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El Catoblepas, número 77, julio 2008
  El Catoblepasnúmero 77 • julio 2008 • página 10
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Carta abierta a Joaquín Robles

Tomás García López

Sobre el artículo «El materialismo imaginario»

El materialismo imaginario

Querido Joaquín:

Vaya por delante mi más efusiva felicitación por lo que considero un extraordinario ejercicio de Filosofía crítica.

Me refiero a tu último artículo «El materialismo imaginario», Notas sobre el manifiesto eikasia: «La filosofía en los inicios del tercer milenio», (El Catoblepas, nº 76, junio 2008). Creo, sinceramente, que estamos ante un texto imprescindible para determinar las relaciones entre el Materialismo filosófico y las personas o grupos que lo ejercitan, cuando este ejercicio alcanza un límite, a saber: la escisión.

Hecha esta valoración genérica y personal, deseo resaltar, a continuación, los méritos específicos que, a mi juicio, contiene el escrito de Joaquín Robles, de forma impersonal, porque han adquirido un valor filosófico «objetual» que desborda la simple consideración subjetiva.

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Hasta ahora el concepto «turbulencias» y el sintagma «oleadas del Materialismo Filosófico», apuntados por Gustavo Bueno y especificados por Sharon Calderón en su artículo «El Congreso de Murcia y las oleadas del materialismo filosófico» (El Catoblepas, nº 20, octubre 2003), nos venían sirviendo para dar cuenta de las diferencias, discrepancias, desavenencias… entre miembros, agrupados o no, de esta corriente filosófica, que ejercitan la potente filosofía de Gustavo Bueno.

El trabajo de Joaquín Robles nos permite precisar cuándo estas turbulencias, en forma de diferencias, discrepancias, desavenencias y desviaciones, alcanzan el límite, en función de una especie de metábasis, a partir del cual ya no puede hablarse de turbulencias sino, simple y llanamente, de escisión: «declaración, en toda regla, de la autonomía de los autores respecto del Materialismo Filosófico», «sus autores, por los motivos que sean, pretenden desmarcarse del Materialismo Filosófico», nos dice Joaquín Robles en las páginas 2 y 8, respectivamente, de su artículo.

Bien es verdad que el grado de «compromiso» con el Materialismo Filosófico no es el mismo entre todos los firmantes del Manifiesto eikasia, lo que hace de esta operación una escisión sui generis, en virtud de la cual los más comprometidos de entre ellos con la filosofía de Gustavo Bueno (tesis doctorales, artículos publicados en las revistas del Materialismo Filosófico, manuales, otros escritos, actividades varias relacionadas con esta corriente…, &.) adoptan un dispositivo de camuflaje grupal para «escapar», o dicho, eufemísticamente, para «liberarse»; ¡ellos sabrán el porqué de este «disfraz»!

Volvamos a nuestro asunto, las formulaciones de autonomía e independencia (escisión), hechas por Joaquín Robles, no son, meramente, sociológicas, políticas, pedagógicas o psicológicas, adquieren valor filosófico en virtud del criterio ontológico que utiliza. Este criterio ontológico es el «efecto anegación» de la especie en el género («matar la especie con el género»), que en el caso del que él se ocupa, (el minuciosos análisis del Manifiesto eikasia mencionado), consiste en negar la especificidad de la Filosofía Materialista de Gustavo Bueno al disolverla en la Filosofía perennis, o dicho de otra manera, hacerla desaparecer por «arte de magia», («los finis operis de este Manifiesto pretenden disolver, con más pena que gloria, al Materialismo Filosófico en la filosofía perennis», página 2 del artículo de Joaquín Robles).

El criterio, en cuestión, es, a mi juicio, un criterio formalmente filosófico de rango ontológico, que permite discriminar, adecuadamente, las dos situaciones apuntadas: turbulencias y escisión, en tanto en cuanto las turbulencias no niegan la especificidad del Materialismo Filosófico, sino que se dan en su seno.

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Naturalmente, el artículo de Joaquín Robles contiene, además, otras virtualidades de cuyos nombres no quiero olvidarme.

1ª) Reduce al absurdo el contenido del Manifiesto eikasia al detectar en él abundantes contradicciones en las que los redactores incurren: «humanidad totalizada/contradicciones humanistas»; «postulado de la unidad/desajustes unitarios» paradójicos; «teoría/experiencia: ¿alternativa disyunta o conceptos fundidos?»; Sócrates «sublime» (pero «tábano», añade Joaquín); «contar/cortar»; «independencia de la realidad respecto de la conciencia y lo contrario»; «ontología subordinada y no subordinada al mismo tiempo en relación a la ética»; «ética privilegiada y no privilegiada a la vez»…, por lo que, en buena lógica ad absurdum, tenemos que negar todas y cada una de las hipótesis correspondientes presentadas por el Grupo eikasia en su Manifiesto.

2ª) Cataloga la ideología del Grupo eikasia con ejercicios muy precisos de enclasamiento:

a) Formalismo kantiano (voluntarismo);
b) Pacifismo de la «fluctuación en la fuerza»;
c) Corporeísmo grosero de la razón (formalismo primogenérico);
d) Fundamentalismo democrático;
e) Ucronismo político («otro mundo es posible»);
f) Subjetivismo empírico (ecualización entre epistemología y gnoseología).

3ª) Descubre en los juicios de los «manifestantes» «eclipse de sindéresis», al apreciar en ellos rasgos inequívocos de puerilidad, majadería, guasonería y vacuidad que les acerca –añado yo– al «pensamiento Alicia».

4ª) Apunta el perfil psicológico (rebeldía juvenil), sociológico (prejuicios de seminarista, anhelos sesentaiochistas, «la imaginación al poder», político (socialdemócratas), e incluso psicopatológico (¿esquizofrenia?), de los miembros del Grupo eikasia.

5ª) Coloca a los redactores del manifiesto «La filosofía en los inicios del tercer milenio» en su sitio (situs), que no es otro que el fondo de la caverna platónica; y les hace ocupar el lugar (topos) que les corresponde dentro del mundo de las conjeturas ideológicas, como indicamos en la segunda de las virtualidades: «que pena de Platón: sus encadenados al fondo de la caverna, en lugar de espolearse y determinarse a subir «por la áspera y escarpada subida» tras constatar las contradicciones dadas en la caverna, deberían, según este manifiesto, «sentirse desolados».

Podría decirse, parafraseando a Joaquín Robles, que «estos adolescentes del Manifiesto humanista después de emprender la escarpada subida con la ayuda, muchos de ellos, del Materialismo Filosófico, en el momento mismo de asomarse a la realidad, se asustaron de tal manera que el temor a perder sus asientos les hizo volver al emplazamiento de partida situado en el fondo de la caverna».

6ª) Nos adelanta lo que estos «filósofos racionalistas» van a por decir y hacer con su filosofía «prometida»: Nos dirán lo que siempre ha dicho el idealismo, y no harán nada porque no están dispuestos a deshacer nada (no están dispuestos «a mancharse las manos» nos indica Joaquín en la página 4), aunque, eso sí, hayan exhibido sus dotes circenses, realizando una pirueta corporal de 180º para volver a sus posiciones juveniles de entusiasmo escolástico-idealista, y contribuir, al mismo tiempo, al despliegue de la ideología de la izquierda indefinida, unas veces de forma divagante, otras de manera extravagante.

3

Si al poderoso criterio ontológico discriminador de la «pretendida muerte» del Materialismo Filosófico (la especie), anegado a la filosofía perennis (el género), por medio de la gratuita ejecución de los verdugos del Grupo Eikasia, añadimos el no menos potente principio gnoseológico de la desviación interpretativa del Materialismo Filosófico, ensayado también por Joaquín Robles en su artículo «La teoría ‘e.p.m’ de Silverio Sánchez Corredera» (El Catoblepas, nº 47, enero 2006), estamos, a mi modo de ver, ante una verdadera teoría de la escisión filosófica, formulada en dos tiempos (el primero gnoseológico, el segundo ontológico, aunque dialécticamente conectados), lista para su inmediata aplicación al Grupo Eikasia, muchos de cuyos miembros hicieron sus primeras armas contra el idealismo escolástico, encaramados al Materialismo Filosófico y ahora quieren, por las razones que sean, desprenderse de él.

En el escrito de 2006 sobre la teoría «e.p.m», Joaquín Robles distingue entre reexponer, correcta o erróneamente la doctrina del Materialismo Filosófico e interpretarla, canónica o desviadamente.

Como quiera que Joaquín Robles descarta, a nuestro juicio, la primera opción, porque no son errores lo que él nos muestra del Manifiesto eikasia, sino oscuros amaños, espurias tergiversaciones y oportunistas ocultaciones de la doctrina del Materialismo Filosófico con las que sus redactores han procedido, tenemos que inclinarnos, lógicamente (silogismo disyuntivo), por la interpretación, y, en el caso del que se ocupa, ésta no es canónica sino desviada. En efecto en la página 2 de su «Materialismo imaginario» nos dice: «Puestos a citar a Bueno podrían haberse acordado de lo escrito por él en los Ensayos materialistas…»

¿Cuál es la dirección de esta desviación de la trayectoria del Materialismo Filosófico que el Grupo Eikasia quiere dar?

Muy sencillo: El «cementerio» de la filosofía perennis.

Estos ideólogos del Grupo Eikasia han creído transitar los dos tramos (gnoseológico y ontológico) del recorrido en un mismo tiempo, reduciendo el espacio que media entre ellos a cero. ¿Tanta es la «prisa» que estos «sepultureros sin fronteras» tienen por enterrar al Materialismo Filosófico?

Pero, amigos míos, el artículo de Joaquín Robles contra vuestro manifiesto demuestra que el Materialismo Filosófico sigue vivito y coleando y vosotros «mal enterrados», filosóficamente hablando (utilizando aquella irónica expresión del dirigente socialista Alfonso Guerra).

4

P.D.: Sepan estos humildes hermanitos de la caridad socialdemócrata, que dicen secundar las enseñanzas de Bertrand Russell sobre la verdad: «una de las vías por las que, hasta la fecha, la filosofía ha inculcado la necesaria dosis de humildad» (página 2 del Manifiesto eikasia); y al mismo tiempo seguir las doctrinas de Baruch Spinoza: «sólo en la sabiduría y en el conocimiento de la verdad consiste la felicidad real y la beatitud del hombre» (misma página 2 del Manifiesto eikasia, tres líneas más arriba), olvidando o ignorando que, precisamente Baruch De Espinosa afirma en la Proposición LIII de la parte cuarta de su Ética que: «La humildad no es una virtud, o sea, no nace de la razón» (Baruch de Espinosa, Ética demostrada según el orden geométrico, Edición preparada por Vidal Peña, página 318); sepan, decía, que todos los que seguimos ejercitando el Materialismo Filosófico hemos podido apreciar, gracias al artículo de Joaquín Robles, su oportunismo, su pragmatismo y su mala fe.

En fin:

¡Allá ellos con su verdad!
¡Allá ellos con su decir y hacer la filosofía!
¡Que el Wesen de Krause les ampare!

Oviedo, julio de 2008

 

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