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El Catoblepas, número 136, junio 2013
  El Catoblepasnúmero 136 • junio 2013 • página 9
Artículos

El aborto, según Julián Marías

Rubén Franco González

Se replantean, desde el presente, las posiciones de Marías sobre el aborto

De la campaña de la Comisión Catalana en Defensa de la Vida, 1983

En estos días se anda discutiendo en la sociedad española sobre el aborto, a propósito de la denominada “Reforma Gallardón”, que efectivamente vendría a reformar la reciente ley llevada a cabo por el partido socialista obrero español, conocida popularmente a su vez como “Ley Aído”, por haber sido Bibiana Aído la Ministra de Sanidad durante un tiempo de la segunda legislatura de Zapatero (agotada antes de tiempo, por cierto, 2008-2011) y la responsable de haber llevado a cabo la Ley Orgánica de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo de marzo de 2010. La anterior ley vigente era la de 1985, la de los “tres supuestos” y que muchos consideraban un coladero para abortar libremente. Y con la ley llevada adelante por Bibiana Aído (aquella señora que consideraba que un feto es un ser vivo, sí… pero no humano. No hace falta para intentar justificar a la señora Aído acordarse de la teoría de la recapitulación de Haeckel del siglo XIX o del doctor Moreau: basta con constatar el absoluto caos e ignorancia en que estaba sumida, incapaz de apreciar, por ejemplo, la distinción entre individuo humano y la persona) se avanzaba al parecer hacia una posición progresista, moderna, libre y post-orteguianamente muy siglo XXI. Vamos, el culmen de la racionalidad y libertad del género humano. Resultado, naturalmente, del gobierno socialista, que por fin lograba dar a las mujeres el derecho a abortar. Se podría resumir emic de la siguiente manera:

Tras décadas (siglos y milenios) de patriarcado, las mujeres ahora tenemos derecho a hacer con nuestro cuerpo lo que queramos. ¿Queremos quitarnos unos lunares? Lo hacemos ¿Queremos quitarnos un poco de grasa aquí y allá? Lo hacemos ¿Queremos quitarnos las mamas por un elevado riesgo a padecer un cáncer? Lo hacemos{1}. ¿Queremos extirpar ese feto molesto que crece en nuestro interior? No hay problema alguno: se extirpa y santas pascuas. Es nuestro cuerpo y hacemos lo que se nos antoja. Hasta hace poco ese derecho se nos negaba. Era cosa de la sociedad machista y represora (fascista, incluso). Esa sociedad incapaz de ver cuánto se progresa mientras miles y miles de féminas libres y autónomas como nosotras nos deshacemos de nuestros fetos. ¿A qué tanto escándalo? Es lo de siempre: la clerigalla. La Iglesia y sus acólitos, que se niegan a perder influencia y poder en la sociedad. Quiénes son ellos para decirnos a nosotras, féminas responsables, qué debemos hacer con nuestro cuerpo y con nuestra vida. Que se metan ellos en sus asuntos{2}.

Con el párrafo anterior queda bien claro la mentalidad general de los proabortistas. “Es una cuestión de libertad”, dicen. Y también: “No me va a jorobar la vida. Es un niño no deseado”. Ahí la cuestión. No dicen “un feto no deseado” o “un tumor no deseado” porque saben que pese a que se le considere así (como un tumor), en realidad no lo es. Y es un individuo humano. En una fase temprana de su formación, sí, pero un individuo humano que si no se le aniquila antes pasará a formar parte en el futuro de la sociedad de personas. Y además, por otro lado, ante la afirmación de que no ha sido deseado “ese ser” que lleva en su interior, ¿qué importa? ¿y qué le importará al niño? Y lo de la libertad, pues es un claro ejemplo de que es una palabra comodín, una idea-fuerza o como se quiera decir, manoseada por todas partes y que se la está prostituyendo. Libertad, ¿para qué? Para matar a un congénere. Es algo terrible y repugnante. Y lo realmente grave es que esa ideología ha calado profundamente en múltiples capas de la sociedad. Tiempo tendremos de ir viendo los distintos argumentos que ofrecen los proabortistas (aunque los principales están ya expuestos), y de hacer la crítica pertinente; y precisamente y en rigor de aplicar la crítica, ir por partes, ya que el tema es complicado y no podemos caer en el error de enmarañar más el asunto. Que se vean bien cuáles son los problemas objetivos que existen.

Es el del aborto un asunto muy importante, y que la manida crisis no puede hacernos obviarlo o dejarlo de lado{3}. Cada cosa está dada a su escala, por lo que no hay ninguna incompatibilidad entre emplear el tiempo escribiendo y discutiendo sobre el aborto, y otras labores. Si creemos que todo lo importante es la economía, estaríamos ejerciendo un reduccionismo (el economicismo), muy presente en políticos y analistos varios. Quienes consideran que lo importante en nuestros días es el debate sobre qué sistema político queremos para convivir, y no ponerse a discutir sobre el aborto, cometerían un grave error, ya que precisamente el aborto es una piedra de toque muy importante para definir qué modelo de sociedad queremos o tenemos{4}.

El pasado martes 14 mayo 2013 se celebró un acto en el Club de Prensa Asturiana de La Nueva España de Oviedo, en el que el abogado Juan Méjica realizó una serie de preguntas a Gustavo Bueno sobre el aborto, con motivo de la Reforma Gallardón{5}. Era un acto organizado por una asociación Pro-Vida, lo cual nos parece muy bien, aunque nosotros no entendamos la vida en términos absolutos o supremos, ya que se pueden dar (se dan, de hecho) conflictos, en los que al “valor” de la vida se oponen otros valores (luego tendremos ocasión de decir algo acerca de ello). El caso es que en estas semanas de discusión sobre el tema, hay tertulias radiofónicas y televisadas, columnas, artículos y reportajes en la prensa, &c., sobre el aborto{6}. Y nos ha parecido oportuno traer a colación a Julián Marías. Presentar o representar públicamente la posición del filósofo español sobre el tema del aborto. Que se cuente con él en el campo del debate. Así que presentaremos los argumentos que Marías esgrimía para oponerse frontalmente al aborto (pero sobre todo a la nematología abortista: a la aceptación social del aborto). Veremos cómo lleva más razón en unos puntos que en otros, y si se pueden considerar útiles (aunque sólo fuera en el terreno de la disputa pública frente a posiciones abortistas) en la defensa del individuo humano en gestación, y ello desde nuestra perspectiva materialista, que, sin duda, no es la de Marías{7}.

En cuanto al materialismo filosófico, tenemos varios materiales que han servido para discutir sobre el aborto, y perfilar cuál es la posición que cabe defender desde el materialismo. Un asunto muy vidrioso y donde realmente hay que hilar muy fino, y que supone usar ideas y, por tanto, estamos en un posición filosófica (y no científica o religiosa){8}. La clave está en la consideración de cuándo comienza el ser humano, desde cuándo podemos decir que ya existe un individuo humano (que es el referente sobre el que aplicar la ética materialista). Así, hay que manejar las nociones como las de identidad o continuidad. Esta polémica sirvió para explicitar la importancia de la teleología orgánica en el proceso de la ontogenia, hablar de la ontología de la posibilidad (tan importante para la cuestión, en cuanto de ella se interpreta de una manera u de otra la totipotencialidad de los blastómeros de la blástula y de la mórula en los días posteriores a la fecundación), &c.

Gustavo Bueno dedicó al aborto el primero de los cinco ensayos de análisis de algunas cuestiones desde la Bioética materialista en su libro ¿Qué es la bioética? (Fundación Gustavo Bueno, Oviedo 2001, págs. 87-90). En 2009 publicó David Alvargonzález su libro La clonación, la anticoncepción y el aborto en la sociedad biotecnológica (Pentalfa, Oviedo 2009). Luego llegaron los artículos de José Manuel Rodríguez Pardo («Bioética materialista, clonación y aborto», El Catoblepas, nº 92, pág. 14) y José Manuel Lahoz Pastor («Cuestiones sobre el aborto», El Catoblepas, nº 95, pág. 9), y el libro de Gustavo Bueno El fundamentalismo democrático (Temas de Hoy, Madrid 2010, donde dedica el capítulo 14 a “La ley de plazos del aborto”, págs. 275-319). Tras éste, un artículo de Alvargonzález donde respondía a sus tres críticos («El comienzo del individuo humano y el aborto provocado», EC 97:10), el de Bueno sobre el aborto a la luz de la teleología orgánica («La cuestión del aborto desde la perspectiva de la teleología orgánica», El Catoblepas, nº 98, pág. 2); y la respuesta de Alvargonzález a este artículo de Bueno («Acerca del aborto y la teleología orgánica», EC 99:17). Esto en cuanto a formato escrito. En formato audiovisual tenemos las dos conferencias de Bueno («Análisis desde varias perspectivas de la Ley del aborto», 23 de abril y 20 de mayo de 2009), el debate en el que participó Tomás García López en los VI Encuentros del Lugar («Cuestiones bioéticas sobre el aborto», Carrascosa de la Sierra, 6 de marzo de 2010), junto a Mª Ángeles García Jiménez{9}; la mesa redonda celebrada en los XVII Encuentros de Filosofía de Oviedo de 2012, donde intervinieron Alvargonzález, Iñigo Ongay y Laura Nuño de la Rosa (y Bueno desde el público), y, ahora también, la reciente, como decíamos, charla en el Club de Prensa Asturiana. Todos estos materiales están accesibles en la red, en abierto, para todo aquel que quiera tratar, con un mínimo de precisión, sobre estos asuntos.

En cuanto a Julián Marías se refiere tenemos varios artículos suyos sobre el aborto, escritos a lo largo de los años. Así, “Las palabras más enérgicas” (ABC, 9 noviembre 1982), “Una visión antropológica del aborto” (ABC, 24 mayo 1983), “La cuestión del aborto” (ABC, 10 septiembre 1992) o “La más grave amenaza” (ABC, 4 septiembre 1994){10}.

Al ponernos nosotros a repescar las ideas de Marías sobre el aborto para el debate público de 2013, hemos descubierto dos trabajos de los últimos años, que han pretendido precisamente esto, y como no puede ser menos, nosotros tenemos aquí la obligación no ya de citar, sino incluso de comentar algo de ellos, en la medida en que estamos trabajando sobre los mismos textos de Marías (aunque la interpretación sea distinta). El primer artículo es “Julián Marías. Una respuesta responsable al problema del aborto” de Juan Manuel Monfort Prades, publicado en la revista cuatrimestral Cuadernos de Bioética (nº 73, volumen XXI, 2010, septiembre-diciembre), órgano oficial de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica, y dedicado ese número a “Los dilemas éticos en el aborto deliberado”. El segundo artículo es aún más reciente. Es del año pasado, y lleva la firma de Carmen González Marsall, especialista en Derechos Humanos de la Universidad Complutense de Madrid. Se titula “Julián Marías: La realidad de la vida humana y del aborto”, publicado en Bioética (Volumen 12, número 1, enero-abril 2012), y al parecer fue la comunicación presentada por la autora a las Jornadas sobre el pensamiento filosófico de Julián Marías, celebradas en la facultad de Filosofía de la Universidad de Valencia los días 15 y 16 de diciembre de 2010{11}.

Hay que observar que los dos primeros artículos que tomamos como referencia de Marías son de 1982 y 1983, es decir, en los momentos en los que llega el PSOE al poder y se empieza a discutir sobre la futura ley del aborto (que se promulgará en 1985). El artículo famoso de Marías, “Una visión antropológica del aborto” se publica el día que comienza el debate parlamentario sobre el aborto, el 24 mayo 1983. Es interesante constatar a través de la prensa cómo se vivió entonces tal acontecimiento{12}. Ese mismo día, Ramón Pi (ahora en La Gaceta) escribía en La Vanguardia:

«Lo que sucede es que quienes creemos en el valor supremo de la vida humana de tejas abajo no podemos aceptar que los votos, por muchos que sean, legitimen esta agresión Institucional contra el respeto y la protección de la vida. La legalización del aborto es la barbarie. Esterilizada, pero barbarie sin paliativos. Se favorece la comodidad frente a la responsabilidad, se vuelven del revés los valores éticos, y se pone la vida en un plano inferior a la salud, el bienestar o el deseo. El hijo no querido, el que puede nacer tarado o el que compromete la salud de su madre podrán ser aniquilados cuando el Gobierno del rearme moral abandone a esos seres humanos a la suerte que quieren otros. Estoy escogiendo as palabras más suaves y menos dramáticas para reflejar una realidad sin enmascararla de «interrupción voluntaria del embarazo», que es una expresión que suena como si un embarazo no tuviera nada que ver con una nueva vida humana.
Hablan los partidarios de legalizar el aborto de hipocresía social por parte de los que están en contra y, en cambio, envían a sus hijas a Londres. Tienen razón. Como la tengo yo al hablar de una enorme hipocresía política cuando se hacen referencias al aborto sin considerar el fenómeno desde el primero, el principal, el prioritario punto de vista, que es el del nuevo ser, verdadera víctima del aborto, gran protagonista de una realidad dramática para todos, ciertamente, pero más que para nadie, para él, que pasa de la vida a la muerte, con el consentimiento de los poderes públicos.»

Meses después, en el célebre programa de televisión La Clave se dedicó un debate al aborto{13}. Intervinieron Bernard Nathanson, José María Ruiz Gallardón (Gallardón padre), Javier Gafo, Dolores Volta, Carlos López Riaño, Ángel Sopeña, Aurora García Vita y la imprescindible en estos lares, Cristina Almeida, que insiste en estos días (El Gran Debate, Al rojo vivo) en que la ley que está preparando el PP es un retroceso en las libertades de las mujeres. Mientras se vea como una cosa de libertad de la mujer y no como lo que es (un asesinato), poco se puede hacer{14}. O mientras se entienda que la oposición al aborto se hace por cuestiones religiosas o por un guiño al “sector duro” del PP{15}, poco se puede discutir. Lo mismo que con quien mete en el mismo saco al aborto y al divorcio (Ley de 1981) (el pack progresista 2*1, o junto con la objección de conciencia (Ley de 1984) -3*1-), intentando equipararlas entre sí. Sí se podrá hacer con quien comprenda la naturaleza de lo que significa abortar, y, por supuesto, sabiendo que hay determinadas situaciones en las que se dan conflictos y es preciso elegir, como puede ser la de un feto que pone en riesgo la vida de la madre, y ahí sí es pertinente entrar a discutir qué debe primar: si la vida de la madre o la del hijo.

Los debates siguieron después de la Ley de los tres supuestos del 85 (y donde la inmensa mayoría se acogía al supuesto psicológico para destruir a su hijo), como es lógico. Hasta la de 2010, y desde entonces hasta ahora. Por señalar algunos, hacemos referencia a los artículos de Lidia Falcón (sería una descortesía no mencionarla en este contexto) y José Enrique Bustos en El Mundo del 28 enero 1990, reclamando “más liberalización” y “más restricción” respectivamente; y al de Pilar Urbano (“Por quién doblan las campanas?”) publicado el 14 abril 1991 en el mismo periódico. El 10 marzo 1983, Lázaro Carreter publica una tercera en ABC titulada “Corina aborta” (y no, no es esa Corina, sino la cortesana de la que se enamoró Ovidio a los veintiocho años y que nos narra en Amores). Una semana después, el 18 marzo 1983 y en el mismo ABC, se publican los artículos “Abortar a un mongólico” y “La caza temprana del hombre” de Jesús Flórez y Víctor García Hoz respectivamente (éste último de infausto recuerdo para Marías). De los últimos años, previos a la Ley de 2010, destacamos “La barbarie silenciosa (El aborto libre en España)” de José Antonio Zarzalejos (9 diciembre 2007) y “Errores y horrores del aborto” de Antonio Montero Moreno (19 octubre 2008), ambos publicados en ABC. No podemos olvidarnos de una tercera de ABC sobre el aborto tan famosa como las de Marías. Estamos hablando de “Aborto libre y progresismo” de Miguel Delibes, publicado por primera vez el 14 diciembre 1986{16}. Y de los artículos de las últimas semanas, y por citar alguno (ya que se podrían poner multitud de referencias), apuntaremos tres. El primero, uno de Juan Manuel de Prada en ABC, del pasado 13 mayo 2013 titulado “Aborto y libertad individual” (se podrían poner otros del mismo autor). El segundo, el de Juan Carlos Girauta del 14 mayo 2013, también en ABC, titulado “Entropía y aborto” y donde termina citando a Gustavo Bueno{17}. El tercero es la columna de Javier Neira en La Nueva España del 16 mayo 2013 titulada “Criterios”{18}.

Pasemos ya, de una vez, a los textos de Marías. A ver qué dice el bueno de don Julián. Comenzamos por “Las palabras más enérgicas” del año 1982. El motivo de este artículo son las palabras pronunciadas por el papa Juan Pablo II una semana antes, el 2 de noviembre (día de los difuntos). En ellas el Papa decía que “nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se minaría el fundamento mismo de la sociedad”. Marías destaca de las palabras del Papa que no aparece la palabra Dios ni referencias al cristianismo, y ello es un acierto del Papa, ya que el aborto no es un asunto religioso. Hasta ahí bien. Cita Marías un fragmento de su libro Problemas del cristianismo:

«la ilicitud del aborto nada tiene que ver con la fe religiosa, ni aún con la mera creencia en Dios; se funda en meras razones antropológicas. Los cristianos pueden tener un par de razones más para rechazar el aborto; pueden pensar que, además de un crimen, es un pecado. En el mundo en el que vivimos hay que dejar esto -por importante que sea- en segundo lugar, y atenerse por lo pronto a lo que es válido para todos, sea cualquiera su religión o irreligión. Y pienso que la aceptación social del aborto es lo más grave que ha ocurrido, sin excepción, en el siglo XX.»

El aborto no es una cuestión religiosa. Eso está claro. Pero es una cuestión antropológica en cuanto se entienda que el uso o no de la práctica abortiva en una sociedad lo sitúa en una fase u otra de las que establecía la Antropología clásica: salvajismo, barbarie y civilización. O es una cuestión antropológica en la medida en que se interprete que es una cuestión filosófica lo que se está disputando. Pero no es esto lo que quiere decir Marías. Lo dirá claramente en “Una visión antropológica de aborto”, por lo que pasamos allí para ver qué quiere decir exactamente nuestro filósofo:

«Hay otro planteamiento que pretende tener validez universal y es el científico. Las razones biológicas, concretamente genéticas, se consideran demostrables, enteramente fidedignas, concluyentes para cualquiera. Pero sus pruebas no son accesibles a la inmensa mayoría de los hombres y mujeres, que las admiten por fe (se entiende, por fe en la ciencia, por la vigencia que ésta tiene en el mundo actual).»

El planteamiento científico (habla de la genética), para Marías no tiene duda alguna. Quiere decir que se conoce perfectamente cómo se fusionan los gametos masculino y femenino formando el cigoto{19}, y cómo los blastómeros se van duplicando, y cómo se forma el blastocisto … Pero no aclara indubitablemente la cuestión del aborto, ya que numerosos científicos consideran que no se puede hablar de vida humana hasta que no se forma el corazón, o hasta que el feto es capaz de sentir o hasta que … El aborto no es una cuestión científica, sino filosófica, como veremos a continuación. Pero antes señalar el reconocimiento que hace Marías del fundamentalismo científico de la sociedad, al hablar de fe en la ciencia (“la ciencia proveerá”). Prosigue Marías:

«Creo que hace falta un planteamiento elemental, ligado a la mera condición humana, accesible a cualquiera, independientemente de conocimientos científicos o teológicos, que poseen (…) sin interpretación de teoría (que en ocasiones impiden la visión directa y provocan la desorientación).»

Esta visión intuitiva que Marías propone, que no sea ni científica ni teológica, sino de sentido común, no existe, o sí existe si se quiere: es la filosófica. Sólo que filosofías como sabemos hay muchas. No es posible entrar a valorar el aborto sin teoría alguna. No es posible esa especie de descripcionismo que propone. La visión directa será muy útil pero hace falta interpretarla desde alguna teoría concreta. De lo contrario, sí que habría desorientación. Pero ya estamos adelantando el juicio a lo que Marías argumenta, que deberá interpretarse como una perspectiva filosófica. Continúa diciendo:

«Esta visión no puede ser otra que la antropología, fundada en la mera realidad del hombre tal como se ve, se vive, se comprende a sí mismo (…) que apela únicamente a la evidencia y no pide más que abrir los ojos y no volverse de espaldas a la realidad. Se trata de la distinción entre cosas y persona. Sin embargo, dicho así puede parecer cosa de doctrina. Por verdadera y justificable que sea, evitémosla. Limitémonos a algo que forma parte de nuestra vida más elemental y espontánea: el uso de la lengua.»

Está muy bien su deseo de “no volverse de espaldas a la realidad”, pero hace falta una teoría para interpretarla, no basta sólo con abrir los ojos. Y el mejor ejemplo lo da él, ya que lo que propone como lo “más elemental y espontáneo”, la lengua, para oponerse al aborto, ya es de sí una teoría. Estará aplicando una teoría o perspectiva gramatical (semántica si se quiere).

«La ciencia y aun la filosofía llevan dos milenios medio preguntando: “¿Qué es el hombre?”, con lo cual han dibujado ya el marco de una respuesta errónea, porque sólo muy secundariamente es el hombre un “qué”; la pregunta recta y pertinente sería: “¿Quién es el hombre?”, o, con mayor rigor y adecuación: “¿Quién soy yo?” Por supuesto, “yo”, “tú”, o “él” siempre que que se entienda de manera inequívocamente personal.»

Tras encarecer la importancia de que el germen, el embrión y el feto son una persona y no una cosa (o que son una persona y no meramente un “ser viviente”) y de los pronombres personales, pasa a preguntarse (ya con esas premisas, con esa teoría, y, por tanto, no directamente) en qué consiste, cuál es la realidad del aborto:

«El nacimiento de un niño es una radical innovación de realidad: la aparición de una realidad nueva (…) viene de sus padres (…) también del oxígeno, el nitrógeno (…) Diremos que lo que el hijo es se deriva de todo eso que he enumerado, es reductible a ello. Es una “cosa”, ciertamente animada y no inerte (…) Desde este punto de vista, su destrucción es irreparable, como cuando se rompe una pieza que es ejemplar único. Pero todavía no es esto lo importante.»

¿Qué es, pues, lo importante? Veamos:

«Lo que es el hijo puede reducirse a sus padres y al mundo; pero el hijo no es lo que es. Es alguien. No un qué, sino un quién (…) Es un tercero absolutamente nuevo, que se añade al padre y a la madre. Y es tan distinto de lo que es, que dos gemelos univitelinos, biológicamente indiscernibles, y que podemos suponer “idénticos”, son absolutamente distintos entre sí y cada uno de todos los demás; son, sin la menor restricción ni duda, “yo” y “tu”.»

Es un “quién” porque así se le reconoce. Y habla nada más y nada menos que !!!de la identidad!!!, que parece no es una cuestión que pueda prescindir de teoría interpretativa alguna. En lo que queda de artículo ya se mete en harina y argumenta ad hominen frente a los distintos argumentos esgrimidos por las posiciones abortistas (como hará en el primer artículo, que seguiremos viendo cuando acabemos con éste). Así, por ejemplo, frente a la falacia de que el feto es parte del cuerpo de la madre (pudiendo hacer con él lo que le plazca):

«Cuando se dice que el feto es “parte” del cuerpo de la madre, se dice una insigne falsedad, porque no es parte: está alojado en ella (en ella, y no meramente en su cuerpo) (…) Esto es lo que se vive de manera inmediata, lo que se impone a la evidencia sin teorías, lo que reflejan los usos del lenguaje. Una mujer dice: “voy a tener un niño”; no dice “tengo un tumor”.»

Dejando de lado la insistencia en “lo que se vive de manera inmediata, lo que se impone a la evidencia sin teorías”, que ya hemos dicho que no es tal, argumenta frente a la posición de que el feto es una excrecencia que puede ser eliminada. Y remarca que el feto está alojado en la madre, no meramente en su cuerpo. Desde posiciones materialistas, el cuerpo somos nosotros; yo soy mi cuerpo. Pero desde una posición espiritualista esto ya no será así, y se podrá decir que “yo soy corpóreo” (al igual que “yo soy espiritual”) pero no “yo soy mi cuerpo”. En “La cuestión del aborto” escribe:

«Por ello se habla del derecho a disponer del propio cuerpo. Pero, aparte de que el niño no es parte del cuerpo de su madre, sino “alguien corporal implantado en la realidad corporal de su madre”, ese supuesto derecho no existe. A nadie se le permite la mutilación; los demás, y a última hora el poder público, lo impiden. Y si me quiero tirar desde una ventana, acuden la policía y los bomberos y por la fuerza me lo impiden.»

Continuamos con “Una visión antropológica del aborto”. Marías, ahora refiriéndose al proceso que supone el embarazo y al proceso teleológico:

«El niño no nacido aún es una realidad viniente, que llegará si no lo paramos, si no lo matamos en el camino. Pero si se miran bien las cosas, esto no es exclusivo del niño antes de su nacimiento: el hombre es siempre una realidad viniente, que se va haciendo y realizando, alguien siempre inconcluso, un proyecto inacabado, un argumento que tiende a un desenlace.»

Está implícita su idea del hombre (su definición predicativa –al menos en este punto–) como “animal futurizo”. Y deja bien claro que esa “realidad viniente” (o realidades vinientes) llegará(n) a nacer, si no se lo(s) mata antes (sea un único individuo, gemelos o siameses). Puede que el proceso no llegue a buen término, pero no será porque un médico (¿Hipócrates? ¡Hipócritas!) o cualquier hijo de vecino (los abortos clandestinos o caseros siempre han existido, ya lo sabemos) lo impida.

«Y si se dice que el feto no es un “quién” porque no tiene una vida “personal”, habría que decir lo mismo del niño ya nacido durante muchos meses (y habría que volver a decirlo del hombre durante el sueño profundo, la anestesia, la arteriosclerosis avanzada, la extrema senilidad, no digamos el estado de coma).»

Es algo evidente. El niño una vez sale de la matriz intrauterina{20} pasa a desarrollarse en la matriz social. El recién nacido abandonado a su suerte se muere. Salvo que en hipótesis pueda verse acogido por una manada. Pero de ser así, ante lo que nos encontramos es con un niño feral, con el pequeño salvaje de Victor de Aveyron (y que llevaría al cine François Truffaut), y no con Hay, el filósofo autodidacto de Abentofail (que en un ejercicio de fantasía o pura metafísica, va descubriendo poco a poco y él solito parcelas de la realidad hasta alcanzar la idea más grande, la idea sublime: la de Dios). Sin duda, el nacimiento supone un hito, pero no marca diferencia alguna para que se le puede matar antes y no después (en este sentido, es coherente posiciones como la de Singer, de la que hablaremos después). Tan repugnante es matar al niño de un día como al feto en formación dentro de la madre. Pero esto es una cosa que no se admite. Entre los proabortistas está presente la idea de que “ojos que no ven, corazón que no siente”, no sabiendo o no queriendo saber lo que realmente ocurre. Y de nuevo, si son consecuentes, deberían poder eliminar sin problemas a los individuos en estado comatoso, seniles, &c. Eso igual les parece demasiado. Respecto al eufemismo de los proabortistas para camuflar la realidad:

«A veces se usa una expresión de refinada hipocresía (…) es “la interrupción del embarazo”. Los partidarios de la pena de muerte tienen resueltas sus dificultades (…) La horca o el garrote pueden llamarse “interrupción de la respiración” (…) Cuando se provoca el aborto o se ahorca no se interrumpe el embarazo o la respiración: en ambos casos se mata a alguien

Completamente de acuerdo. Aunque no debe extraerse la conclusión acelerada e incorrecta de que quien se opone al aborto debe necesariamente oponerse a la denominada pena de muerte, en aras de la máxima “Sí a la vida”. Una cosa es asesinar sin razón alguna (o por razones personales que a nadie importan) a una persona que no ha hecho nada (un inocente, se dice) y otra que dentro del ordenamiento jurídico de un estado se establezca que se debe destruir la vida de una persona que ha hecho algo{21}. Ese algo puede ser desde robar un trozo de pan o entrar en un campamento, instituto o universidad y matar a quien se ponga por delante (delito circular) hasta blasfemar contra Mahoma (delito angular), pasando por la quema de bosques (delito radial). Pero, esto al margen, Marías habla de la hipocresía de los abortistas al hablar de “interrupción del embarazo”. Ahora dicen IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo), así que más aséptico todavía. Pero es que, si aceptamos esa denominación y decimos “Vale, se interrumpe, pero ¿cuándo se vuelve a reanudar?” la respuesta que obtendremos (o las miradas) desde el flanco abortista no serán muy amigables.

Resalta Marías otra hipocresía:

«Y, por supuesto, es una hipocresía más considerar que hay diferencia según en qué lugar del camino se encuentre el niño que viene, a qué distancia de semanas o meses de esa etapa de la vida que se llama nacimiento va a ser sorprendido por la muerte.»

Pues muy fácil tendrán la réplica los abortistas: mientras esté en el seno materno, es lícito matarlo, pero una vez ha nacido, la cosa cambia, y quien se atreva a matar a un niño será un monstruo. Desde luego, que no se pueda abortar libremente después de la semana catorce es propio de una mentalidad retrógrada, dirán.

Marías está haciendo un ataque frontal (por absurdo) a la teoría que establece cortes abruptos para indicar cuándo se puede descuartizar y cuándo no; cuándo hay niño y cuándo no. Es una crítica a lo que será la Ley de plazos de 2010. Aquí no se extiende más, pero en el artículo del año anterior (“Las palabras más enérgicas”) sí lo hace, por lo que pasamos allí para que continúe ilustrando el mismo argumento:

«Otra hipocresía, aún más refinada, es la que pone plazos. En los tres primeros meses, por ejemplo, está muy bien; el segundo trimestre es menos simpático; para el último hay algunos reparos. Es exactamente como si se dijera que es lícito disparar contra una persona que se acerca a nosotros, siempre que esté a más de veinte metros; si está a menos de diez, hay que pensarlo un poco más; si ha llegado a sentarse a nuestra mesa, es sumamente enojoso.»

Este ejemplo se mantiene en los otros artículos, más reducido y cambiado ligeramente. Así en lugar de “si ha llegado a sentarse en nuestra mesa, es sumamente enojoso” se dice “inadmisible a quemarropa”. Y similares. En realidad, en los artículos se repiten varios argumentos, y se añade algún otro. Pero en este concretamente, sin duda es ridículo pensar de esa manera, pero así es cómo ocurre. Es lo que decíamos antes de “ojos que no ven ...”. E inevitablemente este ejemplo de Marías nos recuerda la escena de la noria del Prater de Viena de El tercer hombre (1949, Carol Reed){22}, donde desde lo alto conversan el cínico personaje de Harry Lime (Orson Welles) y su antiguo amigo Holly Martins (Joseph Cotten){23}:

«Holly: —¿Has visto a alguna de tus víctimas?
Harry: —No me resulta agradable hablar de esto. ¿Víctimas? No seas melodramático. Mira ahí abajo. ¿Sentirías compasión por alguno de esos puntitos negros si dejara de moverse? Si te ofreciera veinte mil dólares por cada puntito que se parara, ¿me dirías que me guardase mi dinero o empezarías a calcular los puntitos que serías capaz de parar? !Y libre de impuestos, amigo! !Libre de impuestos! Hoy es la única manera de ganar dinero.
Holly: —De poco te servirá en la cárcel.
Harry: —La cárcel está en la otra zona. Y no hay pruebas contra mi. Excepto tú.
Holly: —Creo que te sería fácil deshacerte de mi.
Harry: —Desde luego.
Holly: —No te fíes demasiado.
Harry: —Tengo un arma. A nadie se le ocurriría buscar una herida de bala en tu cuerpo si te cayeses de aquí.
Holly: —Han abierto tu ataúd.
Harry: —¿Y han encontrado a Harry? … Es una pena … Oh, Holly, tú y yo no deberíamos hablarnos así, como si pretendiera hacerte algún daño o tú a mi. Temo que no acabas de ver las cosas con claridad. Nadie piensa en términos de seres humanos. Los gobiernos no lo hacen. ¿Por qué íbamos a hacerlo nosotros? Hablan del pueblo, del proletariado … y yo de los tontos y de los peleles (que es lo mismo). Ellos tienen sus planes quinquenales. Yo también.
Holly: —Antes creías en Dios.
Harry: —Y sigo creyendo en Dios, amigo … Creo en Dios y en la misericordia, pero pienso que los muertos están mejor que nosotros. !Para lo que han dejado aquí! Pobres diablos … y, tú ¿en qué crees? Si consigues sacar a Anna de esto, pórtate bien con ella. Es una buena chica, muy agradecida … Lástima que no me trajeras una caja de esas tabletas para el estómago. Holly: quisiera que estuvieras conmigo. No tengo a nadie en Viena en quien poder confiar y somos viejos amigos. Cuando te decidas, avísame y te esperaré en cualquier sitio y a cualquier hora, pero cuando llegue ese momento quiero verte a ti, no a la policía. No lo olvidarás, ¿verdad? No te pongas tan serio. Al fin y al cabo no es nada trágico. Recuerda lo que dijo no sé quién. En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia, no hubo más que terror, guerras, matanzas … pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz, ¿y cuál fue el resultado? El reloj de cuco. Hasta la vista, Holly.»

El paralelismo con el aborto es más que evidente. Desde la distancia, cuando no se aprecia más que un puntito negro (o aún cuando se aprecie ya una morfología humana), se pueden parar o eliminarlos sin problema{24}. Harry es consciente de lo que está haciendo{25}, y en lo que se ha convertido (aunque comienza diciendo que no le resulta “agradable” hablar de ello). Él mismo sabe que está haciendo atrocidades, y el espectador de la película también lo sabe, descubriéndolo a la par que el personaje de Cotten (la explicación emic de Harry). Lo grave es que lo que se ha extendido (e incluso parece que impuesto) es esa mentalidad de Lime, pero sin la carga canalla. Se ha asumido ese discurso. Harry argumenta en términos de una frase de la canción “Despídete” (1998) de Ella Baila Sola, cuando dice que “pienso que los muertos están mejor que nosotros. !Para lo que han dejado aquí!”, y en la canción suena “los que se quedan no lo pasarán mejor”. Desde esa amargura cínica, esa pose nihilista si se desea, actúa. Y quizá sea también el argumentario de ciertas personas para defender el aborto: “para traer una nueva vida a este mundo cruel, mejor lo cerceno de cuajo”. La respuesta de Lime es consecuencia de la afirmación de Holly indicándole que antes creía en Dios, y Harry arguye que sigue creyendo en Él. Lo que puede hacernos pensar en algunos políticos socialistas católicos (pensemos en Bono, por ejemplo), que tuvieron que aprobar la Ley del aborto, en un acto de mala fe{26}.

Pasa Marías a otro argumento. El de quienes defienden el aborto arguyendo que el feto tiene algún tipo de tara física o psicológica:

«Con frecuencia se afirma la licitud del aborto cuando se juzga que probablemente el que va a nacer (el que iba a nacer) sería anormal, física o psíquicamente. Pero esto implica que el que es anormal no debe vivir, ya que esa condición no es probable, sino segura. Y habría que extender la misma norma al que llega a ser anormal por accidente, enfermedad o vejez. Si se tiene esa convicción, hay que mantenerla con todas sus consecuencias; otra cosa es actuar como Hamlet en el drama de Shakespeare, que hiere a Polonio con su espada cuando está oculto detrás de la cortina. Hay quienes no se atreven a herir al niño más que cuando está oculto –se pensaría en protegerlo– en el seno materno; lo cual añade gravedad al hecho: en una época en que cuando se encuentra a un terrorista con una metralleta en la mano, todavía humeante, junto al cadáver de un hombre acribillado a balazos, se dice que es “el presunto asesino”, la mera probabilidad de una anormalidad se considera suficiente para decretar la muerte del que está expuesto al riesgo de ser más o menos anormal. Esta actitud no es nueva; ya se ha ampliado, y con gran amplitud, en la Alemania hitleriana, hace medio siglo, con el nombre de eugenesia práctica.»

Incide en lo que ya hemos visto, y esa coherencia que les exige a los que tienen esa convicción de matar al niño con alguna (o muchas) anomalías en su etapa fetal, que la apliquen “con todas sus consecuencias” una vez haya nacido, sería el caso de Singer. Marías les exige que sean valientes y vayan de cara, no como Harry Lime (nos referimos al momento hematológico, no tecnológico: sabemos que se puede matar a miles de kilómetros de distancia). Y, desde luego, si se argumenta que ese niño va a tener una vida terrible y llena de sufrimientos (para él y su familia), de acuerdo, pero si se le mata, se le mata tanto si está en el vientre materno como fuera de él. Eso no cambia nada a esos efectos. Y si se empieza a ampliar el espectro de “seres defectuosos” entramos en un terreno muy peligroso.

Termina don Julián con este párrafo su artículo “Una visión antropológica del aborto”:

«Lo que aquí me interesa es entender qué es aborto. Con increíble frecuencia se enmascara la realidad con sus fines. Quiero decir que se intenta identificar al aborto con ciertos propósitos que parecen valiosos, convenientes o por lo menos aceptables: por ejemplo, la regulación de la población, el bienestar de los padres, la situación de la madre soltera, las dificultades económicas, la conveniencia de disponer de tiempo libre, la mejora de la raza. Se podría investigar en cada caso la veracidad o la justificación de esos mismos.»

Pero el caso es que se obtengan los resultados que sean de esa casuística, lo cierto es que es se mata al niño.

Volvemos ahora de nuevo al primer artículo e intercalaremos alguna referencia de los otros dos, para a continuación pasar a decir algo de los dos trabajos que se han ocupado de estos textos de Marías.

«Vivo angustiado hace varios años al saber que todos los días se mata, fría y metódicamente, a miles de niños aún no nacidos, se les impide llegar a ver la luz, se los expulsa del seno materno –la más íntima y profunda de todas las casas del hombre–, se los echa a morir. Me angustia todavía más el ver a tantas personas que hace muy pocos años se hubiesen horrorizado de esto –mejor dicho, que se horrorizaban– aceptarlo sin pestañear. ¿Por qué? Por muy varias causas, que valdría la pena analizar; pero ante todo por miedo. Por miedo a no estar al día, a ser descalificados por lo que hacen la opinión superficial, a ser llamados “reaccionarios”, lo cual ha venido a ser el pecado nefando. Poco importa que el aceptar el aborto sea lo más reaccionario que puedo imaginar, la regresión a formas de barbarie prehistóricas o de los albores de la Historia, en que la exposición de los niños (a veces de las niñas solamente) era un uso aceptado.»

Dejando aparte lo del seno materno como “la más íntima y profunda de todas las casas del hombre” que evoca a la literatura felicitaria de autoayuda, hace hincapié en el chaqueterismo ético de quienes hace unos años (cuando la ideología vigente era antiabortista) se oponían al aborto, y ahora tragan con ello sin abrir la boca, como que no quiere la cosa. Una posible explicación a tal fenómeno que nos proporciona Marías es el miedo a ser llamados “reaccionarios” (hoy directamente “fachas”). El acobardarse ante la opinión mayoritaria y no defender los principios que uno estima correctos. Y termina haciendo alusión al hecho de que el aborto como método de control de la natalidad nos sitúa en una etapa histórica muy anterior: es un retroceso y no un progreso.

En “La cuestión del aborto” alude al hecho de dejar fuera al padre de toda posible decisión respecto al nasciturus (o moriturus):

«Y es curioso cómo se prescinde enteramente del padre. Se atribuye la decisión exclusiva a la madre (más adecuado sería hablar de “la hembra embarazada”), sin que el padre tenga nada que decir sobe si se debe matar o no a su hijo. Esto, por supuesto, no se dice, se pasa por alto. Se habla de la “mujer objeto” y ahora se piensa en el “niño tumor”, que se puede extirpar como un crecimiento enojoso. Se trata de destruir el carácter personal de lo humano.»

Al decir irónicamente que desde esos presupuestos que manejan los que ven a la mujer como una mera “contenedora” de fetos (anulando la condición personal) sería más ajustado hablar de “hembra embarazada”, no podemos menos que enlazarlo con el apéndice con el que cierra Bueno su artículo “La cuestión del aborto desde la perspectiva de la teleología orgánica” titulado “La perspectiva de género y la ecualización de las mujeres embarazadas y las vacas preñadas”, donde se dice que desde la perspectiva de género de la Ley de 2010, “el hombre sólo puede asumir el título de proveedor de semen” y donde

«considera a la mujer, más que como madre, como hembra protegida por la ley, como bien jurídico, tanto en su «salud sexual» como en sus funciones reproductoras, es decir, de la misma manera a como considerará a una vaca o a una perra, tomada a partir de su inseminación, tanto si esta es directa o natural como si es indirecta o artificial. El enfoque «de género», que asume la ley, al abstraer la figura del padre y de la familia (la mujer se considera en su individualidad autodeterminada plena y absoluta, como dueña de su cuerpo, sin tener en cuenta la contribución que el padre tiene sobre el fruto que lleva en su vientre) nos ofrece la perspectiva desde la cual la sociedad humana se confunde de un modo cuartelero con una granja.»

Se despersonaliza el embarazo humano, reduciéndolo a etología, en una ley que habla de

«"cambios cualitativos", sirviéndose de una idea de la metafísica hegeliana que utilizó el marxismo más grosero de estirpe engelsiana.»

y todo ello para acabar concluyendo que

«la aproximación, por el tratamiento de la perspectiva de género, de las hembras vacunas preñadas a las mujeres embarazadas, implica la recíproca, es decir, la aproximación de las mujeres embarazadas a las vacas preñadas.»

Pasemos ya al cuarto artículo, “La más grave amenaza”. Comienza así:

«A fines de 1945, recién terminada la Guerra Mundial, hablé de “la vocación de nuestro tiempo para la pena de muerte y el asesinato”. Algo tan terrible como cierto, que había dominado el espacio de una generación, desde 1930 aproximadamente. La siguiente significó una recuperación de la civilización y el sentido moral, y por tanto del respeto a la vida humana. Pero no duró demasiado: hacia 1960 empezaron ciertos fenómenos sociales inquietantes, y que no han hecho más que crecer y afirmarse.
Son el terrorismo organizado –muy organizado y esto es lo esencial–, la inmensa difusión del consumo de drogas y, sobre todo, la acepción social del aborto. No el que alguna vez se cometa, cediendo a impulsos fuertes en circunstancias agobiantes, sino el que eso parezca bien, un derecho, tal vez un síntoma de “progresismo”. Hay una manifiesta voluntad de ciertos grupos sociales de que se cometan abortos, de que el mundo entero quede contaminado por esa práctica, de que nuestra época se pueda definir por ella, como otras por la esclavitud o la tortura judicial.»

Es importante que lo que Marías se encarga de subrayar (y nosotros en este artículo en la medida en que se trata de exponer sus ideas) como algo que ha ido calando hasta configurarse como una cosa de lo más normal es “la aceptación social del aborto”, y por eso nos encargamos de subrayar que él dice que es eso lo que hay que combatir no “el que alguna vez se cometa, cediendo a impulsos fuertes en circunstancias agobiantes”. A continuación dice que el derecho al aborto es una actividad propia del personaje más conocido de Ian Fleming:

«Se trata de que lo que se llama “elección” es exactamente “licencia para matar”.»

También habla de las justificaciones del aborto en caso de violación (ya aparecía en los artículos anteriores):

«Me pregunto cuántas violaciones “fecundas” se producen, tal vez ninguna, y si eso justifica más de cuarenta mil abortos en España, en un solo año –¿con qué justificación legal?–»

Todavía aparecían las cifras anuales del aborto el otro día en la prensa. En cifras redondas, casi 120.000 abortos se realizaron en 2011 en España, de los cuales el 90% fue a petición de la mujer, un 7% por grave riesgo para la vida o salud de la embarazada y un 3% por anomalías fetales incompatibles con la vida o enfermedad extremadamente grave o incurable. Desde que escribía estas líneas Julián Marías en 1994 hasta el momento en que nos encontramos, 2013, en estos veinte años, se han pasado de 40.000 a 120.000 abortos (ateniéndonos a los abortos estipulados como tales).

Termina Marías ese artículo con las siguientes palabras:

«Estamos amenazados por la mayor ola de “reaccionarismo” que puedo recordar (…) La manipulación a que está sometido el mundo actual, incomparable con las de cualquier otra época, hace verosímil que el mundo se embarque en una monstruosidad sin precedentes. Imagino que en el siglo próximo se puede sentir vergüenza de que haya existido una época tal como nos la presentan, ofrecen, y lo que es más, quieren imponer.»

Y en esas seguimos.

El artículo de Monfort Prades se titula, como ya dijimos, “Julián Marías. Una respuesta responsable al problema del aborto”. Pero podría llevar como subtítulo algo así como “Peter Singer. Una respuesta irresponsable al problema del aborto”. Prades expone la posición de ambos autores y hace una “reflexión en torno a las razones de ambas posturas”. Comienza con la posición de Singer, y lo hace no con un texto suyo sino con uno de Mary Anne Warren. Para esta autora, y “en igualdad de condiciones, es moralmente peor matar a un ser con sensibilidad que sin ella”. Y se pregunta cómo se puede saber que un organismo es sensible. Un feto no lo es hasta el tercer mes, por lo que es peor matarlo en el tercero que en el segundo. Está la autora funcionando con la teoría de las tres almas aristotélica (vegetativa, sensitiva y racional). También considera que “sostener que la sola especie proporciona una base para un estatuto moral, sería estúpido y arbitrario”. Y, ahora, ojo al dato (que diría el gran García), ya que “tras la infancia, el ser humano posee sensibilidad y capacidades superiores como la conciencia de sí y la racionalidad”. Casi nada. A saber qué entiende Warren por tales nociones. Prades prosigue exponiéndonos las tesis de Warren:

«Si existe un conflicto de derechos entre un feto con sensibilidad y una mujer ¿qué se hace? No tiene dudas esta seguidora de la corriente de Peter Singer en argumentar que parece valer más decir que es el nacimiento el umbral de los derechos del niño.»

Y directamente habla Warren:

«La mayoría de nosotros deseamos proteger a los niños, y dado que ahora podemos hacerlo sin imponer excesivas penalidades a las mujeres y las familias, no hay razón evidente para no hacerlo. Pero los fetos son diferentes: su igualdad significaría la desigualdad de las mujeres. En igualdad de condiciones, es peor denegar los derechos morales básicos a los seres que claramente no son aún personas consumadas. Como las mujeres son personas y los fetos no, deberíamos estar a favor de respetar los derechos de las mujeres en casos de aparente conflicto (…) Si un feto es una persona en potencia, también lo es un óvulo humano sin fecundar, junto al número suficiente de espermatozoides viables para conseguir la fecundación; pero pocos sugerirían seriamente que estos seres humanos vivos deberían tener un estatus moral pleno e igual.»

Pero el caso es que el niño tampoco es persona (o tan persona como el feto de ocho meses). Y en cuanto a que el óvulo sin fecundar también es persona (individuo humano, hay que traducir), pues evidentemente no. Ni el feto es una persona en potencia (o lo es de igual modo que lo es un niño de dos años), sino un ser humano en desarrollo; lo otro es una parodia ya que los gametos haploides (por separado) no son individuos humanos. Y atención al fragmento que elige Prades de Warren para finalizar este apartado:

«La negación de un aborto niega los derechos de la mujer a la vida, a la libertad y a la integridad física. Con todo, si el feto tuviera el mismo derecho a la vida que la persona, el aborto sería todavía un acontecimiento trágico, difícil de justificar excepto en casos extremos […] A diferencia de los fetos, las mujeres son ya personas. No deberían ser tratadas como algo inferior cuando se queden embarazadas. Esta es la razón por la que el aborto no debería estar prohibido, y porque el nacimiento, más que cualquier otro momento anterior, señala el comienzo de un pleno estatus moral.»

Dice: “Si el feto tuviera el mismo derecho a la vida que la persona, el aborto sería todavía un acontecimiento trágico”. Eso es justo lo que ocurre. Y para no admitir tal tragedia, ¿qué hacer entonces? ¿Cómo solucionarlo? Muy fácil: retirándole la condición de persona al feto. Este pensamiento de Warren es del mismo patrón que el de Bibiana Aído, ya que “a diferencia de los fetos, las mujeres son ya personas”. De que son individuos humanos no hay duda, así que si se admite que no son personas, si una sociedad acepta eso, indica el grado de putrefacción en que se encuentra.

Pasa a explicar la postura de Marías y sus argumentos y ejemplos. Aquí no nos detendremos, ya que ya lo hemos hecho nosotros y sería redundante. Fijémonos en lo relevante. Por ejemplo, en cuanto a la distinción mariasiana entre “algo” y “alguien”, entre “qué” y “quién”, Prades afirma que el profesor de Munich Robert Spaemann también “considera clave esta distinción”, y nos remite a su libro Personas. Acerca de la distinción entre “algo” y “alguien” (Eunsa, 2000).

Nos habla de la importancia que Marías “le da al aborto como reflejo de una crisis actual de la cultura. Sus escritos están salpicados de referencias condenatorias”, y cita libros como La justicia social y otras justicias{27}, La libertad en juego, Razón de la filosofía, Tratado de lo mejor, Sobre el cristianismo, El curso del tiempo, Entre dos siglos y La fuerza de la razón.

Cuando finaliza la parte de la exposición de Marías, se dedica a comparas ambas posiciones, reiterando sus diferencias. Cita libros de Skinner como Repensar la vida y la muerte. El derrumbe de nuestra ética tradicional (Paidós, 1997), Desacralizar la vida humana (Cátedra, 2002) y Ética práctica (Akal, 2009). Señala como “Singer parte de que la persona es algo que yo reconozco en el otro y que no tiene de por sí”. De acuerdo. Lo cual no quita para que el feo sea un individuo humano. Y líneas más abajo habla de que Marías “entiende la vida humana como digna en sí”, y Singer considera justo lo contrario, “que la vida humana no tiene de por sí ningún valor”. Al introducir la idea de dignidad confunde el asunto, porque no se entiende muy bien lo que quiere decir. De sobra sabemos que la idea de dignidad es distinta según el tiempo y el lugar, según la época histórica y el tipo de sociedad. Pero lo que queremos nosotros resaltar es que no se trata de que la vida humana “en general” y “de forma absoluta” sea digna o no lo sea, o sea inviolable o no. Sin duda, se dan conflictos entre los puntos de vista éticos, políticos y morales, así como entre distintas formas de entenderlas a ellas entre sí. Ya no es sólo que en determinadas circunstancias como la defensa propia se puede acabar con la vida ajena, sino que al ponernos en un plano ideal (el de la dignidad del hombre{28}), sin más especificaciones, corremos el riesgo de homologar un aborto con la ejecución de un reo (en un estado que tenga vigente la pena capital). Había quien se congratulaba por el hecho de que bajo el mandato del anterior gobernador de California, Arnold Schwarzenegger (gobernator) se pudiese legalizar la marihuana, considerando a éste como un buen gobernante. Y había a su vez quienes criticaban este juicio, argumentando que ese mismo gobernante (ese estado) podría matar a cualquier persona (a los padres de uno, mismamente) si así lo decidía, quedando la balanza desnivelada en los pros y contras de ese gobierno republicano. Pero plantear así las cosas es un prototipo de mal gusto y de brocha gorda. El estado no ejecuta a nadie gratuita o aleatoriamente (otra cosa es el grado de errores que existen, la cantidad de inocentes que hay en las cárceles, las malas defensas de los acusados por parte de abogados no capacitados, el número de población negra o hispana en las cárceles frente a la raza blanca, &c.), sino porque ha hecho algo que se considera horrendo, inadmisible e irreversible. Y, por esto mismo, no estamos en una situación como la del aborto. Para decirlo rápidamente: no es lo mismo matar a un feto de seis meses que a Breivik.

Dice Prades:

«El grave error es pensar que ser persona es tener capacidad de sentir, de razonar, de ser responsable de sus actos, de amar, de criar seres humanos… Ser persona es ser alguien corporal, es pertenecer a un tipo de realidad que sólo afecta, que sepamos, a los seres humanos y que los hace radicalmente distintos a las cosas.»

No hace falta ser persona para ser corporal. Un individuo humano ya es somático, una vez que aceptamos (desde el materialismo) que todos los vivientes son corpóreos. La persona es una institución, un reconocimiento de la sociedad de personas, y así parece que los grandes simios (chimpancés, gorilas, orangutanes, bonobos) no deben ser considerados personas. Pero Singer (adalid, como se sabe, del Proyecto Gran Simio, creado hace veinte años, en 1993) no es de esta opinión. Prades, como contrapunto a las tesis de Singer (y para refutarle), cita el libro de Adela Cortina, Las fronteras de la persona. El valor de los animales, la dignidad de los humanos (Taurus, 2009). Nosotros, por nuestra parte, no podemos menos que citar o referirnos al “experto oficial” en estos temas (y diríamos, casi, que no ya sólo en el materialismo), Iñigo Ongay, que dedicó su tesis doctoral al Proyecto Gran Simio y que recientemente, en la Escuela de Filosofía de Oviedo, ofreció una lección que se sirvió como texto base de su artículo “Veinte años del Proyecto Gran Simio: el animalismo desde el materialismo filosófico”, El Catoblepas, número 132, febrero 2013). A estos trabajos (y a otros, claro{29}) nos remitimos.

Escribe Prades:

«Singer argumenta, desde su peculiar visión, que decir que el embrión es una persona en potencia, sería lo mismo que admitir que un óvulo separado o un espermatozoide separado también son personas en potencia. Pero no repara Singer que un óvulo por sí mismo no puede alcanzar nada, en cambio un ovulo fecundado, a los pocos minutos ya sólo necesitará para desarrollarse unas condiciones adecuadas y alimento, exactamente igual que un humano desarrollado.»

Y también:

«Marías aclara de forma suficiente que la unicidad y el carácter de nueva creación de cada ser humano le viene de la dimensión biográfica y no desde la biológica.»

Que es lo mismo que decir que al individuo humano en gestación hay que protegerlo por ser humano. Por ser mujer y no hembra preñada.

«En definitiva, siguiendo al discípulo de Ortega, no se le puede negar la condición personal o su dignidad a nadie. Nuestra condición es tal que no tenemos más remedio que ser personas, a lo sumo, podemos negar nuestra condición y vivir despersonalizadamente, siendo “malas personas”, pero siéndolo siempre, ya que no se puede dejar de lado ni quitar lo más propio del hombre.»

Siéndolo hasta que deja de serlo…

«La gravedad del asunto es pensar que, antes del nacimiento, el niño depende de los adultos para vivir más que cuando ya ha nacido, cuando la dependencia entre niño y mujer es la misma antes que después de nacer. Si tenemos que esperar a que el niño sea independiente de la mujer que le da a luz, podemos esperar algunos años (…) Si se piensa en frío, nos damos cuenta de que el derecho a la vida del niño puede ser violado por un derecho secundario como el del bienestar económico de la madre (…) el hecho de que los embarazos no deseados produzcan pobreza y problemas familiares, no es motivo suficiente para eliminar a los embriones (…) Si tuviéramos que eliminar a todos los seres humanos que molestan para tener unas condiciones de vida mejores nos quedaríamos solos en el mundo.»

Incide Prades en todos los argumentos que hemos ido viendo. Y, destacando algo de su conclusión:

«¿Hacia dónde avanza el género humano? (…) La sociedad a la que nos lleva el planteamiento abortista es tal que quienes se consideran más personas porque tienen unos “requisitos” que otros no tienen, se sienten con el poder de quitarles la vida a los que no los tienen (…) Una sociedad así rechaza las bases de una convivencia pacífica en este mundo. Queda instaurado un régimen de injusticia y de desigualdad donde aquellos que en su momento ostentan el poder se sienten capaces de decidir quién tiene valor y quién no. Los reconocidos como “sabios” de este mundo se convertirían en dueños de la vida y controladores de la sociedad. De aquí no puede esperarse más que un falso progreso que abocaría al género humano al primitivismo y a la barbarie, a un estado de deshumanización patente. A eso que Juan Pablo II denominó cultura de la muerte (…) Se parte de la idea de desigualdad de los seres humanos, se apela a defectos o perfecciones colocándose alguien en un lugar superior desde el cual juzga las desigualdades, colocándose en el lugar de Dios. Es interesante cómo en sistemas filosóficos ateos como el de Peter Singer, no renuncien tampoco a la idea de Dios, pues lo necesitan para defender su postura. Ahora bien, en lugar de un ser trascendente, en el lugar de Dios se colocan unos hombres que piensan tener una capacidad de valorar las posibilidades de los demás y decidir su dignidad.»

Tras acabar rematando que la vida humana es valiosa y digna, finaliza su artículo con unas palabras de Marías. Las últimas son “La verdad os hará libres. Ahí está todo”.

Pasamos rápidamente a decir algo del artículo de Carmen González Marsal de 2012 titulado “Julián Marías: La realidad de la vida humana y el aborto”. Es un texto corto y donde se deja hablar a Marías. Está dividido en apartados. Son los siguientes: Introducción; Indisponibilidad de la vida humana; Desarrollo de la vida humana; Desarrollo; El hijo nacido, nueva realidad; El feto, nueva realidad; Ilicitud del aborto; Hipocresía del aborto actualmente; Sobre el aborto a plazos; Sobre el aborto eugenésico; La realidad del aborto no se identifica con sus fines; Negación del carácter personal de lo humano; A modo de conclusión: Aceptación social del aborto. Además figuran las notas pertinentes aludiendo a qué artículo pertenecen los fragmentos citados de Marías. Cada apartado se compone de uno o dos párrafos. Para no ser repetitivos, pero a la vez para citar algo de su trabajo, ponemos el resumen que encabeza su artículo (quien desee leerlo entero, que acuda a la fuente original):

«Al abordar la realidad de la vida humana, Julián Marías afirma que no se trata de algo, sino de alguien; la vida humana no es una cosa, sino una persona. Y ese alguien tiene una característica esencial: la corporeidad, la vida humana es un tú corporal. En cuanto a la cuestión del aborto provocado, propone plantear la pregunta por la realidad misma del aborto, con independencia de criterios científicos o teológicos, y al margen también de los fines que con él se persigan. De esta forma señala que con el aborto se está negando la condición personal del hombre.»

Bueno, pues podemos dar por finalizados ambos artículos. El de Marsal y el nuestro. Hemos cumplido, más o menos, nuestro objetivo. Que no era otro que poner sobre la mesa el pensamiento de Julián Marías sobre el aborto, ahora que es un momento de agitación y debate (como en tantos otros aspectos). No es o no ha sido éste un texto sobre el aborto. Evidentemente, no trabajamos intuitivamente sino con una teoría detrás, pero que en varios aspectos hemos dado por sabida o implícita. Quien quiera conocerlos debe acudir a las referencias que ofrecimos.

El asunto del aborto tiene muchas aristas, y requiere poner en funcionamiento toda una serie de nociones e ideas: hombre, persona, sociedad, libertad, identidad, sustancia, causalidad … No es asunto sencillo, por lo que los debates son muchas veces inviables. Hay una ideología muy arraigada, y la gente parece que prefiere creer a juzgar (y a saber){30}. A muchos les parece evidentísimo. Y quien se exponga a poner en tela de juicio tales postulados por falaces se expone al insulto y a descalificaciones varias. Pero !qué se le va a hacer! Hay que decir lo que hay que decir, por honradez intelectual y porque luego, a lo mejor, ya es tarde para ello. Si hay que remar contra corriente, pues se hará lo que se pueda. Nobleza obliga. Como diría Marías: “Por mí que no quede”.

Pola de Siero, martes 21 mayo 2013

Notas

{1} Ponemos este ejemplo por la reciente noticia de que la actriz Angelina Jolie se ha sometido a tal operación por tener un 87% de posibilidades de padecer un cáncer de pecho, igual que lo sufrió su madre, que falleció tras diez años batallando contra la enfermedad. La prensa nos ha mostrado cómo este tipo de operaciones “preventivas” son más habituales de lo que parece, incluida España. Este noticia ha provocado discusiones en foros y redes sociales acerca de la legitimidad del individuo para automutilarse.

Relacionado con esto tenemos la noticia de una anciana, con buen estado de salud (más allá de los achaques de la edad) que lleva años peleando para que la suiciden o eutanasien. En los últimos años tenemos casos en Francia, Irlanda o la India donde el tribunal correspondiente ha denegado el dictamen de que se aplique la eutanasia a pacientes con distintas enfermedades (todos ellos terminales).

{2} El grupo feminista FEMEN, de origen ucraniano, fue fundado en 2008, y se va extendiendo por distintos países. Se caracterizan porque van sin camiseta, con los pechos desnudos y flores en la cabeza y protestan contra la religión, el abuso sexual y no sé cuántas cosas más. El otro día saltaba la noticia de que una estudiante asturiana de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo es una de las dos líderes (de las miembras) de la sección española de FEMEN. Dejemos hablar a la joven gijonesa:

«Los objetivos son comunes a todas las Femen. Parten de luchar contra el patriarcado: los tres grandes enemigos son las iglesias y sus instituciones, la explotación sexual y las dictaduras y leyes que supongan una violencia para las mujeres. Todo deriva de ahí, de la moral, el mercado y la violencia. En España, nos preocupa esencial y profundamente lo que está pasando con el aborto (…) Es necesario que las mujeres usemos nuestro cuerpo como herramienta de protesta: es una forma más de reivindicar la potestad sobre el. Todos tan progres y tan liberados y luego se escandalizan, qué incongruencia. Nosotras utilizamos nuestro cuerpo para protestar porque queremos, y esa es la parte que hay que subrayar.»

Y en otra entrevista, días después (en La Nueva España) declara que “el aborto y la reforma de la ley que prepara Gallardón será uno de los principales frentes”, pero que antes deberán afrontar una etapa de “entrenamiento físico y psicológico”. Si las ven por calle, las reconocerán porque irán sin camiseta y con el siguiente mensaje en su abdomen (según se pudo ver en la fotografía de la contraportada de El Comercio del 9 mayo 2013): “Needs Femen”.

{3} Precisamente se discute, y fijándose en otras situaciones históricas, si en un contexto de crisis económica (no sólo económica) como la actual, es el marco adecuado para estimular el tener hijos. Si las condiciones económicas delicadas de las familias desaconsejan tener una boca más que alimentar, o por el contrario, se entiende que el tener descendencia es una forma de ayudar a la subsistencia de la economía doméstica. Por supuesto, en este debate es fundamental ver en qué medio se desarrolla esa familia, si en uno urbano o en uno rural. El problema es muy interesante, y aquí sólo podemos dejarlo planteado.

{4} Como también lo es la tolerancia de una sociedad que permite en su seno la existencia de individuos que han cometido crímenes horrendos.

{5} Se puede ver el vídeo en el canal de NoduloTV: Gustavo Bueno: Un niño de dos años no es persona pero no por eso se le puede matar.

{6} La mayoría, ni que decir tiene, son proabortistas. Y lo son, porque la ideología vigente es esa, quedando los antiabortistas reducidos a ciertos canales tedeteros (hoy día, todos lo son) de “la extrema derecha”, o si no, vistos simplemente como católicos, como es el caso de Intereconomia TV o Veo 13. Cuando no que sean vistos como unos fundamentalistas, unos locos (que haberlos, haylos), como ciertos grupos de EEUU, fuertemente fanatizados (normalmente, pertenecientes a alguna secta religiosa), cuyos objetivos son acabar con la vida de los médicos que practican abortos. Puede verse a este respecto la película Palindromes (2004, Todd Solondz).

Y, por otro lado, movimientos tan progresistas como el 15 M han planteado el derecho al aborto libre, en lo que supone situarse o regresar a un estado propio de la barbarie.

{7} Es interesante constatar, como veremos, ciertos puntos en común entre Marías y el materialismo. Nada tiene de raro. Más curioso es cuando se emplean expresiones o ejemplos muy similares (cuando no idénticos). Aquí y ahora vamos a remarcar la importancia que le dan a la expresión “oye campanas y no sabe dónde” Marías y Bueno. El primero, en su artículo “Los países civilizados” (ABC, 6 febrero 1983; luego incluido en La libertad en juego, 1986), ya acabando, escribe: “Saben que no saben de verdad nada, que se ponen ante un televisor sin tener la más remota idea de qué es aquello, y así en casi todo. No saben qué es un organismo, qué es un cuerpo, que es una persona. Han oído campanas y no saben dónde. Habría que mostrar, por lo pronto, dónde están instaladas las campanas; y, luego, que están rajadas y su sonido no es aceptable”. Bueno en El fundamentalismo democrático dice: “Sospechamos que la ministra había oído campanas, pero que dada su ignorancia supina sobre la materia ni siquiera supo interpretarlas a derechas”.

{8} Como ya dijimos en “Los idus de Clooney”, hace un año (El Catoblepas, nº 123, mayo 2012). Por cierto, Marías publicó hace cincuenta años, en abril 1963, en la revista Ínsula (nº 197) el artículo “La recreación del mundo clásico de Thornton Wilder” (Wilder es el autor de la novela Los idus de marzo, publicada en 1948). En el ABC del 21 noviembre 1962 se nos informa de la conferencia que dio Marías sobre Thornton Wilder, en el ciclo de conferencias de la Fundación Pastor. Su interés seguiría vivo toda su vida, dedicando, por ejemplo, una “Tribuna abierta” del ABC (en concreto, la del 21 noviembre 1993) a hablar de Wilder.

{9} Allí Tomás reconoce (el vídeo está disponible en el canal de Nódulo TV en youtube) que parte de una comunicación que presentó en 1998 (3 julio) a los III Encuentros de Filosofía: Panorama actual de la Bioética, titulada “Ética y aborto: la polémica española”, y donde basándose en El sentido de la vida (Pentalfa, Oviedo 1996) de Bueno, proponía un hipercubo de 16 teorías o perspectivas del aborto (hace mención también en su artículo «Sobre bioéticas, dictaduras y metodologías», El Catoblepas, número 99, mayo 2010). Añadía, además, que no lo tenía escrito, debido a su temor ante el numen informático, pero que era una de las cosas que tenía pendientes y que prometía hacerlo. Desde aquí le animamos a que lo haga, aunque nos consta que (como todos, por otra parte) tiene un montón de frentes abiertos y pendientes de fijarlos por escrito.

{10} Marías reunía sus artículos publicados en prensa para convertirlos en libros. En libros suyos, pero antes quizá formaran partes de libros colectivos, como pasa con “Una visión antropológica del aborto” que figura en el libro En defensa de la vida. Comisión Nacional en Defensa de la Vida (Edilibro, 1983), según nos informa Gerardo Hernández Rodríguez en su libro El aborto en España. Análisis de un proceso socio político (Universidad Pontificia de Comillas, de Madrid, 1992). “Una visión antropológica del aborto” junto con los tres artículos citados aparecen en el volumen 2 de El curso del tiempo (1998). De este libro también podríamos citar algún que otro artículo como “Medicina para personas (y II)”, o de otros libros, o de algún artículo suelto como “La vida humana y los límites del poder (y II)” (ABC, 2 mayo 1996), donde se hace alusión al aborto, en muchas ocasiones acompañando al terrorismo organizado y a la difusión mundial de las drogas como una de las tres cosas más nefastas del siglo XX, aunque el aborto se llevaría la palma. Pero las ideas y argumentos mariasianos quedan perfectamente claros con esos cuatro artículos, por lo que serán la base para lo que aquí digamos.

{11} Ambos artículos se pueden consultar libremente por Internet. Y no solo eso, sino que desde aquí recomendamos el blog (página) de F. J. Salgado titulado “Pensando con Julián Marías” (http://larealidadensuconexion.blogspot.com.es/). Lo hemos descubierto estos días y su propósito es encomiable. Ha sido creado hace tan sólo unos meses (en diciembre 2012) y pretende ir aunando materiales, enlazar contenidos, vídeos, &c. de Julián Marías con la vista puesta en su centenario, que se celebra el próximo año 2014. Deja Salgado enlaces a ABC, La Vanguardia, Proyecto Filosofía en Español, a vídeos que de otra manera es más complicado llegar y que incluso puede que el internauta nunca llegase a ellos, introduce folletos a cursos impartidos en su día por Marías … y lo hace porque Salgado fue un asistente a tales cursos y conferencias durante quince años, según asegura en tal sitio. Quede pues, desde aquí, esta recomendación. Y, de paso, una sugerencia o petición: la de que se editen de una vez las Obras Completas de Marías (con correspondencia y entrevistas a poder ser, no como otras recientes…). No sé si ya estarán en ello quienes pueden hacerlo, con la mirada a publicarlas el próximo año, pero desde este lugar y por nuestra parte, queda una vez más expresado nuestro deseo de que así sea, y alguna vez vean la luz.

{12} Cualquiera cuenta hoy con el lujo de poder consultar libremente por internet desde su domicilio las hemerotecas de ABC y La Vanguardia.

{13} Según nos informa el ABC del 1 octubre 1983. Un programa de nuestros días, que tiene el formato de La Clave (aunque desde una perspectiva católica) es Lágrimas en la lluvia, dirigido y presentado por Juan Manuel de Prada (en Intereconomía TV). Podemos destacar los programas número 72 titulado “La cultura de la muerte” (22 abril 2012) donde se emitió la estupenda película Soylent Green (Cuando el destino nos alcance) (1973, Richard Fleischer) y contó con la presencia de Consuelo Martínez Sicluna, Benigno Blanco, Javier de la Torre Díaz y Miguel Ayuso; y número 94, titulado “El aborto” (16 diciembre 2012) donde Elena Postigo, Pedro Juan Viladrich, Miguel Ayuso y Nicolás Jouve discutieron sobre el tema que nos atañe en este artículo, después de ver la película de Bergman En el umbral de la vida (1958).

{14} Y, para que se vea desde ya, que el aborto no es cosa de derechas ni de izquierdas, ni de partidos políticos, basta referirnos a la espantada, el otro día, de Celia Villalobos en el Congreso.

{15} Como afirma Ernesto Ekaizer en el programa de Al rojo vivo de La Sexta del pasado 9 mayo 2013.

{16} Y repescado en varias ocasiones: 20 diciembre 1997, 21 septiembre 1998, 14 marzo 2010 (con motivo del fallecimiento del escritor), y la última, hace apenas un mes, el 25 abril 2013.

{17} Escribe Girauta: “No sólo desde la religión se rechaza el aborto “libre”: Gustavo Bueno considera la ley del ramo de Zapatero una forma de “corrupción de la democracia”. La ciencia, en fin, no fundamenta en absoluto su admisión”. Está haciendo alusión, lógicamente, a El fundamentalismo democrático.

{18} Cuando ya dábamos por terminado estas líneas, y estábamos leyendo la prensa, nos topamos con un artículo a página entera de Jesús Mosterín (El País, 21 mayo 2013) titulado “Una cruzada contra la libertad reproductiva”. Artículos ya hemos dicho que hay muchos (como libros, de los que no hemos hablado, y como pueden ser los que tenemos en la estantería a la vista: Condena y defensa de la píldora. Controversia mundial en torno a la Humanae Vitae (1968) de Ofa Benuzartea, o !Vivir! Abortar … ¿o no? (1980) de F. Armentia y Mitarte), pero no habiendo enviado aún este trabajo, consideramos que puede ser interesante ver un poco por dónde va este misósofo (como le calificó Sánchez Dragó en su columna de El Mundo del pasado 4 junio 2012, tras haber mantenido un debate –o haberlo intentado– con él y otras personas dos días antes sobre los toros en El gran debate de Telecinco). Ya hace cuatro años (El País, 24 marzo 2009), en vísperas de la Ley de 2010, publicó un artículo titulado “Obispos, aborto y castidad” y donde decía cosas como las siguientes:

«el único motivo para prohibir el aborto es el fundamentalismo religioso. Ninguna otra razón moral, médica, filosófica ni política avala tal proscripción. Donde la Iglesia católica (o el islamismo) no es prepotente y dominante, el aborto está permitido, al menos durante las primeras semanas (14, de promedio).»

O alguna más, ¿no? En cualquier caso, qué mas da. La teoría de la animación retardada rediviva y ejercitada.

«Un embrión es un conglomerado celular del tamaño y peso de un renacuajo o una bellota, que vive en un medio líquido y es incapaz por sí mismo de ingerir alimentos, respirar o excretar –no digamos ya de sentir o pensar–, por lo que sólo pervive como parásito interno de su madre, a través de cuyo sistema sanguíneo come, respira y excreta. Este parásito encierra la potencialidad de desarrollarse durante meses hasta llegar a convertirse en un hombre. Es un milagro maravilloso, y la mujer en cuyo seno se produzca puede sentirse realizada y satisfecha. Pero en definitiva es a ella a quien corresponde decidir si es el momento oportuno para realizar milagros en su vientre (…) A veces el embarazo imprevisto será una sorpresa muy agradable. Otras veces, llevarlo a término supondría partir por la mitad la vida de una mujer, arruinar su carrera profesional o incluso traer al mundo un subnormal profundo o un vegetal humano descerebrado. Sólo a la mujer implicada le es dado juzgar esas graves circunstancias, y no a la caterva arrogante de prelados, jueces, médicos y burócratas empeñados en decidir por ella. El aborto es un trauma. Ninguna mujer lo practica por gusto o a la ligera. Pero la procreación y la maternidad son algo demasiado importante como para dejarlo al albur de un descuido o una violación. El aborto, como el divorcio o los bomberos, se inventó para cuando las cosas fallan.»

Lo mezcla todo, y añadiendo, además, la cuestión de la castidad que predican los obispos. Pero si ya ha dicho que al aborto sólo cabe oponerse desde una perspectiva religiosa, ¿qué cabe esperar? O le da por poner este ejemplo:

«En 2007 se hizo famoso el caso de Miss D, una irlandesa de 17 años embarazada con un feto con anencefalia, es decir, sin cerebro ni parte del cráneo, condenado a ser un niño vegetativo, ciego, sordo, irremediablemente inconsciente, incapaz de percibir, pensar ni sentir nada, ni siquiera dolor.»

Este es un caso concreto, no una generalización de 100.000 abortos al año, por no ser deseado el embarazo, por ejemplo. Y terminaba su artículo de 2009 así:

«El derecho a abortar es para muchas mujeres más importante que el derecho a votar en las elecciones, y ha de serles reconocido incluso por aquellos que personalmente jamás abortarían. En 1985 se aprobó la reforma del Código Penal para cumplir a medias y mal el programa electoral del PSOE. Desde entonces, tanto los Gobiernos de Felipe González como de Zapatero se han dedicado a marear la perdiz, diciendo que no era el momento oportuno y que había que esperar a que los obispos dejasen de vociferar. Pero los obispos nunca van a dejar de vociferar. Después de 24 años de remilgos, espero que los socialistas se decidan finalmente a liberalizar el aborto dentro de las primeras semanas del embarazo. Tampoco hace falta ser tan progre para ello. Margaret Thatcher lo tenía ya perfectamente asumido hace 30 años.»

En el de hoy (“Una cruzada contra la libertad reproductiva”), dice que una de las cosas que hizo bien el gobierno de Zapatero fue la Ley de 2010, “moderada y poco original”. Y ahora, debido a la confesión religiosa del ministro Gallardón quiere imponer una restricción al aborto. Él opera con variables sensitivas y psíquicas para poder hablar de individuo humano:

«Las conexiones tálamo-corticales del cerebro, que son esenciales para el posterior desarrollo de percepciones y sentimientos, no empiezan a formarse hasta las 28 semanas. Por eso es seguro que en las primeras 14 semanas no hay posibilidad alguna de actividad psíquica o vida personal.»

Respecto a los fetos con anomalías:

«los padres que decidan llevar a término el embarazo del feto defectuoso y que deseen sacrificar sus vidas por criarlo, merecen respeto y apoyo, aunque no suele ser eso lo que elige la mayoría de la gente razonable en ningún país del mundo. Los padres que prefieran tener hijos capaces de vivir una vida humana en plenitud también tienen derecho a abortar cuando los dados genéticos les hayan sido desfavorables y a ensayar una nueva partida. La reproducción y la gestación de un hijo son algo demasiado importante para dejarlo al albur del azar. En cualquier caso, es a los padres, y no a Gallardón, a quienes corresponde decidir.»

Y ponemos, sin comentario alguno (lo dejamos a juicio del lector), los dos últimos párrafos íntegros:

«Tanto el partido republicano de Estados Unidos como el PP de España son conglomerados, que, junto a conservadores y liberales, incluyen una facción de extrema derecha cristiana, monotemáticamente obsesionada por su oposición a la libertad reproductiva de las mujeres y por su celebración de la enfermedad y la malformación de los fetos como pruebas a las que Dios nos somete para hacernos sufrir en este valle de lágrimas; esta inversión en sufrimiento será recompensada en ultratumba al ciento por uno. Dios nos libre de estos asesores en inversiones escatológicas y de su timo de la estampita. Los republicanos estadounidenses han perdido las dos últimas elecciones en parte por la ultraderecha cristiana, que atrae a votantes extremistas en las primarias, pero provoca rechazo entre la mayoría moderada de los electores.
Sarah Palin, compañera de candidatura del republicano Cain en las elecciones de 2008, siempre ha presumido de negarse a abortar su feto Trig con el síndrome de Down, lo que le valió una gran popularidad entre los fanáticos antiabortistas, pero al final quitó votos a Cain, que perdió las elecciones. En los últimos comicios (en 2012), el ultraderechista cristiano Rick Santorum estuvo a punto de arrebatar la candidatura republicana a Mitt Romney, al que acorraló con su retórica, obligándolo a adoptar posiciones más extremas y menos atractivas para el público que las que habitualmente había defendido. El programa de Santorum se reduce a una glorificación demencial del sufrimiento, la enfermedad y la malformación. No solo se opone (sin éxito) a todo aborto, incluso tras una violación, sino que incluso ha dedicado su propia vida a tan extraño empeño. Su hijo Gabriel era un feto inviable que nació prematuramente (a las 20 semanas) y murió de inmediato. No obstante, Santorum y su mujer se empeñaron en dormir con el cadáver en el hospital, lo llevaron a casa y lo presentaron a sus otros hijos como su “hermano Gabriel”. En 2008, y contra la opinión de los médicos, se empeñó en que naciera su hija Isabella, con malformaciones tan graves como la letal trisomía 18 (tres copias del cromosoma 18). Esa pobre criatura ha pasado su breve vida en quirófanos. De todos modos, tanto Palin como Santorum son belicistas acérrimos, defensores de todas las guerras y partidarios a ultranza de las armas de fuego y de la Asociación Americana del Rifle.»

Muy buen cóctel le ha salido al amigo Mosterín.

{19} “Que no tiene lugar en un instante puntual (…) sino en una franja de límites borrosos”, Gustavo Bueno, «La cuestión del aborto desde la perspectiva de la teleología orgánica» (El Catoblepas, número 98, abril 2010).

{20} Aún no existen matrices artificiales o externas donde se pueda desarrollar la ontogenia del individuo aparte de la madre, como si estuviéramos en Matrix (1999, Andy y Larry –ahora Lara– Wachowski.

{21} Algo que la sociedad de referencia entiende que es punible, que ha sobrepasado un límite, y que el daño causado es irreversible. Que no hay vuelta atrás por mucho que lo sienta o lamente. Algo que convierte a ese sujeto en un individuo despersonalizado: ya no es persona (o es persona de grado cero). No puede reanudar su vida como si nada. Ha hecho algo de tal gravedad que lo separa del resto de personas (de la sociedad de personas) para siempre. No hay arrepentimiento posible. Es irrelevante que así sea (no desde otras perspectivas, como pueda serlo la religiosa).

{22} Con guión de Graham Greene (luego escribirá la novela). Aún hoy, el Cine Burg de Viena sigue dando la película (junto con las novedades correspondientes de la cartelera). Algunos afirman que diariamente y otros que tres días por semana. Aquí se puede elegir el día: burgkino.at/frameset_playnow.phtml

{23} Citamos según el doblaje español.

{24} Podemos citar otro ejemplo cinematográfico que viene que ni pintado, y así sirve de homenaje a ese gran actor que fue Alfredo Landa, fallecido el pasado 9 mayo 2013 a los ochenta años. Estamos hablando de El crack II (1983) de José Luis Garci, grandiosa continuación de la obra maestra que ya era la primera parte (una está dedicada Hammett y otra a Chandler: puro noir hispánico). Al final de la película, el personaje de la pulga, Areta (Landa) le pregunta al personaje de Arturo Fernández (personaje público con la virtud de la “ejemplaridad”, palabra que se ha usado y se sigue usando mucho últimamente, y que Javier Gomá está muy orgulloso de ello) si es cierto entonces que venden medicamentos que matan. Y ese hombre oscuro y elegante le dice que él vende medicamentos que no matan, pero que tampoco curan.

{25} Esto es importante, porque es como cuando se predica la revolución (política) sin ser consciente de lo que ello supone. Una revolución (que pueden ser de varios tipos) de carácter radical, que pretende cambiar el régimen político, revolucionaria, suele ser sangrienta, y exige mancharse (nunca mejor dicho) las manos. Esto hay que saberlo. Otra cosa es verlo desde fuera, desde el plano analítico. Julián Marías que siempre señalaba que la pregunta que hay que hacerse no es “¿qué va a pasar?” sino “¿qué voy a hacer?” y que una de sus máximas era “Por mí que no quede” (dos supuestos que lo alejan totalmente de la postura gnóstica de quien está recluido en su torre de marfil –en su biblioteca–), al mismo tiempo se encargaba de subrayar (no lo olvidó nunca: lo llevaba grabado a sangre y fuego) que “siempre se puede ir a peor”. Una revolución por sí no garantiza absolutamente nada. No significa que el cambio sea para mejor. Puede tener consecuencias catastróficas. Desde una perspectiva materialista sólo se podrá decir si ha sido o no acertada a posteriori, lógicamente (“Por sus actos los conocereis”). Habrá que ver sus resultados.

{26} Gustavo Bueno, comenta lo que le parece la postura de Bono sobre el aborto, en una entrevista realizada por Pilar Blanco para La Gaceta: “Es de los traidores más grandes que he conocido. En términos de Sartre, es la mala fe, la falsa conciencia. Si va de católico, que lo sea. ¡Es un pobre diablo! Lo he visto en televisión comulgando con galletas marías y vino tinto cuando unos curas progres quisieron modernizar la comunión tradicional. Y aquel manifiesto para el Quijote que firmó cuando era presidente de Castilla-La Mancha… ¡Es un imbécil!” (Gustavo Bueno, «Sería un gran testimonio que el Rey no firmara la Ley del Aborto»)

{27} Publicado en la editorial Hora H. Puede verse un artículo sobre la misma en el Proyecto Filosofía en español: filosofia.org/ave/001/a400.htm

{28} Puede verse a este respecto los siguientes trabajos de Bueno: la lectura tercera de El sentido de la vida (“Individuo y persona”, págs. 115-236), el artículo «Sobre la intimidad y la dignidad” (Interviú, 24 julio 2000, analizando la primera edición de Gran Hermano) o el prólogo (La Historia de la Antropología como problema») al libro de Elena Ronzón, Antropología y antropologías (Pentalfa, Oviedo 1991). Recomendamos la lectura de este libro así como del opúsculo Sobre la constitución de la idea moderna de Hombre en el siglo XVI (2003), donde a propósito de la dignidad se nos remite a la obra de Kristeller, El pensamiento renacentista y sus fuentes, y a la de Francisco Rico, El sueño del humanismo.

{29} José Manuel Rodríguez Pardo o Pedro Insúa han trabajado estos temas. Y, por supuesto, no podemos olvidarnos del capítulo de Zapatero y el pensamiento Alicia (2006) de Gustavo Bueno, y de su artículo anterior, «Por qué es absurdo “otorgar” a los simios la consideración de sujetos de derecho» (El Catoblepas, número 51, mayo 2006).

{30} Sería importante que todo el mundo, favorable o no al aborto, viese un vídeo de en qué consiste (el procedimiento tecnológico). En Youtube pueden verse varios.

 

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