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La evangelización a fondo
Debido al crecimiento del pentecostalismo, los misioneros protestantes empezaron a darse cuenta de que el protestantismo los estaba dejando atrás. En la década de 1960 –la era de la revolución cubana, de la Alianza para el Progreso de John F. Kennedy y del Concilio Vaticano segundo, de movimientos guerrilleros y de contrainsurgencia, de reforma agraria y de migración masiva hacia las ciudades– la misión evangélica norteamericana hacia América Latina parecía un espectáculo de segunda categoría frente a los grandes cambios que estaban arrasando la región. El primer gran estudio de la Escuela Fuller de Misión Mundial, Avance Evangélico en la América Latina (1969) confirmaba esta sospecha.{62}
Los investigadores de Fuller descubrieron que, después de tres cuartos de siglo de servicio en el Ecuador, habían únicamente treinta y cuatro protestantes por cada misionero en el país. Después de medio siglo en Nicaragua, la iglesia de la Misión Centroamericana alcanzó hasta setecientas almas. Luego empezó a decaer.{63} El equipo escuchó muchas historias como la de Cochabamba, Bolivia, en donde la Misión Evangélica Andina, después de cuidadosas preparaciones, se las arregló para atraer a mil personas a un avivamiento. Pocas semanas después, un sanador por la fe pentecostal atrajo a un grupo de gente cinco veces más numeroso.{64} Las iglesias no-pentecostales, de acuerdo a un cálculo del equipo Fuller, contabilizaban un 90% de los misioneros protestantes en América Latina, pero únicamente un 37% de los conversos. El otro 10% de la fuerza misionera, los pentecostales, contabilizaban un 63% de los fieles. El peor desempeño correspondía a las misiones de fe, la columna vertebral del esfuerzo misionero fundamentalista: su 32,4% de la fuerza [147] misionera protestante en América Latina contaba con solo el 1,5% de los miembros de la iglesia.{65}
El equipo de iglecrecimiento de Fuller urgía a realizar cambios radicales e implacables en el trabajo misionero.{66} Obviamente, las misiones de fe tenían algo que aprender de los pentecostales. La Misión Latinoamericana (LAM), un grupo que se especializó en servicios de apoyo para otras agencias e iglesias, tomó la iniciativa. Fundada por una pareja británica, Harry y Susan Strachan, LAM ha estado siempre en la vanguardia del evangelismo. Durante las décadas de 1920 y 1930, organizó las primeras campañas pandenominacionales. En la década de 1950, incorporó a los latinoamericanos en igualdad de condiciones que los norteamericanos. Durante los sesenta se adelantó a las otras misiones al civilizar las relaciones con la Iglesia Católica.
La campaña de LAM para imitar los métodos pentecostales se remonta a la cruzada de 1958 de Billy Graham en Barbados. Se dice que la cuarta parte de la isla había tomado una decisión a favor de Cristo. Pero el impacto en términos de asistencia a la iglesia fue mínimo, mientras que los bares y cárceles se mantenían tan llenos como siempre. Lo mismo sucedía en todos lados, descubrió LAM.{67} La alegría de sus campañas evangelísticas atrajo a personas que, en su mayor parte, estaban ya asistiendo a una iglesia. Les acostumbró a los grandes espectáculos. No obstante, cuando partía el evangelista famoso importado para la ocasión, su entusiasmo se evaporaba, y se aburrían de la vida ordinaria de la iglesia. Pocos de los nuevos adeptos que firmaban las tarjetas de decisión se unían en realidad a una iglesia.
¿Cómo podrían los misioneros transformar las emociones generadas por el evangelismo masivo en crecimiento institucional? Para contestar esta pregunta, el hijo y sucesor de los fundadores de LAM, Kenneth Strachan, analizó por qué los pentecostales, los Testigos de Jehová, y los comunistas tenían más éxito que las misiones de fe. La razón era que éstos movilizaban a todos sus miembros para atraer a nuevas personas hacia el movimiento, concluyó Strachan. En lugar de confiar en pocos pastores y en predicadores famosos, hacían de cada miembro un evangelista. [148]
Esta era la idea detrás de la nueva e influyente estrategia de la Misión Latinoamericana, el Evangelismo a Fondo. A lo largo de los años sesenta, en un país tras otro, LAM unió a las misiones y a las iglesias en campañas de un año de duración. El primer paso era entrenar a los miembros de cada congregación en el evangelismo personal. Luego se los organizaba en células de oración y se los enviaba a evangelizar a poblaciones enteras, de persona a persona. La campaña culminaba con desfiles por las calles, con manifestaciones dirigidas por evangelistas famosos e intercambios de respeto mutuo con el presidente de la república.
Lo que LAM llamó «movilización total» tenía una dimensión política –el deseo de competir con la izquierda. Al reconocer el origen social del desasosiego revolucionario, la misión puso sus esperanzas en las reformas de la Alianza para el Progreso norteamericana.{68} El miedo al comunismo fue también una razón para que LAM adoptara una actitud más conciliadora hacia la Iglesia Católica.{69} La hostilidad por parte de las autoridades católicas había llevado a los evangélicos a congraciarse con los gobiernos para asegurarse el apoyo oficial. Ahora, la preocupación por la agitación revolucionaria reforzó esta costumbre.
La actitud que los evangélicos tomaron hacia los regímenes autoritarios fue ilustrada por una de las primeras campañas de Evangelismo a Fondo, en Guatemala en 1962. Las manifestaciones finales en la capital fueron inauguradas por el Presidente de la República, el honorable Miguel Ydígoras. Pero en el último día de la campaña, la fuerza aérea se rebeló en contra de su gobierno corrupto y represivo. Incluso antes de que terminara la lucha en la capital, para demostrar el poder de su fe, los organizadores de la campaña decidieron continuar con la marcha que habían planificado. Cuando la marcha finalizó dentro de un estadio, según Christianity Today, el triunfante Ydígoras ingresó a la manifestación en una procesión de vehículos con el cañón de su ametralladora todavía caliente. La multitud lo aclamó, y los líderes evangélicos dieron gracias por su victoria.{70}
Como han señalado Rubem César Fernandes y Enrique Domínguez, el método de LAM tuvo resultados paradójicos. Por un lado, la misión alienó a los fundamentalistas con su marco de referencia sociológico, su discurso sobre la necesidad de enfrentar las necesidades [149] sociales, y la tolerancia a opiniones diferentes. Por el otro, LAM era consciente de la necesidad de descolonizar el trabajo misionero. Al incorporar a los latinoamericanos al programa en igualdad de condiciones que los norteamericanos, internalizó las tensiones entre los dos de forma nueva y creativa.{71}
No obstante, otro resultado fue la insatisfacción con la cuantificación superficial de las campañas de Evangelismo a Fondo. ¿Estaban en realidad produciendo más neófitos? A pesar de toda la fanfarronería sobre una nueva estrategia, las quince mil decisiones por Cristo en la campaña de 1965-1966 en el Perú no produjo ningún aumento en las cifras de membrecía de la iglesia. El programa también fracasó en descentralizar y fortalecer la vida congregacional. En lugar de que cada miembro se convirtiese en un testigo activo del evangelio, las congregaciones tendían a regresar al antiguo modelo del pastor todopoderoso y del seglar pasivo.
Por consiguiente, en 1971, LAM abandonó las campañas nacionales, resolviendo trabajar localmente desde las bases.{72} Ese mismo año, la misión descentralizó su estructura y cambió su nombre por el de Comunidad Latinoamericana de Ministerios Evangélicos (CLAME). Los miembros fueron a trabajar para varios institutos y programas que estaban bajo la dirección de latinoamericanos y cuyas agendas empezaban a diferir. De esta manera, como veremos posteriormente, las campañas de Evangelismo a Fondo condujeron, a la larga, hacia críticas agudas al liderazgo evangélico.
En una escala más amplia, sin embargo, el Evangelismo a Fondo reforzó una mentalidad cerrada que se ocupaba solo del crecimiento. Para unir a los evangélicos en campañas nacionales, explica Enrique Domínguez, la Misión Latinoamericana afirmó que el sectarismo estaba obstaculizando a la tarea más importante, el evangelismo. Al imitar a las iglesias pentecostales y al invitarlas a unirse a las alianzas evangélicas, la LAM les ayudó a establecer su legitimidad. Como resultado, a pesar de que LAM abandonó el anticomunismo estridente, sus campañas amplificaron las visiones apocalípticas de los líderes pentecostales. Más aún, debido a que los pentecostales estaban en mejor posición para incorporar a los neófitos generados por Evangelismo a Fondo, continuaron [150] aumentando su primacía sobre otras iglesias. Ahora, los evangelistas no-pentecostales sentían aún más presión por competir con ellos que anteriormente. Por consiguiente, a pesar de que la Misión Latinoamericana se estaba volviendo más sensible frente a los temas sociales, muchos líderes evangélicos limitaron su interés al crecimiento numérico. Esencialmente, el Evangelismo a Fondo reforzó la idea de que la única misión de la iglesia era lograr el máximo número de neófitos.{73}
Notas
{62} Costas 1984a: 9.
{63} Read et al. 1969: 119, 147, 300-336.
{64} C. P. Wagner 1973: 136-137
{65} Read et al. 1969: 58.
{66} Ibid., p. 312.
{67} Entrevista del autor a John Kessler, Instituto de Evangelización a Fondo, San José, Costa Rica, 13 de julio de 1985.
{68} Huntington y Domínguez 1984: 15.
{69} W D. Roberts 1971: 94.
{70} Huntington y Domínguez 1984: 17. Christianity Today, según se cita en Rosales 1968: cap. 4, p. 12.
{71} Fernandes 1981: 31-40.
{72} Entrevista del autor a John Kessler.
{73} Huntington y Domínguez 1984: 14, 17.
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