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El Catoblepas, número 110, abril 2011
  El Catoblepasnúmero 110 • abril 2011 • página 13
Comentarios

Comentarios a un artículo de Pablo Guadarrama sobre José Vasconcelos

Raúl Trejo Villalobos

Son pocas las ocasiones en que Pablo Guadarrama acierta en sus apreciaciones sobre quien fuera tenido por Maestro de América

Pablo Guadarrama González

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De las múltiples publicaciones que tiene el filósofo cubano Pablo Guadarrama González sobre pensadores hispanoamericanos, hay una en particular, «El monismo estético de José Vasconcelos», que nos llama la atención por dos razones: en primer lugar, porque Vasconcelos es a quien últimamente nos hemos dedicado a estudiarlo; y, en segundo lugar, porque el artículo en el que aborda al pensador mexicano tiene varias imprecisiones así como algunas interpretaciones inapropiadas.

En lo que hemos encontrado, dicho artículo se publicó la primera vez en la revista Segmentos (año 1, nº 1, México, enero-junio 2001, págs. 105-138) y posteriormente se publicó, sin cambios sustanciales en los contenidos, en el libro José Martí y el humanismo en América Latina (Convenio Andrés Bello, Bogotá 2003, págs. 169-198).

Cabe advertir desde este momento que el propósito de nuestros comentarios no tienen ninguna finalidad de hacer polémica y tampoco de hacer crítica al filósofo cubano, necesariamente. Nuestro propósito consiste, más bien, en aportar elementos que permitan conocer de una manera más apropiada a José Vasconcelos y su pensamiento filosófico. Para esto, utilizaremos principalmente al artículo publicado en la revista y haremos las respectivas referencias bio-bibliográficas.

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Así, pues, los primeros puntos que queremos aclarar vienen apenas en la segunda página del artículo, la 106, cuando Pablo Guadarrama dice que José Vasconcelos nació en 1881, que su «labor docente en su país no fue tan sistemática» y cuando dice que: «Había nacido en la frontera con Estados Unidos, donde su padre se desempeñaba como militar, por lo que combatió en la guerra contra Estados Unidos en la cual México perdió la mitad de su territorio».

Respecto a esto, cabe señalar, en primer lugar, que Vasconcelos nació en 1882; en segundo lugar, que, a excepción de las clases que impartió en universidades estadounidenses entre 1926{1} y 1928 y las conferencias que dictó en distintos momentos de su vida, en ninguna otra parte ejerció la docencia; y, en tercer lugar, que nació en Oaxaca y vivió su infancia en la frontera, que su padre era agente aduanal y que para la época en que vivieron en la frontera, durante las últimas dos décadas del siglo XIX, ya habían pasado algunos años de la guerra en contra de Estados Unidos (1847).

Dos páginas adelante, en la 108, Pablo Guadarrama reitera sobre labor docente de Vasconcelos y agrega: «Por sus méritos intelectuales, ocupó importantes funciones, entre ellas, profesor de Filosofía, Estética, Historia de la filosofía en la Universidad Nacional de México». En esa misma página, señala: «La obra filosófica de Vasconcelos es amplia, original y profunda; ha sido traducida al alemán, francés e inglés». Al primer punto sólo habría que reiterar que no fue docente y al segundo que, hasta donde conocemos, las únicas obras que han tenido traducción al inglés son: Ulises criollo{2} y La raza cósmica{3}.

En la página 109, dice Pablo Guadarrama: «En 1926, en la Universidad de la Habana, ofreció una conferencia sobre el tema de la filosofía latinoamericana, en la que por vez primera planteaba la necesidad de formar una filosofía de la liberación». Respecto a este asunto, revisamos una vez más el largo prólogo de Indología (que es un conjunto de conferencias dictadas en Puerto Rico y República Dominicana) y algunas páginas de El desastre (tercera parte de sus memorias y en las que narra su vida entre 1920 y 1928) y no encontramos alusión alguna a que haya pasado por la Habana{4}.

En la página 112, el filósofo cubano refiere un libro, Filosofía de la historia, del cual no tenemos conocimiento y es la primera vez que lo vemos, pero sin su correspondiente ficha bibliográfica. En la página 115, señala, además, que Vasconcelos sostuvo un valioso intercambio epistolar con José Enrique Rodó. De ésta, tampoco tenemos conocimiento. Lo que sí sabemos es que Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña se cartearon con el autor uruguayo, entre 1908 y 1909, a propósito de la publicación que hicieron de El Ariel. En esta misma página, dice: «Vasconcelos tuvo que sufrir también la intervención de los marines en Veracruz en 1916». De acuerdo a este punto cabe aclarar que la intervención fue en 1914 y que para 1916 Vasconcelos se encontraba exiliado, en Lima, Perú{5}.

En la página 119, sostiene Pablo Guadarrama: «Por tal motivo resulta inteligente la postura que asume Vasconcelos ante la polémica que se produce entre Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano entre 1928 y 1930, que puede sintetizarse como una confrontación entre materialismo e idealismo filosóficos en el ámbito intelectual latinoamericano (…) Vasconcelos se mantuvo muy atento a aquella discusión, y aprendió de ambos contrincantes, y en especial consideró la reivindicación del marxismo que hacía Lombardo Toledano en aquel momento, no obstante con sus marcadas diferencias con esta filosofía e ideología». Respecto a este punto, las aclaraciones van en el sentido de que las polémicas aludidas se dieron entre 1933 y 1934, por un lado; y, por otro, es difícil que Vasconcelos haya estado atento a éstas toda vez que estaba en su último y más largo exilio, en Argentina, particularmente, durante esos años{6}; y, lo que es más, finalmente, resulta inconcebible una reivindicación del marxismo por parte Vasconcelos, cuando siempre lo rechazó por ateo.

En la siguiente página, en la 120, Guadarrama dice que: «apoyó el proceso de la Revolución Mexicana y las medidas nacionalistas y populistas del cardenismo». De acuerdo a lo que venimos señalando, aquí cabe aclarar que Vasconcelos, todavía en el exilio, viajó a los Estados Unidos en 1935 para intentar derrocar a Lázaro Cárdenas y que, años más tarde, en 1938, este mismo presidente fue el que le permitió la entrada al país, una vez que fue expulsado por el gobierno estadounidense{7}.

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En cuanto a la presentación e interpretación que hace del pensamiento filosófico de José Vasconcelos, consideramos que Pablo Guadarrama corre con muy poca fortuna en al menos tres puntos.

En primer lugar, al considerar a Vasconcelos en varias ocasiones como idealista («En esta generación neoidealista de la cual Vasconcelos es uno de los fundadores» y «ese antiintelectualismo idealista en Vasconcelos…», pág. 111; «…porque en Vasconcelos su idealismo con sus tonalidades místicas y su humanismo, tendría que ver con la tesis kantiana…», pág. 113; «Quiere rescatar la dignidad de la filosofía y para ello necesita, a su juicio, recuperar el idealismo tan golpeado por el positivismo», pág. 118; «El esteticismo metafísico de corte idealista», pág. 135). En este aspecto, creemos que Guadarrama es presa de la interpretación y clasificación marxistas de las filosofías en materialistas e idealistas, que mucho abundaron, y de manera simplista, en la década de los sesenta y los setenta.

En segundo lugar, al no establecer la relación apropiada entre su sistema filosófico y su pensamiento hispanoamericano (a veces denominado iberoamericano y a veces latinoamericano, contrario a lo que dice Guadarrama: «Esa visión utopista que Vasconcelos propugnaba dio lugar a las tesis de buscar en la llamada cultura indoamericana, como él prefería denominarla –en lugar de latinoamericana–…», pág. 110), que en momentos reduce a la expresión de una mera ideología («El prefiere utilizar el término pensamiento iberoamericano en lugar de latinoamericano, pues no se debe olvidar que este tiene también sus connotaciones ideológicas», pág. 117).

Y, en tercer lugar, al no presentar de manera estructurada y completa el sistema filosófico como tal. En este sentido, por un lado, si bien Guadarrama tomó el título de uno de los libros de juventud de Vasconcelos, El monismo estético (1919), no considera los cambios de nombre que Vasconcelos hizo a su sistema (de lógica estética, en la época de madurez, a lógica orgánica, en su etapa final, de senectud, por ejemplo). Y, por otro lado, no presenta a aquellos libros que la mayoría de sus estudiosos consideran para abordar el sistema: Metafísica (1929), Ética (1932) y Estética (1935){8}. De manera específica, cabe señalar que no aborda el último de éstos y el tema del a priori estético, tema central que considera Vasconcelos su principal aportación al pensamiento filosófico.

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Por lo demás, solo nos resta decir que son pocas las ocasiones en que Pablo Guadarrama acierta en algunas apreciaciones como, por ejemplo, cuando refiere al concepto que Vasconcelos tiene sobre la filosofía y la emoción como fundamento de la misma. Sin embargo, dichas apreciaciones se ven opacadas cuando se advierte, incluso, la repetición de una cita extensa (ver páginas 108 y 114, de la revista; y páginas 171 y 178, del libro) o un aparato crítico casi nulo.

Para terminar, sólo queremos reiterar que el propósito de los presentes comentarios consisten, antes que en otra cosa, en propiciar un conocimiento más apropiado y favorable de la vida y el pensamiento filosófico del autor de La raza cósmica, llamado también, en su momento, Maestro de América.

Notas

{1} Cfr. Aspects of Mexican Civilization (Lectures on the Harris Foundation, 1926), con la participación de Manuel Gamio. Chicago, The University of Chicago Press, 1926, 193 págs.

{2} De éste, existen dos versiones: Ulises criollo, edited by Ronald Hilton with notes and vocabulary by Robert O´Neil, Heath and Co., Boston 1960; y, A Mexican Ulisses: an autobiography, trans and abridged by Williams Rex Crawford, Indiana University Press, Bloomington 1963.

{3} The cosmic race, translated and annotated by Didier T. Jaén, afterword by Joseba Gabilondo, The Johns Hopkins University Press, Los Ángeles 1997.

{4} Cfr. Indología: una interpretación de la cultura iberoamericana. París, Agencia Mundial de Librería, 1926, pp I-LVIII; y además El desastre: tercera parte del Ulises criollo, Ediciones Botas, México 1938, págs. 657-681.

{5} Cfr. La tormenta: segunda parte de Ulises criollo, Ediciones Botas, México 1936, págs. 368-406

{6} Cfr. El proconsulado: cuarta parte del Ulises criollo, Ediciones Botas, México 1939, particularmente, los últimos apartados, en los que relata su estancia en Somió, Asturias, España, en 1932; y, La flama: los de arriba en la Revolución; historia y tragedia, Editorial Continental, México 1959, págs. 265 y ss. en la que relata su viaje y su estancia en Argentina.

{7} Cfr. La flama, pp 421 y ss.

{8} Algunos estudios sobre la filosofía de Vasconcelos que se basan fundamentalmente en la trilogía de Metafísica, Ética y Estética son: Agustín Basave Fernández del Valles, La filosofía de Vasconcelos, Diana, México 1973, XVI+517 págs.; José Sánchez Villaseñor, El sistema filosófico de Vasconcelos. Ensayo de crítica filosófica, Editorial Polis, México 1939, 207 págs.; Raúl Fornet-Betancourt, «El pensamiento filosófico de José Vasconcelos», En Cuadernos Salamantinos de filosofía, IX, Universidad Pontificia de Salamanca, 1982, págs. 147-177; y Patrick Romanell, «El monismo estético de José Vasconcelos», en La formación de la mentalidad mexicana (panorama actual de la filosofía en México), presentación de José Gaos, trad. de Edmundo O´Gorman, El Colegio de México, México 1954, págs. 109-150. Esto, por sólo mencionar algunos y dejando de lado aquellos en que se ocupan de Vasconcelos de una manera más amplia, los cuales, valga comentarlo, la mayoría de ellos, son actualmente poco asequibles.

 

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