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Fortunata y Jacinta

Redefiniendo a Podemos

Forja 074 · 24 mayo 2020 · 43.27

¡Qué m… de país!

Redefiniendo a Podemos

Buenos días, sus Señorías, mi nombre es Fortunata y Jacinta, esto es “¡Qué m… de país!” y hoy interrumpiré la crónica sobre el COVID-19 para abordar un capítulo de extrema importancia para España y los españoles dada la actual situación de crisis sanitaria, económica y política. En la entrega de hoy trataremos de definir, más bien de “redefinir”, el sistema de ideas que envuelven al partido Podemos. Para ello echaremos mano, entre otros materiales, del libro Podemos ¿Comunismo, populismo o socialfascismo? publicado por Pentalfa en 2016 y que cuenta con artículos de José Manuel Rodríguez Pardo, Iván Vélez, Santiago Armesilla e Ismael Carvallo Robledo. Con prólogo de Gustavo Bueno Sánchez.

En 2005, unos nueve años antes de fundarse Podemos y cuando Pablo Manuel Iglesias Turrión era un desconocido, el filósofo español Gustavo Bueno publicó su obra El mito de la izquierda, en la que ya avanzaba la posibilidad de que los grupos no partidistas que el denominaba “izquierda indefinida divagante” (propia de profesores que viven en un mundo exento) y los grupos que se reunían en “círculos” y clasificaba como “izquierda extravagante” (ecologistas, de ideología de género, animalistas, indigenistas, &c., es decir, centrados en materias que no son formalmente políticas), se unieran para formar una fuerza política que sería, en su clasificación una “izquierda indefinida fundamentalista”. En definitiva, estos grupos pasarían a hacer política sin que sus planes persiguiesen la eutaxia del Estado, es decir, su conservación y prosperidad. Pues bien, esto que vaticinaba Bueno ocurrió realmente en España en 2013 cuando se fundó Podemos.

En esa obra Gustavo Bueno ya mencionaba entre los posibles inspiradores de ese tipo de movimientos al argentino Ernersto Laclau, autor de una obra que lleva por título La razón populista, fallecido en Sevilla en 2014 y al que Iñigo Errejón dedicó un Obituario en el diario Público el 14 de abril de 2014. Laclau y su esposa Chantal Mouffe formaban parte de la denominada “escuela neogramsciana”, que actualmente disfruta de relevancia en diversos países sudamericanos.

Orígenes: el ámbito universitario

Debemos situar tanto el origen como el éxito del partido Podemos en el ámbito de las universidades españolas. Y si, como suele decirse, en la Universidad está el futuro, entonces España está perdida porque, salvo honrosas excepciones, la Universidad no está orientada a la formación del alumnado en el pensamiento crítico, sino a la institucionalización de determinadas corrientes ideológicas: tal ha sido el caso de la teoría queer, el postmarxismo o la de-colonialidad antiespañola, que han pasado de ser legitimadas a través de profesores, grupos de investigación, congresos y publicaciones universitarias, a influir en la administración pública, en los medios de comunicación de masas, en las producciones cinematográficas, en la práctica artística o en organismos internacionales logrando así la aceptación social y la implantación política.

Hay que señalar, además, que los ejemplos que acabamos de mencionar han sido conformados en el ámbito anglosajón, los tres se encuentran en el ideario político del partido Podemos y también gozan de extraordinaria difusión en los ámbitos universitarios hispanoamericanos.

CEPS y el nuevo constitucionalismo

Ustedes recordarán que hace algunos meses enunciábamos en el capítulo 56 algunas de las corrupciones ideológicas que, bajo el epígrafe “Nuevo constitucionalismo”, fueron incorporadas a las Constituciones hispanoamericanas del siglo XXI, corrupciones que abrían la puerta a la ideología “federal-indigenista”. Explicábamos que los ideólogos de este “Nuevo constitucionalismo” fueron dos profesores españoles de “Derecho Constitucional” del entorno universitario de Valencia, de donde surgió en 1993 la asociación Centro de Estudios Políticos y Sociales, CEPS, que más tarde se constituiría como Fundación y que duró hasta el año 2016.

Para que se hagan una idea de por dónde van los tiros, diremos que de los últimos dirigentes de CEPS han salido 12 diputados del partido Podemos (uno de sus fundadores, Dalmau, pero también Errejón, Pablo Iglesias y Monedero). Pues bien, esta Fundación CEPS formó parte de la Comisión contratada en 1999 por el gobierno del Comandante Hugo Chávez para que asesoraran en la elaboración de la Constitución de Venezuela. También lo harían en Ecuador, Bolivia y Perú. Lo más gracioso es que todo este tinglado fue financiado por España, que en ese momento estaba gobernada por el PP de José María Aznar.

Este “nuevo constitucionalismo” tiene como momento nematológico-ideológico ideas como esta: “Las nuevas constituciones tiene que recuperar el sesgo revolucionario y descolonizador (…) tienen que lograr la emancipación efectiva de los pueblos (pueblos originarios)”. Obviando el hecho de que el indigenismo en Hispanoamérica está alentado por plataformas evangelistas norteamericanas, este “nuevo constitucionalismo” se definía contra el Estado uninacional, es decir, eran intentos de fragmentación de la unidad nacional de las repúblicas hispanoamericanas y si nosotros cambiamos lo de pueblos originarios por pueblo catalán, vasco o gallego comprobaremos que nos encontramos ante procesos similares.

Como decimos, muchos de los enviados a Venezuela en 1999 nutrieron luego al PSOE de Zapatero y años más tarde al partido Podemos, cuando se fundó en 2014. Pero antes de que esto sucediera, encontramos otro núcleo de irradiación de Podemos en el Campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid, auténtico vivero de la izquierda indefinida en España. Y decimos indefinidas porque se identifican con ideas de carácter no político poniendo el acento en los llamados “intelectuales” y en un humanismo difuso: tolerancia, diálogo, progreso, derecho a decidir, multiculturalismo, pacifismo, abolición de la ejecución capital, defensa de la eutanasia, sí al aborto, lo público frente a lo privado, animalismo, ideología de género, &c.

Recordemos en esta breve semblanza que, antes de configurarse como partido político, los líderes de Podemos se dieron a conocer a través de plataformas mediáticas como el programa La Tuerca y Fort Apache, este último emitido por Hispan TV con los millones de euros que la República Islámica de Irán inyecta para hacer propaganda islamista en español. En 2013, y buscando abrirse al pluralismo político, Intereconomía abrió sus puertas a Pablo Iglesias Turrión, líder de Podemos y actual segundo vicepresidente del Gobierno de España. De ahí saltó a La Sexta, a Cuatro, Telecinco y RTVE al tiempo que mediapro les ofrecía cobertura mediática a través del peiódico Público, más tarde eldiario.es, &c.

En 12 de enero 2014 se publica el manifiesto de Podemos en el que se presenta como paradigma de la nueva política frente a la casta y el bipartidismo. Seis años más tarde, confirmamos que Podemos es ya un partido consolidado y homologable al resto de la casta partitocrática, no es un partido antisistema que tenga como objetivo desactivar el Régimen del 78, sino que es un subproducto de dicho régimen y ha venido, precisamente, para dar cumplimiento a la idea de plurinacionalidad que aparecía sugerida en aquella Constitución. A continuación, trataré de fundamentar esta idea. Empezamos.

Postmarxismo

El Postmarxismo es una corriente filosófica generada principalmente en el ámbito universitario de las democracias capitalistas homologadas y que incidió de manera notable en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, en donde ejercía docencia el profesor Paramio y de donde saldrían figuras relevantes como Ramón Cotarelo, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón, Carolina Bescansa, Luis Alegre o Pablo Manuel Iglesias Turrión.

Tal y como indica Santiago Armesilla en su artículo “Comprendiendo a Podemos”, la vertiente postmarxista que más ha incidido en la conformación ideológica de Podemos ha sido la del argentino Laclau (profesor en Reino Unido) y la de la belga Mouffé (profesora en distintas universidades de EEUU, Francia y Reino Unido). Y explica Armesilla: “En Hegemonía y estrategia socialista estos autores declaran muerto al marxismo, postulan que la tradicional divisoria de clases marxista niega otras divisiones sociales (de género, de orientación sexual, de raza, de especie, de religión, &c.) y que las sociedades capitalistas deben ser radicalizadas desde estas especificidades para llegar al socialismo, el cual, en ningún caso, debe llegar al modelo del socialismo real soviético”.

Mucho ojo, por tanto, porque la apariencia de Podemos como un partido comunista es una apariencia falaz. Y así dicen Laclau y Mouffé: “La tarea de la izquierda no puede por tanto consistir en renegar de la ideología liberal-democrática sino al contrario, en profundizarla y expandirla en la dirección de una democracia radicalizada y plural”. Es decir, el postmarxismo del que bebe Podemos es anticomunista, y, tal y como venimos advirtiendo desde este canal, tanto PSOE como Podemos están al servicio del liberalismo socialdemócrata, del capitalismo financiero más escandaloso y de las ideologías generadas desde las instituciones globalistas: cambio climático, teoría de género, gobierno mundial, fin de las fronteras y de los Estados-nación, &c.

Como decimos, la actividad política de estos partidos populistas o neogramscianos, según ellos mismos se definen, no tiene por objeto, como ocurre con los partidos de izquierda definida, diseñar y llevar a cabo programas eutáxicos para el Estado. Su discurso y práctica políticas se centran en el acceso y la detentación del poder. Por otra parte, su discurso no se fundamenta ya en la lucha de clases, como haría un partido comunista. Entonces, ¿qué es lo que planean con su actividad política? Con su discurso, de acuerdo con Laclau, tratan de forjar la creación de una nueva mayoría (”hegemónica”, según Antonio Gramsci) capaz de poner en marcha lo que denominan “un nuevo poder constituyente” que propicie la nueva sociedad post comunista, en la cual “los de abajo” se impondrán a “los de arriba”, sin referencia a la clase obrera ni lenguaje e ideas por el estilo. Este nuevo grupo hegemónico tendría un perfil mucho menos definido y mucho más fluido, ya que sería formado en cada caso, lugar y momento por los integrantes de esos grupos organizados en círculos de desahuciados de sus viviendas, feministas que se sienten explotadas por los hombres, animalistas, &c. Todos ellos se deberían sentir desplazados por “los poderosos”, a los que tampoco se define, y se unirían para formar la nueva mayoría hegemónica.

Una de las tareas de estos partidos neogramscianos sería encontrar una personalidad capaz de atraer hacia sí la legitimación plebiscitaria y liderar el nuevo movimiento aglutinante de tales grupos heterogéneos. En España, este líder es Pablo Manuel Iglesias Turrión, del partido Podemos. Esta visión de liderazgo plebiscitario (por cierto, el mismo que proponía Hitler) es lo que está propiciando un interés renovado por la obra de Carl Schmitt en muchos países hispanohablantes, como ocurre en los ambientes populistas de Venezuela, Bolivia o Argentina.

Si la mayoría de la gente no ve lo que se esconde tras la apariencia falaz de Podemos es a causa de la propaganda. Y es que, para el posmarxismo, la política es la mera construcción de grandes relatos y la clave del éxito es poner la subjetividad como centro, esto es, dirigirse a la emocionalidad de las masas a través de la televisión, las redes sociales, el arte, el cine, netflix (por cierto, plataforma bastante controlada por los Obama). Ya lo decía Turrión: “En política no gana quien tiene razón, sino quien tiene éxito” y una de las claves del éxito político en nuestros días es hablar, siempre que se pueda, en nombre de la democracia.

Podemos es fundamentalismo democrático

Desde el fundamentalismo democrático se piensa que la corrupción no afecta a la democracia en sí misma, de este modo se presenta a la sociedad política democrática como inmune o incorruptible. Recordemos, por ejemplo, que en el 15M la gente no salió a la calle para reivindicar una fiscalidad igualitaria, como fue el caso de la Revolución Francesa, ni tampoco para pedir “paz, pan y tierras”, como fue el caso de la revolución bolchevique. La gente salió a la calle para pedir “más democracia”, como si una decisión política, por el hecho de ser democrática, fuera ya justa o adecuada. O como si la democracia fuera la clave para solucionar todos los problemas sociales. Esta ideología fundamentalista es muy atractiva y se propaga muy bien porque adula a las masas y, de hecho, a mucha gente le importa más que los discursos separatistas hablen en nombre de la democracia que el hecho de que atenten contra España.

Podemos no es comunista

Iglesias Turrión ha manifestado en varias ocasiones que él es comunista. Dentro vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=VTkBbF8hOjU. Pero como decían Marx y Engels, un individuo no es como él mismo u otras personas imaginan que es, sino como es en realidad, más allá de su voluntad. Luego, por mucho voluntarismo que tenga Turrión, él es objetivamente lo que es y este hombre, siendo muchas cosas, no es comunista. Otra cosa es que asimile o desprecie ciertos fetiches y símbolos comunistas según le convenga y así declaraba al diario Público: “Cuécete en tu salsa llena de estrellas rojas y de cosas, pero no te acerques”. Por tanto, en estos tiempos de propaganda guerracivilista hay que pensar enérgicamente contra lo que se predica sin cesar por parte de los hunos y de los hotros, a saber, que Podemos es comunista y que Vox es fascista. Y ya adelanto que si este capítulo tiene por objeto una redefinición de Podemos, próximamente prepararé otro en relación a Vox.

Remitimos al capítulo 35 titulado ¡Qué m… de izquierdas! para explicar que el comunismo es una de las seis generaciones de izquierda definida que se han dado desde la Revolución francesa, mientras que Podemos se enmarca dentro de la izquierda indefinida divagante, extravagante y fundamentalista. Allí explicábamos que las izquierdas definidas tienen como parámetro de acción política al Estado. Son izquierdas definidas respecto del Estado, es decir, cada una de ellas propone una concepción del Estado y lucha por imponerlo. Las izquierdas indefinidas, en cambio, no definen su proyecto político respecto del Estado y, de hecho, provienen en gran medida de las críticas del Mayo del 68 al Estado, a la autoridad, al Poder, a la casta y a los propios partidos políticos.

Desde el punto de vista de las izquierdas definidas, por tanto, Podemos se encuentra mucho más conectado con la socialdemocracia que con los fundamentos marxistas-leninistas del comunismo. Por otro lado, ¿acaso los de Podemos no han llegado al poder por procedimientos estrictamente democráticos, dentro de las reglas parlamentarias del Régimen del 78? Iglesias Turrión no es un comunista revolucionario que proclame todo el poder para los soviets, sino un sedicioso que procura todo el poder para los separatistas y para sí mismo. Y en este punto hay que señalar que mientras el marxismo-leninismo soviético era centralista e incompatible con el separatismo por definición, Podemos y PSOE son abiertamente federalistas y filoseparatistas.

Por tanto, en Podemos tenemos, como mucho, una parodia del comunismo, al que usa en términos estrictamente publicitarios y sólo cuando le conviene. Y si Podemos es un partido tan nefasto para España no es porque sea más o menos comunista, sino porque no cree en la nación política. Y quiero aprovechar este punto, no tanto para señalar las conexiones que Podemos pueda mantener con el llamado “socialismo del siglo XXI”, sino para resaltar la gran diferencia que hay entre el chavismo-madurismo y el podemismo: independientemente de la calidad de sus gobiernos, los dirigentes de Venezuela son patriotas y ni se les pasa por la cabeza la idea de fragmentar al Estado. Por decirlo de otra manera, el indigenismo en Venezuela no es separatista, mientras que el español sí, está liderado por las clases altas y goza del apoyo de Podemos.

Podemos no es patriota

A Turrión se le llena últimamente la boca con lo de la cosa pública, pero ¿cabe mayor cosa pública que la patria, que la tierra de los padres donde se depositan las riquezas de la nación? Eso es lo que quiere destruir Turrión en nombre de una España plurinacional. (Dentro vídeo de Turrión diciendo que él no puede pronunciar la palabra España ni usar la rojigualda). En este vídeo vemos que Turrión se considera, como mucho, un “patriota de la democracia”. Lo cierto es que es perfectamente capaz de reconocer a otras patrias, como la griega, la portuguesa o la venezolana, pero cuando se trata de la patria española le entra un no sé qué que qué sé yo. ¿Cuál es el problema? Empezaremos diciendo que Podemos defiende una visión subjetivista de la patria, la entiende como un sentimiento. Pero esa patria sentimental resulta que no es España, sino Galicia, Cataluña, Euskadi, &c.

Por otro lado, Iglesias Turrión defiende la idea de un “país” asimétrico que divide España en naciones y comunidades, pero sin aclarar cómo distinguir unas de otras: “En España hay cuatro naciones que comparten un mismo Estado”. Y esas naciones serían Cataluña, País Vasco, Galicia y… ¡España! Es decir, para Turrión la nación canónica, España, está a la misma altura que partes formales suyas, pues ni Galicia, ni el País Vasco ni Cataluña son naciones étnicas ni mucho menos políticas. Recordemos que ya el 22 enero de 2016 y con objeto de desbloquear la situación política en España (tras ganar el PP las elecciones, pero no encontrar apoyos para formar gobierno) Turrión exponía al Rey Felipe VI su disposición para participar en un gobierno de coalición con el PSOE a cambio de una vicepresidencia y varios ministerios. Uno de estos ministerios estaría destinado a la plurinacionalidad de España y a preparar el referéndum separatista en Cataluña. Alfonso Guerra expresó por aquel entonces el siguiente diagnóstico: si el PSOE se alía con el PP, el PSOE desaparece. Si se alía con Podemos, desaparece España. Por muy patriota que intentara mostrarse Alfonso Guerra con este comentario, lo cierto es que la definición de España como “país de países” es del socialista Anselmo Carretero y que uno de los proyectos del actual PSOE es reformar la Constitución para federalizar España, paso previo para su descomposición definitiva. El PSOE de 2016 no aceptó la coalición con Podemos, pero sí lo hizo tras las elecciones del pasado 10N, de modo que los españoles enfrentamos la crisis más aguda de nuestra historia reciente capitaneados por el gobierno más distáxico que cabe imaginar.

El caso es que tanto el PSOE como Podemos y sus socios separatistas operan desde la plataforma de la Nación política española, la única efectiva y realmente existente, pero ignoran la ideología que funcionó para forjarla, tanto en Francia como en España: patriotismo, defensa del territorio, ley común, destrucción de los fundamentos del Antiguo Régimen, izquierda en sentido político, &c. Se permiten, de este modo, recortar la soberanía en función de privilegios, no de leyes comunes, incidiendo en la plurinacionalidad de España (ellos prefieren decir “Estado español”), enardeciéndose con la idea de “pueblo” (catalán, vasco y gallego), defendiendo el derecho a decidir (solo de vascos, gallegos y catalanes), apelando al sentimiento, gritando “Visca Catalunya lliure i sobirana”, aplaudiendo a ETA y sus filiales porque “van contra el sistema”, dando charlas en Herriko Tabernas y considerando a Otegui como “un hombre de paz”. Quieren fragmentar España del mismo modo que son partidarios de la Europa de los pueblos. Dentro vídeo: youtube.com/watch?v=x5LJiFP70kE.

Por cierto, que dado que Podemos se ha hecho fuerte gracias a sus alianzas con formaciones manifiestamente separatistas, es un error considerarlo como un partido nacional. De hecho, es una corrupción ideológica considerar como partidos políticos a bandas facciosas que atentan abiertamente contra el Estado que les paga el sueldo y contra la Nación a la que dicen representar. youtube.com/watch?v=4KH7JZB9ODY

Podemos es federalismo y separatismo

En la formación morada son partidarios de una república federal o confederal, confundiendo ambos términos (al igual que hace el PSOE) y sin aclarar qué modelo de república se quiere construir, pues hay varios y además incompatibles entre sí: por ejemplo, no es lo mismo la república estadounidense que la República Popular China. El problema es que el federalismo aplicado al seno de un Estado-nación ya unificado como es el español es absurdo, es puro flatus vocis o directamente locura y necedad. ¿No se entenderá este proyecto de una república federal (o confederal) como una vía directa para destruir la unidad y por tanto la identidad de España? Para acabar de una vez por todas con esa España que, desde el prisma deformador de la leyenda negra, es vista como una prisión de naciones puras y cristalinas, esa España reaccionaria, frailuna, oscurantista, fanática… ¿No será el federalismo, señores de Podemos, una especie de separatismo cortés?

Recordemos, además, que a raíz de la crisis del coronavirus se celebró un Consejo extraordinario de Ministros en el que Iglesias Turrión pidió “independizar” a Cataluña y el País Vasco del Estado de Alarma español. El líder morado insistió en que las llamadas “comunidades históricas” (como si Castilla no tuviese historia ni Aragón tampoco) podrían ir por su cuenta para frenar el contagio. Como buen lacayo de los separatistas, alertaba de que las medidas del gobierno podrían ser interpretadas como una invasión y como “un atetando a sus derechos” (es decir, a los privilegios de los separatistas). En definitiva, Turrión es un separatista. ¿Es que alguien a estas alturas lo duda? Por cierto, últimamente nuestros ministros han incorporado el término de “co-gobernanza” a sus discursos, como si tal cosa estuviera recogida en nuestras leyes, como si España ya fuera un Estado Federal… como si el lenguaje fuera inocente y todos los españoles estúpidos.

Podemos es la quintaesencia del régimen del 78

Podemos ha planteado la derogación del artículo 145 de la Constitución que prohíbe la federación entre las comunidades autónomas. También ha propuesto transformar el senado en cámara de representación territorial. Esto nos lleva a la conclusión de que el partido de Turrión es un partido de bandera autonómica, la quintaesencia del sistema del 78, en particular por prolongar la chapuza de la segunda parte del artículo 2 de la Constitución, donde se “reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. En este artículo se apoya Podemos para decir que sus medidas están contempladas en la misma constitución, de ahí su patriotismo plurinacional o su antipatriotismo.

Hay que recordar que, en su informe económico de 2014, Podemos apostaba por aumentar el número de funcionarios en España. De hecho, Iglesias Turrión nunca habla del elemento fundamental que agravó la crisis económica española en 2008 y la actual: el Estado de las autonomías y su mastodóntico desarrollo. Jamás plantea reducción de gasto público ni devolución de competencias al Estado y mucho menos habla de reformar la ley electoral que permite una representación inflada de los partidos regionales.

Podemos es globalismo

¿Y qué decir de Podemos y su relación con lo más dorado del capitalismo financiero? Turrión escribió su tesis doctoral inspirándose en los movimientos antiglobalización que se manifestaron en Seattle en 1999, movimientos de izquierda indefinida divagante que pensaban contra la Globalización oficial auspiciada por los magnates de Wall Street y de la City. Pero pasaron los años y el líder podemita se hizo de la casta, se compró un chalet de cien millones de pesetas y se metió en el globalismo aureolar hasta el corvejón. La ideología de género y el cambio climático, ideologías que Podemos -en competencia con el PSOE- ha querido abanderar, son ideologías que han triunfado no por su convicción científica o su potencia filosófica, que es más bien nula, sino gracias a las finanzas de magnates tipo George Soros (con el cual también guarda mucha relación Pedro Sánchez y Josep Borrell). De hecho, Turrión es el encargado de dirigir desde el Gobierno de España la globalista Agenda 2030. Ya en enero de 2019 grandes fondos de inversión estadounidense –como Blackstone, Lone Star, Apollo, que poseen en España de decenas de miles de pisos en alquiler– pudieron respirar tranquilos después de que el partido morado tumbase en el Congreso el Real Decreto del alquiler que propuso el PSOE. Y es que Podemos es el mejor partido para “la gente”, si entendemos por esta a la supercasta. Y en la actual crisis estos grandes fondos también están ganando, y desde Podemos no se ha hecho ninguna protesta. Por cierto, los d Podemos dicen cosas como “los de arriba y los de abajo”, “casta frente a la gente decente”, pero nunca dicen clase explotada frente a clase explotadora como sí diría un comunista.

Desde los tiempos de la Sociedad Fabiana es bien sabido que los grandes financieros y las grandes corporaciones se han infiltrado en los partidos de izquierda, fundamentalmente socialdemócratas, para domesticarlos en la democracia liberal burguesa. Mediante estos partidos, la altísima burguesía –la denominada nobleza negra– controló a las masas obreras poniéndolas al servicio del fundamentalismo democrático más ingenuo. Y todo esto se hacía en contra del comunismo revolucionario que luchaba a sangre y fuego por conquistar el poder y no a través de las urnas.

Podemos es la lucha por el poder

Nuestras democracias parlamentarias tienden a ecualizar a los partidos políticos y dado que ya es muy difícil distinguir en lo político entre izquierdas y derechas, se busca la diferenciación cultural y moral. Se pone entonces en marcha la lógica simplista y maniquea de amigo-enemigo, rojos-fascistas, la gente “decente” contra la casta, el “nosotros” frente al “ellos”, el bien contra el mal.

Una de las estrategias más queridas por PSOE y Podemos para desacreditar al PP es presentarlo como un partido corrupto (su impresionante aparato propagandístico logra que millones de españoles olviden que la corrupción ilegal en España es liderada actualmente por el PSOE). Otra estrategia muy usada es presentar al PP y a VOX como vulgares residuos del franquismo y ese mero señalamiento ya justificaría su extinción. Pero detrás de esta idea fuerza que entiende que la derecha es el mal, se esconden objetivos políticos y económicos muy concretos. Ya en las elecciones municipales y autonómicas del 24 mayo de 2015, Iglesias Turrión declaraba que el objetivo de Podemos era llegar a pactos locales con el PSOE para expulsar al PP, dado que este había ganado en la mayor parte de lugares. Podemos se apropió entonces de las alcaldías en Madrid, Barcelona, Cádiz, La Coruña y Zaragoza, entre otros. Tanto rollo para ser la bisagra del PSOE, el partido más corrupto.

Conclusiones

Si Podemos nos aproxima a algún sitio no es al comunismo, ni a la dictadura del proletariado, ni a ninguna idílica república de justicia social, sino a la olocracia o gobierno de la muchedumbre. Una muchedumbre conformada por consumidores infantilizados que sólo pide derechos, pero que nada saben del estudio de la historia, de la filosofía rigurosa, el derecho o la economía. Una muchedumbre dominada por el puro psicologismo y dirigida por demagogos que podrían fácilmente convertirse en tiranos. Este es el verdadero peligro de Podemos y este es uno de los motivos por los que la crisis del coronavirus desencadenará en España una crisis política sin precedentes, ya que los partidos que ahora mismo ocupan una posición hegemónica en el ejercicio del poder político y mediático sirven a intereses particularistas (separatismos) y globalistas (terceras potencias) profundamente interesados en la debilitación de España y de la plataforma internacional que comporta la Hispanidad. Y lo más lamentable es que la mayoría de los votantes de Podemos, no digamos ya del PSOE, son incapaces de ver la vergonzosa realidad que se esconde tras estos partidos políticos. Son incapaces de ver que la destrucción de la Nación política española supondría la desaparición de sus propios atributos como ciudadano, esos derechos y “libertades fundamentales” que con tanto ahínco reclaman desde sus pancartas. Esto es, se tiran piedras sobre su propio tejado.

Y hasta aquí este capítulo de Fortunata y Jacinta. Agradecemos su apoyo a todos nuestros mecenas y recuerden: “Si no conoces al enemigo ni a ti mismo, perderás cada batalla”.



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