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El Catoblepas, número 19, septiembre 2003
  El Catoblepasnúmero 19 • septiembre 2003 • página 21
Libros

¿Se vuelve Iberoamérica protestante?

Eliseo Rabadán

Sobre el libro del antropólogo norteamericano David Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante? Las políticas del crecimiento evangélico (1990), Quito 1993, versión digital en la Biblioteca de nódulo

David Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante?, Biblioteca de Nódulo Una reseña del libro resultaría incompleta, ya que sería una explicación sencilla y breve del mismo. Una glosa, que según el diccionario de la RAE consiste en la explicación o comento de un texto difícil de entender, es lo más adecuado. Quiero decir que el libro de Stoll, que el lector puede leer sencilla e íntegramente en estas páginas, pues está disponible en la Biblioteca de nódulo, supone, a mi juicio, un alto grado de dificultad derivado esencialmente de los asuntos que trata. La mayor dificultad, acaso, la encontraremos en las implicaciones sociales y políticas de las llamadas sectas protestantes y su actividad directa o indirecta en las guerras centroamericanas, especialmente en la época del presidente norteamericano Ronald Reagan: Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala.

David Stoll hace algunas referencias muy interesantes, por ejemplo, acerca del papel del teniente coronel Oliver North (hombre clave de las estrategias de guerra sucia contra el Gobierno Sandinista dirigidas por el presidente Reagan, y que, como se sabe, llevaron al caso Iran-contra, que por cierto, Stoll soslaya completamente, lo que a mi juicio, debiera estar en el libro cuando menos citado) en la organización y utilización de grupos religiosos, a los que él mismo pertenecía, con fines bélicos más o menos «ocultos».

El libro resulta muy interesante para los lectores españoles o iberoamericanos interesados, en cuanto a la información abundante y de primera mano que nos ofrece (a través de entrevistas a actores religiosos y políticos norteamericanos relevantes [como funcionarios de embajadas norteamericanas en Centroamérica, &c.], fuentes a las que quizá su condición de universitario y de norteamericano hayan podido facilitar el acceso).

El conocimiento de Stoll sobre las estructuras de las iglesias evangélicas de los EEUU, y sus actividades evangelizadoras (y políticas) en Iberoamérica, es amplio y muy documentado, como podemos comprobar en los primeros cinco capítulos.

En el capítulo 4 titulado Antropología y Etnoteología encontramos algunos comentarios relacionados con asuntos con implicaciones gnoseológicas de la propia Antropología que resultan interesantes desde este punto de vista. Se hace mención a las relaciones entre religiosos, es decir misioneros y antropólogos norteamericanos, colaborando desde instituciones como la Sociedad Bíblica Americana o los enfoques teórico-prácticos que ejemplifica Stoll con el caso de Chiapas y las actividades de los Traductores Wycliffe entre indios mayas de la región mexicana célebre por el movimiento zapatista, hoy al parecer tan poco recordado. Resulta interesante, me parece, la transformación de estrategias funcionalistas por los enfoques de la antropología cultural, que Stoll menciona, aunque no desarrolla, pues no es ello tema central de su libro. Recomendamos a los lectores interesados en profundizar en estos asuntos, en este sentido, los ensayos de Alberto Cardín publicados en su libro Tientos Etnológicos.{1}

A mi juicio, se echan de menos a lo largo del libro ¿América Latina se vuelve protestante?, referencias a los trabajos y el papel que desempeñan los antropólogos y académicos autóctonos que trabajan en países citados (México, Guatemala, &c.), ya que esas referencias ayudarían seguramente a definir más precisamente algunos de los problemas y cuestiones que el propio Stoll introduce.

Si ponemos en la balanza este libro lleno de informaciones y datos interesantes, el balance resulta positivo, como hemos dicho ya, en cuanto a sus aspectos en torno al tema central: la penetración en el contexto de la Guerra Fría de las iglesias y sectas protestantes de los EEUU en Iberoamérica y en especial Centroamérica.

Su lectura resulta recomendable sin duda alguna, aunque quisiera añadir, para terminar, algunos comentarios finales, más como un tipo de recomendación que como crítica, puesto que considero que una crítica del libro implica necesariamente un artículo bastante más extenso que la glosa. Se trata de señalar que, en el apartado titulado ¿Por qué podría no funcionar la teología de la liberación?, del último capítulo, el 10, como el mismo Stoll señala, a su modo, no se ha estudiado el papel de la llamada Teología de la Liberación Latinoamericana con la debida precisión, a mi juicio. El modo en que trata el asunto este libro, cuando menos, me parece ambiguo. Nunca se sabe claramente cómo se desarrollaron algunas importantes situaciones políticas, porque Stoll plantea las cosas de ese modo ambiguo al que me refiero. El caso del Arzobispo Obando y Bravo se presenta como el enfrentamiento entre la Iglesia Católica oficial y el FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional), es decir, entre el Vaticano, que como se sabe fue siempre, desde el comienzo del papado de Juan Pablo II, radical enemigo del movimiento de la Teología de la Liberación y los sandinistas en el poder. Lo que parece ambiguo es, entonces, el papel de la teología de la liberación y el por qué de su fracaso, ya que Stoll no llega a aportar información precisa sobre este asunto. Posiblemente esta ambigüedad a la que me refiero se hubiera corregido, al menos en parte, si hubiéramos encontrado algunas referencias a un texto que puede ser clave para estas implicaciones políticas e históricas de lo que Stoll define como la etnoteología. Me refiero a los llamados Documentos de Santa Fe.{2} Lo que resulta muy claro, y no da cabida a ambigüedades, es que hubo una clara estrategia de colaboración entre Reagan y el papa Woyjtyla, en la que todas las estructuras políticas del Vaticano y la Casa Blanca colaboraron estrechamente para derrocar de una u otra manera al gobierno nicaragüense del comandante Ortega. Y pretender como hace Stoll en el apartado citado, responsabilizar indirectamente de muertes [¿innecesarias?] a los teólogos de la liberación por no reconocer la derrota ante los ejércitos de la contra reaganiana, es ya más que ambiguo, inaceptable. Permítanme citar algunas frases de Stoll al respecto:

«Mi relato sugiere que en Guatemala, ciertos clérigos católicos que practicaban la teología de la liberación fueron, en parte, responsables de la identificación de las organizaciones eclesiásticas como subversivas por los militares, lo cual llevó a una ola de terror de la cual es posible que la Iglesia Católica nunca se recupere.»

Da la impresión de que los teólogos de la liberación ahora va a resultar que son moralmente culpables de los crímenes de los militares genocidas de Guatemala. No me queda claro lo que pretende explicar Stoll en este punto.

En cuanto a su afirmación de que nadie ha escrito su obituario [el de la teología de la liberación]: se debe esperar mucho más sobre su capacidad de autocrítica y de cambio, si tenemos en cuenta que el libro lo publicó Stoll en español en 1993 [aunque es verdad que en inglés apareció en 1990], ya para esa época, el Vaticano prácticamente había no enterrado, pero sí transformado de tal modo y descabezado la teología de la liberación que estaba literalmente muerta, en lo referente a su elemento considerado potencialmente destructivo de la Iglesia institución de poder: el análisis marxista (y praxis, como bien dice Stoll, sobre todo en Nicaragua) incorporado a dicha teología.

La IV Conferencia del CELAM (Conferencia General del Episcopado Latinoamericano) en Santo Domingo el año 1992 certificaba la defunción de la hasta entonces célebre e influyente opción preferencial por los pobres. Permítaseme la insistencia, pero el sesgo subjetivo que encuentro en el enfoque dado a la teología de la liberación me parece que no podemos soslayarlo. Cuando se afirma literalmente que

«Estimular a los pobres a insistir en sus derechos significaba que el manto que generalmente protege a las actividades religiosas de la represión...»

Y se sigue escribiendo que

«El cristianismo siempre se ha referido a la necesidad del sacrificio, por supuesto. Pero es un paso muy serio exponer a toda una población a los castigos de un moderno estado contrainsurgente...»

Animo, pues a los lectores de El Catoblepas a que lean directamente a Stoll y saquen sus propias conclusiones y aprovechen las sugerencias y analicen contrastes entre el mundo luterano anglosajón y el mundo católico iberoamericano, que Stoll propone de manera, como digo, inteligente, aunque a veces pueda parecernos oscura e incluso ambigua.

Sin duda alguna, los temas relacionados con la implantación política y social de las religiones, seguirá jugando un papel clave, pero tras la desaparición de la URSS y luego el ataque a las Torres Gemelas las estrategias evidentemente han cambiado, lo que mantiene el interés y aumenta la complejidad sobre la temática .

Notas

{1} Publicado por Júcar, Madrid-Gijón 1988. Recomiendo, además, la lectura de este libro de Cardín porque en él encontramos muy certeros comentarios críticos sobre asuntos que Stoll menciona a lo largo del libro que glosamos. Una reseña biográfica y una bibliografía completa de Alberto Cardín en www.filosofia.org/rev/bas/bas21206.htm

{2} Hay una publicación con notas críticas de los documentos en el libro de Gregorio Selser, Los documentos de Santa Fe I y II, Universidad Obrera de México, México 1990.

 

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