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El Catoblepas, número 57, noviembre 2006
  El Catoblepasnúmero 57 • noviembre 2006 • página 16
Libros

Federico Jiménez Losantos
«el grande»

Felipe Giménez Pérez

Sobre el libro De la noche a la mañana. El milagro de la Cope,
La esfera de los libros, Madrid 1006, 612 páginas

Federico Jiménez Losantos acaba de publicar con un gran éxito de ventas para disgusto de los progres, De la noche a la mañana, el milagro de la COPE. Federico Jiménez Losantos es un personaje nacional, un personaje público español. Es un héroe de la libertad. De moralidad intachable, incorruptible, insobornable, con una coherencia a prueba de bombas, con una solidez intelectual que destaca sobre el resto de periodistas españoles. No en vano, él no es periodista profesional, sino filólogo y profesor de instituto.

Liberal, conservador y de orden, Federico Jiménez Losantos es el azote del progresismo y de la Antiespaña. Es un patriota. Él ataca a los traidores, a los separatistas, a la estupidez progresista, a la corrupción, al desgobierno, al delito. Además, es el único en los medios de comunicación en España que se mete con D. Jesús de Polanco y el PRISOE o la secta prosaica. Eso tiene mucho mérito.

Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que Federico Jiménez Losantos es al periodismo español lo que Gustavo Bueno es a la filosofía española.

El presente libro relata la vida profesional de Federico Jiménez Losantos desde 1998 a 2006 en la COPE. El relato de los hechos comienza con la muerte accidental de Antonio Herrero, el maestro de Federico Jiménez Losantos en la radio, en la COPE. Uno de los temas del libro es el ataque a todos los periodistas que molesten a los progres, los separatistas o al gobierno del que se trate. «En esos mismos días, tras el terrible episodio del vídeo de Pedro Jota (promovido desde el entorno de González y los GAL, con El País y la SER como altavoces del linchamiento social, del asesinato civil y profesional del director de El Mundo), el propio Antonio afrontaba una campaña implacable del PSOE, PRISA y un importante sector de la Conferencia Episcopal para echarlo de la COPE» (pág. 16).

Federico Jiménez Losantos siempre ha sido libre e independiente. Ha criticado al PSOE y al PP con absoluta libertad y sin importarle las consecuencias que de ello se derivaban. El PP, a diferencia del PSOE, ha sido menos agradecido con los periodistas que le apoyaban que el PSOE con los suyos. El PP ha estado sometido al omnímodo poder de D. Jesús de Polanco. Se trata de un caso único en el mundo occidental. Un empresario de la comunicación y del periodismo que tiene un poder ilimitado como poder fáctico o de presión para influir en los gobiernos y en la vida política nacional. Así, entonces, no es de extrañar que para Aznar «siempre fue prioritaria la disolución de lo que Juan Luis Cebrián llamaba el Sindicato del Crimen, fórmula acuñada precisamente cuando Polanco, Godó, Asensio y Mario Conde firmaron en 1992 el Pacto de los Editores para defender a los responsables de los crímenes del GAL» (pág. 18). El PP cuando ha gobernado ha apoyado sin resquicios a PRISA y ha atacado a los periodistas liberales, conservadores que eran independientes. Afirma Federico Jiménez Losantos que «en vísperas de las elecciones del 93, algunos ya vimos que si el PP ganaba los comicios no contaría con los que tan desinteresadamente nos habíamos jugado crédito y empleo por ayudar a la alternancia de Gobierno, esto es, a la llegada de Aznar a La Moncloa» (pág. 19).

Esto indica que Federico Jiménez Losantos es independiente del PSOE, pero igualmente del PP. Nunca le ha ahorrado críticas al PP y a Aznar ni a Mariano Rajoy.

Cuando Federico Jiménez Losantos comienza a dirigir el programa vespertino de radio de la COPE, La linterna, tenía muy claro que difundiría el ideario liberal por las ondas. «Yo tenía la intuición clara de lo que quería, y para eso necesitaba gente profesionalmente buena y que compartiese o al menos no combatiese las ideas y valores liberales que abiertamente he defendido siempre y que, por supuesto, pensaba defender en La linterna. Pero que iban y van en contra de la ideología izquierdista o progre que domina aplastantemente en el gremio periodístico, COPE incluida» (pág. 68).

Los progres dominan en muchos ámbitos de la actividad social y profesional en España. Son el bloque histórico dominante en la ideología. Por supuesto, en el periodismo también. Sin embargo, hay unos cuantos conservadores o liberales que son tolerados para aplastar a los que no se someten y son independientes. «En España, ese cinturón de derechistas tolerados no sólo atiende y controla a una clientela objetiva que, de otro modo, buscaría cauces independientes, sino que tiene otra misión más sórdida y siniestra: el silenciamiento y destrucción de cualquier alternativa ideológica y cultural que no respete la dictadura de la izquierda. El comisario jefe del imperio polanquista, Juan Luis Cebrián, y toda la caterva sectaria de El País y sus satélites provincianos sólo admiten en su seno a derechistas tibios, preferiblemente ucedeos y democristianos (Oliart, Tussell, Díaz-Ambrona, Herrero de Miñón) y con la condición de estar dispuestos a triturar a todos los políticos e intelectuales que no rindan culto a ese becerro de oro convencionalmente rojo y dialogantemente nacionalista» (pág. 75). Esto lo entiende Jiménez Losantos perfectamente, porque militó en su momento en la izquierda comunista. Es más, llegó a escribir en El País en 1978. Así se entiende que Jiménez Losantos esté perfectamente vacunado contra el virus progresista.

En el año 2003 Federico Jiménez Losantos sustituye a Luis Herrero al frente del programa matinal de radio de la COPE La mañana. Entonces César Vidal, un cristiano protestante español, pasa a dirigir La linterna en 2004. Un ateo y un protestante dirigirían así los dos principales programas de la COPE (Cadena de Ondas Populares de España, dependiente firectamente de la Iglesia Católica española).

Federico Jiménez Losantos se ha convertido en un líder de opinión de masas, en la bestia negra del progresismo en España. Es un enemigo mortal de ETA y sus aliados separatistas y progresistas. Finalmente, se ha convertido en un republicano por la fuerza de las circunstancias. Nunca hay que fiarse de los Borbones. «La defensa de los diez millones de huérfanos de la derecha española supuso, sólo dos días después del 14-M, el encontronazo con la Zarzuela, es decir, con el Rey, que desde que el PSOE llegó al Poder ha sido el peor y más peligroso enemigo que he tenido en la COPE. ¿Peor que Aznar? Mucho peor. ¿Peor que Zapatero? Bastante peor. ¿Peor que Maragall? Todavía peor. ¿Peor que Polanco? Allá se andan, pero sí: peor.» (pág. 397.) Como el Rey era y es amigo de empresarios delincuentes, ahí se produjo el choque de Federico Jiménez Losantos y el Rey. Los Albertos no entraron en la cárcel y Jiménez Losantos lo recordaba constantemente. Parece ser que el Rey se interesó por la suerte de estos estafadores al por mayor y se hizo una llamada por parte de la Zarzuela al juez de la Audiencia encargado del caso.

«El segundo motivo de conflicto con la Zarzuela fue más serio o más político: la calurosa recepción del Rey al nuevo presidente del Parlamento Catalán, Ernest Benach, un tipo sin estudios que proviene del área terrorista de Terra Lliure-Amics de la Terra prósperamente injertada en el tronco de Ezquerra Republicana de Cataluña, y que, como simple barrendero o jardinero, se convirtió en ejemplo de cómo un trabajo sin cualificar se cualifica gracias al carné de partido, que hace de hombres prohombres o instituciones bípedas. La picaresca de los iletrados convertidos en hijosdalgo gracias a la política es tan abundante que nadie hubiera prestado atención al tal Benach si, tras tomar posesión del cargo no hubiera afrentado públicamente a la nación española, y si tras hacerlo, no hubiera sido recibido por el Rey y gratificado, según dijo, con un «hablando se entiende la gente», tan típicamente juancarlista que nadie pensó que el limitado Benach pudiera inventarlo» (pág. 399). Así, el pensamiento Alicia tan bien analizado por Gustavo Bueno enemistó al Rey con Federico Jiménez Losantos. La democracia tiene eso. La degeneración democrática puede llevar al pueblo a elegir a los peores. Tiene lugar una suerte de selección democrática opuesta a la selección natural de Darwin. Sólo sobreviven los peores, los enemigos de España en este caso. Hasta el mismo Jefe del Estado avala la desaparición de ese Estado del que es Jefe. Por eso se impone la república como solución. Con la monarquía España no va a ninguna parte hoy. Claro que con una república de Zapatero o Llamazares, tampoco se va a ninguna parte.

El tercer motivo o episodio de roce y enemistad entre Federico Jiménez Losantos y la Corona fue cuando tras el 14 de marzo de 2006 la consejera de interior del Gobierno de la Generalidad de Cataluña, Tura, afirmó que el Rey había impedido un golpe de Estado del PP. El Rey no dijo nada. Calló. Federico Jiménez Losantos presionó desde su programa machaconamente durante dos semanas hasta que la Casa Real desmintió tal afirmación.

Federico Jiménez Losantos es liberal. Para él la libertad es lo primero. He ahí su fallo. España tiene que ser lo primero y la libertad después. «—Yo sé que a tí lo que más te importa es España. —La libertad y España, por este orden. Que no son cosas excluyentes.» (pág. 405.) Un verdadero patriota español pondría España por delante de cualquier otra consideración. Un liberal pone antes la libertad, la economía capitalista, el mercado, la propiedad privada. El liberalismo no tiene por qué coincidir con la defensa de España. No son cosas excluyentes España y la libertad, pero tampoco coincidentes. Calvo Sotelo dijo que prefería una España roja a una España rota, Federico Jiménez Losantos, como Konrad Adenauer, quien prefería una Alemania rota a una Alemania roja, prefiere igualmente una España rota antes que una España roja. He ahí la diferencia entre un patriotismo español sin fisuras y un liberalismo español que eventualmente es patriota por coincidencia circunstancial.

Federico Jiménez Losantos ha tenido la perspicacia de ver por dónde iba la política del PSOE a partir de 2004, cuando alcanza el poder político: hacia un cambio de régimen político. Lo había previsto muy sagazmente Jaime Mayor Oreja. En cambio el PP no se opuso a tal política. Fueron Federico Jiménez Losantos, la AVT (Asociación de Víctimas del Terrorismo) y otras instancias las que asumieron la política de oposición activa a la acción distáxica de gobierno del PSOE. El PP siempre como maricomplejines asumía su papel de partido sumiso a las directrices del PSOE. De hecho, ha asumido de alguna manera la tesis separatista al admitir «realidades nacionales» en varios de los nuevos estatutos de autonomía.

Federico Jiménez Losantos ha criticado duramente al separatismo. Particularmente firme y coherente ha sido su posición política frente al estatuto separatista de Cataluña promovido por el Gobierno de España como precio político para comprar la tregua de ETA. «La verdad era –y por desgracia es– que el Estatuto proclama la nación catalana, establece derechos y deberes distintos para los catalanes y el resto de los españoles, discrimina y persigue a los castellano-hablantes de Cataluña y liquida la Constitución de raíz, esa que define a España como «patria común e indivisible de todos los españoles.» (pág. 474.) Federico Jiménez Losantos no promovió públicamente el boicot a los empresarios separatistas de Cataluña. Lástima que no lo hiciera. Otros lo hicimos, lo hacemos y lo seguiremos haciendo. Esos empresarios desleales y felones se lo merecen. «Verdad es que lo único que realmente se me puede reprochar es que, teniendo todo el derecho del mundo a hacer ese boicot comercial frente a una agresión contra la libertad y contra todos los españoles –catalanes no separatistas incluidos– que supone el nuevo Estatuto de Cataluña, yo por convicción y por no perjudicar a la COPE, no propugné el boicot. Me limité a manifestarle al señor Ferrer (Freixenet) que no se podía promover un Estatuto que rompía España y, encima, pretender que los españoles le dieran las gracias comprando su cava. Para boicot, el que esa burguesía oronda y genuflexa viene haciendo a las libertades y a la nación española.» (págs. 476-477.)

Cuando arreciaron los ataques a la COPE y a Federico Jiménez Losantos por su oposición pública y manifiesta al Estatuto catalán, incluso el PP participó por omisión, sin oponerse a tal ataque. Incluso el representante del PP en el CAC (por cierto, que uno de los miembros de tan infame comité es la catedrática de ética progresista Victoria Camps Cervera, representante del PSC), Comité Audiovisual de Cataluña, Santiago Rodríguez Madero lo aprobó. «Ni qué decir tiene que esa aquiescencia de Madero tuvo que producirse con el asentimiento de Piqué y Vendrell, máximos dirigentes regionales del PP, cuyo comportamiento en toda la campaña contra la COPE osciló entre lo sinuosamente cobarde y lo abiertamente miserable.» (pág. 490.)

En cuanto a la COPE, «el comportamiento de la empresa y de la propiedad en esta campaña osciló entre lo pobre y lo miserable, sin llegar nunca a franciscano» (pág. 509). La mayoría de los obispos apoyó a Federico Jiménez Losantos, salvo los obispos separatistas. Sin embargo, «la eficacia de la plegaria no alcanzó a la Conferencia Episcopal, que ni dentro ni fuera de España hizo nada para defendernos.» (pág. 510.) Tampoco el Jefe del Estado se solidarizó con la COPE. «En cuanto al Rey y la Reina, el Príncipe y la Princesa, las tribus de los urdangarines y marichalares, los azas y azadones de la Zarzuela, todavía estoy esperando una visita de apoyo, un mensaje de aliento, una llamada que no sea para pedir lo mismo que Montilla o ERC: que los obispos me quiten de en medio. O sea, que con el partido que asalta la COPE, hablando se entiende la gente. Pero como la COPE no debe de ser gente, con nosotros, ni hablar. Gracias, Majestad. Si se cumple la Biblia, cosecharéis lo que Vos sembráis y algún día recibiréis el ciento por uno. Como diría Montilla: ¡menuda comisión! ¡Ni la Caixa!» (págs. 561-562). Nada, que la Monarquía en España, por lo que se ve, tiene los días contados por coquetear con el progresismo. Los progres no son monárquicos. No quieren la Monarquía. Los conservadores tampoco, por lo que podemos leer en Federico Jiménez Losantos. El libro de Federico Jiménez Losantos trata de muchos asuntos. He seleccionado simplemente unos pocos. Invito al público patriótico a que lea este libro que está teniendo un gran éxito de ventas.

 

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