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El Catoblepas, número 55, septiembre 2006
  El Catoblepasnúmero 55 • septiembre 2006 • página 6
Desde mi atalaya

Crisis y crisis orgánica; según Gramsci

José María Laso Prieto

Conceptos necesarios para analizar el fenómeno de la súbita evolución de algunos políticos profesionales desde posiciones revolucionarias a otras mucho más conservadoras

En un anterior artículo de esta serie, al tratar del concepto gramsciano de «nacional-popular», nos detuvimos antes de precisar que, para Gramsci, «crear esta nueva cultura, es antes de cualquier otra cosa, la misión atribuida a los intelectuales, como educadores y formadores del intelecto y de la conciencia del pueblo-nación..., la misión de satisfacer las exigencias intelectuales del pueblo..., de elaborar 'un humanismo moderno', capaz de expandirse hasta las capas más bajas e incultas.» «Nacional-popular» es, por consiguiente, el índice de un desplazamiento de las capas intelectuales hacia el pueblo, la erección de un nexo orgánico intelectuales-masas, la puesta en marcha de un proceso de conocimiento que se articulase alrededor de la «compresión». Es decir, de la educación recíproca. Nacional-popular significa entonces expresión coherente y organizada del pueblo.

Los conceptos de Crisis y crisis orgánica son muy relevantes en el pensamiento de Gramsci. Por Crisis Orgánica, se entiende «la detención momentánea de la evolución de la clase progresiva, en el sentido de que ya ésta no hace avanzar realmente la sociedad como un todo, satisfaciendo no sólo las exigencias de su propia existencia, sino ampliando sin cesar sus propios cuadros, con vistas a la toma de de posesión continua de nuevas esferas de actividad económico-productiva. Para Gramsci, esta crisis estructural no favorecerá la aparición de un bloque histórico nuevo, sino en la medida que se convierta en crisis orgánica. Es decir, la crisis de la hegemonía o ruptura de los lazos entre la estructura y la superestructura. La crisis orgánica es concebida por Gramsci, como una disgregación del bloque histórico, en el sentido de que los intelectuales que están encargados de hacer funcionar el nexo estructura-superestructura, se separan de la clase a la que estaban orgánicamente unidos y no permiten que ejerza ya su función hegemónica sobre el conjunto de la sociedad. «La clase dominante ha perdido el consenso.» Es decir, que ya no es dirigente sino únicamente dominante, detentadora de una fuerza coercitiva pura. La crisis orgánica de una clase o grupo social sobreviene en la medida que ésta ha desarrollado todas las formas de vida implícitas en sus relaciones sociales, pero, gracias a la sociedad política y a sus formas de coerción, la clase dominante mantiene artificialmente su dominación e impide que la remplace el nuevo grupo de tendencia dominante; «la crisis orgánica consiste en que lo viejo no muere y lo nuevo no puede todavía nacer». Una tal crisis orgánica, puede deberse al fracaso de una empresa política de la clase dirigente, que llega a imponer por la fuerza el consenso social. (Gramsci cita el ejemplo de la crisis orgánica originada por la Gran Guerra) o bien puede estar provocada por las grandes masas de la población que, pasan súbitamente, de la inactividad política a una cierta actividad y plantean reivindicaciones que en su propio complejo inorgánico constituyen una revolución. La crisis orgánica que se manifiesta como desaparición del consenso que las clases subalternas acuerdan a la ideología dominante, no pueden culminar con la aparición de un nuevo bloque histórico, sino en la medida que la clase dominada fundamentalmente, sepa construir, por la mediación orgánica de sus intelectuales, un nuevo sistema hegemónico dominante capaz de oponerse al anterior y eficaz para extenderse por todo el ámbito social. Es decir, capaz de conquistar de la sociedad civil como preludio a la conquista de la sociedad política.

El fenómeno del transformismo

Este concepto gramsciano es muy útil para analizar el fenómeno de la súbita evolución de algunos políticos profesionales desde posiciones revolucionarias a otras mucho más conservadoras. Según Gramsci, el «transformismo» es una simbiosis política, gracias a la cual la clase dominante –en el ejemplo analizado la clase burguesa–, incorpora y asimila a los intelectuales de las clases subalternas, haciendo de ese modo casi imposible el surgimiento de un grupo revolucionario suficientemente organizado para poder convertirse en hegemónico. Gramsci, al estudiar esta práctica política en el «Risorgimiento» puso de relieve dos etapas sucesivas del fenómeno. 1) Un transformismo simple y primario, o molecular, cuando los intelectuales de los partidos democráticos de oposición, se integran individualmente en la clase política conservadora moderada (caracterizada por su aversión a toda intrusión de las masas populares en la vida del Estado, y de rechazo a toda reforma orgánica que sustituya el riguroso «dominio» dictatorial por una hegemonía. 2) Un transformismo compuesto, o secundario, cuando se trata de grupos enteros «que se pasan al campo político moderado, sea integrándose en los partidos tradicionales, sea constituyendo nuevos partidos políticos». Este tipo de transformismo, –utilizado en Italia durante el «Risorgimento» contra el Partido de Acción Democrática– se asemeja al practicado en España por el Partido Socialista Obrero Español, al absorber –integrándolos privilegiadamente en sus cuadros dirigentes– a numerosos cuadros políticos de los partidos políticos situados a su izquierda. De este modo, la clase dirigente produce un ensanchamiento constante de su base social, absorbiendo gradualmente a la élite consciente y activa de los grupos aliados adversos que parecían ser enemigos irreconciliables. Se trata de un ensanchamiento de la base social, pues como lo hace observar Gramsci, los intelectuales arrastran con ellos a un grupo dominante de individuos. El Transformismo constituye así la decapitación sistemática de las clases subalternas por la clase dominante. Esta absorción ideológica por la burguesía, buscó en Italia una finalidad diferente que en Francia, donde buscaba un sostén popular, por lo tanto, el ensanchamiento de su base social que quiere perpetuar la exclusión de las clases subalternas de la vida política. Así, por el concepto de «transformismo», Gramsci estudió entre la hegemonía y la dictadura, el fenómeno, enseñando que el predominio de la sociedad civil sobre la sociedad política, se traducirá en un ensanchamiento de la base social de las clases dominantes, mientras que si hay utilización y predominio de la sociedad política, habrá dictadura y, de modo consiguiente, despojo y neutralización de las clases subalternas.

Con este artículo ponemos fin a la serie en la que hemos analizado las aportaciones teóricas de Gramsci a los conceptos más operativos que actúan en el campo político. Sólo nos queda, en un artículo de conclusiones políticas, analizar las consecuencias que tanto para el Partido Comunista de España, como para la propia Izquierda Unida, puede tener la adecuada aplicación de la estrategia que se deduce de las aportaciones teóricas de Antonio Gramsci al campo político de nuestra época.

 

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