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El Catoblepas, número 114, agosto 2011
  El Catoblepasnúmero 114 • agosto 2011 • página 9
Artículos

Las partes formales de la Sociología desde la Teoría del Cierre Categorial: una aproximación analítica

Juan Miguel Valdera Gil

Este artículo plantea un tratamiento gnoseológico
de las partes anatómicas de la Sociología tomando como
referencia la gnoseología materialista de Gustavo Bueno

Max Weber 1864-1920Emilio Durkheim 1858-1917Carlos Marx 1818-1883

§0. Introducción

En el X Congreso Nacional de Sociología{1} presentamos una comunicación donde se examinaba someramente el quehacer de esta disciplina desde la perspectiva de la filosofía de la ciencia de Gustavo Bueno. Entre el público, bien por falta de pericia del autor para explicarse, bien por la imposibilidad de presentar un tema tan complejo en unos pocos minutos, cundía la sensación de que el enfoque gnoseológico se reducía algún tipo de positivismo que subsumía los componentes específicos de las ciencias sociales –entiéndase humanas– en una idea de ciencia general acuñada a partir de unas ciencias naturales omnipresentes. Con el fin de matizar esta «acusación» y al mismo tiempo arrojar luz sobre el «camino» seguido por el artículo, nos remitiremos en primer término a las cuatro ideas de ciencia expuestas por Bueno{2}:

• En esta primera acepción la ciencia se entiende como «saber hacer», «técnica» o «arte». Se trata de un concepto muy cercano al de «sabiduría», a un conocimiento práctico como el que posee un catador de vinos –capaz de distinguir los sabores– o de un artesano que con sus manos da forma al barro o talla la madera. Es una ciencia del taller.

• En la segunda acepción la ciencia se define como «sistema ordenado de proposiciones derivadas de principios»{3}. Concepción de la ciencia propia de Aristóteles en sus Segundos Analíticos, cuya tradición será retomada y continuada por los Escolásticos del Medievo. En este segundo caso nos encontramos ante una ciencia de la palabra, de la escuela, de una academia que se mantiene alejada del taller.

• En su tercera acepción, la idea de ciencia pasa a adoptar su forma moderna de ciencias duras o de ciencias en sentido estricto. Es la época del tránsito a la Modernidad y de la Revolución Industrial. «Nuevos contenidos e instituciones comenzaron a conformarse en esta época, y en escenarios que, de algún modo, recuerdan mucho a los talleres primitivos y aún a las escuelas posteriores: podría decirse que son talleres convertidos en escuelas, es decir, laboratorios»{4}. Las ciencias llegarán a ser, gracias a su universalidad, un potente elemento vertebrador de nuestra civilización.

• Por último, ya entrado el siglo XIX, se produce el intento de fundar sobre los mismos principios que guían las ciencias positivas otros saberes de tipo histórico, psicológico o social. Entran en escena las llamadas ciencias humanas o sociales. «El proceso de reconstrucción de estos campos según el formato de las ciencias positivas ha logrado su reconocimiento académico aunque este reconocimiento no puede confundirse con una justificación gnoseológica»{5}.

De este modo hemos optado por abordar el problema tratando de determinar hasta que punto la Sociología que surge institucionalmente como ciencia en su cuarta acepción, está dotada de aquellas partes formales o anatómicas constituyentes de las ciencias en sentido estricto (tercera acepción). La disyuntiva que nos planteamos es la siguiente: si la Sociología no tuviera nada en común con la Geología, la Química o la Física, resultaría del todo erróneo denominarlas a todas ellas ciencias. Al contraponer ciencias naturales (o ciencias a secas) a ciencias humanas se establece una diferenciación en su carácter. Pero ello no es óbice para obviar la existencia de algún tipo de continuidad. Yerran entonces aquellas corrientes o doctrinas filosóficas –del tipo de la de Rickert con su distinción entre ciencias idiográficas y nomotéticas– que rehúyen del problema de la fundamentación gnoseológica de la unidad de la ciencia. Nos reiteramos en nuestro planteamiento, ¿por qué son las ciencias nomotéticas y las idiográficas ambas científicas si unas buscan establecer leyes universales, y las otras se quedan en lo particular y lo singular? Una filosofía seria de la ciencia no puede dejar de explorar el significado y alcance de las diferencias entre disciplinas, pero para acometer esa misión, necesitará primero de una idea de ciencia, elaborada como saber de segundo grado{6} a partir de las mismas ciencias reales en movimiento. Antes de entrar en el contenido del artículo deseamos hacer un par de aclaraciones.

En primer lugar, el autor no es un filósofo experto conocedor de la Teoría del Cierre Categorial, sino un sociólogo que en la actualidad escribe su tesis doctoral sobre el sistema de estratificación social en la antigua Unión Soviética. Con todo, el deseo de profundizar en la filosofía de la ciencia de Bueno, así como la inexistencia de un análisis gnoseológico especial dedicado a la Sociología, nos llevo a embarcarnos en la redacción del presente trabajo.

En segundo lugar, el artículo fue concebido para su publicación en una revista de temática sociológica{7} con dos importantes restricciones. Por un lado, una limitación en la extensión del texto, que debía estar comprendido entre las ocho y las nueve mil palabras. Por el otro, a sabiendas de que nos dirigíamos a un público no necesariamente conocedor de los rudimentos mínimos del materialismo filosófico, era imprescindible una exposición de las bases de la gnoseología de Bueno sin complicar demasiado la lectura del artículo. Pedimos perdón por las imprecisiones y lagunas que el lector hallará en el texto.

§1. Gnoseología versus epistemología en la Teoría del Cierre Categorial

De la introducción el lector deducirá que si se acepta que la Sociología es verdadera ciencia y no una mera técnica de recolección de datos o un discurso, habrán de explicitarse los puntos en común con otras disciplinas. El materialismo filosófico de Bueno opta por un tratamiento gnoseológico de la cuestión frente a otros enfoques de corte epistemológico, lingüístico o sociológico. Para Bueno{8} hablar de epistemología es hacerlo en clave de teoría del conocimiento con un sujeto que conoce y un objeto conocido en la línea de Windelband{9} o Rickert{10}. En primer lugar cabría preguntarse hasta qué punto las ideas de ciencia y conocimiento coinciden. Un sujeto que capta significados sensorialmente construyendo una imagen homogénea del mundo a través de estereotipos está conociendo (objetos), mas no está ejercitando la ciencia. El conocimiento trascendente de la divinidad que un fiel experimenta ante una imagen religiosa nada tiene que ver con la ciencia. La capacidad, estudiada por Piaget{11}, de los seres humanos de lograr distintos estadios de conocimiento con el crecimiento (sensorio-motor, preoperatorio, operaciones concretas, operaciones formales) es otro claro ejemplo de enfoque epistemológico. Empero el estudio de las capacidades cognitivas del sujeto respecto al objeto tampoco nos sitúan en la senda del problema central de la ciencia: el de la verdad. Otro asunto es que las formas de conocimiento religiosa, los estereotipos o el desarrollo evolutivo del niño sean tratados científicamente. Dicho lo dicho se podría argüir que lo que pretende la epistemología es limpiar de excrecencias con un método adecuado –el científico- la información que llega al sujeto; de este modo alcanzará el verdadero conocimiento del objeto tal y como pretendía el canciller Bacon en su Novum Organum{12}. Pero es precisamente esta idea la que se pone en duda desde la gnoseología materialista de Bueno. Aunque la ciencia tenga un momento de conocimiento de los sujetos ligado a la aprehensión operatoria de fenómenos (que son otros sujetos y objetos), la teorización implica siempre la superación de dicha perspectiva{13}. Al centrar el problema de la ciencia en cómo conoce el sujeto al objeto, estaríamos ofreciendo una representación parcial del problema, no dando cuenta del proceso completo de construcción de las verdades científicas. El núcleo de cualquier ciencia no hay que buscarlo en cómo el «yo» o el «nosotros» conoce verdaderamente la realidad, sino que la verdadera realidad de la ciencia se afirma en el momento en el que el conocimiento que los sujetos tienen de los fenómenos se transforma por mediación de distintas operaciones (en su sentido quirúrgico y no sólo mental) en teorías que contienen verdades que son segregables de los científicos que las han establecido. El enunciado que determina que el cuadrado de la longitud de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de las longitudes de los catetos, es ya una verdad que existe con independencia de quien la formuló. La aplicación del Teorema de Pitágoras no requiere la intervención del sujeto Pitágoras, ni tampoco comprender los mecanismos psíquico-cognitivos que intervinieron en su formulación. Lo que tampoco debe entenderse como una suerte de platonismo, como si las verdades científicas tuvieran vida propia al margen de los sujetos que están operando en la realidad de la investigación.

La gnoseología de Bueno sustituye del centro de su análisis el par sujeto-objeto por el de materia-forma, dados como conceptos conjugados en un plano diamérico{14}. Diremos que son partes formales de una totalidad las que conserven en cada una de ellas el todo que constituyen. Las partes materiales, por el contrario, forman parte del todo pero sin guardar la forma. Veamos un ejemplo. Si un hombre resultara amputado de piernas y brazos, un cirujano estaría en disposición de unir al tronco las partes diseccionadas (formales) a través de una operación quirúrgica. Ahora bien, imaginemos que el brazo resultó carbonizado aunque conservemos las cenizas y otros componentes resultantes del proceso de combustión (partes materiales del brazo). El cirujano no tendría manera de devolver al cuerpo su forma original. A este respecto Alvargonzález nos ofrece otro ejemplo:

«Las partículas subatómicas son partes materiales de un organismo biológico complejo cuyas partes formales serían los órganos, los tejidos, &c. A partir de las partes materiales exclusivamente resulta imposible reconstruir el todo, no así a partir de las partes formales.»{15}

La diferenciación entre partes materiales y partes formales de la ciencia presenta asimismo con una nueva luz la contraposición entre epistemología y gnoseología. Según Alvargonzález{16} la imposibilidad de reconstruir el proceso de elaboración de las verdades científicas desde las coordenadas epistemológicas, radica en que sujeto y objeto son partes materiales de las ciencias, mas no partes formales. El enfoque gnoseológico tratará entonces de establecer aquellas partes formales que permitan la reconstrucción de la idea de ciencia en su totalidad. Como ya hemos dicho, forma y materia se encuentran conjugadas de modo diamérico en un mismo plano, por lo que serán los mismos contenidos de la ciencia los que actuaran en determinados casos como formas.

§2. Los problemas de la Sociología del conocimiento desde el enfoque gnoseológico

En un artículo Lamo de Espinosa afirma que la determinación social del conocimiento no afecta a la vida cotidiana en exclusiva: «Lo que nos lleva a la conclusión de que la Sociología, al abordar el pensamiento (y, en primer lugar, el propio), no puede dejar de indagar las condiciones sociales de su producción, es decir, no puede no hacer sociología del conocimiento, y por lo tanto, sociología de la sociología.»{17} El autor recurre a una encuesta, donde se pidió una valoración de las obras con mayor repercusión en la historia de la Sociología. Las diez con más menciones fueron: Economía y Sociedad; La imaginación sociológica; Teoría y Estructura sociales; La ética protestante y el espíritu del capitalismo; La construcción social de la realidad; La distinción; El proceso de civilización; Teoría de la acción comunicativa; La estructura de la acción social; La presentación del sí mismo en la vida cotidiana. De entre las características comunes destacan:

1. Claro predominio de los textos teóricos. De las setenta y una obras reseñadas, sólo veintidós podrían denominarse empíricas. En las diez primeras únicamente La ética protestante y La distinción son de contenido empírico, «pero ambas de altísimo vuelo teórico.»{18}

2. «No sólo predominio de la teoría, sino de un tipo especial de teoría, la reflexiva, aquella que deriva de la sociología del conocimiento y cuestiona los propios supuestos desde los que pensamos.»{19}

Si muchos de los más ilustres sociólogos han dedicado tanto tiempo a la reflexión teórica, que duda cabe de que nuestra disciplina despierta dudas respecto a su quehacer, a la determinación de sus límites e incluso a su carácter científico. En las disputas entre escuelas enfrentadas era frecuente echar mano del llamado sociologismo relativista especial{20}. Desde esta perspectiva, se niega a la escuela rival capacidad para hacer auténtica ciencia, sacando a la luz los condicionamientos sociales que operan sobre ella, y que le imposibilitarían traspasar el umbral de lo ideológico. Por el contrario, la escuela atacante se arroga la posesión del verdadero conocimiento científico, manteniéndose en una posición neutral o exenta en relación al medio social. No hace tanto de la época en que marxistas y funcionalistas se lanzaban mutuamente denuncias de falta de legitimidad científica. En la URSS la sociología occidental era tildada de burguesa, mientras que en Estados Unidos el marxismo era despreciado como pura ideología{21}.

Los postmodernos han atacado, paradójicamente desde un sociologismo absolutista universal{22}, toda idea de ciencia y verdad. La Trinidad de la Ilustración basada en la razón, la naturaleza y el progreso es cuestionada. Los científicos ya no son legisladores, sino meros tertulianos en sus materias; hay por tanto un desmoronamiento de las sólidas jerarquías de conocimiento. Los postmodernistas mantienen que las certidumbres de la ciencia se han desvanecido{23}. En la misma línea Vattimo sostiene que la desorientación forma parte de la condición humana. En definitiva, que no existen fundamentos científicos que legitimen el pensamiento o la política{24}.

En nuestra opinión, la sociología del conocimiento puede degenerar en sociologismos de distinto tipo sin el contrapeso de una gnoseología de la ciencia. Algo que por cierto ya atisbamos en una obra clásica: La construcción social de la realidad{25}. Los autores del libro mantienen que la misión de la sociología del conocimiento es arrojar luz sobre los mecanismos a través de los cuales los grupos sociales van creando y redefiniendo la realidad, que es la cualidad propia de los fenómenos reconocidos como independientes de nuestra volición. La tarea del filósofo difiere netamente de la del sociólogo. El primero se adentra en la validez ontológica de las proposiciones que está criticando. Si se trata de la libertad, planteará el significado último de esta realidad o su aplicación en el hombre. En cambio el sociólogo se aleja de la idea de libertad, y más bien se interroga por sus tipos y variedades tratando de ofrecer una solución al dilema, ¿cómo entiende el hombre la libertad en relación a la sociedad dónde vive? De este modo, la sociología del conocimiento no haría más que constatar el relativismo social e intentar explicar el porqué de su existencia{26}.

El enfoque gnoseológico no niega el alcance heurístico de una sociología del conocimiento, sino que la integra en una perspectiva filosófica. Situarnos en dicha senda pasa por reconocer que indagar en las condiciones sociales de producción de la Sociología{27} no resuelve el problema de la verdad. Todo conocimiento es social, pero no todo conocimiento se ajusta a las verdades categoriales propias de los campos científicos{28}. La paradoja está en que si la Sociología no consigue fundar sus presupuestos teóricos en una idea de verdad, quedará reducida a un mero discurso metanarrativo tal y como han sostenido los postmodernos.

«Si no hay verdad, no hay ciencia ni esta tiene sentido. Quien cree que la verdad es una mera construcción social, una convención más, ha abandonado el terreno de la ciencia para pasarse, no al de la ficción, sino al de la pura ilusión y el auto-engaño. Pues si nada es cierto, tampoco es cierta esta afirmación. La paradoja es insostenible. Olvidémosla pues, como la olvidamos en nuestra vida cotidiana. No son pocos quienes creen en la verdad en su vida diaria (cómo no hacerlo), pero descreen de ella en la ciencia. Vaya contradicción.»{29}

Aclararémonos con un ejemplo. Una sociología del conocimiento aplicada a la Sociología, mostrará el vínculo presente entre sociedad moderna y desarrollo de la disciplina. También nos aportará abundante información sobre el origen del pensamiento de los sociólogos: la aversión de Marx hacia la Monarquía Prusiana hace comprensibles sus análisis del Estado; el marco de III República Francesa, reacción autoritaria ante la fallida Comuna de París, la insistencia de Durkheim en la solidaridad; el ambiente calvinista en el que creció Weber, que este dirigiera su atención hacia el protestantismo. Si bien es relevante que Marx fuera un revolucionario recalcitrante, Durkheim un conservador y Weber un liberal hijo de una piadosa calvinista (génesis sociológica del conocimiento), todavía resulta más importante si sus teorías del cambio, de la división social del trabajo o de la burocratización son verdaderas, o cuánto de verdad poseen (estructura científica).

§3. Campo y términos en la Sociología

La Teoría del Cierre Categorial defiende que las ciencias, formalmente, no se definen por unos pretendidos objetos, sino por campos que contienen términos pertenecientes a clases diferentes y unidos por sinexión{30}. La conexión sinectiva entre términos implica una vinculación forzosa entre partes, tal y como se da entre la cara y la cruz de una moneda, o entre los polos de un imán, esto es, los términos son irreductibles aunque obligados a coexistir{31}.

La idea de campo posee una suerte de significados coloquiales útiles para exponer nuestra idea de ciencia{32}. El campo ha sido segregado de la naturaleza virgen por medio del trabajo humano. Posee límites más o menos precisos y en su interior los sujetos realizan operaciones que caracterizan al campo de forma particular. Imagínese un campo de cultivo o de fútbol. Los dos son espacios específicos creados por la mano del hombre con un perímetro delimitado que los separa de otros espacios. Las actividades que se realizan en su seno difieren nítidamente: jugar al fútbol o cultivar.

Con la idea de campo se pretende resaltar, primeramente, la importancia de las operaciones humanas. Expresado en términos gnoseológicos significa que las técnicas no están desconectadas de las ciencias, más bien las anteceden y explican su desarrollo{33}. La Alquimia no es Química, pero en la Alquimia encontramos saberes prácticos que ayudaran al despegue de la Química moderna. Obsérvese en el siguiente párrafo la conexión técnica-ciencia en dos casos particulares.

«La Economía política se constituye como ciencia humana en época reciente (según Marx, a mediados del siglo XVIII, con los fisiócratas): pero la Economía política brota de la misma razón mundana que actúa en los banqueros, en los administradores, en los hombres de Estado: Quesnay, como sujeto gnoseológico de la nueva ciencia, no está muy lejos de Colbert. La Lingüística estructural es una ciencia humana muy reciente y uno de los principios sobre los cuales se asienta es el principio de la doble articulación. Pero quien descubrió esta fundamental estructura del lenguaje humano, no estaba muy lejos, por sus operaciones, de aquellos tecnólogos que crearon la escritura alfabética.»{34}

La cristalización de la ciencia sociológica a partir del siglo XIX también tiene unos antecedentes técnico-prácticos. El tránsito a la Modernidad, que se inicia en el siglo XVI, viene marcado por cuatro dimensiones institucionales{35}: el capitalismo, el industrialismo, la vigilancia y el control de los medios de violencia. El crecimiento de cada una de estas esferas provocará profundas convulsiones en el seno del Antiguo Régimen que acabarán por arrumbarlo. Simultáneamente abrirá las puertas a un sin fin de nuevos problemas en la organización del trabajo, la vida urbana o la creciente expansión burocrática. No es casualidad que la Estadística, tan ligada a la Sociología, se conciba como ciencia del Estado, de una administración en crecimiento que requiere cuantificar sus actividades. En las aspiraciones de ingeniería social que conforman la Sociología desde sus mismos comienzos, converge la tradición de pensamiento clásica{36} con la imperiosa necesidad de los modernos de comprender para organizar: en Comte el sociólogo es un sabio supremo que nos recuerda al filósofo-rey de Platón; con Marx la ciencia es puesta al servicio de la revolución comunista; en Durkheim notamos la preocupación por el orden social y por evitar las consecuencias de la anomia &c. En la misma línea, Weber lanza una reflexión, que aunque dirigida a la Economía, bien pudiera extrapolarse a la Sociología.

«Todos nosotros sabemos que nuestra ciencia, como cualquier otra ciencia que tenga por objeto los fenómenos e instituciones de la cultura humana, con la excepción quizá de la historia política, ha nacido históricamente con una perspectiva práctica. Su fin primero, y al principio el único, era la elaboración de juicios de valor sobre determinadas medidas de política económica del Estado. Nuestra ciencia era técnica en el sentido en que lo son las disciplinas clínicas en las ciencias médicas.»{37}

Una vez explicada la idea de campo, dediquemos unas palabras a los términos. No sería posible la ciencia sin distintos tipos de términos. Frente al postulado epistemológico la ciencia tiene como objeto…, nosotros defenderemos un pluralismo gnoseológico{38}. Tal es así, que la Biología dejaría de tener en la vida su objeto de estudio, sino que su campo se constituiría a partir de células, organismos, &c.; los términos del campo de la Química serían los elementos de la tabla periódica; en el campo de la Lingüística aparecerían monemas y fonemas; puntos, rectas, triángulos compondrían el campo de la Geometría{39}. En lo que concierne a la Sociología sostendremos que los sujetos humanos, necesariamente enclasados en grupos y que mantienen relaciones de cooperación y de conflicto, constituyen los términos o partes mínimas materiales presentes en nuestro campo. La sinexión viene marcada por los lazos que ligan a los miembros (términos) de un mismo grupo entre sí, y al conjunto de todos los grupos entre ellos, en base a criterios de adscripción tales como la clase social, la edad, la religión, la etnia, la nación, el tipo de familia &c. La relación conflictiva de explotación entre burguesía y proletariado es sinectiva, por cuanto una clase no se reduce a la otra, pero ambas son necesarias para la reproducción del capital. Lo mismo se dirá de la solidaridad orgánica durkheniana potenciada por la división del trabajo en las sociedades modernas. Los términos del campo están vinculados sinectivamente, esta vez en clave funcional-cooperativa, porque las ocupaciones laborales que desempeñan los sujetos aunque diferentes, se requieren las unas a las otras en su existencia.

§4. Análisis de las partes formales de la Sociología

El lenguaje está presente en todas las ciencias y gracias a él, el científico opera, compone y crea teoremas. Una gnoseología que tome como hilo conductor el lenguaje no introduce un problema extrínseco a la propia dinámica de las ciencias{40}, ya que las relaciones diaméricas entre forma y materia se dan por mediación de signos. Ahora bien, una cosa es admitir que los contenidos y las formas de las ciencias están entreverados lingüísticamente, y otra bien distinta sostener que la ciencia se reduce a un conjunto de signos. No compartimos las teorías gramaticales de las ciencias de Wittgenstein{41} o de Carnap{42} porque toman el lenguaje, que es parte material de la ciencia, como si fuese única parte formal.

«Efectivamente, resultaría absurdo suponer que la ciencia y el lenguaje son externos el uno al otro, ya que en los campos de las ciencias, al lado de los contenidos materiales no lingüísticos (objetos, instrumentos, sustancias), aparecen materiales lingüísticos (tipográficos y sonoros), de modo, con razón se puede considerar que el lenguaje es interno a las ciencias. Ahora bien, esto en absoluto supone reconocer que la ciencia sea interna al lenguaje (que sea un lenguaje bien hecho) ya que, desde el primer momento, se ha puesto de manifiesto la necesidad de considerar que el cierre operatorio es fundamentalmente objetual.»{43}

Bueno por el contrario, se basa en las teorías de Morris{44} y Buhler{45} sobre la estructura del lenguaje para reconstruir las partes formales de la ciencia. En el espacio gnoseológico de cada campo se distinguen tres ejes con tres figuras inscritas en cada uno de ellos{46}. Tenemos un eje sintáctico (términos, operaciones, relaciones), un eje semántico (referenciales, fenómenos, estructuras esenciales) y un eje pragmático (normas, dialogismos, autologismos). Ni que decir tiene que las nueve figuras no forman compartimentos estancos; se presentan ensambladas en el quehacer del científico. Volvemos a recalcar que usar una teoría sobre la estructura del lenguaje no equivale a caer en un reduccionismo lingüístico. Las partes analíticas de la ciencia coinciden con las funciones del lenguaje porque las teorías de Morris y Buhler «contienen internamente referencia a planos extralingüísticos.»{47} La concordancia se produce por la equivalencia entre las funciones que cumple el lenguaje respecto a sí mismo tomado como uno todo, y las funciones de los tres ejes gnoseológicos (partes formales) en relación a la ciencia en su totalidad. Por ejemplo, la sintaxis es la «parte de la gramática que enseña a coordinar y unir las palabras para formar oraciones y expresar conceptos»{48}, luego entonces el eje sintáctico en nuestro caso se ocupará de las relaciones entre términos de un campo. La semántica se define como «el estudio del significado de los signos lingüísticos y de sus combinaciones»{49}; el eje semántico buscará esclarecer el significado esencial de las construcciones científicas. Por último, la pragmática «estudia el lenguaje en su relación con los usuarios y las circunstancias de la comunicación»{50}; nuestro eje pragmático se encargará de la relación entre los científicos y el propio campo de estudio.

4.1. Eje Sintáctico

En el eje sintáctico, el énfasis se pone en las relaciones que se establecen por medio de operaciones entre los términos de un campo{51}. Ya expresamos que sin la presencia de varios términos no sería posible operar. La suma o la multiplicación precisan de más de un sumando o factor. Recuérdese que en su clásica definición de acción social, Weber afirma que «el sentido mentado por un sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros »{52}, es decir, un sujeto solitario al estilo de Robinsón en una isla desierta no permitiría hacer Sociología, por cuanto su acción, sin otros sujetos con los que interaccionar, no se catalogaría de social. Del mismo modo Durkheim habla (en plural) de maneras de obrar, de pensar y de sentir exteriores al individuo{53}. De sus palabras se desprende, que la variedad de grupos e individuos habrá que ponerla en relación con esas maneras de ser (obrar, pensar, sentir), que él llama hechos sociales.

Las operaciones impulsan transformaciones que pueden dar lugar a relaciones características. En la metodología cualitativa el grupo de discusión o las entrevistas en profundidad tienen la consideración de operaciones. En el grupo de discusión, el sociólogo busca determinar las posiciones discursivas existentes en la sociedad por medio de la elección de miembros representativos. Por el contrario, es una operación propia de la metodología cuantitativa el análisis factorial exploratorio que busca agrupar los ítems de una encuesta.

Veamos un ejemplo sobre prácticas religiosas, elaborado a partir de la Encuesta Social Andaluza (2002-2003), que nos ayudará a comprender las tres figuras del eje sintáctico.

Tabla 1. Asistencia a ceremonias religiosas en Andalucía
según sexo en el año 2002 2003{54}

Asistencia
 
 Hombre 
(1541)
 Mujer 
(1626)
 Total   
(3167)
Una vez a la semana o más12,6%26,8%19,8%
Al menos una vez a la semana6,6%13,5%10,2%
Solo en fiestas religiosas especiales19,8%17,8%18,8%
Con menor frecuencia17,4%17%17,2%
Nunca43,7%24,8%34,0%

Centro de Estudios Andaluces. 2003. Encuesta social Andaluza. “Religión”. Pregunta C14. Las categorías de respuesta originales de asistencia han sido reetiquetadas por el autor.

En la tabla se representan dos clases de términos. En las columnas, los sujetos clasificados según su sexo (hombre/mujer); en las filas, agrupados en relación a su asistencia a las ceremonias. A simple vista la mujer es más asidua a las celebraciones religiosas que el hombre. En las dos primeras categorías de respuesta, la presencia de la mujer es dos veces la del varón. Por otro lado las mujeres que no asisten nunca, son la mitad respecto a los hombres. Ahora queremos conocer si entre los términos existe alguna relación significativa, o si las diferencias observadas se deben al azar. Operamos un cruce de las variables de la tabla usando el estadístico chi cuadrado. La operación realizada nos confirma la existencia de asociación, lo que dicho con nuestras propias palabras, muestra que entre los términos del campo se ha verificado una relación característica; que lo que parecía un comportamiento al azar sigue una pauta directiva.

4.2. Eje Semántico

Si en el eje sintáctico el sociólogo indagaba en las relaciones operando con los términos, ahora quiere establecer su significado{55}. En consonancia con el ejemplo anterior, después de sacar a la luz que el género está conectado con asistir más o menos a ceremonias religiosas, tocaría dilucidar el porqué de esa relación, su estructura o esencia.

Comencemos por la primera figura de este eje: los referenciales o contenidos fisicalistas. La Sociología se basa en el estudio de sujetos corpóreos vivos. Los muertos y los espíritus no rellenan cuestionarios, conceden entrevistas o participan en grupos de discusión. Por otro lado también requiere el campo de objetos en su funcionamiento diario: los datos de una matriz se encuentran grabados en discos duros o impresos en papel. El lápiz, los folios, las grabadoras, el SPSS o los edificios que albergan los centros de investigación son parte integrante del campo de la Sociología. También son referenciales aquellos objetos que los sujetos estudiados precisan en su interactuar; un templo, por ejemplo, es un referencial porque en ellos suelen tener lugar las celebraciones religiosas.

Los términos y las relaciones se nos presentan como fenómenos en el eje semántico. El significado gnoseológico de los fenómenos guarda algunas similitudes con el mundano{56}. El fenómeno siempre llevará aparejada cierta manifestación de lo extraordinario o lo anómalo. Cuando un público entregado corea el nombre de su artista favorito y lo llama fenómeno, está reconociendo sus cualidades sobresalientes en la interpretación. Según Bueno{57} la característica más relevante del fenómeno es que se presenta a distancia del investigador. Es lo que en la Teoría del Cierre Categorial se llama distancia apotética. Acabamos de ver que la Sociología opera con términos que establecen relaciones (eje sintáctico), siempre con un contenido tridimensional o corpóreo (eje semántico). Las operaciones necesariamente se sustentan en referencias fisicalistas ajenas al sujeto, porque si fueran simplemente un artilugio de su mente, sería imposible distinguir entre los fenómenos y la propia conciencia. En la investigación sobre prácticas religiosas, la asistencia desigual por sexos se exhibe a distancia nuestra. Gracias a los hombres y mujeres (referenciales) que hemos entrevistado, el fenómeno a estudiar y el sujeto que los estudia se mantienen separados. Mas, ¿de qué otras formas corrobora el investigador la existencia del fenómeno y su distancia respecto a él mismo? Por su repetición en el espacio, el tiempo y por su carácter intersubjetivo. Las apariciones marianas han llegado a constituirse en fenómeno social porque «le han sucedido» a varios sujetos en lugares y épocas distintas. Sin esta continuidad espacio-temporal e intersubjetiva, el hecho de que un señor admitiera haber visto a la Virgen en el Siglo XVI no pasaría de anécdota sin relevancia social. Del carácter apotético del fenómeno se deriva una consecuencia de gran trascendencia: la posibilidad misma de operar. Existen operaciones de muchos tipos, pero Bueno mantiene que «en toda operación científica hubiera que contar siempre de algún modo, formal u oblicuo, con una aproximación y una separación, en sentido estricto.»{58} Dicho en términos coloquiales que en toda operación hay momentos de análisis (analizar = romper = separar) y de síntesis (sintetizar = juntar = aproximar). En consecuencia:

«La presencia apotética es entonces el marco en el cual únicamente cobran sentido las operaciones de la aproximación y la separación. La aproximación, porque sólo los términos que previamente se daban a distancia, pueden ser aproximados (de dos términos que estuviesen dados en contigüidad permanente, solidarios el uno del otro, no podrían decirse que se hubieran aproximado). La separación, porque ella misma constituye el desarrollo de la presencia apotética.»{59}

Sin embargo, Bueno{60} afirma que para que la ciencia se constituya como tal, debe trascender la perspectiva de los referenciales y los fenómenos hasta alcanzar esencias o estructuras. La determinación de las esencias está directamente ligada a la elaboración de teorías. A partir de un conjunto de fenómenos (términos y relaciones), se crean por medio de distintos cursos operatorios, conexiones objetivas en cuyo seno quedan incluidas o subsumidas las operaciones que realizó el investigador. A este proceso se le conoce como establecimiento de la verdad científica como identidad sintética sistemática{61}. Las conexiones objetivas que se han formado, con la neutralización de las operaciones del científico, y que nos remiten al significado de las relaciones entre los términos del campo, actuarán a modo de un compás sobre el papel; como si dibujase los trazos de una circunferencia que engloba a unos fenómenos mientras deja fuera a otros. Así, las teorías científicas al regresar a las esencias, acceden a la realidad parcialmente. Y es que según la idea de la Symploké no puede ser de otro modo. Este postulado enunciado por Platón niega que todo esté vinculado con todo y, al mismo tiempo que nada esté vinculado, al menos internamente, con nada. Si nada estuviera ligado con nada, sería del todo imposible la teorización científica, porque los fenómenos se distribuirían irregularmente sin ningún orden y concierto. Por el contrario, si todo estuviese vinculado con todo, tampoco existirían las ciencias en plural. A lo sumo sólo nos quedaría confiar en una única ciencia omnicomprensiva y totalizadora. El trabajo del sociólogo, del economista, del historiador o del químico no se diferenciaría en absoluto. Incluso dentro del campo de la Sociología, si no hubiera momentos de desconexión entre los fenómenos, nos veríamos compelidos a formular la gran teoría de la sociedad. Pero el hecho es que para teorizar sobre el papel de la burocracia en el Estado moderno no necesitamos considerar el problema de la función social de la religión; o si investigamos las transformaciones en las representaciones sociales del sexo, centrarnos obligatoriamente en el problema de las desigualdades raciales. No hay que estudiar los problemas de la sociedad en su inabarcable totalidad para teorizar sobre algún aspecto. Y ello tampoco supone negar las conexiones tangenciales o mutuas interrelaciones que puedan describirse entre estos fenómenos de la realidad.

4.3. Eje Pragmático

Ocupémonos brevemente del eje pragmático{62}. En los ejes anteriores tenían la primacía o bien la relación entre términos establecidas a través de operaciones, o las esencias construidas en forma de teorías a partir de referenciales y fenómenos. En nuestro análisis el eje pragmático se ocupa de la relación entre los sujetos (los sociólogos) y el campo (la Sociología). Distinguimos tres figuras. Las normas, «son impuestas a los sujetos operatorios por las propias construcciones científicas.»{63} Toda disciplina posee unos principios deontológicos que reglamentan el ejercicio de la profesión. En nuestro caso las normas regulan aspectos como la confidencialidad en las entrevistas, la forma correcta de aplicar un cuestionario, la dirección de los grupos de discusión &c. Llamamos dialogismos a aquellas discusiones, debates, intercambio de opiniones &c. que se producen entre los científicos. La ciencia nunca es actividad de un sujeto solitario sino que se da en un espacio organizado institucionalmente. Los congresos, reuniones o seminarios son buenos ejemplos de dialogismos. En tercer lugar, definimos los autologismos como la actividad psicológica cuando esta se encuentra inserta en el proceso de construcción científica misma. Son autologismos los recuerdos o la memoria cuando funcionen como componentes de una estructura lógica{64}.

§5. La idea de cierre categorial y su aplicación a la Sociología

La idea de categoría es deudora del pensamiento griego. Aristóteles, basándose a su vez en la Symploké platónica, expuso que existen dominios de la realidad desconectados los unos de los otros{65}. La pluralidad ontológica del mundo es crucial, como ya hemos visto, en la elaboración de teorías que den cuenta de las esencias o estructuras. De este modo, las teorías pueden ser de muchos tipos: físicas, económicas, químicas, históricas, sociales &c. La capacidad de teorizar remitía directamente a la posibilidad de agrupar fenómenos dispersos. Pues bien, las categorías son precisamente esos conjuntos de fenómenos que concatenados a través de conceptos y teorías permiten la constitución de campos científicos específicos{66}.

La formación de las categorías se relaciona con los cierres operatorios que se producen en el eje sintáctico{67}. Un ejemplo: dado un campo donde se hallen un conjunto de números naturales, el matemático opera con dos de esos términos (2 y 3) sumándolos. El resultado es una relación de igualdad entre los sumandos y el resultado de la suma. La operación está cerrada porque el término 5, al igual que los dos sumandos, es parte del conjunto de los números naturales (N = 1, 2, 3, 4, 5…n). De este modo, una categoría es real, si y sólo sí, las operaciones realizadas por los científicos consiguen cerrar, con más o menos precisión, un campo. Esto es, si los fenómenos (términos y relaciones) ensamblados en ese campo nos remiten a esencias o estructuras del mismo tipo. En Sociología esto se traduce en que lo social debería poder explicarse desde lo social, y no desde lo biológico o lo químico.

Exponemos un supuesto práctico que nos aclarará la idea de cierre categorial. Un investigador fija su atención en el fenómeno de la disparidad de rentas en un país. El científico desea conocer si las diferencias se deben al azar o son significativas y responden a una estructura subyacente. De los resultados el investigador concluye por medio de una teoría la existencia de tres tipos de personalidades que actúan sobre las diferencias de rentas: egoísta-innovadora, luchadora-adaptativa y sufridora. En esta investigación las categorías sociales no tienen cabida. Las operaciones (análisis estadístico de los cuestionarios, entrevistas) nos remiten a estructuras esenciales que no son sociales, sino psíquicas. La conclusión salta a la vista. La constitución de la Sociología tuvo que pasar por la aparición de un sistema de categorías sociales, capaces de cerrar las operaciones en la inmanencia de un campo. Expresado con palabras del ejemplo, para que exista Sociología la desigual distribución de rentas no puede ser un problema de personalidad, sino de clases sociales

Llega el momento de dar algunas pistas sobre la formación del cierre categorial en Sociología. Vamos a obviar, en orden a una mayor claridad, a autores anteriores al siglo XIX. Hasta ese momento eran comunes aquellas concepciones teóricas que subordinaban el orden social a una naturaleza humana prefigurada Es la ideología del liberalismo, que tenía en figuras como Mill a uno de sus máximos exponentes. «Todos los fenómenos de la sociedad son fenómenos de la naturaleza humana y las leyes de los fenómenos de la sociedad no son ni pueden ser más que la leyes de las acciones de los seres humanos... las leyes de la naturaleza individual.»{68}. El «mercado», por ejemplo, se reduce a una derivación de los «fenómenos psicológicos...de la persecución de la riqueza»{69}. En el estudio del Estado, de las sociedades políticas o de cualquier otra institución, únicamente tendríamos que bucear en la psique humana en busca de respuestas. Comte y Spencer también terminan por convertir los fenómenos sociales en colorario de los psicológicos{70}. Para Comte el progreso de la humanidad es el hecho social por antonomasia. La evolución a través de los sucesivos estadios de conocimiento –teológico, metafísico y positivo- depende de la tendencia intrínseca humana a desarrollar su naturaleza. Pero como muy bien apunta Durkheim, en el argumentar de Comte, el factor determinante es psíquico, no social. En último término las leyes sociales no son más que representaciones de la psicología humana en formato más complejo{71}. Spencer tampoco escapa de la crítica durkheniana. El autor inglés dedicó su primer tomo de Principios de Sociología al estudio de las características físicas y emocionales innatas del hombre primitivo. ¿Y por qué? Sencillo, porque los fenómenos sociales dependen en todo tiempo de dos factores fundamentales: el medio cósmico y la constitución físico-moral del individuo. Luego, indagando en las características innatas del hombre –el medio cósmico sólo se presenta a su través–, estaremos en disposición de conocer los fenómenos sociales.

El pensamiento de Durkheim es junto al de Max Weber fundamental en la constitución de la Sociología. Empero, hemos de reconocer que Marx ya combatió el enfoque psicologista dotando a los fenómenos sociales de una lógica propia. Esta sería, según Popper{72}, la gran aportación del marxismo a las ciencias sociales. Otro grave problema al que se ven abocados los enfoques psicologistas, es el de remontar la introducción de las instituciones a un momento cero, a un comienzo de la historia, a un pacto primitivo donde los hombres libres acordaron crear la sociedad. El marxismo, en cambio, sostiene que no es posible regresar a un momento inicial sin sociedad, porque la sociabilidad no es un añadido postizo, es parte de la naturaleza humana. A este tenor, obsérvese la polémica que en su día sostuvieron Marx y Proudhom a propósito del fenómeno de la acumulación. Mientras Proudhom recurre a una argumentación de tipo individualista, Marx le responde en clave sociológica.

«Al principio, Prometeo, saliendo del seno de la naturaleza, se despierta a la vida en una inercia llena de seducciones, &c. Prometeo pone manos a la obra, y desde su primera jornada, primer día de la segunda creación, el producto de Prometeo, es decir, la riqueza, su bienestar, es igual a diez. El segundo día, Prometeo divide su trabajo, y su producto llega a ser igual a ciento. El tercer día y cada uno de los siguientes, Prometeo inventa máquinas, descubre nuevas utilidades en los cuerpos, nuevas fuerzas en la naturaleza... A cada paso que da su industria, la cantidad de su producción asciende y le denuncia un acrecentamiento de felicidad. Y puesto que, en fin, para él, consumir es producir, está claro que como cada jornada de trabajo sólo absorbe el producto del día antes, deja un excedente de producto a la jornada del día siguiente.” Ahora la contestación de Marx: “¿Qué es, pues, en definitiva, ese Prometeo que Proudhon ha resucitado? Es la sociedad, son las relaciones sociales fundadas en el antagonismo de clases. Estas relaciones son, no relaciones de individuo a individuo, sino de obrero a capitalista, de arrendador a propietario territorial, &c. Borrad esas relaciones, y habréis aniquilado toda la sociedad, y vuestro Prometeo no será ya sino un fantasma sin brazos ni piernas, es decir, sin taller automático y sin división de trabajo; falto, en fin, de todo lo que le habéis dado primitivamente para que pudiese obtener aquel excedente de trabajo. »{73}

Las relaciones de Durkheim y Weber respecto a la Sociología son menos problemáticas. A diferencia de Marx, los dos son considerados sin discusión verdaderos institucionalizadores de la disciplina{74}. Empero esto no agota las cuestiones gnoseológicas. El asunto central en la filosofía de la ciencia es la verdad de los presupuestos científicos, surgida de la interacción y reagrupación de los fenómenos dentro del propio campo. Entonces, ¿por qué tras ellos la Sociología aparece como una esfera autónoma del saber? Si Marx contribuyó a instituir un campo independiente para los fenómenos sociales, Durkheim establecerá la primacía de los «hechos sociales». Weber por su parte, proclamará la preeminencia de la «acción social». Hecho y acción se oponen, como también lo hacen conflicto y orden. Son las dos grandes líneas de disenso que han dividido y dividen, hasta cierto punto, a la Sociología. Con todo, lo que nos interesa recalcar, es que tanto la acción como el hecho son sociales.

Ya hemos visto las duras críticas de Durkheim a la orientación psicologista que terminaron por dar Comte y Spencer a la Sociología. Por el contrario, para el autor francés, que los individuos sean las partes mínimas de la sociedad no los hace fuente de los fenómenos sociales. En defensa de esta tesis argumenta que los elementos químicos sirven de base a la vida, y en cambio no es posible explicar el funcionamiento de las células recurriendo a la Química. Y aquí viene el principal aserto de Durkheim: El todo es más que la suma de las partes, o en otras palabras: La sociedad no se reduce a la simple reunión de los individuos que la forman. La asociación sobre la que se sustenta da lugar a un tejido de lazos objetivos que ligan con carácter obligatorio a los individuos entre sí. Esa coerción hace que lo social se imponga desde fuera a las conciencias individuales. El carácter externo de los hechos sociales, es la principal causa que justifica su estudio por una ciencia distinta a la Psicología, puesto que si ellos conforman la conciencia, es del todo imposible que procedan de ella. En la misma línea, el sociólogo francés argüirá que se pueden deslindar los fenómenos de orden psicológico de los sociológicos, hallando la forma en cómo la raza afecta a la evolución social{75}. Si las características raciales explicaran las variaciones sociales, debería existir una continuidad entre ambas. Y sin embargo Durkheim advierte que se encuentran profundas diferencias sociales en el seno de una misma raza, y similitudes entre razas distintas. En definitiva que lo social es un dominio con contornos definidos de la realidad, con fuerza para, dicho en nuestros propios términos, categorizar un campo. «La Sociología no es, pues, el anexo de otra ciencia, sino que es por sí misma una ciencia distinta y autónoma; y el sentimiento de lo que tiene de especial la realidad social es de tal manera necesario al sociólogo que sólo una especial cultura sociológica puede prepararlo para la inteligencia de los hechos sociales»{76}.

A pesar de sus diferencias con Durkheim, Weber comparte con él un sustrato común nucleado en torno a un conjunto de categorías sociales. Sólo en sociedad, agrupándose con otros, puede el hombre vivir satisfaciendo sus necesidades.

«El hecho fundamental con el que tienen que ver todos los fenómenos que denominaremos en un sentido amplio fenómenos económicos-sociales es, expresado de una manera muy imprecisa, que nuestra existencia física y la satisfacción de nuestras necesidades más ideales se encuentran en todas partes con un límite cuantitativo y con una insuficiencia cualitativa en los medios materiales necesarios para cumplirlas; y que para la satisfacción de esas necesidades se requiere previsión y trabajo, luchar con la naturaleza y formar grupos sociales con otras personas.»{77}

No obstante, de ello no se desprende que la sociedad o los entes colectivos tengan personalidad o gocen de una naturaleza independiente de los sujetos. Weber desmiente con total rotundidad esta posibilidad: un banco, una cooperativa o el Estado no son seres con capacidad para imputar sentido. Su método es esencialmente individualista. Sólo los individuos actúan atribuyéndole un sentido a sus acciones. Por eso el objetivo de la Sociología no es otro que comprender, interpretándola, la acción social para después explicarla en sus efectos y desarrollo. La clave está en que la atribución de significado no es un proceso psíquico, sino social. La acción weberiana pues, no es un producto de la mente, porque necesariamente va referida a otros.

«El error está en este concepto de psíquico: todo lo que es físico es psíquico. Sin embargo el sentido de un cálculo aritmético, que alguien menta, no es cosa psíquica. La reflexión racional de un hombre sobre si para el logro de determinados intereses está exigida o no una cierta acción, en merito de las consecuencias que de ella se esperan, y la decisión que deriva del resultado de esa reflexión, son cosas cuya comprensión en modo alguno nos facilitan las consideraciones psicológicas.»{78}

§6. A modo de conclusión provisional

El fin de este artículo era dar cuenta de las partes formales de la Sociología. Decidimos optar por este camino, con el objetivo de conectar nuestra disciplina –que se ajusta a la idea de ciencia en su cuarta aceptación– con las ciencias en su tercera definición. Hay que recordar que la cuarta idea de ciencia –y por extensión toda la pléyade de disciplinas humanísticas que la acompañan– nació a rebufo de las ciencias positivas. Bien buscando la asimilación completa de los campos humanísticos a las ciencias en sentido estricto (Comte, Spencer, Durkheim), o bien negando la pertinencia de dicha equiparación (Dilthey, Rickert, Weber), el debate acaba siempre por remitir a las ciencias canónicas y a la idea misma de ciencia. Otra ventaja de nuestro proceder es que mediante el análisis de los tres ejes erigimos unos parámetros mínimos para determinar qué es ciencia y qué no lo es. Dado que en el campo de la Sociología parecen dibujarse las nueve figuras gnoseológicas, afirmaremos que esta ciencia humana se encuentra más cercana a la Física, que a la Parapsicología o a la Cienciología. Como dice Alvargonzález:

«Estas partes analíticas de las ciencias se consideran generales a todas ellas y, unidas a un postulado de completud según el cual todas las ciencias tienen que estar saturadas en todos los sectores de los tres ejes, resultan un instrumento extraordinariamente útil como criterio de demarcación entre los conocimientos científicos y los no científicos, y como guía para construir una clasificación de conocimientos precientíficos, protocientíficos, técnicos &c.»{79}

Sin embargo no debemos sacar conclusiones precipitadas sobre el carácter científico de la Sociología. Hemos reiterado a lo largo del artículo que la determinación de las verdades científicas pasaba ineludiblemente por la superación del estadio fenoménico hasta constituir estructuras esenciales en forma de teorías. La teorización exige que las operaciones del sujeto (científico) queden subsumidas en el núcleo de la verdad científica. Este principio es problemático tanto en Sociología como en otras ciencias humanas porque requiere eliminar dos tipos de operaciones. Habrían de neutralizarse, en primer lugar, las operaciones de los investigadores; pero también aquellas que realizan los mismos sujetos estudiados, que recordemos, son los términos del campo. Precisamente a partir de la presencia o no de sujetos como términos, Bueno reconstruye la distinción entre ciencias naturales y ciencias humanas. Sin embargo, ¿cómo seguir considerando a la Sociología como ciencia humana, si de sus teorías desaparecen los sujetos? Por el contrario, si no se neutralizan las operaciones subjetuales ¿cómo construir verdades científicas en este tipo de disciplinas? En la Teoría del Cierre Categorial este problema se representa con la contraposición entre metodologías α y β-operatorias{80}. Una exposición detallada de dicha problemática queda fuera de los límites de este artículo aunque es imprescindible, una vez abordadas las partes genéricas de la Sociología, para el estudio de las características singulares de nuestra disciplina frente a las ciencias naturales. Solamente diremos que el carácter «humano» de la Sociología implica diversos grados de cientificidad, con algunas situaciones donde se produce la neutralización de las operaciones junto con otras dónde siquiera se persigue dicha neutralización.

Notas

{1} Encuentro celebrado en Pamplona del 1-3 de julio de 2010.

{2} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992. Gustavo Bueno, ¿Qué es la ciencia?, Pentalfa, Oviedo 1995.

{3} Gustavo Bueno, ¿Qué es la ciencia?, Pentalfa, Oviedo 1995. Pág.3 de la versión electrónica consultada el 25 de julio de 2011, (http://www.filosofia.org/aut/gbm/1995qc.htm)

{4} Ob. cit., pág.4.

{5} Ob. cit., pág. 4.

{6} Gustavo Bueno denomina a la filosofía saber de segundo grado porque trabaja con ideas construidas a partir de otros materiales preexistentes, como puedan ser técnicas, ideologías, mitos &c. En el caso que nos ocupa las ciencias tendrían la consideración de saberes previos o de primer grado en base a los cuales se ejercita la critica filosófica.

{7} En el apéndice que cierra el trabajo se incluye la evaluación de la revista Papers en la que se desechaba el artículo para su publicación. Consideramos que dando a conocer las críticas recibidas el lector juzgará con más argumentos tanto las deficiencias que indudablemente presenta el texto, como también las reacciones que levantan aquellas propuestas, que como ésta, se nutren de la filosofía de Gustavo Bueno.

{8} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992.

{9} Wilhelm Windelband, Preludios filosóficos. Rueda, Buenos Aires 1949. Edición publicada originalmente en 1884.

{10} Heinrich Rickert, Ciencia cultural y ciencia natural. Espasa Calpe, Madrid 1965. Edición publicada originalmente en 1899.

{11} Jean Piaget, La epistemología genética. Istmo, Madrid 1986. Edición publicada originalmente en 1950.

{12} Francis Bacon, Novum organum: aforismos sobre la interpretación de la naturaleza y el reino del hombre. Fontanella, Barcelona 1979. Edición publicada originalmente en 1620.

{13} Véase Eje Semántico del Espacio Gnoseológico.

{14} Al hablar de conjugación y de plano diamérico, se subraya que las partes formales y materiales de la ciencia no existen las unas sin las otras, ni en planos separados o metaméricos de la realidad. Las ciencias reales suponen la absorción de la forma en el contenido y del contenido en la forma.

{15} David Alvargonzález, «Materialismo gnoseológico y ciencias humanas: problemas y expectativas», en Revista Meta (ed.). La Filosofía de Gustavo Bueno. Editorial Complutense, Madrid 1992, pág 130.

{16} Ob. cit.

{17} Emilio Lamo de Espinosa, «La Sociología del Siglo XX», Revista Española de Investigaciones Sociológicas (2000), nº 96, pág. 22.

{18} Ob. cit., pág. 28.

{19} Ob. cit., pág. 29.

{20} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992.

{21} George Ritzer, Teoría sociológica clásica, Madrid, McGraw- Hill 2001.

{22} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992.

{23} David Lyon, Postmodernidad, Alianza, Madrid 2000.

{24} David Lyon, Postmodernidad, Alianza, Madrid 2000.

{25} Peter Berger y Thomas Luckmann, La construcción social de la realidad. Amorrortu, Buenos Aires 2003. Editado originalmente en 1966.

{26} Peter Berger y Thomas Luckmann, La construcción social de la realidad. Amorrortu, Buenos Aires 2003. Editado originalmente en 1966.

{27} Emilio Lamo de Espinosa, «La Sociología del Siglo XX», Revista Española de Investigaciones Sociológicas (2000), nº 96, págs. 21-49

{28} Véase La idea de cierre categorial y su aplicación a la Sociología.

{29} Discurso inaugural del X Congreso Nacional de Sociología pronunciado por Emilio Lamo de Espinosa el 30 de junio de 2010 en Pamplona. http://www.fes-web.org/noticias/1020.html Consultado el 15 de noviembre de 2010.

{30} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992. Gustavo Bueno, ¿Qué es la ciencia?, Pentalfa, Oviedo 1995.

{31} Pelayo García Sierra, Diccionario Filosófico. Manual de materialismo filosófico. Una introducción analítica, Pentalfa, Oviedo 2000.

{32} Gustavo Bueno, El mito de la felicidad, Ediciones B, Barcelona 2005.

{33} Gustavo Bueno, «En torno al concepto de ciencias humanas. La distinción entre metodologías α-operatorias y β-operatorias», El Basilisco (1978), nº 2, págs.12-45.

{34} Ob. cit., pág. 25.

{35} Anthony Giddens, Consecuencias de la Modernidad, Alianza, Madrid 2008. Edición original publicada en 1990.

{36} Desde la Antigüedad hasta la Edad Moderna filósofos de la talla de Platón, Aristóteles, Maquiavelo, Hobbes o Rousseau han reflexionado sobre la naturaleza de la sociedad, aunque siempre con un fin muy práctico: el buen gobierno.

{37} Max Weber, La objetividad del conocimiento en la ciencia social y en la política social. Alianza, Madrid 2009, pág. 68. Edición original publicada en 1904.

{38} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992. Gustavo Bueno, ¿Qué es la ciencia?, Pentalfa, Oviedo 1995.

{39} Fundación Gustavo Bueno, «Cuatro lecciones sobre filosofía de la ciencia», (1978), Oviedo. Consulta 30 de mayo 2010, (http://www.fgbueno.es/med/fmarch78.htm)

{40} Ob. cit.

{41} Ludwig Wittgenstein, Tractatus lógico-philosophicus, Gredos, Madrid 2009. Edición original publicada en 1922.

{42} Rudolf Carnap, The logical syntax of language, Routledge, Londres 1971. Edición original publicada en 1934.

{43} David Alvargonzález, «Materialismo gnoseológico y ciencias humanas: problemas y expectativas», en Revista Meta (ed.). La Filosofía de Gustavo Bueno. Editorial Complutense, Madrid 1992, pág 135.

{44} Charles Morris, Signs, languaje and behavior, Prentice Hall, Nueva York 1946.

{45} Karl Buhler, Teoría del Lenguaje, Alianza, Madrid 1979. Edición original publicada en 1934.

{46} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992. Gustavo Bueno, ¿Qué es la ciencia?, Pentalfa, Oviedo 1995.

{47} David Alvargonzález, «Materialismo gnoseológico y ciencias humanas: problemas y expectativas», en Revista Meta (ed.). La Filosofía de Gustavo Bueno. Editorial Complutense, Madrid 1992, pág 135.

{48} Real Academia de la Lengua, Diccionario de la lengua española. Espasa Calpe, Madrid 2009. Edición original publicada en 2001

{49} Ob. cit.

{50} Ob. cit.

{51} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992.Gustavo Bueno, ¿Qué es la ciencia?, Pentalfa, Oviedo 1995.

{52} Max Weber, Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva. Fondo de Cultura Económica, Madrid 2002, pág.5. Edición original publicada en 1922.

{53} Emile Durkheim, Las reglas del método sociológico, Akal, Madrid 1997. Edición original publicada en 1895.

{54} Centro de Estudios Andaluces, Encuesta Social Andaluza 2002-2003, Sevilla 2003.

{55} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992. Gustavo Bueno, ¿Qué es la ciencia?, Pentalfa, Oviedo 1995.

{56} Gustavo Bueno, El mito de la felicidad, Ediciones B, Barcelona 2005.

{57} Gustavo Bueno, «En torno al concepto de ciencias humanas. La distinción entre metodologías α-operatorias y β-operatorias», El Basilisco (1978), nº 2, págs. 21-49. Fundación Gustavo Bueno, «Cuatro lecciones sobre filosofía de la ciencia», (1978), Oviedo. Consulta 30 de mayo 2010, (http://www.fgbueno.es/med/fmarch78.htm)

{58} Gustavo Bueno, «En torno al concepto de ciencias humanas. La distinción entre metodologías α-operatorias y β-operatorias», El Basilisco (1978), nº 2, pág.27.

{59} Ob. cit., pág. 27.

{60} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992. Gustavo Bueno, ¿Qué es la ciencia?, Pentalfa, Oviedo 1995.

{61} Pelayo García Sierra, Diccionario Filosófico. Manual de materialismo filosófico. Una introducción analítica, Pentalfa, Oviedo 2000. Versión electrónica del diccionario consultada el 30 de mayo de 2011, (http://www.filosofia.org/filomat/df217.htm)

{62} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992. Gustavo Bueno, ¿Qué es la ciencia?, Pentalfa, Oviedo 1995.

{63} Pelayo García Sierra, Diccionario Filosófico. Manual de materialismo filosófico. Una introducción analítica, Pentalfa, Oviedo 2000.

{64} Pelayo García Sierra, Diccionario Filosófico. Manual de materialismo filosófico. Una introducción analítica, Pentalfa, Oviedo 2000.

{65} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992.

{66} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992. Gustavo Bueno, ¿Qué es la ciencia?, Pentalfa, Oviedo 1995.

{67} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992.

{68} Karl Popper, La sociedad abierta y sus enemigos, Paidós, Barcelona 2006, pág. 306. Edición original publicada en 1945. En este fragmento Popper está citando a Stuart Mill.

{69} Ob. cit.

{70} Emile Durkheim, Las reglas del método sociológico, Akal, Madrid 1997. Edición original publicada en 1895.

{71} Ob. cit.

{72} Karl Popper, La sociedad abierta y sus enemigos, Paidós, Barcelona 2006.Edición original publicada en 1945.

{73} Karl Marx, Miseria de la Filosofía, Folio, Villatuerta (Navarra) 1999, pág. 115. Edición original publicada en 1847.

{74} Emilio Lamo de Espinosa, «La Sociología del Siglo XX», Revista Española de Investigaciones Sociológicas (2000), nº 96, págs. 21-49

{75} Emile Durkheim, Las reglas del método sociológico, Akal, Madrid 1997. Edición original publicada en 1895.

{76} Ob. cit., pág. 148.

{77} Max Weber, La objetividad del conocimiento en la ciencia social y en la política social. Alianza, Madrid 2009, pág. 91. Edición original publicada en 1904.

{78} Max Weber, Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva. Fondo de Cultura Económica, Madrid 2002, pág.16. Edición original publicada en 1922.

{79} David Alvargonzález, «Materialismo gnoseológico y ciencias humanas: problemas y expectativas», en Revista Meta (ed.). La Filosofía de Gustavo Bueno. Editorial Complutense, Madrid 1992, pág 136.

{80} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial (Volumen 1), Pentalfa, Oviedo 1992. Gustavo Bueno, ¿Qué es la ciencia?, Pentalfa, Oviedo 1995.

Gustavo Bueno, «En torno al concepto de ciencias humanas. La distinción entre metodologías α-operatorias y β-operatorias», El Basilisco (1978), nº 2, págs. 21-49.

Apéndice
Evaluación de la Revista de Sociología Papers

Apreciado autor,
Lamentamos comunicarte que, después de revisar con tranquilidad los comentarios de nuestros expertos evaluadores, el Equipo de Redacción de la revista ha decidido considerar tu artículo como NO PUBLICABLE. Adjunto te hacemos llegar las evaluaciones recibidas. Esperamos contar tu colaboración en una nueva ocasión.
Muchas gracias por tu interés en publicar en nuestra revista.
Fernando Ramírez
Secretario
Papers, Revista de Sociología

Revisor/a A:

Este trabajo contiene, en su primera parte, una reexposición de algunos elementos de la teoría de la ciencia desarrollada por Gustavo Bueno. La presentación es correcta y sin pretensiones de originalidad. Soy escéptico respecto a su eficacia divulgativa: Bueno y otros miembros de su Escuela vienen ofreciendo exposiciones parecidas desde hace ya más de veinte años sin demasiado éxito (medido, por ejemplo, por las citas recibidas por otros filósofos de la ciencia fuera de la Escuela).

La segunda parte pretende ser una ilustración original de algunas de las tesis de Bueno con teorías sociológicas, principalmente clásicas. Si tomamos como referente los debates propios de la filosofía de las ciencias sociales de la tradición anglosajona, este trabajo no aporta ninguna solución original: si pensamos por ejemplo en la disputa entre holismo e individualismo, la presentación que el autor hace de las tesis de Durkheim es totalmente acrítica, como si su holismo no hubiera sido objeto de discusión metodológica durante décadas y uno pudiera limitarse a afirmar que «El todo es más que la suma de las partes» sin explicarlo. ¿Es esta una tesis que deba adoptar toda posición antipsicologista? Puesto que el cierre categorial se supone que se obtiene a partir de operaciones subjetivas: ¿qué operaciones de totalización son las que nos llevan a la tesis de Durkheim? Al autor parece que le basta con afirmar que las relaciones entre sujetos tienen una objetividad «sinectiva», sin explicar la naturaleza «funcional-cooperativa» que le atribuye (p. 6). Después de varias décadas de discusión sobre el alcance de las medidas de asociación estadística, ¿basta con aplicar una para establecer una relación objetiva en los términos de Bueno (p. 9)?

El autor debiera ser consciente que no basta con redescribir en los términos de Bueno problemas perfectamente conocidos desde otras posiciones filosóficas. Si pretende persuadirnos del interés de las tesis de Bueno, debe hacer ver cómo en ellas aparecen soluciones que no se hayan apuntado ya en el debate.

El trabajo está bien escrito y argumentado con claridad.

Desde mi punto de vista, habría sido interesante que utilizase (o criticase) la propia bibliografía desarrollada en la escuela de Oviedo –por ejemplo, los trabajos de Alvargonzález sobre antropología. Habría sido también oportuno que utilizase una bibliografía sociológica especializada en los autores y temas que trata, dado el carácter de la revista donde pretende publicar.

Las palabras clave, particularmente en inglés, son totalmente oscuras.

Considero el artículo como NO publicable.

Revisor/a B:

El ensayo pretende fundar, desde la Teoría del cierre categorial desarrollada por el profesor G Bueno desde los años setenta del pasado siglo, la autonomía científica del campo sociológico. Ahora bien:

1. Hasta la página 11 hay un exceso de verbalismo sobre los 3 ejes (sintáctico, semántico y pragmático) y las nueve figuras correspondientes. Sin embargo, ¿tiene la sociología la más mínima necesidad de recurrir a la rancia retórica del cierre categorial para autolegitimarse como ciencia madura comparable a las físico-naturales? La respuesta es sin duda negativa. Lo cual no la hace menos interesante sino por el contrario mucho más atractiva en su irreductible, riquísimo y complejo carácter multiparadigmático. Francamente parece por completo trasnochado todo intento de despejar un campo (cerrarlo) exclusivo para las «verdades» sociológicas. La enorme creatividad de las diferentes corrientes del pensamiento de las ciencias sociales nada iba a ganar con una fantasía semejante.

2. ¿Por qué seguir pensando –como durante la época de G Bachelard y de Althusser– que se necesita fundar filosóficamente a las ciencias sociales y no que las ciencias sociales critiquen el linaje imaginario escolástico de la teoría del cierre categorial?

3. El autor, begging the question, trata de diagnosticar cuándo en la historia de las CCSS se intenta construir su autonomía mediante algún tipo de cierre categorial. Sin embargo, la cuestión –si no se quiere incurrir en una grave petitio principii– no es esa sino más bien la de mostrar la plausibilidad de tales (sin duda alguna apresuradas) clausuras. Marx, Weber y Durkheim estaban convencidos de que había llegado la hora de que las CCSS se constituyesen como disciplinas científicas autónomas, separadas e independientes de la filosofía, la ética y la psicología. De ello no hay la menor duda. Sin embargo, de lo que se trata ahora es si (¡en 2011!) podemos seguir creyendo en los respectivos cierres categoriales invocados por los padres fundadores. De eso debería tratar el ensayo. De convencer al lector de que algo así es posible un siglo después. Y, desde luego, no parece de recibo ahora mismo una propuesta semejante. Ya que, actualmente, –para centrarnos en Durkheim–, el pretendido dominio de lo social desligado por completo de lo psicológico y de lo bioantropológico y su pretendida autonomía onto-epistemológica («lo social sólo se explica por lo social») no pueden defenderse en los mismos, ingenuos, positivistas, términos usados por el gran sociólogo francés. Más bien, toda la evidencia disponible -desde las críticas iniciales de G Tarde hasta los actuales, sensatos, planteamientos biosociológicos de Boyd&Richerson y Sperber; el formidable corpus de las tradiciones microsociológicas y, sobre todo, las devastadoras ironías de B Latour en Reensamblar lo social) es que la esfera autónoma de lo social no es más que un mito o un fetiche o un tótem de la tribu sociológica, producto de un wishfull thinking (o ejaculatio praecox) de la imaginación sociológica. Jamás ha existido lo social como una dimensión autónoma de la realidad. Lo social es un constructo histórico que se ve desbordado por todos los lados: por la complejidad bio-psíquica de unos sujetos con agencia (no sólo imitativa al modo de G Tarde sino también creativa y emocional en un sentido amplio),dotados de creencias y deseos irreductibles a cualquier clonación sociológica a partir de las cuales interpretan de manera extraordinariamente diversa (local y estratégicamente) las situaciones en las que viven; por unos objetos dotados asimismo de agencia y, sobre todo, por el carácter reflexivo de todo conocimiento sobre ese supuesto campo de lo social.

4. También la economía nace falsamente (ideológicamente) invocando un cierre categorial en torno al homo oeconomicus (A Smith) cuando delira un campo de mercados autorregulados cuyos términos son el trabajo, la renta de la tierra y el dinero todos ellos convertidos en mercancías (véase al respecto Polanyi y Naredo)

El problema del texto es que (1) no sólo no llega a ser una exposición mínimamente rigurosa e inteligible de la mencionada Teoría (algo que el autor intenta desde el comienzo, repetimos, hasta la página 11) sino que, además, (2) (desde esa página hasta el final) no se percibe por parte del lector la más mínima necesidad de recurrir a la Teoría del cierre categorial para fundamentar la pretendida cientificidad del campo sociológico. Y ello por las razones aludidas supra.

Lamentablemente, no sólo no aparecen citadas en el texto obras fundamentales de la filosofía y teoría de la ciencia (desde Feyerabend hasta el neopragmatismo de R Rorty o H Putnam o las grandes obras de B Latour) sino que desde un dogmatismo sin la menor autocrítica se pretende desmontar todo lo que la llamada teoría posmoderna podría tener de aprovechable y sugerente.

Aparecen algunos errores tipográficos (Mills en vez de Mill en dos ocasiones) y la tabla que aparece en el ensayo carece de cualquier justificación a la hora de hacer inteligible y mucho menos necesario el recurso a una teoría tan dogmática como vacía.

Considero el artículo NO publicable.

* El error tipográfico señalado en la evaluación ha sido corregido en la versión actual del texto. Además en el artículo enviado a la revista El Catoblepas se han introducido pequeñas modificaciones, sobre todo, en la Introducción y Conclusión. Dichas modificaciones no suponen de ningún modo un cambio sustancial en la orientación del artículo y por tanto de las críticas recibidas. Las palabras claves de las que habla el revisor A son: gnoseología, campo, términos, ejes / gnoseology, field, terms, axes.

Nota de El Catoblepas

Publicamos el ensayo de Juan Miguel Valdera Gil, en el que se esboza un análisis de las ciencias sociológicas desde la perspectiva de la Teoría del Cierre Categorial. Un primer ensayo, pionero sin duda en esta materia, que parece conveniente poner a disposición de los interesados, aunque sólo sea para incitar desarrollos suyos, críticas y polémicas públicas. Publicamos también las dos evaluaciones anónimas sobre las cuales la redacción de la revista de sociología Papers se apoyó para justificar la no publicación de este ensayo, impidiendo de este modo que el trabajo de Valdera Gil pudiese haber sido conocido por los lectores de la citada revista. Y publicamos estas evaluaciones –incluidas por el autor del ensayo como apéndice a su artículo– por el interés que ellas puedan tener, sin duda, para la sociología del conocimiento, de la ciencia, o, en general, de las instituciones de la España actual: si se prefiere, como testimonio del autismo en el que se mueven los gremios académicos que tienen que ver con las llamadas Ciencias Humanas y Sociales.

Cada gremio de este género, en efecto, se considera autosuficiente y se desinteresa, o simplemente descalifica, a quien desde una filosofía (materialista) de la ciencia intenta analizar la labor de cualquiera de esos gremios.

Es sobre todo el llamado «Revisor B» quien manifiesta más ingenuamente las razones de su rechazo. Comienza así su informe: «El ensayo pretenden fundar, desde la Teoría del Cierre Categorial... la autonomía científica del campo sociológico.» Es decir, el revisor B no se ha enterado de que la TCC no pretende fundar ninguna ciencia o disciplina, sino que las supone ya «en marcha». El punto de partida de la TCC es la suposición de que las ciencias «en marcha» tienen sus propios fundamentos, y su objetivo no es otro sino el de analizarlas, principalmente mediante su comparación con los fundamentos de otras ciencias positivas. El mismo revisor B recurre (aunque paradójicamente, desde sus supuestos) a las «ciencias naturales» (denominación, por otra parte, muy confusa) cuando dice que la Sociología se autolegitima como «ciencia madura» (otro concepto puramente metafórico).

Sin embargo, la Sociología, como tal, carece de competencia para compararse con las ciencias naturales, sin la ayuda de una teoría de la ciencia (como pueda serlo la TCC). Las ciencias sociales, en cuanto tales, no pueden tampoco criticar el «linaje imaginario» de la TCC, sin antes entender la teoría, que no es sociológica, y, por tanto, no es de competencia del sociólogo. Sólo un sociólogo-antropólogo como Latour puede creer que analiza una ciencia natural observando un laboratorio a la manera como un antropólogo etic analiza a un grupo de canacos. Por ello, la tarea principal de una teoría de la ciencia, consiste en el análisis crítico de las ciencias ya constituidas y, sobre todo, en los puntos en los cuales los científicos correspondientes formulan sus propias concepciones sobre la naturaleza de su propia disciplina, porque, con frecuencia, los científicos no mantienen el mismo rigor en los análisis de sus campos respectivos que el que utilizan en el análisis de la propia ciencia que cultivan sobre este campo. Y se comprende, porque el análisis gnoseológico requiere la confrontación de cada ciencia con las demás, lo que rebasa evidentemente la competencia del científico que pretende, de modo autista, dar cuenta de su propia disciplina.

Pero el revisor B, que al margen de los insultos («rancia», «escolástica»... en los que descubre su catadura académica y en los cuales, por supuesto, no entramos) necesitará, sin duda, dedicar un capítulo, el primero, el último, o alguno intermedio, de su manual, a dar un concepto diferencial de su ciencia, no se ha enterado de que «cierre» no significa «clausura». No se ha dado cuenta de que pide el principio dando por supuesto que su disciplina está ya autofundamentada (acaso por otros sociólogos como puedan serlo Latour o Kuhn) y que, por tanto, lo que verdaderamente le molesta, es que, desde fuera, la teoría de la ciencia, confrontando unas ciencias con las otras, obtenga comparaciones odiosas. El revisor B obra como un talibán de la Sociología y, en consecuencia, aborrece a quienes observan su propia disciplina, que él considera incomparable, autolegitimada y plenamente madura, confundiendo, sin duda, su desarrollo institucional (plazas de profesores, revistas, censores mercenarios de artículos, &c.) con su desarrollo gnoseológico. La Mariología, por ejemplo, desde el punto de vista de su madurez y autolegitimación institucional (congresos, revistas, cátedras, profesores), acaso da ciento y raya a la Sociología.

 

El Catoblepas
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