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El Catoblepas, número 18, agosto 2003
  El Catoblepasnúmero 18 • agosto 2003 • página 13
Artículos

¿Es la autodeterminación una solución
para la violencia terrorista?

Enrique Ujaldón

Se rechaza la idea de que un referéndum de autodeterminación
pueda ser una buena solución para la violencia terrorista de ETA

Es imposible refutar en un artículo el cúmulo de falacias que utiliza el mundo nacionalista en el País Vasco para justificar su rechazo del ordenamiento constitucional. Una reivindicación, y no precisamente la menor, es el derecho de autodeterminación, o lo que ahora más pomposamente se llama «ámbito vasco de decisión». Por cierto, si hay alguna diferencia entre ambas cosas, ¿por qué no nos la explica el señor Arzallus en alguna de sus homilías dominicales? Y, si no la hay, ¿a qué se debe el cambio de «etiqueta»? Mi objetivo en este artículo no es analizar el derecho de autodeterminación en sí mismo, sino defender que un referéndum de autodeterminación no sólo no solucionaría el problema terrorista, sea cual sea el resultado, sino que, por el contrario, lo agravaría.

Un referéndum de autodeterminación no es necesariamente una consulta sobre la independencia, pero es ingenuo pensar que el mundo nacionalista vasco aceptaría alguna consulta popular que no fuese directamente sobre la independencia, o, al menos, que no significase un primer paso hacia ella. Vamos a suponer que se realiza tal consulta. Tenemos, entonces, dos posibilidades: La primera sería que la mayoría de los votantes vascos rechazasen la independencia o cualquier ruptura del marco constitucional y estatutario. Como prueba el caso de Quebec en Canadá, ello no tendría que suponer ningún cambio en la estrategia nacionalista, radical o moderada. De hecho, ya saben que la mayoría de los vascos rechaza la independencia y eso no parece influirles mucho. Siempre se puede exigir otro referéndum más adelante y estar solicitando nuevas consultas hasta que se gane, a partir de lo cual dudamos mucho que fuese posible convocarlos de nuevo. Pero, lo peor es que habríamos legitimado la violencia terrorista de ETA, que habría forzado el referéndum, ofreciéndoles nuevos argumentos para continuar la «heroica lucha armada» de sus gudaris. Cualquier cesión del Estado, como en los casos de la central nuclear de Lemóniz y de la autovía de Leizarán, es una victoria de ETA y como tal es reivindicada.

La segunda posibilidad es que el referéndum de autodeterminación supusiese el principio de la independencia del País Vasco, porque el resultado obtenido legitimara democráticamente tal opción. Para muchos ciudadanos españoles, hartos de la violencia terrorista, sería una verdadera bendición. El hecho de que mucha gente crea que debe concedérsele la independencia al País Vasco, aunque sea tan sólo para que nos dejen en paz y se arreglen ellos solos sus problemas, prueba que la estrategia del terror no es totalmente inútil. Todo lo contrario, su éxito se mide en relación directamente proporcional al número de ciudadanos que estarían dispuestos a aceptar sus reivindicaciones. Pero el caso es que los que piensan que la independencia solucionaría el problema de la violencia terrorista viven bajo una ilusión, pues ETA y sus acólitos han manifestado una y otra vez que la independencia de la Comunidad Autónoma Vasca no sería suficiente.

No vamos a entrar en el problema político y económico, pero sobre todo humano, que representarían los centenares de miles de ciudadanos españoles que, según manifestó el propio Arzallus, serían tratados como extranjeros en su propio país. No debemos olvidar los que no vivimos en Euskadi que el Estado español tiene el deber de hacer valer sus derechos y de proteger sus intereses, como con el resto de los ciudadanos. Pero, aún suponiendo, que esto fuese secundario y se aceptase una vía hacia la independencia, ello no supondría el fin del tiro en la nuca y del coche bomba. Colocaríamos en una situación muy delicada a Navarra que, como sabemos, forma parte de esa mítica Euskadi que se intenta recuperar, aunque nunca haya existido. Si mediante la violencia terrorista se fuerza un referéndum de autodeterminación que pusiese fin «al conflicto político que subyace a la violencia», según la fórmula de los portavoces del mundo nacionalista, ¿qué impediría a ETA proseguir su campaña de terror, esta vez con el objetivo puesto en Navarra? Y ya no tendrían necesidad de un «santuario» francés o belga, puesto que podrían operar desde un verdadero Estado que coincidiría explícitamente con sus objetivos. Y eso en el mejor de los casos, porque en el peor, los gobernantes de la hipotética Euskadi independiente serían los cabecillas de la banda terrorista.

En resumen, sea cual sea el resultado de un referéndum de autodeterminación, y dejando de lado su dudosa legitimidad democrática, no se pondría fin a la violencia terrorista, sino que lo más probable es que ésta se agravara. Si no queremos más sangre fluyendo de cuerpos púdicamente tapados con un sudario blanco, no debemos buscar soluciones por esa vía.

 

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