Nódulo materialistaSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas, número 20, octubre 2003
  El Catoblepasnúmero 20 • octubre 2003 • página 20
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El Congreso de Murcia
y las oleadas del materialismo filosófico

Sharon Calderón Gordo

Se expone la idea de las oleadas que se pueden distinguir en la evolución del materialismo filosófico, se discute qué sea el buenismo y se describe la turbulencia principal del Congreso de Murcia

El pasado mes de septiembre se celebró en Murcia un congreso que durante tres intensos días (del 10 al 12 de septiembre de 2003) debatió en torno al pensamiento de Gustavo Bueno. Quince días después, en una conferencia que el propio Gustavo Bueno pronunció en Madrid, sugirió que podían ya distinguirse en la historia del materialismo filosófico, desde 1976, tres oleadas sucesivas, que en su desarrollo no dejan de provocar sus turbulencias, y bosquejó sus características. Presentaremos este modelo propuesto por Bueno y trataremos de observar su funcionamiento al exponer la turbulencia más llamativa que tuvo lugar en el Congreso de Murcia, turbulencia que precisamente tuvo su origen en una polémica iniciada en El Catoblepas.

Nos limitaremos a exponer aquí brevemente la idea de las oleadas que se pueden distinguir en la evolución del materialismo filosófico durante las tres últimas décadas, tal como fue expuesta por Gustavo Bueno en la conferencia «La Filosofía en España», que pronunció el 25 de septiembre de 2003 en la Universidad Complutense de Madrid (dentro del ciclo «El pensamiento español en el exilio interior y exterior» organizado por el Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid).

El curso y flujo de la filosofía en España durante el siglo XX ha solido organizarse ya desde criterios geográficos (por autonomías) ya desde criterios históricos (principalmente por generaciones, ateniéndose al criterio clásico de los quince años).

La organización por autonomías tiene algún fundamento taxonómico, pero es muy artificiosa, sobre todo si se tiene en cuenta que la definición administrativa de autonomías, que obliga a considerar adscrito a cada territorio a quien está empadronado en ella, la hace inservible salvo para efectos estadísticos, editoriales, sociológicos (sobre todo cuando se tienen en cuenta criterios lingüísticos particulares).

El criterio por generaciones también tiene fundamento, por cuanto las generaciones son sucesivas y pueden estar vinculadas a acontecimientos objetivos relevantes. Pero tal como se utiliza de hecho el concepto de generación (por ejemplo en el libro de Gerardo Bolado, Transición y recepción: La Filosofía Española en el último tercio del siglo XX, o en el volumen Dios en el pensamiento hispano del siglo XX, editado por José Luis Cabria y Juana Sánchez Gey) vuelve a ser inservible e ideológico. Las generaciones se entienden como unidades temporales que independientemente de los contenidos de sus pensamientos dejan rítmicamente el paso las unas a las otras. La idea de generación podría equipararse al punto de vista que Binet había llamado psicológico, frente al punto de vista lógico. Así, por ejemplo, Ensayos materialistas es deudor en 1972 de las contingencias políticas e ideológicas de aquel momento y de aquella generación, como la entonces imprescindible discusión con Konstantinov, &c.

Nos parece que el criterio de organización histórica filosóficamente más importante es el que se atiene a las líneas sistemáticas de cada filosofía. Por ejemplo: filosofías de carácter ontoteológico, de carácter monista materialista, de naturaleza positivista analíticas, de orientación humanista ética, el materialismo filosófico, &c. Las corrientes filosóficas existentes en España a principios del siglo XXI son las mismas que ya estaban formuladas en los años finales del franquismo. Cada sistema no es una doctrina cerrada en todos sus puntos y clausurada, ni puede serlo, sino que está desenvolviéndose continuamente tomando referencias distintas, desarrollando partes, &c.

Para procurar desconectar del criterio de las generaciones e incorporar la secuencia imprescindible del tiempo histórico, puede ensayarse la utilización de unidades puramente objetivas, que no estén ligadas a generaciones, como pueden ser las décadas. Las décadas suponen un criterio objetivo de división, tan artificioso como pueda ser el criterio de los meridianos y de los paralelos en la descripción de la Tierra. También hace falta cierto artificio para elegir el punto de partida de las décadas, de manera que se ajusten al tiempo histórico general. En las décadas no importan epónimos, como en las generaciones, sino acontecimientos objetivos (de carácter militar, tecnológico, científico: la guerra civil española, la bomba atómica, la guerra mundial...) que afectan a los que viven en esa década, cualquiera que sea la generación biológica a la que pertenezcan. Gustavo Bueno, en su artículo «La filosofía en España en un tiempo de silencio» (El Basilisco, nº 20, 1996), tomando como punto de inflexión el año del comienzo de la guerra civil, ensayó la consideración de las siguientes décadas: Primera década 1936-1945 (la década de la Guerra, en la medida en que la Segunda Guerra Mundial se interprete como una «prolongación» de nuestra Guerra Civil]; Segunda década 1946-1955 [cuyo inicio coincide con el año del regreso de Ortega, fallecido precisamente en 1955]; Tercera década 1956-1965 (planes de desarrollo, turismo masivo, aggiornamiento de la Iglesia); Cuarta década 1966-1975 (amplia circulación de ideas filosóficas en la última década del franquismo, que se cierra en 1975 con la muerte del General Franco: en 1972, por ejemplo la editorial Taurus publicó los Ensayos materialistas de Bueno, que se comercializaron sin el menos hostigamiento por la censura con una faja en la que podía leerse: «Por una filosofía académica materialista»); Quinta década 1976-1985, &c. (Gustavo Bueno ha utilizado también este criterio histórico de las décadas al bosquejar la historia de la televisión en España, en su libro Telebasura y democracia, capítulo 5: «La televisión basura en España.»)

Según esto, en el curso del desarrollo de una corriente filosófica (como pueda serlo la filosofía analítica o el materialismo filosófico) habrá que distinguir no ya generaciones sino olas u oleadas según las personas que se incorporan al desarrollo de esa corriente o sistema filosófico, cualquiera que sea, en principio, la generación a la que pertenezcan, aunque hay grandes probabilidades de que los más jóvenes biológicamente formen parte también de las oleadas posteriores. Pero no habrá por qué explicar que una persona de mayor edad se incorpore al sistema en oleadas más recientes, como tendría que hacerlo la teoría de las generaciones. Asimismo quienes pertenecen a una oleada en un momento dado, pueden desvincularse del sistema en otro momento de su evolución personal, y quienes pertenecían a otra corriente pueden incorporarse al sistema (por ejemplo, al materialismo filosófico) en otro momento de su evolución biográfica.

Por lo que se refiere al materialismo filosófico, y utilizando la misma división en décadas ya mencionada, no cabe duda de que es en la quinta década (1976-1985) cuando comienza a distinguirse lo que, desde fuera, es denominado a veces como «grupo de Oviedo» o «escuela de Oviedo». Antes de la muerte de Franco en 1975 ya había Gustavo Bueno publicado: El papel de la filosofía en el conjunto del saber (1970), Etnología y utopía. Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Etnología? (1971), Ensayos materialistas (1972), Ensayo sobre las categorías de la economía política (1972) y La metafísica presocrática (1974), primer libro publicado por Pentalfa Ediciones, editorial fundada por Gustavo Bueno Sánchez.

Juan Cueto Alas, Vidal Peña, Gustavo Bueno y Arturo Martín ante la estatua de Feijoo en Oviedo el día 3 de febrero de 1970

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Quinta década (1976-1985), primera oleada del materialismo filosófico

Durante la quinta década (1976-1985), época de la transición política en España, habría comenzado la cristalización del sistema del materialismo filosófico, en torno principalmente al Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Oviedo.

En 1976, la publicación del Diccionario de filosofía contemporánea (Ediciones Sígueme, Salamanca), dirigido por Miguel Angel Quintanilla (la primera obra colectiva de filosofía publicada en España tras la muerte del general Franco, en la que colaboraron medio centenar de autores, la mayor parte de ellos jóvenes nacidos ya en la postguerra), mostró públicamente la existencia de un grupo organizado en Oviedo en torno a Gustavo Bueno y el materialismo filosófico. En efecto, en ese Diccionario colaboraron entre otros (por fecha de nacimiento): José María Laso (1926, «estudiante de derecho, colaborador del departamento de filosofía de la universidad de Oviedo»), Vidal Peña (1941, «profesor adjunto de historia de la filosofía en la universidad de Oviedo»), Tomás Ramón Fernández Rodríguez (1945, «profesor ayudante de filosofía en la universidad de Oviedo»), Julián Velarde (1945, «becario de investigación en el departamento de filosofía de la universidad de Oviedo»), Alberto Hidalgo (1946, «profesor en el instituto femenino y en la universidad de Oviedo»), Pilar Palop (1947, «profesora en el departamento de filosofía de la universidad de Oviedo») y José Manuel Fernández Cepedal (1950, «colaborador del departamento de filosofía de la universidad de Oviedo»); y se dedicaron entradas al propio «Gustavo Bueno» y a varios términos específicos del materialismo filosófico o que reciben un tratamiento especial desde este sistema: «Cierre categorial», «Diamérico», «Gnoseología», «Idea», «Ontología», «Progressus», «Regressus», «Sinexión», «Symploké», &c.

También precisamente en 1976 la Universidad Internacional Menéndez Pelayo publica un opúsculo con las lecciones dictadas por Bueno el verano anterior en Santander, Idea de ciencia desde la teoría del cierre categorial, y 1976 es la fecha que llevan los 6 tomos (3.040 páginas mecanografiadas) del Estatuto gnoseológico de las ciencias humanas, fruto de la beca concedida a Bueno por la Fundación Juan March dos años antes. En 1985, año que cierra la década, publica Bueno El animal divino. Ensayo de una filosofía materialista de la religión.

Durante esta década las actividades públicas del grupo (congresos, seminarios) tienen lugar principalmente en Asturias. El mismo 1976 se funda la Sociedad Asturiana de Filosofía. En 1978 aparece el primer número de la revista El Basilisco (primera época, números 1 al 16, 1978-1984). En 1982 se celebra el Primer Congreso de Teoría y Metodología de las Ciencias (el segundo en 1983, el tercero en 1985).

Durante esta década la orientación principal del sistema fue hacia temas de ontología (realidad, causalidad), de historia del pensamiento. Como nombres principales (tomando como criterio obras publicadas, libros, artículos, &c.) pertenecientes a esta primera oleada:

Gustavo Bueno Martínez (Ensayos materialistas, Taurus, 1972)

Vidal Peña García (El materialismo de Spinoza, tesis doctoral 1972)

Juan Cueto Alas («Treinta y tres proposiciones heréticas sobre Miguel de Molinos», 1974)

José María Laso Prieto (Introducción al pensamiento de Gramsci, 1973).

Isabel Lafuente Guantes (Causalidad y conocimiento según Piaget, tesis doctoral 1973)

Juan Ramón Alvarez Bautista (La idea de causalidad estructural, tesis doctoral 1973)

Pilar Palop Jonqueres –primera época– (Epistemología genética y filosofía, análisis gnoseológico de la epistemología piagetiana, tesis doctoral 1976)

Tomás Ramón Fernández Rodríguez –primera época– («Cierre categorial», en Diccionario de filosofía contemporánea, 1976)

Julián Velarde Lombraña –primera época– («Dialéctica», en Diccionario de filosofía contemporánea, 1976)

Alberto Hidalgo Tuñón («Contradicción», «Progressus», «Regressus», en Diccionario de filosofía contemporánea, 1976)

José Manuel Fernández Cepedal («Categoría», «Idea», en Diccionario de filosofía contemporánea, 1976)

Carlos Iglesias Fueyo (coautor Historia de la Filosofía, Anaya, 1978)

Ricardo Sánchez Ortíz de Urbina (coautor Historia de la Filosofía, Anaya, 1978)

Tomás García López («Del Topo al Basilisco», 1983)

Manuel Fernández Lorenzo –primera época– (Ensayo sobre la ontología póstuma de Schelling, tesis doctoral 1984)

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Sexta década (1986-1995), segunda oleada del materialismo filosófico

Esta década se caracteriza por la entrada de España en la OTAN y en Europa, la descomposición de la Unión Soviética, &c. El sistema del materialismo filosófico es objeto de atención por parte de instituciones de fuera de Asturias. En 1987 se publica el libro de texto Symploké (que inicialmente no es autorizado por el Ministerio de Educación), en el que colaboran Bueno, Hidalgo e Iglesias. Así la revista madrileña Meta organiza en 1989 en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense un congreso sobre La filosofía de Gustavo Bueno (cuyas actas son publicadas por la Universidad Complutense en 1992). En 1989 se reanuda también la publicación de El Basilisco, gracias al patrocinio de la Caja de Ahorros de Asturias (el nº 1 de la segunda época en septiembre-octubre de 1989). En 1994 el colectivo Besana organiza en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense un ciclo de conferencias titulado «Pelo, Barro, Basura». Bueno publica en 1989 Cuestiones cuodlibetales sobre Dios y la Religión, en 1990 Materia y Nosotros y Ellos, en 1991 Sobre Asturias y Primer ensayo sobre las categorías de las 'ciencias políticas', en 1992 aparece el primer volumen de la Teoría del cierre categorial y en 1993 aparecen los volúmenes 2, 3, 4 y 5 de esta obra. En 1995 publica Bueno tres opúsculos: La función actual de la ciencia, ¿Qué es la filosofía? y ¿Qué es la ciencia?

En noviembre de 1994, se celebra en la Universidad Central de Las Villas (Santa Clara, Cuba) un curso de quince días de duración, bajo el título El materialismo filosófico ante los desafíos actuales, impartido por José María Laso, Alberto Hidalgo, David Alvargonzález, José Manuel Fernández Cepedal, Alfonso Tresguerres y Gustavo Bueno Sánchez. En esta década se forma una segunda oleada, que confluye, con alguna turbulencia, con la anterior.

Gustavo Bueno Sánchez (La obra filosófica de Fray Zeferino González, tesis doctoral 1989)

Elena Ronzón (Notas para una historia crítica de la antropología española, tesis doctoral 1990)

David Alvargonzález (Análisis gnoseológico del materialismo cultural de Marvin Harris, tesis doctoral 1988)

Juan Bautista Fuentes –primera época– («Nota sobre la causalidad apotética a la escala psicológica», 1989)

Pedro Santana Martínez (Presentación y apéndices del Primer ensayo..., Logroño 1991)

Alfonso Tresguerres (Naturaleza filosófica de las teorías sobre la agresión, tesis doctoral 1992)

Carmen Baños Pino (La antropología social de Evans-Pritchard: un enfoque gnoseológico, tesis doctoral 1993)

Fernando Pérez Herranz («La Teoría de las Catástrofes de René Thom», 1994)

Felipe Giménez Pérez (La ontología materialista de Gustavo Bueno, 1994)

Eliseo Rabadán Fernández («Proyecto de una ética mundial» 1994; La liberación latinoamericana desde las coordenadas de la Filosofía y la Teología, tesis doctoral 1998)

Jesús Vega López («Las ciencias normativas y la ciencia del derecho» 1994, La idea de ciencia en el Derecho, 2000)

Secundino Fernández García (Estatuto gnoseológico de la «Scienza Nuova» de Giambattista Vico, tesis doctoral 1995)

Pablo Huerga Melcón («Notas para una crítica a Gonzalo Puente Ojea» 1995)

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Séptima década (1996-2005) tercera oleada del materialismo filosófico

En 1996 se inicia en internet el Proyecto Filosofía en español (el 1º de enero) se constituye la asociación Nódulo materialista (9 de marzo) y se celebra la primera edición de los Encuentros de filosofía en Gijón (22 al 24 de julio). En 1997 se constituye la Fundación Gustavo Bueno, que inicia sus actividades en 1998. Del 22 de febrero al 5 de marzo de 1999 organiza el Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid un curso sobre La filosofía de Gustavo Bueno. Del 8 al 17 de marzo de 2000 se celebra en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Murcia el curso La filosofía política de Gustavo Bueno. En marzo de 2002 aparece el primer número de El Catoblepas, revista crítica del presente. Del 10 al 12 de septiembre de 2003 la Sociedad de Filosofía de la Región de Murcia y la Facultad de Filosofía de la Universidad de Murcia organizan Filosofía y Cuerpo; debates en torno al pensamiento de Gustavo Bueno.

Gustavo Bueno publica en 1996 la segunda edición (aumentada con catorce escolios) de El animal divino. También aparecen en 1996 El sentido de la vida. Seis lecturas de filosofía moral y El mito de la cultura. Ensayo de una filosofía materialista de la cultura. En 1997 se publican las «Diez propuestas "desde la parte de España" para el próximo milenio» (expuestas en diciembre de 1995). En 1998 pronuncia la conferencia «España» (precisamente en el congreso en el que se presentó la Fundación Gustavo Bueno) y en 1999 aparece España frente a Europa. En 2000 publica Televisión: Apariencia y Verdad. En 2001 ¿Qué es la Bioética? En 2002 Telebasura y democracia y en 2003 El mito de la Izquierda.

Pelayo García Sierra («La idea de cultura en Ortega a la luz del materialismo filosófico» 1996)

Felicísimo Valbuena de la Fuente (Teoría general de la información, 1997)

Oscar Clemotte Silvero (Crítica a la teoría de la religación metafísica de Xavier Zubiri, tesis doctoral 1997)

Evaristo Alvarez Muñoz («La construcción de la geología como ciencia» 1998, Filosofía de las ciencias de la tierra: el cierre categorial de la Geología, tesis doctoral 2001)

Marcelino Suárez Ardura («Teoría de la cultura frente a mito de la cultura» 2001)

Sharon Calderón Gordo («Revista de Filosofía 1942-1969» 2001)

Atilana Guerrero Sánchez («Comentario crítico a "Vitalidad, alma, espíritu"» 2001)

Pedro Insua Rodríguez («Ciencia frente a arbitrariedad y arbitrariedad frente a ciencia» 2001)

Nicole Holzenthal («Presencia explícita de la filosofía española en pensadores o académicos alemanes» 2001)

Javier Delgado Palomar («Particularismo y nacionalismo fraccionario» 2001)

Antonio Muñoz Ballesta («La deportiva filosofía política de Ortega y Gasset» 2001)

José Manuel Rodríguez Pardo («Todos contra todos» 2001)

Iñigo Ongay de Felipe (en El Catoblepas, desde el nº 1, 2002)

Pelayo Pérez García (en El Catoblepas, desde el nº 2, 2002)

Rufino Salguero Rodríguez (en El Catoblepas, desde el nº 7, 2002)

Raul Angulo Díaz (en El Catoblepas, desde el nº 8, 2002)

Montserrat Abad Ortiz (en El Catoblepas, desde el nº 8, 2002)

Juan Antonio Hevia Echevarría (en El Catoblepas, desde el nº 13, 2003)

Antonio Sánchez Martínez (en El Catoblepas, desde el nº 14, 2003)

Joaquín Robles López (en El Catoblepas, desde el nº 17, 2003)

Silverio Sánchez Corredera (Ética, política y moral en Jovellanos desde la perspectiva del materialismo filosófico, tesis doctoral 2003)

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Buenismo / Materialismo filosófico

Una vez reexpuesta la presentación que Gustavo Bueno ofreció el 25 de septiembre del modelo de las oleadas, puede resultar interesante realizar algunos comentarios sobre nombres y calificativos. Es precisamente la realidad (a través de artículos, conferencias, &c.) de la tercera oleada, y sus características, la que nos pone ante una cuestión que es necesario abordar, y que, por otro lado, dadas las circunstancias históricas, la biografía personal de Gustavo Bueno (publicación de libros, conferencias, congresos sobre su obra, &c.) y el propio desarrollo del materialismo filosófico, era difícil que se plantease en otro momento que no fuera este. Nos referimos a algo que tiene que ver con la «carga ideológica» que arrastran expresiones como «Grupo de Oviedo» o como «buenismo», por citar algunas.

Se trata, en definitiva, de discutir si tienen sentido este tipo de acepciones para designar a quienes, hoy, se mueven dentro de los parámetros del materialismo filosófico, por la incorporación precisamente a este sistema de una nueva oleada de personas cuyas circunstancias biográficas e intereses filosóficos no pueden reducirse a los que podían aplicarse al llamado «Grupo de Oviedo» hace veinte o diez años (primera y segunda oleadas). En 2003 el sistema del materialismo filosófico es mucho más completo, potente y compacto que lo era en 1972 o en 1976, y no tiene sentido considerarlo acabado en alguno de los momentos o cortes históricos que pueden distinguirse en su evolución. Las imprescindibles y necesarias preocupaciones ontológicas iniciales quizá no sean, por ejemplo, asuntos que se encuentren en la primera línea de atención del materialismo filosófico de hoy. Lo que no quiere decir, ni muchísimo menos, como ha quedado dicho, que quienes pertenezcan a la primera o a la segunda oleada, no puedan incorporarse a, digámoslo así, los «intereses» de la tercera oleada del materialismo filosófico, entre otras cosas influida totalmente por la propia bibliografía reciente de Bueno.

En definitiva, que la expresión «Círculo de Oviedo» o «Grupo de Oviedo» o «Escuela de Oviedo», que originalmente designaba a un grupo de trabajo localizado geográficamente (en el Departamento de Filosofía, primero, en la Facultad de Filosofía, después, en la ciudad de Oviedo) en torno al profesor Gustavo Bueno y a su magisterio, no dice bien de quienes hoy trabajan con las herramientas del materialismo filosófico, y que, no sólo físicamente ya no son vecinos de esa ciudad española, sino que tampoco han recibido el magisterio directo de Gustavo Bueno, ya que su conocimiento del sistema viene por otras vías (la lectura y el estudio directo de sus obras, principalmente).

Algo muy similar ocurre a quienes para referirse al materialismo filosófico cometen, desde nuestro punto de vista, la incorrección de hablar de «buenismo», en referencia directa al creador del sistema. Es evidente que cuando se utilizan las expresiones «buenismo» o «buenista» se está haciendo hincapié en la persona más que en el sistema y es, precisamente, esa personalización la que desvirtúa o desdibuja (y sobre todo confunde), para quienes no están familiarizados con el materialismo filosófico, la potencia del sistema.

No vamos a hablar aquí (aunque sin duda sería un trabajo interesante) de la «carga psicológica» (por utilizar aquí una expresión común que todos podamos entender) que conlleva el hecho de focalizar el desarrollo actual del materialismo filosófico en la persona de Gustavo Bueno: desde el inútil ataque personal que no puede evidentemente desmontar el sistema del materialismo filosófico, hasta digámoslo así, un desmedido culto a la personalidad, que puede llevar a despreciar a todos aquellos que, aún trabajando seriamente en cuestiones muy relevantes del materialismo filosófico, no son Gustavo Bueno. Esta actitud podría ser propia de quien, aún suponiéndole una dedicación al estudio del materialismo filosófico, no se ha percatado de que el sistema está ya en marcha, de que tiene ya una dinámica propia.

«Escuela buenista», «filosofía buenista», «buenismo institucional» son ejemplos claros de un desafortunado intento de clasificación en el que el referente, ahora, no puede ni debe ser Gustavo Bueno (aun cuando esté siempre presente, pues se mantiene en plena producción y actividad filosófica, en el desarrollo de estas tres primeras oleadas). El referente es y debe ser sin duda el propio materialismo filosófico.

Como ejemplos claros de lo que aquí hemos someramente apuntado podemos citar dos, que además están entre sí relacionados. Son los siguientes: el primero nos lo ofrece A. González García en anábasisdigital. Autor de un texto que pretende «clarificar» el estado de la cuestión en torno al supuesto debate que Fuentes Ortega pretendía mantener con Gustavo Bueno a propósito del libro España frente a Europa. En él podemos encontrar numerosísimas referencias a lo que antes hemos identificado con el culto a la personalidad: «escuela buenista», «filosofía buenista», &c. Pero expresiones, todas ellas, que utiliza para designar a algo así como un grupo compacto de acción, cercano físicamente al líder, cuyo único objetivo es salvaguardar al jefe del grupo de toda crítica.

Dice A. González García: «La escuela buenista se comporta de un modo similar a los seguidores de Freud, que tildaban de neuróticos a aquellos que criticaban las ideas del maestro, por poner el ejemplo más digno de todos los posibles.» Suponemos que pretende describir a un imaginario grupo que se posiciona en una ortodoxia personalista, ortodoxia que él mismo practica cuando evita hablar de materialismo filosófico, y adjetiva los sustantivos «filosofía» y «escuela» con el término «buenista». Aún así, el autor es consciente de que esa descripción ideal que ofrece tiene serias carencias: «No todos los defensores de las tesis de Bueno son filósofos del grupo de Oviedo, ni forman parte de la escuela propiamente dicha» (en referencia directa a quienes pertenecen a la primera y segunda oleadas). Para paliar esta insuficiencia «inventa» una nueva clase a la que denomina «buenismo institucional», con la que pretende clausurar definitivamente el entorno del materialismo filosófico. Sobra decir que la solución a todos los problemas de denominación planteados se resolverían, desde luego, hablando de «materialismo filosófico», y evitando confusas denominaciones que, lejos de lo que puedan pretender quienes las usan, únicamente sirven para evitar hablar del sistema y detenerse en cuestiones totalmente irrelevantes para éste.

El segundo de los ejemplos se refiere a un artículo publicado en el número 2 de esta revista, titulado «Discusión o Filosofía», cuyo autor es Pelayo Pérez. En este artículo, escrito en parte en respuesta al de A. González García, el autor utiliza indistintamente «buenismo» y «materialismo filosófico» para referirse al sistema filosófico, cayendo, sin querer, en el mismo error de cierto culto a la personalidad. Y no por referencia explícita, sino por asimilación de conceptos: «Que en el buenismo institucional hay aplaudidores y aduladores debe saberlo cualquier que dirija una revista o un grupo de "poder", así que resaltarlo es algo más que objeción superficial, cuando no una carga de profundidad al reducir a "meros reseñadores" a los supuestos discípulos apagafuegos del buenismo y cosas así.» (cursiva nuestra). Acepta sin más los artificios ofrecidos y los asimila a su discurso, quizá por distracción, al estar más ocupado en defender la dignidad filosófica de los llamados por A. González García «discípulos apagafuegos».

No obstante, Pelayo Pérez incide, aunque parece que también sin querer, en la estrechez que conlleva la expresión «círculo de Oviedo», para enclasar a todos aquellos que trabajan en torno al materialismo filosófico. Dice: «Por otro lado, al poner el pero del asunto en las acciones del "círculo de Oviedo" y en sus reacciones al libro en cuestión, nuestro inefable constructor de escenarios, deja afuera, [...] respuestas de la extensión y magnitud de filósofos "externos" como la crítica desarrollada por Fernando Pérez Herranz (en la revista Daimon, dirigida por Patricio Peñalver, [...], que lo dice casi todo: "España como provocación filosófica. Aproximación a la filosofía de Bueno"» (cursiva nuestra) (nótese que el propio Fernando Pérez Herranz, dice «Aproximación a la filosofía de Bueno» y no «Aproximación al materialismo filosófico»). Por lo que ya se ha dicho antes, no podemos aceptar la expresión «círculo de Oviedo», salvo que sea utilizada en un sentido histórico, para designar a la primera y segunda oleadas del materialismo filosófico. Y de esto también «se da cuenta» el autor cuando para hablar de Fernando Pérez Herranz lo hace llamándole «filósofo "externo"». Suponemos que «externo» al llamado «Círculo de Oviedo», presentado a éste entonces como un núcleo primigenio y esencial del materialismo filosófico a través del cual deban definirse todos aquellos que se incorporen al sistema, una especie de referente inexcusable del materialismo filosófico. Puede que, emic, algunos de los miembros de la primera y segunda oleadas (sobre todo de la primera), efectivamente, compartan esta descripción; pero no es, desde luego una definición capaz de dar cuenta de la realidad actual del materialismo filosófico, en el que el mayor número de aportaciones, provienen de personas ajenas completamente a ese histórico «grupo de Oviedo»: Felicísimo Valbuena, Atilana Guerrero, Iñigo Ongay, Pedro Insua, Joaquín Robles, y otros muchos. Estaríamos entonces, si aceptásemos la deficiente denominación de «grupo de Oviedo» para referirse al entorno del materialismo filosófico, ante la asombrosa situación de que son los «filósofos externos» quienes desarrollan las más recientes cuestiones del materialismo filosófico, organizan congresos, imparten conferencias, publican artículos, &c. Cuestiones confusas que se resolverían eliminando ese tipo de denominaciones, para sustituirlas, en fin, por «materialismo filosófico».

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Turbulencias en el Congreso de Murcia

Y en este punto podemos enlazar con el Congreso recientemente celebrado en Murcia (Filosofía y cuerpo. Debates en torno al pensamiento de Gustavo Bueno, 10-12 de septiembre 2003, organizado por la Sociedad de Filosofía de la Región de Murcia y por la Facultad de Filosofía de la Universidad de Murcia), para mostrar no sólo las consecuencias de la utilización de este tipo de acepciones e ideas confusas, sino también las turbulencias (quizá a causa de ellas) que se producen entre algunos miembros de la segunda y la tercera oleada. Sirva como ejemplo la turbulencia que quedó de manifiesto con la intervención de Fernando Pérez Herranz y que ahora pasamos a describir.

Invitado como ponente por la organización de este congreso, su intervención, y así figura en el programa impreso, debería versar sobre «La neutralización del sujeto gnoseológico en la Teoría del Cierre Categorial» (en otra versión del programa distribuida por correo electrónico el título de la intervención anunciada era «La densidad histórica del sujeto gnoseológico»). Pero llegado el momento de la ponencia, Fernando Pérez Herranz, comenzó su exposición dirigiéndose a Patricio Peñalver, diciendo lo siguiente (transcribimos directamente de la grabación de la sesión):

Fernando Pérez Herranz en Murcia el 11S de 2003

«Agradezco pues tu generosidad, esta invitación a hablar de la filosofía de don Gustavo Bueno, una filosofía que he visitado durante muchos años y con la que tengo, en principio, casi, casi ya un vínculo de identidad. Pero, como estamos en un congreso donde que hay que hacer... un calado... quizá estas cuestiones que vamos debatiendo de una manera especial pues... en fin... voy a tratar de plantear estas cuestiones en un planteamiento que, pues, en principio voy a decir "polémico"» (cursiva nuestra)

Inmediatamente después, comenzó la lectura del texto que tenía preparado:

«Cuando hace ahora casi un año fui invitado por Patricio Peñalver a participar en este congreso consideré que se me reclamaba no tanto como lector de la obra de Gustavo Bueno, sino como a alguien que comparte supuestos y tesis del llamado "materialismo filosófico" y, en especial, de la TCC (a la que tengo, como saben todos ustedes que hayan leído algún artículo mío... pues... tengo por una de las obras más brillantes de la mitad, del último cuarto del siglo XX). Y que en esta invitación se suponía que, en cierta manera, podría hablar desde la "cara interna" del sistema.
Pero, durante este tiempo, han ocurrido, algunos sucesos intelectuales en los que me he visto envuelto. Desde posiciones cercanas a Gustavo Bueno se me ha descalificado directamente, para plantear cuestiones de filosofía española. Se me ha desplazado, por así decirlo, hacia la "cara exterior" del materialismo filosófico, y se me ha situado en el idealismo, en una de las casillas, por decirlo en el lenguaje de las clasificaciones combinatorias de Bueno, negada, precisamente por la dialéctica de ese mismo materialismo, en el que pretendida y erróneamente, parece ser, me encontraba. [...]
Si se me invitó exclusivamente como filósofo materialista, pues, nada tengo que decir. Si lo fui como un lector atento de la filosofía de Gustavo Bueno, que ha publicado algunos artículos sobre su pensamiento, de donde se puede decir que tengo cierta competencia en esta lectura (pero que es algo independiente si se practica una filosofía materialista o idealista), algo podré comentar sobre la «densidad histórica» del sujeto gnoseológico. Y aunque se trastoque un poco el título de la conferencia, si tanto Patricio Peñalver, como los asistentes, están de acuerdo en que mi presencia sigue justificada en este evento, pues trataré de argumentar cómo la filosofía de la historia de Gustavo Bueno, aplicada a España, imposibilita esta vinculación y, en consecuencia, ese proyecto se ha de proseguir por otras líneas. Así que pido si sigo o no... [dirigiéndose a Patricio Peñalver].» (cursiva nuestra)

No entraremos aquí en el fondo de la cuestión tratada por Pérez Herranz (ésta ya ha sido debatida en esta revista), pero sí en las formas. Ya que en ellas se ejemplifica la turbulencia mencionada.

Los «sucesos intelectuales» a los que se refiere Pérez Herranz tienen que ver con la publicación en El Catoblepas de su artículo titulado «Francisco de Vitoria, Descartes y los judíos», que fue contestado por Atilana Guerrero Sánchez y Pedro Insua Rodríguez. La «respuesta» de Fernando Pérez Herranz a estos artículos, fue «la callada». Hizo caso omiso, y se limitó a retirar su sección «Arco de medio punto» de esta revista, eso sí, no sin antes enviar un último y críptico texto en el que, sin mencionar a Atilana Guerrero o a Pedro Insua, pretende pasar por encima de las críticas recibidas, insinuando cierto dogmatismo en la respuesta, como muy bien apunta Joaquín Robles en su artículo «Peros a Pérez». Hasta ese momento, esto era lo que había sucedido. Podríamos haber dado muchas apresuradas interpretaciones a propósito de la inusual reacción de Pérez Herranz, pero la prudencia y el buen juicio obligaban simplemente a mantenerse cautos con respecto a cualquier tipo de explicación de lo sucedido. La clave la dio el propio Fernando: «desde posiciones cercanas a Gustavo Bueno, se me ha descalificado directamente, para plantear cuestiones de filosofía española. Se me ha desplazado, por así decirlo, hacia la "cara exterior" del materialismo filosófico, y se me ha situado en el idealismo.» Evidentemente, podríamos derrochar tiempo y esfuerzo en demostrar que en ningún momento se descalificó o desplazó a Pérez Herranz, y que en cualquier caso, esa es una «consideración emic». No lo haremos. Lo que haremos será invitar a quien lo desee a leer los artículos mencionados y que él mismo juzgue.

Porque de lo que aquí se trata, no es de hacer una defensa apasionada de las posiciones defendidas por Pedro Insua y Atilana Guerrero en sus respectivos artículos, sino de hacer hincapié en un actitud que, desafortunadamente, no es nueva en el entorno del materialismo filosófico (y nos estamos refiriendo con esto a la acción y reacción de Juan Bautista Fuentes Ortega, que al igual que Fernando Pérez Herranz, encuentran en España frente a Europa un obstáculo casi insalvable para seguir compartiendo los presupuestos del materialismo filosófico) y que marcan esa turbulencia entre miembros de la segunda oleada y miembros de la tercera oleada del materialismo filosófico. Pero sigamos con el Congreso de Murcia.

El contenido de la intervención de Fernando Pérez Herranz fue prácticamente el publicado en El Catoblepas en el artículo mencionado, con algunas nuevas «aportaciones» que, para lo que aquí nos ocupa, son de gran interés, y que pasamos a reproducir:

«Pues bien, todas estas cuestiones las presenté, si bien de manera periodística, por supuesto, en la revista El Catoblepas, en la que escribe habitualmente Gustavo Bueno, si bien ya las había ido expresando en conferencias y trabajos. Supongo que este planteamiento, pues le parece a Gustavo Bueno "cosa menor", como cosa menor es mi ejercicio filosófico, porque fue contestado indirectamente por dos colaboradores de la revista mencionada, pero, a pesar de mi pequeñez, pues sólo me satisface la réplica de Gustavo Bueno, ¿qué quieren que les diga? ¿verdad? Llevo muchos años con esto ¿eh? y entonces que me mandaran simplemente pues... ¿verdad?... pues no, los becarios están bien para los, para los... programas de televisión. Pero en fin...»
«Si el cuerpo humano es la estructura en torno a la cual gira la racionalidad, tanto mundana como académica, si el cuerpo humano es nada más y nada menos la idea mediante la cual se reexpone la distinción naturaleza/cultura, como se sugiere al final de los Ensayos materialistas, y que aquí invito a visitar, la página 468, que como está al final de Ensayos materialistas, a lo mejor, a los más jóvenes no les ha dado tiempo a llegar...» (cursiva nuestra)

Como bien saben los lectores habituales de esta revista Gustavo Bueno cuenta con una sección fija, «Rasguños» (de las mismas características a la que tenía Pérez Herranz, hasta que decidió suprimirla) en la que ha escrito puntualmente mes a mes desde la aparición de El Catoblepas. Las afirmaciones que siguen de Pérez Herranz son, como él mismo dice, suposiciones. Obviamente estos «exabruptos», tal y como los calificó Alberto Hidalgo (aunque no estamos de acuerdo con él que haya que tomarlos «a beneficio de inventario») fueron contestados en la discusión que siguió a la ponencia (y que procuramos transcribir lo más fielmente posible a partir de la grabación en video). No pretendemos transcribir toda la discusión, ni la respuesta de Gustavo Bueno, que se mantuvo al margen de las cuestiones de procedimiento que aquí nos interesan ahora. Las argumentaciones de Bueno relativas a las relaciones del materialismo con el cogito y con la Eucaristía merecen ser objeto de otro tipo de análisis, y sería inoportuno traerlas ahora aquí.

«Sharon Calderón: Voy a contestar por alusiones. «Contestar» no, mejor «intervenir» por alusiones, a Fernando en tanto que pertenezco al Consejo de Redacción de la revista electrónica El Catoblepas. Fernando ha dicho, corrígeme si me equivoco, porque la verdad es que me he quedado un poco estupefacta cuando lo has dicho, porque yo creo que hasta mi cerebro ha hecho click..., has dicho, hablando del artículo que enviaste a El Catoblepas y que fue contestado por otras personas..., has dicho: «Yo esperaba que me contestara Gustavo Bueno.» Como miembro del Consejo de Redacción que soy, y no soy la única persona que pertenece a ese Consejo y que está en esta sala, me parece que el artículo no lo enviaste dirigido explícitamente a Gustavo Bueno, lo enviaste como un artículo más de tu sección «Arco de medio punto», sección que desafortunadamente, y lo digo sinceramente, ya no existe por tu propio deseo, has decidido suprimir la sección de la revista, y repito que lo lamento.
Ese artículo no fue enviado bajo ningún concepto explícitamente a Gustavo Bueno, fue un artículo más dentro de esa sección. El Catoblepas es una revista libre, abierta, y contestan a los artículos quienes les da la gana, eso es evidente. Evidentemente [se oye de fondo a Pérez Herranz: «¡Qué cosas!»] se exige un mínimo de rigor en las respuestas, pero contesta quien le da la gana, no tiene que contestar Gustavo Bueno.
Segunda parte de lo que tú has dicho. Más o menos algo así como que «y me respondieron los jóvenes», y has añadido como coletilla «los becarios están bien para la televisión». El Catoblepas no tiene becarios, esto que lo sepa todo el mundo, hay gran parte de voluntarismo. Y, por último, simplemente decir que la crítica no debe ir contra la posición, el empleo, el puesto, &c., que ocupen las personas, sino contra los argumentos. Y a los argumentos me remito, yo invito a todo el mundo a que lea el artículo de Fernando Pérez Herranz, que está en El Catoblepas, y la respuestas a ese artículo, que por si no lo sabéis, las han escrito, Atilana Guerrero Sánchez y Pedro Insua Rodríguez (y Joaquín Robles). Nada más

Fernando Pérez Herranz: ¿Y tengo que contestar? (riéndose)

Patricio Peñalver: Yo creo que sería mejor ir a las cosas...

Fernando Pérez Herranz: Esto es de risa, vamos...

Patricio Peñalver: Yo creo que vamos a ir al fondo de la cuestión. Fernando, vamos a ir al fondo de la cuestión... Fernando...

Fernando Pérez Herranz: Hombre simplemente decir que... creo que el público aquí presente entiende lo que es lenguaje objeto, metalenguaje e ironía...

Sharon Calderón: Fernando, ocurre que yo no entiendo ni tu metalenguaje ni tu ironía.

Fernando Pérez Herranz: Pues hija, si no lo entiendes... (se ríe)

Sharon Calderón: Que estudie ¿no? No, si yo entiendo que desde tu perspectiva has llevado hasta sus últimas consecuencias el, por otro lado tan bonito refrán de «más sabe el diablo por viejo que por diablo», pero que debes tomarlo tan sólo como un refrán. Tus alusiones a la juventud, o a lo poco que puedan saber los jóvenes frente a tu sabiduría, que ya es de 50 años, pues fantástico, me parece muy bien, pero no debes tomártelo tan en serio.

[Interviene Elena Ronzón (sin micro): «Fernando yo que tú no hablaría si no está delante tu abogado»]

Fernando Pérez Herranz: En la próxima convocatoria traeré abogado y... Bueno yo... quisiera, bueno en fin... me parece que es una cuestión que no tiene... cuando yo he hablado de los jóvenes o tal, pues, yo les tengo mucho cariño, porque vivo de ellos ¡como soy profesor! Pues si no hubiera jóvenes no comería (riéndose) ¿eh? Y... en fin... no... no tiene nada... en fin... yo creo que eso es para entrar en polémicas y que conteste ahí, y tal... Pero vamos no quiero entrar en ese juego... Lo que si quisiera contestar a Gustavo Bueno, lo que ha dicho antes, porque creo que no me he debido explicar bien, porque he distinguido lo que es la ciencia del objeto, lo he separado, otra cosa es que en la construcción del sujeto diamérico lo hubiera incorporado, pero es como en la construcción de la propia filosofía... mía... en este caso. Pero claro, indudablemente, la cuestión del atomismo en Descartes no tiene nada que ver, porque, claro, entre otras cosas Descartes no era atomista...»

Tras otras varias intervenciones de algunos de los presentes tomó la palabra Joaquín Robles:

Joaquín Robles en Murcia el 11S de 2003

Joaquín Robles: Yo lamento no entrar en el fondo de la tesis de Fernando Pérez Herranz por un motivo, porque me parece que ha sido impermeable completamente a las críticas que le hicieron Pedro y Atilana. Y me parece que no es extrafilosófico, como has pretendido decir en la respuesta a Sharon, el que se te recuerde que hay una cosa que se llama «decencia dialéctica» y que la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. Y que la revista digital El Catoblepas está abierta, como ha dicho Sharon, a cualquier tipo de comunicación... es decir: no hay censura previa. Hubo un artículo por tu parte, muy respetable, donde defendías unas tesis que por motivos obvios no podemos ponernos aquí a discutirlas, y dos personas no estaban de acuerdo y discutieron con argumentos racionales, de forma ordenada, sin incluir ningún tipo de prejuicio, ni ningún juicio de valor, ni nada. Y, sin embargo, tu respuesta fue decir «Señores, retiro de aquí mi sección. Me marcho y no quiero saber nada. Y me dedico a otras cosas mucho más importantes que tengo que hacer». Es decir, que menospreciaste en aquella ocasión a dos personas que merecen todo el respeto, entre otras cosas por el propio artículo en sí, que era un artículo razonado, tengan o no tengan razón. Y vuelves a hacerlo hoy cuando eres totalmente impermeable a ese artículo, no lo nombras, no lo citas, parece que no ha pasado nada, nos has leído párrafos enteros del artículo publicado en El Catoblepas y encima parece, por lo que se ve, tras la intervención de Sharon, que quieres irte de rositas. A mi me parece que es una «indecencia intelectual» lo que acabas de cometer, y esto también tiene que ver con la filosofía, completamente. Nada más.

Fernando Pérez Herranz: Puedes moderar lo que quieras... (dirigiéndose a Patricio). A mi me parece que nadie tiene derecho... nadie tiene el, creo yo, pues, el poder de decir cómo hay que llevar las discusiones, yo no sé si tú tienes el canon de la academia dialéctica o de Platón, la has heredado por alguna vía. Entonces las discusiones filosóficas, las discusiones del tipo que sean... pues tienen sus tempus y tienen sus territorios... Ese era un artículo en el que se me replicó, no desde posiciones de los replicantes, sino defendiendo la posición de Gustavo Bueno, a la que parecía que yo atacaba.
Insisto en que... cuando... cuando uno escribe un artículo pues le pueden contestar, evidentemente, le pueden contestar pues cualquiera, le pueden rectificar, ratificar, eliminar, despreciar. Y ese era... Pero no como algo que hubiera yo herido tesis de los colaboradores de El Catoblepas, sino se me contestaba como un ataque directo a la filosofía de Gustavo Bueno. Yo creo que eso es lo que... se me contesta así, en fin, por lo menos yo lo entendí así...

Gustavo Bueno: No era eso Fernando, eso fue una interpretación subjetiva suya. Yo que era neutral le digo que no era eso en absoluto...

El comportamiento y las respuestas de Pérez Herranz no fueron, ni mucho menos, «educadas» o «alegres», tal y como él pedía que fueran las respuestas a su artículo, al punto de que incluso alguno de los intervinientes llegó a apelar a su amistad con el ponente para zanjar el coloquio tajantemente.

¿Para que nos sirve todo esto? Primero para hacer ver ciertas notas de semejanza entre el comportamiento de Fernando Pérez Herranz y el de Juan Bautista Fuentes Ortega. Y segundo, para mostrar cómo esos rasgos de comportamiento parecen representar lo que hemos llamado una turbulencia entre oleadas del materialismo filosófico.

Tanto FMPH como JBFO se han «sentido» conmovidos por algunas de las tesis defendidas en España frente a Europa. Estas tesis son precisamente las que les han llevado a tomar partido y plantear «cuestiones polémicas» en torno a ellas. Y, lo más importante, ambos han creído que la única respuesta posible a las supuestas críticas por ellos planteadas debía venir del propio Gustavo Bueno. Estamos así ante el ejercicio de lo que hemos llamado «culto a la personalidad» que afecta principalmente a los miembros de la primera y segunda oleadas, ya que éstos y no los de la tercera oleada del materialismo filosófico, son los que han recibido el magisterio directo de Gustavo Bueno. Y aquí incluiríamos las «iniciales», pero ya insuficientes denominaciones de «buenismo», «escuela de Oviedo», &c. ¿Por qué no les satisface ninguna otra respuesta? Quizá por considerarse al «nivel filosófico» del maestro (mostrando una visión arcaica e idealizada de la relación maestro-discípulo, en la que el objetivo no será otro que superar a ese), despreciando en consecuencia cualquier otra aportación que no sea la del magister, quizá por considerar que su discurso es tan complicado y complejo, que sólo una mente que esté en un nivel de abstracción similar al de la suya pueda entenderlo. Otra nota destacada podría ser la de un desmesurado gremialismo en torno a sus trabajos como funcionarios del Estado. Dice Fernando Pérez Herranz: «Y así lo manifiesto públicamente en este acto académico de extensión universitaria en el que me ha permitido participar, y al que agradezco, Patricio Peñalver, que considero el más apropiado para pronunciarse sobre los temas filosóficos que atañen a una comunidad organizada institucionalmente y a la que me honro en pertenecer.»

Estos comportamientos, han de «chocar» evidentemente con quienes no comparten los mismos referentes históricos, ideológicos, &c., nos estamos refiriendo a la tercera oleada del materialismo filosófico, que no tienen por qué ser necesariamente más jóvenes, sino incorporados al sistema más tardíamente. El problema radica en que cuando, emic, se asume por una cuestión puramente biológica, por tener más edad, o por una suerte de contacto directo y mantenido con el maestro, que se es capaz, no ya sólo de dominar el sistema, sino incluso de superarlo, se está, como mínimo, pecando de soberbia. Lo cierto es que el materialismo filosófico no se agota en Gustavo Bueno. Y quien no sea capaz de ver algo tan simple como esto y siga insistiendo en acepciones tan poco acertadas para hoy como buenismo, o escuela buenista, o grupo de Oviedo, es que por algún motivo, no quiere hablar ni reconocer la existencia del «materialismo filosófico».

 

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