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El Catoblepas, número 159, mayo 2015
  El Catoblepasnúmero 159 • mayo 2015 • página 10
Artículos

La derrota del pensamiento o la Economía experimental

Manuel Antonio Jiménez Castillo

La economía experimental, cuya máxima exponente es la Premio Princesa de Asturias 2015 la economista Esther Duflo, lejos de reconocerse como estrategia metodológica alternativa con la que superar así el dogmatismo monolítico de la teoría neoliberal del desarrollo, manifiesta ser su expresión ideológica más pura.

Esther Duflo

I

Recientemente se ha fallado el prestigioso Premio Princesa de Asturias en la categoría de Ciencias Sociales 2015 en favor de la ya reconocida economista del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), la francesa Esther Duflo. Un reconocimiento que comparte en clave epistémica con su colega de trabajo el también profesor del MIT, A. Banerjee. Las razones de su popularidad académica y en tanto así de la otorgación del premio nacen de un «radical» acercamiento a la cuestión del desarrollo económico desde una perspectiva microeconómica a través de la aplicación de metodologías experimentales; ensayos aleatorios y evaluaciones de impacto. De acuerdo con esta novedosa aproximación a la cuestión del desarrollo los resultados que derivan de la implementación de tales técnicas nos permitirían conocer aspectos centrales de la vida de los pobres con el objeto de diseñar medidas de política económica y social para mejorar su calidad de vida. El centro Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab (J-PAL) es el lugar estratégico donde ambos investigadores junto a un creciente número de colaboradores como el también economista del desarrollo Dean Karlan diseñan programas de evaluación y análisis con el objeto de medir el impacto de intervenciones específicas y muy controladas sobre temas que van desde la agricultura, la educación, hasta las finanzas para distintas zonas del mundo en desarrollo. Aunque para un análisis general de esta metodología y de sus resultados recomiendo la atenta lectura de la misma obra que nos servirá de guía en este trabajo Poor Economics: A Radical Rethinking on the Way to Fight Global Poverty, los motivos de estas líneas descansan sobre una atención un tanto diferenciada{1}.

II

El origen de este novedoso acercamiento a la cuestión de la pobreza «en mayúsculas» es un intento por superar el fracasado compromiso de las Teorías Contemporáneas del Desarrollo y en especial la teoría neoliberal, a la hora de dar buena cuenta de las dinámicas que determinan el desarrollo de los individuos y las naciones (Banerjee y Duflo, 2011). El consecuencialismo normativo y el fetichismo teórico inherente a unas teorías de claro contenido especulativo produjo una literatura resultante que delimitaba entre un decepcionante intento por asimilar el desarrollo desde el determinismo más riguroso y una fervorosa actitud alcanzada desde un perfecto seguimiento acrítico a sus preceptos (Jiménez, 2015). Mientras que algunas teorías como la de la modernización o la dependencia sometían el desarrollo a una estéril interpretación de lo real a partir de un reduccionismo normativo de entender lo justo desde la frontera estricta de lo útil (Sen, 1999), otras como la neo-marxista o neo-liberal sin menoscabo de lo anterior, degradaba cualquier hecho a un marco de corte paretiano donde «(…) algunas personas en las más grandes de las miserias, conviven con otras en el mayor de los lujos (…)» (Sen, 1988:50).

Todo esto generó en la década de los 90´s del pasado siglo un encendido debate con fuertes tendencias relativistas re-vestidas de un cierto «pluralismo cultural» e «indigenismo» en algunos círculos académicos. Estilos donde se llegaba a sostener que el desarrollo no era más que una invención de un occidente hegemónico (Rist, 2002), que daba paso a una nueva etapa de post-desarrollo donde el progreso económico asumido en los términos clásicos de crecimiento fueran trascendidos por una nueva concepción no heterónoma del ideario occidental (Escobar, 1996). Nada en estos movimientos intelectuales hizo presagiar como así ocurrió una aprehensión más profunda y sofisticada de aquella clásica sombra proyectada en forma de pregunta y que en su expresión más depurada respondía a la causación última de la riqueza de las naciones.

Las consecuencias de todos estos acontecimientos fueron el caldo de cultivo para que ya a principios del siglo XXI se diera un giro metodológico con consecuencias epistemológicas radicales en la disciplina del desarrollo. Si lo teórico quedaba sumergido en la abstracción más especulativa y en el determinismo más rancio, lo propio sería despojarnos de aquello con el fin de atender a lo concreto. Sin ningún tipo de perturbación ideológica que sometieran los estudios del desarrollo a una diatriba de retórica insustancial, la economía experimental con el centro J-PAL como uno de sus baluartes institucionales se presentó como legítima alternativa. Un cambio que exigía de las disciplinas de la pobreza y el desarrollo un análisis apegado a la realidad particular de los distintos agentes económicos por medio de instrumentos –evaluaciones de impacto y ensayos aleatorios– que frente a lo hipotético-deductivo de las teorías precedentes se presentaran como mimética expresión de lo real. Aunque esto suponía una reacción razonable no fue para nada en mor del sentido último que lo motivaba. Lejos de lograr un mayor entendimiento sobre las dinámicas que propician el fortalecimiento del desarrollo y la reducción de la pobreza, la economía experimental se encierra en un marco auto-referencial donde las limitaciones intelectivas de cada estudio empírico –los resultados son avalados por un hecho empírico particular– son suplidas por nuevos estudios resultantes que, afectados por la misma dolencia epistémica condenan ad infinitum a nuevos trabajos. Si este enunciado explicaría a juicio de quien os escribe el mecanismo que genera el desorbitado número de investigaciones empíricas implementadas, sin ningún progreso cierto hacia un mayor entendimiento tal y como se sostiene en (Awaworyi, 2014), no refleja en cambio el peligro más acuciante de la economía experimental, y que es a ciencia cierta, el motivo general de este trabajo.

Como intentaremos demostrar a continuación, la economía experimental no solo no es una metodología sin referencias teóricas sino que negándolas la incorpora indefectiblemente desde una posición particular. Una posición teórica resultante que muestra ser aquella misma que previamente negó pero que en ese mismo proceso de negación como construcción de la alternativa «a-teórica» se sobrepone expresándose desde una clara transmutación ideológica. Lo interesante se revela en tanto y en cuanto su afirmación como reacción a lo teórico no ocurre desde un plano que pudiéramos llamar originario donde una teoría se expone al juicio directo de la crítica, sino que oculta tras una supuesta neutralización «experimental» –el hecho es en tanto que manifestación pura dirán sus seguidores–, ejerce su influencia bajo un ahora sí juicio hipotético despojado de cualquier adefesio apriorístico. Una influencia que se revela como perversión ideológica donde los fantasmas supuestamente abandonados reaparecen con una nueva fuerza.

Tras las requeridas consideraciones preliminares acerca del origen de la economía experimental intentaremos demostrar no el hecho en sí de por qué lo experimental como metodología es incompatible con un mayor entendimiento de la pobreza y sus causas, sino el cómo desde la imposibilidad impuesta desde los elementos propios de tal metodología se recrea aquellos mismos fenómenos antagónicos que forzaron su origen. Con todo ello, quedará constancia válida de que la celebración de tales éxitos académicos no respondería en última instancia al reconocimiento de un mayor alcance de la disciplina del desarrollo y sí a una especie de conmemoración «gatopardista». Dispongámonos sin más preámbulos a desentrañar el asunto en cuestión.

III

Las causas empíricas, a las que somete la economía experimental los hechos de desarrollo, a la vez que satisfacen el reconocimiento de lo dado en su particularidad, se manejan como instrumentos y medios con los que se manifiesta una necesidad de ámbito superior; entender. Empero, no se encuentra en el propio identificar sintético de los fenómenos ningún fundamento teorético que permita transformar tales manifestaciones en un cuerpo sistemático y coherente de ideas que constituyan las bases de todo entendimiento. Por ejemplo, que de los ensayos aleatorios se deriven que prestatarios que reciben un micro-crédito con fines empresariales no inviertan más que una proporcional dotación de todo el montante, o que los pobres ante la falta de expectativas económicas reducen su ingesta de alimentos nutritivos (Banerjee y Duflo, 2011), no es de ello necesariamente deducible una explicación que ajuste tales reacciones a un marco unitario de discernimiento.

En este sentido, el desligarse de lo teórico no postularía en lo empírico hacia lo pretendido por Duflo como expresión indómita derivada de la fuerza compulsiva de los hechos en cuanto tales cuya incorporación a un específico sistema teórico se encontrara de ella liberada. Ello es debido a que toda explicación de los hechos supone siempre unas ideas preconcebidas, un a priori. En tales términos se pronuncia K. Popper en Conjeturas y Refutaciones;

«Los empiristas creían por lo común que la base empírica consistía en percepciones u observaciones absolutamente dadas, en datos, y que era posible construir la ciencia sobre estos datos como sobre una roca. En oposición a esta doctrina, señalé que los datos aparentes de la experiencia son siempre interpretaciones a la luz de teorías, por lo cual tienen el carácter hipotético o conjetural de todas las teorías» (pag. 461).

Un pre-posicionamiento que trasciende el estricto ámbito de la economía experimental y que empero, esta desatiende al concebir erróneamente en el desvelamiento de los datos empíricos una verdad de ámbito superior. Una ficción que pone al pensamiento al descubierto, despojado de cualquier herramienta que permita iluminar el gigantesco puzle que traza el instrumental experimental.

Ahora bien, tal hecho no se consume como denunciara Easterly (2011), en una mera sustitución del llamado «pensamiento duro» de las «grandes preguntas» hacia otro más débil donde lo teórico quede abandonado a una reacción intuitiva y «des-ideologizada». Incluso si así fuera y la solución la brindara un plausible acercamiento desprendido hacia lo empírico solo podríamos justificar lo experimental de la economía como razonada reacción al reduccionismo neoliberal con una rotunda objeción. Y es que tal acontecimiento es legítimo razonamiento en tanto y en cuanto se asienta sobre una subversión ideológica concluyente. Puesto que no existe reacción intelectiva frente a los hechos empíricos que no suponga una generosa concesión por parte de un acto deductivo precedente (Fichte, 1975; Popper, 1994), afirmar que lo experimental es la alternativa necesaria a cualquier teoría especulativa no es más que una imposibilidad lógica y fáctica. Es precisamente en tal innegociable relación donde emerge el carácter ideológico del la economía experimental. Si bien se presenta como metodología a-crítica donde lo real de la pobreza se consuma en su manifestación experimental «este cambio radical de perspectiva, alejado de las respuestas universales, nos exigió salir de nuestros despachos (…)» sostendrá la premiada–, un alcance más profundo de los hechos nos conducen a una motivada e instintiva necesidad de insertarlos en un marco narrativo que de sentido a lo que solo es resultado.

Tal paradójica reacción queda patente desde un principio en toda la investigación de la catedrática del MIT. A pesar de que en la obra Poor Economics los autores niegan insistentemente cualquier dogmática que pretenda de lo particular su universal, «(…) lo verdaderamente útil es pensar en términos de problemas concretos que pueden tener respuestas específicas (…), pensar en la ayuda más que en la Ayuda», Easterly (2011) apunta como la necesaria necesidad de dar sentido a lo que se expresa como mera experiencia lleva a que al final de la obra E. Duflo y Banerjee capitulen con las «cinco lecciones claves» o las «siete ideas que funcionan» para el otro de Karlan y Appel «More tan Goods Intentions». O en otras palabras, lo que se presentaba como una negación en forma de superación de lo teorético vuelve a sí mismo para recuperar la dimensión teórica previamente negada. En todo este proceso de recomposición metodológico, lo teórico reaparece sin ningún tipo de mejoramiento. No es una negación que una vez alcanzada su imposibilidad vuelve a revelarse en términos mejorados desde el filtro que impone lo empírico, sino que muy al contrario, su presencia inmaculada ahora sí queda de otro modo reconsiderada. Pues ya no es la expresión monolítica de una teoría neoliberal que somete la complejidad del desarrollo a una estricta frontera de abstracción e irrealismo epistémico (Sen, 1998), sino que su ocultación desde un método que se focaliza en lo experimental le hace resurgir para reaparecer instintivamente como reacción ante lo meramente descriptivo de la economía experimental.

IV

Sea quizás este mecanismo lo más ideológico de la cuestión presente. El problema no sería que se muestre incapacitada para trascender la limitación que impone lo teórico, sino que negándolo aquella reaparezca mediatizada y superada desde la fuerza misma que impone lo fáctico como presencia consumada. No hay, tal y como observamos, una superación de lo teorético en tanto que reordenación de nuevas ideas articuladas desde un discurso más amplio sino una mediación de su expresión intelectiva que ocurre en y para lo fáctico. Vayamos para ello a un ejemplo ilustrativo. Si las evaluaciones de impacto nacían como instrumento con el que atender a lo concreto frente al carácter especulativo de las teorías precedentes, particularmente la neoliberal, resulta paradójico e incluso contradictorio que tras un extenso número de evaluaciones realizadas E. Duflo responda –ante lo que supone la diversidad de lo complejo– desde el cariz mismo de la teoría neoliberal. Ante la pregunta del entrevistador por la replicación de políticas de desarrollo en espacios geográficos heterogéneos la economista francesa responde en tales términos; «en la práctica, tenemos muchos ejemplos de que muchos resultados, o al menos muchas de las lecciones clave, pueden replicarse bastante bien en otros países» (elmundo.es, 15/05/2015). Respuesta que nos esperaríamos de algunos teóricos del neoliberalismo como Bauer, Lal o Bhagwati pero nunca de una supuesta economista cuyas pretensiones experimentales van «determinadas» a la superación de tales reduccionismos.

Al comienzo de su obra ya mencionada E. Duflo y su también coautor A. Banerjee hablan del efecto de las tres íes –ignorancia, ideología e inercia– como efectos que explicarían el mal funcionamiento de las políticas de desarrollo y que solo por medio del entendimiento que deriva de los ensayos experimentales se podría mitigar. Tras este aviso que parece revelarse como auto-advertencia a la vista de lo acontecido se precipitan en los mismos tres efectos que pretendían superar. Tras los estudios empíricos realizados las conclusiones adquieren el mismo grado de determinismo que las que pudieran proceder de la teoría neoliberal misma. Alerta E. Duflo, «si eres pobre, no puedes conseguir un crédito para comenzar un negocio. Resultado: sigues siendo pobre». Por lo que facilitando un crédito adaptado a las características particulares –micro-crédito– rompemos la trampa de pobreza resultante –se sostiene con un largo número de estudios a lo largo del capítulo 10 de su obra. Empero, este análisis es tan delicado como injusto. Pues supone que aquello que alimenta las dinámicas de pobreza no sería más que la determinación de un estado particular que a través de una «intervención quirúrgica» en forma de los «alimentos adecuados», los «incentivos concretos» o las «estrategias innovadoras» aquellas serían reconducidas hacia un estado asintótico de desarrollo y bienestar.

Aunque el propósito de este trabajo no alcanza un examen detenido sobre estas cuestiones fundamentales, si es cierto que las distintas recetas que se facilitan desde la metodología experimental no se alejan en nada del determinismo de la teoría neoliberal. Precisamente, tal como analizamos anteriormente, la razón radica en que es la misma teoría neoliberal ahora mediada desde la rigurosidad que desprende la aceptación empírica en su planteamiento de abstracción y monismo epistémico la que se revela triunfante tras su previa negación. Desde esta acepción, la economía experimental negando cualquier marco teórico desde su particular abandono en lo empírico en cuanto tal está implícitamente aceptando la teoría neoliberal. Una conformidad que no lo es en strictus sensus y sí en cuanto a la determinación de los mecanismos ideológicos que instauran el reduccionismo y determinismo propios de esta teoría. Desde esta perspectiva, la teoría del desarrollo como un Todo se encontraría en una clara disyuntiva donde el perfeccionamiento gnoseológico que deriva de un incesante incremento de la actividad científica resultante iría justamente en contra del destino último de esta.

V

De toda esta reflexión quizás podamos sacar en provecho una advertencia general que concluya estas líneas. Y es que pudiera ser que la disciplina del desarrollo tenga que parar sobre sus pasos para en un ejercicio de auto-reflexión encontrar esa orientación certera donde el precio por la pesquisa no se fragüe con la moneda del entendimiento. Un asimilarse cuya razón de ser no podría ser desvelado en un trabajo de estas características, y que aunque las pistas ya las pusiera Fichte en un camino donde lo a priori y posteriori se «fundan entre sí», sí que al menos nos ha permitido identificar algunos de los mecanismos que impiden los claros en el bosque.

Bibliografía

Awaworyi, S. «Impact of Microfinance Interventions: A Meta-analysis», Discussion Paper 03/14, Monash University.

Banerjee, A. y Duflo, E. (2011) Poor Economics: A Radical Rethinking on the way to fight Global Poverty, Publicaffairs.

Easterly, W. (2011) «Measuring How and Why Aid Works-or doesn´t», The Wall Street Journal Update April, 30.

Escobar, A. (1996) La invención del Tercer Mundo: Construcción y Deconstrucción del Desarrollo, Virtual.

Fichte, J. G. (1975) Los caracteres de la Edad Contemporánea, Biblioteca de la Revista de Occidente.

Jiménez Castillo, M. A. (2015) «Una (meta) crítica a las escuelas contemporáneas del desarrollo», Revista Iberoamericana de Estudios del Desarrollo, 4(1): 56-73.

Popper, K. (1994) Conjeturas y Refutaciones, Ediciones Paidós Ibérica, Madrid.

Rist, G. (2002) El desarrollo: Historia de una creencia occidental, Los Libros de la Catarata.

Sen, A. (1988) On Ethics and Economics, Oxford: Basil Blackwell.

Sen, A. (1999) Development as Freedom, Oxford: Oxford University Press.

Notas

{1} Para aquellos que no estén familiarizados con la metodología experimental de los ensayos aleatorios y evaluaciones de impacto recomiendo la siguiente bibliografía. Ver en García Montalvo, J. «El análisis experimental de la ayuda al desarrollo: la evaluación de lo que funciona y de lo que no funciona», Fundación BBVA, diciembre 2008. De un análisis metodológico de la cuestión ver en Duflo, E y otros. «Using Randomization in Development Economics Research: A Toolkit», Center for Economic Policy Research, 2007.

 

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