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El Catoblepas, número 87, mayo 2009
  El Catoblepasnúmero 87 • mayo 2009 • página 14
Artículos

Situaciones operatorias en la investigación en Psicología: ¿metodología científica, ideología o metafísica?

Aitor Álvarez Fernández

Comunicación defendida ante los
XIV Encuentros de filosofía, Oviedo 13-14 de abril de 2009

La investigación en psicología se lleva a cabo mediante la utilización de metodologías muy diversas, muchas de las cuales encierran peligrosas ideologías tras de sí y/o concepciones del ejercicio de la ciencia de cuño metafísico. En el presente trabajo se realizará un análisis gnoseológico de las situaciones operatorias más frecuentes que caracterizan a las investigaciones presentadas como «psicológicas», siguiendo las coordenadas de la Teoría del cierre categorial, con el propósito de analizar críticamente las ideologías en que pretenden sustentarse así como las implicaciones que de ellas se derivan de cara al ejercicio de la investigación en psicología con pretensiones de cientificidad. Se reivindicará la necesidad del análisis filosófico de estas cuestiones frente a las posiciones ideológicas emanadas del fundamentalismo científico tan presente y extendido en nuestros días. Finalmente, se establecerán las condiciones metodológicas y las situaciones operatorias que debe reunir toda investigación en psicología que pretenda ser científica de acuerdo a los criterios de la Teoría del cierre categorial.

1. Planteamiento de la cuestión

En nuestros días, la labor de la filosofía, lejos de tener que reducirse a un gremio de sujetos ociosos como resultado de la irrupción de las ciencias positivas, como se pretende hacer ver desde los gremios científicos, cobrará gran importancia, toda vez que los importantes avances en los campos de dichas ciencias traen consigo una amplia gama de ideologías que será preciso combatir. En el caso particular de la psicología, la labor de la filosofía será decisiva en la clarificación de su estatuto gnoseológico; en efecto, la investigación en psicología se lleva a cabo de maneras muy diversas si bien todas ellas con un denominador común, a saber, la consideración, al menos emic, de que sus trabajos cumplen con los cánones exigidos a una metodología científica rigurosa, a saber, la contrastación de hipótesis. Ahora bien, la contrastación de hipótesis no es un método exclusivo del saber científico dado que, incluso, por ejemplo, las sectas religiosas pueden contrastar sus hipótesis si bien de manera bastante peculiar.

Por otro lado, la perseverancia que muestran muchos psicólogos en la defensa de la sólida cientificidad de su disciplina ya resulta, cuanto menos, sospechosa, toda vez que entre, por ejemplo, los físicos, no se aprecia una actitud semejante.

En este trabajo se analizarán las ideologías subyacentes a dos de las formas más comunes de entender la investigación en psicología para, finalmente, proponer una alternativa en la que, desde las coordenadas de la Teoría del cierre categorial, se mostrarán las condiciones que debe reunir la psicología para poder ser considerada una disciplina científica.

2. Consideraciones sobre el estatuto gnoseológico de la Psicología cognitiva

La psicología cognitiva se caracteriza, de cara al análisis de su estatuto gnoseológico, principalmente, por los siguientes dos aspectos: la utilización de una metodología en primera persona y el recurso a la metáfora del ordenador en el análisis de muchos procesos psicológicos.

a. Utilización de una metodología en primera persona

La psicología cognitiva suele caracterizarse por la utilización de una amplia gama de variables que comienzan por la raíz «auto», fundamentadas en las relaciones que el sujeto mantiene «consigo mismo» y que ponen de manifiesto sus connotaciones sustancialistas y autárquicas arrastrando consigo la asunción de la dualidad «dentro/fuera» (del sujeto) que será preciso reconstruir desde coordenadas no-metafísicas.

Estas variables, referidas a estados introspectivos del sujeto temático y que lo consideran como una entidad separada de su mundo circundante, suponen una relación reflexiva límite que, como veremos, impide su tratamiento científico.

La metodología científica, siguiendo las coordenadas de la Teoría del cierre categorial, exige, necesariamente, la realización pública de operaciones (por parte de los sujetos gnoseológicos) con términos fisicalistas para posibilitar su contrastación y verificación, dando lugar a resultados objetivos supraindividuales mediante el establecimiento de ciertas relaciones consistentes entre los términos (las verdades científicas o teoremas) que permitan neutralizar las operaciones de los científicos (es decir, cuando nos encontramos ante un teorema, las operaciones, en caso de que estén correctamente realizadas, acabarán siempre desembocando en él, al margen de cuál sea el sujeto que las ejecuta).

Esta situación no se puede lograr con una metodología que pretende estudiar los procesos psicológicos en primera persona, dado que, en este caso, se carecería de términos fisicalistas con los que realizar operaciones, ¿cómo iba el científico a poder realizar operaciones con los procesos psicológicos del sujeto temático? (por otro lado, este tipo de operaciones psicológicas no son públicas por lo que su contrastación y verificación resultarían imposibles); a lo sumo, lo único que se estaría haciendo es registrar meras estimaciones subjetivas emitidas por el sujeto temático (u objeto de estudio), carentes de rigor científico, ante la presentación de situaciones estimulares muy diversas.

Por este motivo, necesariamente, en el plano del ejercicio, los psicólogos cognitivos actúan como si fueran psicólogos conductistas, esto es, registran diferentes respuestas de los sujetos ante la presentación de diferentes tipos de estimulaciones. Será en el plano de la representación, y cuando pretendan explicar por qué se emiten diferentes respuestas ante la modificación de las condiciones estimulares, donde recurrirán a toda suerte de fantasmas gnoseológicos (maquinarias cognitivas sustantivadas, metáforas de homúnculos, &c.). De esta manera, para solucionar las limitaciones que, según los psicólogos cognitivos, presentaba el conductismo grosero (al eliminar el estudio de la conciencia subjetiva del campo de la psicología), se completará el típico esquema E-R con modelos del funcionamiento psicológico, de carácter metafísico y de gran oscuridad gnoseológica, a partir de la asunción de diferentes metáforas entre las que cabe destacar la metáfora del ordenador.

b. El recurso a la metáfora del ordenador

Para estudiar, con pretensiones emic de cientificidad, los procesos psicológicos que subyacen a las operaciones, los psicólogos cognitivos parten, a título de hipótesis, de un modelo de funcionamiento de la mente. Los resultados de sus investigaciones permitirán confirmar o modificar este modelo inicial en una u otra dirección. La propuesta de este tipo de modelos suele basarse en el establecimiento de una analogía entre la manera en que funciona la mente y la manera en que funcionan los ordenadores.

Esta analogía resulta completamente gratuita en cuanto se advierte el carácter extragnoseológico que presenta la metáfora del ordenador cuando se pretende utilizarla como modelo isomórfico de los procesos psicológicos, dado que dicho isomorfismo supondría la atribución de operaciones a los ordenadores y, por tanto, su antropomorfización. La conocida expresión «procesamiento psicológico de la información», a la que tanto recurren los psicólogos cognitivos, sería una fórmula viciada basada en una analogía falaz; en este sentido, no conviene olvidar que el cerebro humano se compone, entre otras cosas, de neuronas y células de glía y no de chips de memoria, disco duro, sistema operativo o variables similares y a las que tanto recurre la psicología cognitiva.

El recurso a este tipo de metáforas para explicar los procesos psicológicos, ¿no tendrá nada que ver con los importantes problemas gnoseológicos que impiden el estudio científico de ciertos aspectos de la materialidad segundogenérica? Si la conciencia subjetiva funciona de manera similar o idéntica a un ordenador, ¿por qué son los psicólogos quienes se ocupan de su estudio y no los informáticos?

Los ordenadores son una entidad supraindividual constituidos a partir de las operaciones de muchos hombres y a lo largo de un proceso históricamente determinado, motivo por el cual el establecimiento de un isomorfismo entre su funcionamiento y los mecanismos psicológico-subjetivos resultará impertinente. El recurso a este tipo de modelos en la psicología cognitiva nos conduce a una importante paradoja. Por un lado, su asunción es necesaria para la supervivencia de la psicología cognitiva, dado que son una condición necesaria para el soporte de sus diseños y propuestas de investigación. Pero, por otro lado, su uso estaría preparando el terreno para la desaparición de la psicología cognitiva en beneficio de las modernas neurociencias conductuales, encargadas del estudio de los correlatos fisiológicos que subyacen a las operaciones psicológicas. Los antiguos modelos, propios de la psicología cognitiva y de carácter marcadamente metafísico, quedarán relegados ante el surgimiento de nuevos operadores (como, por ejemplo, la resonancia magnética funcional o la tomografía por emisión de positrones) que permitirán la visualización de las zonas del encéfalo activadas ante la realización de muy diferentes tareas. Sin embargo, conviene subrayar que estos operadores forman parte del campo de la fisiología y no de la psicología.

3. Consideraciones gnoseológicas sobre el estatuto gnoseológico de las neurociencias

Con la llegada de las neurociencias, existe una tendencia a reducir la psicología al estudio de los correlatos biológicos que subyacen a las operaciones de los sujetos. En una actitud propia del fundamentalismo científico y de la más absoluta ingenuidad, algunos neurocientíficos llegan a presentarse como «Neurofilósofos» dado que, según ellos, las modernas investigaciones en neurociencias permitirán resolver, de una vez por todas, los tradicionales problemas filosóficos a los cuales, desde la filosofía, nunca se podría dar una respuesta definitiva por el carácter arcaico y precientífico de este tipo de saber. Al menos, cuatro errores subyacen a esta concepción.

En primer lugar, suponer que las ciencias positivas y la filosofía se alimentan del mismo tipo de materiales. En segundo lugar, suponer que la filosofía es un saber arcaico que, a lo sumo, habría servido para el planteamiento de ciertos problemas cuya resolución habría de esperar a la aparición de las ciencias. En tercer lugar, suponer que la filosofía existe aun cuando no vaya adjetivada (materialista, escolástica, estoica, &c.). En cuarto lugar, suponer que las ciencias poseen, en exclusiva, el dominio sobre todos los ámbitos del saber. Sirvan los siguientes dos ejemplos para ilustrar este despropósito:

Los avances de las neurociencias ya habrán convertido en ocioso y banal, por ejemplo, todo debate filosófico acerca de la verdad de la religión, dado que las estructuras cerebrales, responsables de la religiosidad, y que se activan en el momento de experimentar vivencias místicas ya han sido identificadas.

Asimismo, será inútil discutir sobre filosofía política, dado que las neurociencias ya han resuelto el problema. La cuestión es sumamente sencilla y no requiere complicación alguna por argucias filosóficas: quienes presentan una mayor activación de la ínsula serán progresistas y, por tanto, votarán al PSOE mientras que los sujetos con menor activación en la ínsula serán conservadores y, por tanto, querrán que Rajoy sea el próximo presidente del gobierno de España. No disponemos del tiempo suficiente para el tratamiento de las implicaciones que conlleva cada una de estas cuatro asunciones por lo que nos centraremos en la exposición del problema principal que la irrupción del fundamentalismo neurocientífico conlleva en el campo de las ciencias psicológicas, a saber, la eliminación del propio sujeto psicológico.

Se habla, incluso, del gen del lenguaje, del gen de la esquizofrenia, etc. El único problema radica en que el gen de todas estas cosas, encontrado por varios grupos de investigadores, no suele coincidir.

En sus investigaciones, los neurocientíficos, partiendo de las operaciones de los sujetos temáticos formalmente considerados, tratarán de explicarlas acudiendo a sus partes materiales (conexiones neuronales activadas, cantidad de sustancia blanca, estado de maduración de las estructuras cerebrales, &c.) entendidas en términos de causalidad eficiente respecto a las operaciones de partida. Se habrá regresado, por tanto, hacia una situación α1 donde las partes materiales del sujeto se considerarán como las esencias previas y determinantes de sus operaciones. No obstante, tras alcanzar esta situación metodológica, el progreso hacia las operaciones de partida resultará imposible. Desde las neurociencias no se pueden explicar las operaciones psicológicas por el mismo motivo que desde la Biología no se puede explicar el origen de la vida, a saber, nos encontraríamos ante dos categorías científicas diferentes y no reducibles entre sí como su propugnaría desde un monismo gnoseológico.

Esta confusión gnoseológica presenta importantes implicaciones de cara a la praxis clínica, dado que muchos problemas psicológicos, derivados de situaciones β-operatorias (y que, por tanto, deberían ser tratados como tal), son tratados en términos de situaciones α operatorias. De esta manera, en lugar de estudiar la biografía del sujeto que acude a consulta se estaría atendiendo, exclusivamente, a su funcionamiento fisiológico, neuronal y, por tanto, anulándolo en tanto tal sujeto psicológico de cara a la prescripción de su futuro tratamiento psicofarmacológico.

En el contexto de esta discusión gnoseológica resulta muy curiosa, ilustrativa y destacable la situación en que se encuentra la psiquiatría dado que, en la mayoría de las ocasiones, al menos en el plano del ejercicio, no es otra cosa distinta de la neurología, toda vez que la prescripción de psicofármacos para el tratamiento de los problemas del sujeto que acude a consulta implica su tratamiento dentro de una situación operatoria α1 (en nuestro artículo «Sobre Neurociencia y Psicología» hemos tratado con más detalle la cuestión de la precariedad gnoseológica característica de la psiquiatría: http://nodulo.org/ec/2008/n076p13.htm).

4. Sobre las condiciones que debe reunir una Psicología científica

Para que la psicología pueda tener un estatuto científico serán necesarias dos condiciones, dadas tras la crítica de la psicología cognitiva y de las neurociencias.

En primer lugar, las relaciones del «sujeto consigo mismo» deberán reconstruirse a partir de la mediación de otro tipo de variables pudiendo evitar, por tanto, la peligrosa dualidad metafísica «dentro/fuera» (del sujeto) así como el ejercicio de una psicología, con pretensiones de cientificidad, en primera persona.

La distinción «apotético/paratético» posibilitará el ejercicio de una psicología en tercera persona en la que sean posibles las operaciones del científico con términos fisicalistas y que, a su vez, permita evitar explicaciones mentalistas de las conductas teleológicas. Así las cosas, el campo de la psicología científica constará de, al menos, dos clases de términos (los términos subjetuales-los sujetos psicológicos- y los objetos apotéticos) presentados de manera dialéctica y con los que el sujeto gnoseológico deberá operar en caso de que pretenda moldear las operaciones del sujeto temático en una u otra dirección. Estas operaciones serán públicas y, por tanto, susceptibles de verificación y contrastación.

En segundo lugar, esta primera consideración presupone el rechazo de situaciones operatorias α1 (propias de las neurociencias) en el campo de la psicología, dado que la reducción del sujeto psicológico a sus partes materiales nos llevaría al campo de la fisiología donde únicamente podríamos estudiar las relaciones paratéticas entre los correlatos biológicos de las operaciones conductuales. Se requerirá, pues, una consideración formal del sujeto psicológico.

Como hemos dicho, las operaciones del sujeto gnoseológico permiten moldear las operaciones del sujeto temático. Ahora bien, esta situación no justifica la tesis según la cual la psicología quedaría reducida a una mera praxiología o, incluso, tecnología de modificación de conducta (situación β2) donde las operaciones del sujeto temático se modificarían, simplemente, por su interacción con las operaciones del sujeto gnoseológico.

La psicología no podrá moverse en una situación β2, dado que las operaciones del sujeto gnoseológico (por ejemplo, el terapeuta) y del sujeto temático (por ejemplo, su cliente) no son sustancialmente idénticas, dado que el terapeuta posee un sistema de operaciones más potente que envuelve a las operaciones del cliente para modificarlas en la dirección deseada, con lo que nos encontramos en una situación II-β1 (admitir que la psicología se sitúa en β2 sería tanto como admitir la imposibilidad de la modificación profesional de conducta).

Ahora bien, el sistema de operaciones del sujeto gnoseológico (el terapeuta, en este caso) es más potente porque se está representando sus operaciones con las leyes genéricas del aprendizaje, las cuales se encuentran en una situación I-α2. El psicólogo modificador de conducta poseerá una suerte de ciencia media: actuará en términos de causa primera sobre las operaciones del paciente, dado que su misión consiste en dirigir el proceso terapéutico; ahora bien, para que al final del proceso terapéutico puedan obtenerse los resultados deseados, se requiere de la colaboración del cliente cuyas operaciones serán concurrentes a las operaciones del terapeuta aunque en términos de causa segunda.

La actividad del sujeto gnoseológico (modificador de conducta), en definitiva, estaría situada en un continuo regressus-progressus entre las situaciones operatorias I-β1 y I-α2.

La necesidad de evitar el dolor (no tanto por motivos psicológicos sino por la propia supervivencia del organismo, dado que el dolor es indicativo de que algo amenaza su integridad) es una esencia genérica común a varias categorías científicas (como pueda serlo la necesidad de buscar alimento) y en este sentido, al considerar a las leyes universales del aprendizaje (las leyes del reforzamiento y del castigo, &c.) como las esencias del campo de la psicología, estaríamos hablando de una psicología genérica, es decir, no-específicamente humana, lo que podría dificultar su delimitación frente a la Etología.

Todas las unidades operatorias individuales que, a través de diferentes cursos, han permitido el establecimiento de las estructuras esenciales del campo de la psicología, serán mutuamente sustituibles entre sí y quedarán envueltas por estas esencias genéricas de carácter supraindividual en el momento en que se alcance la situación operatoria I-α2. La neutralización de la idiosincrasia de las operaciones individuales nos permitirá hablar de un cierre, por muy precario y discutible que pueda resultar, en el campo de las ciencias psicológicas.

Referencias bibliográficas

Se indican las referencias bibliográficas más importantes en la redacción del presente trabajo:

Álvarez, A. (2008): Sobre Neurociencia y Psicología. El Catoblepas, nº 76, pág. 13.

Bueno, G. (1988): La genealogía de los sentimientos. Luego, 11-12, págs. 82-110.

Bueno, G. (1992): Teoría del cierre categorial, vol. I. Introducción general. Siete enfoques en el estudio de la ciencia. Oviedo: Pentalfa.

Bueno, G. (1994): Consideraciones relativas a la estructura y a la génesis del campo de las «Ciencias Psicológicas» desde la perspectiva de la teoría del cierre categorial. En Simposium de Metodología de las Ciencias Sociales y del Comportamiento (págs. 17-56). Universidad de Santiago de Compostela.

Bueno, G. (1995): ¿Qué es la filosofía? Oviedo: Pentalfa.

Bueno, G. (1995): ¿Qué es la ciencia? Oviedo: Pentalfa.

Damasio, A. (2001): El error de Descartes. Barcelona: Crítica (orig. 1994).

Damasio, A. (2005): En busca de Spinoza. Barcelona: Crítica.

Skinner, B, F. (1986): Ciencia y conducta humana. Barcelona: Martínez Roca (orig. 1953).

Punset, E. (2006): El alma está en el cerebro. Madrid: Santillana.

 

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