Católicos Vasco-Navarros
Zumárraga, 26 de agosto de 1910
Al dirigiros hoy un nuevo llamamiento sabemos que nos ha de responder el heroísmo.
Nos juzgaríamos demasiado pequeños para ponernos al frente de un pueblo tan grande, si no nos viésemos señalados con el estigma de una persecución injusta, que nos ensalza, dignifica y ennoblece...
En balde a requerimientos de la plebe liberal habrá desgarrado el Gobierno el Título de la Constitución donde se consigna el derecho que tienen todos los ciudadanos para elevar ante los Supremos Poderes sus legítimas protestas...; en balde habrá empuñado el cetro de la dictadura para ordenar y mandar en nombre de la libertad que se supriman todos los trenes especiales; que se impida la salida de la gran flota católica que había de zarpar con rumbo a San Sebastián; que se limite el número de vagones de los trenes ordinarios; que se nieguen los telégrafos a cursar los despachos de los católicos, y que se concentren de toda España tropas de infantería, caballería y artillería para ocupar militarmente las ciudades, las estaciones, los caminos reales y las sendas apartadas de los montes...
En vano se habrán adoptado inusitadas medidas de rigor contra pacíficos ciudadanos, llegando hasta el extremo de conducir atados codo con codo, entre los vítores del populacho abyecto, a los miembros de un Círculo católico, víctimas de la burda trama fraguada por sus enemigos; arbitrariedad sin nombre que después ha servido de base para un procesamiento extemporáneo, menos justificable cuanto más tardío, aunque confiamos en que la justicia no consentirá prevalezca. En vano finalmente, para colmo de escarnios, se procede también criminalmente contra las cuatro Juntas Católicas Vasco-Navarras, acusadas de injurias al Gobierno... ¡¡¡a un Gobierno cuyo Jefe en ocasión solemne se atreve, escudado en su impunidad, a llamarnos a los católicos, bárbaros, selváticos, lepra, sarna y viruela de la Nación!!!
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¿Nos cruzaremos de brazos ante una provocación semejante?
¿Volverán atrás las Juntas en el camino emprendido?
No. Nuestro honor de católicos y caballeros, y los gritos de nuestra conciencia cristiana nos impulsan a continuar con más brío, con más empuje que nunca este movimiento avasallador de indomable y heroica protesta.
Las Juntas Católicas de Alava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya, estrechamente unidas por los lazos de la sangre y la comunidad de ideas y sentimientos, han acordado en su última entrevista de Zumárraga oponer a la causa criminal contra ellos fulminada, el legendario «¡No importa!»
¡Adelante católicos vasco-navarros!
¡Adelante por Dios y por la Patria!
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El día 2 del próximo Octubre, festividad del Rosario, los alaveses en Vitoria, los guipuzcoanos en San Sebastián, los navarros en Pamplona y los vizcaínos en Bilbao, se presentarán en masa ante las autoridades, como inmensas oleadas de héroes, a pedir justicia y respeto, con la voz imponente del trueno y el mirar centelleante del rayo, próximo a desatarse de los negros nubarrones de indignación que flotan sobre nuestras férreas e invictas montañas euskaras.
¡Despoblad los caseríos, las aldeas, las villas y las ciudades, y presentaos en vuestras capitales formando falange inmensa, con el alma encendida en las llamas de la Fe y la vista fija en los blasones de nuestros escudos..., en aquellas cadenas rotas, de Navarra, emblema del heroísmo; en aquel fornido brazo alavés que empuña la espada de la «¡Justicia contra malhechores!», en aquellos cañones que patentizan el temerario arrojo de los guipuzcoanos; en aquel roble inmortal de Vizcaya, símbolo de la verdadera libertad, que sólo brota de la Cruz... de aquel Lábaro Santo que surgiendo entre la fronda del árbol bendito preside amoroso el vaivén de nuestras cunas, la paz de nuestros hogares, y la quietud de los sepulcros en que duermen nuestros gloriosos antepasados.
Sin arrogancias pero con firmeza e inquebrantable tesón decid al Gobierno: «Somos católicos y queremos que nuestras leyes lo sean; somos católicos y no consentiremos que para nosotros legislen los protestantes, los judíos y los masones del extranjero; somos católicos y pedimos respeto para la Santa Sede; somos católicos y nos oponemos a que los derechos sacratísimos de la Iglesia Nuestra Madre sean desatendidos y vulnerados; somos católicos y juramos defendernos de los asaltos de la chusma sacrílega y facinerosa, pervertida por el abuso de nefandas libertades.»
Nuestras tradiciones y nuestros recuerdos históricos, mundo imperecedero de glorias, nos alientan y estimulan, pidiéndonos que las perpetuemos en este solar bendito.
Tomemos la cruz que nos tienden los Teobaldos, los Garcías y los López de Haro, y con ella sobre el pecho, arrollemos a quienes por su apostasía y desprecio de lo pasado, solo les cuadra el nombre de insurgentes contra la Historia.
¡Vasco-Navarros! Vamos a ejercer un derecho establecido por leyes, que no tienen hermandad ni semejanza alguna con nuestras antiguas leyes; aquellas eran hijas nobilísimas de la religión de Cristo; estas son engendro de la desgreñada Revolución.
¿Repetirá el Gobierno su denegación de justicia? ¿Proseguirá su política de amordazar a nuestras muchedumbres, al mismo tiempo que tan condescendiente y propicio se muestra con las huestes sin Dios ni Patria abortos de la Revolución?
No lo sabemos; pero si nuevamente perpetrase esa monstruosa iniquidad, con ella abriría un nuevo periodo del que sería absolutamente responsable.
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¡Vasco-Navarros! ¡Mostrémonos dignos de nuestro honor y de nuestro renombre!
No estaremos solos.
La sombra del Cid, recorre las llanuras de la hidalga Castilla, e infunde aliento heroico a los hijos de San Fernando.
Cataluña y Aragón comienzan a usar de todas las armas legales con el mismo brío con que blandía el acero toledano Jaime el Conquistador.
Vibrantes ecos de férvido entusiasmo se escuchan ya en las montañas de Asturias, en las rías de Galicia, en las huertas de Valencia, y en los jardines perfumados de Andalucía.
¡Qué hermoso se levantará ante Dios y ante la historia, y qué terrible ante los poderes despóticos el grito unánime de todos los católicos que un mismo día clamarán intrépidos en todas las capitales!
¡Viva Jesucristo y su inmaculada Iglesia independiente, libre y soberana!
¡Abajo el liberalismo, la gran herejía de nuestros tiempos!
¡Abajo los hombres públicos que secunden los planes inicuos de la masonería extranjera!
¡Abajo nuestros representantes en Cortes, si no prometen combatir hasta con la obstrucción los planes sectarios de este Gobierno desatentado!
¡Viva siempre y siempre se conserve esta hermosa conjunción de todos los católicos, que ha surgido pujante y vigorosa al ver en peligro nuestros más caros amores...!
Zumárraga, 26 de agosto de 1910
Junta de Álava.— Benito de Guinea – Claudio Lafuente – Cipriano del Valle – Isidro Guinea – Pedro Ortiz – Valentín S. de Santamaría – Alejandro Valle – Modesto Ordoño – Ramón R. Olano – Francisco Ortiz.
Junta de Guipúzcoa.— Tirso de Olazábal – Juan de Olazábal – Santiago Azaldegui – José de Itarte – Jorge Satrústegui – Marqués de Valdespina – José María Echeverría Torres – Juan Santo Domingo – Agustín Brunet – Toribio Alzaga – Gervasio Oliden – Ignacio María Echaide – Silverio Zaldúa – Carlos Urte – Manuel P. Icazategui – Pablo Zabalegui.
Junta de Navarra.— Fernando de Gorosábel – Francisco Martínez – José Sánchez Marco – Estanislao Aranzadi – Juan Pedro Arraiza – Joaquín Eguaras – Teodosio Sagües.
Junta de Vizcaya.— Juan E. de Orúe – Luis de Arana Goiri – Prudencio de Iturrino – Esteban de Bilbao – Mariano de la Torre – Daniel de Abechuco – Jesús Castet – José María de Urquijo – Juan de Sagarmínaga – Luis Emperaile – Vicente de Legórburu – Isario Mangas – Fernando Manzanos – José Ortiz – Nazario de Oleaga.
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