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El Catoblepas, número 174, agosto 2016
  El Catoblepasnúmero 174 • agosto 2016 • página 58
Artículos

Un encuentro con Gustavo Bueno

Alberto Esteban

Se relata el acercamiento a Bueno y lo fructífero del mismo.

Gustavo Bueno y Alberto Esteban[Alberto Esteban y Gustavo Bueno]

Un «resplandor televisivo» nos hizo caer del caballo a unos cuantos el 27 de abril de 1995. Julia Otero inauguraba Un paseo por el tiempo en la primera cadena de la televisión española entrevistando a Gustavo Bueno en horario de máxima audiencia. La correspondiente «imposición de manos» vino a través de la lectura, audición y visionado de los materiales producidos desde las coordenadas del materialismo filosófico.

Las contingencias de la vida retrasaron mi primer encuentro con el Maestro hasta el 30 de mayo del 2012, día que se grabó la tesela sobre El mito de la cultura. Recibidos, un amigo que me acompañaba y yo, por Javier Delgado Palomar y posteriormente por Gustavo Bueno Sánchez, tuve la oportunidad de conversar con Bueno y plantearle una serie de cuestiones que llevaba semanas elaborando para, en palabras de Tomás García, «agradecerle su trabajo sin ningún tipo de fisuras ni condición y profesarle admiración en el sentido de la emulación».

Bueno, a sabiendas de nuestra procedencia, comenzó contándonos que acudió muchas veces a Valladolid de mano de Julio Valdeón Baruque, catedrático de Historia «que era muy bueno en Historia Medieval», y también de la mano del que fue alumno suyo en Salamanca, Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, al que prologó la tesis doctoral titulada La Fenomenología de la verdad: Husserl. Nos contó lo que en una ocasión le sucedió en la capital de la Campiña del Pisuerga: «Muchas, muchas horas he pasado en Valladolid. Incluso una de las cosas más graciosas que me pasó, por decirlo así, fue con unos jóvenes, unos individuos que pertenecían a un grupo anarquista de Valladolid. Me dijeron “Mire, queremos que venga usted a hablarnos sobre La religión es el opio del pueblo y no le podemos pagar nada”. Eran tipos muy simpáticos y fui. Entonces llegamos allí y me presentaron a las juventudes anarquistas que eran cuatro chavales y sus padres. Era una cosa de antropología. Entonces yo les hablé allí lo que pude. Bueno, luego fue mucha gente porque lo habían anunciado y, claro, tuve que cambiar totalmente el aspecto de la conferencia. Eran tan ingenuos que estaban todavía leyendo a Eliseo Reclus, anarquista del siglo XIX, un geógrafo francés. Estaban completamente en la luna. Eran ingenuos, utópicos. Pues nada, con su pan se lo coman.»

A continuación, amparado por el famoso diálogo platónico entre Parménides y el joven Sócrates sobre el pelo, el barro y la basura {1}, procedí a entregarle cuatro cómics. Los dos primeros, del norteamericano Scott McCloud, Entender el comic y Hacer cómics, contienen una amplia y potente teoría sobre qué es el cómic. Los dos últimos, Maus: Relato de un superviviente (Art Spiegelman) y Watchmen (Dave Gibbons y Alan Moore) son dos importantes y reconocidos ejemplares del formato. El planteamiento era saber si Bueno consideraba que hubiese suficiente filosofía en aquella teoría y en aquellas entregas para triturarlos desde el materialismo filosófico y aportar una teoría más potente. Señaló que por supuesto, que sería interesante publicar un artículo extenso en El Catoblepas sobre el asunto y que le llamase a su casa en siete u ocho días para comentar lo que fuese oportuno al respecto. He de añadir que un par de referencias que acompañaban a los cómics implicados «pusieron en valor» el reto. A saber:

- En Maus: Relato de un superviviente hay una cita extraída de un periódico alemán en 1930 que leí a Bueno y este estimó conveniente guardarla, no perderla: «Mickey Mouse es el ideal más lamentable que jamás haya visto la luz. Un sentimiento sano indica a cualquier joven independiente y a toda juventud honorable que esa alimaña sucia e inmunda, el mayor portador de bacterias del mundo animal, no puede ser el tipo de ideal animal. Fuera la animalización judía del pueblo, abajo Mickey Mouse, lucid la cruz gamada».

- En Watchmen la cita que aparece, «Quis custodiet ipsos custodes» (Juvenal, SátirasVI, líneas 347-8), la acompañé de la referencia que a este cómic hizo Lino Camprubí tal que: «Si algo ha demostrado Watchmen es el ateísmo ontológico. No existe la omnisciencia en un mundo conformado por pluralidades discontinuas. No puede existir ni Dios ni el hombre más inteligente del mundo. Es un límite a la planificación total. La Unión soviética lo intentó. “La política no depende de modelos ni de ciencia sino que es prudencial” (Aristóteles)».

A los ocho días, efectivamente, Bueno había dado cuenta de aquello y tuve que acudir a un antiguo amigo Licenciado en Filosofía, discípulo de Urbina, para que me confirmase aquel carrusel de nombres y obras de referencia que sólo había podido copiar fonéticamente. Adentrarse en la trituración de la teoría de Scott McCLoud conlleva el conocimiento exhaustivo y dialéctico del materialismo filosófico y esto lleva un tiempo en el que actualmente me desenvuelvo.

Hablamos sobre la aplicación por analogía de la Teoría del Cierre Categorial en ámbitos como la Literatura, con Jesús G. Maestro, y en la Teoría de la Información y en el Cine, con Felicísimo Valbuena. Recordó cómo, en los años 50 del pasado siglo, Ángel Gonzáles Álvarez, Catedrático de Metafísica, utilizó las cuatro causas de Aristóteles para explicar El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha en un discurso dado en la Academia de Ciencias Morales y Políticas de Madrid. Decía Bueno: «Una cosa de risa: “Causa eficiente, Causa material, causa final...” una cosa ridícula. Era curioso. Al final salían relaciones insospechadas. Lo que pasa es que para eso está la crítica, para ajustar»

Le pregunté sobre qué áreas del Mapa mundi, quedaban por topografiar y le puse por caso la excelente comunicación que Gustavo Casanova Esteban {2} ofreció en los XVII Encuentro de Filosofía sobre Finalidad y Teleología que tuvieron lugar en marzo del 2012. Bueno apuntó a «toda la teoría de las ciencias biológicas en general donde la finalidad siempre se ha aplicado. Hay tanto que hablar ahí, es una cosa infinita prácticamente. En el congreso anuncié el artículo que realmente no he empezado, no puedo, voy a ver si sale por lo menos este año, este verano, porque se mezclan cosas diversas que no hay más remedio que atender. Por ejemplo, cuando estaba ya a punto de organizarlo, me invitan a dar un pregón en mi pueblo. A los tres días viene un antiguo amigo (Eugenio de Rioja), periodista de aquí, de toda la vida, que ha escrito un libro sobre su pueblo que es “Casalarreina”{3} llamado originalmente “Ojoculo”. Graciosísimas estas cosas. Por lo visto, lo que dice en el libro, llegó una vez la reina, no se sabe qué reina, y preguntó a un paisano de por allí “Bueno, ¿cómo se llama este lugar?” y contestaron que “Ojoculo”. “Qué barbaridad”, dijo la reina ,“A partir de ahora se llamará Pasó la reina o Casalarreina” y se trata de ver qué reina era aquella, si fue Isabel la Católica. Total, que tengo que hacer un prólogo a un libro de cuatrocientas páginas. Pasé ocho días con el librito en cuestión. Entonces este es un asunto fundamental (el de las ciencias biológicas). Otro asunto tiene que ver con la teoría de la música, de las artes, toda la cuestión de lo que se suele llamar estética. Aquí, también por invitación del Conservatorio de Música de aquí, de Oviedo, que hay gente muy buena, un día vinieron aquí dos profesores a decirme que habían abierto una asignatura nueva en el conservatorio para equiparar los conservatorios al bachillerato, algo así debía ser, y se había puesto la asignatura de “Filosofía de la música” y ¿cómo explicaban esto? Pues eso usted tiene que ser. Tuve que ir allí, pues dos años. Tuve que decirles que ya no podía más porque aquello era imposible. Pues aquello está completamente en barbecho.»

Nos habló de Niembro, «cuya etimología tiene que ver con nemus, nemoris, que es bosque sagrado. Cuando estuvo Marvin Harris, hace veinte o veinticinco años, le llevé yo por allí, le llevé a la ría, le leí un trozo de La rama dorada (Frazer), donde describe el lago albano, donde viene la historia del rey del bosque, un individuo vigilante del bosque que está constantemente esperando a que venga otro a atacarle y sustituirle. Bueno, total, no le parece a usted que este lugar era un campamento de alguna legión romana. Sí, sí, me parece muy bien. Y, a él le daba totalmente igual jeje. En relación a la polémica del bable que tenemos aquí. Que si los celtas, que si tal. Todos los letreros corregidos... Por ejemplo Niembro ya no se llama Niembro, se llama Niembru, le ponen la u. Le llaman Ovieu. Eso forma parte de una partida de desgraciados que vienen aquí... Yo ahora no doy clase pero cuando estaba en la universidad esto era tremendo. Te presentaban trabajos. Recuerdo uno que decía El paisanu magdaleniense y luego escrito en bable. Hombre, pero esto del paisanu magdaleniense ¿no le parece que es un anacronismo inadmisible? y contesta “No, no, aquí es como se dice paisano”. No diga bobadas, hombre. Mire usted, si presenta este trabajo en cualquier sitio se le ríen a usted. No puede usted hacerlo. No había manera de que lo entendiera. Se marchó de la universidad indignado conmigo porque yo era un autócrata. Esas cosas que dice, jo. Pues nada, paisanu magdaleniense. Quiero decir que en este contexto yo tenía mucho interés en reivindicar la tradición romana de aquello porque además es evidente porque en ese sitio hay una iglesia de Carlos III y a cien metros otra iglesia más antigua, una ermita, que yo sospeché y luego me lo confirmó Julio Mangas, un catedrático de prehistoria que está en Madrid. Un historiador muy bueno. Y un día me dijo “Hombre, esto seguramente es un templo a Diana cazadora. Si escaváis por aquí seguramente encontréis otros». Pues muy bien, yo se lo dije a Harris y entonces me habían invitado de La Voz de Asturias para escribir sobre esto y lo escribí.»

Finalmente consulté a Bueno cómo afrontar los estudios de Grado en Filosofía que la UNED ofrecía a tenor de las coordenadas que presentan en su página web y que dicen lo siguiente: «Es propósito expreso de este Plan de Grado contribuir al conocimiento y desarrollo de los Derechos Humanos, los principios democráticos, los principios de igualdad entre mujeres y hombres, de solidaridad, de protección medioambiental, de accesibilidad universal y diseño para todos, y de fomento de la cultura de la paz.» Rió Gustavo Bueno y añadió «Joé jeje Qué horror. Sólo les ha faltado decir “¡Y viva la Madre Superiora!”». Ya calmados, me ofreció la dialéctica solución «Yo he llegado a defender a Santo Tomás ante un tribunal con tal vehemencia que se pensaban que era cura».

Y así, en esos veinte o treinta minutos que tan ricos sabían a solas con Bueno, se pasaba de la preocupación por qué decir a alguien que sabías estaba a la altura de los grandes filósofos de la Historia a la certeza de haber hablado con uno de los grandes en total amistad en busca de la Verdad.

Gracias a los editores de El Catoblepas por invitarme a esta oportunidad y a la Fundación Gustavo Bueno por atenderme desde aquel día en adelante con el mismo afecto y cercanía. Gracias a Gustavo Bueno por indicarme la salida de la caverna.

Valladolid, 29 de agosto del 2016

Notas

{1} «Y en lo que concierne a estas cosas que podrían parecer ridículas, tales como pelo, barro y basura, y cualquier otra de lo más despreciable y sin ninguna importancia, ¿también dudas si debe admitirse de cada una de ellas, una forma separada y que sea diferente de esas cosas, que están ahí, al alcance de la mano? ¿O no? ¡De ningún modo!, repuso Sócrates... Claro que aún eres joven, Sócrates -dijo Parménides-, y todavía no te ha atrapado la filosofía tal como lo hará más adelante, según creo yo, cuando ya no desprecies ninguna de estas cosas.» (Platón, Parménides, 130 d-c, Editorial Gredos, traducción de Mª Isabel Santa Cruz)

{2} Análisis especiales de la finalidad - XVII Encuentros de Filosofía

{3} Casalarreina y el fundamento histórico de su identidad», Rasguño de Gustavo Bueno en El Catoblepas que recoge la introducción al libro

 

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