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El Catoblepas, número 23, enero 2004
  El Catoblepasnúmero 23 • enero 2004 • página 9
Filosofía legal en bachillerato español

Filosofía «legal» en el Bachillerato

Julián Arroyo Pomeda

Julián Arroyo presenta una sección de El Catoblepas donde se analizará
el lugar de la Filosofía en el Bachillerato español de las últimas décadas

La ampliación de la enseñanza obligatoria hasta los 16 años inicia una línea de trabajo hacia mayores cotas de igualdad y viene demandada por la propia sociedad. La contrapartida es el exiguo horizonte que deja para la sustantividad del bachillerato. Por eso, una materia como la filosofía, ubicada siempre en el ciclo del bachillerato, puede encontrarse en una situación desesperada. El profesorado de filosofía percibió enseguida el grave problema de la alternativa que se le presentaba: luchar por el espacio del bachillerato, con su sentido formativo y cultural o unirse al ámbito de la obligatoriedad, cediendo en sus legítimos planteamientos. Esto se hizo especialmente palmario en la década de los 80, donde las posiciones llegaron a enconarse. La cuña podría venir integrando la filosofía en la perspectiva más amplia de las Humanidades. De este modo podría jugarse la penúltima salva a favor de la presencia de la filosofía en la Secundaria.

La asignatura de filosofía en el Bachillerato español ha gozado siempre de consideración, por ser una materia formativa, incluso, a veces, concebida como vertebradora de ese nivel educativo. Puede decirse que la filosofía ha estado situada entre las materias del tronco común, junto con Lengua y Literatura, Matemáticas e Historia, entre otras.

De otra parte, la filosofía ha sido generalmente un curso introductorio, que justificaba su presencia por impulsar actitudes reflexivas y críticas en los estudiantes, contribuyendo así a un tipo de formación abierta y no dogmática.

Lo que se propone esta sección es reconstruir las vicisitudes por las que ha ido pasando la filosofía, cuyas expresiones se manifiestan a través de las distintas leyes promulgadas desde los últimos treinta años del siglo XX hasta los primeros del siglo XXI. Se trata, pues, de analizar su situación «legal», es decir, tal y como se recoge en las tres últimas leyes que ordenan nuestro sistema educativo. Con ello se reconstruirá la historia relativamente reciente de la filosofía en el bachillerato para que se pueda ver la evolución interna de los planteamientos de la materia.

Las tres leyes a tener en cuenta son la Ley General de Educación y financiación de la Reforma educativa, técnicamente Ley 14/1970, de 4 de agosto (en adelante LGE). Fue elaborada siendo ministro de Educación José Luis Villar Palasí. Estando todavía sus promotores dentro del marco de la Dictadura, en la práctica extinguió el modelo educativo nacido después de la Guerra Civil, pero encontró problemas para su desarrollo precisamente por la situación política vigente.

La siguiente ordenación es la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), que contó entre sus protagonistas con los ministros José María Maravall Herrero, Javier Solana Madariaga y Alfredo Pérez Rubalcaba. Tuvo una larga gestación, comenzando las experiencias de Reforma en 1983, con un diagnóstico de los problemas e insuficiencias educativas; siguió el proyecto del Ministerio, con la propuesta de debate y concluyó con la propuesta definitiva, recogida en el Libro Blanco para la Reforma del Sistema Educativo. Transcurrió aproximadamente una década hasta la culminación del proceso reformador en la publicación de la LOGSE, en octubre de 1900. Si parece un proceso demasiado largo, ya explicaba el Preámbulo que la norma legal es un mero instrumento que no transforma la realidad por sí mismo. Por eso «la reforma habrá de ser un proceso continuo, una permanente puesta en práctica».{1}

La más reciente norma legal es la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE), cuyo primer esbozo comenzó siendo ministra de Educación Esperanza Aguirre y que se tradujo en un absoluto fracaso. Posteriormente retomó la idea la ministra Pilar del Castillo, que logró ver publicada la ley en un par de años, en diciembre de 2002. Actualmente esta es ley que rige el sistema educativo español.

Aquí trataremos de reconstruir la serie de hitos educativos que forman ya parte de nuestra historia. El horizonte del análisis es de algo más de tres décadas, desde el año 1970 a 2002. A partir de aquí se van publicando los decretos de desarrollo. Se intentará igualmente ofrecer entrevistas con alguno de los protagonistas de la concepción de la filosofía y de los planteamientos expuestos en los respectivos programas, que después se plasmarían en los correspondientes decretos

El arriesgado rescate de la filosofía

«La filosofía siempre llega demasiado tarde. En cuanto pensamiento del mundo, aparece en el tiempo sólo después de que la realidad ha consumado su proceso de formación y se halla ya lista y terminada... Cuando la filosofía pinta con sus tonos grises, ya ha envejecido una figura de la vida que sus penumbras no pueden rejuvenecer, sino sólo conocer; el búho de Minerva sólo alza su vuelo en el ocaso.»{2}

Como no podía ser menos, Hegel sigue estando en lo cierto: llegamos también ahora tarde a la reconstrucción y análisis de los planteamientos de la filosofía en el pasado cuarto de siglo. En este intervalo hemos transcurrido por los tres parámetros siguientes: una Ley General de Educación del 70, la más próxima Ley Orgánica de Ordenación del Sistema Educativo (LOGSE), del 90, y la reciente Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE), de finales de 2002. Los intervalos temporales, en que prolongan su validez, se van reduciendo considerablemente, si consideramos estas tres leyes citadas. Sin embargo, no querríamos hacer el análisis demasiado tarde, por eso lo emprendemos ahora.

Tampoco es necesario remontarse muy atrás, ya que disponemos de una investigación relativamente reciente, elaborada por Alberto Hidalgo para la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), que describe detalladamente los enfoques de la filosofía en la Enseñanza Media a lo largo de los siglos XIX y XX.{3} Su tesis es que existe un nexo entre Enseñanza Media y Filosofía, de tal manera que la reducción del Bachillerato arrastrará también la posibilidad de la enseñanza de la filosofía. La conclusión de su trabajo vuelve a insistir en que la filosofía quedó asociada a los últimos cursos del Bachillerato, según nos enseña la historia de los dos siglos recientes.{4} Hidalgo está en la razón, ya que cuando su trabajo veía la luz el desánimo del profesorado de filosofía de Educación Secundaria se había resignado prácticamente a enterrar a la «vieja dama», que, de hecho, quedaba relegada a ser enseñada en un solo curso, el primero de bachillerato, y sin solución de continuidad ni por detrás ni por delante. Adiós a la filosofía, pues, su extinción era un hecho.

1. Una situación desesperada

Sin embargo, el profesorado de filosofía no se resignaba a aceptar la situación, mientras pensaba e insistía, como rezaba una de las pancartas del año 95 en una de nuestras universidades. En los dos últimos años de la administración socialista, 94 y 95, irrumpió la presencia de los filósofos en todos los foros y cátedras de las universidades, periódicos y revistas, cadenas de radio y hasta la misma calle con diferentes manifestaciones. La Sociedad Española de Profesores de Filosofía (SEPFi) nunca se dio por vencida, aunque era muy consciente de su escaso peso en la consideración del Ministerio de Educación. Semejante tratamiento sorprendía tanto más cuanto que la Sociedad había actuado de un modo prudente en el debate de la Reforma, que en su IV Congreso –celebrado en febrero de 1988– la consideraba como «un marco para la enseñanza de la filosofía»,{5} según el rótulo del tríptico que lo convocaba. Entonces, en una extensión de algo más de 300 páginas de su Revista, se enviaba al Secretario General de Educación, Alfredo Pérez Rubalcaba, la totalidad de las ponencias y análisis de una muy importante representación del profesorado de filosofía de todo el Estado. En síntesis, el profesorado pedía que se incluyera la Filosofía práctica en la Secundaria Obligatoria, que se estableciera como obligatoria una Introducción a la filosofía en la Enseñanza Post-obligatoria, «dejando más abierta la concreción de una Historia de la Filosofía».{6} Considerando esta valoración quince años después, me confirmo en la prudencia que guiaba al colectivo de profesores de la SEPFi en las actuaciones de aquellos momentos.

Un año después –finales de 1989– las ambiciones eran todavía mayores. En efecto, para preparar el debate sobre el Diseño de la filosofía la SEPFi reunió en Alcalá de Henares, los días 15 y 16 de diciembre, a un equipo de diecisiete profesores del Estado, con el objeto de elaborar un documento que sirviera de guía provisional para las discusiones del colectivo de profesores de filosofía de Institutos. Lo esencial de las propuestas se puede resumir en lo siguiente:

«La filosofía en la enseñanza secundaria obligatoria (E.S.O.).
La filosofía debe estar presente en la E.S.O. como filosofía práctica (ética o cualquiera que sea su nombre)...
La filosofía en la Secundaria Postobligatoria.
1. Las materias filosóficas han de estar presentes en los dos cursos del Bachillerato con la denominación de Filosofía.
2. Hay que exigir para la filosofía el mismo rango, en todos los aspectos, que el resto de las materias curriculares. Más precisamente:
a) Deberá ser común para todos los alumnos, como materia troncal (Filosofía I).
b) Estará en cada una de las Modalidades de los bachilleratos, como materia específica (Filosofía II).
c) Se ofertará también en cada uno de los bachilleratos, como materia de libre elección (Filosofía III)
3. En cuanto Filosofía I (Troncal) debe incluir los siguientes requisitos:
a) Coherencia y articulación suficiente, junto a la necesaria flexibilidad, que permita su diseño curricular abierto para que la práctica docente pueda determinar la selección temática.
b) Tal articulación podría organizarse en torno a los ámbitos de la realidad (natural, sociocultural, humana, estética, &c.), los problemas fundamentales del sujeto (conocimiento, deber, trascendencia, subjetividad, &c.), el lenguaje, la racionalidad o el enfoque ilustrado de las preguntas clásicas kantianas.
4. Como Filosofía II (Modalidades) se propone alguna de las siguientes:
a) Profundización en los problemas de Filosofía I (sin excluir la incorporación y el tratamiento de otros nuevos en función de la modalidad específica), acudiendo a los textos filosóficos como soporte imprescindible.
b) Tratamiento histórico de la Filosofía en sus diferentes variantes (culturales, ideológicas o de sistemas).
5. Como Filosofía III (Elección) puede ofrecerse una disciplina filosófica para su posible elección (Filosofía de la Técnica, Historia del pensamiento, Filosofía de la Ciencia, Historia de la Filosofía y de la Ciencia, Filosofía Política, Estética, &c.).
6. Finalmente, al estudiante le son necesarios unos conocimientos previos de Psicología y Sociología para poder entender el discurso filosófico.»{7}

Todo esto se vino al traste en los años 91-92, confirmándose el desánimo cuando llegó la noticia de que la materia de filosofía del único curso común podría tener 70 horas semanales. Esto resultaba muy irritante, sobre todo después de que el Secretario de Estado de Educación contestara al envío de las conclusiones del Congreso asegurando que «nos serán de extrema utilidad para redactar el futuro Diseño». Se habló del intento de amaestrar a las futuras generaciones desde el reformismo ministerial, dado que se negaba el pan y la sal a la racionalidad crítica. Era preciso rechazar tales planteamientos, que ciertamente no parecían estar en las declaraciones teóricas de libros blancos, diseños, conclusiones, debates y otras declaraciones. Claro que entre las declaraciones y su regulación había sólo un paso, pero abismal.

Todavía en noviembre de 1994, El País sacaba un suelto breve en el que aparecía como titular que «los filósofos negocian con el ministerio», refiriéndose a la reunión celebrada con el entonces director general de Ordenación Académica. Negociar era un término muy retórico, pues sólo hubo una simple conversación, en la que se pedía independizar la Ética de las Ciencias Sociales y la posibilidad de incluir la filosofía en la Selectividad, igual que su presencia en todos los itinerarios del Bachillerato de Humanidades. Quedaron entonces en estudiar fórmulas para resolver estos asuntos.

Fueron dos años de «guerra» en favor de la filosofía con encierros, debates y protestas de profesores y estudiantes de filosofía en todas las universidades. El desacuerdo con el Ministerio era ya una evidencia y hasta muchos profesores de Universidad reaccionaron para unirse a la polémica, al ver que peligraba el futuro de las enseñanzas filosóficas. No eran pocos los profesionales que pedían un bachillerato de tres años, «sin quitar nada a la Secundaria Obligatoria», escribía con toda prudencia el entonces decano de filosofía de la Complutense, Manuel Maceiras, en aquellos años. Con esto volvemos de nuevo a la tesis de Hidalgo, cuya idea está incluida también en los artículos periodísticos de Álvaro Pombo, quien decía que la filosofía «es la disciplina radical de la enseñanza media».{8} Claro, pero tenemos que ir dejando los anteriores presupuestos, porque nuestro sistema educativo ya no incorpora la Enseñanza Media, sino la Secundaria y este matiz es fundamental para poder entender el debate.

La iniciativa del encierro en la Facultad de Filosofía de la Complutense partió de la SEPFi, del grupo Pro-Filosofía y de Ad Hoc, en colaboración estrecha con el decano. Nos resultó muy sorprendente la capacidad de convocatoria, porque en aquella larga noche nos encontramos con colegas de Literatura, Ciencias Naturales, Física, &c., además de poetas, cantautores, periodistas y alguna cadena de televisión. Todos ellos contribuyeron con su presencia e incluso actuaciones para que la sensibilidad y la conciencia la sociedad se actualizara. Alguna personalidad del Ministerio reconocía en privado que se había tratado mal a la filosofía, aunque huyeron hacia adelante, publicando que los filósofos impartirían más horas con la LOGSE, lo que era una manifiesta falsedad.

Desde luego, la cuestión de las horas no era el problema, ni mucho menos. Lo importante es comprender que sin filosofía no se puede vivir, como escribió Ortega, aunque a mí me parece que tampoco sin ciencia. Entonces reivindicábamos también a algún autor como Galileo, Newton, Einstein (para que no digan, sonreía alguno), pero creo que hay que vincular mucho más la filosofía a la ciencia. Puede que se dé por hecho, pero considero que fue una ocasión perdida en esta necesaria conexión.

2. Refuerzo de las Humanidades: a favor de la filosofía

Para terminar estas referencias, que pueden contextualizar mejor el tema, todavía continuaba la insistencia con la recién estrenada administración popular y, cuando todo parecía definitivamente perdido, un cierto clinamen en los diagnósticos más pesimistas alumbró alguna ráfaga de luz a partir del Informe de Ortega y Díaz Ambrona sobre el refuerzo de las Humanidades. Una publicación de 1997 lanzaba el titular del último «golpe» de Esperanza para informar de que antes de finalizar el año la ministra Aguirre presentaría el proyecto de ampliación de la filosofía en el bachillerato. En ello estaba entonces una Comisión de Expertos de Filosofía, que trabajaba en la preparación de un dictamen para dar la presencia exacta a la filosofía en el sistema educativo. Presidía Helio Carpintero y hacía de secretario Manuel Sánchez-Cuesta, además de Luis María Cifuentes y Miguel García-Baró. De estos cuatro expertos, dos eran profesores de la Universidad Complutense y otros dos de Instituto. Los cambios propuestos y prácticamente aceptados consistían en suprimir un epígrafe de la Ética de cuarto, el de la Religión como hecho individual y social, aumentando la carga horaria con una sesión más, añadir en Filosofía de primero de Bachillerato un quinto epígrafe, la realidad, y establecer la Historia de la Filosofía en segundo de Bachillerato como obligatoria para todas sus ramas. En ésta última proponían la lectura obligatoria de una obra de Platón, Kant, Ortega o Freud. En cuanto a los textos, dejaba en libertad para que los seleccionara el profesorado.

Por las mismas fechas se celebraba una reunión de Decanos de Filosofía de las Universidades del Estado, Directores de Departamentos de las Facultades de Filosofía, Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y representantes de Asociaciones de Profesores de Educación Secundaria, a la que asistía Eugenio Nasarre, que se mostró muy favorable a las reivindicaciones. Al final, redactan el siguiente Comunicado, que por su interés transcribo literalmente.{9}

C O M U N I C A D O
1. Ante el debate público y político sobre el «Plan de Mejora de las Humanidades», presentado por el Ministerio de Educación y Cultura, los Decanos y Directores de Departamentos de las Facultades de Filosofía del Estado español, del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.), así como representantes de Asociaciones de Profesores de Enseñanza Secundaria, estiman y manifiestan que la discusión y decisión sobre las formas y contenidos de la Enseñanza y su Reforma tiene un alcance y unos efectos a largo plazo sobre la sociedad y el tejido cultural que requieren consideraciones no sólo basadas en las urgencias que impone el legítimo debate partidario y democrático. La decisión sobre el modelo y los contenidos de la Enseñanza obligatoria y el Bachillerato y, en concreto, sobre el lugar de las Humanidades en él, puede, por ello, sufrir y verse distorsionado si se contempla al margen del más amplio debate de la opinión civil ilustrada. Estiman, por eso, que las decisiones sobre el lugar de la Filosofía en la Enseñanza Secundaria afectan a la médula de moderna ciudadanía democrática y que, por lo tanto, deben ser contempladas con la dimensión, la seriedad y la imparcialidad que comportan.
2. Se ratifican, en consecuencia, en el acuerdo de 25 de noviembre de 1994, por el que se constituyeron en Comisión de trabajo para colaborar con Instituciones, profesores y alumnos para contribuir a la defensa de la investigación y de la enseñanza de la Filosofía y de las Humanidades en los diversos niveles del Sistema Educativo.
3. Insisten en el carácter formativo de las materias filosóficas. Consideran que sin el conocimiento de figuras de la Historia de la Filosofía como Aristóteles, Kant o Newton, difícilmente cabe hablar de una formación humanística seria. El estudio de la Historia de la Filosofía promueve en el alumno un ejercicio intelectual de primer orden: rigor, coherencia, exactitud, pertinencia, relación con la ciencia o con la problemática histórica en un momento dado; sin que sea posible deslindar la actividad reflexiva de los contenidos y valores éticos, y de la acción político-social.
4. Recuerdan a las autoridades educativas, tanto del Gobierno Central como de las Comunidades Autónomas, que el conocimiento de la tradición filosófica ha sido y es un elemento fundamental que ha contribuido a la conformación democrática de Europa y de su riqueza cultural.
5. En consecuencia, reivindican que la Historia de la Filosofía se incluya en el último curso de todas las modalidades del Bachillerato como asignatura con carácter común y obligatorio, manteniéndose la Filosofía con carácter troncal en el primer curso, y que la evaluación de esta disciplina forme parte de las Pruebas de Acceso a la Universidad.
Madrid, 21 de noviembre de 1997.

Todavía hubo varias consultas más por parte de él Ministerio, que quería el reforzamiento de la filosofía a toda costa, pero tenía la duda razonable de si se podía abrir una asignatura nueva en el Bachillerato sin chocar con las leyes. Le daban más vueltas al tema y, finalmente, aunque se respiraba un ambiente muy positivo, los planes de Esperanza Aguirre fracasaron.

3. Momentáneo final feliz

El último episodio llega con Pilar del Castillo al frente del Ministerio, que en un tiempo récord cambiará las leyes de nuestro sistema educativo. En su primer discurso en el Congreso de los Diputados (14 de junio de 2000) explicaba las líneas de su política. Algunas de ellas ponen precisamente de manifiesto lo que no se ha hecho después, aunque se proponía como función de su ministerio: «liderar la cooperación entre las distintas comunidades autónomas», «coordinar las actuaciones de las diferentes administraciones», «promover el diálogo». Más particularmente proponía «reforzar la presencia de las Humanidades en el Bachillerato», entre las que citaba la filosofía, de acuerdo con el dictamen ya referido.

Ese mismo verano de 2000 se crean las Comisiones de trabajo de cada una de las materias y en enero de 2001 aparecen ya los reales decretos. Definitivamente, la filosofía había logrado su objetivo. Previamente, los medios de comunicación habían adelantado en el mes de noviembre prácticamente todos los cambios. En Filosofía la Comisión estuvo formada por cinco o seis miembros, profesores de Instituto, siendo su presidente José María Benavente Barreda, catedrático de filosofía de Instituto y asesor del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes (MECD). También hay que contar con que el Consejo Escolar del Estado introdujo algunas modificaciones a la propuesta.

Así quedó cerrado el proceso de reforma de la ley anterior, publicándose, mediante un procedimiento que se ha calificado de insólito, porque la sociedad carece de la documentación pertinente donde se analicen los problemas y las alternativas que propone el Ministerio, limitándose a señalar que la Secundaria Obligatoria ha fracasado, porque el nivel de los estudiantes ha bajado considerablemente. Para ello echa mano del informe PISA (Programme for International Student Assessment) para visualizar los resultados preocupantes de los estudiantes españoles, lo que ha sido calificado como interpretación ideológica por Tiana,{10} mostrando que la argumentación empleada no es siempre correcta. En esto se quiebra una tradición científica que se venía manteniendo desde la Ley de 1970, mediante la elaboración de un diagnóstico de la realidad educativa española, el impulso de un amplio debate y la formulación del cambio necesario. Parece un precedente nada feliz, que sólo el tiempo confirmará si ha sido acertado.

Notas

{1} LOGSE, Centro de Publicaciones del MEC, Madrid 1990, pág. 18.

{2} Hegel, Principios de la filosofía del derecho, Traducción de J. L. Vermal, Edhasa, Barcelona 1999, págs. 62-63.

{3} Alberto Hidalgo, «Desarrollo histórico de la enseñanza de la Filosofía en el nivel medio», en Cuadernos de la OEI, Madrid 1998.

{4} Alberto Hidalgo, op. cit., página 67, principalmente.

{5} SEPFI, Revista de Filosofía y de didáctica de la filosofía, VI, 6, (1988). Portada.

{6} SEPFI, Revista de Filosofía y de didáctica de la filosofía, 1988, año VI, número 6, página 9.

{7} Encarte, en Paideia, 5 (1989), Octubre-Diciembre.

{8} Diario El Mundo, 12 noviembre 1994.

{9} Encarte, en Paideia, 41 (1999), Octubre-Diciembre.

{10} Alejandro Tiana, «Indicadores contra la Ley de Calidad», en Cuadernos de Pedagogía, 332 (2002), 79-83.

 

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