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El Catoblepas, número 87, mayo 2009
  El Catoblepasnúmero 87 • mayo 2009 • página 11
Artículos

El hombre es lo que come.
Examen filosófico del «Fenómeno Adriá»

Desiderio Parrilla Martínez

Con motivo de la publicación de Comida para pensar. Pensar sobre el comer (2009), publicación incluida dentro de la nueva iniciativa 'Arte y Gastronomía' de Caixa Catalunya, y su nombramiento como representante del Canal Cultura de RTVE, expresamos la necesidad de someter a estudio este fenómeno mediático y cultural del presente

Ferrán Adriá Fenómeno Adriá

Ferrán Adriá es considerado por los especialistas el mejor cocinero del mundo en la actualidad, llamado a veces «el alquimista de la cocina». La revista norteamericana Time lo incluyó en la lista de los 10 personajes más innovadores del mundo en el año 2004. Al año siguiente se constituye la Cátedra Ferrán Adrià de Cultura Gastronómica y Ciencias de la Alimentación, en la Universidad Camilo José Cela de Madrid. La Comunidad de Madrid apoya financieramente la Cátedra a través de un convenio y a pesar de su reciente puesta en marcha, ya ha recibido el I Premio Madrid de Gastronomía. Puede afirmarse que el catalán Ferrán Adrià ha entrado con todos los honores en el centralismo madrileño. El día 17 de diciembre de 2007, a propuesta del catedrático Claudi Mans, la Facultad de Química de la Universidad de Barcelona concede a Ferran Adrià el doctorado Honoris Causa. En 2008 la Universidad de Abeerden, en Escocia, a propuesta del profesor Christopher Fynsk, del Centro de Pensamiento Moderno de esta institución, le distingue con el mismo título en Humanidades, comparándolo, por su influencia, con Picasso y Miró.

Hace un año le invitaron a dar una conferencia en la prestigiosa Universidad de Harvard, en el Centro de Ingeniería, Nanotecnología y Ciencia sobre Investigación en Materiales. Ante más de 2.000 personas el gran cocinero dio una lección magistral. Tal fue el éxito obtenido que un grupo de científicos le convocó al día siguiente para una reunión. De esa cita nació «Diálogos entre ciencia y cocina», un convenio de colaboración entre Harvard y Adrià. «Es la primera vez que la ciencia y la cocina se unen para trabajar juntos», proclamó orgulloso el cocinero. «Estoy feliz. Es un proyecto muy ambicioso en el que los científicos de una universidad, que probablemente, es la mejor del mundo, y El Bulli, vamos a trabajar juntos. Ellos harán que la ciencia llegue de manera más fácil a la gente a través de la cocina y nosotros nos beneficiaremos de sus conocimientos y de sus avances.» La colaboración también se establecerá entre el centro de Cambridge (Massachusetts) con la Fundació Alícia (Alimentación y Ciencia), la institución impulsada por el chef y el cardiólogo Valentí Fuster y dirigida por Toni Massanés.

Ferrán Adriá Fenómeno Adriá

Por todos estos hechos, TVE2 ha homenajeado el recorrido profesional de Ferrán Adrià con «Aromas de El Bulli», después de la gran noticia del reconocimiento de El Bulli como mejor restaurante del mundo por The Restaurant Magazine, revalidado por quinta vez. «Aromas de El Bulli» se compone de tres documentales, los dos primeros, con una hora y media de duración, se emitieron los días 5 y 6 de mayo por la noche. En estos documentales conocimos la historia de El Bulli y gran parte de la vida de Ferrán Adrià y el sábado 9 de mayo se emitió el tercer documental de una hora de duración con el que se introdujo al espectador en un día en El Bulli.

La periodista y presentadora de 59 segundos Ana Pastor, moderó además un debate sobre «Gastronomía, ¿cultura y negocio?» en el que participaron el propio Adrià, el cocinero Andoni Luis Adúriz (propietario del 4º mejor restaurante del mundo), el Vicepresidente del ICEX, Ángel Martín Acebes, la bodeguera Xandra Falcó, y el publicista Toni Segarra. Por otra parte, el periodista Juan Ramón Lucas entrevistará a Ferrán Adrià el próximo 7 de mayo en el programa de La Primera En noches como ésta{1}.

Nada de todo esto es casual. Recordemos que fue el pasado mes de enero cuando RTVE nombró a Ferrán Adrià ‘valedor-patrono’ del Canal Cultura, hace apenas cinco meses. Televisión Española ha firmado un acuerdo con el cocinero por el cual el propietario del restaurante El Bulli será uno de los embajadores del nuevo «Canal Cultura» que la cadena pública pondrá en marcha en el 2010.

Ferrán Adriá Fenómeno Adriá

Ferran Adrià iniciará una gira por todo el mundo para promocionar el canal y protagonizará un catálogo audiovisual de ocho capítulos en donde se narrará la historia del restaurante «El Bulli» desde su nacimiento, en el año 1961, hasta la actualidad. Adriá ha explicado que el objetivo de este acuerdo es formar parte de un «Comité de veladores«, formado por diferentes personalidades de la Cultura, el Arte y la Ciencia, aportando a este equipo de trabajo su «filosofía», contactos e imagen para contar a todo el mundo «que existe el Canal Cultura» y la Cultura española.

Parte de este material es el que estamos viendo ya durante esta primavera, dentro de una semana dedicada a la cultura y la gastronomía como expresión cultural, coincidiendo con la promoción del Canal Cultura. También se celebrarán mesas redondas, entrevistas y un ciclo de cine. En el mes de abril, con los materiales disponibles, se presentará el proyecto en el MIPCOM de Cannes. En estos ochos audiovisuales participarán Alber Adrià y el co-propietario del restaurante El Bulli, Juli Soler. La obra completa podrá verse en el Canal Cultura tras su lanzamiento a nivel internacional.

Como vemos, el fenómeno de El Bulli y el mismo Ferrán Adriá definen un campo que excede con mucho lo gastronómico y lo empresarial. En torno a este eje de acumulación se ha aglutinado una masa nada despreciable de Ideas arracimadas, apiñadas, conformando Doctrinas donde el agregado eidético se entrevera con Mitos y hasta con Conceptos extraídos de los campos categoriales más diversos, tales como la Economía Política, la Dietética, la Física, la Topología, el Arte, &c. Consideremos a continuación estas Ideas mediante el análisis de la crítica filosófica.

Adriá suele repetir el lema: «búsqueda de nuevas técnicas, nuevas filosofías, nuevos conceptos». Nada tenemos que objetar a esta alusión a la técnica dado que su oficio es el de un artesano experto, pero creemos que donde dice: «Conceptos» debería emplear: «Ideas» y advertimos que esta Filosofía nueva propuesta por el gran cocinero es la de un mal filósofo: una filosofía indocta, vulgar y muy estúpida, que pasamos a analizar en sus principales elementos.

Esta «nueva Filosofía» o «búsqueda filosófica» está hecha a partir de despojos, pecios de viejos materiales que se han recombinado dando lugar a ese fenómeno que denominaremos genéricamente como «Fenómeno Adriá» (a partir de ahora: FA) que supera con mucho al individuo Ferrán Adriá Acosta nacido el 14 de mayo de 1962 en Hospitalet de Llobregat, Barcelona. Esta symploké material que es el FA surge de los siguientes saberes de primer grado:

1. Saberes Políticos

Estamos en la España de las autonomías posterior a la caída del Muro de Berlín (1989), integrada en la CEE durante el mítico período de la Europa de los 12, donde se da una apertura de fronteras intracomunitaria. Este elemento facilitador explicaría parcialmente los viajes iniciáticos de Adriá a Francia para conocer la Alta Cocina in situ y sus principales fautores. El Fenómeno Adriá (FA) se va gestando en el seno de la euforia de la Expo 92 en Sevilla, las Olimpiadas de Barcelona, la apoteosis del régimen Socialdemócrata del PSOE y su modelo de sociedad del Bienestar: una España que mira a Europa con envidia y hasta desprecio de sí, como Alfonso VI miraba al Cid. Las Hemerotecas están ahí para dar cuenta de esta época de envidia europeísta. Esta exaltación de lo foráneo a costa de menoscabar lo propio brota, como decimos, del «complejo de inferioridad» del español que se avergüenza de serlo, gestado durante la transición y fomentado por la propia ideología «sociata» y «progre», que con estos triunfos pro-europeístas se exaltaba más a sí misma como proyecto ideológico que como gobierno al servicio de la patria, o a la patria misma, a la que negaba el pan y la sal. Era la época del felipismo donde no se podía estar orgulloso de ser patriota o sentirse español sin ser mirado como un facha o un indeseable, y donde se decía: «este país» como eufemismo del exabrupto: «España».

El aislamiento geográfico, identitario y hasta económico de El Bulli permite una especiación alopátrica del FA, que queda al margen de estas adherencias ambientales felipistas (vasallaje ideológico mediante subvenciones, «bonificación» y financiación estatal, al modo de Mariscal, Tápies, Ouka Lele, Pérez Villalta, Barceló, Almodovar, La Fura del Baus, Loquillo, Ramoncín, las diversas «Movidas»...; radicalización de los nacionalismos secesionistas que chantajean al gobierno con su apoyo parlamentario a costa de compensaciones monetarias a cargo de los presupuestos del Estado) sin ser impermeable a otras influencias coetáneas que expondremos a continuación, y que quedan fuera de la «culturilla oficial» pero no de la «cultura ambiente» o «Filosofía mundana» generada por la coyuntura política misma.

El Bulli, enrocado como un caracol en su propia insignificancia, ensimismado en su labor gremial de profesionales autodidactas obsesos del trabajo y de espaldas a la España oficial, queda en el círculo relativamente estrecho y aislado de la inaccesible Cala Montjoi, en Rosas, provincia de Gerona, que como un diminuto sistema termodinámico abierto asimila elementos de los diversos subsistemas sociales masivos envolventes. Téngase en cuenta que para orillar a esta pequeña cala del litoral gerundense se exige llegar al pueblo de Rosas, enfrentarse a siete kilómetros de estrecheces en una carretera que termina en una pequeña playa de arenisca de la Costa Brava, en uno de cuyos extremos se levanta este viejo restaurante playero, que en sus orígenes fue sólo el terrenito de un minigolf. El hecho de haberse mantenido al margen del reparto del cocido felipista, y no haber participado como víctima ni como verdugo de la «lucha por la supervivencia subvencionada», permitió que el FA saliera de este período sine ira et studio: sin mancharse las manos y sin enemigos coyunturales reconocibles. Esta peculiar especiación hace del FA un fenómeno cultural atractivo tanto para las Nuevas Derechas como para la Izquierda Indefinida actual, así como para los nacionalistas secesionistas extremos y los constitucionalistas moderados, que nada malo pueden reprocharle ni objetarle, dado que El Bulli no se significa como una «estructura de poder» ni un «grupo de presión» con área de influencia definida contra otros intereses. La criatura nace, en definitiva, sin pretensiones ni conveniencias estratégicas, ni siquiera empresariales a nivel de negocio; carece de Nómos, siendo puro Ethos. Por eso lo mismo se le declara Catalán del Año 2003 por El Periódico de Catalunya, o se le concede el Premio Ciutat de Barcelona otorgado por el Ayuntamiento de este municipio, que se le hace en 2004 Embajador de la Marca España (Categoría Cultura), asignado por el Foro de Marcas Renombradas Españolas, es decir, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo e Instituto Español de Comercio Exterior.

Más concretamente, la especiación que originó el FA fue alopátrica de tipo peripátrico, la que se da cuando uno de los grupos de especiación es mucho más pequeño que los otros. En este caso, la diferenciación es mucho más rápida (en el grupo menor), de ahí la singularidad, contraste e independencia del FA respecto de cualquier otra institución de la «Democracia homologada» por casi 20 años de parametrización socialista sistemática. Esta evolución paralela del FA es la que lo convierte en un especimen de «caso único» (como el ornitorrinco o los marsupiales australianos) respecto del resto de grupos y grupúsculos sociales del país. Esta es la razón por la que el FA escapa relativamente a los posicionamientos dialécticos más tradicionales, dando la impresión de no ser una pieza más en el tablero de cuadros blancos y negros donde se desarrollan los respectivos conflictos ideológicos de los últimos 30 años.

Actualmente, en la nueva coyuntura política bajo la égida de ZP, el FA aparece como un elemento mesiánico de cohesión nacional en el interior del país (de talante cool, simpatía y ecumenismo del buen rollito, sin analizar las causas de esta «virginidad no mancillada» que caracteriza al FA y que lo condistingue de cualquier otra manifestación cultural de la península y cuyas causas políticas hemos dejado aquí meramente apuntadas). Aparece a su vez como un elemento no menos mesiánico de expansión económica internacional, tan caro al armonismo pánfilo e ireneísta del nuevo régimen socialdemócrata sostenido por El Periódico, LaSexta, Cuatro, TeleCinco, El País, Grupo PRISA, TVE, La Ser, &c.

La «Alianza de civilizaciones (incluso de sub-civilizaciones)» encuentra un portavoz único en el FA cuando el individuo Adriá como parte de este campo fenoménico envolvente, dice cosas como las siguientes: «La cocina es para dar utilidad y hacer a la gente feliz, si se utiliza la cocina para crear polémica, apaga la luz y vámonos», señaló este cocinero, en referencia a la polémica que protagonizó frente al cocinero Santi Santamaría, quien le acusaba (y acusa) de utilizar una cocina «molecular o tecnoemocional» con «gelificantes y emulsionantes de laboratorio» como si la gastronomía fuera una «atracción de circo».

«Si no te gusta algo, pues no lo comas», dijo Adriá, para dar por cerrada esta polémica, durante la presentación de los contenidos gastronómicos que incluirá el Canal Cultura, y que empezará su emisión en el 2010, dentro de los canales de la Televisión Digital Terrestre (TDT). «La cocina supera lo global y entra en lo multicultural» (sic!).

El FA puede, por tanto, convertirse en emblema de una globalización pacífica, solidaria a todo trance, krausista, concordista donde todo es positividad, felicidad, sonrisas y ausencia de conflictos y malos rollos competitivos, una empresa icono del capitalismo postindustrial-majete de «manos blancas y puro corazón», propio de la sociedad de mercado globalizado y su sociedad del ocio, fundada en la «Felicidad canalla» como se refleja en máximas del FA tales como: «Comer es la felicidad» o «La comida alimenta el alma» o «El menú de degustación tiene que ser una filosofía y un sentimiento orientados al modo de hacer feliz a una persona comiendo» o «Soy cocinero porque soy feliz y me gusta hacer feliz a la gente, la cocina es para dar felicidad», afirma rotundamente Ferran Adrià. En eso consiste su trabajo. Es la «Buena Nueva de España» que quiere anunciar el kerigma buenista de ZP.

El FA cristaliza entre dos cotas: antes de la época de ZP, gracias a su aislamiento casi autista durante la época felipista, que lo preserva del nepotismo sociata, y la época de Aznar caracterizada por la pujanza económica y el liberalismo político de Estado Mínimo propugnado por el PP del cual se benefició como institución empresarial El Bulli gracias al crecimiento económico general y el no intervencionismo experimentado en España durante este período.

Pero el proyecto ZP encuentra hoy, en el momento presente, en FA una plataforma de expansión de su producto mediático, donde para ser «sociata» ya no hace falta culpabilizar a los españoles por serlo, basta con que profesen un patrioterismo ireneísta («La Roja», se denomina a la selección). Este «Neo-patriotismo blando» es inoculado al pueblo mediante los medios de adoctrinamiento de masas post-polanquistas, los artistazos e intelectuales de la Izquierda Indefinida y los nuevos planes de estudio que transforman el sistema educativo en plataforma de reciclaje ideológico para las generaciones de españoles jóvenes (LOGSE, LOE, LOU, Educación para la Ciudadanía, EEES...) y la Ley de Memoria Histórica como arma arrojadiza frente al PP y la Iglesia Católica para reeducar a las generaciones de españoles adultos. Hay un antes y después de ZP, como un eje-tiempo ideológico.

El «Pensamiento Alicia» y la «Felicidad Canalla» retroactúan sobre el FA en la misma mediada en que el FA retroalimenta estas manifestaciones del Fenómeno ZP. Por eso, Adriá reversiona platos Mar-Montaña propios del litoral levantino a la vez que reversiona platos típicos de otras regiones y del resto de Europa, pero –y esto es lo definitivo– al precio de no ser de ninguna parte por serlo de todas.

Su técnica culinaria de la «deconstrucción», descontextualizando éste concepto del mundo del Arte y la Filosofía, consiste en aislar los diversos ingredientes de un plato, generalmente típico, y reconstruirlo de manera inusual, de tal modo que el aspecto y textura sean completamente diferentes mientras que el sabor permanece inalterado. La «Tortilla deconstruida» es reivindicada como tortilla española al precio de no resultar reconocible como española en modo alguno, precisamente a causa de su deconstrucción. España se torna un «No-lugar» posmoderno, el limbo de la «differance». La deconstrucción zapateril tiene su antecedente en la deconstrucción adrianense.

En ambas deconstrucciones, España queda travestida y elevada a concepto al modo hegeliano, pero un «Hegel Gay» donde los conceptos no permiten concebir nada determinado: a no ser la reversión de una realidad anterior que no deja como resto nada tras de sí. Esta deconstrucción cutre, este nihilismo glamuroso, es la esencia del zapaterismo mismo, donde definir es redefinir, y la «diferencia específica» de estas redefiniciones da lugar a esencias vacuas (el Principio de Felicidad Canalla) enfrentadas a «determinaciones segundas» (las tradiciones de referencia material, el Principio de Realidad) contra las que el zapaterista se enfrenta para obtener su identidad utópica, hiperidealista, megaeudemonista. El «Pensamiento Alicia» es un puro negacionismo, que se define por lo que rechaza: ser es ser antialgo, imagen especular y parasitaria de aquello que se ataca y sin lo cual no podría vivir{2}.

Decía Flaubert que la sintaxis es el reflejo de una moral. Richard Hamilton, uno de los gurús del arte Pop del siglo XX, declaró que Ferran Adriá ha creado su propio «vocabulario» y toda la comida que él maneja constituye una «gramática» singular y un lenguaje propio. «Su cocina es un lenguaje mediante el cual se puede expresar armonía, creatividad, felicidad, belleza, poesía, complejidad, magia, humor, provocación, cultura», escribe otro admirador en la web. Otra de esas «leyendas» vivas de la Cultura actual, que han participado en el libro Pensar para comer. Comer para pensar, es Matt Groening, creador de Los Simpson, quien ha diseñado un retrato del cocinero que figura en la cubierta del libro: en este Icono se refleja la sintaxis de esta moral. El Icono recuerda al Icono de la eterna sonrisa de nuestro Presidente José Luis Rodríguez Zapatero en la revista Marie Claire, que practica las virtudes de la Alianza de Civilizaciones en grado heroico. En el caso del Estatuto de Cataluña, esta «sintaxis moral» ha resultado también algo mucho más pedestre: un guisote.

Esta receta de la tortilla deconstruida es a la tortilla tradicional lo que el proyecto de Estatuto de Autonomía pretende que sea la nueva España: una federación de patatas, huevos, aceite, cebolla y sal. No sabemos exactamente en qué categoría ontológica colocar a Cataluña en el guisote perpetrado por Maragall, Carod-Rovira y demás amantes de la sobrasada, pero huevos le han echado un montón. En la tortilla deconstruida de Adrià, la cebolla, la patata, el huevo, la sal y el aceite se colocan en estratos morfológicamente dispuestos en una copa, juntos pero no revueltos. Desconexión diacrónica estructuralista, estado semilíquido (o semisólido) sin consistencia, un sin sustancia. Plato tradicional reducido a papilla, un potito que disuelve las formas de la tradición, un sí es no es donde no se distingue la apariencia de la realidad.

La tortilla de Adriá no se come ni se parte con un tenedor: se bebe con ayuda de una cuchara que el refinado gourmet introducirá para coger un poquito de cada cosa: una patata gallega, un huevo catalán, una cebolla vasca, aceite extremeño y una pizca de sal andaluza, para darle un poco de gracia al asunto. La tortilla española (quintaesencia de la gastronomía patria, salvavidas de excursiones colegiales, recuerdo inolvidable del recreo, entre pan y pan) se convierte en un bebestible portátil, en zumo, en un yogur estratificado capaz de llevarse en una cantimplora y de transportarse a Europa, a la ONU o a donde haga falta.

Ferrán Adriá Fenómeno Adriá

2. Saberes religiosos

Tras el fin de la guerra fría asistimos en occidente al surgimiento del sincretismo y esoterismo New age, el neofideísmo posmoderno con esa tendencia al arcaísmo y al primitivismo propio de la posmodernidad, hacia las religiones primarias (teurgias sacrificiales de Hermann Nitsch o de Charles Manson, bacanales de Macroconciertos, religación óntica animal a través del culto a las mascotas, el ecologismo, Proyecto Gran Simio, hipótesis Gaya, &c.), religiones secundarias (ufología, parapsicología, demonismo, satanismo, brujería, astrología, santería, mitomanía aguda como evemerismo divinizador de las superestrellas de la Tele, la Música, el Cine, &c.).

Esta mala yerba irracionalista crece a través de las junturas de las baldosas fragmentadas y hasta arruinadas a causa de la crisis de las doctrinas teológicas de la Iglesia Católica. Esta maleza se hace hegemónica al no encontrar la tradicional limitación eclesial; asistimos al neochamanismo psicodélico, el resurgir de las sectas tribales, las comunidades étnicas y religiosas prepolíticas, la proliferación de la figura del gurú, la «hochiminnización» de los líderes mediáticos como semihéroes o héroes enteros (Elvis, Morrison...), creencia en las religiones mistéricas y herméticas, en el fenómeno de la Iluminación, Mito posmoderno del moderno Mito del Ilustrado o del premoderno Mito del Alumbrado, y otras irracionalidades que cunden cuando se rompe la represa racional de esa barrera social antimítica que era la Inquisición, junto al desmoronamiento de la Iglesia católica y su influencia en la sociedad mediante el culto, la homilética, la catequética y la formación permanente, en estructuras comunitarias jerárquicamente definidas mediante normas públicas en relación dialéctica, no armonista, con los Estados realmente existentes. La extensión de los mercados en los años 60, como germen del mercado globalizado, fomenta el orientalismo y las supersticiones pre-teológicas asiáticas, que son asimiladas ampliamente por la sociedad del mercado global, del ocio posindustrial y su mercadotecnia religiosa, a través de las Terapias Psicológicas de diferente jaez.

3. Saberes artísticos

Adriá usa con frecuencia el término «concepto», «concebir» o «concepción», de hecho lo convierte en la noción básica de su método creativo: «la búsqueda técnico-conceptual es el vértice de la pirámide creativa» o «La información que da un plato se disfruta a través de los sentidos; también se disfruta y racionaliza con la reflexión». Pero nada tiene que ver este uso de «concepto» o «reflexión» con ninguno de los usos académicos que de estas nociones realiza la Gnoseología en su tradición filosófica sino más bien con los tópicos de la trasvanguardia nacida del dadaísmo, que atraviesa el arte preconceptual (Marcel Duchamp, Picasso, Malevich, Kandinsky, Mondrian), conceptual (Joseph Beuys, W. de Maria, Ruscha, Klein) y postconceptual (Jaspers Johns, Jeff Koons, Arman, Christo, Nauman, Tim Rolling and K.O.S., Moholy-Nagy, Alfred Kemeny, incluso Congo).

Adriá y su entorno emplean «Concepto» como herramienta teórica desde esta perspectiva propia de la Izquierda Indefinida canalizada a través de la actividad artística. Los antecedentes dramatúrgicos de El Bulli como modelo estético hay que rastrearlos en el Ready-made, las Instalaciones, el Action painting, la Performance, el Happening, el Eat, Body o Pop art, tal como se han «popularizado» como tópicos en el cuerpo social.

Esta «conceptología» es, en realidad, un ciceronianismo (o gassendismo), es decir, una filosofía diletante, basada en un sincretismo o eclecticismo sin jerarquía ni rigor, opuesto a todo academicismo teórico. Todo ello mezclado con el Mito esteticista del genio creativo español, encarnado ya antes en divos estéticos tales como Eugenio Salvador (Avida Dollars) Dalí, Pablo Ruiz Picasso, Joan Miró, &c., surgidos como hitos desde la maquinaria mitopoiética de la Izquierda Indefinida y la Derecha tecnocrática.

En el FA se reversionan una vez más Mitos dependientes del Mito de la Cultura, tales como el Mito de la «Obra Absoluta» o «la Educación Estética del Pueblo», «la Escultura Social», «el Concepto de Arte ampliado» o la «Obra de arte total», que pretendería la transformación de la sociedad aunando economía, política y arte no mediante la «ingeniería social» tecnocrática de Veblen o el «constructivismo soviético» de Tatlin sino mediante una «plástica social» emotivista o liberaloide, ideología iniciada en el Romanticismo y llevada a su máxima expresión por el dramaturgo Schiller, el músico Wagner y de forma más completa por el pintor Adolf Hitler y su equipo base (el ideólogo Joseph Goebbels, los arquitectos Albert Speer, Rudolf Wolters o Hermann Giesler, el taller de escultores de Arno Breker, los empresarios del Ruhr o la cineasta Leni Riefenstahl y un larguísimo etcétera). Dados estos antecedentes históricos, el Mito del «Arte redentor» sólo sería recuperado medio siglo después en el régimen socialdemócrata de la Izquierda Indefinida por autores como Joseph Beuys, influido precisamente por el krausismo teosófico de Rudolf Steiner, y hoy por Ferrán Adriá durante el Régimen de ZP (formando equipo con el Canal Cultura de la TDT de RTVE, la Cámara de Comercio, el ICEX, &c.).

Al presentar la Cátedra que lleva su nombre en la Universidad CJC, Adriá declaró: "Pienso que el primer objetivo de la cátedra debe ser el de mentalizar a las personas acerca de la importancia de la alimentación en la sociedad actual. Incluso a nivel económico, este sector es uno de los más relevantes en nuestro entorno, y mueve un porcentaje muy elevado en el Producto Interior Bruto. Pero además, tengo muchas esperanzas puestas en el hecho de que la cátedra acabe siendo un referente internacional en todo lo relativo a la creatividad, y no sólo en cocina, sino en otros ámbitos, como el arte, la música, la arquitectura o el diseño". Destacó la necesidad de que la gastronomía entrara, por fin, a formar parte de la educación superior. Fue más allá: «Es la primera piedra; lo siguiente debe ser una Universidad de la Alimentación, pero poquito a poco...». Entre las actividades de la Cátedra Ferrán Adrià se recogen dos apartados. El primer módulo de Nutrición y Alimentación aborda temas como la anorexia, la bulimia, la seguridad alimentaria o la obesidad. Pero el segundo módulo de Cultura y Gastronomía pasará revista a la historia de la alimentación y su implicación en las distintas artes (literatura, pintura, cine, teatro, filosofía...). ¡Por algo es Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, impuesta por el Ministerio de Cultura de España, y ha sido propuesto para el Premio Príncipe de Asturias!

Adrià comparó su cocina de vanguardia con una «representación» o con «ir a la ópera» en donde 60 empleados trabajan para 50 comensales. «Los platos que yo creo, fuera de El Bulli, no son nada, o son otra cosa, por eso, hay que sentir la experiencia completa», advirtió Adriá{3}.

Para el artista Richard Hamilton, cliente de El Bulli desde el año 1963 y autor del prólogo del libro Comer para Pensar, Pensar para Comer, la cocina de Adriá se asemeja a «pequeñas piezas de arte» en donde la comida adquiere «calidad poética». «Comer allí es tan un acto tan exquisito como una buena lectura», confesó.

A este respecto, Adriá participó en la 12 Documenta de Kassell, 2007, los Juegos Olímpicos del arte de vanguardia. Su intervención consistió en convertir El Bulli en el pabellón G de la Documenta, lo que constituye una respuesta a la contextualización del mundo de la cocina de vanguardia en el mundo del arte. La Documenta es la cuna del arte neoconceptual más exacerbado, que hace pasar la transvanguardia de Benito Oliva por hiperconservadora. En las intervenciones de Adriá justificando su presencia en la Documenta resonaban tópicos artísticos del tipo: «Todo hombre es un artista» (Beuys) o «Arte es lo que el artista dice que es arte. Lo que el artista escupe es arte si el artista así lo decide» (Schwitters). Adriá se defendía de las críticas diciendo: «no soy Picasso ni lo pretendo, pero ¿qué es arte en estos tiempos?», comenta. «Mucha gente se dirige a mí como si tuviera que excusarme por participar en la Documenta. Pues no. No me excuso.» Este «voluntarismo irracionalista misológico» que renuncia a reflexionar críticamente sobre el arte se basa en el descanso de los artistas en la mercantilización del arte y la especulación financiera en torno a la obra que circula entre los galeristas y sus productores. Este fideísmo descansa en la renuncia a pensar por parte de aquellos que se benefician de ese sector económico que es la industria y especulación artísticas. «Tengo el ego cubierto, aconsejo a 15 multinacionales, tengo dinero, pero no deseo signos externos de riqueza. Comprendo que haya gente que se moleste. Sé que es duro que inviten a un cocinero a la Documenta. Pero, ¿qué es arte? No lo sé. Si a esto que hago quieren llamarlo arte, muy bien. Si no, también. Eso no depende de mí. De mí depende reflexionar, profundizar en lo que hago y exponerme a nuevas experiencias, como ésta.» El «creador insipiente» se limita a crear sin pensar en el sector de coleccionistas, marchantes, galeristas, especuladores, gestores de museos estatales o privados, que le alimenta o incluso enriquece, lo mismo que el fanático religioso no piensa sino que delega esta tarea en los «Teólogos que tiene la Iglesia» volcándose de lleno a practicar la caridad o el comunista militante que delega la reflexión en la cúpula del partido consagrando todo el tiempo disponible a la tarea de propiciar el advenimiento de la sociedad comunista sin clases. Adriá advirtió numerosas veces que él no era el cocinero de la Documenta (el encargado del buffet o cattering), cosa que no dijo cuando «creó artísticamente», junto a Juan Mari Arzak, el menú de cena de gala ofrecida a las familias reales del mundo, la noche anterior al enlace del Príncipe Felipe y Doña Letizia. El genial innovador de la cocina ha incidido en el debate universal acerca de si lo suyo es arte o no: «al final, el visitante decide qué es arte y qué no lo es.» La cuestión ha quedado saldada hace tiempo: «La pregunta de qué es arte y qué no lo es dejó de tener importancia hace tiempo.»

Ferrán Adriá Fenómeno Adriá

4. Saberes científicos

Debemos consignar en este apartado el desarrollo de las ciencias cognitivas, y ciertos tópicos surgidos de ellas in media res y en confluencia con otros saberes (fundamentalmente religiosos, filosóficos y artísticos), que conforman una «Filosofía flotante» que confluye con las áreas doctrinales y mitológicas de estos otros saberes y sus Ideas aureolares. Son, a saber, los siguientes: El «Insight» o «Einsicht» (conocimiento subitáneo) de la psicología gestaltista para explicar el aprendizaje de los simios como simios pre-artistas a fin de evitar el neolamarkismo al introducir el conocimiento en la teoría de la evolución desde una perspectiva estrictamente darwinista (como el Mito de los memes de Dawkins), aunque tal vez no heterodoxa, como sí lo será el «Efecto Baldwin». En la misma línea, la «Abducción» de Peirce, como instinto creativo (el Mito de la chispa prometeica en la mente creadora), como una mala reversión de la Doctrina del Intelecto Agente astral y cuasi-divino que incide sobre el intelecto paciente sublunar netamente humano. En esta interpretación mítica influyó, sin duda, la rehabilitación de la Verdad como «Aletheia» en la versión ofrecida por Hölderling o Heidegger, influida también por la teoría de la intuición de ese teórico de la Evolución que fue Bergson. Esta «Filosofía Flotante» se mezcla con Ideas venidas de saberes artísticos y empresariales tales como el Mito del genio creativo, subordinado al Mito de la Cultura (Kant, Schopenhauer, Románticos, Schiller de manera eminente), donde el artista aparece como «ungido» por la Verdad mediante el numen inspirador que se manifiesta a través suyo en un neomanismo posmoderno (vates, profetas, sibilas en trance, oráculos, mediums). Los eslabones de este Mito se encadenan a su vez con los eslabones de ese Mito tangencial que se da en el FA, dado su aspecto técnico: el Mito alquímico (la búsqueda demiúrgica de la piedra filosofal en el taller por parte del genio marginado, incomprendido, extravagante y loco) como Mito explicativo de ese período de incubación antecedente del «Insight» gestaltista. Esta Iluminación atemática convierte al artista en una «antena receptora» y hay que asimilarla al sentimentalismo pietista (emotivismo individualista, hedonismo, sensismo, o egoísmo estético) de Schleiermacher (y su organo teoreceptor), los Alumbrados, la mística salvaje, asilvestrada, como campo todavía no roturado ni cultivado todavía por la cultura racional Teológica de las religiones terciarias. Aunque sea extenso merece la pena leer un texto del propio Adriá:

«La Idea del plato: a menudo me han preguntado de dónde proceden mis ideas. Mi equipo y yo solemos perseguirlas de dos modos distintos. En primer lugar podemos optar por buscar una nueva idea leyendo, estudiando, hablando de temas relacionados con la cocina, etc. Se trata de un ejercicio mental mediante el cual pretendemos que las nuevas ideas vayan fluyendo. Como todo ejercicio, parece difícil al principio, pero una vez más el entrenamiento es básico para agilizar el proceso; por otro lado, el sistema de asociación que desarrollamos hace siete años (ver mi libro El sabor del Mediterráneo) constituye una ayuda inestimable. Al iniciar esta explicación he utilizado la expresión «perseguir una idea». El otro método por el que se obtienen las ideas me hace pensar que en ocasiones son ellas las que nos persiguen. Efectivamente, a veces sucede que en un momento de inspiración, de suerte, mientras se está contemplando algo completamente distinto, o se piensa en otra cosa, o se habla distendidamente, la idea aparece como por arte de magia, y uno la reconoce al instante. Existen dos categorías de ideas. Una de ellas merece este sustantivo con todas las de la ley: es lo que podríamos denominar la idea principal, la que nos permite empezar un plato. Posteriormente aparecen las ideas que contribuyen al desarrollo y acabado de la creación, que en algunos casos están preconcebidas y en otros van surgiendo a medida que se avanza en el proceso. Para el resultado final, unas y otras son igualmente importantes. En definitiva, no importa cómo se hayan producido, pero si uno está siempre alerta y con los cinco sentidos concentrados en lo que hace, es decir, trabajando, las posibilidades de dar con algo que merezca la pena se multiplican.
La chispa: Hasta este punto hemos hablado de creatividad como algo frío y casi científico, es decir, como si todo lo relacionado con la creación humana pudiera expresarse mediante las palabras. Sin embargo, existe un elemento que no se aprende en ninguna institución del mundo. Es intangible, etéreo, inexplicable; es la magia, la chispa, la sensibilidad que pone en práctica el cocinero para desarrollar la idea de un plato.
Aunque podamos establecer que existe una técnica que el creador utiliza a la hora de crear, nada explica ese factor que se produce en los momentos mágicos y que nos indica en qué punto preciso debemos detenernos o qué producto concreto utilizaremos. Estos instantes se producen cuando toda la sensibilidad del cocinero se encuentra concentrada en lo que hace. Pero, como suelo decir a las personas que acuden a mis cursos, no es necesario extenderse en este tema, pues en cocina se puede enseñar todo menos la chispa.»

Este irracionalismo salvaje se seculariza como «pseudociencia cognoscitiva» y como «doctrina estética», donde se acumulan infinidad de Doctrinas seculares, y que se refleja en la recurrencia de Adriá y sus epígonos a términos tales como: «Felicidad», «Pasión», Ilusión», «Positividad», «Mágico», «estremecedor», "comida como acto de amor" «cocina tecno-emocional», «al ver la luz me sobrecogí hasta llorar», «vender una experiencia a través de la comida», «la técnica y la emoción como base de nuestra inspiración», «usar los sentidos para crear», «reflexión rigurosa y objetiva, pero siempre realizada desde la sensibilidad y la pasión» para definir el fin y los medios de su labor gastronómica.

También está profundamente implicada en el FA la interpretación mítica del I+D (o incluso I+D+I) donde el activismo de «experimentar por experimentar» sustituye a la reflexión teórica que se reduce a este batiburrillo de Ideas y Mitos extraídos de la Filosofía mundana actual. Muchas veces en los Documentales se presenta a Adriá entrando en El Bulli como Platón entra en la Academia de Rafael: le falta al lado un Aristóteles que le baje los humos, con su mamotreto de 150 recetas creadas durante el invierno debajo del brazo, el pelo beethoviano revuelto y la mirada penetrante y perdida en el infinito, la mirada propia de los maestros que ven lo que nadie más puede ver, atravesando los límites del espacio y el tiempo. Esta interpretación mítica del I+D es el sucedáneo del regressus-progressus propio de una reflexión filosófica seria; el I (regressus) más el D (progressus) no avanza desde los fenómenos a las esencias (I, anábasis) sino desde ciertas filosofías mundanas a otras filosofías mundanas, de manera que el progressus (D, catábasis) genera sólo burdas taxonomías empíricas dependientes en todo de evidencias artesanales y técnicas, más no de Conceptos científicos ni de Idea filosóficas claras y distintas. Esta mitología, que tanto asombra en la primera parte del documental «Los Aromas de El Bulli» a ciertos Profesores de Filosofía de la prestigiosa Universidad de Barcelona es la que ha fascinado a los yankies de Harvard, y atrapa al propio Adriá en una «pseudoreflexión filosófica», una nebulosa intelectualoide, bastante confusa y pedante.

Entre los minutos: 00:57:45-01:09:39, el documental «Aromas de El Bulli (episodio I)» da la impresión de ser una autoparodia y alcanza momentos que rayan lo ridículo. Presentan a Adriá como un platónico que aplica el Método Dialéctico a la gastronomía, un legítimo representante de la filosofía geométrica, donde las tres fases de su método culinario (como los cuatro grados de conocimiento del «Símil de la Línea») seguirían el método epistémico de la Carta VII: denominación de Ideas, su posterior definición y distribución en tablas clasificatorias. El momento que da más vergüenza ajena es cuando Adriá cuenta cómo «vio la luz» en el año 1994, mediante la «menestra de texturas». Este relato de Adriá recuerda al Mito de la Caverna, con el esclavo que consigue ascender (anábasis) por la «escarpada rampa» y accede a la contemplación inmediata del Sol. Un inserto del documental a modo de catábasis nos muestra a los que seguimos prisioneros en la Caverna (Eikasía y Pistis) la visión que sobrevino al genio creador en ese rapto de delicias (Noesis): se trata del plato de la «menestra en texturas», receta justamente posterior al «helado de parmesano», que según sus pinches fue el instante a partir del cual Adriá empezó a ver la Luz, lo cual convertiría –suponemos nosotros, los no iniciados– la degustación de este helado salado en el tercer grado del saber (la Dianoia). El mismo Adriá reconoce en el documental no entender cómo le sucedió esta Gracia tan señalada. Casi parece que en el frontispicio de El Bulli se debería leer el lema: «no entre aquí quien no sepa geometría».

En el popular programa de Canal Plus Los guiñoles de Canal +, el muñeco de Ferran Adrià se presenta como una suerte de extravagante científico loco enfrascado en extraños experimentos (Gastronomía molecular). Lo cerca que está la solemnidad del ridículo se refleja en las parodias recibidas de parte de Muchachada Nui o BNF cuando se burlan de la memez mediática que hace de Adriá un gurú internacional. Sólo compensa esta estupidez supina del FA la alta cualificación moral y humana que nos parece tener el propio Adriá, demostrada en numerosas ocasiones en las entrevistas en prensa, TV y radio, que pese a no «conocerse a sí mismo» creemos que es lo suficiente humilde y realista como para percibir lo patético y ridículo, casi patológico, de este fenómeno cultural del FA donde él mismo se encuentra atrapado sin poder salir por sus propias fuerzas y por los medios puestos a su alcance por las Filosofías mundanas que desgraciadamente le sirven de plataforma. Conscientes de que nos encontramos realmente ante un hombre honrado y sencillo, le recomendamos desde este artículo acudir a la Fundación Gustavo Bueno, para educar mediante la prudencia una conciencia moral como la suya, que advertimos como equivocada aunque no laxa, dado que se trata de un caso de ignorancia y no de nesciencia, ya que artículos como éste y la obra de Gustavo Bueno le permitirían crecer en sindéresis y mejorar todavía más como persona, así como mejorar a las personas que le rodean y el ambiente inmoral y patético que se ha condensado en torno a sí y su labor en El Bulli, y que sólo amenaza con crecer en inmoralidad si no se ponen los remedios adecuados.

Dentro de los saberes técnicos hay que destacar además el desarrollo de la Dietética, las Ciencias de la salud, Medicinas alternativas, Bioquímica y Biología molecular, Psicofísica reciclada en Psicobiología y neurociencias, ciencias cognitivas. Fractales, Catástrofes, a un nivel de divulgación medio-bajo accesible para el gran público mediante la labor editorial de Drakontos, Tusquets, &c., o televisiva asociada a esa industria. Así, su Idea de «menestra de texturas» implica el Concepto de espacio topológico discontinuo, contradistinto al modelo continuo e isomórfico del espacio clásico. De hecho, la desaparición de las cartas de «platillos», reemplazadas por menús de degustación, con menús de 32 platos, es expresión de esta conciencia edificada en el carácter sinfónico de las irregularidades topológicas, como hacen Koolhaas o Gehry en arquitectura. Se borran las barreras entre el mundo dulce y el mundo salado. Cobra importancia una nueva cocina fría, en la que sobresale la creación del mundo helado salado. La estructura dicotómica clásica (crudo-cocido, dulce-salado) de los platos se rompe: en los entrantes y en los postres hay una verdadera revolución en la que tiene mucho que ver la simbiosis entre el mundo dulce y el mundo salado; en los segundos platos se rompe la jerarquía «producto-guarnición-salsa». Este cientificismo es omnipresente en la actividad de El Bulli, centro neurálgico hasta ahora del FA: Adriá usa el término «laboratorio» para designar su cocina y no «taller» más propia de su labor artesanal.

5. Saberes filosóficos

En este apartado se acusa la fuerte presencia de la mística cognitivista, asociada al extremado psicologismo que invade la disciplina filosófica y que Husserl o la escolástica no consiguieron raer; incluso películas norteamericanas (p. ej. Una serie de extrañas coincidencias) se burlan aristofanescamente de este planteamiento mistizoide que habla del Tercer ojo, el Prajna, el Sexto sentido (para Adriá, el sentido del humor), el viaje astral, la percepción extrasensorial. También se acusa el impacto de la mentalidad flotante de la deconstrucción de Derridá, las ontologías líquidas (o viscosas) y la «Filosofía de la diferencia», que disemina la consistencia y rigor de la ontología fundada en el principio de identidad (Deleuze, Guttari, Lyotard, Paul Virilo, Kristeva..., de hecho, todo el escándalo Sokal se podría aplicar al FA).

Esta deconstrucción es una metábasis que lleva al límite el reísmo clásico y moderno y desustancializa la noción de cosa. 1994 es para El Bulli el año de las «espumas» (durante un tiempo se le conoció como «el cocinero del sifón»), las técnicas degustativas del «buñuelo de humo», que es comer literalmente aire (la receta: «ostras con aire de zanahoria»), los platos deconstruidos, &c.{4}

En el discurso de investidura del Título Doctor Honoris causa en la Universidad de Abeerden, el emimente filósofo británico Christopher Fynsk dijo:

«Adrià es comparado muchas veces con los grandes artistas españoles del siglo XX: Picasso, por ejemplo, o Dalí. Esas alabanzas son oportunas, dada la creatividad extraordinariamente lúdica que ha mostrado en su método de cocina deconstructiva. El calificativo de genio artístico debe emplearse en su plena acepción si queremos atenernos a la verdad porque la obra de Ferrán Adrià representa todo un acontecimiento ya que altera los parámetros incluso del dominio del arte. La palabra 'deconstrucción' procede de la filosofía, y esta Universidad, al premiar los logros de Ferrán Adrià, no tiene ningún reparo en reconocer que se trata de un acontecimiento excepcional para el pensamiento moderno. En todo lo que ha emprendido como artista, como científico, como empresario, y también como chef, Ferrán Adrià siempre ha ejercido la más brillante reflexión crítica. Adrià nos ha invitado, con su legendaria hospitalidad, a replantearnos nuestras formas de vida desde la base de los ingredientes más elementales de nuestra comida. Ha llevado el significado mismo de creatividad a nuevos niveles y ha invitado al mundo académico a actuar en reciprocidad. Una respuesta adecuada sería establecer nuevos vínculos entre la humanidades, las artes y las ciencias.»

Esperemos que esta profecía quede sólo en eso.

Conclusión

El núcleo de condensación del FA es la actividad desarrollada en el Bulli, en torno al cual toda esta symploké de saberes se ha consolidado. Si analizásemos El Bulli desde la teoría del espacio antropológico veríamos que prevalece en su eje angular lo religioso secundario, donde su liturgia gastronómica del menú degustación retoma las tradiciones sebasmáticas de la sagrada comunión católica (vía manducatio), o las ceremonias védicas de ingesta del Soma. A ello contribuye el eje radial que convierte la cala Montjoi, tan recoleta y aislada, en el emplazamiento ideal para un santuario de peregrinación periódica. En el eje circular valoramos la estructura comunitaria de una institución racional fundada en la jerarquía académica de «maestro-discípulo» a la manera de los gremios preindustriales, una auténtica comunidad integrada por una práctica común de virtudes.

El Bulli abre 160 días al año entre abril y octubre (sólo para cenar); y sirve más de mil platos cada noche para dar de comer a sólo 50 comensales, bajo la fórmula cerrada del menú degustación. Con un tope de 8.000 localidades al año, tiene entre dos y tres millones de peticiones de reservas; además, recibe 5.000 solicitudes anuales de cocineros para hacer prácticas. En la web de El Bulli, advierten de que no existe lista de espera y que, para 2008, ya están completos. "Para que El Bulli fuera un negocio rentable, tendríamos que cobrar 1.500 ó 2.000 euros por el menú, en lugar de los 150 ó 200 euros actuales; o poner nuestras plazas en eBay y que la gente pujara. Pero no es así; por eso, El Bulli no es un negocio», calcula Adrià. El restaurante por sí mismo no es rentable, supone sólo un 30% de la facturación del grupo, que sobrevive gracias al asesoramiento e investigación que el equipo de Adrià realiza para otros cocineros y marcas de alimentación. El Bulli generalmente sólo sirve cenas. Eso sí, los comensales degustan todas las creaciones que durante el resto del año se han estado marinando en el taller. Unos 35 platos en los que cada gesto: la textura, los colores, los olores, el modo de servir, de morder, de sorber... todo cuenta. Es el resultado de un proceso artesanal, intelectual y técnico en el que el equipo entero se ha involucrado. Todo esto es muy meritorio y hay que resaltarlo. Ciertamente, El Bulli es más que una empresa capitalista, dado que no resulta rentable como negocio y aún así se mantiene activo. Está implicado algo más que el afán de lucro. De hecho, los alumnos de empresariales de Harvard cuando analizan El Bulli con el método del caso iniciado en ese centro hace 100 años se sorprenden de encontrarse ante el mantenimiento de una iniciativa privada tan deficitaria. Esta Universidad creada como obra corporativa por un gremio de empresarios calvinistas no puede alcanzar a entender esta liberalidad católica. En un encuentro con Adriá, estos alumnos le preguntaron: «¿Por qué no cobra 3.000 euros por cubierto si hay tres millones de peticiones de reservas al año para sólo 8.000 clientes por año [el precio del menú degustación en el Bulli era de 215 euros, sin IVA, en la pasada temporada]?» Según explica el propio Adriá El Bulli no es rentable, y no espera que lo sea, ni aspira a ello. Podría cobrar más por el menú, podría aumentar el número de comensales, es cierto, pero quiere que El Bulli mantenga sus raíces, tal vez por eso hace públicas sus recetas. Son el resto de sus negocios, consultorías a multinacionales de la alimentación, servicio de catering, edición, cursos... las actividades que le dan la oportunidad económica para crear. Según él mismo explica, todos estos negocios no son lo más importante, simplemente es el precio para mantener su libertad, para seguir siendo un creador. El diario francés Le Figaro publicó en 2005 que el imperio El Bulli, incluidos todos sus negocios, movía al año 7,3 millones de euros. Mantener el Taller de El Bulli, rincón de investigación de Adrià en Barcelona, supone 300.000 euros al año, según el libro El Bulli desde dentro, de Xavier Moret (RBA).

Repetimos que este artículo es un análisis del FA, no del individuo Adriá, en cuanto aquel trasciende a éste. Incluso reiteramos que nuestro juicio axiológico del individuo Adriá es muy favorable. En muchos aspectos valoramos su persona como honorable. Como empresario ha demostrado ser excepcional. Como artesano cocinero no podemos formarnos un juicio valorativo sobre él, dado que no sabemos casi nada de gastronomía. Sin embargo, hacía falta examinar los presupuestos de este fenómeno que supera al hombre y al empresario, aunque dicho fenómeno haya sido secretado parcialmente junto a estas instancias concomitantes, y muchas otras.

Este FA, surgido del núcleo de El Bulli se está convirtiendo en una fuerza social influyente. Se le hace embajador de la Cultura en TV, y según el lema de la Televisión formal, si «todo lo que hay en la televisión es todo lo que hay en la realidad», significa que la plataforma del FA encaja con la plataforma ideológica actual que controla el Ente Público, que no es otra que la ideología de ZP (Pensamiento Alicia, Felicidad Canalla, Pedagogismo posmoderno). Todo este movimiento social, este agasajo de las Facultades, las Cátedras, el doctorado Honoris Causa, es parte del marketing de la «nueva España molona de la ceja», un caso de autobombo, el pedestal que la nueva ideología se levanta a sí misma. El FA es publicidad y escaparate de la neoespaña de la Izquierda Indefinida y la Nueva derecha europea (Gallardon, el Rajoy posterior a 2008...).

Siguiendo la Teoría de las capas de una institución, la publicidad dada a Adriá para que Adriá dé publicidad a España, nos hace pensar que esa reconstrucción de la capa basal mediante el actual «Plan E(ñe)» del gobierno de ZP tras el estallido de la burbuja inmobiliaria busca una salida a la crisis del ladrillo y del sector de la construcción, mediante el imperio comercial de la hostelería, que va en la misma trayectoria de la especialización asignada a España en el reparto de competencias de la CEE desde hace décadas. Porque, en efecto, a los españoles se nos ha asignado en el mercado común europeo el privilegio de ser los camareros de Europa. En el EEES caemos frente al poderoso eje francés y alemán. Si fuera cierta nuestra hipótesis, España estaría asumiendo un papel de vagón y no de locomotora. Los actuales planes de estudio se orientan a masificar carreras como ADE, se abren por doquier facultades de hostelería, enología, &c. Decae en el bachillerato la presencia de las ciencias experimentales. Asistimos a una pérdida alarmante de competitividad en investigación y en las ingenierías. El prestigio de nuestras universidades politécnicas se pone en entredicho y pierden relevancia en el conjunto de la universidad por la existencia de los «cursos 0» o las notas de corte situadas al mínimo, &c. Todo esto nos hace vulnerables dada la incapacidad de competir con los alemanes y franceses en el concurso de la obra pública internacional. Frente a esta impotencia española de la ingeniería pesada, se invierte en la ingeniería liviana de «energías renovables», que es como jugar en tercera división dentro del panorama actual de la Economía Política.

Todo esto nos hace pensar en el FA, vendido a bombo y platillo a los españoles para luego vendérselo a los extranjeros, como un posible intento del programa económico de ZP, de reconstruir la capa basal de España mediante el sector terciario o de servicios, para convertir aún más España en lugar de retiro de los jubilados extranjeros, o mega-parque de atracciones (la España de los San Fermines) para los universitarios americanos y europeos de alto poder adquisitivo, el turismo de lujo... El FA se agregaría a otros fenómenos mediáticos similares (Almodovar, Amenábar, Pé, Jesús Calleja, Gasol, Nadal, espero no dejarme a nadie), pero dentro de un programa más ambicioso: el «Made in Spain» o «By Spain»: colonizar el mundo con bares de Tapas de Alta cocina, dar imagen internacional con las cafeterías de los aeropuertos, y otras genialidades. El FA sería el buque insignia de ese ambicioso programa regeneracionista de la economía española que es el «Plan E(ñe)». Sin embargo, sustituir la industria de la construcción ya agotada por la industria de la hostelería como motor económico del país, sería hipotecar todavía más el futuro de España, dando otro paso hacia esa condena de convertirnos en las chachas y las chicas de servir de los grandes imperios europeos y norteamericano. Alemania, Francia, EEUU nos elogian como los Condes elogiaban a Sancho Panza cuando creía gobernar con arte su Ínsula Barataria. ¿Qué Quijote nos librará de esta despreciable Altisidora? Ciertamente, no va a ser este «Fénix de los ingenios» llamado Ferrán Adriá quien lo haga. Que Dios nos pille confesados si alguien lo cree así.

Notas

{1} El presente examen crítico arranca de esta miniserie de tres episodios que se puede ver en: http://www.esebertus.com/blog/tag/el-bulli/

{2} Jorge Casesmeiro Roger, «Sobre la deconstrucción española, (una aproximación gastronómico-sentimental)», El Catoblepas, número 27, mayo 2004, pág. 16. http://nodulo.org/ec/2004/n027p16.htm

{3} Para su concepción litúrgica de la gastronomía leer sus propios escritos en: http://www.delbuencomer.com.ar/index_archivos/ferranadriareflexiones.htm

{4} Interesante para la relación entre Filosofía posmoderna y el FA resulta leer el artículo de Antonio Martínez, Ferrán Adriá, ¿artista o farsante?, en El Manifiesto.com, 5 de junio de 2008.
http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=2303

 

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