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El Catoblepas, número 68, octubre 2007
  El Catoblepasnúmero 68 • octubre 2007 • página 1
Política

España como logotipo
y los múltiples sudores que provoca

José Manuel Rodríguez Pardo

Acerca del nuevo partido político que tiene como adalides a Miguel Buesa, Rosa Díez, Fernando Savater y Carlos Martínez Gorriarán

Durante la actual legislatura, dada la dejadez del gobierno socialista de España respecto al problema nacional y el separatismo, las iniciativas para defender la nación española se han multiplicado. A la Fundación para la Defensa de la Nación Española (DENAES), se le sumó el partido político Ciudadanos de Cataluña, con representación parlamentaria autonómica tras su primera candidatura en las elecciones de Cataluña. Así, el turno le correspondía en el año 2007 a la Iniciativa Ciudadana Basta Ya, contraria al terrorismo nacionalista vasco de ETA, que comenzó a preparar durante el mes de mayo la denominada Plataforma Pro, cuyo objetivo último no era otro que la fundación de un nuevo partido político, de cuño presuntamente españolista. Así lo señalaba el díptico de presentación de la Iniciativa:

Plataforma PRO

«Se dirige a quienes consideran necesario formar un nuevo partido político, activo en toda España, que aporte nuevas propuestas políticas para los problemas considerados más acuciantes: lucha contra ETA; regeneración de la democracia; oposición al nacionalismo obligatorio; reforma de la Constitución para reforzar las libertades ciudadanas y la igualdad, con independencia del territorio de residencia…
El proyecto constituye una alternativa al sistema actual de dos partidos nacionales antagónicos y obligados a aliarse con partidos regionales o separatistas para conseguir mayorías parlamentarias».
El 19 de mayo 45 personas se reunieron en San Sebastián para tratar sobre la necesidad y posibilidad de crear un nuevo partido político. La mayoría de los reunidos eran vascos, muchos de ellos con una larga experiencia en organizaciones políticas, sindicales y cívicas, en muchos casos procedentes del ámbito de la izquierda, pero también de tradición liberal y ciudadana. Decidieron poner en marcha un proyecto que interese a personas de un amplio espectro democrático, y de toda España.
Los presentes aprobaron formar una nueva plataforma que convoque y reúna a quienes consideran necesario formar un nuevo partido político, activo en toda España, que aporte nuevas propuestas políticas para los problemas considerados más acuciantes: lucha contra ETA; regeneración de la democracia; oposición al nacionalismo obligatorio; reforma de la Constitución para reforzar las libertades ciudadanas y la igualdad, con independencia del territorio de residencia, etcétera. Este partido, abierto a cualquier persona que apoye su programa y sus objetivos e ideas básicas, deberá tener un carácter inequívocamente nacional, y estará dispuesto a unirse a aquellas organizaciones políticas que compartan los compromisos y las líneas maestras del proyecto.
Fruto de lo anterior hemos creado Plataforma Pro para impulsar la constitución de este partido. Queremos lanzar el debate con la idea de que el proyecto haya madurado lo suficiente a principios del próximo otoño, incorporando personas y grupos de toda España, sea para converger con otros grupos políticos análogos en un partido común –lo que vemos muy deseable– o, en su caso, fundar un nuevo partido político listo para presentarse a las elecciones generales del 2008.»

Dicho proyecto también enumeró en su día una serie de líneas maestras que señalamos a continuación:

«1. Ámbito nacional español inequívoco, con la ventaja de nacer libre de las hipotecas territoriales y clientelares asumidas tanto por el PSOE como por el PP en estos años.
2. Impulsar la reforma de la Constitución para resolver algunas deficiencias patentes en materia de igualdad y derechos, modelo territorial –con la vista puesta en un modelo cerrado, donde todas las comunidades tengan idénticas competencias dentro de un Estado sólido igualitario–, y mejorar la separación de poderes, especialmente la autonomía del judicial respecto del ejecutivo.
3. Reforma de la Ley Electoral para impedir el peso excesivo de los nacionalismos periféricos y las distorsiones que imponen al sistema constitucional y a la voluntad ciudadana expresada en las elecciones, como ha ocurrido con la reforma del Estatuto de Cataluña.
4. Alternativa al sistema actual de dos partidos nacionales antagónicos y obligados a aliarse con partidos regionales o separatistas para conseguir mayorías parlamentarias.
5. Asumir medidas de regeneración democrática y proponer su institucionalización, actuando de manera más abierta y transparente que las organizaciones de modelo tradicional, y lanzando un debate sobre la conveniencia de listas abiertas, limitación de mandatos, tutela judicial de los derechos de afiliados, etcétera. tanto de las contingencias que han arruinado el eficaz y añorado Pacto Antiterrorista.»

Plataforma PRO

El proyecto se mantuvo en letargo hasta que el final del verano de 2007 vio cómo Rosa Díez, militante del PSOE, consejera en el gobierno vasco del nacionalista Ardanza y miembro del parlamento europeo, abandonaba el partido en el que había militado tantos años para abanderar el proyecto del nuevo partido, Unidad, Progreso y Democracia, cuyas siglas denotan una indefinición preocupante. Va acompañada de personajes del prestigio del presidente del Foro de Ermua, Miguel Buesa. Sin embargo, la aparición de Buesa en el nuevo partido obligaba a mantener una dualidad de cargos con el Foro de Ermua que no se podía sostener. Así, tras un debate arduo y enconado, Buesa aceptó a regañadientes ceder su cargo, siempre que la directiva en pleno del Foro dimitiera y se convocaran nuevas elecciones para designar nueva junta. Así, fue elegido Ignacio Ezquerra como nuevo presidente del Foro de Ermua.

Sin embargo, la polémica alrededor de este nuevo partido ha ido mucho más allá. El 8 de septiembre de 2007, día de la Virgen de Covadonga –que tiene por trono la cuna de España, según el famoso Himno de Covadonga–, Carlos Martínez Gorriarán, Profesor de Filosofía de la Universidad del País Vasco, colaborador de Fernando Savater en varias obras conjuntas y miembro de la plataforma Basta Ya y de este nuevo partido, descalificó al diputado del PP y presidente de la Fundación para la Defensa de la Nación Española (DENAES), Santiago Abascal. Sus afirmaciones fueron básicamente que Abascal, dado su radicalismo, tendría sitio en el partido del francés Jean Marie Le Pen. Ello provocó la respuesta consiguiente de Abascal, contrariado por las descalificaciones de Gorriarán, quien estuvo, junto a otros miembros de Basta Ya y el propio Abascal, participando en actos conjuntos hasta la llegada de Rodríguez Zapatero al poder. Abascal también volvió a señalar que a Savater «España se la suda», tanto en el 2005 como ahora mismo, en el 2007, uno de los principales motivos por los Gorriarán arremete contra él.

No deja de ser curioso este cambio de actitud de un miembro de Basta Ya hacia Santiago Abascal, reflejado de manera tan próxima al nacimiento del nuevo partido político. Más aún que aquel personaje a quien «España se la suda», Fernando Savater, y que es cómplice de la Educación para la Ciudadanía, ahora abandere un partido político que hace de su bandera la defensa de los intereses nacionales por encima de los dos partidos nacionales que están supeditados al nacionalismo, como dice el tríptico de la Plafatorma Pro, antes de tomar forma efectiva de partido.

Gobierno de España

Paralelamente, el verano de 2007 ha conocido una actividad, sin precedentes en esta legislatura, en la que el gobierno socialista de España ha aireado como logotipo el nombre de «Gobierno de España» para designar a lo que, como todo el mundo sabe, es el Gobierno de España. Desde que las encuestas demoscópicas, aquellas a las que el gobierno socialista de España siempre acude para demostrar que ha ganado los debates del estado de la nación o para demostrar la popularidad del presidente, siembran dudas sobre los resultados electorales de 2008, el nombre de España ha vuelto a ser apropiado por quienes lo consideraban «discutido y discutible» o mera «cuestión semántica», como ya sucediera en las semanas previas a las elecciones de 2004. Ni el lógico polaco Tarski hubiera expresado mejor. Aunque si acudimos ya no sólo a las cuestiones semánticas y sintácticas, sino también a las pragmáticas, podríamos decir que el gobierno que se subtitula «de España» con gran insistencia de un tiempo a esta parte, lo hace para precisamente disimular las numerosas acciones que le descalifican como gobierno de España: los Estatutos catalán y andaluz, el diálogo con la banda terrorista ETA saldado con el más que previsible rearme del grupo terrorista, la liberación de presos como el sanguinario De Juana Chaos para gusto de los terroristas, &c.

Una vez que se acercan las elecciones y es necesario garantizarse los votos propios del mercado pletórico, diversos partidos políticos que o bien no existían, o bien no se habían preocupado demasiado por «el problema de España», han aparecido a la palestra envueltos en la bandera o resaltando su nombre. Al igual que hiciera poco antes de las elecciones de 2004, el PSOE, tras tres años y medio de gobierno mirando más hacia los partidos secesionistas que a la totalidad de España, vuelve a envolverse en la bandera, algo que sólo ocasionalmente sucedía en el Día de la Hispanidad, 12 de octubre, cuando sólo les faltó poner la letra de José María Pemán a la Marcha Real o enfocar en primer plano a la cabra de la Legión.

Y todo, curiosamente, sucede mientras en Cataluña se queman los retratos del Rey de España y se descubre que en centenares de municipios, muchos gobernados por el propio PSOE, no ondea la bandera de España, en una clara muestra de menosprecio a los símbolos nacionales y a su referente semántico, España, con claras implicaciones pragmáticas: también a ellos «España se la suda y se la sopla».

Que el nombre de España está siendo manoseado insistentemente, a pocos meses de las elecciones generales del año 2008, se prueba respecto a la polémica primeriza que surgió alrededor del nacimiento del partido de Rosa Díez. Inmediatamente después del anuncio, muchos se preguntan si el nuevo partido, al igual que sucedió con Ciudadanos de Cataluña, restará votos a alguno o a ambos partidos mayoritarios de nuestra partitocracia, el PSOE y el PP. El partido, pese a su presunto españolismo, adopta el indefinido nombre de Unión, Progreso y Democracia. No puede obedecer a la casualidad que surja un movimiento paralelo ya no a Ciudadanos de Cataluña, sino a lo que se formó como Fundación para la Defensa de la Nación Española (DENAES), contra la que Gorriarán no tardó en arremeter.

¿No podría ser este partido un movimiento que, valiéndose de los símbolos de la nación española de manera puramente instrumental, absorbiese votos del PP, favoreciendo así al PSOE? En época de elecciones, y visto el éxito de iniciativas como DENAES y Ciudadanos de Cataluña, parece que todo vale con tal de contrarrestar a unos y a otros.

Tales exageraciones e instrumentalizaciones de símbolos, paralelamente a su menosprecio y destrucción en ámbitos regionales, innecesarias en quien disponga de un proyecto claro, son muestra de la ambigüedad que caracteriza a la socialdemocracia. El mismo Savater, que afirmó hace dos años que «a mí la idea de España me la suda y me la sopla», no duda en defender un partido que, presuntamente, defiende a España. El resultado es la instrumentalización partidista del nombre España, que ha ido perdiendo su significado en manos de políticos y burócratas que, en el fondo, piensan que España surgió «por consenso» en 1978.

«La idea de España me la suda»
Fernando Savater, el 15 de noviembre de 2005
Fernando Fernández-Savater MartínFernando (Fernández) Savater
«La idea de España me la sopla»
Fernando Savater, el 20 de septiembre de 2007

En 2007, como en 2005, a Savater se la sigue sudando España

Fernando Savater aprovechó la coincidencia del anuncio de Rosa Díez con la presentación de su nuevo libro Diccionario del ciudadano sin miedo a saber, para hablar del nuevo partido político que promueve junto a la ex socialista. No profundizó en el programa del mismo, aunque señaló la importancia de que todas las Comunidades Autónomas tengan «idénticas competencias» dentro de un Estado que sea «sólido» e «igualitario». Para Savater, «uno de los sentidos de la nueva formación será fomentar la igualdad real entre los ciudadanos porque vivimos en una sociedad fragmentada ideológicamente y territorialmente». Para ello, defendió entre otras cosas una «educación pública laica», defendiendo la asignatura de Educación para la Ciudadanía, en base a que «la religión es un derecho de cada uno de nosotros y no un deber», y el laicismo «es una muestra de cordura cuando vivimos en una sociedad actual».  

Asimismo, señaló que «no hay ninguna obligación de ser nacionalista, y una cosa es que uno sea consciente de su pertenencia a una nación y otra que sea nacionalista, de la misma forma de que se puede ser consciente de que se tiene apéndice pero no padecer apendicitis». «El nacionalismo es la apendicitis de la nación». Asimismo, insistió en que «España será lo que los españoles quieran» y que «no hay más autodeterminación que la de los españoles».

Pero no podía terminar el acto Savater sin rememorar sus «sudadas» del año 2005. Así, si hace meses dijo «España me la suda», en esta ocasión dijo que «la idea de España me la sopla». Palabras matizadas al afirmar que «me interesa el Estado, me interesan los ciudadanos, pero la de España es una cosa que no me produce ni frío ni calor, es una entidad metafísica que no me interesa en absoluto. Hay gente que vive para esas cosas más exaltadas. La única patria decente que hay es la infancia, eso sí». Semejantes razonamientos de Savater nos hacen pensar que difícilmente podrá defender a España quien carece de una Idea o un concepto sobre ella y habla por lo tanto en el vacío.

29 septiembre 2007 Unión, Progreso y Democracia

En la presentación del nuevo partido, Unión, Progreso y Democracia, celebrada el 29 de septiembre de 2007 en el teatro de la Casa de Campo, en Madrid, intervinieron Albert Boadella, director teatral e impulsor inicial de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía; el ideólogo Fernando Savater, el escritor peruano Mario Vargas Llosa (cercano otrora al PP) y la disidente socialista Rosa Díez. Entre el público Miguel Buesa (ex dirigente del Foro Ermua y candidato en las elecciones municipales de mayo de 2007 en las listas del PP en Vitoria), Carlos Martínez Gorriarán (profesor de Estética en la Euskal Herriko Unibertsitatea) y otros miembros del Consejo de Dirección y del Consejo Político de UPyD; Albert Rivera, presidente de Ciudadanos; Antonio Robles, ex secretario general de Ciudadanos y adalid de su corriente interna Izquierda liberal; el pintor Agustín Ibarrola, el catedrático Antonio Elorza, el periodista Arcadi Espada (promotor junto con Boadella de Ciudadanos), &c.

Documentos

8 de septiembre de 2007

Carlos Martínez Gorriarán
El blog de Carlos Martínez Gorriarán

La edición gallega de El País ha publicado una breve nota, con pretensión de noticia, relativa a nuestros compañeros de allí de Plataforma Pro: «Activistas contra el gallego en las aulas integran el partido de Savater», previene el firmante desconocido. Se queda corto en la presunción de miembros de Plataforma Pro en Galicia, 13 según El País. ¡Como si fueran la santa compaña! Pues no, son muchos más. Y nosotros estamos encantados de que algunos grupos cívicos gallegos se incorporen a esta empresa, máxime si son capaces de reunir miles de firmas contra el atropello lingüístico iniciado en Galicia, que no es otra cosa que la progresiva supresión del blingüismo en la enseñanza, según el acreditado modelo catalán que pisotea el derecho elemental a la escolarización en lengua materna (que no lengua propia, un concepto seudolingüístico y fascista). Convendrá decir dos cosas al hilo de esta poco delicada enseñanza de la garra:

Primero, que ETA ha usado argumentos semejantes a los de esa «noticia» contra Plataforma Pro para preparar y justificar atentados contra «enemigos del euskera» o «enemigos de Euskal Herria»; nadie, y menos un periódico como El País, puede ignorar semejante precedente. Que en Galicia el riesgo de ataque terrorista sea pequeño no disculpa el uso de según qué sintagmas que llevan la exclusión, la persecución y el homicidio gravados a sangre y fuego. Si a ellos se les olvida, a nosotros no.

Segundo, que el atropello lingüístico fue iniciado en Galicia con los gobiernos del PP, que simplemente se limitó a no aplicar, de momento, la legislación aprobada en el parlamento gallego bajo sus mandatos para aplacar a los «galleguistas» y traérselos a su sombra. Doy fe, por mi parte, de que las universidades gallegas utilizan el gallego como lengua única administrativa desde hace muchos años. Así que los nacionalistas de BNG y los compañeros de viaje del PSG se han encontrado el trabajo legislativo que ellos querían muy avanzado, si no estoy mal informado. Es una inversión aproximada de la situación que el PP propone para toda España: usted vóteme para echar a Zapatero, y no le digo más, porque todo seguirá igual. En Galicia: usted vóteme para apoyar el galleguismo, pero no se preocupe que no lo pondré en marcha. Esa es una diferencia neta entre la estrategia que sigue el PP en materia de nacionalismo y regionalitis y la que proponemos nosotros: ello intentan adaptarse a la marea y sacar algún beneficio; nosotros proponemos ponerle un dique constitucional. ¿Es lo mismo?: en absoluto. Aunque la estupenda María San Gil no acabe de creérselo, su partido no defiende con tanta claridad y unanimidad, ni mucho menos, lo que ella sí defiende en el País Vasco –nadie lo ponemos en duda; no estaría mal un poco de reciprocidad-, de modo que deberá esforzarse y encontrar mejores razones para justificar la absurda consigna de que Plataforma Pro es una imitación socialista del PP. Basta con leer a Santiago Abascal, uno de sus más aguerridos muchachos, para darse cuenta de que con gente así (¡otro que presume de servicios prestados a Basta Ya!: con haber tenido la décima parte, nos habríamos salido del mapa) puedes encontrar mucho parentesco biográfico –la persecución por parte de los etarras, que se ha cebado bárbaramente con su valiente familia-, pero casi ninguno ideológico. En otro país con otro sistema de partidos, por ejemplo en Francia, este chico estaría mucho mejor con Le Pen, añorando a Juana de Arco. Desde luego, no creo que estuviera con Sarkozy.

* * *

10 de septiembre de 2007

Santiago Abascal
El Pro de Savater, la obsesión de Gorriarán y... ¡Jean-Marie Le Pen!

De cómo puede uno pasar de parecer un simpático y casi progre joven del PP vasco, a convertirse en un pretendido admirador del líder del Frente Nacional francés.

Aún están cerca los días en que el propio Carlos Martínez Gorriarán, impulsor del Pro junto a Savater, me llamaba para asistir a las ruedas de prensa e intervenir en los actos públicos de Basta Ya. También para invitarme a recorrer España en autobús en lo que literalmente fue el viaje final de Basta Ya. Estación término, porque después llegó Zapatero y Basta Ya se congeló hasta que en su presente derretimiento ha surgido travestida de partido, y partida. Pues bien, no tanto ha pasado desde que los responsables de Basta Ya vieran en mí –ellos sabrán por qué– una especie de jovenzuelo progre del PP, hasta que me han convertido, por boca de su portavoz, en un admirador de Le Pen, y en un equivocado enemigo a batir, opinión que estoy seguro no comparten ni Mikel Buesa ni Rosa Díez.

No me excusaré ni defenderé de lo que no tengo que defenderme, pero sí contaré el motivo del virulento –y no argumentado– insulto del señor Gorriarán. Tuve la desgracia de ser testigo –junto a un par de centenares de personas– del «España me la suda» de Fernando Savater. Y tuve la necesidad de ser cronista del disparate, ya que la buena Rosa Díez me rogó que no interviniera en aquel acto, para lo cual amablemente y con buena intención no me facilitó el micrófono del que era distribuidora oficial.

Después, cuando el Pro denunciaba lo mal que el PP defiende la nación española, refiriendo a diario «sus hipotecas territoriales», cometí el pecado de volver a refrescar las hipotecas personales y desdichados sudores de Savater. Y por eso, y quizá por defender la bandera de España como dice va a hacerlo Rosa Díez, y quizá por presidir una Fundación en la que hay gente excepcional (como Gustavo Bueno, Alejo Vidal-Quadras o Paco Caja), ahora me he convertido en una especie de Le Pen. Y no digo mentira si les cuento que hasta ahora acusaciones de esa especie sólo se me habían hecho desde alguna columna particularmente conocida del diario proetarra Gara, la de la señaladora oficial de ETA Maite Soroa.

Asegura también Gorriarán que yo no estaría junto a Sarkozy. Quizás sea cierto, porque estoy junto a Rajoy y la derrota posible del Zapatero al que algunos han disculpado y abanicado cuatro años. Sin embargo, creo que no soy yo –sino Gorriarán– el que no firmaría algunas de las mejoras frases de Sarkozy, como esas alusiones reivindicativas «a la Francia de las catedrales, a la Francia de las Cruzadas y a la Francia de los derechos del hombre». Lo digo por ese desgraciado ataque de Gorriarán –también en su blog– a las «apolilladas glorias patrias que ojalá nunca hubieran ocurrido». Yo quiero, como Gorriarán, a la democracia española, pero no condeno gratuita y generalizadamente la Historia de España. Soy poca cosa para juzgar y condenar sin escrúpulos a mis abuelos y a los tatarabuelos de de mis tatarabuelos. Gorriarán también es poca cosa para tal empresa.

En todo caso, a Gorriarán y a mí nos une más de lo que nos separa y sería deseable que entre nosotros la discusión discurriera por la confrontación dialéctica, el debate y los argumentos sostenibles, y no por el insulto injustificado y la descalificación barata. Yo me comprometo a ello. A lo que no me comprometo es a tapar las vergüenzas de nadie y a echar desodorante a los sudores de algunos. De Savater tampoco. Porque a millones de españoles ni nos la suda España ni lanzamos hipótesis para aliviar las condenas a los terroristas. Savater sí.

 

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