.

Los ixiles que se hicieron maestros estaban, por definición, uniéndose a otra clase social diferente a la de sus familias y vecinos campesinos. Un indicador es que incluso los Ixiles asignados a escuelas de aldeas incurrieron en considerables gastos para regresar a Nebaj cada tarde, a menos que fuera geográficamente imposible. Las tensiones subyacentes aparecieron a raíz de la huelga de maestros de 1989 y de la reacción que provocó. Los promotores bilingües se unieron al paro laboral incluso sintiéndose discriminados por sus supervisores maestros, incluso si sus propios sueldos no estaban en litigio, e incluso si el sindicato de maestros nacionales acababa de solicitar la abolición del programa bilingüe. Para que se les siguiera pagando, los maestros y los promotores iban a la escuela todos los días, pero se negaban a dar clase. Tal táctica enfureció a los padres ixiles que siempre pensaban que los maestros estaban sobrepagados teniendo en cuenta el escaso esfuerzo físico de su trabajo, sin mencionar el resentimiento hacia los maestros que llegaban tarde a la escuela y se marchaban temprano, los días que faltaban, o llegaban borrachos, y sin embargo eran tolerados por sus compañeros.

De ahí las confrontaciones surgidas en numerosas aldeas y en Chajul, donde los padres pedían al alcalde que encarcelaran a los maestros hasta que volvieran a trabajar. El incidente más serio ocurrió en Cotzal, donde el alcalde y el jefe de patrulla convocó a una multitud de cientos de padres que, armados con palos y piedras, agredieron a dos docenas de maestros ixiles y ladinos. Los pedagogos fueron rescatados sólo por soldados que echaban atrás a la multitud con las culatas de sus rifles. Un teniente gritó que los maestros estaban únicamente obedeciendo órdenes de su sindicato, y, por ello, no tenían la culpa. “Gracias a Dios que llegó el ejército para salvarnos”, me dijo un promotor ixil. En otras palabras, la huelga fue tan impopular que los maestros necesitaron del ejército para protegerse de la patrulla civil. Al día siguiente los maestros se marcharon de Cotzal, no siendo éste el único caso en el que los huelguistas eran corridos de los pueblos del altiplano. [256]

El trabajo de maestro sólo era envidiado desde el punto de vista de los campesinos con tierras poco productivas. Los salarios se desvanecían ante el incremento del costo de la vida a finales de los ochenta, el equivalente a US$100 por mes -la mitad de lo que los maestros ganaban antes de la guerra- además se esperaba que con ello cubrieran los gastos pedagógicos. Antes de la violencia, los maestros que tenían la suerte de trabajar en su propio pueblo normalmente tenían todavía una casa donde vivir, un pedazo de tierra para cultivar y una red familiar que ayudaba a reducir los gastos aquí y allá, permitiéndoles ahorrar una parte de sus salarios. En una década o dos, tales ahorros permitieron que esos maestros se convirtieran en propietarios pequeños que criaban ganado y contrataban mozos para atender sus cosechas. Eso fue prácticamente imposible hacia 1990, si bien enseñar seguía siendo uno de los pocos caminos para escapar de la pobreza, hasta incurrir en grandes sacrificios para afrontar los costos. Muchos más jóvenes ixiles trabajaban por el título de maestro que, las garantías que había de encontrar trabajo en el sistema escolar. A nivel nacional, los cuarenta mil maestros empleados por el Ministerio de Educación fueron excedidos en número por otros sesenta mil que esperaban un nombramiento. Pero el título de maestro abría otras posibilidades y, cara a los jóvenes ixiles, era el primer paso para desempeñar un trabajo de escritorio remunerado. La demanda fue tan grande que, en 1991, se abrió un nuevo colegio y rápidamente se matricularon en ella cincuenta y ocho estudiantes, cuarenta de los cuales eran ixiles.

Los promotores toman el control de la municipalidad

“La estructura de poder en Nebaj está completamente desarticulada. Nosotros los ladinos estamos desmoralizados, somos reemplazados por promotores bilingües oportunistas. Aquí manda la política del oportunismo, la de cada hombre arrebatando lo que puede. Los hombres fuertes económicamente hacen política pero bajo el agua, sin tomar partida activa. Porque temen las represalias del otro bando cuando tome el poder.” —Un anciano ladino, 1988

Una irónica consecuencia de la victoria del ejército fue la desaparición de los partidos políticos aliados al ejército de antes de la guerra y el triunfo de los perseguidos demócrata-cristianos. [257] El declive del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), del Partido Institucional Democrático (PID) y del Partido Revolucionario (PR) fue un fenómeno nacional: el MLN y el PID habían prevalecido sólo a través de la fuerza y el fraude y, durante el proceso de cooptar el PR, lo desacreditaron. Incluso los demócrata-cristianos sobrevivieron a la violencia únicamente haciéndose más conservadores. Pero ya que nunca se les permitió ganar una votación, se convirtieron en un imán para las esperanzas democráticas cuando Guatemala volvió al régimen constitucional. De ahí su abrumadora victoria en las elecciones de 1985, tanto a nivel nacional como en Nebaj, donde obtuvieron el 65 por ciento de los votos.{23}

La categoría de los hombres que regían el municipio también cambió. Tan pronto como los principales ladinos fueron quitados de lado, también lo fueron sus contrapartes principales ixil. Nebaj era conocido por el poder de los ancianos que habían encabezado las cofradías en la jerarquía cívico-religiosa. Sebastián Guzmán era el último “principal de los principales” y el que convocó a todos los demás a las reuniones en su casa. Era también el contratista laboral y el gran propietario de tierras, asesinado por el EGP en 1981. En un patrón familiar de tierra adentro dependiente, era lo que Eric Wolf llama un “mediador cultural”. Es decir, él controlaba una extensa red de clientelismo entre su gente, los representaba frente a las autoridades ladinas y fue acusado de manipular los asuntos públicos a su conveniencia.{24}

Desde la muerte de Guzmán, nadie lo ha reemplazado como “principal de principales”. En el concejo municipal aún había ancianos con rango de principales, pero expresan sentimientos de marginalización. “Nosotros casi no entendemos este muchacho”, dijo uno de esos ancianos acerca de un promotor bilingüe que se había convertido en alcalde. “Es muy abusivo. Está sacando dinero. No nos consulta, nos sentimos como adornos. Casi no me voy ahora a la municipalidad, estoy pensando en retirarme.” El rápido cambio de escena en Nebaj había socavado la habilidad de las familias principales de auto reproducirse. Los hijos de Gaspar Cedillo, el principal más temido del pueblo cuando Lincoln lo visitó en 1939-40, fueron obligados a vender sus propiedades y nunca más lograron alcanzar su antiguo rango. Los descendientes de otro famoso principal, Miguel Brito de la Paz, tuvieron más suerte en mantener el liderazgo, pero principalmente mediante nuevos caminos, como la educación bilingüe y la posesión de camiones. Donde los principales seguían teniendo una influencia obvia era fuera, [258] en las aldeas más grandes, como Acul y Salquil Grande. Allí eran definidos más como antiguos alcaldes auxiliares que como ex-mayordomos de cofradía. Deliberaban juntos acerca de los asuntos que concernían a la aldea, tales como proyectos de desarrollo y a quién elegir como próximo alcalde auxiliar.

En el pueblo, los principales estaban siendo reemplazados por hombres jóvenes, especialmente promotores bilingües de los que surgieron tres alcaldes seguidos desde 1982 (Cuadro 7.1.). El primero fue nombrado por Ríos Montt y dejó el cargo con la reputación intacta, a diferencia de sus dos sucesores elegidos por los demócrata-cristianos. El promotor elegido alcalde en 1985 era conocido por fomentar proyectos, y fue también uno de los fundadores de una de las Iglesias evangélicas más grandes, Monte Basán. Algunos dicen que fue el ron en las funciones oficiales lo que acabó con él, mientras que los ladinos achacan su caída a su política de resentimiento étnico hacia ellos mismos. En cualquier caso, rápidamente cayó en desgracia, con impresionantes compras por encima de sus posibilidades, incluyendo un automóvil, una televisión y dos casas. Como juez de paz, envió a enemigos personales a la prisión en la capital departamental con costosos juicios purgatorios. Todos, excepto sus aliados más cercanos, lo describen como un petulante, despótico, y bolo, hasta el punto en que amenazaba a la gente con pistola.

Los alcaldes de DC elegidos entre 1985 y 1988 disfrutaron de un inmediato incremento de los recursos municipales -el muy discutido “8 por ciento” del presupuesto nacional que la constitución de 1985 adjudicaba a los alcaldes para obras públicas-. En 1988, según el tesorero municipal, el nuevo plan fiscal devolvió 400.000 quetzales a Nebaj- una suma considerable comparada con los 61.000 quetzales que lograba obtener de los impuestos-. Los activistas de la oposición podían enumerar un escándalo tras otro en el Municipio, así como los principales organismos del gobierno nacional en escena, el Comité para la Reconstrucción Nacional y el Ministerio del Desarrollo. Durante mi estancia en 1988-89, las provisiones alimenticias para las viudas eran sustraídas de las despensas municipales por el empleado público con más años de servicio del pueblo. Él almacenó sus apropiaciones en la propiedad de una pareja K’iche’, dueños de uno de los dos almacenes más grandes en Nebaj, que habían estado sujetos a más de una investigación oficial sin salirse del negocio. [259]

“Muchos factores inciden en la corrupción,” me comentaba otro funcionario. “Los empleados están mal pagados, por eso, cuando se les agarra, siempre alegan que se están pagando a ellos mismos por los gastos relacionados con su trabajo, y quizás sea cierto. Desde el momento que muchos empleados son contratados a causa de las influencias, los ministerios se llenan de gente que deben su trabajo a jefes políticos y que no están dispuestos a actuar contra los abusos. Cuando el liderazgo cambia, son fácilmente purgados, haciéndolos aún más precavidos. Las quejas enviadas a un nivel superior no reciben respuesta y, en el peor de los casos, uno puede sufrir represalias a causa de ello. ¿No sería bueno que los gringos vinieran aquí a administrar la ayuda?”

Siempre me dejó perplejo el comportamiento de los demócrata-cristianos. ¿Por qué prometen ambiciosos y nuevos programas para atraer a los votantes y luego roban la mayor parte del dinero, de modo que los programas fracasan y ya no vuelven a ser votados en la siguientes elecciones? El anuncio de grandes y nuevos proyectos para las aldeas modelo reforzaba las típicas actitudes guatemaltecas, cara a la política electoral, como una forma de hacer falsas promesas con la intención de usar el Estado para las ganancias personales.{25} Esto no debe parecer muy diferente de cómo los norteamericanos ven a los políticos, pero la presunción de corrupción era más profunda. “Ser político es ser ladrón,” observaba un pequeño propietario ladino. “La gran falla de nuestro país es que no tenemos empresarios. En lugar de ganar por producir, ganan por ser políticos, que es más fácil. Cualquiera puede ser político, porque sólo quiere decir sacar dinero de otros.” Al existir constantemente rumores de malversación, los nebajeños veían los asuntos municipales como una sucesión de apropiaciones personales de los fondos públicos, hasta el punto de convertir cada obra pública en un sospechoso monumento al fraude.{26}

Los funcionarios en Nebaj pronto admiten sentirse desprotegidos respecto a las fuerzas estructurales. Según Richard Fagen y William Tuohy, en un sistema centralizado y jerarquizado como el guatemalteco, cada nivel inferior del gobierno es “más débil, más dependiente y más empobrecido que el nivel que está por encima.”{27} Los recursos son canalizados de forma poco fidedigna desde la cúspide, dando como resultado que la autoridad municipal esté restringida por la falta de una base financiera independiente. John Watanabe lo llama “la política de la marginalidad”, en su relato sobre Santiago de Chimaltenango, [260] una comunidad mam en Huehuetenango. “Pocas, por no decir ninguna, diferencias ideológicas separan a los políticos chimaltecos”, señala, “siendo la principal dinámica la defensa de los beneficiados de su reputación y las típicas y justificadas acusaciones de la oposición de la desidia burocrática”. Lamentablemente, el gobierno nacional es insensible a las necesidades locales, independientemente del partido que haya ganado las elecciones municipales. En consecuencia, incluso los líderes locales del partido oficial no poseen la misma autoridad que tenían los antiguos principales, y el proceso electoral fracasa en conceder un liderazgo comunitario. Mientras tanto, las incumplidas ofertas de ayuda procedentes del gobierno nacional desacreditan a los políticos locales cara a sus electores. El alcalde pasa a convertirse en una desventurada figura para quien, tal y como lo señala Watanabe, el alcohol es su mayor peligro.{28}

Clientelismo y protesta bajo el mando del ejército

“Siendo las diez horas del día veintidós de marzo de mil novecientos ochenta y ocho, en que un gran número de vecinos de la población se presentó ante el edificio municipal con el objeto de pedir a... la renuncia del cargo de alcalde municipal por los hechos siguientes:
1. Abuso de autoridad
2. Amenazas de activistas de la oposición (...)
7. Obliga a las personas que trabajan en drenajes para hacer proselitismo a favor del candidato oficial (...)
10. El único proyecto de drenaje es sólo enfrente de su casa y personas afines al Partido D.C. (...)
16. Durante la administración de la Junta de Gobierno de Mejía Víctores, se donó un televisor a la aldea de Tzaibal, por lo que el alcalde municipal lo recogió sin ninguna justificación por lo que se exige entregarlo a la aldea.
17. Se tiene información de parte del pueblo que el señor alcalde tiene relaciones con la subversión que en horas de la noche anda asustando a los vecinos... INFORMACIONES QUE FUERON PUESTAS BAJO CONOCIMIENTO DEL DESTACAMENTO MILITAR:
· 12 de febrero de 1988 en oficio nº 0013/88 el señor... denunció que el señor alcalde municipal trató de sobornarlo con ofrecimiento de 1.000 quetzales y ofreció meterle un balazo en la cara si no colaboraba.
· 12 de febrero de 1988 el señor... anotado en oficio nº 009/88 informó que el señor alcalde municipal lo siguió en su pickup queriéndolo atropellar.” —La denuncia sumaria contra el alcalde democristiano de Nebaj, 1978 [262]

Cuadro 7.1
Alcaldes de Nebaj desde 1946, por partido político y etnia


Identidad étnicaPeríodo en el poderPartido político¹Ocupación

Ladina1946-47FPLPropietario de finca
Ladina1948-49FPLPequeño propietario de finca
Ladina1950-51FPLMaestro de escuela
Ladina1952-53PUAPropietario de finca
Ladina1954MLN²Propietario de finca
Ladina1954-55Nombrado por Junta Militars.d.
Ladina1956-57MLNAgricultor y tendero
Ladina1958-59MLNPropietario de finca
Ladina1960-61RNDContratista laboral
Ladina1962-63s.d.Carnicero
Ladina1964-65Nombrado por Junta Militars.d.
Ladina1966-67PIDPropietario de almacén
Ladina1968-69DCPequeño propietario de finca / contratista laboral
Ladina1970-71PRPropietario de finca
Ixil1972-73PRAgricultor
Ladina1974-75MLN/PIDPropietario de almacén
Ladina1976-79PR/DC/CANConductor
Ixil1980-82DCAgricultor
Ixil1982-85Nombrado por Ríos MonttPromotor bilingüe
Ixil1986-88DCPromotor bilingüe
Ixil1988-90DCPromotor bilingüe
Ladina1991-DCInspector de salud
 
Fuente 
 
Entrevistas del autor en Nebaj, 1988-89.
1 CAN = Central Aranista / Auténtico Nacional; DC = Democracia Cristiana; FPL = Frente Popular Libertador; MLN = Movimiento de Liberación Nacional; PID = Partido Institucional Democrático; PR = Partido Revolucionario; PUA = Partido de Unificación Anticomunista; RND = Redención Nacional Democrática (del General Ydígoras Fuentes).
2 Para el período anterior a 1966, mis fuentes de Nebaj parecen utilizar la etiqueta política del MLN para referirse al Movimiento Nacional Democrático (MND) del coronel Carlos Castillo Armas que reemplazó el MLN.

Si el ejército da un golpe en la capital, ¿por qué no podían ellos dar uno por su cuenta? Eso razonaban los nebajeños quienes, una mañana de 1988, se concentraron en el parque y convocaron un mítin que rápidamente se centró en el alcalde demócrata cristiano. Los primeros hombres que se presentaron en el parque, según un testigo, cargaban rifles de la patrulla civil: “TODOS TENEMOS DERECHOS COMO NEBAJENSES”, decía una pancarta. “LA GENTE UNIDA Y CONCIENCIADA NUNCA SERA VENCIDA”, ponía en otra. En una multitud principalmente ixil de más de mil personas, orador tras orador iba lanzando acusaciones contra el alcalde, que llamó al ejército y a la patrulla civil para que lo ayudaran, y luego escapó en un automóvil con la muchedumbre pisándole los talones. El ejército estaba notablemente ausente, exceptuando un oficial de asuntos civiles que platicaba con los manifestantes. Finalmente, la muchedumbre irrumpió en la municipalidad y obligó al secretario municipal a que redactara una declaración deponiendo al alcalde. Eso es lo que los nebajeños llaman orgullosamente su “golpe municipal”.

La expulsión de alcaldes es una actividad popular en los pueblos mayas K’iche’ al sur. Durante ese mismo período, la principal función del gobernador demócrata-cristiano del Quiché era ir de pueblo en pueblo rescatando a los alcaldes de su partido. A los dos días del golpe de Nebaj, mientras la muchedumbre concentrada en el parque trabajaba en su nuevo plan de gobierno, se presentó en el pueblo el gobernador, acompañado del alcalde y de veinte policías nacionales. Regañó a los Ixiles, tratándolos de ignorantes que desconocían la ley. “Si tenían alguna queja contra el alcalde, gritó, debían dirigirla a los juzgados”. Al no encontrar resistencia, mandó a dos de los cabecillas a la cárcel (sólo poco tiempo) y repuso al alcalde en su puesto.

Los nebajeños atribuyeron el golpe a los jefes de la patrulla civil y al desafecto vice alcalde, uno de los fundadores del partido DC local dos décadas antes. Era yerno de Sebastián Guzmán pero había roto relaciones con él antes de su muerte. Ahora era el ixil más afortunado en el mercado, hasta el punto de poseer una camioneta y un camión. Víctima de los abusos del alcalde, fue uno de los prominentes miembros de DC que rompió con el partido, alegando que éste había caído en manos de los oportunistas. Junto a algunos promotores y maestros ixiles, hasta ese momento identificado principalmente con el DC, se unió a ciertos líderes de la patrulla civil para organizar una campaña independiente para las elecciones de 1988. [263] Respaldado por muchos de los Ixiles que tenían pequeños comercios en el mercado, bautizaron su nuevo comité cívico con el nombre de “Cotón”, la chaqueta roja con galones utilizadas por los hombres ixiles en ocasiones ceremoniales. Como eslogan escogieron: “Todos Nebajenses”, con la intención de unirse a los ladinos simpatizantes, dos de los cuales -incluyendo un antiguo alcalde reformador de la era de Arbenz- encabezaban la lista de candidatos.

A pesar de la impopularidad del alcalde titular, su partido ganó las elecciones de 1988. Una de las razones fue que la oposición repartió sus votos entre Cotón (913), el Centro de Unión Nacional (504) y el Movimiento de Acción Solidaria (347), que, de haber estado juntos, habrían superado en 27 votos al partido DC (1.737).{29} Sin embargo, DC había demostrado una sorprendente habilidad de resistencia al resentimiento popular. Cuando llegué al pueblo pocos meses más tarde, escuché rumores acerca de la compra de votos, aunque nadie podía decir que, efectivamente, había visto pasar billetes de mano en mano. En lugar de eso, DC advirtió a los Ixiles que, si perdía las elecciones, ellos iban a perder las ayudas. “Tal vez no tanto como trago y billetes, pero de otra forma más eficaz”, explicaba un ex-alcalde. “Si perdemos las elecciones, ellos dicen, “ya no viene pescado, ya no vienen alimentos, ya no viene toda la ayuda que viene.” “Únete al poder”, pintaba DC en la paredes. En sólo dos días, el diputado de DC acabó con la oportunidad de Cotón, recorriendo las aldeas y preguntando, si no tenía presidente y si no tenía diputado, qué podía obtener para la gente.

Intimidaciones de ese estilo eran todavía más aparentes entre las viudas de la violencia, la clientela más desesperada de la región ixil. Había 1.550 en Nebaj, según un censo oficial de 1989,{30} la mayoría con aprietos económicos, resultando que ellas subsistían a base de irregulares limosnas, eran convocadas a aparecer en las ceremonias en honor de dignatarios visitantes y consideradas un voto cautivo para los demócrata- cristianos. Nada pudo reprimir su furioso resentimiento, los hombres que administraban la municipalidad las consideraban un permanente dolor de cabeza. No obstante, me sentí sorprendido cuando una de las líderes de las viudas dijo que el alcalde la había amenazado antes de las elecciones de 1988. “Si usted alarga la lengua, lo van a secuestrar,” le dijo ella.

La manera en que las promesas de patrocinio y amenazas de violencia se unieron quedó demostrada en la visita del candidato presidencial de DC en 1990. [264] “El partido demócrata cristiano está con Dios y ayuda a los campesinos”, repetía constantemente Alfonso Cabrera. Si se daba el caso de que nadie lograba comprenderlo, extendía sobres de la Ministro de Cultura, quien permanecía a su lado de pie, a cada una de las cofradías del pueblo. Cada sobre contenía 1.000 quetzales (aproximadamente, US$300), con el supuesto propósito de proteger las tradiciones culturales. Vez tras vez, Cabrera invocaba la memoria de la violencia, cuando las mujeres tenían que encerrarse en sus casas por la noche y no sabían si volverían a ver a sus maridos, a fin de recordar a su audiencia que ellas no querían retroceder a esos días. No queremos más miedo, repetía: ahora el gobierno respeta a los campesinos.{31} El mensaje implícito era que los nebajeños debían apoyar a DC a menos que quisieran que los secuestros comenzaran otra vez.

La visita de Cabrera coincidió con la victoria del gobierno democristiano en la huelga de maestros, una victoria pírrica porque alienó a un sustrato clave de la estructura de clientelismo del partido. Su discurso estaba claramente dedicado a los tradicionalistas y a los analfabetos, aquellos Ixiles que solían inclinarse por votar por el que estuviera en el poder. Era un sustrato electoral diferente el de los miembros fundadores de DC en Nebaj: catequistas, miembros de cooperativas y pequeños empresarios. De la vanguardia reformista de Nebaj, DC se había convertido en un partido oficial que se basaba en la limosna y en la amenaza de perderla. Tan desilusionados estaban los nebajeños con los alcaldes ixiles de DC que, en las elecciones de 1990, los seis candidatos a ese puesto fueron todos ladinos, excepto uno. Aún así, la gran mayoría de los demás candidatos al concejo municipal siguieron siendo indígenas; los Ixiles ya querían tener un alcalde ladino con la esperanza de que evitara las borracheras, los robos y los escándalos de los dos anteriores.

Con los demócrata-cristianos en manos de los corruptos, muchos nebajeños estaban también dispuestos a dirigirse a “el general” -Efraín Ríos Montt-. Dos años antes de las elecciones presidenciales, a finales de 1988, empezaron a circular por los pueblos Ixiles calendarios de bolsillo con la imagen del dictador, su rostro sereno y convincente. “No cobró sueldo como presidente, sólo como ministro,” afirmaba uno de sus más devotos seguidores, un líder evangélico y maestro de escuela (quien, durante la huelga, decía encarnizadamente que él y su sindicato lucharían encantados aunque eso significara la guerra civil). [265] “Los sociólogos guatemaltecos dicen que él podía ayudar a los pobres. Fue campesino de niño. Él sabe qué es cargar la leña.”

La clase dirigente guatemalteca consideraba todavía la campaña de Ríos como un chiste malo, cuando un campesino ixil tomó la iniciativa de dirigirse a la ciudad, encontrar el camino que llevaba a la casa del general, y regresar a su hogar para organizar una sucursal local del primer partido riosmontista. El Frente Republicano Guatemalteco (FRG) era llamado coloquialmente “La Mano” por su símbolo, una mano que saludaba con tres dedos, tipo boy scout, y que se remontaba a la época en que Ríos obligaba a todos los empleados civiles a jurar: “no miento, no abuso, no robo.” En Nebaj, La Mano atrajo a católicos, mientras que los evangélicos gravitaban en torno al otro grupo riosmontista que llegó al poco tiempo, el Partido Reformista de Guatemala (PREG), conocido coloquialmente como “La Llave”, en honor a su propio símbolo. Muchos de los simpatizantes de esos partidos procedían del comité cívico de Cotón.

Incluso después de que Ríos fuera excluido de la elección por motivos constitucionales, sus seguidores ganaron la municipalidad en Cotzal, donde la lista de candidatos predominantemente evangélica estaba encabezada por un anciano católico. Los riosmontistas también estuvieron cerca de ganar las otras dos municipalidades ixiles. En Chajul se colocaron en segundo lugar tras los demócrata-cristianos, quienes en Nebaj también pasaron muy justos con sólo el 28 por ciento de los votos, habiendo obtenido los riosmontistas más del 50 por ciento, aunque con los votos divididos entre las listas de La Mano y de La Llave. Ríos Montt fue tan popular que resucitó la fortuna del diputado ixil de Nebaj, un evangélico que fue elegido por DC en 1985, se convirtió en objeto de irrisión por haber hecho muy poco, y luego ganó la reelección al unirse a Ríos Montt. Envuelto en la nostalgia, un antiguo dictador con una horrible reputación a nivel internacional se había convertido en la imagen del buen gobierno en la región ixil. Rapsodiar las virtudes de Ríos Montt como un militar recto era una manera aceptable para los Ixiles de colocarse a sí mismos cara a las matanzas de los ochenta, al ejército guatemalteco y a la lucha por restablecer las garantías personales.

Notas

{1} Americas Watch 1984: 87-103; Kreuger y Enge 1985; Simon 1987; Chapin 1988; Manz 1988a; Washington Office on Latin America 1988; Iglesia Guatemalteca en el Exilio 1989a.

{2} Incluso antes de la violencia, el ejército deseaba cultivar el liderazgo indígena, al menos retóricamente. El General Romeo Lucas García habló de profesionales entre los indígenas como señal de que la raza se está levantando del marasmo, (Falla 1978).

{3} Smith 1984a: 210-19.

{4} Earle 1982: 183. Véase también Watanabe 1981; Smith 1987a:11; ensayo de Robert Carmack sobre Santa Cruz del Quiché y ensayo de Roland Ebel sobre San Juan Ostuncalco, ambos en Carmack 1988; Ehlers 1990;Warren, s.f.

{5} Colby y van den Berghe 1969: 111.

{6} Las cifras más recientes son de noviembre de 1984, cuando el centro de salud de Nebaj reportó que el 14 por ciento de la población bajo control gubernamental era ladina. Dado que entre las 15.188 personas contadas aquel año se incluían habitantes rurales, que son más ixiles que los habitantes de los pueblos, el porcentaje ladino en el pueblo por aquel entonces era seguramente mayor. Según el censo de 1973 (Dirección General de Estadística 1973), el 26,1 por ciento de la población urbana de Nebaj (1.084 de 4.151) era ladina. Once años más tarde, sólo se contaron 45 ladinos menos, 2.122 frente a los 2.167 que habitaban en todo el municipio en 1973, lo que sugiere una estabilidad de la presencia ladina en Nebaj.

{7} Colby y van den Berghe 1969: 108.

{8} Nachtigall 1978: 142.

{9} McCreery, de próxima aparición.

{10} McCreery, de próxima aparición.

{11} McCreery, de próxima aparición.

{12} Citado en Nachtigall 1978: 142.

{13} “La Toma de Nebaj” 1982: 37.

{14} Cotejar Smith 1990a: 278, acerca del “sentimiento comunitario” como una poderosa influencia en los mayas acomodados y profesionales.

{15} Entrevistas del autor en Nebaj, julio de 1989, cuando US$1 equivalía a 3 quetzales. Yo estaba sorprendido por el bajísimo nivel de remuneración y me preguntaba si los contratistas estaban minimizando sus actuales ganancias, pero uno tras otro enseñó el mismo panorama.

{16} El programa incluía a unos pocos ladinos heredados de la Escuela de Castellanización de antes de 1980.

{17} Se dijo que dos de los promotores asesinados por el EGP fueron casos de venganza personal por la muerte de un maestro ixil con el que habían estado tomando y al que posiblemente mataron. El asesinato del tercer promotor también es atribuido a motivos de venganza personal.

{18} Lengyel 1987: 80-81.

{19} Lengyel 1987: 80-81.

{20} Adams 1976: 288-93; Brintnall 1979b:647-49. Colby y van den Berghe (1969:90-93) desarrollan el tema de “pasar por ladinos” y de la adopción de rasgos ladinos en el área ixil.

{21} Agradezco al supervisor educativo de Nebaj, Jorge Pérez Guevara, por estas cifras. Treinta de los noventa y un maestros eran mujeres.

{22} Las cifras de matriculados para 1979 y marzo de 1988 son cortesía del supervisor de Nebaj, Jorge Pérez Guevara. La matriculación bilingüe, lista del 14 de abril de 1989, es cortesía del profesor Jacinto Brol Ramírez, supervisor bilingüe en Nebaj.

{23} El resto fue para los dos nuevos partidos de centro-derecha, la Unión del Centro Nacional y el Partido Democrático para la Cooperación Nacional (Tribunal Supremo Electoral, Memoria de las elecciones de 1985).

{24} Wolf 1956: 1072-76; cfr. Davis 1970: 151-52.

{25} Chea 1988. “Quieren sacar el jugo de la guayaba” es, según la sabiduría popular en Guatemala, el objetivo de todo partido político. En parte como resultado de décadas de represión, los partidos son crónicamente incapaces de articular las cuestiones básicas. Por el contrario, son coaliciones inestables que se dedican a elegir cabecillas y a obtener nombramientos. La mayoría de las veces, los victoriosos y su gente, roban todo lo que pueden, con la excusa de que sus predecesores hicieron los mismo y que ellos serían tontos si no hicieran lo mismo.

{26} “Siempre que se construye algo, hay un robo,” dicen los nebajeños. Se refieren a las “comisiones” o “mordidas” que los contratistas dan a los funcionarios, una práctica que termina dejando los proyectos abandonados y a medio acabar.

{27} Fagen y Tuohy 1972: 20.

{28} Watanabe 1984: 181-85.

{29} Tribunal Supremo Electoral, Memoria: Elección de Corporaciones Municipales 1988.

{30} Cifras cortesía del Programa de Asistencia a Viudas y Huérfanos Menores, Víctimas de la Violencia, Secretaría Específica de Asuntos Políticos, Presidencia de la República, Guatemala.

{31} Notas del autor, 6 de agosto de 1989.

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