David Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante? Las políticas del crecimiento evangélico
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El pentecostalismo como un choque de poder

Para una izquierda acostumbrada a tratar con fabricaciones baratas de dictaduras, era difícil contrarrestar la influencia de ideólogos anticomunistas imbuidos con carisma, hombres que decían estar llenos del Espíritu Santo y que convencían a multitudes de que podían realizar milagros. El caso más conocido de apoyo pentecostal a una dictadura de derecha ocurrió en Chile, en donde los pentecostales conformaban más de cuatro quintos de la población evangélica.{43} Algunos años antes, en 1960, Emilio Willems encontró que los pentecostales chilenos se mantenían alejados de la política a menos que los líderes de las sectas les exhortaran a involucrarse, tal vez en nombre de defender la libertad religiosa.{44} Pero bajo la presidencia de Salvador Allende (1970-1973), las iglesias se dividieron por el intento del régimen para instituir el socialismo. Numerosos pentecostales respondieron a sus intereses de clase y apoyaron al programa revolucionario. Sin embargo, los pastores temían que sus seguidores estuvieran siendo seducidos a dejar la iglesia.{45}

Este fue el contexto en el que se dijo que los líderes evangélicos habían organizado reuniones secretas para orar por la liberación divina. Estos aclamaron como un acto de Dios el golpe militar de septiembre de 1973, el cual llevó al asesinato de Allende y de miles de sus colaboradores. «El pronunciamiento de nuestras Fuerzas Armadas en el proceso histórico de nuestro país», declararon un año más tarde los líderes de treinta y dos principales denominaciones pentecostales, «fue la respuesta de Dios a las oraciones de todos los creyentes que reconocían que el Marxismo era la expresión del poder satánico de la oscuridad... Nosotros, los evangélicos... reconocemos como la máxima autoridad de nuestro país a la junta militar, la misma que, en respuesta a nuestras oraciones, nos liberó del marxismo».{46} [140]

En agradecimiento al apoyo pentecostal, el nuevo dictador, General Augusto Pinochet, se convirtió en patrocinador de la denominación protestante más grande del país, la Iglesia Pentecostal Metodista.{47} Un milagro reportado por la iglesia bajo el régimen de Pinochet fue oral en naturaleza. Debido a que los pentecostales Metodistas eran pobres y no podían cubrir el cuidado dental, un profesor de la Escuela Fuller de Misión Mundial explicó: «rezan y reciben nuevas calzas en sus bocas. Las calzas parecen crecer durante la noche o durante un período de tiempo, pero aparecen, y no son colocadas por ningún dentista. Generalmente, ésta es la primera cosa que se enseña a los visitantes extranjeros, un grupo de jóvenes desfilando con sus bocas abiertas.»{48}

Sea cual sea su opinión sobre los milagros –informes similares emanaron de las campañas de Jorge Raschke, de las Asambleas de Dios en El Salvador{49}– éstos nos deben recordar la tremenda demanda de ayuda mágica para la aflicción. Frecuentemente, los espíritus del mal son los términos con los que la gente pobre y la no tan pobre comprende sus dificultades. Esto explica por qué al trastorno social causado por el desarrollo capitalista se le puede atribuir la multiplicación de espíritus del mal, y por qué la marcha del «progreso» durante los últimos siglos ha incrementado la demanda de exorcismo. En cuanto al pentecostalismo, ésta es la principal postura del cristianismo para vencer o, como dicen los sanadores por la fe, para «increpar» a las nubes de demonios que están infestando al planeta.

La erupción del fenómeno pentecostal en muchas culturas ha llevado a los estudiosos a proponer un «complejo pentecostal», el cual es altamente adaptable a las circunstancias locales.{50} En América Latina, los movimientos pentecostales obviamente canalizan la religiosidad popular del catolicismo popular. Como lo señala Karl Wilhelm Westmeier en un estudio sobre las iglesias de Bogotá, Colombia, el pentecostalismo expresa las tradiciones populares de la intoxicación santa, la unidad mística con lo divino y la curación milagrosa, que hasta recientemente se consideraban como católicas. Westmeier escribe que, para los pobres en un medio riguroso como el de Bogotá, el éxtasis generado por los ritos pentecostales «funde el... mundo de las realidades cambiantes y de la desenfrenada incertidumbre en un todo cohesivo, experimentado como la certidumbre absoluta».{51} [141]

A lo largo de América Latina, en lugar de rezar a la Virgen o acudir a un curandero, los pentecostales oran por la salvación del Espíritu Santo. En México, un país de fuerte herencia indígena, muchos pastores rurales son ex-shamanes quienes, en efecto, continúan vaticinando y curando bajo la nueva religión, como una fuente más efectiva de poder y de legitimación.{52} De acuerdo a Frederick Conway, el saneamiento pentecostal en Haití tiende a validar la creencia en el «vudú» y representa «una innovación dentro del sistema tradicional de creencia en lugar de ser una reestructuración de la misma».{53}

Desde un punto de vista ortodoxo, la curación por la fe y la profecía son ambiguas y arriesgadas. Estos fenómenos son tan comunes en otras tradiciones que no son necesariamente cristianos. Aún si los informes de milagros son verdaderos, ¿son estos el trabajo del Señor o del demonio, son demostraciones de poder cristiano o de brujería? Sea como fuere, cuando los neófitos interpretan al cristianismo como una forma superior de magia, están llevando su creencia tradicional en la magia hacia la nueva religión. Aquello significa que pueden ser llevados por el siguiente obrador de milagros que pase por la calle, aunque éste sea un pagano a rabiar.

Estas eran las clases de preguntas que los misioneros escépticos realizaban sobre «signos y milagros», un sector del movimiento de iglecrecimiento que enfatizaba la importancia del armamento pentecostal para el «choque de poder». El choque de poder es una crisis, tal como la confrontación entre un misionero y un chaman frente a un paciente al borde de la muerte, en la que el cristiano trata de probar que su religión es más fuerte que la tradicional. En ciertas oportunidades, esto no es tan difícil, especialmente cuando el cristianismo está acompañado por el poder de la palabra impresa, las armas o los antibióticos. Pero cuando la nueva religión no logra solucionar los problemas básicos y más bien los provoca nuevos, entonces es fácil desacreditarla. En la Escuela Fuller de Misión Mundial, la reacción contra «signos y milagros» llegó hasta tal punto que la escuela discontinuó su curso sobre el tema.{54}

Incluso en el Brasil, en donde el pentecostalismo parecía tener tanto éxito, existían dudas sobre si estaba a la altura de su tarea.{55} A pesar del rápido crecimiento de los pentecostales brasileños, para la [142] mayoría de los 10 a 13 millones de protestantes del país, formas de espiritismo como la religión Umbanda habían crecido mucho más rápido y estaban absorbiendo a un número mayor de brasileños.{56}

De acuerdo a Gary Howe, las transacciones típicas de Umbanda, como los contratos ad hoc con el poder mágico, reflejan la clase de lazos que mantienen unida a la sociedad brasileña, el favor personal o «arreglo» que el patrón concede a su cliente dependiente. En contraste, el protestantismo trata de internalizar la responsabilidad personal, de establecer reglas éticas universales y de centralizar el poder espiritual en una sola divinidad, en una forma que asume el estado burocrático racional. Si ese estado burocrático racional es realmente una ficción en la realidad de patronazgo de la sociedad brasileña, afirma Howe, entonces tal vez el pentecostalismo es una vanguardia marginal y aislada.

A juzgar por los estudios que identifican a los neófitos del pentecostalismo como a los desconectados y sin raíces, éste estaba conformado por aquellos cuyas redes familiares se habían desintegrado y que, por consiguiente, habían perdido gran parte de la infraestructura social necesaria para sobrevivir en el saturante clientelismo de la vida brasileña. A pesar de que las iglesias pentecostales podían dar a sus miembros una nueva comunidad, ésta era, posiblemente, una comunidad alejada de la sociedad brasileña.{57} Cuando los expertos de iglecrecimiento alababan a la curación por la fe como su puerta abierta al Brasil, ésta era, tal vez, la única forma de impedir que se cierre la puerta.

Notas

{43} Read et al, 1969: 102.

{44} Willems 1967: 228.

{45} Para un resumen de las alternativas políticas del pentecostalismo chileno, véase Lalive d'Epinay 1983.

{46} Hefley y Hefley 1981: 554-57; Barrett 1982: 228.

{47} «Chile's Junta Courts the Once-Spumed Protestants», Christianity Today, 4 de septiembre de 1981, p. 59.

{48} Wimber 1984: sección 7, p. 7.

{49} Garry Parker, «Evangelicals Bloom Brightly amid El Salvador's Wasteland of Violence», Christianity Today, 8 de mayo de 1981, pp. 34-35.

{50} Thomas Chordas, «Catholic Pentecostalism», en Glazier 1980:166. El ejemplar de enero de 1985 de Missiology se concentra en estos fenómenos.

{51} Westmeier 1986: 22.

{52} Bastian 1984: 64.

{53} Frederick Conway, «Pentecostalism in Haiti», en Glazier 1980: 7-25.

{54} Glasser 1986: 413-415; Stafford 1986: 19-20.

{55} John Maust, «By the Light of the Orninous Moon», Latin America Evangelist, octubre-diciembre de 1985. pp. 4-9.

{56} K. D. Scott 1985:46. Cálculo del número de protestantes de Vittorio Bacchetta, «Brazils Diverse Protestant Groups United in Conservative Social Role», Latinamerica Press, 5 de diciembre de 1985, pp. 5-6.

{57} Gary Nigel Howe, «Capitalism and Religion at the Periphery», en Glazier 1980: 125-141. Véase también Fry 1978.

 

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