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El Catoblepas, número 38, abril 2005
  El Catoblepasnúmero 38 • abril 2005 • página 21
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Gerardo Martínez Cristerna,
organizador de congresos pseudofilosóficos

José Manuel Rodríguez Pardo

Sobre la trayectoria de un ciudadano mejicano desde el 40 Congreso de Filósofos Jóvenes en Sevilla hasta su actualidad de organizador de sus propios congresos

Gerardo Martínez CristernaGerardo Martínez CristernaGerardo Martínez Cristerna

Ahora que acaba de concluir el 42 Congreso de Filósofos Jóvenes en Salamanca, dedicado al tema «Filosofía y cine», hemos decidido volver la vista atrás en el tiempo, en concreto a abril del año 2003, en el contexto del 40 Congreso de Filósofos Jóvenes celebrado en Sevilla con el rótulo «Religiones, mitos e ídolos». En aquella época nuestros amigos de la organización de Sevilla nos presentaron al director de la Fundación Cultural Hombre y Mundo, Gerardo Martínez Cristerna. En el contexto de aquel congreso, Gerardo Martínez presentó un libro suyo y aprovechó para comenzar a reclutar a varias de las personalidades de prestigio que intervenieron como conferenciantes en aquel congreso, de cara a sus proyectos aún en fase de realización, como veremos.

Para quien no conozca con detalle a este personaje, nos valdremos de la información que aparece en la web de la Fundación Hombre y Mundo para presentarle. Según esta información, Gerardo Martínez Cristerna nació el 11 de noviembre de 1942 en México, D. F. Es licenciado en Derecho por la UNAM y Postgrado en Derecho Fiscal. Ha sido apoderado jurídico de más de 200 empresas, así como asesor jurídico en varias dependencias oficiales y cámaras empresariales. Además, ha participado en la promoción, desarrollo y construcción de numerosos proyectos inmobiliarios y ha desarrollado la docencia en Derecho Constitucional, así como de la materia Garantía y Amparo en la UNAM Acatlán, figurando como ponente en diferentes foros internacionales. Finalmente, y «por sus experiencias obtenidas y respondiendo a una inquietud interna, Gerardo ha sido un buscador del conocimiento y estudioso de la disciplina social», lo que le ha llevado a publicar libros como Ojo Avizor, El Origen del Pensamiento (al que haremos referencia), La Conquista de un Tesoro, Lazos de Sangre, Un Resquicio de Luz, &c.

Respecto al libro El origen del pensamiento, publicado en la Editorial Cincel en Méjico (que no debe ser confundida con la editorial española del mismo nombre), una lectura nos ha permitido deducir que se trata de una obra de trasfondo espiritualista, donde se habla del origen de la vida en base a especulaciones metafísicas como el Big Bang, donde la acción de Dios ha sido sustituida por una supuesta Gran Razón [sic] que sería una suerte de artista que crea de la nada el mundo y, en base a su metafísica monista, anticipa lo que será el hombre, todo ello aderezado con una serie de referencias nominales a algunos autores de la tradición filosófica (Nietzsche, Schopenhauer, Gadamer), pero sin un análisis y crítica precisos de sus posiciones; por lo tanto, nos encontramos ante una obra de pseudofilosofía muy habitual en nuestras sociedades de consumo, que podemos adquirir igual que si se tratara de un libro de autoayuda para ser más felices. Adjuntamos algunos fragmentos de la Introducción del citado libro para comprobar que no tiene desperdicio:

«Sí a la Vida –con mayúsculas– como un principio cósmico. Vamos a conocer el origen del pensamiento y su historia. Para ello nos referiremos a la vida en general en la Tierra y en especial la que nos implica, la del ser humano. Y por eso he escogido la atinada frase de Nietzsche. Asimismo la vida no puede concebirse sin la Tierra en donde se ha manifestado, y que también ha de ser considerada como parte integral del Universo. El pensamiento del hombre ha definido al Universo como todo aquello que existe en el mundo material e inmaterial: lo que puede existir, de acuerdo con los estudios que ha divulgado la ciencia. Estamos hablando entonces de posibilidades muy vastas, cuya existencia data de 15 mil millones de años atrás. Algo que se encuentra fuera de nuestro horizonte, es decir, de nuestra posibilidad de conocimiento de manera natural, mas allá de nuestras posibilidades de comprensión.»

«El tema del arte ha sido tratado por la filosofía en muchos sentidos. Filósofos como Schopenhauer, Nietzsche, Heidegger y Gadamer, cada uno en su postura, se pronunciaron sobre el arte. Lo consideraron con frecuencia como la manifestación de la vida, pero dicha manifestación la explicaban dentro de un marco metafísico, es decir, era una concepción que estaba fuera de la Naturaleza (tan sólo una especulación). Para nosotros lo más evidente es que el arte es siempre un acto de creatividad continua, es movimiento. Y por ello en una redefinición del arte este es como el Universo, pues sigue los mismos principios. Y, viceversa, sugiero ver al Universo como arte. Ambos son manifestaciones de la vida en constante movimiento, cambio y expresión.»

«La Gran Razón dispone de ciertas condiciones específicas para manifestarse en su movimiento incesante. Es así que al estar la Tierra a una distancia específica del Sol, se le dotó de condiciones particulares que propiciaron la concurrencia de ciertos factores ambientales –el efecto invernadero que permitió el nacimiento de la vida y con ella nuestra existencia tras un largo camino evolutivo–; por ejemplo yo estuve influenciado para escribir, como la Tierra, por ciertas condicionantes, al ser el tercero de cinco hermanos. De la Gran Razón que generó la vida en este planeta ha seguido en forma natural la creación del pensamiento. El pensamiento del ser humano esta en consonancia con ella. A esto me referiré cuando hable de pensamiento natural.»

Así, este prolífico autor se ha embarcado, dos años después de que nuestros amigos sevillanos nos lo presentasen, en la organización del I Coloquio Internacional Hombre y Mundo (a celebrar los días 22 a 24 de abril de 2005), desde la Fundación Cultural Hombre y Mundo, institución «abierta a la reflexión y al dialogo, y que pretende fomentar y alentar el desarrollo cultural y social en México», y cuyo objetivo principal es desarrollar «eventos donde la objetividad científica, la independencia política y religiosa, y la calidad temática y de contenidos sean las pautas a seguir», como señala el programa que la Fundación incluye en su web.

La institución tiene previsto desarrollar los Congresos Hombre y Mundo anualmente, siendo el primer tema a tratar El futuro de la religión. Tema este muy importante a juicio de quien escribe estas líneas, pues afirma que «La religión es uno de los pilares que vertebran de una forma u otra a las distintas sociedades que cohabitan el planeta y juega un papel determinante en la vida de más del 90% de la población mundial. Estudiamos su pasado, vivimos su presente, pero como es natural, no conocemos su futuro. La reflexión sobre El Futuro de la Religión, nos genera automáticamente una serie de dudas: ¿Cuál es el papel que las sociedades, en su continua evolución otorgará a la religión en el futuro? ¿Cómo evolucionará el concepto de Religión en un mundo cada vez más globalizado? La fe, protagonista de la historia, motor de sociedades, impulsora del hombre en su conjunto, ¿Qué lugar ocupará en el futuro? ¿Cómo afectarán las respuestas a todas estas preguntas al hombre?»

Evidentemente, se puede hablar del pasado de las religiones (que no de «la Religión», como parece sugerir desde postulados monoteístas el texto), de cómo se originaron y qué base existe en ellas para lograr tal número de adherentes, se puede hablar de su presente en la Humanidad de los 6.000 millones, pero ¿cómo hablar de su futuro? Y sobre todo, ¿cómo determinar lo que es el futuro? Está claro que desde la perspectiva del Big Bang que colea tras la obra de Cristerna, el futuro bien podría tornarse oscuro, pues muchos de los que defienden estas teorías ya suponen que habría un final del Universo, un Big Crunch que acabaría por destruirlo todo, al igual que los cristianos suponen que Dios puede, por medio de su simple voluntad, destruir el mundo en cualquier momento.

Sin duda que existen más formas de conceptualizar qué cosa sea el futuro, pero quienes hablan del futuro y de su importancia en realidad están acometiendo una grave presunción: que en el fondo puede conocerse el futuro, pues desde las doctrinas que manejan creen tener la «ciencia media», la iluminación divina, frente a quienes, ignorantes de esos saberes, no estarían entre los elegidos que ellos son. En este caso, el monoteísmo camuflado de Gerardo Martínez Cristerna estaría olvidando otras religiones existentes (los residuos de religiones precolombinas en el propio Méjico, sin ir más lejos) que no serían monoteístas, salvo tras la acción proselitista de un sacerdote católico (o protestante, que aunque no sean ni mucho menos lo mismo ambos son monoteístas) que intenta probar cómo tras sus delirantes ritos late la creencia en el «Dios único y verdadero» (la presencia de Enrique Dussel en este congreso resulta muy reveladora al respecto de estos delirios «bendecidos» por la Iglesia católica).

Cuestiones doctrinales al margen, entre los conferenciantes, además de contar con el antiguo jesuita y anteriormente Teólogo (hoy «Filósofo») de la Liberación Enrique Dussel, hablando de su especialidad en el tema «El Futuro de la Religión desde la Filosofía de la Liberación», se encontrarán también el también exjesuita Manuel Fraijó, hablando de «La problemática del Islam; el fundamentalismo»; el embajador y escritor Gonzalo Puente Ojea, anteriormente autor de un Elogio del ateísmo, perspectiva atea desde la que afiló sus garras contra la supuesta creencia católica escondida en la asociación Nódulo materialista, todo ello en la polémica sobre el materialismo filosófico habida en los años 2002 y 2003 en El Catoblepas, y que hoy, tras el fallecimiento del Papa Juan Pablo II, se declara agnóstico, quizá porque en el fondo piensa, en sintonía con el señor Cristerna, que «algo hay allá arriba»; el teólogo Juan José Tamayo, hablando de «De la evolución de la religión al hoy», el escritor Fernando Sánchez Dragó, con el tema «Religión y religiones hoy. Mirada del ayer al hoy», el profesor de «filosofía moral» Javier Sádaba con el tema «Religión y Ética», así como el propio Gerardo Martínez Cristerna y el escritor y retórico José Antonio Marina, hablando de «Religión hoy; hombre y mundo».

Si contemplamos semejante plantel, nos daremos cuenta de la gran labor de captación de figuras prestigiosas realizada por Cristerna en el año 2003 en Sevilla, pues exceptuando, por supuesto, al profesor Gustavo Bueno Martínez, todos los invitados de prestigio a aquel congreso se encuentran entre los invitados a este I Coloquio Internacional Hombre y Mundo. No cabe duda que nuestros amigos sevillanos estaban en lo cierto respecto a la habilidad de este ciudadano mejicano para conseguir participantes en su congreso.

Como además las actividades de la Fundación Hombre y Mundo están «siempre respaldadas por figuras principales dentro del tejido empresarial mexicano», la sede del evento no podía ser minúscula, sino el Salón Gran Forum, situado en Cerro del Músico nº 22, Col. Campestre Churubusco, México D. F., y con aforo de 3.000 personas y numerosas prestaciones, tales como zonas de estacionamiento, servicio de guardarropa, personal de seguridad, circuito cerrado de video, zonas de comidas cercanas, &c. Físicamente está a diez minutos de Coyoacán y veinticinco minutos de la plaza del Zócalo Capitalino. Evidentemente, y como las bases del congreso señalan que «si la demanda de asistencia se aumentara procuraremos un sitio de mayor aforo», bastaría una cuota de inscripción no demasiado elevada (no sería necesario llegar a las cotas abusivas de un congreso de Medicina o de un congreso de Bioética falazmente asimilado a esta primera categoría) para que el negocio que pueda obtener Gerardo Cristerna por la organización de este congreso se prometa absolutamente redondo. Podría decirse que tras la nebulosa ideológica de la Gran Razón se encuentra una poderosa inteligencia capaz de lucrarse abundantemente con varios eventos anuales de estas características. (Al parecer Gerardo Martínez Cristerna también ha intervenido en un Congreso celebrado en Sevilla sobre el exilio español en Méjico, adornado con la presencia nada menos que del ex candidato presidencial mejicano Cuhatemoc Cárdenas.)

Después de ver toda la parafernalia que rodea a esta Fundación Hombre y Mundo y las especulaciones pseudofilosóficas que defiende este peculiar ciudadano mejicano, no parece normal que personajes del prestigio de Fernando Sánchez Dragó, José Antonio Marina, Gonzalo Puente Ojea (extraña sobremanera que alguien que fue ateo participe de estas especulaciones clericales camufladas de cientificidad) u otros puedan participar en este extraño evento y otorgarle beligerancia a una pseudofilosofía que, sin tantas pretensiones monetarias, no pasaría de ser un gracioso pasatiempo. Debemos por lo tanto finalizar este comentario planteándonos la siguiente duda: ¿sabrán realmente cómo se fraguó su presencia en este congreso filosófico los invitados, o en el fondo están sobre aviso y son partícipes voluntarios de este gran negocio en ciernes?

 

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