El CatoblepasSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas

El Catoblepas · número 180 · verano 2017 · página 7
Artículos

La Ejea griega

José María Lahoz Pastor

Sobre la herencia griega en Ejea de los Caballeros y Aragón

Ejea de los Caballeros

La historia no es una investigación y narración de los hechos. Primero, porque no existen los hechos puros, los hechos aislados, sino que siempre necesitan estar delimitados en una teoría o interpretación que los constituye como hechos al explicarlos e insertarlos en un proceso secuencial continuo, en el que se pueden disociar o diferenciar para su comprensión pero no se pueden separar pues no existen previamente al mismo proceso explicado (por ejemplo en química los elementos ya existían como materiales al alcance de cualquiera pero sólo desde la teoría atómica y la tabla periódica de los elementos pudieron ser considerados como elementos químicos); y segundo, porque la historia trata de los acontecimientos que sucedieron en un pasado remoto o perfecto y que se han ido resaltando como importantes justamente por influir en nuestro presente, desde nuestro presente. Ya decía el gran historiador Griego Herodoto que “la historia comienza donde termina la memoria”. Por esto, es absurdo hablar de memoria histórica pues será una vivencia subjetiva de unos individuos, importantísima para ellos pero, no histórica.

Los materiales con los que trabaja la historia son las reliquias: documentos, tratados, censos, textos de cronistas, monedas, vasijas, edificios, etc. Que no son hechos. La historia es una interpretación de estas reliquias. Y por esto, no es una ciencia en sentido estricto pues hay varias interpretaciones posibles según diversas teorías, según diversos sujetos historiadores o según diversas escuelas o corrientes.

No se me ocurre en qué categoría se podría encuadrar este artículo, en el que no he seguido para su elaboración la metodología de investigación rigurosa propia de la Historia. Podría situarse como un pequeño ensayo de historia-ficción, si bien, crítico con muchas de las tesis históricas aceptadas y en el que muestro los variados indicios que lo apoyan.

Ejea de los Caballeros es un municipio de la provincia de Zaragoza de unos 16000 habitantes, situado en el noroeste de la misma, en la Comarca de las Cinco Villas, entre Navarra y Huesca. Cuando llegué a Ejea, no sabía nada de la etimología de su nombre pero me pareció evidente, apasionado como estoy por la cultura de la Antigua Grecia: como el mar Egeo, Egea. Estaba muy claro. Pero, de momento, era tan solo una intuición y un deseo de mi imaginación.

Algunos años después consulte el magnífico libro Arquejealogía, donde se encuentra la etimología comúnmente aceptada por los historiadores para el nombre de esta ciudad que es que procede del celtíbero Segia o Sekia y que por esto hay en Ejea negocios privados y organismos públicos que adoptan estos nombres.

A lo largo de estos últimos años he ido descubriendo por casualidad algunos indicios que apuntan a mi primera intuición de un nombre griego para Ejea. Voy a exponerlos en este artículo.

Empecemos por plantear si es posible la presencia de los griegos en el interior peninsular, en el actual Aragón, en Ejea. ¿Queda algún rastro de su influencia cultural?

He buscado información en libros que tengo a mano y en internet sobre la presencia griega en la Península Ibérica en la Edad Antigua. La verdad es que es un asunto poco estudiado.

Dice Herodoto, el historiador griego: “los habitantes de Focea descubrieron Iberia y Tartesos” (es cuando menos, curioso, que distinga entre Iberia y Tartesos; Iberia serían los territorios del nordeste peninsular, bañados por el río Ebro y sus afluentes). Focea era una ciudad griega situada en Asia Menor, en la región que los griegos llamaban Jonia (de aquí las columnas jónicas) (y en la Jonia nació la Filosofía y la Ciencia, fundamentalmente la Geometría, con los llamados Presocráticos en el siglo VII a.C.; por ejemplo Tales de Mileto, Heráclito de Éfeso, etc. colonias griegas muy cercanas a Focea) en lo que hoy es Turquía, en las costas del mar Egeo. También, dice Herodoto que “los foceos fueron los primeros griegos que realizaron largos viajes por el mar”. En el año 600 a.C. fundaron Massalia (actual Marsella, en Francia) que se convertiría en la principal colonia focense por el comercio que se hacía a través del Ródano con el centro y norte de Europa. Como vemos, los foceos o focenses, utilizaron el río Ródano para intercambios comerciales desde el puerto de Massalia con el interior. En Vix (Francia) apareció una crátera (vasija) griega a 800 kilómetros de la costa mediterránea.

En el año 580 a.C. los focenses fundaron en el golfo de Rosas un pequeño enclave comercial llamado "Rhode" (actual pueblo de Rosas, en Gerona). Ampurias ("Emporion" que significa centro o enclave comercial; de ahí la actual palabra emporio) fue fundada por los focenses de Massalia hacia el año 500 a.C. como una factoría comercial para dominar el mercado peninsular frente a los fenicios. Estrabón escribe “Emporium es una fundación de los masialotas y dista del Pirineo y de la frontera entre Iberia y Céltica unos 200 estados. Se venera ahí a Ártemis de Éfeso” en la época del emperador Augusto (Ártemis, o Artemisa en español- que luego se identificó con la diosa Diana romana- era la diosa griega de la castidad, de la caza, de la luz lunar, y de la naturaleza virgen y salvaje; se confunde con Selene, la luna, pues de ambas se cuenta que se enamoraron del pastor Endimión, al que cada noche la luna venía a contemplarlo mientras dormía). Pero podrían ser también colonias griegas focenses otros lugares de la península que hoy se están investigando ( por ejemplo: Sagunto, Gandía, Elche, Cádiz, Huelva, Calaceite, Azaila, Morella, etc.). Desde Ampurias hasta Huelva hay una distribución costera de las importaciones griegas, pero con una especial concentración en torno a las grandes vías de penetración hacia el interior en las desembocaduras de los ríos Llobregat, Ebro, Júcar y Segura. Las sociedades ibéricas participaban activamente en las actividades de intercambio de sus productos con los griegos lo que les permitía dar salida a sus excedentes y les proporcionaba objetos de lujo de mayor calidad artística y técnica que los que ellos fabricaban (ánforas y vasijas griegas).

Se ha encontrado mucha cerámica griega del siglo VI a.C. entre los ríos Jucar y Segura (copas jonias, ánforas procedentes de Massalia, etc). En el interior de Jaén y Medellín (Badajoz) aparecen objetos griegos debido a la vía de la plata y se produce una helenización de las sociedades de la que surgirá, por ejemplo, la falkata (espada corta) ibera que imita a la makaida griega. Por Ampurias entraron los usos y pautas culturales, las modas e ideas griegas al interior del valle del Ebro que contribuyeron a la transformación de los pueblos peninsulares de la primera Edad de Hierro, dando nacimiento a lo que conocemos como “Cultura Ibérica”. No es casualidad que el puerto griego de Ampurias fuera la base de la penetración de las tropas romanas, que desembarcaron en el año 218 a.C., en la península Ibérica.

Leo en el Gran Atlas Histórico de Aragón publicado por el "Periódico de Aragón" y el "Gobierno de Aragón": "Primera Edad de Hierro (700-450 a.C.). Continúa la cultura de las urnas de cerámica fenicia y griega; el bronce es el elemento con el que se siguen fabricando la mayor parte de los instrumentos metálicos, pues el hierro no se generalizará hasta el siglo V a.C. El contacto cultural con los elementos colonizadores fenicios y griegos está ya aceptado y se manifiesta claramente en poblados y necrópolis desde Fabara, Caspe y todo el valle del Ebro hasta Mallén." Es sorprendente añadir que en Caspe se han encontrado monedas acuñadas en Segia (Ejea). Sigue el texto:" La difusión del hierro se llevó a cabo a partir de los puertos de comercio (Ampurias, Rosas) del litoral mediterráneo." Cito aquí la necrópolis hallada en el Barranco de El Busal (Uncastillo) en la que se encontraron fragmentos de objetos de hierro: de una espada, brazaletes, broche, botones y resortes. Datados en el siglo VI-V a.C. Sigo citando: "Así se hallan cerámicas griegas de finales del siglo VI a.C. en Cretas, Calaceite y Azaila." Añado, por ser importante como se verá después, que Azaila está en la provincia de Teruel, pero junto al valle del Ebro; y que en esta misma población se encontraron monedas de Segia (Ejea).

En el libro Los iberos en Aragón de Francisco Burillo, profesor de Prehistoria de la Facultad de Humanidades de Teruel, especialista en la época ibérica-celtibérica, y director del Instituto de Estudios Turolenses; libro publicado en la colección CAI 100; se puede leer: "las primeras referencias de la existencia de los iberos se remontan a las fuentes griegas del siglo VI a.C. Nunca hubo una sola etnia ibérica, ni un único Estado, ni una unidad lingüística y sí diversidad cultural y fragmentación política. Sin embargo, tenían aspectos comunes que dieron lugar a que los griegos, cuando llegaron a la península los diferenciaran de otros grupos a los que denominaron celtas y celtíberos (los "celtas de iberia"). El Nordeste peninsular desarrolló relaciones con mercaderes procedentes del Mediterráneo oriental. A finales del siglo VI a.C. el comercio fenicio se vió sustituido por el que controlaban los griegos desde Marsella y Ampurias, y la cerámica ática griega comenzó a circular por las tierras del interior. Así hay una jarra y una copa griegas localizadas en Cretas y piezas cerámicas importadas del siglo V a.C. en Andorra y Cuarte. Todo indica que se organizó un comercio cada vez más estable con el intercambio de cereales y metales. Se ha visto como la aparición de productos foráneos de origen mediterráneo entre la comunidades del siglo VII a.C. Indicaba el inicio del proceso iberizador. Las relaciones comerciales fueron, pues, el motor que impulsó los cambios culturales, sociales y económicos en estas poblaciones del interior. Ya se ha señalado que esta actividad incidió directamente en la aparición de las élites ibéricas. En el siglo V a.C. Algunos documentos de carácter mercantil, como dos plomos griegos localizados en Ampurias y en el sur de Francia, muestran la existencia de iberos responsables de transacciones con los helenos." Tito Livio, historiador romano del 60 a.C. Al 17 d.C. (época en la que se acuñan las monedas en Ejea, como luego veremos) escribió: "Ampurias está formada por dos ciudades...una habitada por griegos...otra por hispanos".

* * *

Todas estas referencias me hicieron pensar que, al igual que los focenses utilizaron el Ródano para sus intercambios comerciales con el interior de Europa, ¿porqué no pudieron utilizar el Ebro para el comercio con el interior de la península y llegar hasta Gallur y después a Ejea?. Pero, ¿qué productos podían buscar los foceos en Ejea?. Sigo buscando en internet y me encuentro: Iberia fue en la antigüedad un territorio exportador de metales siendo su abundancia la causa de las colonizaciones extranjeras (el oro de Tartesos, el estaño de Galicia). También se exportan fibras textiles como el esparto para los cordajes de las embarcaciones. Y la cerámica Ibérica pintada ha aparecido en Italia, probablemente como continente de algún producto líquido o sólido objeto de exportación (miel, vino, trigo). También se importa cerámica griega desde el siglo VI a.C. (la cantidad de cerámica griega encontrada en los poblados ibéricos de Levante y Andalucía coincide, precisamente, con un periodo de gran esplendor de la cultura ibérica – siglos V y IV a.C.). La cerámica griega constituyó la vajilla de lujo de los iberos, y desplaza en las tumbas de los personajes mas importantes a la cerámica ibérica pintada, de peor calidad. Luego, es evidente la penetración de la cultura griega y el intercambio comercial con los griegos en el interior peninsular.

Pero, volviendo a nuestro territorio, ¿qué podían buscar los griegos en Ejea? Pienso que trigo. Es ya sabido el interés de los Romanos por la riqueza cerealista del territorio que son hoy las Cinco Villas que fue considerado uno de los graneros del imperio. Así, por otra parte, podríamos explicar la fundación por los Romanos del poblado de los Bañales en Uncastillo en el siglo I a.C. que después adquirió la categoría de municipio, y el que por estas tierras se construyese una calzada romana (desde Cesaraugusta a Egea, los Bañales y Pompaelo, Pamplona) .Los romanos que utilizaron el puerto de Ampurias para acceder al interior peninsular bien pudieron seguir la misma ruta comercial que siglos antes utilizarían los griegos focenses en su interés por el trigo cincovillés; pues, sabemos que los griegos de Marsella buscaron trigo hasta en Cartago (Norte de Africa). Y en el libro "Arquejealogía" se documenta una tabula de bronce del siglo I-II d.C. hallada en Gallur, en el antiguo Pagus Gallorum junto al Ebro, con una inscripción; junto a este yacimiento se encontró un millario de época augústea, testimonio de un posible ramal viario de la calzada del Ebro que, partiendo de Gallur remontaba el río Arba, para confluir posiblemente a la altura de Ejea con la vía augústea. Adelanto aquí mi tesis de que los griegos focenses comerciaban con el trigo de Ejea y las Cinco Villas transportándolo hasta Gallur y luego por el cauce del Ebro hasta Tortosa y el delta o Tarragona.

Bien, pero al menos, respondiendo a la pregunta hecha más arriba, los textos y hallazgos expuestos hasta aquí muestran que sí que es posible pensar en una presencia e influencia griega en Ejea.

Pasemos ahora a unos objetos que nos podrían dar más información importante y analicemos su origen: las monedas acuñadas en Ejea. Empezamos otra vez con Herodoto que dice que “los foceos fueron los primeros del mundo en acuñar monedas”. Y encuentro en internet que las primeras monedas encontradas en la Península Iberica fueron acuñadas en Focea y aparecen en lo que hoy es Cataluña en los siglos VII y VI a.C.. La moneda más antigua encontrada en la península es un hecte acuñado en Focea y está datada en el 600 a 550 a.C.. En el anverso se representa una foca (y lo subrayo por lo que se verá después) que fue el símbolo de la ciudad (Focea, en griego significa foca). Y en la página web de la Comunidad Numismática, en el foro dedicado a la influencia griega en la moneda hispánica, se lee: “la temprana llegada de moneda griega arcaica a la península está demostrada con la pieza de electro de Focea, hallada en Alcalá del Río y datada en la primera mitad del siglo VI a.C.”. En las monedas griegas arcaicas se suele observar en el anverso un rostro de perfil derecho. Y, por ejemplo, en monedas de Macedonia del 500 a.C. en el reverso hay un guerrero a caballo con casco y lanza. En monedas focenses también encontramos en el anverso el rostro de la diosa Atenea de perfil o una lechuza (símbolo de Atenea, diosa de la sabiduría) con ramas de olivo y las letras griegas A O E. Y en el reverso un toro con una luna creciente (también subrayo la luna por lo que luego se verá). En monedas de la Magna Grecia (hoy sur de Italia) aparecen rostros de perfil con delfines. Las colonias griegas de Emporion (Ampurias) y Rhode (Rosas) fueron las primeras en emitir monedas en la península, ya en el siglo V a.C., que circulaban también entre los Iberos a juzgar por los hallazgos monetales.

Ejea de los Caballeros

Antes de seguir, hay que tener en cuenta una circunstancia histórica: en la Edad Antigua en la que nos movemos todo era sagrado y había sido fundado por personajes míticos: los territorios, los mares, los ríos, los actos públicos y las labores privadas, las fiestas, las monedas, las estelas, etc. No entendiendo esto, no se entiende nada desde nuestra mirada laica, y todos los hallazgos de reliquias parecen oscuras influencias culturales casuales y confusas o poco explicadas. Una profesora de la Universidad "Rey Juan Carlos" de Madrid, especialista en numismática, dice por la radio (no he podido tomar su nombre) que las monedas acuñadas por las polis (ciudades-estado independientes) griegas las utilizaban para sus intercambios comerciales con lugares de todo el Mediterráneo y representaban en las monedas lo más significativo de sus polis: en Atenas la diosa Atenea o su símbolo la lechuza, y en Focea las focas (así en las colonias fundadas por Focea como Ampurias). Algunas de estas monedas de Ampurias tenían en el anverso una cabeza femenina de perfil derecho rodeada de focas (puesto que Ampurias y Rosas eran colonias focenses). En un dracma de Rosas y en otro de Ampurias, en el reverso aparece un caballo con alas y debajo el nombre de Emporion con letras griegas. Me atrevo a aventurar que la cabeza femenina de perfil sería la de la diosa Artemisa venerada en Ampurias como hemos visto más arriba; y el caballo alado sería Pegaso, claro. También leo en internet que el retrato de perfil en el anverso de las monedas griegas y de sus colonias puede representar un dios o un héroe o guerrero divinizados (ya veremos después que podría ser Poseidón, dios del mar). Y el jinete que aparece en el reverso un personaje mítico (que pudiera ser el héroe Belerofontes, jinete de Pegaso).

Todos estos fenómenos contribuirían a familiarizar a los iberos con el uso de la moneda. Va a ser precisamente en los territorios en contacto con estas colonias griegas donde, en el siglo III a.C., aparezcan las primeras acuñaciones ibéricas. Así aparecen abundantísimos denarios de plata en el valle del Ebro y sus afluentes y en la Cataluña interior. Dice Daniel Blasco Palacio en un artículo en el Programa de fiestas de Ejea de hace dos o tres años que "Resulta muy curioso saber que la mayor parte de las cecas o talleres monetales de Hispania se concentraron en el área nororiental de la península, dándose además, la paradoja de que ciudades que poseyeron cecas eran simples aldeas, y auténticas ciudades hispanenses no tuvieron ningún taller de acuñación". Yo opino que no hay tal paradoja, puesto que todas las cecas del nordeste peninsular estarían en el antiguo territorio comercial del valle del Ebro con las colonias focenses de Ampurias, Rosas, o con la misma Massalia o Focea; y en la época de su acuñación este comercio habría sido asumido por los romanos en los mismos territorios de los anteriores griegos. Pues, la mayoría de las cecas ibéricas están en la ribera del Ebro, que habría sido la vía de penetración y comercio en la península de los griegos y, siglos después, de los romanos y por esto son todas muy similares, pues serían acuñadas por iniciativa de éstos que reglamentarían su tamaño, peso, figuras que aparecen y su clasificación monetal (ases, denarios, etc.). Sigue escribiendo Daniel Blasco: "todas las monedas ibéricas conocidas acuñadas por los pueblos indígenas bajo la dominación romana siguieron el mismo patrón", esto es cierto, así todas las monedas de Ejea y Huesca encontradas fueron acuñadas en los siglo II y I a.C. con una cabeza masculina de perfil derecho y unas focas detrás, según afirmo (o delfines o rizos, según la interpretación común entre los historiadores) en el anverso y un jinete con lanza en el reverso, y los mismos motivos en las monedas de todas las cecas ibéricas. Esto muestra que la cabeza de perfil derecho no representa a un caudillo ibérico local (como se dice en el libro "Arquejeología" o como afirman muchos historiadores) sino la figura de un dios -me arriesgo a decir que podría ser Poseidón, como luego veremos- o un héroe -que también veremos que podría ser Orfeo o Herakles-; y que el jinete con lanza del reverso no sería un guerrero ibero sino un héroe griego -como Beleforontes montando a Pegaso- . Las monedas ibéricas serían una imitación de las monedas griegas en las que aparecen los mismos motivos: cabeza de perfil con focas alrededor y letras griegas debajo en el anverso; jinete con estrella y luna creciente en el reverso. Pues bien, dejo aquí mi humilde explicación: no son delfines sino focas, focas de Focea. La razón es sencilla: si los focenses fueron los primeros en acuñar monedas y en utilizarlas ampliamente en intercambios comerciales con muchos lugares del Mediterráneo, y sus monedas tuvieron amplia difusión en la época parece lógico que otros lugares en principio colonias foceas (como Marsella o Ampurias) empezasen a acuñar sus monedas tomando como modelo las focenses y que figurasen en las mismas focas como símbolo de Focea. Sino no se entiende qué hacen unas focas (o delfines) en las monedas ibéricas de Cecas interiores sin mar. Además, he observado detenidamente los supuestos delfines de las monedas y confirmo mi impresión de que no son delfines sino focas lo que en ellas se ve pues, por lo que conozco de los delfines, estos nunca pueden retorcer su cuerpo formando una S sino que se pueden arquear formando una C; mientras que si lo pueden hacer las focas con su columna vertebral mas flexible. Además, la cola no es de delfín sino de foca, dividida en dos formando un ángulo y no como la de los delfines que es mas recta; y en su boca llevan una ralla transversal que pudiera representar los bigotes de las focas o un objeto con el que juegan. Además, en algunas de las monedas halladas en Ejea, no aparecen focas o delfines detrás de la cabeza del anverso, sino dos letras ON escritas en caracteres celtíberos (la explicación que dan es que son dos letras del nombre de Huesca en ibero Olscan -aunque era Bolskan-) que en griego significan el ser, el que es, y pudieran referirse al dios Poseidón.

En algunas monedas, en el reverso, aparece una media luna creciente con una estrella encima detrás del jinete. La interpretación "oficial" de los historiadores es que se trata de la llamada "estrella de Sertorio" general romano que se sublevó contra el poder central de Roma y, apoyado por estas ciudades celtíberas quería hacer de Huesca la capital de su pequeño imperio. No creo que la estrella sea la llamada “estrella de Sertorio” porque otros ases de otras zonas no sertorianas también la llevan; aunque se ha defendido que la estrella que aparece en las monedas de Ejea se debe a que Sertorio formó su ejercito con mercenarios de Ejea y otras ciudades de la zona y que este general romano empleó las cecas ibéricas para pagar a sus guerreros y colocó su estrella sobre el arco característico de las monedas de nuestra ceca. Mi opinión es que si aparecen estrellas en monedas ibéricas de zonas no sertorianas y si ya en monedas griegas muy antiguas aparece el toro con la estrella y la luna bien pudiera ser que la estrella y la luna de las monedas de Ejea fueran una imitación de las anteriores monedas griegas; asi como las focas, el perfil derecho, las letras griegas iberizadas del anverso o el jinete del reverso.

Ejea de los Caballeros

Aquí hemos de defender una tesis básica de Filosofía Política o de Filosofía del comercio, si se quiere denominar así: la aparición de la moneda griega focense es muy importante porque las monedas no son acuñadas nunca por cecas independientes de pequeñas poblaciones rurales sino con la garantía de un Estado que las avala, sino no tienen ningún valor de cambio (no son como el dinero del Monopoly). Luego, había una estructura estatal griega en Ampurias y en otras poblaciones de la Península Ibérica que perteneciesen a ese Estado griego para poder comerciar con productos locales en intercambios en los que se aceptaba la moneda griega. Y esta estructura estatal después se haría romana, puesto que no había Estado o estados iberos o celtíberos, o no tenemos constancia de ello: sin leyes escritas, contabilidad, etc. Y podemos aplicar la Teoría Política del Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno, que distingue tres capas en un Estado: la capa basal (territorio apropiado por el Estado, su transformación y los bienes producidos en el mismo: campos de cultivo, edificios, industria, impuestos y tributos, etc); capa cortical (defensa de las fronteras del Estado y relaciones con otros estados: ejército, diplomacia, comercio, etc.); y capa conjuntiva (organización política y administrativa del Estado). Esta Teoría se muestra muy fecunda en este caso puesto que todavía los historiadores no entienden la forma de organización política de la época prerromana en la Península. Postulamos aquí que ese Estado griego que acuñaba monedas desde el siglo V a.C en Ampurias (y después el Estado romano desde el siglo I en varias cecas del nordeste peninsular) tenía un territorio que no se circunscribía a la ciudad de Ampurias sino que habría ocupado otros asentamientos en los que establecer centros de producción y comercio (aunque fuesen grandes fincas agrícolas; posiblemente incluida Ejea entre estas) incluso puertos fluviales en el Ebro y una red de caminos que posibilitasen el transporte de los productos. Y esta forma de Estado novedosa, de transición entre las polis o ciudades Estado y otras posteriores como los imperios de Alejandro Magno o el Imperio Romano, tenía capa basal, cortical y conjuntiva. Que en su capas basal y cortical estarían incluidos muchos pobladores iberos y celtíberos, no como esclavos puesto que podríamos afirmar que la colonización griega del Mediterráneo fue más un Estado comercial, económico y cultural que militar. Y que su capa conjuntiva o administrativa-política estaría constituida por griegos procedentes de Focea o de otras colonias griegas. Y que el posterior asentamiento de los romanos aprovecharía y desarrollaría esta organización comercial pero ya con una invasión militar.

Algunas referencias mitológicas

Puesto que hemos dicho que en la Edad Antigua todo era sagrado y explicado por la mitología y hemos nombrado a algunos dioses y héroes como representados en las monedas vamos ahora a exponer con mucha brevedad, aunque con gran importancia como luego se verá en los nombres de los lugares, lo principal de estos personajes mitológicos. Tomo los datos del "Diccionario de la mitología clásica" de René Martín, publicado por la editorial Espasa.

Poseidón: dios del mar y del agua. Su morada era un palacio de oro en las profundidades del mar Egeo. Se desplazaba sobre las olas en un carro escoltado por peces, delfines y nereidas, y por el cambiante Proteo que guardaba los rebaños de focas del dios (recordemos Focea). Se unió a su hermana Démeter metamorfoseado en caballo. También transfigurado en caballo poseyó a la Gorgona Medusa, de cuyo cuerpo decapitado surgió el caballo alado Pegaso. Los griegos simbolizaban al dios por el toro y el caballo, que representan la impetuosidad, y la potencia generadora. Su etimología viene del indoeuropeo "pot-" que significa poder (aún en palabras como déspota, potencia, etc. El nombre de Emporion o Ampurias podría venir de aquí). (y recordemos los caballos alados o Pegaso en las monedas de Ampurias, los jinetes montando un caballo en las monedas celtíberas, los toros en los taurobolos -que luego comentaremos- hallados en el noreste peninsular y, en particular, en las Cinco Villas) (y podría ser que el anverso de las monedas con un rostro con facciones griegas, barbado y de perfil derecho fuese el dios Poseidón).

Pegaso: caballo alado engendrado por Poseidón y nacido de la sangre de la Gorgona Medusa al ser decapitada por el héroe Teseo. De la palabra griega "pegé" que significa "fuente". Fue mientras bebía en las aguas del Pireno cuando Belerofontes consiguió reducirlo, y a sus lomos matar a la Quimera y vencer a las amazonas. (en monedas de Rosas y Ampurias aparece en el reverso un caballo alado levantado sobre sus patas traseras que, sin duda, opino que es Pegaso. En las monedas de las cecas ibéricas, incluida Segia, aparece en el reverso un caballo levantado sobre sus patas traseras montado por un jinete con lanza, que me aventuro a decir que pudiera ser el héroe Belerofontes, y no un guerrero ibérico local; pues, ¿por qué en todas las cecas de distintas localidades un mismo jinete? Y recordemos que en la sociedad de la época todo era sagrado y explicado por la mitología).

Démeter: diosa griega de la tierra cultivada, la que alimenta a los hombres, de los cereales y el trigo, que permite a los hombres pasar del estado salvaje a la cultura y la civilización (del Neolítico). Representa el mito de las estaciones, del ciclo vegetal, de la germinación; vínculo entre el alimento, la vida y la muerte, los ciclos naturales y la resurrección; en los misterios de Eleusis de muerte y renacimiento. Su culto se extendía por Grecia y sus colonias, sobre todo en las regiones productoras de trigo (y Ejea lo era y lo es). Los romanos la identificaron con Ceres (de su nombre procede el término "cereal"), diosa itálica de la agricultura, más concretamente de las cosechas. Como diosa de la fecundidad se la ha relacionado con Cibeles, divinidad importada de Asia Menor (donde estaba Focea, en la Jonia) y lleva un gorro frigio (como Atis y Orfeo, que veremos después) y es la gran madre, diosa de la naturaleza, del mundo vegetal y de las labores del campo y la viticultura. Se enamora del pastor Atis (hay representaciones de Atis en las Cinco Villas, y el mausoleo de los Atilios -yo propongo que este nombre de Atilios viene de ser adoradores de Atis). Muchas monedas de Asia Menor portaban la efigie de Cibeles, y hay varias esculturas griegas en mármol de la época romana que la representan, así: "Cibeles entre dos leones" y "Busto de Atis" en Roma. Yo propongo que la llamada "Dama de Elche", escultura de un busto de una mujer ricamente adornada, datada en el siglo V a.C. no cuadra en su perfección técnica con el arte ibérico al que se le ha atribuido, y que pudiera ser una escultura griega importada de la diosa Cibeles (también la dama lleva gorro frigio y en los collares jarrones como símbolos de la fecundidad de las cosechas y de la viticultura, desconocida para los iberos).

Ejea de los Caballeros

Ejea de los Caballeros

Atis: antiguo dios asiático de la vegetación, adorado en frigia (lleva un gorro frigio); pastor del que se enamora Démeter o Cibeles en la mitologías griega y romana. El culto de Atis y Cibeles como culto de salvación, de resurrección e inmortalidad (con origen en los ciclos vegetales) próximo al cristianismo (también el dios griego Dionisos -el nacido dos veces, dios del vino y del entusiasmo, era llamado en sus misterios "el salvador"; y así también Jesucristo; y recordemos la iglesia del salvador en Ejea) (hay representaciones de Atis en las Cinco Villas; y el mausoleo de los Atilios).

Ejea de los Caballeros

Orfeo: héroe griego, originario de Tracia (que también llevaba un gorro frigio) cantor y poeta que embelesaba a todos los seres con sus cantos tocando la lira. Descendió al Hades (a los infiernos, al mundo de los muertos) a buscar a su esposa amada Eurídice que había muerto por la mordedura de una serpiente, y regresó a la vida, a la tierra sin ella y, después llevó una vida triste y apagada y fue asesinado y descuartizado por las ménades; sus restos fueron tirados a un río (luego veremos cuál) y fue resucitado y hecho inmortal por Zeus y mora en el Olimpo. (en torno a su figura también surgieron en Grecia unos cultos mistéricos de la muerte y la resurrección, los misterios órficos, que influyeron en los pitagóricos y en Platón que defendían la inmortalidad del alma y la reencarnación, como los misterios de Démeter-Cibeles y Dionisos; y luego Jesucristo y la resurrección).

Sobre Artemisa, diosa de la caza y de la naturaleza salvaje y virgen que era adorada en Ampurias; y sobre Atenea, diosa también virgen, de la guerra y de la sabiduría, simbolizada por una lechuza y por una rama de olivo, pues fue el olivo el regalo que hizo a la ciudad de Atenas, ya hemos hablado brevemente.

Antes de terminar esta breve digresión mitológica quiero hacer notar, sin entrar en polémicas, la estirpe mediterránea de Jesucristo, identificado con Dionisos (el Baco romano), y de la virgen María (del mar) como las diosa vírgenes Artemisa y Atenea. Y defiendo, aunque esto daría para otro artículo, que esto, lejos de invalidar al cristianismo como una religión que transfigura o copia los mitos clásicos, sitúa a la religión de Cristo en la tradición cultural mediterránea, como no podría ser de otra manera (la primera versión de la Biblia se hizo en griego, con términos cargados de connotaciones filosóficas).

Una vez explicados brevemente todos estos referentes de la mitología griega vamos a intentar hallar si pudieran estar plasmados – pues, por esto los hemos expuesto- en las reliquias encontradas en la zona de Ejea y las Cinco Villas.

Empecemos con la reliquia más antigua: la llamada "tiñica del Royo" de Luna-Valpalmas que es una estela o piedra erigida y decorada en una vía o ruta comercial, fechada en la Primera Edad de Hierro (siglos VII o VI a.C.) en la que aparecen: arriba un escudo circular con una escotadura en forma de "v" (elegido como logotipo por la actual "Comarca de la Cinco Villas"); este escudo es muy similar al que utilizaban los griegos de la época, y por la escotadura asomaban la lanza en los combates. Y debajo una lira, instrumento musical de origen griego inventado, según la mitología, por el dios Hermes con el caparazón de una tortuga y que se lo cedió al dios Apolo. Bien pudiera ser la lira que tañía el héroe-poeta Orfeo con la que cantaba sus poemas que encantaban a las fieras y a los hombres.

Otras reliquias importantes para nosotros y no explicadas por la Historia oficial son las columnas con basas y capiteles jónicos (recordemos que Focea era una colonia griega en Jonia) que aparecieron en el canal de las Bárdenas en Sos del Rey Católico (ver en el libro "Arquejealogía" página 141) que se hallan en el Museo de Zaragoza. ¿Qué pintan unas columnas jónicas en Sos, localidad no costera mediterránea, si no es por la presencia griega en el interior de la península?

Ejea de los Caballeros

Otra reliquia interesante para nuestra tesis es el fragmento de cerámica "ibérica" decorada procedente del Corral de Colás de Valpalmas, datada en los siglos III-I a.C. que se expone en el Centro Cultural "Ramón y Cajal" de la localidad (ver libro "Arquejealogía" página 209); pues bien, son importantes porque en las Cinco Villas no se conocen cerámicas con motivos gráficos distintos de las típicas bandas, círculos y semicírculos de tradición ibérica, y en estos -concretamente en un borde de una pieza cerámica- a mi me parece distinguir (si no estoy cegado por querer ver motivos griegos donde no los hay) en su decoración focas (de Focea) con la cola levantada y en las que se marca incluso el ojo (con un punto no pintado) de algunas de ellas.

Ejea de los Caballeros

Otras reliquias con posibles motivos griegos ya la hemos citado: las monedas de la ceca de Segia (Ejea) con un rostro de perfil derecho con barba o sin ella, que a mi me parecen de un perfil griego y que representarían al dios Poseidón, o al mismo héroe Orfeo o a Heracles y no a un caudillo local como se suele interpretar, pues en todas las cecas ibéricas, estamos ya en época romana (siglos I a.C.- I d.C. ) el rostro es muy similar; detrás del rostro figuran unos delfines (ya hemos dicho que más bien serían focas, las focas de Focea que acuñó las primeras monedas y las focas de Poseidón, dios del mar). El jinete del reverso de las monedas (también muy similar en todas las cecas ibéricas) no sería, por tanto, un guerrero local celtíbero sino el héroe Belerofontes montando a Pegaso. Y la luna creciente con la estrella encima sobre el jinete no sería el síbolo de Sertorio, puesto que se repite en monedas de áreas no sertorianas (por ejemplo, los ases de Arse también la llevan y no estaban en área sertoriana), sino símbolos mitológicos del renacer y la luna atribuida a Artemisa que también renace cíclicamente.

Más reliquias de impronta griega y romana: las de Atis o Cibeles (u Orfeo, añado) en Sofuentes, en una pesa de bronce y plomo, y representada en piedra en el mausoleo de Sofuentes. Se considera un mausoleo romano del siglo I d.C. erigido en honor del difunto Cayo Atilio Aquilo que pertenecía a la orden ecuestre y era de la gens atilia, según indica su nomen (vuelvo a reiterar que la gens atilia pudiera no referirse a una línea genealógica familiar sino a un grupo de seguidores religiosos del pastor divinizado Atis, tan relacionado como hemos visto con el culto a la diosa Cibeles, Démeter para los griegos. Es más, en el libro "Arquejealogía" se reconoce esta influencia: " Esta pesa parece representar a Attis, tal y como demuestra la presencia del característico gorro frigio, incidiendo nuevamente en el vigor que por estos parajes tuvieron en su día los cultos dedicados a esta deidad asociada al culto metróaco de la diosa Cibeles, tal y como también podrían apuntar los hallazgos de aras y sillares taurobólicos. Marco Simón, F. (1997)." Pues, justamente, esta es la tesis que defendemos en este artículo, que parece compartida por el tal F. Marco Simón en 1997 pues al buscar en la bibliografía del libro "Arquejealogia" vemos que la referencia de tal F. Marco Simón es un ensayo publicado en la colección "Gerión", número 15, por el Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense de Madrid que se titula "¿Taurobolios vascónicos?. La vitalidad pagana en la Tarraconense durante la segunda mitad del siglo IV" (después de Cristo, culto que ahora comentaremos). Pues bien, es al menos sospechoso de mala investigación histórica el eludir o no relacionar estas figuras dedicadas a Atis o Cibeles halladas en monumentos romanos que muestran la vitalidad del paganismo en la zona de las Cinco Villas en el siglo I d.C. y las representaciones de figuras en las monedas acuñadas a pocos kilómetros en Segia -en un territorio bajo dominación romana- en la misma fecha del siglo I d.C., monedas dirigidas por los mismos romanos según sus patrones monetales, pero con la tesis histórica ridícula de la supuesta independencia de las cecas celtíberas que pondrían en sus monedas símbolos de guerreros y caudillos propios. Me parece que aquí se peca de un irracional indigenismo y relativismo cultural admitido como principio histórico (cuando no ideológico: la historia de los pueblos autóctonos, los primeros aragoneses o vascos o asturianos o españoles de pura cepa y otras chorradas similares) muy discutible y, sin embargo, muy extendido entre historiadores "oficiales", como luego veremos. Añado aquí que en el mismo mausoleo de Sofuentes se encuentran capiteles de columnas jónicas (otra vez la Jonia griega de Focea).

Ejea de los Caballeros

Otra reliquia -y también romana- es el mausoleo de los atilios, del siglo II d.C. que se encuentra cerca de Sádaba, en el que se lee en la inscripción "Atilia festa (traduzco: fiesta a Atis o atilia) a su abuelo Caio Atilio Genial, de la tribu Quirina. Se viva fecit". Para mí es un monumento levantado en honor de su abuelo, fundador-genial , generador en una fiesta dedicada al culto de Atis del que la familia se considera seguidora, no por línea genealógica de apellido, pues son de la tribu o descendencia Quirina, sino por ser adoradores del mismo misterio pagano. En el mausoleo aparecen lunas crecientes con una estrella encima, lo cual debe tener alguna significación religiosa (y son iguales a las del reverso de las monedas de Segia que están sobre el jinete a caballo; luego, o los del mausoleo son sertorianos o lo de las monedas no es símbolo de Sertorio, como antes hemos defendido).

Ejea de los Caballeros

Voy a introducir ahora una posible explicación del significado de la luna creciente y la estrella encima que a mí mismo me ha sorprendido cuando la he relacionado con esto, al leer sobre Orfeo, en el "Diccionario de la mitología clásica" de Espasa, arriba citado: "por el mito del descenso a los infiernos Orfeo se convierte en un dios que tiene revelaciones sobre el mundo de los muertos y en el protagonista de una religión, los misterios órficos, articulada en torno al tema de la salvación. El mundo, según esta religión, surge de un huevo primordial del que nació una entidad macho y hembra a la vez llamada Fanes, la brillante (de aquí "diáfano", añado). La parte inferior de la cáscara del huevo (roto al nacer el ente) se representará después bajo la Virgen María. (madre de dios pero virgen, como Atenea, Démeter, Artemisa o Cibeles, diosas de la fecundidad y el renacimiento en cultos agrarios y de la naturaleza)". Y yo interpreto que la media luna tumbada con una estrella encima podría ser la cáscara abierta del huevo primordial y la estrella sobre ella la luz brillante de Fanes; y nada que ver con Sertorio. Y entonces estas figuras en mausoleos romanos del siglo I d.C., serían los símbolos de un culto a Atis, Cibeles u Orfeo del renacimiento o resurección después de la muerte (como luego lo serán el culto a Dionisos -el nacido dos veces- y el cristianismo con la resurección). Y hay bastantes más reliquias halladas en las Cinco Villas y zonas adyacentes en las que se repiten estos mismos motivos de la luna creciente (y recuerdo que, aún hoy se mantiene la luna en nombres de localidades de esta comarca: Luna, Sierra de Luna) como una estela funeraria romana hallada en Luesia que hoy se encuentra expuesta en el Museo de Zaragoza. En ella se muestra (ver página 70 del libro "Arquejealogía") una rosa hexapétala inscrita en un círculo (y para mí que está sobre una luna creciente que casi no se aprecia, desgastada por la erosión); debajo se lee el siguiente epitafio funerario: "C. Plotius Vegetus H (ic) S (itus) E (st)" y se traduce por "Caius Plotius Vegetus está aquí enterrado": nada que objetar pero, "vegetus" significa "vivo, pronto, dispuesto" del verbo "vegeto" que es "animar, vivificar"; lo cual nos recuerda de nuevo al renacimiento de los ciclos vegetales de Démeter-Cibeles o Atis u Orfeo de los cultos mistéricos paganos del renacimiento o la resurrección, previos (entre los griegos) o contemporáneos (entre los romanos) a la religión cristiana (Dionisos-Baco y Jesucristo) con la luna creciente o huevo primordial y la estrella brillante o rosa. No necesariamente de una tradición indígena vascona (sino que, en todo caso, sería a la inversa: es previa la tradición griega y romana, y después celta y vascona, si se quiere denominar así, que imitarían a las anteriores; y aún antes estarían los egipcios con Osiris, que muere y renace) como bien se comenta en "Arquejealogía".

Y esta es otra de la tesis polémicas de este artículo, lo cual muestra que la historia no es una ciencia ni una narración de los hechos: los pueblos iberos y celtíberos (y los "celtas" y los "vascones", que se incluyen entre los celtíberos) no son nuestros primitivos antepasados, los "primeros españoles" o "los primeros vascos" sino, como veremos más abajo, se constituyen como tales pueblos por la influencia comercial, mitológica, política y técnica, esto es, cultural de organizaciones políticas más avanzadas como la red de colonias griegas y el imperio romano. En la línea del Materialismo Histórico y no de las leyendas confusas y mal explicadas (llenas de cabos sueltos) de los que defienden el indigenismo y la historia de los "pueblos" autóctonos. La Historia la escriben los vencedores, pero no en el sentido de que la falsean para contar lo que les conviene (que sin duda también es así), sino que realmente la historia está determinada por los imperios que han dominado en cada época y no necesariamente por ser imperios que han vencido militarmente a los pobladores de las zonas "conquistadas", porque hay imperios "culturales", lingüísticos, comerciales, económicos, políticos, como la expansión de las colonias y la cultura griega por todo el Mediterráneo previamente al Imperio Romano, como se comprueba constantemente en las raíces griegas y judeo-cristianas de la civilización occidental, sin haber realizado conquistas militares (sí el Imperio de Alejandro, pero que no llegó a lo que hoy es Europa Occidental; aunque sí el Imperio Romano que, definitivamente extendió el paganismo griego y el cristianismo; y después, los imperios español e inglés).

Las mismas representaciones de una luna creciente bajo una estrella las observamos en la estela de Carcastillo en Navarra y en otras halladas en Valpalmas en las Cinco Villas de Aragón. Volvemos a postular que se trata de un símbolo de renacimiento ligado a cultos relacionados con diosas de la vegetación Démeter o Cibeles o del pastor Atis del que se enamoran estas o del héroe poeta Orfeo, y es significativo que se hallen en estelas funerarias. Y la llamada "estela de Lucrecia" de los siglos I-II d.C. hallada en Uncastillo y expuesta en el museo de Zaragoza, en la que aparece un busto de una niña Lucrecia "enmarcada en una ventana de arco, como si estuviese asomándose desde el más allá" (estas ventanas de arco también aparecen en otras muchas estelas de las citadas y en el Mausoleo de os Atilios), y a su lado un creciente lunar (página 222 de "Arquejealogía"). Y añado el mosaico romano encontrado en Zaragoza en el que aparece el poeta Orfeo tañendo la lira (que es muy parecida a la representada en la estela de la Tiñica del Royo de Luna-Valpalmas, con un gorro frigio casi idéntico al de Atis de Sádaba y al de la diosa Cibeles). Y una casa prerromana encontrada en Caminreal (Teruel) con una distribución muy similar a las casas griegas de la época y en el suelo grecas griegas y delfines como motivos decorativos, junto a palabras escritas con caracteres ibéricos (parece un ejemplo significativo del sincretismo cultutal greco-ibero que defendemos que se dió en la zona nororiental de la península).

Lo mismo con los Taurobolos o aras taurobólicas hallados en la zona de la ribera del Ebro y sus afluentes de la margen izquierda de Aragón y Navarra (en las Cinco Villas y toda Navarra); y está muy bien expuesto en "Arquejealogía" con el título: "Las aras taurobólicas: ¿demarcadores del indigenismo vascón o testimonios del paganismo durante la Antigüedad Tardía?" (páginas 72, 73, 192, 193, 194), donde se lee: "En las Cinco Villas contamos con singulares aras taurobólicas y significativas representaciones de toros o abstracción de sus astas en cuartos crecientes; a veces también asociadas a motivos astrales esquematizados normalmente junto a rosas hexapétalas, repartidas en un amplio territorio perteneciente originariamente al ámbito vascón. La muy probable identificación de estas cabezas de toro con el creciente lunar, también representado en numerosas estelas funerarias e incluso en los reversos de algunas de las acuñaciones monetales de Segia, inducen a pensar en un posible culto a la Luna como el que menciona Estrabón en sus escritos sobre los pueblos del norte de Hispania. La perduración de topónimos tan significativos como Luna o Sierra de Luna, ahondan en esta misma dirección interpretativa, según la investigadora de la Universidad autónoma de Madrid, Alicia Mª Canto que ha llegado a denominar al ámbito vascón como Tierra del Toro. Todas estas manifestaciones fueron duramente reprimidas por los concilios de la Iglesia. No obstante, este autor considera inadmisible la propuesta de considerar a las aras taurobólicas como hitos demarcadores de un posible indigenismo vascón y, por lo contrario, apunta a una pervivencia o vitalidad del paganismo dentro de una romatitas relacionada con el culto oficial a la diosa Cibeles desarrollado en el ámbito privado por las elites dirigentes rurales, resistentes a la evangelización cristiana". Muy interesantes estas citas que he extraído del libro "Arquejealogía" páginas 71 y 72. Me parecen además que están en la línea de lo que defiendo en este artículo. Voy sólo a comentarlas brevemente: "paganus" en latín significa "perteneciente a la aldea, aldeano, rústico" (aún se conserva este significado en palabras españolas como "pago" así "estaba yo por estos pagos"; y en el catalán "pagés" o payés que significa el aldeano, el rural), sin embargo, "pagano" pasó a significar a lo largo de la historia al no creyente pero, y esto es importante, al que no creía en el cristianismo (los "creyentes" se oponen a los "paganos"); luego, me parece muy certera la observación del texto de la pervivencia del paganismo (ahora entendido como la religión politeísta de los griegos y, después, los romanos) en áreas rurales alejadas de las ciudades que eran los focos culturales en los que se extendió el Cristianismo (que era una religión urbana y la oficial en la época final del Imperio Romano; no es casualidad que el Vaticano y el Papa estén en Roma, y la jerarquía eclesiástica imita la jerarquía política imperial; "católico" significa "universal" y Pessoa escribe que el cristianismo es la pervivencia del Imperio Romano; y el Imperio Español fue un imperio católico) luego, es cierto que en zonas rurales alejadas de la influencia civilizadora de las ciudades del imperio, pervivieron durante mucho tiempo ritos, símbolos y creencias del politeísmo greco-romano; y así parece ser en nuestra zona.

Y también me uno a la tesis del autor -Javier Cabello García-, de la profesora de la Complutense Dra. Canto y del Dr. F. Marco (página 195 de Arquejealogía), de que estas reliquias que representan toros con sus astas como lunas crecientes son de origen politeísta griego y romano (tesis clasicista, podríamos llamarla) y no manifestaciones de un supuesto indigenismo vascón. Y su relación con el culto a Cibeles o Démeter (que ya hemos dicho que se confundía con Selene la "Luna"), Atis, Orfeo y Dionisos; esto es, con los llamados "cultos mistéricos" del politeísmo griego que prometían a sus seguidores el renacimiento, la resurrección, análoga a los ciclos vegetales que en primavera vuelven a brotar, vuelven a la vida, en el contexto de un tiempo cíclico, en vez de lineal e histórico como era entendido por los judíos y, después, los cristianos hasta la sociedad actual.

Y aquí tenemos que tratar, para entender la escasez de monedas y otras reliquias de época pagana griega y romana que nos han llegado hasta el presente, la llamada crisis del siglo III que se produce fundamentalmente en el nordeste peninsular. Escribe Juan Ángel Paz Peralta en el libro Arquejealogía: “...sobre la crisis del siglo III...Nos centraremos en un área que abarcaría, aproximadamente, la cuenca media del Ebro, con prolongación hacia la meseta de Soria. La falta de fuentes escritas, impide relacionar los acontecimientos que la arqueología exhuma (convulsiones sociales, destrucciones, abandonos, etc.) que no son extendibles, a priori, a otros puntos de la Península o del Imperio. Las fuentes literarias, aunque de manera escueta, recogen la noticia de las invasiones, se acepta que la primera oleada y asedio de Tarragona se debió de producir en el 264. Como hechos históricos incuestionables se acepta sin discusión la destruccción de Ampurias y otros encleves del litoral mediterráneo. En sucesivas oleadas las ocultaciones monetarias del Pirineo francés parecen indicar que las gentes que provocaron estos acontecimientos penetraron por la vía romana que atravesaba Roncesvalles que llegaba hasta Pamplona y el nudo de comunicaciones ubicado en torno a Sangüesa y Sos del Rey Católico, para llegar hasta santa Cara, y descender al valle del Ebro en dirección a Tarazona y Ágreda en Soria. La constatación de niveles de destrucción y el encubrimiento de monedas, en la cuenca media del Ebro, son dos elementos, que no se pueden obviar, muestra de la inestabilidad social del momento en esta zona geográfica.” y cita los hallazgos de depósitos de ocultación de monedas en Sangüesa, ribera del Ebro en Navarra, en Varea en La Rioja, en Grisén, Bárboles, Albalate del Arzobispo y Zaragoza en Aragón y Coruña del Conde en Burgos. Y yacimientos con información estratigráfica de niveles del siglo III -en torno a 284/285- con en diversas poblaciones con señales de abandono, declive o destrucción violenta, incluso quemados, por haberse hallado restos de grandes incendios: abandono en Jaca, Los Bañales en Uncastillo, Osca o Huesca; destrucción violenta en Pamplona, Santa Cara, Calahorra, Varea, Borja, Muro de Ágreda. La zona tuvo una importante población rural en el Alto Imperio Romano (entre 70 d.C. y el siglo III) pero cayó considerablemente durante el Bajo Imperio (hasta 450 aprox.), así en Aragón se pasa de 1118 asentamientos rurales urbanos en el Alto Imperio a 109 en el Bajo Imperio; y en la comarca de las Cinco Villas de 97 a 21. Y sigue diciendo el autor: “En la primera mitad del siglo IV los escasos creyentes que profesan el cristianismo viven en núcleos urbanos. El cristianismo fue en sus orígenes un fenómeno netamente urbano, teniendo la ciudad como principal foco y medio transmisos a través de las sedes episcopales. El paganismo lo es al medio rural, más apegado a sus tradiciones ancestrales. Esta condición religiosa y política se mantiene durante el siglo V, corroborada por la epigrafía, abogando por una adquisición tardía (en el periodo hispano-visigodo, durante el siglo VII) del cristianismo. La ruralización en Hispania de las élites aristocráticas en el tercer cuarto del siglo IV es evidente y se verifica a través de restos arqueológicos exhumados de ricas mansiones y por texto literarios. El estudio de F. Marco Simón sobre los taurobolios en la Tarraconense viene a confirmar la intensidad del paganismo en el medio rural y su preferencia por los cultos mistéricos durante el siglo IV. Las clases elevadas constituidas por las familias de más rancio abolengo(forzadas en buena parte a refugiarse en sus mansiones campestres aristocráticas) serían, junto con el pueblo llano, las más tradicionalistas y apegadas a las prácticas religiosas paganas. Todos los mosaicos fechados después de 360/370, siempre con temas relacionados con la mitología clásica, se encuentran en grandes mansiones rurales durante o inmediatamente después del gobierno de Juliano el Apóstata (350-363). La investigación arqueológica refleja una degradación del medio urbano desde mediados del siglo IV, aspecto que contrasta con la riqueza de los asentamientos rurales.” Aunque no lo dice explícitamente el autor, porque no hay pruebas históricas determinantes sobre ello, podríamos afirmar que en los siglos III y IV las clases medias, bajas y esclavos cristianos urbanos se rebelan contra las clases aristocráticas de descendientes de los antiguos comerciantes griegos y los terratenientes romanos y contra su religión pagana aristocrática y rural. Sería una revolución de clases sociales por causas económicas, religiosas y políticas. Esta época del final del Imperio Romano y principios de la Edad Media (los primeros 4 o 5 siglos de nuestra era) fue en Europa una época de conflictos entre creencias religiosas puesto que la religión no pertenece exclusivamente al ámbito privado de la fe de cada uno, por mucho que algunos erróneamente la quieran circunscribir al mismo (y, sin embargo, nuestras fiestas, nuestra moral, el arte, la "cultura", la economía y hasta la política y la visión del mundo son también religiosas) porque la religión es una institución social; en esta época pervivían restos del paganismo con un cristianismo en formación dividido en varias corrientes (gnósticos, arrianos, maniqueos, etc. y la oficial de la iglesia católica). Cito a Juan Ángel Paz Peralta en el libro Arquejealogía: “El Cristianismo se consideró una religión dentro del Imperio y a Cristo mago y taumaturgo entre los paganos. El Concilio de Elvira, celebrado en los primeros años del siglo IV, evidencia la presencia de una actividad pagana en todas las clases sociales: cristianos que sacrifican en los centros, existencia del culto imperial, prácticas mágicas y adivinatorias, estatuas domésticas de dioses romanos, etc.”El cristianismo no significó una ruptura con el paganismo mediterráneo, sino una continuación de esos cultos mistéricos de muerte y renacimiento o resurrección y, por tanto, es cierto que la creencia en Jesucristo tiene muchos símbolos y mitos en común con todas estas divinidades paganas. Lo cual, me parece, que no invalida como si fuese una invención absurda de los creyentes cristianos la fe en Jesús, sino que por lo menos los sitúa en el mismo ámbito que a los paganos griegos. El cristianismo sintetiza el politeísmo y su tiempo cíclico con el monoteísmo judío y su tiempo lineal, pero, además, con el desarrollo de la Escolástica en la Edad Media consigue aunar estas creencias con la racionalidad filosófica griega, con lo que deja de ser una mera mitología y, entonces la Iglesia Católica salvaguarda la racionalidad, que se extenderá a los ámbitos social, cultural, político y moral del occidente cristiano. Y todo esto sin perjuicio de que la creencia en la existencia y resurrección de Jesucristo distinga a los creyentes de los ateos; ateos pero culturalmente católicos. Tomo estas tesis de Gustavo Bueno.

La mitología y los topónimos de Ejea, las Cinco Villas y Aragón

Volvemos al principio de este artículo sobre el origen del nombre de Ejea donde decía que yo no entendía (siendo un ignorante etimológico como soy) como de Segia o Sekia se podría llegar al nombre de Ejea. Un día comenté el tema como curiosidad con una gran amiga mía que es Filóloga Clásica (especialista en Latín y Griego) y me quede intrigado cuando me dijo que no era posible pasar etimológicamente de Segia o Sekia a Ejea porque debería quedar en la actual palabra algún resto de la “S” inicial. Justamente lo mismo defendía el gran investigador Claudio Sánchez Albornoz (que Segia no ha podido transformarse en Ejea desde un punto de vista filológico-etimológico) o Ramón Menéndez Pidal, máxima autoridad de la filología hispánica, que hacía derivar el topónimo actual de Ejea de la influencia del Vasco Prerromano “Etxea” (casa).

Marcelino Cortés, citado en el libro Arquejeología defiende la tesis más respetada y aceptada actualmente: que las raíces Seg o Sek son de estirpe Indoeuropea, y Guillermo Fatás que los Suesetanos son un pueblo de origen Celtibérico. Así, los topónimos derivados del radical Seg se refieren a una noción de victoria o poder como en Segorbe (ciudadela de la victoria) o en Segovia y Sigüenza. Marcelino Cortés indica así mismo que la raíz Sek es habitual en la creación de nombres de ríos y significaría “Corriente de agua” en ríos como el Segre, el Segura, el río Seco; y que los nombres de los cursos de agua son el substrato lingüístico más antiguo y muchos de ellos dan nombre a los lugares por donde pasan. Y que el hecho relevante de que los ríos Arba de Luesia y Arba de Biel unan sus aguas al pasar Ejea no podía dejar de tener una constancia toponímica. Esto es, que el nombre originario de Ejea era Sekia y que posteriormente sufrió una sonorización de la consonante convirtiéndose en Segia ya en época Romana.

Pues bien, yo veo aquí dos problemas: no coinciden el nombre del río “Arba” con el de la población Sekia contradiciendo la tesis de Cortés de que los nombres de los ríos terminan nombrando la población por la que pasan (Arba dice que deriva del Paleoindoeuropeo Ar que significa agua que fluye) y, además, sigue sin explicarse porque no queda ningún resto de la s inicial de Segia en el nombre de Ejea ya que en todos los ejemplos que nos han puesto con las raíces Seg o Sek sigue conservándose esta S inicial (Segorbe, Segovia, Segre).

En todo caso, aceptemos provisionalmente que el nombre de Egea proceda del celtíbero Segia para argumentar si por reducción al absurdo llegamos a una conclusión contradictoria con esta tesis de que Egea procede de Segia. La tesis que defienden es que Segia, que se ha traducido así de los caracteres inscritos en la monedas acuñadas en época romana en los siglos I o II d.C. (e incluidas en la clasificación monetal romana como ases y denarios, luego las acuñaron los romanos para sus actividades comerciales. Así dice Antonio Beltrán Martínez, catedrático de Arqueología, Epigrafía y Numismática de la Universidad de Zaragoza; y Presidente de la Sociedad Iberoamericana de Numismática y Presidente de Honor de la Asociación Numismática Española en su librito "La moneda aragonesa" editado en la colección CAI 100: "Las llamadas monedas ibéricas eran indígenas en apariencia pero romanas en peso, forma y patrón" ) encontradas en Egea sería el nombre de la población celtíbera en la que se hallaba esta ceca y que los romanos, por un cierto respeto al indigenismo y a los nombres que estos pueblos celtíberos habían dado a sus asentamientos (se defiende que Segia es el nombre celtíbero adoptado por los romanos en sus monedas acuñadas aquí) permitieron que se inscribiese en las monedas de esta ceca (todo un acto de respeto a la diversidad cultural hace 2000 años). Y que asimismo los guerreros segienses citados en el Bronce de Ascoli, serían guerreros de Segia que participaron en un acto heroico. Pero, para defender esta tesis tenemos que analizar quiénes eran estos iberos o celtíberos con tanta influencia que habitaban estas tierras y la península ibérica (nunca mejor dicho lo de ibérica para esta tesis). Pues bien, en el libro antes citado "Los iberos en Aragón" de Francisco Burillo leemos: "Hasta hace no mucho tiempo, era frecuente identificar estas comunidades (los pueblos iberos) -que los escritores de la época clásica llamaron con diferentes nombres como: ethos, gens, populus, tribus, etc.- con tribus, con lo que se atribuía a esta palabra sólo uno de sus posibles significados, el político. Estos términos surgieron por la clasificación que los griegos realizaron de aquellas entidades humanas que, a sus ojos, tenían ciertos aspectos comunes; y en el caso de los iberos no nos consta que se percibiesen a sí mismos como un grupo con identidad étnica. En el ámbito ibérico, el nombre de las etnias derivó normalmente del de una ciudad. Así, por ejemplo, Sedeis, ciudad conocida porque acuñó monedas, dio nombre a los sedetanos. Que eran, por tanto, los habitantes de Sedeis, que comprendía la ciudad y los asentamientos rurales distribuidos en su territorio" Así Segia podría ser la población y su territorio que acuñó monedas, pero no la población de Ejea de hoy. Sigue escribiendo: "De modo que esa etnia debía de estar organizada como el conjunto de los habitantes de un territorio político, sin identificación con su ciudad más importante" (así que Segia podría ser el territorio, incluso denominado por los romanos como ahora veremos, y no la población que hoy es Egea). Dice Francisco Burillo:" En aquellos momentos, había etnias que no eran realidades políticas, ni siquiera sociales o religiosas, y su nombre se empleaba para definir amplias regiones geográficas." Y: "Emitir denarios estuvo potenciado por Roma. A partir de la crisis del ibérico antiguo en el siglo II a.C. se desarrolló una nueva ocupación (romana) mucho más intensa que en etapas anteriores. De hecho, no es extraño que cada término municipal del Aragón actual presente un mínimo de dos asentamientos de esta época; y hay casos, como Alcañiz y Mora de Rubielos, que superan ampliamente la decena." Con estas afirmaciones de un historiador especialista en la época ibérica y celtibérica ¿Cómo admitir sin ninguna duda la tesis de que el nombre de Ejea procede de una población celtíbera llamada Segia según el proceso etimológico explicado por Marcelino Cortés, aunque otros etimólogos lo hayan dudado o lo hayan considerado imposible? Y más cuando no se han hallado los restos arqueológicos de esa supuesta población en cuya ceca se acuñaron las monedas de Segia.

Y escribe Juan Ángel Paz Peralta del Museo de Zaragoza en el libro Arquejealogía: “Uno de los misterios sin resolver es la ubicación de Segia, no siendo un caso único, sucede con otras ciudades que acuñan moneda. Probablemente no tengamos que buscar un núcleo urbano concreto, podría ser un centro aglutinante de varios asentamientos sin que tal condición se tradujera en una estructura material urbana.” Parece entonces que pudiera ser que el nombre de Segia no fuera el de una población celtíbera concreta anterior u originaria y persistente a la invasión romana a la que estos permitieron incluir su nombre autóctono en las monedas acuñadas en esta ceca, sino el nombre que los romanos dieron a un territorio y a sus pobladores por alguna razón al identificarlos con algunas características comunes, al territorio o a los habitantes, entre sí. Y a los que luego incluyeron como segienses en el Bronce de Ascoli. Y ¿qué podría significar este nombre romano de Segia? Pues bien, por casualidad, leyendo el libro que ya hemos citado arriba "Diccionario de la mitología clásica" de René Martin, publicado por Espasa, encontramos dentro de la entrada "Indegetes" (de aquí vendrían términos como "indígenas" en español), la siguiente descripción: "en el sistema de creencias romano -del latín indiges que significa originario del país, oriundo- son los dioses de la patria o locales, que regían el cumplimiento de los actos de la vida cotidiana". Y entre los distintos dioses locales cita a "Seia, que protegía las semillas de trigo plantadas. Segetia, que protegía los tallos y las espigas de trigo." Así, los segienses del bronce de Ascoli, bien pudieran ser agricultores de trigo de esta zona, o de otras (otra vez se nos aparece la posible tesis de un nombre para Ejea que tuviera que ver con el comercio de los cereales que comenzaría con los griegos de Focea -y su Egea brillante de campos de trigo y la diosa Démeter del renacimiento vegetal y el héroe Orfeo que regresa o renace del mundo de los muertos y sus cultos mistéricos de muerte y resurrección- y continuaría con los romanos que aludirían al mismo motivo cerealístico -y a la diosa Cibeles del ciclo vegetal que renace, enamorada del pastor Atis-). Será una coincidencia.

Pero, aún con estas coincidencias que parecen apuntar a que Segia es el nombre romano de un territorio cerealista, y no el nombre celtíbero de la población que hoy es Ejea, sigamos en nuestro proceso deductivo -que es el que se da por verdadero históricamente, con la tesis de Marcelino Cortés y otros muchos- suponiendo que de Segia deriva el nombre de Ejea. Ya hemos defendido que si Segia procede de la raíz Seg- no queda rastro de la S inicial como sí en los demás ejemplos que se citan (Segovia, Segorbe, etc.). Pero, además en todos estos ejemplos la g tiene y conserva un sonido suave y no de j. Veamos: en latín no existía el sonido j; así que Segia se leeería Seguia (y con el acento en la i, esto es Seguía, ) así los del Bronce de Áscoli serían los seguienses (y que alguien me corrija si me equivoco pues, no soy ningún especialista en las etimologías grecolatinas). Lo que se propone para derivar Ejea de Segia es entonces lo siguiente: que el nombre original Segia fuera celtíbero (como se lee en el anverso de las monedas en caracteres iberos) y se leyese en ibero con sonido j o k, Segia o Sekia; este primer paso ya choca con lo que hemos dicho más arriba sobre los llamados pueblos iberos y celtíberos puesto que fueron designados así y lo mismo sus territorios y poblaciones por los colonizadores e historiadores griegos y por los conquistadores romanos, entonces no está tan claro que Segia fuese el nombre original celtíbero o vascón de una población que ya existía y bien pudiera ser una denominación dada por los romanos a un territorio o anteriormente por los griegos a una población que fundaron o al territorio en que se encontraba (que es la tesis que defendemos aquí). Pero, aceptemos saltarnos esta objeción (que nos parece muy importante y dificil de obviar) y sigamos con la segunda fase de la tesis aceptada. A la Segia celtíbera los romanos la llamaron en latín Segia, con la diferencia de que al no existir el sonido j en esta lengua la leerían Seguia (como aparece en el Bronce de Ascoli, en el que se interpreta que los segienses -que se leerían seguienses- serían los que procedían de Segia-Ejea). Y entonces, según esta hipótesis, es una pura casualidad que la diosa romana del trigo tenga un nombre fonéticamente tan parecido Seia y Segetia (que se leería Seguetia), a pesar de que los romanos acuñaran moneda en la ceca de Segia para comerciar, seguramente con trigo de este territorio. Pero también cabe la interpretación contraria: que el nombre de Segia, leído Seguia, hubiese sido puesto por los romanos que habitaban en la zona y eran las clases dirigentes y fueron los que acuñaron las monedas, para designar un territorio cerealista (no una población) llamado así en honor de la diosa Seia, Seguetia (por cierto, ver "Arquejealogía" página 208 la fotografía de una moneda de la ceca de Arsaos del 80-70 a.C. en la que aparece en el anverso el perfil derecho que parece un griego típico de todas las monedas de las cecas ibéricas y una foca y un arado; el arado del trigo y la foca de Focea. No se ha localizado dónde estaba esta ceca de Arsaos pero en Ejea se localizó un as de la misma) Pero obviemos también este argumento (lo cual nos parece que si se obvia es mucha coincidencia en los nombres) y sigamos con la hipótesis "oficial". La siguiente fase es cómo justificar etimológicamente que de Segia-Seguia se obtenga históricamente el nombre actual de Ejea. Pues bien, en español de la g latina procede la y (así de "fagea", leido faguea en latín -como en catalán "pages" se lee payés-, se forma en español la palabra "haya"; o de "fugio" en español da "huyó"), luego de "Segia" daría "Seya" en español. Pero junto con las vocales “e, i” la “y” desaparece (como en "corrigia" del latín -leido corriguia- se forma en español "correa"), luego Segia daría Sea. Marcelino Cortés propone en este paso Seia y Siya, bueno. Pero como Egea tiene una E inicial y un sonido j en segundo lugar el problema es cómo pasar de Seia o Siya a Egea; y propone otro nombre intermedio Esseie; esta adición de una “e” inicial nos parece gratuita pues no conocemos su justificación, aunque es necesario este paso en su hipótesis para poder tener la e inicial de Ejea y para trasformar la doble s en x, y de Esseie obtener Exea (la Exea medieval efectivamente, cuyo nombre está documentado; no así el de Esseie) puesto que es de la x latina de donde deriva el sonido j en las palabras en español (así, axe da eje, traxi da traje, dixi dije y maxilla da mejilla).

Veamos, por otro lado, nuestra tesis del nombre griego de Ejea o Egea. Lo primero que nos recuerda es al mar Egeo como ya dijimos (y los habitantes griegos antiguos eran llamados Egeos). Además, la terminación ea, en femenino como adjetivo, es muy comun en griego: Atenea, Focea, Gea, Medea, Casiopea, etc. O terminación en eo en masculino: Orfeo, Odiseo, Egeo, Perseo, Prometeo, Teseo, etc. Buscando en el índice onomástico de “Los mitos Griegos”, la gran obra de Robert Graves, encuentro, en la página 807, tal cual: “Egea: brillante”. ¿Qué otro nombre más adecuado podrían haber elegido los Foceos para nombrar a esta ciudad ubicada en una tierra luminosa, brillante, que les parecería un mar dorado de anchos campos de cereales?. Egea, la luminosa, por la tierra blanca, los campos dorados de trigo y la luz cegadora, excesiva en verano. Es cierto que tampoco está documentado el nombre griego de Egea, que suponemos que sería llamada así en los siglos VI y V a.C. por los griegos de Focea cuando fundaron un pequeño asentamiento para comerciar con el trigo de la zona, en la que dejaron algunas reliquias (como la Tiñica de Luna-Valpalmas, focas en el borde de un vaso de cerámica, columnas jónicas en la zona de Uncastillo, representaciones de Atis-Démeter-Cibeles, focas y un perfil griego de Orfeo y la palabra on en las monedas, mosaico de Orfeo en Zaragoza, as de Arsaos con foca y arado, etc. Todas las que hemos citado en este artículo) y mucha influencia cultural y comercial. Es bien sabido que la mitología romana estuvo totalmente influenciada por la griega. Así y partiendo de un primer asentamiento de los foceos que lo llamarían Egea en el siglo V a.C. vemos sus influencias cinco o seis siglos después en los dioses romanos representados en las reliquias de la zona, en las figuras representadas en las monedas romanas de los siglos I-II d.C. Acuñadas en las llamadas cecas ibéricas, pues vemos en ellas el perfil griego de un héroe o dios, delfines o focas de Focea y un arado y una luna creciente con una estrella encima, símbolos de las monedas griegas de Focea acuñadas seis siglos antes. Mi hipótesis es que los foceos fundaron un asentamiento al que llamaron Egea, la brillante, para comerciar con el trigo de sus campos, y que cuatro siglos después los romanos al conquistar ese territorio le pusieron al mismo el nombre de Segia-Seguia, no por continuidad o parecido lingüístico , sino por la misma idea de territorio de cereales (continuidad de ideas, no lingüística) consagrado a la diosa del trigo Seia, Segetia y representaron en sus monedas y otras reliquias los dioses, héroes y símbolos de los focenses, que culturalmente ya estaban extendidos por la zona, e incluso sus creencias religiosas en la muerte y el renacimiento tomadas del ciclo vegetal, representados por las diosas y héroes citados (Démeter, Cibeles, Selene -la luna-, Atis, Orfeo) y en los taurobolos; creencias que persistieron en la zona (y en el valle del Ebro) durante tantos siglos, en plena época de la expansión del cristianismo por el Imperio Romano, con un obispado en Zaragoza. Nos parece que o es esta hipótesis de una Egea (y valle del Ebro) griega, o todo es de una confusión que no se explica y todos los datos que hemos visto se quedan en meras coincidencias; pero, demasiadas coincidencias. En nuestra tesis Egea como el mar Egeo vendría del griego Αιγαια ζαλαττα o Aigaia zalatta, esto es, mar Egeo en español (zalatta o mar en griego es un sustantivo femenino, por eso Aigaia femenino terminado en a) pero, como en español mar es un nombre masculino, Aigaia se traduce por Egeo (en latín, el diptongo ai pasa al español como e); pero la población calificada como brillante o aigaia en griego, al ser femenina en latín se trasladaría como Exea en castellano en la Edad Media, nombre que se mantuvo y del que hay constancia documental, que después, como ya hemos explicado daría Egea y Ejea (como axe da eje o dixi dije), es decir, volvería a ser curiosamente el nombre original que le darían los griegos de Focea.

Si defendemos que el nombre de Ejea viene directamente del griego, ¿es esto verosímil? Esto es, ¿tenemos el rastro de algunos otros nombres topónimos que pudieran proceder también directamente del griego, o es una barbaridad etimológica afirmar esto?. Veamos. Una de las cosas que más me impactó fue cuando caí en la cuenta del nombre de otra población de la ribera del Ebro: Alfocea, cerca de Zaragoza. Si le quitamos el artículo inicial árabe nos queda Al-focea, esto es, la Focea, la Foca. Es, al menos, sorprendente una Focea a orillas del Ebro, como la colonia griega.

Pero, no quedan aquí los indicios de una posible presencia griega en la zona. Resulta que hay un pueblo cerca de Alcañiz (Teruel) llamado Cretas, como la Creta Griega; y la adoración al toro en la cultura cretense se pudo manifestar en los Taurobolos hallados en las Cinco Villas con una luna creciente y sobre ella una estrella, como en el reverso de algunas monedas de Focea en las que aparecen un toro con luna y estrella sobre el jinete. Siguiendo con poblaciones que parecen griegas en Aragón me encuentro con otro pueblo en la provincia de Teruel, cerca de Albarracín, que se llama Griegos, tal cual (también hay otro llamado Romanos). Los griegos se autodenominaban Helenos, porque decían descender de un personaje mítico llamado Helen, nieto del titán Epimeteo. Fueron los romanos los que les darán el nombre de griegos. Unos griegos en Teruel. Torre de Hércules romana en La Coruña, columnas de Heracles en el estrecho de Gibraltar, río Gaia muy cerca de Tarragona, etc

Pero, ¿queda algún nombre reconocidamente griego en nuestra geografía, algún topónimo en el que todos los especialistas estén de acuerdo en que es de origen griego? Pues sí que lo hay: es la cordillera de los Pirineos. El nombre de Pirineo (Pyrene; y el río Pyreno fue en el que bebía el caballo Pegaso cuando el héroe belerofontes lo sometió; y es coincidencia el jinete a caballo en las monedas ibéricas; e incluso el nombre de Ejea de los Caballeros), indica García Bellido, es un nombre griego sobre el que se creó una leyenda que a finales del siglo II a.c. ya fue recogida en sus escritos por Posidonios, quien refiere que una vez por el descuido de un pastor se originó en esas montañas un incendio tan gigantesco que al arder los bosques la tierra se calentó hasta al punto que de ella manó abundante plata líquida. En la obra antes citada “Los Mitos Griegos” de Robert Graves dice que Pyrene significa riendas de fuego. Y de aquí hasta hoy, puesto que la palabra griega Piro significa en español algo relacionado con el fuego: pirómano, pirotecnia, etc.

Yo pienso que Pirineos se podría traducir por fuegos nuevos (neo es nuevo en griego). Y que se referiría mas bien a la imagen de los Pirineos nevados vistos desde el llano que parecen de fuego blanco y brillan al reflejarse el sol en sus nieves. Si esta gran cordillera aun tiene nombre griego de origen inmemorial, ¿porqué no habría de tenerlo Ejea, la brillante, si pudo llegar a ser tan importante para los foceos por sus cereales?.

A mi juicio, sucede algo parecido con otro topónimo: el del río Ebro. Ya hemos explicado que para los especialistas los nombres de los ríos son los más antiguos y estables de todos los términos toponímicos. Pues bien, mi sorpresa fue enorme, y no tengo constancia de que nadie lo haya subrayado, cuando leyendo el mito de Orfeo se cuenta que: Orfeo después de regresar de su descenso al Hades (a los infiernos, al mundo de los muertos) y perder para siempre a su amada Eurídice, queda totalmente entristecido y no vuelve a cantar ni a componer poemas, y se desentiende totalmente del amor de otras mujeres que le requieren; éstas, en concreto las Ménades del cortejo de Dionisos, le asesinan furiosas al ser rechazadas por él, descuartizan su cadáver y echan sus restos con su lira a un río; este río se llamaba, según el mito, río Hebro, tal cual; después Zeus tiene piedad y junta sus restos, lo revive y lo hace inmortal donde divinizado vive en el Olimpo para cantar sus poemas y embelesar con sus armonías a los dioses; y he encontrado en un mapa de la colonización griega de un libro de texto en el que se indican los nombres de los lugares como se llamaban en esa época un río Hebro en Tracia ) que desembocaba en el mar Egeo (desconozco si ese río se sigue llamando así en la actualidad; aunque lo dudo pues estaría en la actual Bulgaria). Pero, da que pensar: un río Ebro en nuestra zona peninsular, la tiñica de Luna-Valpalmas con una lira, como la de Orfeo, y un escudo redondo con escotadura como los griegos, representaciones de la luna creciente y la estrella que renace en monedas, en estelas y en mausoleos, un mosaico de Orfeo y su lira y los animales salvajes pacificados en Zaragoza, representaciones de Atis (u Orfeo o Cibeles-Démeter, asociada a la luna y a la muerte y el renacimiento, con origen en el ciclo vegetal; estos cultos politeístas greco-romanos tuvieron una vitalidad persistente en la zona del Ebro: hasta el siglo V de nuestra era, en plena expansión del cristianismo; pero el cristianismo no supone una ruptura sino una continuación de estas creencias en la resurrección tras la muerte, lo cual creo que no supone ningún desprestigio para la creencia cristiana y su creencia en la resurrección de Jesucristo, sino su inclusión en una tradición pagana mediterránea que por lo menos viene de la religión egipcia y el renacimiento de Osiris) en Sádaba, columnas jónicas en Uncastillo, etc. Si realmente los griegos no se asentaron en estas tierras, dejaron una impronta mitológica y cultural muy extensa (e incluso en monedas romanas acuñadas siglos después). Los romanos llamaron a este río iberus y esta etimología se conserva en la península ibérica, la cordillera ibérica o en el nombre de los pueblos iberos y celtíberos. Pero el nombre del río sigue siendo como en griego Ebro. ¿Por qué no podría persistir igualmente el nombre griego de Ejea? Hay un río Gaia actual (la diosa de la tierra no cultivada, complementaria de Démeter-Cibeles-Ceres romana de la tierra cultivada y, fundamentalmente de los cereales) junto a Tarragona, en el golfo de Sant Jordi.

Y aún hay otro topónimo que pudiera ser de origen griego: Aragón; el río Aragón, el Condado de Aragón y la Comunidad Autónoma a la que dan nombre. Veamos: Ar nos dicen que es un topónimo de origen indoeuropeo que significa río o corriente de agua; esta bien. Pero si mantenemos la tesis de un origen griego o romano de este topónimo (y no tan alejado y oscuro y confuso) , cabe otra significación. Ara en latín indica el altar (ara, arae es ara, altar, refugio; ad aram legum conjugere era ponerse bajo el amparo de las leyes) en el que se ofrecen los sacrificios (de ahí las "aras taurobólicas" del siglo IV-V de nuestra era que se han encontrado en toda la margen izquierda del Ebro) Aún hoy se llama en español Ara a la piedra consagrada del altar (y se dice "en aras de" para decir en obsequio a, a favor de, en honor de). Pero, en griego, ara, αρά significaba antes que en latín, oración, súplica, imploración, maldición. Agon, en griego y también en latín significaba lucha y agonía de la víctima sagrada (de aquí palabras en español como agonía, antagonista, enemigo, amigo, etc.). Así que Ara-agon podría significar lucha que es una maldición por las aras, por lo sagrado (esto es, lucha por los cultos en los que creer; lo cual puede tomar sentido si recordamos que en este territorio del valle del Ebro persistieron durante siglos las creencias en los cultos mistéricos paganos de la muerte y renacimiento en lucha con el culto cristiano de la resurrección de Jesucristo). O si se acepta la raíz indoeuropea “ar” que significaría río, sería ar-agon o ar-agonis o ar-agonia el río de la lucha por las fes paganas y cristianas que, como hemos visto, se produjo en este mismo territorio.

En fin, no pretendo demostrar que estas etimologías que propongo sean rigurosas, en absoluto, y ya he reconocido que este artículo podría denominarse como de historia ficción pero, también es cierto que los indicios son abundantes y parecen existir demasiadas coincidencias en las reliquias y en los nombres no explicadas satisfactoriamente sino de forma confusa y a veces contradictoria por las tesis históricas admitidas. Y como la Historia es una interpretación de las reliquias desde una teoría, resumo los principios de los que parte mi interpretación: primero, son los imperios, aunque sean comerciales y no militares, como el de los griegos con sus colonias distribuidas por todo el Mediterráneo desde el siglo VI a.C. o antes, los que marcan los ejes de la historia, y no los indigenismos locales que parecen para muchos ser primigenios y puros (aquí iberos y celtíberos, incluidos los vascones, que sólo fueron determinados y denominados por los propios colonizadores griegos como hemos visto); en segundo lugar, que las religiones y sus mitologías son instituciones sociales que influyen en los aspectos políticos, culturales y económicos de las poblaciones, y no sólo creencias individuales o privadas como hoy se quieren circunscribir; y, tercero, la teoría del materialismo histórico de Marx según la cual son las condiciones materiales de producción, aquí el comercio de cereales, el uso de la moneda y el desarrollo de una industria cerámica y del hierro más avanzadas, los que determinan el desarrollo de las sociedades, aunque corrigiendo a Marx en cuanto a que la superestructura cultural, por ejemplo religiosa y mitológica, son instituciones que también determinan la estructura social y política, e incluso territorial; y que el motor de la Historia no es solamente la lucha de clases, sino la competencia entre estados y entre imperios (como ya escribió hace años Gustavo Bueno en su llamada "vuelta del revés de Marx").

Y después de todo lo dicho aún quisiera exponer otro posible origen para el nombre de otro topónimo: el río Arba, que en realidad son dos (o cuatro como vamos a ver) a su paso por Ejea. Y esto lo cito más como curiosidad para el lector, porque recientemente viendo un documental israelí con subtítulos en español, me que dé nuevamente sorprendido, por que desconocía que "arba" (tal cual) en hebreo significa cuatro, es el número cuatro. Desde luego que conozco y respeto la tesis etimológica de que Arba procede del indoeuropeo ar- que significa corriente de agua o río y de aquí topónimos como Aragón (aunque he explicado otro posible origen del nombre), Ara, Aranda, etc. Que son nombres de ríos. Pero como está reconocida la importancia de la cultura judía en nuestra comarca y la presencia de juderías en Biel, Ejea y otros pueblos de la zona, preguntándome entonces si pudiera tener algún sentido llamar Arba o cuatro en hebreo al río que pasa por Ejea, he consultado mapas de la comarca y veo que el río Arba se forma por la unión de cuatro ríos: el Farasdués o Agonías (recordemos la palabra griega Agon o lucha, y agonía en español es la lucha contra la muerte en los últimos instantes de la vida) que se junta con el Arba de Luesia antes de llegar a Ejea, y el Júnez que se junta con el Arba de Biel antes de Ejea. Y se ve gráficamente en estos mapas como cuatro afluyentes dan lugar a un río, el Arba, que es cuatro para los judíos.

Muchas coincidencias de procesos homonímicos (que es "cuando dos palabras etimológicamente diferentes han venido a confluir en un significante casi similar" dice Marcelino Cortés) se dan en nuestra zona según hemos tratado. Parece que la toponimia sólo estudia los nombres, sus raices indoeuropeas o iberas o griegas, en los textos escritos y su explicación etimológica; lo cual es, sin duda necesario, pero no suficiente (de aquí la confusión y las tesis alternativas que hay sobre muchos topónimos, como si los nombres de localidades fueran solamente resultado de una combinación y evolución literaria, que estuviesen al margen de una historia que hay que encajar en los nombres o dejarla en una serie de sucesos confusos y contradictorios ) porque la conformación de una lengua está estrechamente relacionada con los acontecimientos históricos: económicos, políticos, religiosos, jurídicos, administrativos y otros que la han conformado; que es la tesis de Marx en el Materialismo Histórico de cómo la infraestructura determina a la superestructura, la que supo ver Napoleón “Una lengua es un dialecto con un ejército detrás” o la que afirmaba Gustavo Bueno de que el español ha sido la lengua de un imperio y eso ha tenido implicaciones fundamentales en su riqueza en vocabulario, su complejidad sintáctica, etc. que no tienen otras lenguas sin importancia en la historia mundial. La explicación histórica que hemos dado para apoyar nuestra tesis toponímica es que los griegos foceos llegaron en su expansión colonial en el siglo VI a.C. buscando productos con los que comerciar a las costas mediterráneas de la península ibérica (esto está comprobado por la Historia, y fundaros colonias en las que también habitaban iberos, como en Rosas y Ampurias); que por el río Ebro establecieron una vía comercial que llegaba hasta lo que hoy es Gallur y después hasta la actual Egea a la que pusieron el nombre y se asentaron para aprovisionarse de trigo que bajarían por el río Ebro de nuevo (de aquí el nombre de la población de Al-Focea) y luego por Caspe y después en Azaila (localidades en las que se han encontrado monedas, ases, acuñadas en la ceca de Ejea por los romanos cinco o seis siglos después, que seguirían utilizando la misma vía comercial de los griegos; monedas para las que los historiadores todavía no han dado una explicación convincente de su presencia en estas dos localidades) hasta la desembocadura del Ebro. Otra ruta alternativa para llegar hasta el interior del valle del Ebro y las Cinco Villas , y será otra coincidencia, sería la que tantos aragoneses siguen recorriendo cuando van a las playas de la Costa Dorada: pasando por Alcañiz, Cretas (la Creta griega), Calaceite, Mora de Ebro, Tivissa y Vandellós para llegar a las costas de Miami, Hospitalet del Infant, Cambrils y Salou. Es una tesis dificil de probar, entre otras cosas por la destrucción de reliquias históricas paganas que se produjo en el siglo III y posteriores, como hemos explicado, pero aún se han conservado algunos restos o indicios dispersos de esas reliquias, como hemos ido señalando.

Me gusta pensar que Ejea fue la ciudad más griega de Ara-agón y que se llamaba la luminosa o brillante no sólo por los reflejos del sol en sus campos de trigo sino por su cultura griega avanzada respecto a la tosca celtíbera. En todo caso no se han encontrado restos de esta antigua ciudad, que parece un poco ya fantasmagórica y abigarrada del siglo VI a.C., pero tampoco de Segia. Y cuando observo lo que se supone que era el núcleo de esta población celtíbera y romana en el casco viejo de Ejea, situada curiosamente por los historiadores en las que hoy son las ejeanas calles del Olvido (como si hubiera que ocultar un pasado más rico) y del Cuco (ave que pone sus huevos en los nidos de otras aves para que los alimenten, haciéndose pasar sin serlo por sus crías) me parece que sucede como si todos los indicios de la Egea griega quisieran mostrarse y, a la vez, ocultarse. O como si la Virgen de la Oliva (como Atenea, la diosa virgen o parthenos en griego; de ahí el Partenón en Atenas, templo dedicado a Atenea; o la palabra partenogénesis en español que es una forma de reproducción sin el macho que da lugar a las abejas y hormigas obreras, esto es, como una virgen que pare crías; y el regalo con el que obsequió Atenea a la ciudad de Atenas fue el olivo y se representaba en las monedas como una lechuza, de la sabiduría que todo lo escruta en las tinieblas de la noche de la ignorancia, junto a una rama de olivo) (y las fiestas del agua y Bañera y los Bañales como si fueran en honor de Poseidón), como si la Virgen de la Oliva, patrona de Ejea, ya sé que por circunstancias históricas, otra coincidencia pero bellísima, nos hablase en griego.

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