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El Catoblepas, número 27, abril 2004
  El Catoblepasnúmero 27 • mayo 2004 • página 6
Desde mi atalaya

Al recibir el nombramiento
de hijo adoptivo de la ciudad de Oviedo

José María Laso Prieto

El 7 de mayo de 2004 se celebró la ceremonia del nombramiento de Laso
como hijo adoptivo de Oviedo, presentado por Santiago Carrillo
y ante el alcalde Gabino de Lorenzo

José María Laso, Santiago Carrillo y Gabino de Lorenzo, el 7 de mayo de 2004, en el Salón Príncipe del Ayuntamiento de Oviedo

Señoras y Señores, Para mí es un motivo de satisfacción y orgullo el que haya sido nombrado hijo adoptivo de la ciudad de Oviedo por resolución unánime de los tres Grupos municipales que integran el actual Ayuntamiento de Oviedo. Es decir, del Grupo del Partido Popular, del Grupo AMSO-PSOE y del Grupo de Izquierda Unida que suscribieron la resolución unánime de mi nombramiento.

Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista de España entre 1960 y 1982, interviene en el nombramiento de Laso como hijo adoptivo de Oviedo También agradezco a mi ilustre presentador en este acto, don Santiago Carrillo Solares, la brillantez con la que ha realizado su cometido. También quiero agradecer a mi buen amigo y compañero, don Juan Fernández Ania, exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo, que fuese el primero en solicitar mi nombramiento como hijo adoptivo de Oviedo, en una carta que publicó en el diario ovetense La Nueva España. Asimismo agradezco vivamente al Excmo. Alcalde de Oviedo, don Gabino de Lorenzo, al que me une una ya veterana amistad, por la calurosa acogida con la que asumió tal propuesta. Ello es tanto más de agradecer debido, a que ya con anterioridad había resuelto dar mi nombre a la Biblioteca del Centro Cultural de Ventanielles en Oviedo, con motivo de la presentación de mis Memorias en Diciembre del año 2003 en el Salón Príncipe del Ayuntamiento de Oviedo en una sesión en la que también intervinieron don Gustavo Bueno Martínez, catedrático emérito de la Universidad de Oviedo, don José Carlos Fernández Rozas, catedrático de Derecho Internacional Privado de la Universidad Complutense de Madrid, y don Germán Ojeda, profesor titular de la Universidad de Oviedo. Tales buenos amigos, después de participar en la presentación de mis Memorias, tituladas De Bilbao a Oviedo, pasando por el Penal de Burgos, apoyaron después calurosamente la propuesta de mi nombramiento como hijo adoptivo de Oviedo.

Igualmente quiero agradecer a mi buen amigo don Antonio Masip Hidalgo, quien se adhirió a la propuesta de mi nombramiento de hijo adoptivo de Oviedo e, incluso, solicitó que tal petición figurase por escrito en el correspondiente expediente municipal. Asimismo agradezco su adhesión a la mencionada propuesta a don Alberto Hidalgo Tuñón, profesor de la Universidad de Oviedo, que acaba de ganar, en una brillante oposición, la cátedra de Historia de la Filosofía de la Universidad de La Coruña. También agradezco, por los mismos motivos, la adhesión de don Gustavo Bueno Sánchez, profesor titular de la Universidad de Oviedo. Asimismo agradezco su adhesión a la misma propuesta de don Vidal de Nicolás, presidente del Foro de Ermua, a Dª. Sabina de la Cruz, presidente de la Fundación Blas de Otero. De manera especial, quiero agradecer a mi gran amigo don Javier Batalla su dedicación infatigable a la obtención del nombramiento al que está dedicado este acto. Ya en 1998, Javier Batalla fue un entusiasta coordinador del homenaje que me rindió Tribuna Ciudadana de Oviedo. Igualmente quiero agradecer a don Fernando Fonseca, exdirectivo de Tribuna Ciudadana de Oviedo su apoyo para mi nombramiento actual. No quiero omitir mi agradecimiento a mis compañeros don Roberto Sánchez Ramos y don Celso Miranda que me prestaron su decidido apoyo a todo lo largo de la tramitación de este expediente de mi nombramiento como hijo adoptivo de Oviedo. También deseo agradecer el apoyo que debo a algunos compañeros anónimos y del magistrado don José Manuel Buján, así como al igualmente decidido apoyo de Don Francisco de Asís Fernández Junquera, coordinador de Izquierda Unida de Oviedo. Igualmente quiero agradecer a don Vicente Álvarez Areces, presidente del Principado de Asturias su adhesión a mi nombramiento, y a don Álvaro Cuesta, diputado al Congreso por Asturias, similar apoyo. Asimismo quiero agradecer a don Benjamín Rivaya, profesor titular de la Universidad de Oviedo con el que colaboro regularmente al conocimiento de la Teoría del Uso Alternativo del Derecho entre sus alumnos de la Facultad de Derecho, que me haya apoyado para el actual nombramiento. Tengo conocimiento de que, en su momento, mi nombramiento fue apoyado por otras personas cuya identidad desconozco. Por ello, aprovecho esta oportunidad para expresarles también mi sincero agradecimiento. Igualmente quiero agradecer al profesor Pablo Huerga Melcón su apoyo en este nombramiento así como la colaboración que he mantenido con él en la realización de algunas investigaciones científicas.

Santiago Carrillo, José María Laso, Gustavo Bueno y el alcalde Gabino de Lorenzo (del Partido Popular), el 7 de mayo de 2004, al descubrirse la placa que da el nombre de Laso a la Biblioteca Pública Municipal de Ventanielles, en Oviedo

Son múltiples las razones por las que, en su día, decidí integrarme definitivamente como ciudadano y vecino de Oviedo. De ellas he dado cuenta en algunos artículos que en su día publiqué en la prensa ovetense. Se trata del titulado «De Clarín al Oviedo real», publicado en el diario ovetense La Nueva España y el titulado «Mi vinculación cultural a Oviedo», publicado en la revista Oviedo Diario.

El 18 de noviembre de 1998, en el artículo publicado en La Nueva España, decía: «Los azares de la vida no siempre permiten lograr un conocimiento de la realidad que corporice la imagen que en nuestros sueños de adolescentes nos forjamos de determinados lugares. Me considero afortunado por haberlo logrado en muchos casos. En los últimos años lo he conseguido en muchos casos mediante diversos viajes; he podido contemplar los paisajes recorridos por diversos personajes de mis lecturas de adolescencia: la Siberia de Miguel Strogoff, descrita por Julio Verne, el Egipto de Sinuhé el egipcio, descrito por Milka Waltari, la Indonesia de Sandokán que refleja Emilio Salgari, la Samarcanda y el desierto de Gobi, descritos por Marco Polo, y otros muchos lugares narrados por Julio Verne en un libro que me fascinó desde la niñez, titulado Historia de los grandes viajes y de los grandes viajeros. Sin embargo, ahora no voy a tratar de los viajes a países lejanos sino a algo que me es muy cercano: Oviedo-Vetusta, y lo escribo así doblemente en función de que, en mi mente, se mezclan y entrecruzan ambos nombres, como consecuencia de lecturas, precisiones e informaciones.

En mi niñez fui muy precoz y afortunado, por haber dispuesto de una buena Biblioteca, no expurgada ni censurada, en una época en la que las grandes obras literarias españolas o extranjeras habían dejado de ser accesibles al ciudadano medio. Gracias a ello, La Regenta fue una de mis primeras lecturas, y aunque la he vuelto a leer en mi madurez, predomina en mi imaginación la primera imagen creada por Clarín. Muy lejos estaba yo entonces de suponer que unas décadas después iba yo a pasear por sus calles y a residir, durante cuatro años, en una pensión situada en la plaza de la Catedral de Oviedo, lugar clariniano por excelencia. Algo más tarde, la lectura de la novela Tigre Juan me proporcionó nuevas impresiones e imágenes de la ciudad de Oviedo en mi todavía mente virgen adolescente. En ella, Los Pilares, de Pérez de Ayala, estaba armónicamente unida a la Vetusta de Clarín.

Tuve nuevas referencias de Oviedo, con motivo de la guerra civil española. Todavía muy niño, en los diarios bilbaínos El Liberal y Euskadi, conocí los avatares del cerco de Oviedo. Tengo un recuerdo muy vivo de las informaciones que constantemente llegaban sobre los combates en el Escamplero, cuando las fuerzas republicanas intentaron estrangular el corredor que unía a Oviedo con el resto de la zona franquista. En tan duros combates, participaron varios batallones vascos y allí cayó el comandante Saseta, a cuyo entierro asistí de niño en Bilbao y que constituyó una auténtica manifestación popular de duelo.

Después se interrumpieron mis impresiones literarias y bélicas sobre Oviedo y no se reanudaron hasta que, en la década del 50, tuve la oportunidad de leer la novela Nosotros los Rivero, de Dolores Medio, que enlazaba muy bien con dicha temática, ya que sirvió para completar mi visión anterior de Oviedo. Adquirí así conciencia de la contraposición entre la ciudad comercial y burguesa –no sólo sociológicamente sino culturalmente burguesa– y las proletarias comarcas de las cuencas mineras.

Cuando salí en libertad del Penal de Burgos, en 1963, regresé a mi Bilbao natal y comencé a acercarme geográficamente a Oviedo. En sucesivos viajes a Santander, Torrelavega, Cabezón de la Sal, y otras localidades cántabras, Oviedo aparecía siempre, en los indicadores de carreteras, como el lugar situado más adelante pero también como inalcanzable... de momento. Por fin, por un aparente azar de la vida, tuve la oportunidad de poder residir en Oviedo. Oportunidad que me proporcionó una empresa comercial, cuando me ofreció dirigir su Delegación en Oviedo. Acepté la oferta, aunque la condicioné a una decisión posterior definitiva, según el grado de aceptación que alcanzase en la vida cultural ovetense.

Actividad Cultural en Oviedo

Mi integración en Oviedo, fue tan fácil como la que habitualmente logran los asturianos en el País Vasco. A esa integración contribuyó mucho mi vocación cultural. Pronto percibí que era mucho más diversificada e interesante la actividad cultural en Asturias que la que se podía realizar en Euskadi... En el País Vasco, el nacionalismo radical había provocado una ola de irracionalismo que distorsionaba totalmente la actividad cultural. En Asturias, por el contrario, en la década del 60, se había desarrollado un movimiento cultural nucleado en torno a la clase obrera que, a través de las asociaciones culturales del Nalón, Mieres, Gijón, Avilés &c., que asumía una concepción cultural racional y progresista. Desde 1969, comencé a participar en las actividades culturales de tales asociaciones, bien sea como conferenciante, o como activo participante en sus debates y coloquios. Ello hizo que pronto adoptase la decisión de permanecer definitivamente en Asturias, y en ese sentido, el peso de Oviedo-Vetusta fue decisivo. Fundamentalmente, en función de mi actividad en el Club Cultural de Oviedo y de mi posterior ingreso en la Universidad de Oviedo.

En ese sentido, el Club Cultural de Oviedo, protegido un poco de las iras de Claudio Ramos por la respetabilidad que proporcionaba la presencia en su Presidencia de don Luis Sela, era entonces un potente centro emisor de los valores de cultura y política democráticas. Allí tuve oportunidad de conocer y de colaborar con figuras relevantes de ambos campos, como los profesores Gustavo Bueno Martínez, David Ruiz, Francisco Alonso Mori y Manuel Julivert. Sería interesante que se publicase un balance completo de la relevante actividad cultural y política que, durante una década, se desarrolló en la sede de tal Club Cultural, sita en el nº 9 de la calle Palacio Valdés de Oviedo. También de las conferencias que se prohibieron al Club Cultural de Oviedo, como las de los profesores Tierno Galván y Ruiz Giménez que, oportunamente, fueron sustituidas por cenas y coloquios semiclandestinos.

Por entonces, ingresé también en la Universidad de Oviedo, donde después me licencié en Derecho. Recuerdo con agradecimiento y cariño a excelentes profesores, como don Julio González Campos, don Gerardo Turiel, don Carlos Prieto, don Elías Díaz, don Vicente Montes, don José Carlos Fernández Rozas, don Luis Ignacio Sánchez, don Manuel B. Álvarez y otros muchos que no dispongo de espacio para mencionar. De ellos recibí excelentes enseñanzas académicas y, en reciprocidad, también contribuí a su desarrollo político. Fue muy útil un Seminario Interdisciplinar de varios Departamentos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo, cuya secretaría oportunamente desempeñé.

En otro plano, también fue muy útil mi actividad universitaria, para poder participar, como colaborador, en el equipo docente del profesor Gustavo Bueno Martínez y en el Consejo de Redacción de la prestigiosa revista El Basilisco, editada por tal equipo dirigido por el profesor Gustavo Bueno Martínez. Como consecuencia de ello, me integré en la denominada «Escuela de Filosofía de Oviedo» y comencé a participar en la organización de los Congresos de Filósofos Jóvenes y más tarde en los Congresos de Teoría y Metodología de la Ciencia organizados por la Sociedad Asturiana de Filosofía (SAF). Asimismo participé en la organización del XII Congreso de Filósofos Jóvenes, que se celebró en Oviedo en 1975, y en el que fui elegido vicepresidente del de Cádiz (1976) y presidente del de Barcelona, celebrado en 1977. De este núcleo docente, conocido como «Escuela de Oviedo», surgió la realización de cuatro Congresos de Teoría y Metodología de la Ciencia, realizados alternativamente en Oviedo y Gijón, a cuya comisión organizadora me honro en haber pertenecido. De mi integración en Oviedo, se ha derivado mi prolongada colaboración y estrecha amistad con ese singular personaje tan fecundo en actividades culturales que es don Juan Benito Argüelles y de su igualmente activa esposa doña Lola Fernández Lucio, ya que ambos fueron pioneros en la fundación de la prestigiosa entidad cultural Tribuna Ciudadana de Oviedo. Con Juan Benito Argüelles participé también en la organización de las denominadas «Cenas de El Fontán» –que se desarrollaban en el Restaurante Aller, de la calle Magdalena de Oviedo (y que se constituyeron en condiciones difíciles de semiclandestinidad)– suponiendo en ese sentido un interesante antecedente de lo que iba a formar la hoy muy prestigiosa Tribuna Ciudadana de Oviedo. Las Cenas de el Fontán, desempeñaron incluso una cierta función en la futura creación de la Junta Democrática de Oviedo. Oviedo-Vetusta, ya no es la tradicional ciudad de familias –sobre la cual ironizaba con frecuencia el profesor Julio González Campos– ni siquiera es sólo la ciudad de la Extensión Universitaria de los ilustres institucionalistas, o la ciudad donde el padre Feijoo escribió sobre el Gran Teatro del Mundo.

Oviedo-Vetusta es también una ciudad prestigiada, fuera de nuestra región, por la extraordinaria actividad cultural realizada por medio de Tribuna Ciudadana. Como con frecuencia se ignora lo que es propio, conviene no ignorar que son innumerables las personalidades que, en las más diversas facetas del arte, la literatura, la filosofía, la política, y las diferentes ciencias, que habiendo participado en las actividades de nuestra Tribuna Ciudadana, la consideran la más relevante de las sociedades culturales existentes en el territorio español... Sin incurrir en triunfalismos que podrían considerarse ridículos, esa impresión produce el estudio de las actividades de Tribuna Ciudadana, desde su fundación en 1980. De ahí los grandes elogios que le dirigió un hombre tan ponderado como el filósofo Mario Bunge. Por otra parte, en un artículo titulado. Mi vinculación cultural a Oviedo que me publicaron en la revista Oviedo Diario, de 15 de marzo del año 2003, resumí mi actividad en el campo cultural ovetense y completé algunos datos que no figuraban inicialmente. Así, por ejemplo, agregaba: «Otra importante consecuencia de mi actividad en el Club Cultural de Oviedo fue la posibilidad de desarrollar una serie de conferencias sobre filosofía, en el salón de actos del Hospital Central de Asturias. Las conferencias estaban dirigidas conjuntamente a los médicos del Hospital Central y del Hospital Psiquiátrico Provincial. Las conferencias las desarrollé todos los lunes a partir de las onces de la noche y contaron con una asistencia media de un centenar de médicos y duraron varios meses. Una peculiaridad de tales sesiones filosóficas, fue el hecho de que acudían a las mismas varios médicos que estaban de guardia en aquel momento, por lo que iban vestidos con la bata blanca profesional y provistos de «buscas» que sonaban cuando se producía una situación de urgencia. A los asistentes a mis conferencias, les presté varios libros de temática filosófica. Algunos de ellos, como La ciencia griega de Benjamín Farrington, se perdieron, pero ello puede considerarse como un mal menor ya que, de haberse filtrado su contenido, habrían sido consideradas las conferencias como «subversivas», al igual que entonces sucedía con los Congresos de Filósofos Jóvenes.

El artículo titulado «Mi vinculación cultural a Oviedo» termina con el siguiente párrafo: «Tribuna Ciudadana de Oviedo, fundada en 1980, ha rebasado los veinte años de actividad cultural ininterrumpida. Por su foro, han pasado las más importantes figuras de la literatura, el arte, la política, las ciencias, &c. Seguramente no existe en España una entidad cultural provinciana (como dicen algunos elitistas) semejante. En Tribuna Ciudadana de Oviedo hice de todo. Durante varios años, desde grabar magnetofónicamente las conferencias, a presentar a muchos conferenciantes y acompañarles a ruedas de prensa y a las entrevistas que se les hacían en radio y televisión. También he sido participante muy activo en debates y coloquios. Como consecuencia de todo ello, fui homenajeado por Tribuna Ciudadana en abril de 1998, incluida la edición de dos libros. Uno de ellos con 35 artículos míos publicados en la prensa asturiana, prologados por el profesor Gustavo Bueno y otro con la opinión sobre mí de veinte personajes contemporáneos. Durante la mayor parte de tales actividades fui vicepresidente efectivo de Tribuna Ciudadana y actualmente soy vicepresidente honorario. Por iguales razones, se me ha honrado con una insignia de oro de esta entidad cultural, al igual que se ha otorgado tal insignia a mis buenos amigos Juan Benito Argüelles y Lola Fernández Lucio, autores de la iniciativa de fundar a Tribuna Ciudadana de Oviedo.

Mi vinculación cultural a Oviedo, ha sido también reconocida por diversas personas que han tenido la oportunidad de conocerla. Así, por ejemplo, el destacado escritor, ya fallecido, Manuel Vázquez Montalbán. Este prestigioso literato, publicó en la revista Vivir en Oviedo, del número correspondiente al 7 de febrero de 1996, un texto titulado «Toda ciudad importante merece un ideario» en el que decía: «y yo lo constituyo a Oviedo, la estampa del comandantín avanzando a caballo al encuentro de la burguesía con despensa y llave el ropero, superviviente inmisericorde del retrato de la Regenta, mientras los topos de Acevedo le daban a la dinamita a la espera de que la modernidad lo solucionara todo: Laso intenta convertir a Gramsci en hijo adoptivo de Oviedo. Sharon Stone cruza las piernas sentada sobre los escalones del Naranco y las multinacionales llenan Asturias de fábricas, robóticas a prueba de bombas de neutrones. Sin obreros.»

Después de este imaginario colectivo, conviene tener igualmente en cuenta, cómo consideran mi vinculación a Oviedo algunas personalidades individuales. Así por ejemplo, don Vidal de Nicolás, presidente del Foro de Ermua, decía en su texto «José María Laso, el amigo», entre otras consideraciones sobre mi persona, en un libro que Tribuna Ciudadana de Oviedo editó con motivo del homenaje que me rindió en abril de 1998: «Un día perdimos a mi amigo José María y se lo encontraron en Oviedo. Fue a esa ciudad a estudiar leyes y allí se quedó porque encontró un ambiente propicio para sus inquietudes intelectuales... Cada vez que venía a Bilbao, nos hablaba de sus colaboraciones en la prensa ovetense y en revistas de ámbito nacional; nos hablaba también de esa Tribuna Ciudadana, de ese lugar de encuentro que tanto honra a la capital asturiana y así nos dimos cuenta de que, yo por lo menos me di cuenta, de que Laso estaba enamorado de esta ciudad que tan amorosamente nos describiera Clarín en La Regenta. Ahora, cuando he sabido que se va a hacer un homenaje a nuestro amigo José María Laso en Oviedo, he querido aprovechar la ocasión para rendirle yo también, a José María Laso y a la ciudad que, como me ocurriera en su día, también me enamoró a mí cuando la conocí.»

Por otra parte, en mis Memorias, tituladas De Bilbao a Oviedo, pasando por el Penal de Burgos, expongo que me considero honrado por la vinculación que el actual alcalde de Oviedo establece entre la ciudad de Oviedo y mi persona. Así, en un párrafo de las citadas Memorias, yo decía: «Quiero hacer un inciso para tratar un poco más de don Gabino de Lorenzo. Tanto como alcalde, como personalmente, don Gabino de Lorenzo ha valorado siempre mucho mi contribución al desarrollo de la cultura en Oviedo.» Incluso en la dedicatoria que en un libro sobre Oviedo que me regaló, me calificaba de «ciudadano ilustre que contribuyó mucho a enaltecer la ciudad.» Posteriormente, en el acto de presentación de mis Memorias, celebrado en el salón Príncipe del Ayuntamiento de Oviedo, don Gabino de Lorenzo reiteró tales elogios, al conceder mi nombre a la Biblioteca del Centro Social de Ventanielles. Y al aceptar la petición de diversas personalidades de que fuese nombrado hijo adoptivo de Oviedo.

Uno de los testimonios individuales más emotivos que he recibido por mi vinculación entrañable a Oviedo, lo sintetizó muy bien el escritor don Ricardo Labra, exdirectivo de Tribuna Ciudadana, en un artículo titulado «La roca», publicado en el diario La Nueva España de Oviedo. En tal artículo, se decía, en uno de sus párrafos: «José María Laso es una roca de las más altas y sólidas que existen en Oviedo. Su materia constitutiva es producto de múltiples tensiones, en las que sobrevivir con dignidad resulta propio de titanes. Humilde y sencillo, aunque se complazca como un niño en el halago, en José María Laso residen, con gran pureza, los últimos resortes, de este siglo que ya nos saca su pañuelo de despedida. Laso es un archivo viviente, una biblioteca itinerante, una lección de historia, que se resiste a escribir su historia, una memoria de nuestra memoria, destinada a restablecer la verdad de izquierda a derecha. Laso es Oviedo y es el mundo. Todo ser humano es una suma y una totalidad. Cuando Laso viaja, Oviedo se ensancha con él, cuando regresa, sus calles vuelven a recuperar su fisonomía. José María Laso muestra su contento estos días, se siente espejo y mirada, razón y sueño. Tribuna Ciudadana y su querida, por destino y vocación, ciudad, le van a dedicar un merecido homenaje. La fecha elegida es el 24 de abril. A mí me consta que ha sido el azar el que lo ha determinado, eso sí, no sin cierta reticencia lógica, tratándose de Laso. No le faltará al homenajeado un ramo de claveles rojos, su color ideológico. Todos seremos más altos ese día, y Oviedo se elevará sobre una roca.»

Termino reiterando que me siento muy honrado por el título de hijo adoptivo de esta ciudad de Oviedo que me ha concedido su Ayuntamiento, y que de nuevo repito mi agradecimiento a todos los ovetenses y demás amigos que han contribuido a tan honroso nombramiento. Muchas gracias a todos por vuestra asistencia y atención. Agradecimiento que hago también extensivo a don Enrique Fernández, Jefe de Protocolo de Ayuntamiento de Oviedo, por su eficiente contribución a la realización de este acto.

 

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