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El Catoblepas, número 20, octubre 2003
  El Catoblepasnúmero 20 • octubre 2003 • página 24
Documentos

Gregorio XVII
Documentos pontificios 15 y 16

Beatificaciones y Canonizaciones proclamadas por Su Santidad el Papa Gregorio XVII, desde la Santa Sede Apostólica de Sevilla, el día 24 de septiembre de 1978

Se reproducen estos documentos pontificios para conmemorar el XXV aniversario de la coronación de Gregorio XVII como Papa y Emperador, realizada por Nuestro Señor Jesucristo el día 6 de agosto de 1978, festividad de la Transfiguración del Señor, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá (Colombia), una vez fallecido Pablo VI. Están tomados de la edición oficial realizada por la Santa Iglesia Católica Apostólica Palmariana, Santa Sede Apostólica de Sevilla, Documentos Pontificios de Su Santidad el Papa Gregorio XVII. Números 9-16, Patriarcado del Palmar de Troya, Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, Sevilla 1990, páginas 52-93.

Decimoquinto documento
de su Santidad el Papa Gregorio XVII

Escudo de la Santa Iglesia Católica Apostólica Palmariana

Solemnes beatificaciones y canonizaciones,
como asimismo proclamación de
varios Doctores de la Iglesia

Nos, Sumo Pontífice, Vicario de Cristo, Sucesor de San Pedro, Siervo de los Siervos de Dios, Patriarca del Palmar de Troya.

Nos, como Doctor Universal de la Iglesia, asistido del Espíritu Santo, recogiendo el sentir de la Iglesia y analizando la historia, declaramos y proclamamos solemnemente:

Elevamos hoy a la Gloria de los Altares, Canonizando a los ya beatificados por Nuestros venerados predecesores; Beatificando y Canonizando a los ya declarados en el pasado con la dignidad de Venerables o Siervos de Dios.

En esta solemne elevación a la Gloria de los Altares, que hoy proclamamos, se encuentran un respetable número de Mártires; los cuales, fueron martirizados en distintas épocas por diferentes enemigos. Nos, presentamos como modelo y ejemplos vivos, a los Mártires que ofrecieron sus vidas por Cristo y por su Iglesia, Una Santa, Católica y Apostólica.

Nos, como Doctor Universal de la Iglesia, queremos grabar en las rectas conciencias de los buenos católicos la importancia excelsa, sublime y bellísima dignidad del martirio. Nos, queremos recordar a todos los fieles que, el martirio aceptado y ofrecido a Dios, es una abundante semilla para el nacimiento de nuevos católicos. Nos, alabamos al Señor, que prodiga a la Iglesia Santa la importantísima dignidad del martirio. La sangre derramada por los mártires, adorna de gloria a toda la Iglesia. Nos, queremos recordar que la Iglesia santa de Dios siempre ha sido perseguida. Nunca olvidemos que, la fundación de la Iglesia, se realizó con el derramamiento de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, el Varón de Dolores, el Mártir de los mártires. Nos, exhortamos a todos los fieles a poner sus ojos fijos en el Gólgota. Nos, os preguntamos: ¿Qué veis en el Gólgota? Nos, respondemos en vuestro nombre: en el Gólgota veis un Mártir sobre todo mártir. Está clavado en una Cruz. Sus brazos extendidos en ademán de reparar al Padre y reconciliar a los hombres con el Padre. Al pie del Varón de Dolores, está la Mujer, la Mujer anunciada en el Génesis. Ella se une al Hijo como Corredentora nuestra, formando con Cristo dos únicos labios que se ofrecen en reparación de las ofensas de los ingratos hombres, y traen sobre aquellos que aceptamos la Redención, la Salvación Eterna, si correspondemos a la Gracia. He ahí el maravilloso cuadro: El Divino Fundador de la Iglesia clavado en la Cruz, después de dolorosísima Pasión: y, junto a El, al pie de la cruz, María, la Madre de la Iglesia: allí la vemos toda llorosa y toda lacrimosa, pero rígida, firme, como Reina de los Mártires. Amadísimos hijos, no perdamos el hilo de esta historia, pues lo que ha comenzado en el Calvario, continúa como una cadena interminable a través de eslabones. He ahí a la Iglesia en el Calvario, cuya continuación la vemos en el martirio de casi todos los Apóstoles aquellos. Después, continúa los eslabones de esta maravillosa cadena, con los innumerables Mártires producidos durante el pagano Imperio Romano, cuyo Imperio Romano adornó a la Iglesia con la preciosa sangre de innumerables mártires. Todas la provincias sujetas al César, tuvieron la suerte de recibir rápidamente la predicación del Evangelio; y esta predicación fue sellada con la sangre de los mártires, pues aquellos mártires nunca apartaron sus ojos del Calvario. En épocas posteriores, se fue tejiendo y fabricando, piadosamente, los distintos eslabones de esta sacra cadena. La Iglesia recibió toda clase de persecución. No olvidemos la media luna de Mahoma. Los mahometanos, hombres fanáticos, enloquecidos y energúmenos, arremetieron ferozmente contra la Iglesia. Nos, queremos recordar a toda la Iglesia que, la Católica España, sufrió las invasiones de los romanos y de los mahometanos; tanto un imperio como el otro, llenaron España de innumerables mártires; los cuales, con sus holocaustos, adornaron de gloria la Iglesia. La cadena no se cortó; se la fue uniendo otros eslabones. El imperio turco, los bárbaros del norte de Europa, los arrianos, los emperadores profanos de las distintas épocas, el protestantismo: estos herejes infernales, feroces e inhumanos, cometieron toda clase de atrocidades contra los católicos. Nos, queremos recordar los mártires producidos por el maldito y sanguinario Enrique VIII, rey de Inglaterra. Este rey, cegado por los vicios, apostató de la verdadera Fe Católica, autoproclamándose jefe absoluto de la iglesia de Inglaterra: en cuyo reinado, dio comienzo a una bellísima época gloriosa de la Iglesia; pues, la persecución de este tirano, adornó la Iglesia de innumerables mártires. La misma Inglaterra dio semilla de mártires, pues un número considerable de ingleses se resistieron firmes en la Fe Católica. Nos, queremos recordar a toda la Iglesia, el ejemplo católico de la famosa Católica Irlanda, la cual sufrió terribles persecuciones emprendidas por Enrique VIII, Isabel I, otra energúmena, y otros reyes más de Inglaterra. Sería grandemente difícil encontrar el número aproximado de los mártires de Irlanda. Muchísimos de esos mártires han quedado en el anonimato, cuyos nombres sólo Dios conoce, y los cuales, sin duda alguna, están escritos con letras de oro, por los Ángeles, en el libro de los mártires.

Nos, queremos recordar a toda la Iglesia que, la cadena de mártires, siguió tejiéndose eslabón tras eslabón. Nos, queremos recordar las terribles persecuciones realizadas por la satánica masonería. Una vez más, queremos decir, con valentía y con voz alta y potente, que la masonería es una invención satánica para intentar destruir la Iglesia. Nos, queremos recordar a todos los fieles, los innumerables mártires producidos por la terrible persecución marxista, comunista, socialista, &c. &c. Nos, otra vez nos vemos obligado a hablar de la Católica España: pues, esta nación, sufrió terriblemente las horrendas persecuciones de los comunistas durante la diabólica Segunda República Española. Un día no lejano, elevaremos a los Altares a los innumerables mártires de España, que fueron vilmente asesinados por los comunistas. El amor y la protección de la Santísima Virgen María, nos dio un Santo Caudillo, Francisco Franco, jefe supremo de la Santa Cruzada Española contra el comunismo. Nos, en honor a la verdad, hemos de decir que, los 40 años del carismático gobierno de Franco, ha sido la paz más bella y santa que España ha vivido. Amadísimos hijos, Nos, os anunciamos proféticamente, para que estéis preparados: España nuevamente caerá por un tiempo, y vivirá sujeta bajo la tiranía comunista. Pues, los mismos asesinos crueles criminales, energúmenos, que martirizaron a tantos católicos durante aquella república, han vuelto y tienen sus escaños en las cortes españolas. La sangre de tantos Mártires reclama santa venganza contra esos malditos comunistas. Amadísimos hijos, rogad a la Virgen del Pilar que recuerde la promesa que hizo al Apóstol Santiago. Pues, en nombre de esa promesa, pedimos angustiadamente que la Fe en España permanezca hasta la consumación de los siglos. Amadísimos hijos, tened valentía y preparad otra santa cruzada: mientras Dios dé fuerzas a Nos, no os faltará Nuestro aliento y Nuestra Bendición Apostólica.

Nos, como Vicario de Cristo en la tierra, como Sumo Pontífice, con valentía, por el presente Documento lanzamos la excomunión contra el Gobierno de España. O estamos con Cristo o estamos contra Cristo. Amadísimos hijos, si ha llegado la hora de Nuestro martirio, rogad por Nos; pues, somos de carne y hueso, con el correspondiente miedo al martirio; mas, la fuerza de Dios, la protección de la Virgen María, San José, Santa Teresa de Jesús, el Apóstol Santiago y vuestras oraciones, harán posible que, Nos, seamos valiente y fuerte.

Nos, como Doctor Universal de la Iglesia, asistido por el Espíritu Santo, y con pleno conocimiento de causa, encabezamos esta lista con la egregia figura de Francisco Franco, elevándole a la Gloria de los Altares. Y continuamos esta hermosa lista con José Antonio Primo de Rivera, asesinado por los comunistas el 20-XI-1936, en la cárcel de Alicante. Y seguimos esta lista con el gran Almirante Luis Carrero Blanco. Nos, unimos a estos tres insignes Santos, los varios cientos de miles de Mártires de la Santa Cruzada Española contra el comunismo, independientemente que, en su día, se haga por separado a algunos sobresalientes Mártires.

Nos, como Doctor Universal de la Iglesia, elevamos a la Gloria de los Altares, además de los anteriores, a los siguientes miembros del Cuerpo Místico de Cristo:

4. Beato Tomás Abel, inglés.
5. Beato Jaime Ben, inglés.
6. Beato Rafael Corby (Corbington), irlandés.
7. Beato Eduardo Campion (Edwards), galés.
8. Beato Hugo Faringdon (Cook), inglés.
9. Beato Ricardo Fetherston, inglés.
10. Beato Juan Forest, inglés.
11. Beato Juan Halle, inglés.
12. Beato Everardo Hanse, inglés.
13. Beato Juan Larke, inglés.
14. Beato Tomás Maxfield, inglés.
15. Beato Humfreo Middlemore, inglés.
16. Beato Jorge Napper (Napier), Inglés.
17. Beato Tomás Plumtree, inglés.
18. Beato Eduardo Powell, galés.
19. Beato Felipe Powel (Morgan), inglés.
20. Beato Guillermo Ward (Webster), inglés.
21. Beato Ricardo Whiting, inglés.
22. Beato Tomás Woodhouse, inglés.
23. Beato Jaime Duckett, inglés.
24. Beato Juan Felton, inglés.
25. Beato Adriano Fortescue, inglés.
26. Beato Guillermo Howard, inglés.
27. Beata Margarita Pole, inglesa.
28. Beato Juan Storey, inglés.
29. Beato Raimundo Lulio, español.
30. Beato Simón de Rojas, español.
31. Beata María Asunción Pallota, italiana.
32. Beato Valentín Berrio Ochoa, español.
33. Beato Buenaventura de Barcelona, español.
34. Venerable Mateo Talbot, irlandés.
35. Venerable Marina de Escobar, española.
36. Venerable Padre Alonso Rodríguez, español.
37. Venerable Padre Luis de la Puente, español.
38. Venerable Padre Manuel Padial, español.
39. Padre Juan Sullivan, irlandés.
40. María Celia Guerín de Martín, francesa.
41. Luis José Estanislao Martín Boureau, francés.
42. Sor María Faustina Kowalska DaLodz, polaca.
43. Sor Josefa Menéndez, española.
44. Padre Vidal Luis Gómara, español.
45. Padre Bernardo Francisco de Hoyos, español.
46. Fray María Rafael Arnáiz y Barón, español.
47. Padre Damián de Veuster, Belga.
48. Hermana María Teresa González Quevedo Cadarso, de Jesús, española.

Nos, queremos dar a conocer a toda la Iglesia, algunos detalles sobre los Santos que hoy hemos elevado a la Gloria de los Altares. Nos, como Doctor Universal de la Iglesia, garantizamos y aseguramos, empeñando Nuestra palabra, la santidad y heroicas virtudes de todos los Santos que hoy presentamos como modelo y ejemplo para todos los fieles. Nos, exhortamos a toda la Iglesia, tengan en suavísima estima la veneración a estos Santos, y pidan su intercesión ante el Trono Excelso de la Reina de Todos los Santos, la Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia.

1. San Francisco Franco Bahamonde

Nació el 4 de diciembre de 1892 en El Ferrol, Provincia de La Coruña. Fue criado y educado en el seno de una familia cristiana, donde aprendió el santo temor de Dios. Hizo la carrera militar. A los 34 años era General del ejército, habiendo ganado innumerables batallas en Africa. El 18 de julio de 1936, se alzó en armas contra la Segunda República Española. La guerra de Franco fue declarada, por la Santa Sede, con el título de Santa Cruzada. Durante dicha guerra, el General tuvo varias visiones de Nuestro Señor Jesucristo, de la Santísima Virgen María, del Apóstol Santiago y de otros Santos. El 1 de abril de 1939, comunicó al pueblo español el último parte de guerra: «En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.» San Francisco Franco, fue el Invicto Caudillo de la guerra contra el comunismo, y también fue el Caudillo de la paz. Durante su carismática Jefatura de Estado, restableció el Santo Crucifijo en todos los centros oficiales. Restableció el sagrado respeto a la Iglesia Católica, convirtiéndola en la religión oficial y única del estado y de la patria. Cooperó continuamente a levantar templos, seminarios, santuarios, &c. &c. Renovó la consagración de España al Sacratísimo Corazón de Jesús. Presidía las grandes solemnidades de la Iglesia en las distintas provincias. Tenía la piadosa costumbre de estar ante el Santísimo expuesto, en muchas ocasiones, arrodillado durante largas horas, antes de tomar una importante decisión para el gobierno de la nación. Tenía una especialísima devoción a la Virgen Santísima, al Apóstol Santiago, y a la mística doctora Santa Teresa de Jesús. San Francisco Franco, todo el tiempo que vivió como jefe del estado español, tuvo en su mesa de trabajo una mano incorrupta de Santa Teresa, cuya mano había salvado de ser profanada por las tropas comunistas. La Santa Sede, le concedió la gracia y privilegio de tener dicha mano a condición de que, a su muerte, volviera al convento de las carmelitas de la ciudad de Ronda (Málaga). La vida de este excepcional hombre, fue intachable como católico y como español. Durante muchos años, sufrió la incomprensión y los ataques masónicos de la mayoría de las naciones. El día 20 de noviembre de 1975, entregó su alma a Dios, dejando huérfana a España. Pues, aun recordamos su hermosa paternidad. ¿Cabe mayor dicha para una nación que tener como Jefe a un Santo?

Como hermosa lección para las generaciones presentes y venideras, reproducimos su testamento:

«Españoles: Al llegar para mí la hora de rendir la vida ante el Altísimo y comparecer ante su inapelable juicio, pido a Dios que me acoja benigno a su presencia, pues quise vivir y morir como católico. En el nombre de Cristo me honro y ha sido mi voluntad constante ser hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir. Pido perdón a todos, como de todo corazón perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo los tuviera como tales. Creo y deseo no haber tenido otros que aquellos que lo fueron de España, a la que amo hasta el último momento y a la que prometí servir hasta el último aliento de mi vida que ya sé próximo.
Quiero agradecer a cuantos han colaborado con entusiasmo, entrega y abnegación, en la gran empresa de hacer una España unida, grande y libre. Por el amor que siento por nuestra patria, os pido que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro rey de España, don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido. No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros y, para ello, deponed frente a los supremos intereses de la patria y del pueblo español toda mira personal. No cejéis en alcanzar la justicia social y la cultura para todos los hombres de España y haced de ello vuestro primordial objetivo. Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones como fuente de fortaleza de la unidad de la patria.
Quisiera, en mi último momento, unir los nombres de Dios y de España y abrazaros a todos para gritar juntos, por última vez, en los umbrales de mi muerte. ¡Arriba España. Viva España!»

Nos, queremos recordar que la muerte de San Francisco Franco coincide providencialmente con el día del martirio del fundador de la Falange Española. Nos, rogamos al Apóstol Santiago que, la espada invicta de San Francisco Franco, siga enarbolada en los aires para fortalecer a los auténticos católicos en la santa lucha contra la masonería y contra el marxismo.

2. San José Antonio Primo de Rivera, Mártir

Nació en Madrid en el año 1903. Cursó la carrera de Derecho, y educado en un ambiente familiar cristiano en el seno de una noble familia española, los Marqueses de Estella. Su vida fue siempre la de un buen católico y de un buen patriota. Fundó la Falange Española el 29 de octubre de 1933, cuya falange, estaba empeñada en restablecer en España los valores espirituales y los valores patrios. Con su doctrina se alzó contra el marxismo. Fue siempre valiente en sus discursos contra el comunismo. Los comunistas lo tomaron prisionero y lo fusilaron a las 6 de la mañana del día 20 de noviembre de 1936, en la Cárcel Modelo de Alicante. San José Antonio Primo de Rivera, ofrendó su vida como holocausto por Dios y por España. Tenía en la hora del martirio la bella edad de 33 años.

Entresacamos, por su importancia, algunas palabras de su testamento:

«Condenado ayer a muerte, pido a Dios que si todavía no me exime de llegar a ese trance me conserve hasta el fin la decorosa conformidad con que lo preveo y, al juzgar mi alma, no le aplique la medida de mis merecimientos, sino la de su infinita misericordia... En cuanto a mi próxima muerte, la espero sin jactancia, porque nunca es alegre morir a mi edad, pero sin protesta. Acéptela Dios Nuestro Señor en lo que tenga de sacrificio para compensar en parte lo que ha habido de egoísta y vano en mucho de mi vida. Perdono con toda el alma a cuantos me hayan podido dañar u ofender, sin ninguna excepción, y ruego que me perdonen todos aquellos a quienes deba la reparación de algún agravio grande o chico... Deseo ser enterrado conforme al rito de la religión Católica, Apostólica, Romana, que profeso, en tierra bendita y bajo el amparo de la Santa Cruz...»

3. San Luis Carrero Blanco, Mártir

Nació en la localidad de Santoña, provincia de Santander. Fue distinguido siempre como caballero cristiano y patriota. Era almirante de la armada española. Durante la Santa Cruzada siempre luchó contra el comunismo a las órdenes del Santo Caudillo, y durante la paz fue siempre su gran colaborador. Hombre de vida intachable, el cual fue vilmente asesinado el 20 de diciembre de 1974. Sus asesinos sabían perfectamente el camino que recorría diariamente para ir al palacio de la Presidencia del Gobierno, del cual era Presidente. Todas las mañanas, antes de dirigirse a sus quehaceres de gobierno, oía la Santa Misa y comulgaba. Aquel mismo día del vil crimen hacía breves momentos había oído la Santa Misa y comulgado.

4. Santo Tomás Abel, Mártir

Inglés, fue Capellán y profesor de la reina Catalina de Aragón, esposa del rey Enrique VIII. El día 30 de julio de 1540, fue ejecutado, sin juicio, tras de haber sido condenado como reo de alta traición por apoyar al Papa y negar la supremacía espiritual del rey de Inglaterra.

5. San Jaime Bell, Mártir

Sacerdote inglés, que se hizo protestante y después se reconcilió con Roma. Fue martirizado el 10 de abril de 1584.

6. San Rafael Corby (Corbington), Mártir

Había nacido en Irlanda, Sacerdote Jesuíta, que estudió en Sevilla y en Valladolid. En 1632, regresó a la misión de Inglaterra, donde ejerció su ministerio durante 12 años con infatigable celo entre los dispersos y atemorizados fieles del condado de Durham, a donde pertenecía su familia. Condenado por ser Sacerdote, fue ahorcado, y descuartizado el 7 de septiembre de 1644.

7. San Eduardo Campion (Edwards), Mártir

Había nacido en Gales, fue ordenado Sacerdote en 1587 y condenado y ejecutado solamente por esta causa. Su martirio fue el 1 de octubre de 1588.

8. San Hugo Faringdon (Cook), Mártir

Inglés, era Sacerdote y Abad de la abadía benedictina de Reading. Fue martirizado el 15 de noviembre de 1539, por no entregar su abadía al rey.

9. San Ricardo Fetherston, Mártir

Este Sacerdote inglés, fue tutor de la princesa María. Condenado sin juicio, fue ahorcado y descuartizado el 30 de julio 1540.

10. San Juan Forest, Mártir

Sacerdote inglés, franciscano, confesor de la reina Catalina. Murió quemado el 22 de mayo de 1538.

11. San Juan Haile, Mártir

Inglés, Sacerdote, fue uno de los primeros mártires. Murió de 4 de mayo de 1535.

12. San Everardo Hanse, Mártir

Inglés, ordenado Sacerdote en 1581, fue martirizado el 31 de julio de 1581.

13. San Juan Larke, Mártir

Sacerdote inglés, condenado por no reconocer las pretensiones de Enrique VIII. Murió el 7 de marzo de 1544.

14. Santo Tomás Maxfield, Mártir

Condenado por ser Sacerdote. Martirizado el 1 de julio de 1616. Inglés.

15. San Humfreo Middlemore, Mártir

Inglés, Sacerdote cartujo. Condenado por no seguir las doctrinas de Enrique VIII. Martirizado en el año 1535.

16. San Jorge Napper (Napier), Mártir

Inglés, Sacerdote condenado y martirizado el día 9 de noviembre de 1610.

17. Santo Tomás Plumtree, Mártir

Sacerdote inglés, capellán de los insurgentes en la rebelión del norte. Fue martirizado el 4 de enero de 1570.

18. San Eduardo Powen, Mártir

Sacerdote de Gales, condenado sin juicio y martirizado el día 30 de julio de 1540.

19. San Felipe Powel (Morgan), Mártir

Inglés. Monje benedictino. Martirizado por ser Sacerdote el 30 de julio de 1662.

20. San Guillermo Ward (Webster), Mártir

Inglés. Fue ordenado Sacerdote en 1608. Condenado por ser Sacerdote, y después de 20 años de prisión, fue martirizado el 26 de julio de 1641.

21. San Ricardo Whiting, Mártir

Abad benedictino, inglés. Condenado por no entregar su monasterio al rey. Fue martirizado el 15 de noviembre de 1539.

22. Santo Tomás Woodhouse, Mártir

Inglés. Sacerdote jesuíta. Fue martirizado después de 12 años de prisión el 19 de junio de 1573.

23. San Jaime Duckett, Mártir

Había nacido en Gilfortriggs, en Westmoreland. En Londres aprendió el oficio de impresor. Era protestante y se convirtió al catolicismo después de leer el libro: «El firme fundamento de la Religión Católica.» La vida de este Santo fue realmente ejemplar. Casó con una viuda católica y se dedicó a la venta de libros tanto para consuelo e instrucción de los católicos, como para que pudiesen ayudar a otras almas. Ese trabajo era tan peligroso en aquella época, que de sus doce años de matrimonio, Jaime pasó nueve en la prisión, en diversas ciudades de Inglaterra. Delatado por un tal Pedro Bullock, que había empastado varios libros del Santo, y así tratar de conseguir la conmutación de la pena de muerte que había merecido por otro delito, el tribunal declaró a San Jaime culpable de felonía y le condenó a muerte. La esposa del Santo fue a visitarle a la prisión llorando sin consuelo. San Jaime le dijo: «Si me hubiesen nombrado secretario o tesorero de la reina, no llorarías. Pues ahora que voy a estar cerca del trono del Rey de reyes no debe haber lágrimas. Desde arriba podré hacerte todavía más bien, con tal que sigas sirviendo a Dios en la unidad de su Iglesia. Yo considero como un gran favor de Dios morir entre ladrones como mi Maestro y Señor.» El Santo perdonó de todo corazón a su delator, quien fue ejecutado junto a él, a pesar de su traición. Poco antes de morir le exhortó a morir en la Iglesia Católica y le dio un beso cuando les echaron la cuerda al cuello. Martirizado el día 19 de abril de 1602.

24. San Juan Felton, Mártir

Inglés. Este caballero publicó la Bula de San Pío V «Regnas in excelsis» contra la reina Isabel I. La Bula excomulgaba a dicha reina, la declaraba privada del trono y absolvía a los católicos del juramento de fidelidad, porque la reina se había proclamado jefe de la iglesia en Inglaterra, había dado asilo a varios herejes, oprimido a los Católicos e impulsado a sus súbditos a la herejía y al repudio de la Santa Sede. Hay que hacer constar que en un principio, la reina Isabel I, era católica, pero en apariencia. Fue martirizado en un cadalso colocado frente a la puerta en donde él había colocado la Bula. Señalando la puerta de la catedral, dijo: «Ahí clavé la Bula del Sumo Pontífice contra la pretendida reina y ahí quiero morir por la Fe Católica.» Su martirio fue el día 8 de agosto de 1570.

25. San Adriano Fortescue, Mártir

Inglés. Caballero de San Juan de Jerusalén. Condenado sin juicio y martirizado el 9 de julio de 1539.

26. San Guillermo Howard, Mártir

Inglés. Vizconde, nieto del beato Felipe Howard. Convertido a la Fe Católica el 29 de diciembre de 1680. Fue el último mártir de su época.

27. Santa Margarita Pole, Mártir

De familia real. Cuando Enrique VIII subió al trono, Santa Margarita era ya viuda y tenía cinco hijos. El rey, que la consideraba como a la mujer más santa de Inglaterra, la favoreció grandemente y la nombró condesa de Salisbury. Cuando nació María Tudor, Santa Margarita fue nombrada su institutriz. Pero, la Santa, desaprobó abiertamente el matrimonio del rey con Ana Bolena, lo cual le costó la pérdida de su puesto en la corte y del favor del rey. El cuarto hijo de Santa Margarita fue el Cardenal Pole, que escribió un tratado contra la supremacía eclesiástica del rey. Dicho monarca, desde entonces, buscó la forma de acabar con la familia de Santa Margarita. El rey la acusó de alta traición y fue condenada sin juicio, y decapitada el 28 de mayo de 1541, siendo inocente.

28. San Juan Storey, Mártir

Inglés. Profesor de derecho civil. Miembro del Parlamento. Injustamente condenado por traición y martirizado el día 1 de junio de 1571.

29. San Raimundo Lulio, Mártir

Nació en Mallorca (España), en el año 1232. Llevó en su juventud una vida mundana y pecaminosa. A los 30 años, tuvo una visión de Cristo Crucificado, visión que se repitió varias veces más. Movido a conversión, distribuyó sus riquezas entre los pobres y peregrinó a Santiago para implorar el auxilio del Apóstol. Su ideal era el apostolado entre los mahometanos, para lo cual se preparó durante varios años de teología y humanidades, y así tener una base sólida para evangelizar a los mahometanos. Hizo tres viajes a Africa con intentos apostólicos, predicando por las calles el Santo Evangelio, pero sin grandes frutos, debido a la falta de ayuda del Papa y de las autoridades eclesiásticas y civiles. Ingresó en la orden terciaria franciscana. Fue apedreado por los árabes en Bougie y murió a consecuencia de ello el 29 de junio de 1316.

30. San Simón de Rojas

Este Sacerdote trinitario nació en Valladolid, y fue nombrado confesor de la esposa del rey Felipe III de España. Como él estaba en la corte del rey, influyó grandemente en mantener y elevar la moral de los nobles. Afectada por un brote de epidemia la capital de España, Madrid, el Santo hizo todos los preparativos para salir a socorrer a los apestados. El rey se lo prohibió por temor de transmitir el contagio a los miembros de la corte. Pero él dijo al rey: «Las casas de los enfermos son más adecuadas para mí que los palacios de los reyes, y si me veo obligado a elegir dejaré la corte.» Además de misionero fue fundador de la hermandad del Ave María y murió en el año 1624. Fue beatificado en 1776.

31. Santa María Asunción Panota

Nació el 20 de agosto de 1878 en Farce (Ancona, Italia). Después de llevar una vida de duro trabajo y sacrificio en su ciudad natal, en donde ayunaba tres veces por semana, llevaba cilicios y hacía grandes mortificaciones, ingresó en las Misioneras Franciscanas de María, el día 5 de mayo de 1898, distinguiéndose por su amor al trabajo sencillo y humilde. En el año 1904, fue enviada como misionera a China, a Chan-Si, cumpliéndose así su deseo manifestado a los superiores. Aquí fue probada con durísimas tribulaciones interiores, llegando al extremo de creerse ella misma que era infiel a su vocación. Contagiada por la enfermedad del tifo y tras de grandes sufrimientos murió el día 7 de abril de 1905, repitiendo las palabras: «Eucaristía. Eucaristía.» Su muerte fue acompañada de un misterioso perfume, aroma de incienso, de rosas y violetas. En 1915 su tumba fue abierta y su cuerpo estaba incorrupto. Fue beatificada por Su Santidad San Pío XII Magno, el día 7 de noviembre de 1954.

32. San Valentín Berrio Ochoa, Mártir

Este Santo español, nació y se crió en la provincia de Vizcaya. Después de ejercer el oficio de carpintero, ingresó en el seminario, y recibiendo, después, el hábito de la orden de Santo Domingo, con la expresa condición de ir a misiones. En 1856 llegó a Tonkin. Meses más tarde fue nombrado Vicario Apostólico. Durante una terrible persecución recibió la palma del martirio el 1 de noviembre de 1861. A primeros de este siglo fue beatificado.

33. San Buenaventura de Barcelona

En el siglo llamado Miguel Bautista Gran, había nacido en Riudoms (Tarragona) el 24 de noviembre de 1620. Por obediencia a sus padres contrajo matrimonio, aunque su inclinación era la vida religiosa. Muerta su esposa a los pocos meses, ingresó en la orden franciscana el 14 de julio de 1640. Posteriormente, y por inspiración divina, pasó para Italia, visitando varios santuarios. En Asís, en la iglesia de San Damián, oyó la voz de la Santísima Virgen que le decía, como ya antes le había dicho en España: «Ve a Roma a alegrar mi casa.» Allí fundó unas casas de retiros franciscanos de la provincia romana. Murió el 11 de septiembre de 1684 en la casa del retiro Palatino, también fundada por él, en donde se veneran sus restos. Fue beatificado por San Pío X en 1906.

34. San Mateo Talbot

Nació en Dublin el 2 de mayo de 1856. Desde muy joven y durante muchos años, era terriblemente alcohólico. En 1884 se convirtió y con heroica resistencia a la tentación, se apartó por una vez de ese vicio entregándose a una vida de intensa oración y penitencia, practicando toda clase de mortificación para hacer continua reparación a Dios. Era un verdadero devoto de la Santísima Virgen María y gran amante del Santo Sacrificio de la Misa. El día 7 de junio de 1925, caminando deprisa para oír la Santa Misa, murió delante de la iglesia.

35. Santa Marina de Escobar

Religiosa española de la orden de Santa Brígida. Con la ayuda del jesuíta Padre Luis de la Puente, hizo una reforma de la orden que se llamó las Brígidas Recoletas. Compuso sus constituciones que fueron aprobadas por Urbano VIII. Murió en 1663.

36. San Alonso Rodríguez

El Sacerdote San Alonso Rodríguez, nació en Valladolid y murió en 1616. Es un gran místico, autor, entre otras obras, de la célebre Ejercicios de Perfección y Virtudes Cristianas, del que dicen los directores de almas que han llevado tantas almas al Cielo como arenas tiene el mar.

37. San Luis de la Puente

Nació en Valladolid y murió en 1624. Teólogo profundo y uno de los autores predilectos de la ascética española. Es destacada su obra Meditaciones y Guía Espiritual.

38. San Manuel Padial

Fue uno de los superiores de San Bernardo Francisco de Hoyos, a quien tuvo una gran devoción. Murió en Granada el 28 de abril de 1728 en olor de santidad.

39. San Juan Sullivan

Nació en Irlanda en 1861, de padre protestante y madre católica. Profesaba la religión protestante, pero gracias a su madre, ferviente católica, se convirtió a los 35 años. Cambió totalmente de vida, despojándose de las vanidades mundanas y se entregó a una vida de oración y penitencia. En 1900 ingresó en la Compañía de Jesús, siendo ordenado Sacerdote. En más de 30 años de vida religiosa fue ejemplo de todo: la fidelidad a las reglas, la oración, la humildad y pobreza. Se preocupó especialmente de los pobres, enfermos y moribundos, a los cuales mostró su caridad y milagros. Tras de una dolorosa enfermedad, a los 71 años entrego su alma a Dios el día 19 de febrero de 1933.

40. Santa María Celia Guerín de Martín

Santa María Celia Guerín era la madre de Santa Teresita del Niño Jesús, carmelita descalza de Lisieux. Nacida en Saint-Denis-sur Sarthon (Orne, Francia), el 25 de diciembre de 1831. Posteriormente, su familia fijó su residencia en Alençon. Santa Celia solicitó ser admitida entre las Hijas de la Caridad de Alençon. Pero Dios la destinaba para desposada y madre ejemplar. Casó con Luis José Estanislao Martín Boureau el 13 de julio de 1858. A consecuencia de un golpe en el pecho, cuando aun era soltera, contra la esquina de una mesa, al cabo de 20 años degeneró en tumor fibroso. El día de San Agustín, 28 de agosto de 1877, moría la Santa, después de muchos años de agudos dolores. Sus restos se encuentran en Lisieux. Referente a las virtudes de Santa Celia Guerín, fue modelo de mujer laboriosa, esposa amante, madre consciente, totalmente responsable de todos sus deberes, resignada y heroica en todas las pruebas y sufrimientos; hasta el punto de decir su confesor: «he conocido muchas mujeres fuertes, pero ninguna tanto como usted.»

41. San Luis José Estanislao Martín Boureau

Nacido en Burdeos el 23 de agosto de 1823. Padre de Santa Teresita del Niño Jesús, de Lisieux, tenía el oficio de relojero. Su ideal fue, por entonces, ingresar en la abadía de canónigos regulares de San Agustín, fundada por San Bernardo en los Alpes suizos, en donde solicitó ser admitido, y que no fue posible por falta de estudios eclesiásticos. Regresó a Normandía con el propósito de estudiar latín con el párroco de San Leonardo de Alençon. Pero habiendo enfermado, marchó a París para perfeccionarse en el oficio de relojero. El 13-VII-1858 casó con Santa Celia Guerín y se estableció en Alençon, donde nacieron sus hijas. Muerta su Santa esposa, trasladó su residencia a Lisieux. En el año 1889, fue víctima de una doble parálisis que perturbó sus facultades. Después de cinco años y medio de sufrimientos, falleció en el castillo de la Musse, asistido por Celina. Tuvo un espíritu recto y ejemplar, delicado, condescendiente y bondadoso. La misma Santa Teresita dice de sus padres: «Dios en su bondad me concedió un padre y una madre más dignos del cielo que de la tierra.» Sus restos descansan, junto a los de su Santa esposa, en Lisieux. Para más detalles de la vida de estos dos Santos, en especial de San Luis José, léase la obra «Historia de un Alma», autobiografía de Santa Teresita.

42. Santa María Faustina Kowalska DaLodz

Esta Santa polaca, tuvo el 22 de febrero de 1931 la primera visión y mensaje de Jesús Misericordioso. Fue religiosa de la congregación de las Hermanas de la Caridad de la Madre de Dios (Magdalenas), en Plock, Polonia. El Señor la dijo: «Pinta una imagen de Mí, según la visión que de Mí tienes, con la Inscripción ¡Jesús, Yo confío en Tí!.» Es la mensajera de la devoción a la Divina Misericordia a través de la imagen de Jesús Misericordioso, cuya fiesta es el primer domingo después de Pascua.

43. Santa Josefa Menéndez

Nació en Madrid el 4 de febrero de 1890. A los 7 años hizo su primera confesión con el P. José M. Rubio, jesuíta de reconocida santidad y cuya causa de beatificación está iniciada. El alma de esta Santa fue modelándose bajo la dirección espiritual de este futuro santo. Grandes sufrimientos y desolaciones acrisolaban el alma de Santa Josefa Menéndez, hasta que por fin se abrieron las puertas del Corazón Divino e ingresó como religiosa coadjutora de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, en Poitiers (Francia). Su misión fue como víctima y mensajera del Sagrado Corazón, para que todos conozcan la misericordia del Corazón de Cristo. Poco tiempo vivió en este monasterio, cuatro años, muriendo en él santamente a la edad de 33 años, el día 29 de diciembre de 1923.

44. San Vidal Luis Gómara, Mártir

Nació el 3 de noviembre de 1891, en Monsagro (Salamanca). Ingresó en la orden de Santo Domingo, en donde recibió la ordenación Sacerdotal. Gran apóstol con la palabra y con la pluma, pues se había ofrecido en su primera Misa como víctima por las ofensas a Cristo en la Eucaristía. Su ardiente amor a las almas, le llevó a ser un héroe de la caridad durante la dominación roja en Madrid, llevando el consuelo de la confesión y de la comunión a tantas almas perseguidas por los comunistas. En una de estas misiones, fue detenido por los comunistas, y tras de un espantoso martirio, fue enterrado vivo en Paracuellos de Jarama (Madrid), el 18 de noviembre de 1936.

45. San Bernardo Francisco de Hoyos

Este Santo español nació el 21 de agosto de 1711 en Torrelobatón (Valladolid). Ingresó en la Compañía de Jesús. Tuvo sus primeras visiones a partir del 3 de diciembre de 1726. En una de ellas, vió al Sagrado Corazón de Jesús de cuyo Corazón salían abundantes rayos que traspasaban el corazón del Santo. El Señor le dice: «Reinaré en España con más predilección que en otras partes.» Esta es la gran promesa del Sagrado Corazón a San Bernardo Francisco de Hoyos. Es el gran apóstol del Sagrado Corazón de Jesús en España. Tenía un gran amor a la Santísima Virgen, a los Angeles y a los Santos. Después de una vida de grandes virtudes, de gran sufrimiento y mortificaciones, murió el día 29 de noviembre de 1735. En Valladolid se levantó el Santuario de la Gran Promesa. El Padre Loyola dijo de él: «Yo puedo decir para la gloria de Dios y crédito de la virtud de este santo joven, que habiéndole confesado generalmente en su noviciado más de una vez, no me acuerdo que hubiese perdido la gracia que recibió en el Santo Bautismo.»

46. San María Rafael Arnáiz Barón

Nació en Burgos el 9 de abril de 1911. Fue modelo de docilidad, de candor angélico y fiel cumplidor de sus deberes. Estaba estudiando la carrera de arquitectura y en una excursión que hizo a la Trapa del monasterio cisterciense de San Isidro de Dueñas (Palencia), quedó verdaderamente impresionado de la vida de los monjes. A los 22 años ingresó en dicho monasterio. Refleja su vocación con esta frase: «Entre el mundo y mi alma hay una barrera, esa barrera es mi amor a Dios, que no se puede compaginar con el mundo, donde reinan las tinieblas.» Su amor a la Santísima Virgen era intensísimo. Habiendo estado enfermo casi todo el tiempo que estuvo en la Trapa; el día 26 de abril de 1938 falleció, habiendo profetizado antes el momento de su muerte.

47. San Damián de Veuster

Este Santo, llamado el Apóstol de los Leprosos, nació en La Ninde (Tremelao, Lovaina, Bélgica), el 3 de enero de 1840. A los 18 años ingresó en la congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María y de la Adoración Perpétua del Santísimo Sacramento del Altar. El año 1863 partió de misionero para las islas Hawai, en donde fue ordenado Sacerdote. Voluntariamente se inmoló por Cristo en la Isla de Molokai, la isla de los leprosos. Solamente por amor a Cristo y por amor a las almas soportó generosamente la podredumbre material que había en aquella isla abandonada y de la que, una vez dentro, ya no era posible salir. San Damián fue el consuelo de aquellos desterrados enfermos, convirtiéndose muchos, ante el heroico ejemplo de este Santo. Contagiado por la lepra se convirtió en un leproso más, y así la inmolación estaba consumada. Murió el día 15 de abril de 1889.

48. Santa Teresa González-Quevedo Cadarso, de Jesús.

Esta gran Santa, llamada popularmente Teresita, nació en Madrid el día 14 de abril de 1930. A los 18 años ingresó en la congregación de hermanas carmelitas de la caridad, fundada por Santa Joaquina de Vedruna, en el noviciado de Carabanchel de Madrid. Su amor a la Santísima Virgen era tan profundo y había calado tanto el Corazón de la Reina de los Cielos, en grados tan elevados, que bien puede llamársele «La Enamorada de la Virgen o la Loca de la Virgen». Con el lema «Madre mía, que quien me mire te vea» transcurre la vida conventual de esta gran Santa, cuyo anhelo es agradar a la Santísima Virgen con el cumplimiento de las santas reglas de la orden, haciendo todo lo ordinario con perfección extraordinaria. Después de una dolorosísima enfermedad, que duró más de dos meses, murió de meningitis tuberculosa, en dicho noviciado, el día 8 de abril de 1950, después de haber hecho los votos antes del tiempo reglamentario.

Nos, como Doctor Universal de la Iglesia, queremos señalar Nuestro propio pontificado como un gran esplendor de la Iglesia, porque así está en los planes de Dios, por su infinita misericordia y no por los méritos de Nos.

Nos, queremos exhortar a todos los fieles sientan una especial devoción por aquellos Santos que sufrieron terribles persecuciones, y por aquellos Santos que dieron su vida valerosamente en defensa de la Fe Católica.

Nos, como Doctor Universal de la Iglesia, por el presente Documento declaramos y proclamamos solemnemente:

1. A San Juan de Avila, Doctor de la Iglesia

Este gran Santo español nació en Almodóvar del Campo, en Castilla la Nueva. Fue amigo de San Ignacio de Loyola y consejero espiritual de Santa Teresa, San Juan de Dios, San Francisco de Borja, San Pedro de Alcántara y Luis de Granada. Estudió filosofía y teología en la universidad de Alcalá. Inmediatamente después de su ordenación Sacerdotal distribuyó la rica hacienda heredada de sus padres, entre los pobres. Poseía una elocuencia extraordinaria. Trabajó incansablemente en las misiones de Andalucía durante nueve años. Hombres y mujeres de todas las edades, clases sociales, ciencias y letras, acudían a oírle. Predicaba como si estuviese directamente inspirado por Dios, pues su única preparación era la oración y el amor intenso a Dios. Acusado ante la Inquisición en Sevilla, sus enemigos no pudieron probar sus acusaciones. Después, pasó a misionar en todas las regiones de España. Fueron muchos los que se convirtieron con las predicaciones de San Juan de Avila. Son famosos sus escritos, entre los que destacan sus cartas y el tratado de «Audi Filia». Fue beatificado en el año 1894 y canonizado por el Papa Pablo VI. Su cuerpo descansa en la Iglesia de la Compañía de Jesús, en Montilla.

2. A San Luis María Grignion de Montfort, Doctor de la Iglesia

Fundador de la Compañía de María y de las Hijas de la Sabiduría. Además de sus versos e himnos, la más conocida de sus obras es el tratado de «La verdadera devoción a la Santísima Virgen». Fue canonizado por el Papa San Pío XII Magno, en el año 1947.

Nos, recordamos la lectura piadosa y sosegada de estos dos Doctores de la Iglesia. Ambos, en distintos matices, hablan sobre la mística. Téngase muy en cuenta, para estos últimos tiempos, a San Luis María Grignion de Montfort, cuya doctrina podemos clasificarla como Doctrina Mariana excelsa. Su lectura ilustrará y fortalecerá a los fieles en esta hora sublime de los Apóstoles Marianos. En esta hora crítica de la Iglesia en catacumbas.

Dado en Sevilla, Sede Apostólica, día 24, festividad de Nuestra Señora de la Merced, septiembre MCMLXXVIII, Año de Nuestro Señor Jesucristo.

Con Nuestra Bendición Apostólica
Gregorius XVII, P. P. Póntifex Máximus

§ § §

Decimosexto documento
de su Santidad el Papa Gregorio XVII

Escudo de la Santa Iglesia Católica Apostólica Palmariana

Solemne elevación a la dignidad de la gloria de los altares mediante solemnes beatificaciones y canonizaciones de algunos miembros del Cuerpo Místico de Cristo

Nos, Sumo Pontífice, Vicario de Cristo, Sucesor de San Pedro, Siervo de los Siervos de Dios, Patriarca del Palmar de Troya.

Nos, como Doctor Universal de la Iglesia, asistido por el Divino Espíritu, recogiendo la voz del Cuerpo Místico de Cristo, y previo análisis histórico, declaramos y proclamamos solemnemente:

Nos, con la autoridad de la que estamos revestido, adornamos hoy la Iglesia Santa de Dios elevando a la Gloria de los Altares a algunos miembros destacados en santidad y en heroicas virtudes.

A saber:

1. Venerable Sor Angela de la Cruz, española,
2. Beato Tomás Percy, inglés.
3. Beato Tomás Ford, inglés.
4. Beato Juan Shert, inglés.
5. Beato Roberto Johnson, inglés.
6. Beato Jorge Gervasio, inglés.
7. Beato Ricardo Herst, inglés.
8. Beato Tomás Holland, inglés.
9. Sor María Consolata Betrone, italiana.
10. Don José Calvo Sotelo, español.
11. Sor Bárbara de Santo Domingo, española.
12. Venerable hermano Andrés, canadiense.
13. Sor Teresa Benedicta de la Cruz, alemana.
14. Monseñor José María Escrivá de Balaguer, español.
15. Padre Francisco de Paula Tarín, español.
16. María Rosa Ferrón, canadiense.

Nos, presentamos hoy estos miembros modelos ejemplares para toda la Iglesia.

Nos, os exhortamos paternalmente a que estudiéis con espíritu de verdadera humildad, la vida de santidad de los que hoy hemos canonizado solemnemente. Amadísimos hijos, en estos tiempos de gran confusionismo, en estos tiempos de apostasía general, sabéis que, en la actualidad, los hombres perversos que dirigen la vida de los humanos a escala universal; estos dirigentes, para confundir más al mundo, desprecian y ultrajan las grandes figuras de la Iglesia; y, por el contrarío, elevan sobre hermosos pedestales a figuras pertenecientes a doctrinas en completa oposición a la Doctrina Cristiana. Hoy, desgraciadamente, debido a las malas enseñanzas de los falsos doctores, se dignifica y se eleva a figuras perversas y aberrantes, tales como Lutero, el gran cismático y hereje, el cual se separó de la Iglesia llevado por su soberbia indomable; el cual había llegado a tal extremo de soberbia a causa de faltar con bastante asiduidad al sacrosanto voto de la castidad. He ahí el verdadero origen del luteranismo. Este hombre perverso fue incapaz de dominar sus pasiones. En muchas ocasiones sintió el deseo de abandonar la vida religiosa y entregarse a los placeres del mundo. Esta conducta dio origen a su terrible soberbia, pues incontinente quedaba cegado para recibir la luz y retractarse. Los teólogos malditos, falsos doctores, de hoy elevan la figura, dignificándola, del hereje Calvino. Los doctores perversos de hoy presentan modelos y ejemplos como Voltaire, o figuras como Robespierre. Los falsos profetas, pastores, doctores, y muchos de ellos con báculo y mitra, comulgan con las ideas perversas de los ya antes mencionados. Estos perversos obispos, apóstatas, malditos traidores, secuaces de Judas Iscariote, vuelven a vender a Cristo por treinta monedas de plata. Nos, decimos angustiadamente: ¡Lástima que haya pocos árboles y pocas cuerdas para que se auto-ahorquen los Judas del presente siglo XX! Los perversos y malditos obispos apóstatas de la época actual estrechan sus sucias manos uniéndose con los enemigos de Cristo. Nos, queremos indicar a todos los fieles: Guardaos de estos malditos, pues al seguir los pasos de ellos caeréis precipitados en los abismos infernales. Amantísimos hijos, pensad y reflexionad lo siguiente:

A Judas Iscariote, que entregó a Cristo a sus enemigos, se le llama el traidor; y de este traidor dijo Cristo: ¡más le valiera no haber nacido! Cristo lo dibujó llamándole «el hombre de iniquidad».

Nos, os preguntamos: ¿Cómo llamaréis a los apóstatas obispos que venden la Iglesia, la cual es el Cuerpo Místico de Cristo? Nos, mismo respondemos: a estos malditos hay que llamarlos «traidores». Y tendremos que repetir con Cristo: ¡Más le valiera no haber nacido!

Es triste para los auténticos católicos oír como hoy se exalta las malditas figuras de Carlos Marx, de Lenín, Stalin y otros secuaces.

Nos, como Padre Común de la Iglesia, contra estas malditas figuras os presentamos el gran ejército de la Iglesia Santa de Dios, formado por todos los Mártires y Santos de todas las épocas a cuyo ejército agregamos con gran solemnidad a los Santos que Nos estamos elevando a la Gloria de los Altares en Nuestro Pontificado.

Nos, estamos profundamente consternado y afligido al contemplar con asombro el juicio que hoy se hace sobre la historia. Desgraciadamente, en los altos pedestales que fabrican hoy, vemos personajes que forman parte del ejército que preparan el reino del Anticristo.

Nos, analizamos minuciosamente las historias que hoy escriben los masones, los cuales, malditos también, elevan a gran dignidad a todos los perversos de todas las épocas; y, por el contrario, desprecian, ultrajan y calumnian a los buenos católicos que en todas las épocas lucharon con santo valor contra los enemigos de Cristo y de su Iglesia.

Nos, estamos asombrado al contemplar en las ciudades grandes estatuas en honor de perversos personajes, y por el contrario van destruyendo las estatuas erigidas en honor de santos y valientes católicos.

Nos, sentimos profundo dolor al contemplar en Nuestros viajes a la América Hispana, en muchas de sus ciudades, grandes estatuas a falsos, malditos y satánicos libertadores, los cuales pertenecían a la masonería. ¿Acaso es posible que los miembros pertenecientes a la diabólica secta masónica se les pueda llamar libertadores? Nos, respondemos: no es posible llamar a un masón con el título de libertador, pues todas aquellas provincias de ultramar habían aprendido de su Madre Patria el amor a Cristo y a su Iglesia. En cambio, esos llamados libertadores separaron a los hijos de la Madre Patria, y los hicieron esclavos de la masonería; pues, por desgracia, en muchas de las banderas hispanoamericanas hay estampada, el masónico escudo con el gorro frigio y las dos manos estrechadas. ¿Puede llamarse libertad a una acción que separe a los hijos que tenían como símbolo el Pilar de Zaragoza, y los entregan bajo un símbolo masónico?

Nos, prometemos solemnemente ante Nuestro Señor Jesucristo, la Santísima Virgen María, el Patriarca Bendito San José, San Pedro y San Pablo, Santiago Apóstol, Santa Teresa de Jesús y toda la Corte Celestial:

Emplearemos con gran predilección el tiempo de Nuestro Pontificado para elevar a las grandes figuras de la Iglesia, y condenar severamente a todos los enemigos de Cristo.

Nos, os exhortamos: amadísimos hijos, en estos tiempos de tinieblas necesitáis conocer a figuras importantes de la Iglesia: pues, de esta forma encontraréis maravillosos ejemplos para luchar contra los enemigos de la Iglesia.

Nos, queremos señalar a todos los fieles que con gran gozo y júbilo elevamos hoy a la Gloria de los Altares a la Venerable Sor Angela de la Cruz, sevillana y fundadora religiosa. Casi todos los fieles sabéis que la hoy Santa Angela de la Cruz es la indicada por el Señor para interceder en el milagro de los ojos corporales para Nos. Conocemos perfectamente la santidad y heroicas virtudes de esta admirable fundadora religiosa. Sería una ingratitud y un gran egoísmo por parte de Nos si esperásemos el milagro para canonizarla. Nos, creemos que si no se ha producido ya el milagro, de los ojos no es culpa de Santa Angela de la Cruz; pues, no cabe duda alguna de que en los planes de Dios no es llegada la hora. Nos, exhortamos paternalmente ahora que está elevada a la Gloria de los Altares Santa Angela de la Cruz, roguéis todos a ella con insistencia para que se produzca este milagro, si es para la mayor gloria de Dios, el bien del alma de Nos y el bien para la Iglesia. Nos, aceptamos la Santa Voluntad de Dios. ¡Cúmplase como El quiera! Nos, públicamente hoy renovamos Nuestro ofrecimiento de la ceguera a Dios por el bien de toda la Iglesia. Nos, rogamos al Señor, por la intercesión poderosísima de la Virgen María, que este ofrecimiento sirva de expiación por los innumerables pecados de la vida pasada de Nos.

Nos, os exhortamos a que confiéis en Nuestra plena dedicación en la digna misión, aunque inmerecida, para apacentar la grey. Mientras Dios siga fortaleciendo a Nos, combatiremos con Nuestra espada de fuego a todos los malditos traidores. Rogad a la Santísima Virgen María para que Nos, en todo momento, podamos corresponder a la gracia.

1. Santa Angela de la Cruz

Santa Angela de la Cruz, llamada en el siglo Angela Guerrero González, y por vox populi «Madre de los Pobres», nació el 30 de enero de 1846, en Sevilla, de padres honrados y pobres, llamados Francisco y Josefa. Esta familia sencilla y humilde se distinguía por su piedad y buenas costumbres. Santa Angela de la Cruz apenas sí aprendió en la escuela lo imprescindible de una elemental cultura. A los doce años, es colocada a trabajar en un taller de calzado. Desde muy joven comenzó su vida de oración y penitencia: dormía sobre una tabla, su almohada era una piedra, llevaba un cilicio a modo de escapulario y otro escondido debajo del pelo. Ayunaba varios días en la semana y echaba en la comida ceniza para quitarle el sabor. Un día quedó arrobada, elevada sobre el suelo, durante el rezo del Santo Rosario en el taller, en donde diariamente la dueña y compañeras tenían la piadosa costumbre.

Santa Angela conoce al santo sacerdote Padre Torres Padilla, que tenía ya fama de santo, y bajo su dirección espiritual las virtudes de la Santa van resplandeciendo cada día más. Santa Angela desarrolla su apostolado visitando enfermos, socorriendo a familias desvalidas, &c.

A los 19 años solicitó ingresar en el convento de las Carmelitas descalzas del barrio de Santa Cruz de Sevilla. La Santa, era de una constitución física muy endeble. La vieron las monjas tan «Chiquitita de cuerpo» que consideraron no soportaría los rudos ministerios de las hermanas legas. Fracasado su intento en la vida contemplativa, manifiesta su deseo de ingresar en las Hijas de la Caridad. A los 23 años de edad, Santa Angela fue aceptada y pronto se adaptó a la vida de observancia, y llegó a tomar el hábito. Una penosa enfermedad del estómago la obligó a salir del instituto religioso y volver a su casa, a pesar de que las superioras hicieron todo lo posible para mantenerla en la vida religiosa.

A los pocos días, el mal comenzó a ceder. Volvió nuevamente a su trabajo en el taller de zapatos y a reanudar sus ejercicios de devoción y caridad.

Pero un día, Santa Angela siente que brota de su corazón este pensamiento, que más tarde manifestará: «Si, para aconsejar a los pobres que sufran sin quejarse los trabajos de la pobreza, es preciso llevarla, vivirla, ¡que hermoso sería un instituto que por amor a Dios abrazara la mayor pobreza, para de este modo ganar a los pobres y subirlos hasta Él!» El Padre Torres Padilla, que se interesó mucho por esta inspiración de la Santa, le ordena que ella escriba esos planes. Ella está aterrada, ya que su escasa cultura le hará casi imposible el cumplimiento de este mandato. Pero ella obedece y el Padre Torres queda asombrado no de cómo escribe, sino de las cosas que escribe. Santa Angela contaba por entonces la edad de veintiocho años. Sus escritos eran firmados con el nombre de Angela de la Cruz.

El día 2 de agosto de 1875, queda fundado el instituto religioso de la compañía de las Hermanas de la Cruz, con un total de cuatro hermanas, y su convento es un cuartito con derecho a cocina en la calle San Luis, nº 13 de Sevilla.

La vida de las Hermanas de la Cruz es de gran sacrificio. Se levantan muy temprano, hacen muchas horas de oración, duermen vestidas sobre una tabla, su comida es pobre, sencilla, pero suficiente. En la capilla se sientan en el suelo. Sus hábitos son rudos, ásperos y de gran penitencia en el verano.

Su apostolado está perfectamente organizado: mientras unas se dedican a orar, otras van a las casas de enfermos pobres a cuidarlos por las noches y llevarles los consuelos espirituales y la ayuda material, otras a atender a los pobres que acuden al convento. Y así, todas alternan en estos apostolados de la caridad.

Santa Angela de la Cruz murió el 2 de marzo de 1932: la vieron de repente alzar el busto, levantar los brazos hacia el cielo, abrir los ojos, sonreír dulcemente... suspiró tres veces. Las Hermanas de la Cruz ya vivían en la calle Alcázares, actualmente llamada Sor Angela de la Cruz, en donde se encuentra la cripta en la cual está depositado su cuerpo.

Pocas semanas después de comenzar el Movimiento Nacional del 18 de Julio de 1936 contra el comunismo, ocurrió en Sevilla el siguiente hecho importantísimo. En la carretera de penetración a Sevilla, conforme se viene de Huelva y Extremadura, a poca distancia del llamado puente del Patrocinio sobre el Guadalquivir, venía en dirección a Sevilla un camión de milicianos comunistas con dinamita, para destruir la ciudad. Súbitamente, se apareció milagrosamente Santa Angela de la Cruz en posición de caminante en la carretera, situándose frente al camión cara a cara alzó su mano derecha con un crucifijo. Los milicianos comunistas, reconocieron inmediatamente que aquella monja era la famosa Sor Angela de la Cruz, Madre de los Pobres. El camión retrocedió, giró hacia atrás y desapareció, librándose Sevilla de ser destruida, por la intercesión de Santa Angela de la Cruz. Este gran acontecimiento fue publicado por la prensa de aquellos días; la noticia pasó a la radio y todos se enteraron del maravilloso hecho. Posteriormente, se supo de fuentes fidedignas que aquellos milicianos comunistas se convirtieron y pasaron al ejército de San Francisco Franco y murieron valientemente luchando contra los comunistas y gritando hasta el último momento ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España!

Nos, vemos en esta aparición de Santa Angela de la Cruz dos milagros al mismo tiempo: uno, liberar a Sevilla de la destrucción; y, otro, la conversión de aquellos comunistas que después lograron dar su vida por Dios y por España. No cabe duda que ellos entraron también en el número de los gloriosos mártires de la Santa Cruzada contra el comunismo. Nos, queremos aprovechar el presente documento para mostrar agradecimiento a la Santa.

2. Santo Tomás Percy, Mártir

Nació en 1528. Posteriormente sucedió en el condado de Nortumbria (Inglaterra). Durante el reinado de Isabel I, María Estuardo se refugió en el norte de Inglaterra y muchos de la nobleza apoyaron su causa, incluso Sir Tomás Percy, con el objeto de restituir a su primitivo estado la corona, la nobleza y el culto divino. Escribió al Santo Padre Pío V, y él aprobó la rebelión, aunque se vió obligado a proceder antes de recibir su respuesta. Al frente de sus tropas, con el conde de Westmorland, partieron a Durham, ciudad que les recibió con los brazos abiertos, quedando restablecido el culto divino, así como en las parroquias cercanas; se había mostrado que el pueblo de norte era católico de corazón. Pero, rápidamente, Isabel mandó sus tropas y reconquistaron el terreno. La venganza fue feroz, con centenares de ahorcados.

Santo Tomás Percy fue tomado prisionero en Escocia, y soportó durante dos años y medio la prisión con paciencia, llevando una vida ejemplar de oración y penitencia. Isabel I le ofreció la libertad si apostataba de su Fe Católica. Ante la negativa del Santo, fue condenado a muerte. Ya en el cadalso, Santo Tomás Percy expresó su pena por haber sido la ocasión de la muerte de muchos, pero dijo: «Estoy absolutamente seguro de que las almas de los que murieron por esa causa, gozan ya de la Gloria.» Murió decapitado el día 26 de agosto de 1572. Tenía esposa y varios hijos.

3. Santo Tomás Ford, Mártir

Después de haber sido ordenado Sacerdote en el colegio Inglés de San Gregorio de Douai (Francia), fue enviado a Inglaterra en 1576, donde trabajó cinco años antes de ser arrestado y condenado a muerte. Santo Tomás Ford declaró antes de morir: «Soy católico y muero como católico.» Fue martirizado el 28 de mayo de 1582.

4. San Juan Shert, Mártir

Recibió las ordenes Sagradas en Roma y fue enviado a Inglaterra en 1579. Después de haber sido arrestado y condenado a muerte, le obligaron a presenciar la ejecución y el descuartizamiento de Santo Tomás Ford. En vez de amilanarse, gritó al mártir: «¡Feliz de tí, alma bendita! ¡Ruega por mi!» Aunque podía haberse salvado con solo pedir perdón y declarar que Isabel I era la cabeza de la iglesia de Inglaterra, proclamó terminantemente: «La reina no es, ni puede ser la cabeza de la Iglesia; ese titulo pertenece solo al Supremo Pastor.» Sufrió su martirio el día 28 de mayo de 1582.

5. San Roberto Johnson, Mártir

Trabajó cuatro años en la misión de Inglaterra, hasta que fue arrestado. Tres veces sufrió la tortura del potro en la torre de Londres y condenado igual que sus compañeros. Cuando el verdugo le echó la soga al cuello, San Roberto Johnson empezó a orar en voz alta en latín. Como alguien le indicase que debía orar en inglés, el mártir respondió: «Rezo la oración que el Señor nos enseñó, en una lengua que conozco bien.» En el momento en que el carro se retiró para dejarle colgado, el mártir seguía orando en latín. Fue martirizado el 28 de mayo de 1582.

6. San Jorge Gervasio, Mártir

Nació en 1569 en Sussex (Inglaterra). Sirvió dos años en Flandes en el ejército español. En 1599 entró finalmente en el ejército de Cristo, en el colegio de Douai (Francia). Ya sacerdote misionero, partió para Inglaterra en 1604. Rehusando a prestar juramento de lealtad al rey en la forma que había sido condenado por la Santa Sede, declaró: «El Papa puede deponer a los reyes y emperadores cuando estos lo merecen.» Fue arrestado y juzgado. Condenado a muerte, antes de que el verdugo le echara la soga al cuello, San Jorge Gervasio levantó los brazos y miró al cielo y voló su alma a recibir el premio celestial. Fue ahorcado, arrastrado y descuartizado el 11 de abril de 1608. El mismo día y a la misma hora, un incendio destruyó casi toda la ciudad donde él había pasado gran parte de su juventud.

7. San Ricardo Herst, Mártir

Era agricultor. El obispo anglicano envió a tres hombres a arrestar a Ricardo Herst por haberse negado a prestar el juramento de fidelidad al rey. Con la muerte accidental de uno de estos, tras una enfermedad de tres meses, fue acusado de asesinato y declarado culpable por el juez, aunque todos los testigos probaron que era inocente. Tal era la sagacidad de aquellas autoridades heréticas, siempre condenar por delitos contra la ley civil y evitar la cuestión del catolicismo, que en sus ojos era el verdadero crimen. Escribió unas bellas cartas a su confesor. En una dice: «Aunque la carne es débil y timorata, mi alma encuentra mucho consuelo en ponerse con gran amor en las manos dulces del Salvador. Considerando lo que él hizo y sufrió por mí, mi mayor deseo es sufrir por El. Y antes quisiera morir mil veces que poseer un reino entero y vivir en pecado mortal: porque por amor de mi Salvador nada odio tanto como el pecado.» Antes de ser ahorcado dijo al ministro protestante que le interrogaba: «Yo creo todo lo que profesa la Santa Iglesia Católica.» Tenía al morir seis hijos y su mujer esperaba el séptimo. Murió el 29 de agosto de 1628.

8. Santo Tomás Holland, Mártir

Nació en 1600 en Lancashire, Inglaterra. Hizo sus estudios en Francia y España, dominando ambas lenguas y recibiendo la ordenación sacerdotal, entrando en la Compañía de Jesús. Sus compañeros le llamaban «la biblioteca piadosa» por su saber y virtud.

En 1635 fue enviado a Inglaterra y trabajó con gran fruto durante siete años: fue arrestado y declarado culpable por haber recibido la ordenación sacerdotal en el extranjero. Muchas personas fueron a visitarle a la prisión durante los días que precedieron a la ejecución: oyó muchas confesiones y cada día dijo Misa.

Antes de morir declaró ante la multitud que era católico, sacerdote y jesuíta, y oró en voz alta por el rey y el pueblo: «por cuya prosperidad y conversión al catolicismo, si tuviese tantas vidas como cabellos hay en mi cabeza no vacilaría en sacrificarlas.» La multitud acogió estas últimas palabras con una ovación. Fue ahorcado, arrastrado y descuartizado el 12 de diciembre de 1642.

9. Santa María Consolata Betrone

Nació en Saluzzo, Piedmont (Italia), el día 6 de abril de 1903. Fue la perfecta imitadora de Santa Teresita como alma víctima del amor en el camino de la infancia espiritual. A los 26 años ingresó en el convento capuchino de Turín. A través de innumerables mensajes, el Señor guió su alma por este camino de intenso amor, y la enseño su continua oración: «Jesús María, os amo, salvad las almas.» El Señor la explicó la importancia y la práctica del amor, que le agrada tanto o más que todas las otras buenas obras. Se dedicó al amor, a la caridad y a la mortificación en su incesante acto de puro amor a Dios. El Señor le dijo que, al igual que Santa Teresita, ella tendría que servir como modelo para millones de las «más pequeñas almas» que habían de seguir a esta Santa apóstol del Amor Divino. En el camino de la sencillez, durante muchos años, los únicos libros leídos por Santa Consolata fueron los santos Evangelios, la Imitación de Cristo y la autobiografía de Santa Teresita; y en sus últimos años en la tierra se limitó, guiada por el Señor, a la lectura de los dos primeros, en donde encontró el manjar espiritual que aprovechó para multiplicar su ardiente amor a Dios. Murió santamente en su convento en Moriendo (Testona) el 18 de julio de 1946 a los 43 años de edad.

10. San José Calvo Sotelo, Mártir

San José Calvo Sotelo, Protomártir de la Santa Cruzada Española contra el comunismo, fue un cristiano ejemplar y singular patriota. Miembro del parlamento durante la Segunda República Española, era una figura de importancia extraordinaria y jefe de la oposición al comunismo. En poco tiempo, España era un escenario de numerosos y horribles crímenes y desórdenes públicos. En poco más de cuatro meses habían sido destruidas 160 Iglesias, e incendiadas y casi destruidas 251.

El día 16 de junio de 1936, San José Calvo Sotelo pronunció un elocuente y comprometido discurso en el parlamento acusando al gobierno de llevar a España hacia la anarquía y la revolución. Hablar entonces en el parlamento era un acto de riesgo indudable, que requería una gran dosis de aplomo y de valor. Pero este Santo se mantuvo firme en defensa de la Fe y de la Justicia. Por eso, desafiando el peligro, intervino enérgicamente, como auténtico católico y apóstol, protestando y acusando a los culpables. Un auténtico tumulto acompañó a sus palabras. Cuando terminó su discurso, se levantó la diputada Dolores Ibarruri, llamada la «Pasionaria», miembro relevante del partido comunista, y señalando con su mano al Santo, le dijo: «Usted ha hablado por última vez.» Pero, el Protomártir, en medio de un tumulto amenazador y agresivo de sus enemigos, lleno de emoción dijo: «La vida podéis quitarme, pero no más. Es preferible morir con honra que vivir con vilipendio.»

El día 13 de julio de 1936, se presentó en el domicilio del Santo una patrulla de guardias de asalto al mando de un capitán, con la orden de llevarle a la dirección general de seguridad para un asunto de importancia. San José Calvo Sotelo, dada la hora inoportuna, pues era en la madrugada del día 13, aún de noche, sospechó de la falsedad, e intentó llamar por teléfono para ver si era verdad, pero habían arrancado los cables, con lo que se dió perfecta cuenta de lo que le iba a pasar. Se despidió de su esposa tranquilizándola de que volvería pronto, y marchó de su casa en el coche de la patrulla de guardias, que habían sido mandados por el gobierno. San José Calvo Sotelo de dio cuenta que el camino que tomaba el automóvil no era hacia adonde ellos habían dicho. Pocos momentos después, fue asesinado, en el mismo coche, con un tiro en la nuca, y le arrojaron a las puertas del cementerio. Ante la muerte de San José Calvo Sotelo, la España católica se conmovió, pues había desaparecido el aliento que mantenía fuertes a los auténticos patriotas. Pero, Dios Nuestro Señor, ya tenía preparada otra eminente figura que sería la salvación de España: el 18 de Julio de 1936, el gran Caudillo, San Francisco Franco se levanta en armas, dando comienzo a la Santa Cruzada Española contra el comunismo, que fue derrotado y expulsado de España, gracias a este invicto Caudillo.

11. Santa Bárbara de Santo Domingo

Nació en Sevilla el 7 de febrero de 1842, y llamábanse sus padres Casimiro Jurado y Josefa Antínez, de humilde condición ya que era campanero de la Catedral Metropolitana de Sevilla. El bautismo tuvo lugar en el mismo día de su nacimiento y en la parroquia del Sagrario de la Santa Iglesia Catedral. A los 3 años, como cosa prodigiosa, empezó a hablar de las cosas divinas e instaba a su madre a hablar con ella. Contaba solamente 6 años cuando empezó a realizar terribles penitencias, como ayunos y cilicios. Por la mañana acudía presurosa a oír la Santa Misa, que no solía dejar ningún día. Se dispuso en cierta ocasión a ir a los Santos Lugares para que le mataran por el Señor. El director espiritual de la Santa, fue el Padre José Torres Padilla, cofundador con Santa Angela de la Cruz, que se lo designó el mismo Señor. Por una revelación de la Santísima Virgen, ingresó en las dominicas de la Madre de Dios, de organista, siendo de las más severas en el cumplimiento de las reglas. El 18 de noviembre de 1872, a los 30 años, Santa Bárbara murió, madura en amor divino. El Padre Torres Padilla, cuando le administró la Extremaunción, le dijo: «Vaya, estás ya limpia.» Y dirigiéndose a las monjas, dijo en voz baja: «Limpia y muy limpia ha estado siempre.» El cadáver permanece expuesto ocho días incorrupto, mientras toda Sevilla repite la relación de penitencias y de fenómenos místicos increíbles en aquella ignorante muchacha, hoy Santa Bárbara de Santo Domingo. Sus restos descansan en el monasterio de San Clemente de Sevilla.

12. San Andrés Beasette

Nació el 9 de agosto de 1845 en Saint Gregoire d'Iberville (Quebec, Canadá); fue hermano religioso de la congregación de la Santa Cruz, en la cual se distinguió por su gran piedad y por su amor a San José. Gracias a su gran celo e incansable labor se construyó la gran basílica de San José en Montreal. Además de su enorme confianza en San José, fue siempre devotísimo a la Sacrosanta Pasión del Señor, y tuvo un amor sin límites para la Santísima Virgen. Murió el 6 de enero de 1937 a los 91 años de edad. Su Santidad el Papa Pablo VI le declaró venerable en junio de 1978. En el siglo se llamaba Alfredo Bessette.

13. Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Mártir

Nació el 12 de octubre de 1891 en Breslau (Alemania Oriental) de una familia judía. Se llamaba en el siglo Edith Stein. Fue educada con todo rigor en la religión judía, aunque ella confesó más tarde que había sido atea hasta la edad de 21 años. En 1916 leyendo la autobiografía de Santa Teresa de Avila, se convirtió al catolicismo. Acabada la lectura dijo: «esto es la verdad.» Compró enseguida un catecismo y un misal. Poco después, fue bautizada, confirmada y sintió la vocación religiosa. El día 16 de julio, festividad de Nuestra Señora del Carmen se presentó en el convento de las Carmelitas de Colonia-Lindenthal, ingresando en octubre de 1933. Santa Teresa Benedicta de la Cruz, que había sido famosa doctora en filosofía y profesora, se convirtió en la más humilde hermana, aprendiendo a cocinar y a coser. Comenzó la persecución de los judíos por parte de los nazis. La Santa hizo el ofrecimiento de su vida por la conversión del pueblo judío. Por orden del padre provincial siguió sus trabajos filosóficos. Como todos sabían que era judía, las superioras la enviaron a Holanda por más seguridad. Allí termina el libro La ciencia de la Cruz. Comienza la Segunda Guerra Mundial; el ejército alemán invade Holanda. Intentan las carmelitas enviar a la Santa y a su hermana a Suiza, pero sin éxito. El 2 de agosto de 1942, viene la policía y se lleva a las dos hermanas al campamento. Allí consuela y asiste a las familias judías desesperadas. El 4 de agosto son transportadas hacia oriente. Más tarde se sabe que la Santa y su hermana murieron en el campamento asesinadas por gas el 9 de agosto de 1942.

14. San José María Escrivá de Balaguer

Nació el 9 de enero de 1902 en Barbastro (España). Sus padres, grandes cristianos, educaron a sus hijos en las más estrictas normas de la doctrina cristiana. El dice que nunca pensó ser sacerdote, pero amaba y veneraba mucho a los sacerdotes por la formación recibida. Pero más tarde siente la llamada, y resistiéndose al principio, acepta posteriormente la invitación del Señor, siendo ordenado en el año 1925. Al mismo tiempo, hizo también la carrera de Derecho. Cristo, María y el Papa eran los tres grandes amores de este Santo y así lo manifestaba por todas partes. En cierta ocasión cuando alguien le digo: «Don José», él le contestó: «Por favor, no me quite a la Virgen.» Fundó el instituto secular del Opus Dei, que fue aprobado por el Papa San Pío XII, Magno, el 2 de febrero de 1947, cuando promulgó la constitución apostólica «Provida Mater Ecclesia». Después de una vida ejemplar dedicada al amor de Dios y las almas, tras de dejar innumerables obras escritas de un alto contenido espiritual, fallece en Roma, minutos después de celebrar la Santa Misa, el 26 de junio de 1975.

15. San Francisco de Paula Tarín

Este Santo nació en Godeneta (Valencia, España), el 7 de octubre de 1847. Sus padres eran labradores hacendados y excelentes cristianos. El Santo fue el noveno de los hijos. La muerte de un hermano suyo le pone en trance de muerte y recibe la comunión por viático, que fue a la vez la primera Comunión. Siendo joven ingresa en la Compañía de Jesús. San Francisco de Paula Tarín, de gran sencillez, afable, generoso con los pobres, cariñoso con los niños y enfermos, era a la vez un predicador incansable y un misionero abnegado. Recorría las ciudades y pueblos del sur de España, Castilla y la Mancha predicando en solemnes novenarios, organizando rosarios de la aurora y otros actos en los cuales ejercitaba el ministerio de la palabra. Su amor al Santísimo Sacramento le llevaba a estar muchas horas junto al sagrario, en especial en la Adoración Nocturna. Su amor a la Santísima Virgen era tan intenso, que por todas partes donde iba, contagiaba su amor a todos los que con él se relacionaban, bien mediante la predicación, el confesionario &c. &c. Son incontables las conversiones logradas por este gran apóstol, así como los prodigios realizados. Siendo joven, se dio un golpe en una pierna formándosele una herida que supuraba con mucha frecuencia, que le duró toda la vida y que le producía intensísimos dolores, dada la vida de gran actividad que él llevaba. Vivió una buena parte de su vida en Sevilla, en donde falleció el 12 de diciembre de 1910. Fue enterrado en la Iglesia de los Jesuitas del Sagrado Corazón de esta misma ciudad.

16. Santa María Rosa Ferrón

Nació el 24 de mayo de 1902 en San Germain de Grantham, cerca de Quebec (Canadá). A los tres años de edad fue a Estados Unidos de Norteamérica con su familia. Sus padres eran excelentes católicos, y educaron esmeradamente a sus hijos. Desde muy tierna edad, Santa María Rosa Ferrón practicó la virtud, mediante la oración, la obediencia y la piedad. Más tarde sufrió dolorosas enfermedades, y con el aumento de sus sufrimientos crecía su amor a Dios. Tuvo gran devoción a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y ofrecía su propios sufrimientos unidos a la Pasión de Cristo para hacer reparación a Dios y alcanzar la conversión y salvación de los pecadores. Tuvo muchas visiones y éxtasis, y durante muchos años portó los estigmas del Señor: azotes, llagas, corona de espinas, lágrimas de sangre y otras heridas. Con frecuencia sufrió intensamente la Pasión del Señor en todos sus momentos, especialmente los viernes. En Woonsocket, Rhode Island (U.S.A.) murió el 11 de mayo de 1936.

Nos, pedimos la intercesión de los Santos que hoy hemos elevado a la Gloria de los Altares para que el ejemplo de ellos os fortalezca a todos y confeséis con valor a Cristo en todo lugar cuando El lo exija.

Dado en Sevilla, día 24, Festividad de Nuestra Señora de la Merced, septiembre MCMLXXVIII, Año de Nuestro Señor Jesucristo.

Con nuestra Bendición Apostólica
Gregorius XVII, P.P. Póntifex Máximus

 

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