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El Catoblepas, número 111, mayo 2011
  El Catoblepasnúmero 111 • mayo 2011 • página 12
Artículos

Las teorías políticas antidemocráticas
de la religión en la sofística antigua

Manuel Pérez Gonzálvez

Comunicación defendida ante los
XVI Encuentros de filosofía, Oviedo 15-16 de abril de 2011

Manuel Pérez Gonzálvez en los XVI Encuentros de filosofía, Oviedo 15-16 de abril de 2011

La presente comunicación presupone el conocimiento de la historia de la filosofía y de algunos de sus problemas más emblemáticos. Además se recomienda un especial conocimiento de la historia del escepticismo antiguo y de su escrito fundamental: las Hipotiposis Pirrónicas de Sexto Empírico.

Éste trabajo no puede aspirar a ser exhaustivo dada la breve extensión a la que ha tenido que ceñirse. Por ello los problemas aquí planteados sólo son la punta del iceberg. Dichos problemas necesitan de un desarrollo mucho más preciso y extenso.

Tan sólo se espera poder tener ocasión y atención para afrontar dicha precisión y extensión, y explicar los cabos que necesariamente se han tenido que dejar sueltos.

En excesivo resumen diremos que en esta exposición vamos a tratar sobre:

La verdad{1} en tanto que teoría que dé explicación del ser como evidencia universalmente aceptada susceptible de ser mostrada; no demostrada, pues toda demostración es contraria a la evidencia clara y distinta.

El escepticismo gnoseológico{2} en cuanto que si no es posible alcanzar una teoría evidente y universal que explique el ser, necesariamente toda teoría no evidente ni universalmente válida y sólo susceptible de controvertible demostración ha de ser mentira, puesto que no es verdad.

Si todo es mentira{3} entonces todo es arbitrario puesto que se carece de un fundamento verdadero.

Si todo es arbitrario, contradictorio y falso entonces todo lo que el ser humano hace y conoce es perverso, siendo la perversidad un móvil inmotivado, un actuar sólo porque no se debe actuar, definición que nos legó Poe.

Si toda creación humana es perversa entonces son perversas la democracia, la religión e incluso la filosofía.

Sólo podemos evadir la perversidad cuando actuamos con motivos, la única forma de escapar de la perversión es a través de la honestidad de asumir nuestras mentiras defendiendo nuestros intereses.

I. Escepticismo gnoseológico

Dos son los métodos de que disponemos para hacernos comprensible la realidad atendiendo a criterios de cientificidad:

Inductivo: que es inconsistente por su intrínseca incompletitud.

Deductivo: que es inconsistente por su intrínseca recurrencia a tres de los cinco tropos de Agripa: partir de hipótesis indemostradas, caer en el dialelo y tropezar con el regreso al infinito.

Puesto que no existe ningún método con el que podamos hacernos comprensible la realidad con criterios de cientificidad que sean consistentes, nos ceñiremos a la razón lógica partiendo de axiomas discutibles y plausibles. Dicho método es el que nos legaron los sofistas y del que Platón se convirtió en su máximo exponente.

II. Democracia y religión hijas de la depravación

Como vamos a analizar y examinar siempre rondando los conceptos de democracia y religión, quizás no esté de más el que precisemos dichos conceptos.

Lo más probable es que el único elemento que puedan llegar a tener en común la democracia y la religión en su carácter estrictamente fundamental, es que su génesis, su procedencia, radica en la inmanente depravación humana.

Tanto monta, monta tanto, democracia y religión, hijas de la depravación.

Democracia y religión son conceptos fundados sobre pilares antitéticos, opuestos, contradictorios e irreconciliables.

Mientras la democracia está construida sobre la opinión, la religión lo está sobre la verdad. Mientras la democracia se erige sobre el consenso del diálogo, la religión lo hace sobre la fe en el dogma. Mientras la democracia busca rentabilizar la conveniencia, la religión es el camino de la justicia.

Si en teoría democracia y religión son incompatibles: ¿Por qué Occidente ha logrado compatibilizarlas?

Son enemigas que se toleran con sana hipocresía: mientras la democracia desprecia a la religión aceptando sus dogmas, su fe y su justicia como una opinión más con la que se puede entablar diálogo; la religión erosiona la credibilidad de la democracia tachándola de nihilista y posmoderna cada vez que ésta cuestiona su propia verdad.

Pero es necesario ir más allá para comprender por qué democracia y religión son hijas de la depravación.

Cuando hablamos de depravación, hablamos de corrupción y perversidad. Y nadie ha definido la perversidad con mayor rigor que Edgar Allan Poe. Según Poe la perversidad es:

«un móvil sin motivo, un motivo no motivado. Bajo sus incitaciones actuamos sin objeto comprensible, o, si esto se considera una contradicción en los términos, podemos llegar a modificar la proposición y decir que bajo sus incitaciones actuamos por la razón de que no deberíamos actuar. En teoría ninguna razón puede ser más irrazonable; pero, de hecho, no hay ninguna más fuerte.»

¿Debe el hombre alienarse, ser acrítico y someterse a otra convicción o voluntad que no sea la suya?

En la democracia el hombre es uno más sometido y alienado por las convicciones y la voluntad de la mayoría. En la religión el hombre es vanidad de vanidades sometido y alienado por la voluntad divina.

Ambas alienaciones son hijas de la perversidad tal como la definió el genio de Poe.

Tras haber concretado los conceptos de democracia y religión; ya estamos mejor preparados para comprender las teorías políticas antidemocráticas de la religión en la sofística antigua.

Democracia no es libertad, y religión no es verdad.

«La democracia es esencialmente un medio, un expediente utilitario (...). Como tal, no es en modo alguno infalible o cierta.(...) y se entiende sin dificultad que bajo el gobierno de una mayoría muy homogénea y doctrinaria el sistema democrático puede ser tan opresivo como la peor dictadura.» F. A. Hayek, Camino de servidumbre, Alianza, Madrid 2009, pág. 103.

«Una democracia puede ser militarista o pacifista, absolutista o liberal, centralista o descentralizada, progresista o reaccionaria, y esto de distintas maneras y en distintas épocas sin dejar de ser una democracia.(...) ¿Qué queda entonces de la democracia?» C. Schmitt, Sobre el parlamentarismo, Tecnos, Madrid 2002, págs. 32-33.

La democracia no puede ser libertad porque la democracia sólo es un instrumento, es como decir que un martillo es libertad, el martillo se puede usar para construir o para destruir, quienes confunden el instrumento con el uso que se hace del instrumento necesariamente son personas que no saben usar dicho instrumento y, en consecuencia, no pueden sino usarlo de forma perversa, es decir, sin conocimiento de causa, con arbitrariedad y sin responsabilidad ni libertad.

La religión no puede ser verdad porque la verdad debe ser evidente por sí misma, una verdad que necesita el asentimiento sin ser evidente, un asentimiento obligado por una fe irracional es un asentimiento perverso, sin más conocimiento de causa que el de un sí al dogma, sin más sentido que el propio sí, es decir, un asentimiento arbitrario y perverso.

III. Platón y Aristóteles: símbolos incuestionables de la sofística

Antes de entrar en materia, también se hace tan pertinente como indispensable reconocer que los dos máximos enemigos de la sofistica, a saber: Platón y Aristóteles, sólo albergaban una única intención en dicha enemistad: ser la vanguardia de la sofistica, puesto que el mejor sofista es el que no aparenta serlo.

Prueba de ello es que para Aristóteles:

«la sofistica no reside en la facultad, sino en la intención.» Retórica 1355b20

«Lo que es conforme a la opinión se define como aquello que no se elegiría si hubiera de quedar oculto.» Retórica 1365b

«Los hombres cometen injusticia cuando piensan(...) que han de quedar ocultos después de realizarla.» Retórica 1369b5

Ergo para Aristóteles la injusticia nunca se comete conforme a opinión, sino conforme a verdad que es lo contrario de la opinión.

Y Platón no le va a la zaga al estagirita:

«Si es adecuado que algunos hombres mientan, éstos serán los que gobiernan el Estado, y que frente a sus enemigos o frente a los ciudadanos mientan para beneficio del Estado; a todos los demás les estará vedado.» República 389b.

«Ahora bien, ¿cómo podríamos inventar, entre esas mentiras que se hacen necesarias, a las que nos hemos referido antes, una mentira noble(...) se necesita mucho poder de persuasión para llegar a convencer.» República 414c.

Así como para Platón la mentira es justificable en beneficio del Estado y para Aristóteles la injusticia se comete conforme a verdad; para los sofistas partidarios de la fisis, la ley es ilegítima si contradice a la naturaleza.

Analicemos los argumentos que antecedieron en muchos siglos las convulsas reflexiones del Divino Marqués de Sade, máximo exponente de la defensa de la naturaleza frente a la ley.

IV. Síntesis y axiomas

Pero antes de analizar las teorías, fundamentalmente, de Calicles, principal figura defensora de las posturas antidemocráticas dentro del movimiento sofista, es necesario comprender qué tiene que ver todo lo expuesto como introducción en este trabajo hasta este mismo punto, es decir: el escepticismo gnoseológico, el origen depravado de la democracia y la religión, y la sofística de Platón y Aristóteles con la sofística en sí y, más concretamente, con las teorías antidemocráticas de la religión en la propia sofística.

Y para ello vamos a echar mano de la lógica más clásica: haremos uso del modus tollendo ponens y del modus ponendo tollens (ambos son complementarios), también necesitaremos el modus tollendo tollens, y no nos olvidaremos del maravilloso ex contradictione quodlibet.

La condición de posibilidad de la filosofía es la verdad.
La condición de posibilidad de la sofística es la ausencia de verdad.
La verdad podría definirse como: nihil est sine ratione.
La ausencia de verdad podría definirse como: nihil est sine contradictione.
O filosofía o sofística
O verdad o mentira
O nihil est sine ratione o nihil est sine contradictione (A o B)
Si todo es conforme a una razón y dicha razón es conforme a verdad, entonces es necesario mostrar cual es dicha razón incontrovertible y aceptada universalmente conforme a verdad. (Si A entonces C)
Pero nadie es capaz de dar razón de todo conforme a verdad, es decir, dar una razón incontrovertible y universalmente válida. (No C, Entonces No A)
Ergo nada es sin contradicción (Luego B)

Que nada es sin contradicción fue argumentado por el escepticismo y el escepticismo es irrefutable.

Toda demostración desemboca en la hipótesis indemostrada, el círculo vicioso o el regreso al infinito.

Luego si nada es sin contradicción entonces todo es posible: (si A y no A entonces D) la democracia basada en el triunfo de la mayoría, y la religión, basada en la verdad revelada, y lo que es más asombroso aun: la democracia y la religión hermanadas en insospechada convivencia.

Si la condición de posibilidad de la democracia y la religión es la ausencia de una razón demostrada con valor universal, es decir, se fundan en el absurdo de la realidad, entonces toda su fundamentación es vana, es decir, tienen una razón inmotivada, luego si la depravación es hacer algo fundamentalmente porque no hay motivo para hacerlo, entonces se demuestra que la democracia y la religión son frutos de la perversión.

Así se hace evidente que Platón y Aristóteles, padres de la filosofía, y del amor a la verdad, son en realidad sofistas que como Nietzsche apuntaba: confundían su amor a la verdad con su voluntad de poder.

Ahora que sabemos que nihil est sine contradictione et contradictio perversio est, asimilando que democracia y religión son hijastras de la depravación y que todo el que dice amar la verdad no es sino un amante de la perversión, ahora y nunca mejor que ahora estamos preparados para analizar las teorías de la sofistica, en este caso: las teorías antidemocráticas de la religión en la sofistica antigua.

V. La sofística antigua

La sofística se apoya en dos puntos arquimédicos ineludibles: Protágoras defensor de la ley y la convención como progreso frente a una naturaleza salvaje y caótica; y Gorgias defensor de la naturaleza como destino insoslayable frente a las artificiosas y engañosas leyes humanas..

Protágoras se reconoce maestro de virtud y, aun estableciendo que:

A. Sobre cualquier cuestión hay dos argumentos opuestos entre sí (Antilogías)
B. El hombre es la medida de todas las cosas (Homo mensura)
C. Hay que hacer fuerte el argumento débil (Erística)

Protágoras es el padre del optimismo humanista que tiene una profunda fe en el progreso humano.

Del otro lado emergen los seguidores de Gorgias, que se reconoce como maestro en el arte de la persuasión y lo fundamenta aniquilando al gran hito de la filosofía: Parménides.

«Gorgias de Leontini pertenecía al mismo grupo que aquellos que han eliminado el criterio [de verdad], pero no por sostener un punto de vista parecido al de los seguidores de Protágoras. En efecto, en el libro titulado: Sobre lo que no es o la naturaleza desarrolla tres argumentos sucesivos. El primero es que nada existe; el segundo, que, aun en el caso de que algo exista, es inaprensible para el hombre; y el tercero, que, aun cuando fuera cognoscible, no puede ser comunicado ni explicado a otros» (Sexto Empírico, Contra los matemáticos, VII, 64 y siguientes.)

Gorgias influye sobre los defensores de la naturaleza para los cuales ésta es la única referencia plausible con la que contrastar las artificiosas convenciones humanas. El pesimismo antropológico fluye por las entrañas del pensamiento gorgiano.

Dentro de estos dos troncos fundamentales vamos a centrarnos en los sabios influenciados por la obra de Gorgias.

De ellos vamos a ver a:

Trasímaco para el que: «lo justo no es más que la conveniencia del más fuerte».

Calicles para el que: «lo que es injusto según las leyes de los débiles, es justo para los fuertes según la naturaleza». ( Lo que es justo según el nomos, es injusto según la fisis ).

Para poder analizar las respectivas disputas entre Trasímaco y Calicles con el Sócrates platónico es indispensable destacar un hecho que a pesar de ser obvio, su obviedad es tan atroz como inconveniente; por lo que se la suele echar al olvido con pertinaz interés.

El hecho es el siguiente: por hipótesis la verdad ha de ser independiente (la verdad es incondicionada ), y digo por hipótesis porque no sabemos qué sea la verdad sino por hipótesis. Si la verdad está condicionada deja de ser verdad para travestirse de pseudoverdades edulcoradas, mejor denominadas patrañas a secas.

Este hecho es importante porque es necesario subrayar que la verdad por definición ha de ser amoral, una verdad condicionada por valores morales es una patraña.

Si las teorías no están condicionadas por valores morales, no necesariamente son verdaderas, pero, al menos, cumplen las condiciones de posibilidad de ser verdad.

Entre Trasímaco, Calicles y Sócrates, tan sólo el último aprisiona su teoría entre los estrechos márgenes de sus angostos criterios morales.

Sólo Sócrates condena sus teorías, desde el principio, a no ser sino un cúmulo indigerible de patrañas, porque sólo Sócrates condiciona sus teorías con criterios morales, y necesariamente la verdad es amoral.

Ahora que sabemos que la postura defendida por el Sócrates platónico es falsa, sea ésta la que sea, sólo porque está condicionada por criterios de índole moral, podemos pasar a tratar las posturas de los sofistas: Trasímaco y Calicles.

En Trasímaco no hay condicionamientos morales, pero tampoco hay una teoría antidemocrática. Su teoría es que la justicia depende de la definición que en términos pragmáticos impongan aquellos que ejercen el poder del gobierno, y dicho gobierno puede ser democrático, luego la democracia no es descartada dentro de los limites establecidos por la teoría de Trasímaco.

Tan sólo Calicles, entre todos los sofistas, defiende una postura tan amoral como antidemocrática.

Para Calicles las leyes humanas son antinaturales y tienen como objetivo moldear a los mejores persuadiéndoles de que la igualdad es lo bueno y lo justo, cuando según las leyes naturales, lo que éstas dictaminan y muestran es que lo justo es que el fuerte domine sobre el débil.

Sócrates intentó reducir a Calicles a las posturas de Trasímaco y, al menos, intentar que aceptara que los más también podrían ejercer el papel de los fuertes, pero Calicles no se deja engañar por la moral socrática, y expone que los fuertes son los hombres naturalmente mejores, no la chusma anodina y esclava.

Pero a estas alturas, sabiendo que en Calicles hay una teoría antidemocrática defendida con el rigor que la verdad exige, el de la amoralidad, y que está dentro de la sofística antigua, todos se habrán dado cuenta que falta un único ingrediente: el de la religión.

Se nos preguntaba en el título por: teorías políticas antidemocráticas de la religión.

Es aquí donde volvemos a rescatar a Platón.

Hemos visto que democracia y religión son conceptos opuestos cuyos fundamentos son contradictorios entre sí.

Hemos visto que la democracia y la religión son frutos de la perversión.

Hemos visto que perverso es todo aquello que el hombre realiza sin motivos, sólo porque no debe hacerlo.

Hemos visto que la existencia de la democracia y de la religión sólo es posible porque nihil est sine contradictione.

Hemos visto que la sofística lo abarca todo, puesto que la filosofía no es sino un subproducto de la sofistica.

Hemos visto que entre todos los sofistas, tanto los defensores de las leyes como los defensores de la fisis, tan solo éstos últimos proponen teorías políticas con un marcado sesgo antidemocrático.

Pero ni tan siquiera Calicles, el sofista que con mayor rigor expone una teoría política antidemocrática, apela a la religión.

Entonces ¿tiene algún objeto el titulo de la pregunta que se planteaba al comienzo?

Platón es el objeto del título de este trabajo.

Platón es el único sofista que sostiene una teoría política antidemocrática de la religión.

Y no necesitamos acudir a Popper para argumentar dicha teoría platónica.

Tampoco vamos a detenernos a analizar la teoría política de Platón, trabajo demasiado arduo y para el que ya hay bibliografía más que ingente.

Simplemente concluimos junto con Francisco Rodríguez Adrados que:

«Platón, sin quererlo, reconstruye la sociedad contra la que había luchado la democracia. (...) Platón creó, por reacción, una sociedad (...) de unas normas que sólo acudiendo a la divinidad podía fortificar», La democracia ateniense, Alianza, Madrid 2007, pág. 428.

Y para finalizar no será irrelevante que junto con W. K. C. Guthrie recordemos que no faltan los que consideran que Calicles no es ningún sofista «sino un retrato de la personalidad reprimida de Platón», «el conflicto Sócrates-Calicles en el Gorgias no es un conflicto entre dos individuos sino un conflicto que tiene lugar dentro de una misma mente» (Historia de la filosofia griega, siglo V, la ilustración, Gredos, Madrid 2003, pág. 112).

Ya sabíamos que Platón defendía una teoría política antidemocrática de la religión. Lo que no sabíamos es que Platón es el símbolo más depurado y perfecto de la sofística, el sofista que no aparenta serlo. Pero ahora ya lo sabemos.

VI. Conclusiones: tan últimas como impertinentes

De todos es sabido que la filosofía nace de la mano de Platón como reacción frente a la sofística, de todos es conocido que en el seno de la academia platónica germinó el escepticismo, un escepticismo castrado por la irrenunciabilidad en la consecución de la verdad. Arcesilao y Carneades no asentían a certezas absolutas pero sí a certezas probables.

La prostitución de la academia vino de la mano de Antioco de Ascalon, junto con el misticismo de Plotino y el eclecticismo que Agustín de Hipona legó al occidente cristiano.

Entonces Enesidemo dotó de rigor lógico y proveyó de génesis histórica al escepticismo con mayúsculas. Arrancando de Pirrón de Elis acabó con el probabilismo académico y arguyó que: «nada es más».

Agripa destapó lo que era obvio pero difícilmente asumible: que toda argumentación deductiva incurre en la hipótesis indemostrada, el círculo vicioso o el regreso al infinito. Contra las argumentaciones inductivas no hace falta lucha alguna, que los sentidos nos engañan y que todo experimento es limitado en número es tan sumamente evidente que necesariamente hay que asumirlo.

Sexto compiló el recetario escéptico, cuyos argumentos nadie ha podido refutar sino alegando que es impracticable por sus consecuencias prácticas.

Ahora que la postmodernidad ha asumido que la verdad con mayúsculas no está a su alcance. Ahora que nos conformamos con verdades con minúsculas, es decir, con verdades ansiolíticas, patrañas piadosas; es hora de sacar las consecuencias evidentes de las premisas que nos ha legado el silogismo que es la historia de la filosofía.

I. Sofística: si no sabemos cual sea la verdad defendamos nuestros intereses.

II. Filosofía: porque hay verdad, la búsqueda de la verdad es irrenunciable.

III. Escepticismo: buscar la verdad no es poseerla, si no se la ha encontrado hay que seguir buscando, una búsqueda que no sabe si existe aquello que persigue.

Verdad o mentira
La verdad es evidente por sí y universalmente válida
No se encuentra nada evidente por sí y universalmente válido
No se encuentra la verdad
Si la verdad existe debe encontrarse
Si no se encuentra la verdad ésta no existe
Si no existe la verdad entonces sólo existe la mentira
Si sólo existe la mentira todo es posible
Si todo es posible hagamos posible lo que nos beneficie.

Ya que la humanidad es ajena a la verdad, no seamos también ajenos a la integridad. Seamos honestos con nosotros mismo, no nos destruyamos con verdades con minúsculas, verdades perversas que no tienen ningún motivo de ser y asumamos nuestras propias mentiras amparadas racionalmente por el criterio de utilidad y de beneficio.

IV. Genhestefilia{4} (el amor por la generación de honestidad.) Si nunca encontramos la verdad y siempre estamos rodeados de mentiras, no renunciemos a las mentiras tachándolas de no ser sino verdades tan falsas como patrañas. ¡Amemos y defendamos las mentiras que nos beneficien!

Por último sólo quiero hacer explicito que la genhestefilia no es sino la máxima perfección, humanamente posible, del escepticismo.

Si el escepticismo se define como: «la facultad de oponer, de cualquier modo posible, apariencias y juicios, de forma que, a través de la equivalencia entre las cosas y los argumentos opuestos, alcancemos primero la suspensión del juicio y, tras ello, la imperturbabilidad.» (Hipotiposis pirrónicas, Akal, Madrid 1996, pág. 85.)

Y si la única crítica posible a dicha definición ha sido la impracticabilidad de la suspensión del juicio y de la imperturbabilidad.

La genhestefilia lo resuelve con la siguiente definición: Genhestefilia es la facultad de oponer, de cualquier modo posible, apariencias y juicios, de forma que, a través de la equivalencia entre las cosas y los argumentos opuestos, alcancemos primero conciencia de que todo es contradictorio, absurdo y falso, y tras ello, pongamos nuestro empeño en hacer triunfar nuestras propias mentiras, aquellas que nos hacen libres, antes de vernos sometidos a las mentiras ajenas y ver nuestra voluntad enajenada.

Por último creo que es conveniente terminar diciendo que Platón hubiera sido el primer genhestéfilo, el primero que con honestidad hubiera defendido las mentiras que le parecían más beneficiosas, si no fuese porque enajenó el beneficio del individuo en el beneficio de la ciudad aun a costa del perjuicio del individuo.

Nihil est sine contradictione et contradictio perversio est.
Homo homini perversio.

Notas

{1} La verdad es una impostura, una hipótesis. En tanto que hipótesis es definida como única, evidente por sí misma y universal. Para poder aceptar la hipótesis de dos verdades o más tendríamos que destruir todas las leyes de la lógica, entre ellas la del principio de no contradicción, principio que aceptan hasta las lógicas polivalentes. Si destruimos el principio de no contradicción entonces cualquier argumentación sería vana palabrería.

{2} El escepticismo gnoseológico ha sido argumentado sin tacha por Sexto empírico en sus Hipotiposis pirrónicas. Aquí nos proponemos establecer cuatro principios y dos leyes y con ellos dar una base teórica a la Genhestefilia.

{3} No afirmamos que todo es mentira, pues en tal caso también sería metira dicha afirmación, lo que se afirma es que todo es contradictorio, es decir, absurdo y consecuentemente no hay verdad alcanzable lo que implica que todo es mentira. Afirmar que si todo es absurdo tambien es absurda dicha afirmación es afirmar un absurdo.

{4} La base teórica de la Genhestefilia está expuesta en el Tetrálogo:

Tetrálogo

Cuatro son los preceptos infundados e imprescindible:

I. Nada tiene menos sentido que el sentido de todo.

II. Si la voluntad no se pone al servicio de la libertad, se es un esclavo sin voluntad.

III. No hay libertad sin mentira. Sólo queda la voluntad sin verdad.

IV. Entre tú y yo, la hipocresía es mi norte.

Demostración del primer precepto:

1.1 La primera cuestión que habría que formular y a la que es necesaria darle una respuesta para saber si todo tiene sentido es la siguiente:
¿Cómo es o ha de ser todo para poder afirmar que tiene sentido? Es decir, ¿Cuáles son las condiciones de posibilidad del sentido?

1.2 Las posibles respuestas a estas preguntas son necesariamente dependientes de prejuicios dogmáticos.
En efecto, sólo es posible responder partiendo de axiomas, que como es bien sabido no es otra cosa que una verdad clara y evidente, es decir, un principio indiscutible, lo que significa que al ser un principio es infundado y fundante, y al ser incontrovertible es algo que no hay manera posible de cuestionar.

1.3 ¿Cuáles son los posibles axiomas a partir de los cuales se podría responder a las cuestiones planteadas? Sólo caben dos:

– Nada tiene sentido
– Todo tiene sentido

1.4 Si partimos del primer axioma, entonces, es posible dar una infinidad de respuestas; cantidad que podríamos ordenar en dos categorías fundamentales:

1.5 Primera. Puesto que se parte de la consideración de que «nada tiene sentido» entonces habría que afirmar que no se sabe qué sea el sentido; consecuentemente la respuesta sería:
No se sabe cómo ha de ser todo para que tenga sentido.

1.6 Problema: La primera categoría del primer axioma es problemática, dado que si no se sabe qué sea el sentido, necesariamente no se puede afirmar que nada tiene sentido.
Sin embargo si se afirma que «nada tiene sentido» necesariamente hay que concluir que no se sabe lo que sea el sentido.

1.7 Solución: Nos encontramos ante una contradicción sin sentido que confirma que nada tiene sentido.

1.8 Segunda. Partir de la apreciación de que «nada tiene sentido» equivale a proponer que «todo es absurdo».
Si «todo es absurdo» entonces es necesario que cualquier respuesta que se le dé a la pregunta sea válida. El número de respuestas posibles será el número de respuestas válidas.

1.9 Problema: La segunda categoría del primer axioma también es problemática, dado que si cualquier respuesta es válida, entonces necesariamente habrán de ser válidas dos respuestas que sean contradictorias entre sí mismas, y que por consiguiente se invaliden mutuamente.

1.10 Solución: Otra vez nos encontramos frente a una contradicción sin sentido, que vuelve a confirmar que «nada tiene sentido».

1.11 Primera conclusión: Si se da una respuesta a la primera pregunta partiendo desde el primer axioma(Nada tiene sentido); ya sea desde la primera como desde la segunda categoría, la respuesta siempre será coherente.
Si partimos del segundo axioma (Todo tiene sentido) para responder a la principal pregunta derivada del primer precepto infundado e imprescindible, entonces sólo es posible dar una respuesta.
Para poder partir de que «todo tiene sentido» necesariamente se debe responder que: puesto que «todo tiene sentido» entonces todo ha de ser tal y como es para tener sentido.

1.12 Problema: Si para que todo tenga sentido se tiene que partir de que todo tiene sentido y, por ende, se responde que todo ha de ser tal y como es para tener sentido, entonces, surge una pregunta insoslayable: ¿cómo es todo?

1.13 Solución: Responder a la cuestión insoslayable de: ¿cómo es todo? Sin cuya respuesta quedaría huérfana la afirmación de que todo ha de ser tal y como es para tener sentido, requiere una descripción precisa y exacta de la totalidad.

1.14 Inciso: Describir con precisión y exactitud todo, implicaría necesariamente una metadescripción de la descripción, y ésta a su vez una meta-metadescripción y asi sucesivamente hasta el infinito.

1.15 Segunda conclusión: Responder a la primera pregunta partiendo del segundo axioma (todo tiene sentido) implica llegar a una situación inconsistente e incoherente.

1.16 Conclusión final: Por reducción al absurdo, necesariamente: Nada tiene menos sentido que el sentido de todo.

Demostración del segundo precepto:

2.1 El segundo de los preceptos más que de una demostración precisa simplemente de un breve comentario. Ya que su obviedad hace ofensiva cualquier demostración que pudiéramos esgrimir.

2.2 Dos son las opciones posibles:

Tener voluntad
Carecer de voluntad

2.3 Si se tiene voluntad es factible hacer con ella dos cosas:

Desarrollarla
Atrofiarla

La voluntad se desarrolla si se la ejercita, y se la atrofia si se la inutiliza.

2.4 Otras dos opciones son las que caben:

Ser libre
Ser esclavo

Se es libre cuando se puede escoger entre varias opciones, y se es esclavo cuando no se puede escoger.

2.5 Si se puede escoger entre varias opciones y de hecho se hace, al hacerlo, se ejercita la voluntad consiguiendo con ello desarrollarla.
Desarrollar la voluntad es consecuencia del ejercicio de la libertad.
Libertad y voluntad se coimplican.

2.6 Si se puede escoger entre varias opciones, y de hecho, no se hace, al no hacerlo se atrofia la voluntad consiguiendo con ello atrofiarla, inutilizarla.
Atrofiar la voluntad es consecuencia de la inactividad de la libertad.
Si no se ejercita la libertad se atrofia la voluntad propiciando la imposibilidad de ejercer la libertad.
Cuando no se es libre se es esclavo.
Si se es esclavo y no se puede escoger entre varias opciones, la voluntad es superflua. Lo que significa que ser esclavo y tener voluntad es contradictorio.
Esclavitud y carencia de libertad se coimplican.
Si se carece de voluntad: ni se la puede desarrollar, ni atrofiar. Sin voluntad no se puede escoger, sin voluntad, necesariamente, se es esclavo.

2.7 Conclusión:
Para que haya voluntad es necesario que haya libertad y viceversa.
Libertad y voluntad sólo son posibles si se desarrollan y ejercen.
Para carecer de voluntad hay que atrofiarla o ser esclavo para que sea innecesaria e inviable.
Para ser esclavo hay que atrofiar la voluntad o carecer de ella.
Tener voluntad y ser esclavo es contradictorio.

2.8 Queda así demostrado que:
Si la voluntad no se pone al servicio de la libertad, se es un esclavo sin voluntad.

Demostración del tercer precepto:

3.1 Dos son las cosas que se pueden pensar y decir:

Mentiras
Verdades

3.2 Si se piensan mentiras, se dicen mentiras.

3.3 Si se piensan verdades, se dicen verdades o mentiras.

3.4 Si al pensar verdades, se dicen verdades, entonces se es honesto y coherente.

3.5 Si al pensar verdades, se dicen mentiras, entonces, se es deshonesto e incoherente.

3.6 Cuando se piensan mentiras es posible escoger entre todas ellas cuales se van a decir.

3.7 Si se puede escoger, y de hecho se escoge, entonces se desarrolla la voluntad y se es libre.

3.8 Cuando se piensan verdades, es posible desecharlas y escoger mentiras para decir.

3.9 Si se puede escoger, y de hecho se escoge, entonces se desarrolla la voluntad y se es libre.

3.10 Cuando se piensan verdades y éstas se dicen, entonces no se escoge, si se quiere ser honesto y coherente.

3.11 La honestidad y la coherencia son propias de los esclavos.

3.12 Sin mentiras, deshonestidad e incoherencia no se puede escoger y consecuentemente se es esclavo y no hay libertad.

3.13 Queda así demostrado que: sin mentiras no hay libertad.

3.14 Pero además:
Si se piensan verdades y se es honesto y coherente, necesariamente se han de decir tales verdades, con lo cual la voluntad queda condicionada y sometida, es decir: esclava, inútil, muerta, o lo que es lo mismo, inexistente.
Sin embargo cuando desaparece la verdad y es sustituida por la mentira, la deshonestidad y la incoherencia; la voluntad es libre para decidir a su antojo. Y puesto que no hay verdad, el único criterio real es el de la propia voluntad.

3.15 De donde se deduce que: sin verdad sólo queda la voluntad.

Demostración del cuarto precepto:

«Entre tú y yo» es una metonimia polisémicas equiparable a:

Un secreto / En compañía

Sin hipocresía, disimulo, ni fingimiento nos volvemos vulnerables y ofensivos, es decir, débiles y dianas de la aversión ajena.

Sin hipocresía estamos condenados a la extinción o a la desolación.

La hipocresía garantiza la salvación y el éxito, con una única salvedad:

No ha de ser reconocida como tal. Ya que dicho reconocimiento sería peor, por sus fatales consecuencias, que una cándida honestidad.

Apéndice ineludible:

Partiendo desde los cuatro preceptos infundados e imprescindibles:

I. El primer precepto corresponde al absurdo metafísico

II. El segundo precepto corresponde a la libertad-voluntad epistemológica

III. El tercer precepto corresponde a la mentira episteme-ética

IV. El cuarto precepto corresponde a la hipocresía política

Todo se vuelve explicable en su inexplicable sinsentido.

Sin embargo el Tetrálogo no sólo consta de cuatro preceptos, sino que éstos van acompañados de dos leyes:

Desarrollo de la primera ley:

La estupidez como pandemia crónica degenerativa e incurable.

La estupidez es aquella característica propia de quienes perjudican a todos y a todo incluyéndose a sí mismos a la par que niegan poseer dicha cualidad.

Esta ley se aplica en el Tetrálogo de la siguiente manera:

Si el Tetrálogo se resume asi:

Si todo es absurdo, entonces todo es posible

Si todo es posible, entonces lo realizable dependerá del azar y de la voluntad

Si lo que depende del azar para ser real está fuera de mi alcance, lo que depende de mi voluntad será real en la medida en que se encuentre en mis manos el realizarlo.

Si haciendo realidad lo posible a través de mi voluntad se transforman en imposibles e irrealizables otras posibles realidades, entonces se reduce el ámbito de elección y se fomenta la esclavitud.

Si por el contrario, siempre que una posibilidad se hace realidad se multiplican con ello las posibilidades realizables, entonces se amplía el segmento de posibilidades realizables, y se fomente así la libertad.

La sumisión de la voluntad a la verdad reduce las posibilidades de realidad, y esclaviza.

Por el contrario, la mentira fomenta y fortalece la libertad, la voluntad y el absurdo.

Toda mentira debe aparentar no serlo, para poder serlo. Así la hipocresía es el fundamento que da cohesión a la relación entre el logos y la fisis, es decir, entre el ser y el pensar.

Tras este resumen la ley de la estupidez permite mentir sin saber que se está mintiendo, y ser engañado sin saber que se está siendo engañado.

Desarrollo de la segunda ley:

La razón como instrumento puesto al servicio del interés que más la seduzca.

Esta segunda ley es mucho más evidente que su antecesora, puesto que necesariamente, si partimos desde el primer precepto según el cual «todo es absurdo» ya sabemos que ex contradictione quod libet , así que todo es argumentable y todo es igualmente refutable.

Todas las corrientes filosóficas, todas las religiones y todas las supersticiones, así como todas las leyes, las costumbres y todos los paradigmas científicos, además de los sistemas políticos... todos y cada uno de ellos se han visto defendidos y atacados, argumentados y contraargumentados.

Si además al ser «todo absurdo» todo es posible y lo realizable que no dependa del azar está subordinado a nuestra propia voluntad, nuestros argumentos serán fieles compañeros de nuestras voluntades. Siendo dichas voluntades contingentes, caprichosas e interesadas; igualmente así serán los argumentos con los que las defendamos.

Así es como nos dedicamos a mentir y a simular que no lo hacemos, justificando por la primera ley la honestidad con la estupidez. Siempre poniendo nuestra razón al servicio de aquellos intereses con los que nuestra voluntad la ha seducido según la segunda ley del Tetrálogo.

P. D.: toda teoría o todo paradigma que busca consolidar una explicación sobre el sentido de todo lo real contribuye en su afán de ser verificado a desvelar su propia inconsistencia y quedar falsado. Así cada vez que una teoría sobre el sentido de la realidad es falsada, contribuye con ello a verificar la teoría del sinsentido: la única consistente e irrefutable.

 

El Catoblepas
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