Nódulo materialistaSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org


 

El Catoblepas, número 123, mayo 2012
  El Catoblepasnúmero 123 • mayo 2012 • página 3
Artículos

El fiasco del socialismo soviético como fin de la historia y su narración cinematográfica

José Luis Pozo Fajarnés

Comunicación defendida ante los
XVII Encuentros de filosofía, Oviedo 30 de marzo de 2012
 

Con este trabajo vamos a mostrar la trayectoria histórica del Imperio de los soviets, el cual se quiso conformar como un proyecto viable por los ideólogos del marxismo durante el periodo en que tal Imperio tuvo vigencia. La maquinaria de propaganda soviética, en la que debemos incluir como máximo baluarte al cine, trató de mostrarnos esa viabilidad. En los primeros años de la Revolución, muchos realizadores soviéticos fueron a la vez los que desarrollarían este nuevo método narrativo que es el cine. Los logros y descubrimientos que consiguieron en pocos años fueron de primera línea y tuvieron una gran influencia en la consolidación del cine como una de las artes. En estas páginas que siguen vamos a considerar una serie de autores de tal manera que pueda verse, a través de ellos y de sus filmes, la trayectoria que siguió la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en los setenta y cuatro años que pasaron desde su nacimiento hasta su debacle y disolución. Todas las películas que vamos a considerar son pues de factura soviética y van a tener en común que fueron vistas en Occidente, además de que tendremos en cuenta a algunos autores muy prestigiosos tanto dentro como fuera de sus fronteras y de los cuales vimos su cine, en algunos casos en ciclos mostrados en filmotecas, debido a que su fama llevó a que en occidente se demandara su obra para poder ser vista y analizada. El cineasta soviético más demandado fue siempre Sergei Eisenstein.

1. El fiasco del socialismo soviético como fin de la historia

El más importante de los dirigentes soviéticos, José Visarionovich Yugashvili, Stalin, estaba convencido –como otras muchas figuras soviéticas de primera línea, entre las que debemos contabilizar a su continuador Nikita Khrushchev– de que el desarrollo de las fuerzas productivas llevaría a la URSS a su destino final, al comunismo, de manera inexorable. Ese convencimiento no era tan firme en los últimos días del artífice de la Revolución, Lenin, pues éste murió convencido de que el nuevo estado que había fundado no tenía futuro si no se daban las necesarias revoluciones en los demás países europeos, comenzando por el que más desarrollado estaba el movimiento obrero, la vecina Alemania, cuna del marxismo.

Ubaldo Martínez Veiga, en un texto que el mismo ha escrito a modo de manual de Historia de la Antropología y que va dirigido a estudiantes de primer curso de Antropología Social y Cultural señala que «los seres humanos serían seres racionales que desean hacer avanzar su tecnología como un medio de superar la escasez»{1}, y para afirmar esta tesis cita el texto de Gerald A. Cohen La teoría de la historia de Karl Marx. Una defensa. En este libro podemos leer que para el marxismo las fuerzas productivas determinan a las relaciones de producción de manera tal que remarca la primacía de las primeras. Las fuerzas productivas que determinan este juego de propiedades en el sistema económico capitalista tienen la nueva característica de la maquinaria y su constante desarrollo, el cual depende de las cambiantes fuentes de energía y que a la vez va cambiando los procesos de producción. Cohen apunta que lo que el marxismo denomina en este contexto fuerzas productivas se reduce drásticamente a la tecnología, una tecnología que será primordial para el cambio histórico. Según Cohen, la tecno­logía –las fuerzas productivas– es la causa del cambio histórico y en su seno hay un motor que nos lleva de forma inexorable hacia una dirección marcada por su propio desarrollo y que es esencialmente progresiva.{2} Aquí nos vamos a oponer frontal y contundentemente al causalismo que estaba en la base de los marxistas-leninistas y que aseguraban desde su pleno convencimiento que iba a llevar al ideal de humanidad que impregnaba su ideología. Como todos sabemos, la consecución de tal finalidad se trató de llevar delante de una forma contundente mediante el proyecto de Estado de Stalin. Éste sabía que la tecnologización iba a llevar a la URSS a conseguir las relaciones de producción socialistas, pero también a que se convirtieran en la primera potencia mundial, de manera que llevo a cabo la rápida industrialización de todos los ámbitos productivos. Esta planificación tuvo gran efectividad durante cuatro décadas, las que pasaron mientras duró su mandato y el de su sucesor Khrushchev. En los años cincuenta y sesenta, tras la Segunda Guerra Mundial, lo que consiguieron fue realmente sorprendente, pero esos logros no fueron más allá, pues tras ellos comenzó un continuo y marcado declive.

Los que colaboran con Stalin en la conformación del Estado soviético y otros muchos que fuera de sus fronteras luchan por algo similar en sus respectivos países están convencidos de que la leyes de la historia que Marx había descubierto van a llevar a todos los hombres a un punto límite de la historia en el que se dará la justicia, en el que no habrá explotación del hombre por el hombre, en el que la historia de la injusticia se terminará y con ello la misma historia pues la Humanidad será una realidad conseguida y, a partir de su consecución, eternamente conservada. Estas ideas están expresadas de forma clara y precisa en el párrafo que sigue, y en el que atendemos a lo que Engels dijo ante la tumba de su compañero y mentor:

«Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido haciendo.»{3}

Lo que queremos expresar en las páginas que siguen es el error de esta propuesta que acabamos de leer y que impregnó el mecanismo de construcción del gigante soviético. El ideal de fin de la historia está implícito en el discurso de Engels pues Marx consideró al comunismo como el último estadio de la historia. Con tal consideración replicaba lo que había afirmado Hegel, el cual veía como final de la historia no algo futuro a conseguir sino al Estado prusiano de su época. Las leyes del desarrollo son las que nos muestra Engels y fuimos protagonistas de su gran error cuando vivimos el momento en que se derrumbó la URSS, de manera que fuimos unos espectadores de lujo cuando observamos a través de las informaciones televisivas el fiasco en que se transformó el inmenso proyecto de puesta en práctica del marxismo.

Podemos entender lo que sucedió en la URSS, y la debilidad del marxismo como explicación de la historia, desde la filosofía política del Materialismo Filosófico. La teoría del Estado que propone Gustavo Bueno en su libro Primer ensayo sobre las categorías de las «ciencias políticas» lleva a una vuelta del revés del marxismo, la cual está expresada de forma precisa en las líneas que siguen:

«Esto equivale a tratar al Estado como una unidad o recinto privado en su relación con el «carácter público» del territorio virgen, antes de que éste fuese «parcelado» por los diferentes pueblos que iban a hacer de él su patria. En cualquier caso, la conexión que Engels estableció entre el Estado y la propiedad privada (cuando la relación privado/público se generaliza a escala interestatal) queda recogida, aunque invertida de signo, como pieza interna de la teoría que sobre el origen del Estado estamos exponiendo.»{4}

La URSS nace con un vicio originario, el error de su ideología que pone en la base de toda construcción humana (la religión, la ley, la ciencia, el arte…) a la economía. Tal error le iba a llevar, contrariamente a lo que algunos creían, a su final, por lo que podemos afirmar que, desde el origen, el germen de la destrucción del Estado soviético está presente. Pero, además, debemos atender a la importante cuestión que hemos apuntado más arriba relativa a que el causalismo que se asegura está en la base del determinismo histórico marxista. El materialismo filosófico considera que la relación de consecuencia que está en la base del devenir histórico no es viable para los acontecimientos históricos pues la causalidad que tiene expresión en la naturaleza no puede transcribirse a la historia. Los hechos de la historia se expresan no por un mero mecanismo causal sino por una pluralidad de causas, por un transcausalismo que nos propone Gustavo Bueno por primera vez en su estudio sobre la doctrina filosófica del causalismo:

«En las ciencias históricas, por ejemplo, la mayor parte de los procesos que ellas consideran (pongamos por caso, la batalla de Cannas) aún siendo resultados deterministas, no pueden considerarse como secuencias causales… se dan en múltiples líneas de secuencias, cuya reunión, aún sin ser aleatoria, tampoco es necesariamente causal: la llamaremos transcausal. En ella, aunque no haya causas, habrá razones.»{5}

De manera que si queremos entender los hechos históricos debemos atender a que en el seno de la historia lo que lleva a cualquier suceso histórico no son causas sino razones. De manera que vamos a atender no a una secuencia de causas, como pensaban los ideólogos y revolucionarios soviéticos, sino a una secuencia de razones que van a marcar los pasos de la historia de la URSS, y vamos a aderezar su expresión mediante lo que pudo observarse fuera de la URSS a través de las pantallas de cine.

2. Seis razones que llevaron a la URSS al desastre

La dialéctica de Estados que se está dando de forma continuada en la Historia lleva asociada, en su transcurrir, lo que hemos denominado razones. Éstas son de muy diverso calado y se desarrollan a partir de decisiones que son tomadas tanto con la oposición interna de algunos como con el apoyo incondicional de otros.{6} Así fue como el gigante soviético fue consolidándose y creciendo entre los viejos estados europeos que no veían con buenos ojos el experimento socialista. Desde el mismo momento de su creación, Lenin y sus seguidores estaban convencidos de que el devenir histórico con sus leyes necesarias les iba a dirigir al comunismo –al fin de la historia- pero no fue así sino que en solo setenta años llegó a su desmantelamiento. Las decisiones tomadas por sus dirigentes son las razones que, inmersas en la dialéctica de estados, llevaron al de los soviets a su desaparición. A partir de ahora vamos a atender a las seis razones que vamos a considerar y que hemos seleccionado por ser las que se han hecho patentes a través del cine hecho en la URSS y que atravesaron sus férreas fronteras: las primeras tienen en común que son de puertas para adentro: la decisión de educar ideológicamente al pueblo, la de derrotar al poderoso clero ortodoxo y a la contrarrevolución y, la tercera, la industrialización de la URSS. Las tres que siguen son de puertas para afuera: la defensa de la patria frente a Hitler, la conquista del espacio frente al gigante americano y la política de paz desarrollada en los años anteriores a la desaparición de la Unión Soviética.

1. La formación de la conciencia de clase mediante el cine

La Revolución bolchevique hizo que el gigante ruso cobrara bríos desconocidos pues su sociedad rural estaba totalmente anquilosada. Para educar al pueblo analfabeto uno de los instrumentos más importantes fue el cine. Esta novedosa forma de narración iba a transformarse en uno de los más poderosos métodos para trasmitir ideología, la ideología del marxismo-leninismo. El mismo Lenin con su aguda intuición afirmó que «el cine es para nosotros la más importante de todas las artes». En los primeros años de la Revolución rusa surgieron importantes realizadores, todos ellos nacidos entre 1993 y 1998, y que engrosaron las filas del elenco mundial de cineastas que iban a crear este nuevo arte.

Lev Kulechov creó el denominado Laboratorio experimental y comenzó por reconocer las posibilidades no solo de la filmación en sí sino del montaje. Pero será Dziga Vertov la figura clave de la creación de realidad mediante el montaje. Vertov se percató de que, no es la imagen sino como se unen unas con otras, lo que va a provocar un mayor o un menor efecto en quien acude a ver la filmación. Eisenstein introduce dentro de esta técnica un método revolucionario, el montaje dialéctico, que se aleja de otras formas de montaje, entre los que estaba el denominado montaje orgánico que inauguró Griffith, hecho de acciones que tienen un punto de convergencia que se consagra como culminación de la acción. Mediante la utilización del montaje dialéctico Eisenstein cayó en la cuenta del tremendo poder que éste tiene sobre el psiquismo del espectador. Además de los mencionados realizadores debemos considerar también a Vsevolod Pudovkin y Aleksandr Dovzhenko. Los logros de todos ellos llevaron a que se les considerase la «Vanguardia soviética». Pudovkin, tras ver Intolerancia, de Griffith, decidió estudiar con Kulechov, y en poco tiempo llegó a rodar importantes filmes mudos: La madre, El fin de San Petesburgo y Tempestad sobre Asia. Pero su forma de montaje se acerca al de Griffith, es fluido y lógico. Para el ruso el montaje tiene que generar sentido en el espectador de manera que le pueda transmitir una idea, una doctrina.

Dovzhenko, en oposición a Pudovkin, se aleja de la narrativa del americano y se acerca a la de Vertov o Eisenstein. Al principio de los años veinte el gobierno soviético envió a Dovzhenko a Alemania, allí aprendió de los expresionistas. Sus películas más importantes las realiza a partir de 1928, entre ellas está Zvenigora, en la que cuenta la revolución en Ucrania. El montaje no es lineal, sino discontinuo, en los filmes posteriores depurará este particular estilo de montaje con el que pretende que el espectador participe en la narración, organizando todo lo que ve. Pero solo hará falta que el sonoro entre en el cine para que todas estas metodologías rupturistas de la narración no tengan continuidad. El discurso se adapta al montaje griffitiano que defendía Pudovkin. Las otras formas de montaje que rompían a pedazos el filme pasaran a ser consideradas, a partir de los primeros años treinta, a meros experimentos, muy interesantes, pero solo desarrollados de cara al interés de algunas minorías. En un montaje que no sea lineal, el discurso es imposible de ser expresado.{7}

Con todo, en los años veinte y de entre todos los realizadores que hemos señalado, y que conforman esa Vanguardia soviética, el más famoso y del que más se ha visto su obra fuera de las fronteras de la URSS es Eisenstein.{8} Con este realizador es con el que vamos a comenzar nuestra particular andadura por los avatares de éste, tan inmenso como efímero, Imperio. En los primeros años de la revolución, los dirigentes soviéticos –todavía Stalin no se había consolidado como dirigente único– vieron la necesidad de educar a su pueblo, de trasmitirles un nuevo código moral y de imbuirles en su ideología marxista-leninista. La meta era conseguir que adquirieran lo que Lukács denominó en esos mismos años conciencia de clase. Para conseguirlo decidieron expresar, mediante el potente instrumento del cine, la exaltación y la justificación de la Revolución de Octubre:

La huelga (1924), en ésta pone en práctica ya sus novedosas teorías pero tras su factura observó que había fracasado a la hora de hacer fluir las emociones de los espectadores. El producto final era demasiado teatral y esa vieja forma de actuación y narración no era la mejor para el nuevo arte.

El acorazado Potemkin (1925), con este filme el nombre de su realizador iba a ser mentado por todo el mundo. La nueva forma narrativa derivada de su montaje dialectico hizo que con el paso de los años se haya convertido en la película sobre la que más se ha escrito en toda la historia del cine.

Octubre (1928), en la que Eisenstein nos cuenta la toma del Palacio de Invierno, pese a la fidelidad en la narración la película no gusto en el Kremlin, pues su forma de narración no llegaba tan emotivamente como la metodología narrativa que iba a triunfar más adelante con el sonoro y que enlaza con Pudovkin y Griffith.

2. La destrucción del cristianismo ortodoxo y de la contrarrevolución

Desde 1924 Stalin es la figura más importante de la URSS y el que va a construir, desde sus cimientos, el gigante soviético. Stalin se puso como una de sus primeras metas la de derrotar a lo que Marx había denominado «opio del pueblo», la religión. Para llevar a cabo este cometido también utilizó las narraciones cinematográficas de manera que se tornara la moral cristiana ortodoxa rusa en un nuevo código moral, el de la conciencia de clase. Por otra parte, la religión ortodoxa mediante la educación inferida perdería paulatinamente su lugar prominente entre los rusos para dejar paso a un nuevo tipo de expresión religiosa, la del culto a la personalidad. Y así, en la mayoría de las paredes de las casas o de cualquier otro edificio, los iconos religiosos destruidos se cambiaron por fotografías y cuadros tanto del padre de la patria, Lenin, como del mismo Stalin. La filmografía fue muy extensa, pero fuera de las fronteras vimos pocos filmes, algunos de ellos de gran calidad, como el realizado también por Eisenstein:

Iván el terrible. Eisenstein filmó esta película en 1943, después de su periplo por EE.UU. En ella, nos muestra a Iván como a un político creyente, fiel y ortodoxo, que se ve obligado a enfrentarse con la Iglesia rusa, la cual mirando solo por sus propios intereses, no quiere perder sus privilegios feudales.

Stalin conminaba a sus propagandistas a filmar no como es sino como debería ser (de manera que, aquí, le daba la vuelta al principio realista de Maquiavelo). Todo vale para alcanzar el comunismo. De este particular no podemos considerar nada cinematográficamente relevante que conociéramos en el exterior, como por otra parte es lógico. La literatura de los últimos años, con figuras de fama internacional como Boris Pasternak o Aleksandr Solzhenitsin, trataría estos temas, pero no tenemos filmes que lo narren. Durante muchos años, se rodó gran cantidad de metraje propagandístico, pero ese material se mostró dentro de los límites de la URSS y no fuera. La propaganda soviética sin embargo llegó fuera de sus fronteras, sobre todo a través de los partidos comunistas hermanos. Los comunistas franceses –que siempre fueron en estos años la punta de lanza de la propaganda exterior– incidían en la «reeducación» que en estos campos de trabajo se llevaba a cabo por parte del pueblo para con una parte más reducida también del pueblo, pero contrarrevolucionaria: los proletarios educan a los campesinos terratenientes en los Gulags. Las hambrunas –que fueron muy señaladas en la zona de Ucrania– se ocultan y las tácticas manipuladoras de la información de Stalin muestran, en los documentales que promueve y que son proyectados en todo la Unión de Repúblicas, a campesinos limpios y bien alimentados. Cuando Lindbergh visito la URSS quedó fascinado por la personalidad de Stalin; Herbert G. Wells lo definió como afable y honesto, incluso dijo de él que le parecía cándido; Stalin también impresionó gratamente a Roosevelt, entablando este último, a la postre, relaciones diplomáticas con los soviéticos. Stalin parecía bueno y hasta que no pasaron varios años de su muerte la inmensa mayoría no conoció los medios que utilizó para la consecución de su magna obra política. Se puede afirmar que fue el que mejor llevó a la práctica el método de Maquiavelo propuesto en su obra El príncipe. A la propuesta del italiano, Stalin añadiría el comunismo científico. Pero ni aún adicionando ambas doctrinas el éxito fue un hecho sino todo lo contrario.

3. La industrialización de la URSS

Stalin, como todo buen marxista-leninista, estaba convencido de que la ley determinista del materialismo histórico iba a llevar a la URSS hasta el comunismo, para ello lo que debía acometerse sin pérdida de tiempo era la industrialización del inmenso país. Stalin estuvo al frente del país de los soviets desde 1924 hasta 1953, y en los últimos años de su mandato llegó a afirmar que, dado el desarrollo de las fuerzas productivas, la URSS ya era un Estado comunista. Eso era una tremenda falta de rigor, que resulta incomprensible sino pensamos en su modo de falsear la realidad. Lo que es innegable es que Stalin en unos pocos años ganó una Guerra Mundial y llevó al país más grande del mundo, al menos en territorio, desde la Edad Media hasta el control de la energía atómica y a la conquista del espacio. Para justificar, en unos casos, y esconder, en otros, sus terribles decisiones en materia económica, tuvo en el cine un poderoso aliado. Por ese medio mostraba al pueblo soviético las grandes construcciones de edificios, de fábricas cooperativistas, del sistema metropolitano, y otros importantes desarrollos tecnológicos: canales, puertos, prospecciones petrolíferas… Las razones de Stalin –del Estado soviético– se entrecruzan unas con otras (desprestigio del cristianismo ortodoxo, de la contrarrevolución, la muestra orgullosa de la reciente tecnologización) como vamos a ver en los filmes que ahora tenemos en cuenta, El primero de Eisenstein, el otro, por supuesto, menos conocido, de Dovzhenko:

Lo viejo y lo nuevo (1929). Éste es un filme en el que Eisenstein narra la historia de un pueblo que va a someterse a la reforma agraria. Su puesta en escena pasó por múltiples problemas debido a que los cambios en la política de colectivización eran constantes y Eisenstein tuvo que cambiar su guión en varias ocasiones. Nos muestra la reticencia de los campesinos más ricos a la colectivización. Una resistencia a las expropiaciones que llevó a que sufrieran terribles castigos. Los propietarios de mayor poder se enfrentaban a las decisiones de Stalin a su manera, matando el ganado antes de darlo al Estado o escondiendo el grano. Esta película vemos cómo la política del primer plan quinquenal se dirige hacia la tecnologización del país de manera que el desarrollo de las fuerzas productivas lo llevaran inexorable a su destino.

La Tierra, un año después de la anterior película, Dovzhenko, filmaría ésta, en ella atendemos también a los logros de la colectivización agraria impulsada por la política de Stalin, a la que se enfrentan unos terribles terratenientes y el clero ortodoxo.

4. La defensa de la patria: la guerra

En 1943, en plena guerra contra Alemania, Serguei Eisenstein realizó el filme Iván el terrible, al que ya nos hemos referido más arriba. No podemos despreciar el momento en que éste se lleva a cabo y el papel de elevación del espíritu patriótico que supuso para los rusos, los cuales iban dando la vuelta poco a poco a una situación desesperada al principio de la conflagración. Pero Eisenstein ya había realizado otros filmes de temática similar y que se proyectaban entre el pueblo para elevar su moral, entre éstos el que sigue, de 1938:

Alexander Nevsky. En este filme rescata la figura de un héroe del siglo XII y narra cómo los rusos derrotaron a los alemanes. Tras la Segunda Guerra Mundial muchos filmes se facturan en la URSS expresando la victoria, pero no pasan con éxito las fronteras de su país, por lo que deberemos esperar hasta la década de los sesenta para ver un filme en el que se trate este tema.

La infancia de Iván (1962), de Tarkovski.{9} En esta película su realizador nos cuenta la historia de un niño que se convierte en un héroe, es un niño que actúa convencido del ideario comunista e, impelido por ello, espía al ejército nazi para que la URSS triunfe en la Guerra.

5. La conquista del espacio

En un Estado paternalista como era en el que se había transformado la URSS, se daba la circunstancia de que los individuos que lo conforman están convencidos de que toda decisión que en su seno se lleva a cabo es decisión del líder.{10} La causa de todo lo bueno –cosas malas no hay en el Estado soviético, las malas tienen criminales que las confiesan o enemigos que son derrotados– es el líder. Conseguir que esta creencia, que había calado tanto entre los soviéticos, desapareciese era una ardua tarea. El baluarte de esos cambios fue Nikita Khrushchev, un político que estaba convencido, tanto como lo estuvo Stalin, de la verdad del marxismo-leninismo. Con todo, la impronta del líder de «acero» era demasiado fuerte y los seguidores de su antecesor lo pudieron arrancar del poder en 1964, tras once años de mandato. Durante este periodo la URSS siguió prosperando de forma imparable, pero en los años sesenta ese crecimiento se haría nulo y las decisiones futuras esgrimidas por los siguientes mandatarios le llevaron de forma inexorable, no hacia el fin de la historia que el marxismo señaló sino al fin de su historia particular. El marxismo, llevado a la práctica con ese tremendo experimento que era la URSS, no podía prosperar porque su punto de partida, como su utópico punto final, era metafísico. La teoría que nos lo muestra es la expresada por la vuelta del revés del marxismo. Una trasposición teórica que pone a las clases y su lucha no como origen de la ley opresora, del Estado, sino como producto de la apropiación originaria que justifica a éste. En su seno, por tanto, será donde las clases se conformaran, y no al revés.

La mayoría de los filmes que vamos a tener en cuenta en los dos capítulos que siguen fueron vistos por mucho público occidental y sin retraso, en los años de su realización, pues dada su gran calidad, obtuvieron premios en festivales internacionales. En ellos podemos atender a la preocupación de los soviéticos derivada por la carrera armamentista, los soviéticos tienen que contrarrestar el poder nuclear de los norteamericanos. Y, paralelamente a este desarrollo, tenemos que considerar otro estrechamente relacionado con él, el de la carrera por la conquista del espacio. En este segundo, y durante una década, los rusos llevan la delantera, pero cinematográficamente, propagandistamente por tanto, los americanos llevan las de ganar. Stanley Kubrick ha filmado 1969 la que va a ser la película de referencia sobre este asunto: 2001. Una odisea en el espacio. Los soviéticos responden con un filme de gran calidad también, aunque no tan popular:

Solaris (1972), de Tarkovski. Basada en la obra homónima de Stanisław Lem. Con este filme Tarkovski muestra un futuro no muy lejano de la URSS y en el que se aprecia el triunfo de la policía tecnológica de Stalin, mediante la cual, la URSS pasó, en poco más de treinta años, de la Edad Media a conquistar el espacio. Lem desarrolló una novela metafísica en sentido estricto, en la que trata –si se nos permite este atrevimiento interpretativo– de dar corporeidad a la idea aristotélica de Dios. Los humanos viajan a Solaris (que también podríamos comparar con el Uno simple plotiniano) e interactúan con él. Podríamos decir, cayendo también en la extravagancia a la hora de interpretar, que la novela trata de cómo el Uno podría tratar de conocer a lo múltiple, algo tan absurdo como que el Uno se materialice. Tarkovski, en su película no se aleja de las tesis de Lem y nos regala una fabula metafísica que es impactante incluso para quién se acerca a ella hoy por primera vez.{11}

6. La defensa de la patria: la paz

La lucha de poder ha removido de la Secretaría General del partido a Khrushchev, y también del Kremlin. Pero ese cambio político no cambia la tendencia de decrecimiento económico que comienza con la década de los sesenta, La URSS está perdiendo la partida en la dialéctica de estados. Los estalinistas están en el poder y tratan de salvar la situación, las razones que les llevan a tomar ciertas decisiones políticas pivotan en torno a la conquista de territorios en Asía, cuya mayor expresión será la invasión de Afganistán en 1979, la continuación de la carrera espacial, cuyo hito más relevante es la construcción de la estación espaciar MIR (PAZ), y otras que no señalamos pues nos extenderíamos demasiado y nos separaríamos de los intereses que nos guían. Ahora estamos en las últimas razones que tiene el estado soviético para imponerse a sus enemigos, estas tienen que ver con la política que desarrollan hacia el exterior para la consecución de la paz y el desarme.

La política pacifista en la URSS tiene dos importantes hitos, el primero es el protagonizado por Lenin en 1918, cuando tomó la decisión de hacer que se retiraran las tropas destacadas en Prusia, perdiendo unos territorios que no serían recuperados hasta veinte años después, gracias al pacto que firmó su sucesor con los nacional-socialistas de Hitler en 1939.{12} Lenin esgrime razones pacifistas que expresan su convencimiento de que la revolución se deberá dar en cada nación por mor de su lucha de clases particular. Gustavo Bueno conecta estas ideas pacifistas de Lenin con la defensa de la paz expresada por Stalin al promover, tras la Segunda Guerra Mundial, el Movimiento internacional de los partidarios de la paz. Las razones que le llevaron a la fundación de tal movimiento fueron las derivadas del desarrollo unilateral del armamento atómico por parte de sus máximos oponentes:

«El Movimiento internacional de los partidarios de la paz estuvo impulsado por quienes, desde la Unión soviética, preocupada por la carrera nuclear de los Estados Unidos, urgían la implantación de un orden internacional basado en la consolidación universal de una sociedad sin clases, bajo la hegemonía de la Unión Soviética. La Pax soviética{13} era la Paz ofrecida por un comunismo amenazado por la escalada nuclear de las grandes Potencias capitalistas.»{14}

Con el paso de los años, la maquinaria armamentística estadounidense se mostró muy superior a la soviética, no solo en el globo sino también fuera de él, los ochenta fueron los años de la construcción del escudo espacial que para la hipotética defensa en una guerra atómica promovió la administración Reagan. Y fue frente a esta construcción cuando los soviéticos desarrollaron en sus estertores la estación espacial MIR, que sustituiría a la estación Salyut-DOS de 1972. La MIR fue ensamblada a partir de 1986 y terminada en 1996.

Las dos primeras películas que vamos a considerar se filman bajo el dominio de Khrushchev, en ambas atendemos a una exaltación del pacifismo.

Cuando pasan las cigüeñas. Una película de 1957 de Mijaíl Kalatózov, es un filme intimista, que sin ser opuesta a los principios sí se aleja de la contundente propaganda soviética anterior. Su excelente factura hizo que obtuviera en Cannes la palma de oro. Dos años más tarde sería nominada…

La balada de un soldado de Grigori Chukhrai, la cual no ganaría en Cannes pero consiguió el menos prestigioso BAFTA inglés en 1961, quizá por eso es mucho menos conocida fuera de la URSS. El aspecto novedoso, de estas películas, es que la Gran Guerra Patria no es tratada como el triunfo de Stalin sino que por el contrario defienden un marcado antibelicismo.

En estos años, más bien a finales de los sesenta surgió en este contexto el denominado movimiento hippie, unos jóvenes que además de la expresión de una muy particular forma de vida eran profundamente antimilitaristas, pero de la beligerancia norteamericana sobre todo, pues se oponían a las actuaciones que, en el sudeste asiático y en algún otro punto de la geografía mundial, estaban desarrollando los norteamericanos. Y a principios de los setenta –y en relación también con estos movimientos y con otros de los que se ha­bían ya estructurado a partir de la política estalinista de los cincuenta (cuáqueros, metodistas, defensores de los derechos humanos, artistas, científicos y un largo etcétera)– surgieron los primeros movimientos ecologistas, los cuales mostraban una novedosa característica, eran pacifistas pero en el marco de la acción. El grupo genuino para estos movimientos, Greenpeace, nació en 1971 a partir de un reducido núcleo de activistas antinucleares canadienses, un pequeño grupo de cuáqueros y otro de objetores de conciencia estadounidenses que no quisieron participar en la guerra de Vietnam.

En estos años es cuando en la Unión Soviética se filman dos importantes películas, la primera de las cuales tuvo una importante repercusión…

Siberiada.{15} En 1978 el realizador Andréi Konchalovski filmó Siberiada, una película que fue muy bien recibida en Cannes y a su director le sirvió para poder mudarse –aunque en rigor debiéramos decir, huir– a los Estados Unidos en 1980. En la España de la transición fue muy bien recibida y los videos de la película corrían entre los militantes de las agrupaciones comunistas, cual libro rojo de Mao. Narra las vicisitudes que a través de tres generaciones viven dos familias siberianas. El final del filme recrea el importante hallazgo de petróleo en la zona. Debemos hacer hincapié en el personaje del abuelo (eterno) que siempre mira la estrella lejana y que va haciendo camino a través de los bosques de pinos y abedules para llegar a ella (alegoría del fin de la historia). Por otra parte observamos un tono mágico que parece emanar del entorno (Konchalovski, poco después, se declaró panteísta. Quizá por eso los militantes del PCE español la aplaudieron tanto, pues el mito de la naturaleza fue calando en ellos con rapidez pasmosa, de manera que hoy día la mayoría son ecologistas convencidos). La alegoría teleológica del comunismo es clara, la humanidad es la meta, y el hecho de que el fin buscado esté representado alegóricamente con una estrella, también lo acerca a las tesis expresadas por Efremov en su novela La nebulosa de Andrómeda o por los Strugatsky en Qué difícil es ser dios. Gustavo Bueno nos ha hecho ver el porqué de esta marcada búsqueda de extraterrestres por parte de los soviéticos, la cual se contagió más tarde a los occidentales. Los marxistas consideran, en base al determinismo histórico que defienden, que en otros lugares del espacio exterior hay con seguridad inteligencia y que esta tendrá la misma progresiva marcha que la llevará a la meta final del comunismo y de la sociedad sin Estado.

Moscú no cree en las lágrimas (1979),{16} de Vladimir Menshov. De este director solo conocemos en España esta película, aunque también lo hemos visto actuando, en estos últimos años, en los filmes de cine de ciencia ficción, Guardianes del día y Guardianes de la noche.{17} Menshov consigue en 1980 con Moscú no cree en las lágrimas el óscar a la mejor producción extranjera. Con él desarrolla una narración costumbrista con la que acerca el modo de vivir de los soviéticos a los occidentales en los últimos años de tensión entre los sistemas.{18}

En 1982 sucedió a Breznev, el más aperturista, Andropov. Este efímero presidente soviético tomó la decisión de poner de punta de lanza política a Mijail Gorvachov. Solo tres años después, en 1985, alcanzaría el poder en la URSS. Su política se dirigió a una necesaria transformación del gigante soviético y de sus estructuras económicas y de producción, Gorvachov y muchos soviéticos sabían que el proyecto de Lenin, llevado a la práctica por Stalin, ya había fracasado. En este año la política militarista de la administración Reagan estaba dando la puntilla al experimento marxista, y estaba a punto de ponerse en órbita el primer módulo de la MIR. Era el año en que en los cines de la Unión Soviética, y poco después en muchos de fuera, se estrenó…

Masacre (Ven y mira), filmada por Elem Klimov Germanovich. La película está basada en experiencias vividas por el autor, el cual no vuelve a realizar más películas. Se desarrolla en Bielorrusia, con ella se muestran los horrores cometidos por los nazis en la URSS. El público occidental podía perfectamente asimilar la narración, lo que nos cuenta este realizador no choca con el denominado imaginario colectivo y que no es más que la ideología que esa comunidad acepta como buena pues no choca con sus principios. Pero, con todo, este filme cumplió un importante papel pues nos cuenta una historia que no conoce el ciudadano de a pie occidental. Durante la guerra fría el importante protagonismo de la URSS frente a Hitler fue constantemente minimizado por los aliados. A partir de esta película se comenzaron a barajar públicamente datos que nos muestran lo terrible de la agonía soviética en la Segunda Guerra Mundial, con más de veinticinco millones de muertos. Más de la mitad de todos los fallecidos desde 1939 a 1945 en esa conflagración. Los soviéticos siempre consideraron que fueron ellos los vencedores de Hitler. Después de observar el horror que nos muestra Klimov y la gran cantidad de víctimas, es comprensible que los rusos llamen a esta guerra la Gran guerra patria.

Los movimientos pacifistas que surgen en los años ochenta siguen guardando una profunda relación con esta política de pacifismo que exportó la URSS y que los partidos comunistas promovieron. Paralelamente a estos movimientos siguen proliferando los distintos movimientos ecologistas. Estas organizaciones son tremendamente heterogéneas, como lo eran también los movimientos comunistas, trotskistas y anarquistas que había en los años ochenta, al menos eso podía afirmarse sin ninguna duda de la situación en España. Los comunistas españoles en los años ochenta estaban desperdigados en multitud de grupos políticos, en múltiples partidos que llevaban en sus siglas la palabra comunista (PCE, PC, PCPE, MC…), en el seno de estas organizaciones y de otras, como las organizaciones trotskistas que pese a su enfrentamiento con la línea política de la URSS, también se relacionaban, aunque esta relación fuese crítica, con el experimento soviético (LCR, PORE, POSI…), y tampoco podemos olvidar la multiplicidad de organizaciones anarquistas, las cuales tenían con los comunistas las mismas relaciones de amor odio de se daban entre los dos anteriores (CNT-AIT, CNT-U…). En las manifestaciones de los ochenta, y también posteriores, unas organizaciones iban con sus pancartas unas tras otras como larvas de procesionaria que tuvieran distintos colores para diferenciarse, pero con la necesidad de contacto físico para no perderse en la multitud que consideraban mucho más diferente que sus oponentes ideológicos. Pero esto no solo sucedía en España, en todo el mundo el movimiento comunista estaba fracturado en multitud de organizaciones.{19} Muchas de estas organizaciones desaparecieron o se siguieron fracturando, los movimientos pacifistas, ecologistas, anticapitalistas… que poco después se conformarían también como antiglobalización tienen entre los antiguos dirigentes y militantes de estos partidos, que perdieron con la caída de la URSS la referencia política, los motores de su organización.{20} Estos movimientos pacifistas y ecologistas tienen una estrecha relación con la política por la paz y el desarme que la política soviética de los últimos años promovió y que caló entre sus epígonos transfronterizos. No estamos afirmando aquí que -éste fuese el único mecanismo de conformación de los movimientos pacifistas, pero sí que entre las razones del pacifismo de la URSS y el pacifismo actual se da una importante conexión.

Los pacifistas y ecologistas que surgen y que se consolidan como movimiento estructurado en estos últimos años también están inmersos de la metafísica del fin de la historia.{21} Estos ecologistas sueñan con una humanidad feliz en una naturaleza limpia y perfecta, de manera que están imbuidos en los dos mitos que siguen hoy día en pié tras dejar de lado al Dios que garantizaba la felicidad eterna: La Humanidad que será una estado de perfección social futuro. La Naturaleza que es un organismo que está vivo y que hay que dejar que se auto regule para que la Humanidad futura pueda vivir en ella –y con ella– en armonía y solidaridad. Un poco más abajo se puede observar una relación de textos a los que hoy en día es muy difícil acceder, pero que aún pueden adquirirse en librerías que, por Internet, facilitan libros de segunda mano. Éstos solo son una pequeña muestra del elenco de propaganda pacifista que fluyó desde la URSS en aquellos años.

En 1985 ascendió al poder Mijail Gorvachov, que fue el último jefe del Estado soviético. Con él el experimento de llevar a la práctica el marxismo se acaba, pero no fue Gorvachov el baluarte de la destrucción sino que el experimento era, como ya se ha dicho aquí, inviable desde el origen. Gorvachov administró como pudo el hundimiento –muchos le agradecen su actuación porque piensan que la transformación podía haber sido cruenta, y la comparan con lo acaecido en España en la Transición– y cuando dejó el poder, la URSS había desaparecido. Unos años después se hizo líder del Partido Socialdemócrata de Rusia. Para hacernos una idea de por dónde iban los intereses de los que tomaron las riendas del nuevo estado podemos acudir a los filmes que traspasaron las fronteras de la URSS en esos años (hasta 1991, a partir de ese año el cine que tenemos en cuenta es solo ruso). La crítica al estalinismo es una de las razones de los que van a controlar el nuevo Estado, ésta se va a dejar ver en todos los contextos, el cine es uno de ellos (no podemos dejar de señalar lo que sucedía con la disidencia, el caso más importante fue el del físico nuclear Sajarov, que fue arrestado y enviado a Gorki. También la literatura, Los hijos de Arbat de Anatoli Ribakov, que fue el libro más famoso de toda la URSS para los occidentales tras la polémica con Archipiélago Gulag, de Alexander Solzhenitsyn). Los realizadores Abuladze y, sobre todo, Mijailkov son los dos más destacados.

3. Las razones de los otros

El arrepentimiento (1984), del realizador georgiano Tengiz Abuladze{22}. Con este autor ya estamos en pleno declive de la política económica del socialismo y del socialismo como sistema político de futuro. El arrepentimiento es una provocadora muestra del poder autoritario, y gira en torno a la muerte de un tirano, cualquier tirano, y la negativa de una mujer para dejar el cadáver en paz, con ello quiere traernos el recuerdo de los perseguidos por discrepar. Para llevar a cabo esta crítica el autor aprovecha el teatro clásico, de manera que si hace una buena realización el éxito está asegurado. Eso es lo que sucede. Esta conexión con la tragedia griega del autor Sófocles es evidente: en primer lugar en Antígona, con la tarea heroica de enterrar a su hermano Polinices; y en la misma línea cuando nos cuenta como Agamenón se niega a enterrar a Ajax (nombre que es de la obra también) mientras que Ulises juega el papel de Antígona. Homero también trata el asunto, pues Aquiles se niega a enterrar a Héctor en la Ilíada frente a un Príamo doliente que quiere el cadáver de su hijo para poderlo honrar. Abuladze, a partir de la narración clásica incide en la ti­ranía, en su violencia y su injusticia. La película fue prohibida durante dos años, luego se convertiría en emblemática con la llegada de la glasnost y la perestroika que Gorvachov promovió.

Quemado por el sol de 1994 es hasta la fecha el más importante filme realizado por Nikita Mijailkov,{23} aunque no podemos dejar de mencionar las magníficas Ojos negros o El barbero de Siberia. Quemado por el sol se desarrolla en 1936 y nos muestra uno de los momentos más terribles del estalinismo: las purgas, aunque centrándose en la de un solo personaje –uno de los noventa generales que llevaron al triunfo de la Revolución rusa, sesenta de los cuales fueron asesinados por Stalin- y en sus verdugos, la policía política. Ganó con ella la palma de oro en Cannes (1986) y el Óscar a la mejor película en lengua extranjera, entre otros muchos honores.

12, es la última producción de éxito de Mijailkov. Con ella podemos terminar este análisis desde el cine pues con él Mijailkov pone en escena una de las películas más cargadas de ideología del sistema americano, Doce hombres sin piedad de Sidney Lumet, el realizador americano encumbraba con su película la metodología democrática del sistema judicial americano. Mijailkov con su reedición nos muestra como la URSS se ha doblegado al sistema que la derrotó política y económicamente.

La democracia es el nuevo régimen del Estado ruso. El experimento que Lenin llevó a cabo y que quería llevar a todos los hombres a una situación límite por lo idílica, a un final de la historia de ensueño, había fracasado. En 1989, el mismo año que fuimos protagonistas del derrumbamiento al ver cómo caía el muro de Berlín, Francis Fukuyama expresó su teoría del fin de la historia. Aprovechando ese concepto hegeliano y marxista, aunque dándole la vuelta, hizo que estuviera en boca de muchos. Fukuyama no dice nada nuevo, solo aplica, como antes Hegel y Marx el finalismo aristotélico que defiende un estado de reposo perfecto al final de un trayecto progresivo. La transformación del ámbito orgánico, natural, al histórico la habían hecho los alemanes, el americano solo vuelve a aprovechar lo dicho. El capitalismo y su democracia, tras la caída de su oponente económico, es el final, no puede ser superado, es lo más perfecto a que puede aspirarse.

El finalismo fue, de entre todas las causas expresadas en la filosofía de Aristóteles, la primera en abandonarse, la metafísica idealista lo retoma en el siglo XIX y el idealismo que impregna la ideología dominante en nuestros días, de la que los economistas que se meten a filósofos están totalmente imbuidos, se patentiza en estas excrecencias que se propagan como se propagaba en otros tiempos la superstición milenarista o enfermedades como la peste, y es que la mayoría de los hombres quieren tener al final de sus días un cielo, sea en el más allá o aquí mismo, que importa.

Conclusión

Hemos recorrido una pequeña parte de la filmografía soviética, la más conocida en occidente. Hemos visto como en esos filmes se iba mostrando la ascensión y el derrumbamiento de un sistema político y económico que se levantó como solución a todas las calamidades de los hombres. Un sistema político que era la única vía para la consolidación de la justicia y la realización del ser humano como hombre completo y no alienado. Pero las bases que dirigían la posibilidad de tal construcción no eran científicas –utilizando un término que los teóricos del marxismo acuñaron para calificar al comunismo. La filosofía marxista de su base era una filosofía errada. El materialismo filosófico de Gustavo Bueno nos lo muestra dándole al marxismo la vuelta del revés, y atendiendo a lo que realmente está en la base, no hay relaciones entre los hombres –de producción, ni de ninguna otra clase– si estos no tienen una tierra propia y originaria donde se puedan inventar. El Estado es, para el marxismo, superestructural y no es así, si no todo lo contrario. El Estado soviético fue la verdad del marxismo, su puesta en práctica. Con la destrucción de la URSS se demolió la viabilidad también de aquella ideología que generó tantas ilusiones entre tantos y tantos hombres. La impronta de su puesta en práctica no solo transformó los países de influencia soviética sino que en el mundo actual no podemos dejar de considerar los efectos de las políticas denominadas ahora como sociales y que forman parte de la vida cotidiana.

La dialéctica de Estados que llevó a la desaparición de la URSS ha dejado su huella en los partidos comunistas que no se dan cuenta de que con el experimento fallido de la URSS, la teoría del marxismo ha sacado a la luz todos sus errores. Los comunistas quieren recuperar a Marx sin darse cuenta de que las políticas que más demandan, como las de justicia o de igualdad, son más antiguas que el marxismo. Estos comunistas están ahora cerca de los movimientos que pueden considerarse herederos –eso es lo que hemos tratado de mostrar aquí– de la política soviética de los últimos años, los distintos movimientos pacifistas y ecologistas. Todos ellos imbuidos en los mitos del Hombre y de la Naturaleza. El fin de la historia es pura metafísica, como lo es la Humanidad y lo es la idea que defienden de Naturaleza.

Bibliografía

Bueno, G. Entorno a la doctrina filosófica de la causalidad. Revista Meta (págs. 207-228). Editorial Complutense, Madrid, 1992.

La vuelta del revés del marxismo. El Catoblepas, núm. 76, Junio, 2008.

Primer ensayo sobre las categorías de las «ciencias políticas», C. Riojana, Logroño, 1991.

La vuelta a la caverna. Terrorismo, Guerra y Globalización. Ediciones B. Barcelona. 2004.

Cohen, G. A. La teoría de la historia de Karl Marx. Una defensa. Siglo XXI, Madrid, 1978.

Deleuze, G. La imagen-movimiento. Estudios sobre cine 1, Paidos Comunicación. Barcelona. 1991.

Martínez Veiga, U. Historia de la Antropología. UNED, Madrid, 2010.

Notas

{1} Martínez Veiga, U. Historia de la Antropología. UNED. Madrid. 2010. Página, 70.

{2} Cohen presenta el materialismo his­tórico como una teoría funcionalista de la historia y la sociedad, de manera que este marca la transformación progresiva de la misma mediante un mecanismo por el cual las fuerzas de producción determinan las relaciones de producción. Esta relación entre ambas es según Cohen una relación funcional, mediante la que una vez determinadas las relaciones de producción éstas se adaptan a las primeras. El procedimiento explicativo funcional incide en que la refe­rencia a los efectos de un fenómeno contribuye a explicarlo. Pero la atención que se presta a los efectos no es dar la vuelta a la causalidad, el mecanismo causal sigue direccionado de la misma manera: «el carácter de las fuerzas productivas explica funcionalmente el carácter de las fuerzas de producción» (Cohen, G.A. La teoría del estado de Karl Marx. Una defensa, pág. 177). Las fuerzas productivas tienen la primacía, la economía tiene la primacía ante cualquier constructo superestructural. Cohen con su discurso analítico no cambia nada, no va más allá de la explicación progresiva de Marx. Cohen considera que las fuerzas de producción pueden expresarse mediante la tecnología, que esta es lo único importante y que Marx es un determinista tecnológico: «La historia constituye un ejemplo del tipo de primacía que tienen las fuerzas en la teoría marxista de la historia» (pág. 179). El problema que encontramos en esta explicación es el mismo que vemos en la explicación causal, pues esta «ida y vuelta» que propone Cohen recuerda a la afirmación de que la idea de causalidad se considera como una relación binaria que podríamos expresar como que no hay efecto sin causa y que no hay causa sin efecto: «Lo que Marx pretende explicar tiene un impacto trascendental sobre lo que él dice que lo explica» (pág. 307). El materialismo filosófico rompe ese esquema binario al desconectar una simple relación del efecto con la causa, y lo que se da es algo mucho más complejo que va más allá del simple esquema binario dado que se muestra como un esquema procesual de identidad material que se expresa como una función de dos variables. En la Enciclopedia Symploke podemos leer lo siguiente: interpretamos «la Idea de Causa como un esquema material de identidad en el que sólo puede haber causa ligada a un efecto, pero a su vez ambos dados en un contexto determinante. Así, no bastaría con formular el efecto en función de la causa, sino también en función del contexto determinante donde se produce. De este modo, la relación causal tomaría el formato lógico siguiente Y=f[X, H], siendo Y el efecto, X, la causa y H el contexto determinante»: http://symploke.trujaman.org/index.php?title=Causa

{3} F. Engels, extraído del discurso que pronuncio ante la tumba de Carlos Marx en el cementerio londinense de Highgate, el 17 de marzo de 1883.

{4} Bueno, Primer ensayo sobre las categorías de las «ciencias políticas», págs. 252-253

{5} Bueno, En torno a la doctrina filosófica de la causalidad, Revista Meta, pág. 227.

{6} Estas conclusiones podemos extraer tras escuchar a Tomás García López en la quinta lección sobre Filosofía de la Guerra que ofreció en la Escuela de Filosofía de Oviedo el 14 de noviembre de 2011. http://www.fgbueno.es/act/efo010.htm#s5

{7} Es interesante señalar que estas formas de ruptura del filme mediante el montaje han tenido en los últimos años un auge, debido a autores como Quentin Tarantino o Alejandro G. Iñárritu. Pero el papel más importante lo tiene en estos filmes el guionista –que en el caso de Tarantino no hace falta señalarlo pues es él mismo el guionista de su filme– pero en el caso de Iñárritu, sus más importantes películas –en las que se da ese método de ruptura del filme que recuerda a los soviéticos– tienen por escritor del guión a Guillermo Arriaga. Éste es el que rompe la película como si fuera un rompecabezas, pero teniendo en cuenta parcelas de guión que todas tienen sentido, de manera que el público haga lo mismo que Dovzhenko quería que hiciesen, participar en la narración al organizar lo que ve, aunque aquí también debe organizar lo que oye.

{8} Sergei Mikhailovitch Eisenstein (Riga, Letonia, 23 de enero de 1898 – Moscú, 11 de febrero de 1948), director de cine y teatro soviético de origen judío.

{9} Andréi Arsényevich Tarkovski (Zavrazhie, 4 de abril de 1932 – París, 29 de diciembre de 1986), director de cine, actor y escritor ruso. Se le reconoce como uno de los más importantes e influyentes autores del cine soviético y uno de los grandes de la historia del cine. En 1883 se exilió en Suecia.

{10} Algo que recuerda al ocasionalismo de Malebranche o al acausalismo de Hume que son dos tesis de las que el materialismo filosófico ha sabido ver su cercanía dado que sus implicaciones son muy similares.

{11} La novela de Lem es una estupenda lectura fantástica, pero un fiasco filosófico, igual que la película. En 2002, casualmente al año siguiente marcado por la Odisea de Kubrick, se vuelve a llevar Solaris al cine, esta vez por el realizador Steven Soderbergh. Por otra parte, Tarkovski en 1979, vuelve a la ciencia ficción con Stalker, a partir del relato Picnic junto al camino (también conocido como Picnic extraterrestre) (1979) de los hermanos Arkadi y Boris Strugatski. Aquí, Tarkovski, todavía mostrará más su faceta metafísica, de manera que transforma una magnífica novela en una serie de reflexiones metafísico-religiosas sin sentido.

{12} Estas cuestiones las explica con lujo de detalles Tomás García López en su 5ª lección sobre la Guerra, la cual puede escucharse y verse en la página de la Fundación Gustavo Bueno: http://www.fgbueno.es/act/efo010.htm#s5

{13} Un término acuñado por Panfilo Seicaru, a partir del término Pax romana, cuando en 1946 lo acuño en su libro ¿Pax americana? ¿Pax soviética?

{14} Bueno, La vuelta a la caverna. Terrorismo, Guerra y Globalización. Pág. 82

{15} Andréi Serguéyevich Mijálkov-Konchalovski (Moscú, 20 de agosto de 1937). Tras rodar Siberiada huyo a los EE.UU. También conocido por su colaboración con Andrei Tarkovski.

{16} Vladimir Menshov (17 de septiembre de 1939 en Bakú, Azerbaiyán)

{17} Guardianes de la noche (2004) y Guardianes del día (2006) de Timur Bekmambetov, con Vladimir Menshov como uno de los actores principales de reparto.

{18} Si buscamos una razón oculta, desde luego que la podemos encontrar, es la misma que hay en lo que cuenta la película Nader y Simin, historia de una separación, a la que le dieron en 2011 múltiples premios internacionales, entre los que está el Oscar a la mejor producción extranjera. En esta podemos ver un protagonista que no actúa como lo haría un islamista, sino alguien que pudiera ser un modelo de actuación para los individuos de cualquier Estado de los que los iraníes tienen como enemigos. Por ejemplo, el protagonista ve a su mujer como a una igual, con esto solo ya podemos afirmar que hay una falta de rigor. La película soviética cumplió la misma función que la iraní que comentamos en esta nota.

{19} Para hacernos a la idea basta con acudir a la información que se recoge en Internet.

{20} En los años ochenta, en Zaragoza, algunos dirigentes del MCE y de la LCR, formaron el denominado «Colectivo por la Paz y el Desarme», y paralelamente se formó la que se denominó «Asamblea ecologista», los primeros eran los pacifistas teóricos, los segundos, en estrecha relación con los primeros, eran los que iban a los distintos lugares a llevar a cabo acciones disuasorias que se enfrentaban sobre todo a la política de construcción de pantanos (Jánovas, en el Pirineo, o Riaño, en León). Algunos nombraban a la «Asamblea ecologista», jocosamente quizá, como el brazo armado del «Colectivo por la Paz y el Desarme».

{21} La inmensa mayoría no sueña con el cielo -algunos sí, pues son creyentes cristianos- pues la idea metafísica de Dios ha perdido su primacía frente a las otras dos: el alma (mito del Hombre, desarrollado sobre todo a partir de la Ilustración) y el mundo (mito de la Naturaleza, que se va consolidando poco a poco a partir también del mismo momento).

{22} Tengiz Abuladze (Kutaisi, Georgia, 31 de enero de 1924 – Tibilisi, 6 de marzo de 1994), Este realizador filmó películas muy importantes: El ruego (1967), inspirada en una serie de poemas del escritor georgiano Vazha-Pshavela, El árbol de los sueños (1976), basada en unos cuentos del escritor Gueorgi Leonidze. Pero estos filmes no son relevantes para nuestra tesis.

{23} Nikita Serguéyevich Mijailkov (Moscú, 21 de octubre de 1945). Actor y director de cine. Es el único cineasta del que consideramos uno de sus filmes realizados tras la caída de la URSS. El desastre soviético es un hecho y los vencidos destruyen a sus líderes derrotados por la historia.

 

El Catoblepas
© 2012 nodulo.org