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El Catoblepas, número 64, junio 2007
  El Catoblepasnúmero 64 • junio 2007 • página 2
Rasguños

En torno a la distinción
«morfológico/lisológico» (2)

Gustavo Bueno

Se ofrecen algunas precisiones sobre una distinción que ya ha sido utilizado de pasada en exposiciones anteriores, orales o escritas, del autor

§4. Los dos modos de la distinción morfológico/lisológico

1. La distinción entre lo que es morfológico y lo que es lisológico se presenta según dos modos: el de los estados y el de los procesos (simples, o en concatenación circular, en el caso de los procesos cíclicos).

2. La distinción, según el primer modo, nos ofrece la posibilidad de reconocer cómo un mismo «campo» –una clasificación, una definición, una totalidad definida…– puede presentarse en dos estados correlativos, pero mutuamente independientes: el «estado morfológico» y el «estado lisológico», a la manera como un mismo holograma puede presentarse (según la distancia o el ángulo desde el que lo miremos), o bien como un conjunto de puntos (en «estado lisológico», es decir, «amorfo», y no absolutamente, sino por relación a las formas que podrán aparecer a la percepción posteriormente), o bien como un rostro con ojos, manos, boca, &c. (es decir, en «estado morfológico»). Estos dos estados, según los cuales se nos presenta un mismo campo, tienen, cada uno de ellos, entidad propia, y sólo por su mutua relación uno asume la condición de estado morfológico y el otro la de estado lisológico.

Esta «entidad propia» de los estados no excluye, sin embargo, la posibilidad de que podamos pasar de un estado a otro, pero sin que pueda hablarse exactamente de una transformación de un estado al otro estado (a la manera de lo que ocurre con el cubo reversible, susceptible de ser percibido en dos estados –«colgado» / «asentado»– que entre sí no mantienen, sin embargo, la relación de lisológico a morfológico, puesto que ambos son estados morfológicos, y con una misma morfología, aunque reorganizada en cada caso de manera peculiar).

3. La distinción, según el segundo modo, es una distinción entre dos procesos, el proceso de transformación interna de un campo en estado morfológico a un campo en estado lisológico, y el proceso recíproco de transformación interna, el que va del estado lisológico al estado morfológico. Al primer proceso lo designaremos mediante el término lisado, de uso común en los laboratorios de bioquímica, en los que se utilizan centrifugadoras o trituradoras, con objeto, por ejemplo, de transformar unas muestras de tejidos orgánicos en un conjunto de moléculas homogéneas en apariencia. Al segundo proceso, el que transforma un campo en estado lisológico en el mismo (supuesto campo) en estado morfológico lo designaremos mediante el término conformado; también, en la medida en que puede hacerse consistir en reunir o juntar partes (compingere) podríamos llamarlo compactado, siempre que interpretemos el sufijo participial –ado (lisado, conformado, compactado) desde los componentes procesuales o durativos y aspectual perceptivos (que algunos gramáticos atribuyen a los participios, como se advierte, por lo demás, claramente, en algunos contextos tales como «nave de secado», «buen acabado», «proceso de entintado» o «proceso de revelado» de una fotografía). Es una interpretación del participio como «participio procesual» (participio según su «aspecto sintagmático» de Holt, apud Emilio Alarcos, Gramática estructural del español, §116, aspecto referido al término virtual o aureolar del proceso) que contrasta con la interpretación aproximativa al pretérito perfecto que otros gramáticos dan al participio como «participio flexional», referido al término real del proceso.

4. Por último, la concatenación circular de los procesos simples, es decir, el encadenamiento de un proceso de lisado con su recíproco de conformado (o, en menor medida, el encadenamiento de un proceso de compactado en su recíproco de lisado), nos lleva a procesos noetológicamente peculiares de racionalización por «holización», que en otras ocasiones hemos considerado como un tipo de racionalización («racionalización atómica») distinto de otros tipos de racionalización (por ejemplo la «racionalización anatómica»). Dado un campo estructurado como un todo atributivo morfológico T, como pudo serlo la sociedad política francesa de la época revolucionaria, la racionalización circular por holización implicaba dos fases: (1) una fase de regressus u holización analítica (lisado) que arrancando de una estructura política previamente racionalizada «anatómicamente» («brazos», «estados», «estamentos», «jerarquías») durante el Antiguo Régimen, resolvía el todo en sus elementos atómicos (á-tomo fue traducido, en forma de calco, por Boecio, por in-dividuo), los «ciudadanos iguales»; (2) otra fase que debía seguir a la anterior, una fase de progressus (de holización sintética, de conformado o compactado) orientada a reobtener, a partir de los individuos iguales, no ya un conjunto amorfo de ciudadanos solitarios e independientes, sino un todo organizado (conformado o compactado) distinto del «todo organizado» durante el Antiguo Régimen, un todo organizado según la morfología del Nuevo Régimen republicano. (Ver en nuestro libro El mito de la Izquierda, Ediciones B, Barcelona 2003, pág. 105-146.)

Parece obvio que la «holización revolucionaria», como encadenamiento circular de procesos de lisado y conformado, no podía constituir un círculo compuesto de dos «arcos» conmensurables. La racionalización circular tenía que acudir a procedimientos dialécticos auxiliares, tales como el de la anástasis –orientada a detener el proceso de lisado manteniéndolo en los límites del individuo corpóreo (sin llegar, por ejemplo, a sus células)– y más aún, a los individuos ciudadanos franceses (lo que determinó la transformación, obtenida mediante acciones de extremada violencia y muy sangrientas, del Reino absoluto de Francia en la democrática Nación política francesa).

§5. La distinción morfológico/lisológico como una distinción de estados del campo según el modo primero

1. Dos son los estados «básicos» del campo reconocido por la distinción morfológico/lisológico. Ahora bien, cada uno de estos estados básicos puede ser interpretado, como ya hemos dicho, ya sea desde una perspectiva gnoseológica ya sea desde una perspectiva ontológica, lo que nos lleva a establecer cuatro situaciones posibles. Y, si tenemos en cuenta además que cada estado puede enfrentarse al otro, sea en el mismo plano (ontológico o gnoseológico), sea en distintos planos (ontológico uno, gnoseológico otro, o recíprocamente), podremos distinguir 4x2=8 situaciones que se representan en la tabla siguiente:

Estado

Plano

LisológicoMorfológico
Ontológico (exclusivo)(1) Anaximandro(5)
Gnoseológico (exclusivo)(2) Heráclito(6)
Ontológico (asertivo)(3) Parménides(7)
Gnoseológico (asertivo)(4) Anaxágoras(8)

Tabla representativa de ocho situaciones en las que pueden encontrarse
los estados de un campo (el vacío de las casillas
(5) (6) (7) y (8) se explica en el texto)

2. Para ilustrar el sentido de estas ocho situaciones recurriremos a ejemplos tomados tanto de la metafísica como de las ciencias o de las técnicas.

(1) La situación (1), determinada porque el estado lisológico del campo se interpreta como dado en un plano ontológico, y con el mismo grado de realidad ontológica atribuido al estado morfológico correlativo, podría ser ilustrado por la doctrina del apeiron de Anaximandro. El «estado de apeiron» –para decirlo en términos de la doctrina que nos ocupa– se postula, en efecto, como estado de la realidad que es resultado de una trituración o lisado del Cosmos (o realidad en su estado morfológico). Ver nuestro libro La metafísica presocrática, Pentalfa, Oviedo 1974, págs. 100-101.

(2) A la situación (2) se aproximan las interpretaciones escépticas del atomismo democríteo o epicúreo: el mundo fenoménico, en estado morfológico, sería un mundo de apariencias, que se enfrentan con el estado lisológico constituido por los átomos anteriormente dados a la constitución del mundo visible; estado lisológico (por ejemplo, el de la lluvia de los átomos) que también será interpretada a veces como un simple «artefacto» gnoseológico.

Puede ser interesante constatar que, desde la perspectiva de las situaciones que estamos considerando, tanto la situación (2), pero sobre todo la situación (1), se enfrentan a la concepción del mundo de Aristóteles, en tanto que éste no admite la posibilidad de distinguir en el Mundo (tomado como campo de referencia de la distinción que nos ocupa) un estado lisológico de un estado morfológico. Cabría decir, en efecto, que para Aristóteles, el Mundo se encuentra siempre en estado morfológico, no sólo porque la materia prima (que habría que poner en correspondería con un estado lisológico) no tiene existencia separada, sino porque el Mundo de hoy es, en sus líneas generales, resultado de una «transformación idéntica» del Mundo del ayer, y así sucesivamente (puesto que el Mundo se supone eterno).

Cabría en cambio considerar a la concepción de Heráclito como contrapuesta también a las representadas en las situaciones (1) y (2), pero por otras razones a las que hemos encontrado a propósito de Aristóteles. Al menos si interpretamos a la concepción del mundo de Heráclito como resultado de una transformación continuada de un estado lisológico del Mundo en otro estado lisológico, en el que ninguna morfología real permanece (aunque es cierto que en el fragmento 30 se dice que «este mundo ha sido siempre y será un fuego eternamente vivo que se enciende y se apaga a sí mismo según medida»; La metafísica presocrática, página 202).

(3) La concepción metafísica de Parménides podría acaso interpretarse desde la situación (3): el Mundo visible, en su estado morfológico, es una apariencia (La metafísica presocrática, página 233) –diríamos: un «artefacto gnoseológico»–, mientras que el Ser uno, uniforme e idéntico a sí mismo eternamente –lo que corresponde a un estado lisológico– será interpretado como la realidad misma, dada, por tanto, en el plano ontológico.

(4) La concepción metafísica de Anaxágoras, tal como fue interpretada por Platón o por Aristóteles, cabría en cambio considerarla desde las coordenadas de la situación (4). En efecto, el Mundo, en su estado morfológico, es el mismo Mundo visible, el Mundo real dado en el plano ontológico; su correlato lisológico es el migma, en el que «todas las cosas están en todas» sin posibilidad de distinción entre las unas y las otras («la nieve es negra»). Pero este migma podría interpretarse como un «artefacto gnoseológico».

3. Las situaciones (5), (6), (7) y (8) son equivalentes, respectivamente, a las (1), (2), (3) y (4), y si se diferencian es porque en éstas asumimos la perspectiva lisológica (combinando su condición gnoseológica u ontológica con las alternativas ontológica o gnoseológica de su estado morfológico correlativo) mientras que en aquéllas asumimos la perspectiva morfológica.

§6. Desarrollo de los dos tipos de transformación (lisado y conformado) según ocho subtipos

1. La transformación lisado parte de un campo en estado morfológico para llegar (supuestamente) al mismo campo en estado lisológico. Pero esta transformación no tiene por qué entenderse únicamente como un proceso de homogenización, obtenido mediante la nivelación de las diferencias (como cuando reducimos, mediante trituración, la morfología de un jarrón al conjunto de sus moléculas supuestamente «clónicas» de caliza o caolín de las que está compuesto). La homogeneidad es siempre relativa a los criterios de homogeneidad, lo que significa que en una clase de elementos homogéneos cabe siempre reconocer heterogeneidades diversas (no hay dos hojas iguales en el jardín), por lo que el estado lisológico de un campo no puede definirse sin más como homogenización «clónica» (como lo haría Spencer) sino, a lo sumo, como homogenización relativa (las cenizas contenidas en una urna, resultantes de la incineración de un cadáver que aún conservase su «forma cadavérica», constituyen la transformación lisológica del cadáver en estado morfológico). A este tipo de transformaciones pertenece también el lisado de la morfología química de los diversos gases que se unifican, por ecualización, en un mismo «número de Avogadro».

Se nos ha sugerido también la posibilidad de establecer una cierta correspondencia entre la distinción del estado lisológico y del morfológico, con la distinción entre el tiempo estriado y el tiempo liso, aplicada a la música de Stravinsky, que Boulez estableció analizando La consagración de la Primavera. El tiempo estriado, con sus pulsaciones regulares, se encuentra sin duda en estado morfológico; pero el tiempo liso no es necesariamente lisológico, aunque su morfología esté exenta de todo patrón previo y no tenga formas a priori: es, por tanto, liso y lisológico por respecto de las morfologías clásicas. G. Deleuze, en su artículo «Boulez, Proust y el tiempo», comenta la distinción de Boulez valiéndose de una concepción, más bien nebulosa, de la distinción entre lo racional y lo irracional, así como de la transformación del tiempo liso en tiempo estriado y recíprocamente:

«Pero de lo estriado se desprende a su vez un espacio-tiempo liso o no pulsado, que no se refiere ya a la cronometría más que de manera global: los cortes aquí son indeterminados, de tipo irracional, y las medidas son reemplazadas por distancias y proximidades indescomponibles que expresan la densidad o la rareza de lo que aparece en ellas (repartición estadística de acontecimientos). […] Es gran distinción de Boulez, lo estriado y lo liso, vale menos como separación que como perpetua comunicación: hay alternancia y superposición de los dos espacio-tiempos, intercambio entre las dos funciones de temporalización, aun cuando sólo fuera en el sentido en que una repartición homogénea en un tiempo estriado da la impresión de un tiempo liso, mientras que una distribución muy desigual en un tiempo liso introduce direcciones que evocan un tiempo estriado, por condensación o acumulación de proximidades.» (Gilles Deleuze, «Boulez, Proust y el tiempo: ocupar sin contar», 1986, traducción de Jordi Terré.)

2. Las transformaciones que denominamos lisado y conformado no son meramente correlativas (como podían serlo los estados), puesto que el término a quo de cada una de ellas es distinto del término ad quem de la otra. Además no son simétricas: no es lo mismo la transformación lisado (que parte, como término a quo del estado morfológico y se resuelve, como término ad quem, en un estado lisológico) que la transformación conformado (que parte, como término a quo de un estado lisológico y se resuelve, como término ad quem, en uno morfológico). En consecuencia, cuando se interpretan los términos a quo y ad quem, ya sea en el plano ontológico, ya sea en el plano gnoseológico, no podrán hacerse correlativas las transformaciones dadas en las situaciones del párrafo anterior [(1) (2) (3) (4)] y las correspondientes [(5) (6) (7) (8)]. Por tanto será necesario distinguir ocho subtipos posibles de interpretaciones del lisado y del conformado.

3. Las ocho posibles interpretaciones de las transformaciones lisado y conformado se representan en el siguiente cuadro (en el que figuran también los nombres habilitados para designar a cada uno de los subtipos):

Tipos

Plano

Transformación
tipo lisado
Transformación
tipo conformado
Plano ontológico puro
(a quo, ad quem)
(1) Lisado real(5) Conformado real
Plano gnoseológico puro
(a quo, ad quem)
(2) Lisado virtual(6) Conformado virtual
Plano mixto directo
(a quo ontológico, ad quem gnoseológico)
(3) Lisado débil(7) Conformado débil
Plano mixto inverso
(a quo gnoseológico, ad quem ontológico)
(4) Lisado fuerte(8) Conformado fuerte

Tabla representativa de los ocho subtipos de transformaciones

4. Ofrecemos aquí sendas y sumarias ilustraciones de cada uno de los subtipos representados en la tabla.

(1) Lisado real. Podríamos ilustrar esta transformación por la trituración de una estatua de mármol que llegase a reducirla a un montón de partículas o partes formales mínimas: la estatua es un campo morfológico considerado real en el plano ontológico que se transforma en un campo lisológico, también considerado como real en el plano ontológico.

(2) Lisado virtual. Descomposición de un hipercubo en el conjunto de partes del simplejo correspondiente a las aristas, vértices, caras. El hipercubo, como volumen geométrico teórico dado en el plano gnoseológico se descompone en un conjunto de vértices, caras, aristas dadas en el plano gnoseológico.

(3) Lisado débil. Podría valer como ilustración la interpretación de la holización de la antes citada sociedad organizada morfológicamente en el plano de una realidad política ontológica, resuelta en un conjunto de individuos-ficción (que pretenden recuperar la libertad de los individuos que habían pactado, in illo tempore, el «contrato social») llamados «ciudadanos libres».

(4) Lisado fuerte. Sugerimos como ilustración la remoción de la red ideal (dada en el plano gnoseológico) correspondiente a la triangulación de un terreno llano (red que otorga al terreno una morfología virtual que se da realmente en el plano cartográfico del terreno) hasta alcanzar al propio terreno dado en el plano ontológico.

(5) Conformado real. El conformado real («real» se refiere obviamente a un tipo de realidad determinada: electromagnética, social, perceptual…; además la «realidad» de referencia puede tomarse como efectiva o como intencional) tiene muy diversos procedimientos de realización, tanto si es tomado de modo intencional como si es tomado de modo efectivo. Por ejemplo, en las transformaciones de texturas constituidas por puntos o trazos que aparecen en los flujos ópticos estudiados por L. Glass (Nature, nº 223, 1969, pág. 578) cabría considerar como lisológica la distribución de puntos aleatorios de la primera imagen presentada; el conformado (que se produce en la «estructuración automática» percibida por el cerebro, cuando capta ciertas regularidades estadísticas de la imagen) se crea desplazando ligeramente la imagen inicial (por traslación homotética o por rotación) superponiendo la imagen desplazada a la inicial. Se trata de un conformado perceptual real, y efectivo en su terreno (aunque este sea considerado como campo de una «ilusión óptica»). Se obtienen imágenes al descompactar los puntos estriados, ya sea como un conjunto de estados paralelos, ya sea como un torbellino, o como un relieve de crestas y valles.

Otro ejemplo totalmente distinto de conformado real, al menos intencionalmente, nos lo ofrece la «teoría meteórica» de Kant sobre la génesis del sistema solar. Partiendo, como término a quo, de un campo en estado lisológico, como pudiera serlo el caos que Kant postula como real en el plano ontológico, en su Historia natural del Universo y teoría del Cielo, 1755, en la que expone una cosmogonía según un modelo meteórico. Un modelo distinto, aunque algunas veces confundido, del modelo nebular que Laplace propondría en 1794. En efecto, este caos estaría constituido por millones de partículas indiferenciadas de materia distribuidas en el ámbito del espacio infinito. A partir de ellas llegaríamos, por las conjunciones sucesivas determinadas por la inercia y por las fuerzas atractivas y repulsivas que interactuarían entre ellas, al estado conformado real de nuestro mundo astronómico.

(6) Como ejemplo de conformado virtual podríamos tomar las interpretaciones escépticas del atomismo antiguo, a las que antes hemos aludido. A partir, como término a quo, de un hipotético caos atómico (una multiplicidad cuyos elementos, dotados de movimiento aleatorio, se encuentra en estado lisológico) se llegará a una conformación del mundo de las formas interpretada también como una apariencia efímera (una «nube de verano»). El Monod de El azar y la necesidad se mantuvo muy cerca de este modelo virtual de conformación.

(7) Como ejemplo de conformación débil podría valer el mismo ejemplo del atomismo antiguo, tal como probablemente lo concibieron Leucipo y Demócrito, si el caos atómico inicial se interpreta como un estado lisológico real, que se transforma en un mundo conformado pero según formas cuya realidad es efímera o transitoria («con un ser honorario», como decía León Robin).

(8) Un ejemplo de conformado fuerte lo encontramos en la teoría del proceso de explicación de la biosfera a partir de la sopa primigenia, siempre que se interprete esa sopa primigenia (a la que atribuimos sin esfuerzo el estado lisológico) como una hipótesis de trabajo, a partir de la cual sea posible dar cuenta de conformaciones reales (en el plano ontológico) como pudieran serlo (intencionalmente, al menos) los coacervados (de Oparin), las mitocondrias, las células procariotas o los organismos pluricelulares.

5. Constatamos cómo la diferencia entre las concepciones transformativas mitológicas del Universo consideradas como irracionales (o al menos pseudoracionales, dado su carácter tautológico) y las concepciones transformativas científicas o filosóficas, consideradas racionales (aparte quedan las concepciones no transformativas del Mundo, las que ven al Mundo como una realidad eterna, sometida eternamente, a lo sumo, a transformaciones idénticas o cíclicas, como sería el caso de la antes citada concepción de Aristóteles) puede ponerse en conexión con la distinción entre las transformaciones de lisado y las de conformado. Una concepción que comienza postulando en el principio un estado conformado (en el límite, homonímico a nuestro universo) supone una petición de principio, una tautología, que puede sin embargo conducir a la ilusión de que estamos «sacando del cofre vacío objetos nuevos», cuando la realidad es que habíamos comenzado por introducirlo subrepticiamente dentro de ese cofre.

Se considerará como la aurora de toda concepción racionalista del universo, alguna concepción que comience por describir un estado lisológico del Universo para derivar de él un estado conformado similar o idéntico al del propio Universo, morfológicamente percibido. Anaximandro podría ser considerado así como el primer racionalista de nuestra tradición cosmogónica por su doctrina del apeiron, sin perjuicio de sus precedentes. Entre ellos el relato de Sanchunjaton (un escritor fenicio del segundo milenio antes de Cristo, traducido al griego por Filón de Biblos, y citado por Eusebio de Cesarea en su Praeparatio evangelica, I, 10, 1-6). Esta transformación racionalista llegará a ser considerada como la norma de todo racionalismo.

El problema que suscita, sin embargo, es la explicación de cómo de un conjunto lisológico (indeterminado, homogéneo, desordenado, con máxima entropía) puede resultar un conjunto heterogéneo ordenado, con entropía mínima, estable, es decir, en estado morfológico. La definición de evolución (transformativa) que venía proponiendo Heriberto Spencer se ajusta plenamente a este canon racionalista. En el Sumario de sus First Principles, que el propio Spencer preparó para la American Cyclopaedia de Appleton, se dice:

«1. En todo el universo, en general y en detalle, existe una redistribución incesante de materia y movimiento.
2. Esta redistribución constituye evolución allí donde predomina una integración de la materia y una disipación de movimiento, y constituye disolución allí donde predomina una absorción de movimiento y una desintegración de la materia.
3. La evolución es simple cuando el proceso de integración, o la formación de un agregado coherente, se verifica sin complicación con otros procesos.
4. La evolución es compuesta cuando simultáneamente con este cambio primario de un estado incoherente a un estado coherente se producen cambios secundarios, debidos a diferencias en las circunstancias de las diversas partes del agregado.
5. Estos cambios secundarios constituyen una transformación de lo homogéneo en heterogéneo, transformación que, como la primera, se muestra en el universo como un todo y en todos (o en casi todos) sus detalles: en los agregados de estrellas y nebulosas; en el sistema planetario; en la tierra como masa orgánica; en cada organismo vegetal o animal (ley de von Baer); en el agregado de organismos a través de las edades geológicas; en el cerebro; en la sociedad; en todos los productos de la actividad social.
6. El proceso de integración, operando tanto local como generalmente, se combina con el proceso de diferenciación para hacer que este cambio sea, no simplemente de la homogeneidad a la heterogeneidad, sino de la homogeneidad indefinida a la heterogeneidad definida; y este rasgo de creciente determinación que acompaña a la característica de creciente heterogeneidad, se muestra, como ella, en la totalidad de las cosas y en todas sus divisiones y subdivisiones hasta lo más ínfimo.» (traducción de Tomás Muñoz Molina, en J. Rumney, Spencer, FCE, México 1944, págs. 29-30.)

La importancia de la definición de Spencer estriba, sobre todo, en que ella fue asumida, aunque a regañadientes, por Darwin, y a su través por prácticamente todos los biólogos o cosmólogos evolucionistas de finales del siglo XIX y del siglo XX (desde Haeckel hasta Oparin, desde Gamow hasta Prigogine, &c.).

* * *

En el próximo número se ofrecerá la continuación de este rasguño:

§7. Los procesos de concatenación circular de lisado y conformado como procesos de racionalización de un campo.

§8. Estados lisológicos y morfológicos en el terreno de la conceptuación científica y técnica.

§9. Estados lisológicos y morfológicos en el terreno de la ideación metafísica y filosófica.

 

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