Nódulo materialistaSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas
  El Catoblepasnúmero 10 • diciembre 2002 • página 17
Política

Timor Oriental:
el nacimiento de una nación

Jorge Lombardero Álvarez

El atentado islamista del pasado octubre en la isla indonesia de Bali, con un resultado de casi 200 muertos, nos muestra de qué manera tan peculiar entienden los seguidores del Corán el «diálogo entre culturas». Al igual que ahora Bali, con un 90% de hindúes balinesios, Timor Oriental, con la misma proporción de católicos lusófonos, llevaba décadas sufriendo
la represión de la Indonesia musulmana

Repúplica Democrática de Timor-Leste - Todos somos hispanos

Timor portugués

Timor es una isla situada en el archipiélago de las Pequeñas Islas del Sonda, en el sudeste asiático. Bañada al sur por el océano Indico, por el mar de Timor al sudeste, el mar de Savu al oeste, y el de Banda al norte; cuenta con una superficie de 33.986 km2. Su nombre, de origen malayo, significa oriente, pues los marinos veían en ella la tierra más oriental de sus peregrinaciones náuticas.

Una vez situada geográficamente, podemos preguntarnos cómo llegó Portugal a tener el dominio sobre un lugar tan alejado de Europa. Sabemos que los primeros navegantes portugueses llegaron a Timor en 1515, procedentes de Malaca y de Macao, para comerciar el sándalo, sustituyendo así a los mercaderes de Malaca, ciudad que habían conquistado en 1511. Pronto comienza la tarea evangelizadora, obra en la que participa el jesuita navarro Francisco Javier, bautizando a los reyes paganos de Bacián y de Timor. A partir de 1561 los dominicos de Malaca llegan a la isla para proseguir la obra del franciscano Fray Antonio Taborda.

En esta época las poblaciones timorenses estaban organizadas en jefaturas feudales, con una religión animista, y desconocían la escritura, motivo por el cual no sabemos de su anterior historia sino por leyendas orales (sesgadas sin duda por los intereses de sus letrados recopiladores). Aunque los javaneses, de cultura hindú, tuvieran intereses comerciales y hubieran ejercido una tenue soberanía sobre la mitad de Insulindia, su influencia sobre las islas al este de las Célebes fue insignificante.

El cristianismo se extendió fácilmente, al no encontrar la oposición de ninguna «religión superior». En cuanto al Islam, difundido a partir del siglo XV por los comerciantes del sultanato de Malaca, no llegó a implantarse en Timor, aunque lograra imponerse en la casi totalidad de las demás islas del archipiélago, sobre el hinduismo y el budismo; ambos dominantes en la Insulindia occidental.

Los dominicos establecieron una especie de gobierno eclesiástico, que estaba bajo la autoridad de la corona portuguesa; más adelante se nombraron autoridades civiles, a veces dependientes del gobierno de la India portuguesa, y a veces de Macao. Los dominicos fundaron varias escuelas y tres seminarios, dependientes del obispo de Malaca, que llega incluso a trasladarse a Timor, tras la conquista de esta plaza por los holandeses en 1641. A fin de defender sus cristiandades los misioneros erigieron un fuerte en Solor, cuya capitanía fue entregada a los hidalgos venidos de Goa. A causa de los holandeses este bastión hubo de trasladarse sucesivamente hasta Flores y hacia Oé-Cussi, en Timor, en el año 1652.

Llegan los holandeses

Los portugueses culpan a la corona española de esta expansión holandesa por Insulindia, ya que durante la unión dinástica de ambos territorios en la persona de Felipe II, éste cierra el mercado de especias de Lisboa a los comerciantes holandeses; por lo que éstos se apresuran a buscar el camino que les llevará al lugar de origen de la apreciada mercancía. Para Oliveira Martins este hecho provocaría la pérdida del oriente portugués:

«Cornélio Hontenaman, perseguido pela Inquisiçâo de Portugal, fora para Amesterdâo e publicara o que sabia das viagens da India, incitando os holandes com as perspectivas de grosos lucros. Em 1595 partire de Texel a primeira frota holandesa que dobrou o Cabo da Boa Esperança; e jâ em 1591 os ingleses tinham feito una viagem a India. Em 1602 fundouse a Companhia Holandesas das Indias Orientais: foi no primeiro quartel do XVIII século que o Império português caiu.»{1}

Efectivamente, el 25 de marzo de 1602 se funda la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, como resultado de la fusión de ocho compañías que trataban de unir todas las fuerzas que disputaban a Portugal el monopolio de los mares de la India. Así, en 1613, adquirieron al rajá de Kupang la casi totalidad de sus reinos en la isla de Timor, con lo que comenzará el conflicto que enfrentará durante siglos a holandeses y portugueses sobre la parte del territorio perteneciente a cada cual. La unificación de Insulindia, bajo el dominio holandés, favoreció la difusión del malago como lengua de comercio en sustitución del portugués como lengua franca.

A finales del siglo XVII, el poder de los capitanes fue usurpado sucesivamente por dos aventureros timorenses; ante la presión de los régulos cristianos (reyes tribales) y de los misioneros, la corona decide intervenir y nombra para Timor gobernador propio. En esta fase, iniciada en 1700, el gobernador actúa como supervisor de los régulos, que continúan administrando sus reinos. La antigua aristocracia feudal es integrada en la jerarquía militar portuguesa, recibiendo los régulos el rango de coronel, los jefes de «suco» (división de los reinos) el de mayor y los jefes de población son nombrados capitanes. Con ello la bandera portuguesa pasa a ser considerada como un tótem colectivo de la colectividad luso-timorense y se vuelve objeto de culto.

En 1719 durante el gobierno de Antonio de Alburquerque, algunos jefes indígenas intentaron sublevarse contra la dominación portuguesa; pero muy pronto se vieron obligados a capitular ante el gobernador Luis Macedo. En 1731 una nueva revuelta a la cabeza de la cual se encontraba un oficial portugués, Varella, dio fin a la dominación portuguesa. Todas las plazas de la costa cayeron en manos de los sediciosos, excepto Lifau y Manatuto. El gobernador se defendió en esta última plaza, contra un ejercito diez veces superior y se vio obligado a abandonarla hacia Lifau, la única población que quedó en poder de los portugueses. Pero gracias a los refuerzos llegados a tiempo un nuevo gobernador acabó por pacificar el país en 1732.

Estas luchas son aprovechadas por los holandeses para ir aumentando sus posesiones en la isla; en 1749 derrotan a los portugueses en enfrentamientos directos y en 1752 celebran tratados con el rajá de Amanulang (en la costa SE) y con el de Savu en 1756.

El gobernador coronel Joâo Viera trazó en 1834 una línea fronteriza entre la parte portuguesa y holandesa de la isla, pero Holanda no se dio por satisfecha y siguió reclamando la soberanía sobre toda la isla. Finalmente, con la intervención del consejero Lopes de Lima, se efectuó un acuerdo que llevó al tratado de 1859, en que los holandeses se apoderaron de Solor, Flores y la mitad de Timor. Por el tratado de 1893 se fijaron las posesiones respectivas: la mitad oriental con capital en Dili (fundada en 1869) correspondía a los portugueses y la occidental con capital en Kupang a los neerlandeses.

En 1904 se redacta un nuevo convenio, ratificado en 1908, que resuelve el reparto de algunos territorios y enclaves en disputa. Portugal recibe las islas de Atauro y Jaco y el enclave de Oé-Cusse en la parte occidental de la isla.

A finales del siglo XIX se nota cierto resurgimiento económico tras la reestructuración de las misiones. Con el gobernador Celestino da Silva (1894-1908) se abre una nueva fase marcada por las grandes campañas de «participación» que durarán doce años, llevadas a cabo por tropas de reinos fieles, apoyadas por pequeños contingentes metropolitanos y sobre todo por los «Leales Moradores» de Manuto (un cuerpo de voluntarios compuesto por elementos de la aristocracia local). Estas campañas tenían como objetivo asegurar la presencia de la autoridad lusa en todo el territorio, pues hasta entonces no se había hecho efectiva. Es a partir de aquí cuando se puede hablar de una administración colonial propiamente dicha.

Durante las primeras décadas del siglo XX las cosas se mantuvieron tranquilas en Timor, excepto una pequeña revuelta contra la proclamación de la República Portuguesa en 1910, fácilmente sofocada con la ayuda de los «Leales Moradores». Esta tranquilidad de la parte portuguesa de la isla respecto de la holandesa es atribuida por Andrés del Castillo Sánchez al distinto modelo de intervención de ambas potencias:

«A pesar de la larga dominación lusitana (más de 450 años) Timor del Este no sufrió un colonialismo exacerbado como el holandés, donde el régimen de plantaciones, el trabajo forzado, la explotación descontrolada de recursos humanos y naturales habían creado un profundo resentimiento y descontento popular, condiciones propicias para las revueltas anticoloniales.»{2}

Timor y la II Guerra Mundial

La calma reinante en Timor se vio truncada por la II Guerra Mundial. En concreto, diez días después del ataque japonés a Pearl Harbour, una fuerza militar australo-holandesa desembarcó en Dili por sorpresa. Así daba la noticia la revista Semana: «los acontecimientos del Pacífico han alcanzado al país vecino y hermano. El día 17 fuerzas holandesas y australianas procedentes de la zona de posesión neerlandesa de la isla de Timor, desembarcaron en Dilly, capital portuguesa del territorio, bajo el pretexto de defenderla de un inminente ataque nipón. El jefe de gobierno portugués señor Oliveira Salazar, hizo el viernes 19 una declaración ante la Asamblea Nacional para dar cuenta de este suceso» (Semana, 23 de diciembre de 1941).

El gobierno portugués elevó la más viva protesta ante los ocupantes y consiguió un acuerdo por medio del cual la citada fuerza evacuaría Timor en cuanto llegaran a la isla tropas portuguesas de cierta consideración, que hicieran respetar la neutralidad de la parte portuguesa de Timor. Pero la tardanza en reunir estas fuerzas sumada a la distancia que debían recorrer precipitó la invasión de la isla por Japón. Durante la medianoche del 19 de febrero de 1942, los japoneses bombardearon Dili y efectuando el desembarco a 67 kilómetros de la capital. Faltaban sólo unas horas para que llegasen las fuerzas militares portuguesas que habían partido desde Lorenzo Marqués, pero que en vista de la nueva situación se desviaron hacia Ceilán y luego al Estado Portugués de la India.

El gobierno portugués inicio gestiones en Tokio, para lograr una solución satisfactoria al incidente; y a este efecto Lisboa declaró la neutralidad, a fin de que terminada la situación resultante de la presencia de tropas invasoras de Australia y Holanda, los japoneses se retiraran. El gobernador de Timor observó una completa neutralidad y protegió a los timorenses mientras pudo. Sin embargo la ejecución de esta política se fue haciendo cada vez más difícil y los invasores menos respetuosos. El 26 de mayo de 1942 el comandante nipón de la isla, invocando necesidades de la defensa, clausuró la radio de Timor, cortando el único medio de contacto con Lisboa. En agosto los japoneses, ante el hostigamiento de las guerrillas australianas abastecidas desde Port Darwin, desencadenaron una violenta ofensiva.

Esto generalizó la guerra; los japoneses lograron levantar fuerzas con indígenas de Java y de otras islas, así como del Timor holandés, que llamaron «Columnas Negras», desencadenando una ola de violencia y sangre. Esta situación permitió a algunos timorenses del este, descontentos con la administración portuguesa, pasar a formar parte de estas tropas irregulares armadas por Japón, aprovechando estas circunstancias para atacar a sus rivales. Así, el primero de octubre asesinaron en Alieu a nueve portugueses; entonces el gobernador logró un acuerdo con el mando japonés para que la población de Timor que quisiera aislarse de las operaciones militares, se estableciera en una zona comprendida entre Liquiça y la ribera del Lois, donde las fuerzas portuguesas tan exiguas podrían darles mejor protección. A esta zona acudieron los portugueses diseminados por toda la isla a excepción de los que prefirieron partir para Australia. A finales de 1943 sólo quedaban como foco de resistencia a los invasores y a las Columnas Negras, una cantidad importante de indígenas leales a Portugal, entre ellos los régulos Dom Aleixo y Dom Jerónimo, ejecutados por negarse a entregar la bandera portuguesa.

Portugal, mientras tanto, no cesaba en sus protestas ante Tokio para que se restablecieran las comunicaciones telegráficas, o por radio, del gobernador con Lisboa, lo que no fue permitido. Lo que sí se consiguió fue la autorización japonesa para que un inspector portugués procedente de Macao pudiera investigar los acontecimientos ocurridos en la isla desde la invasión nipona, inclusive cualquier responsabilidad del gobernador, en quien los japoneses pretendían ver un quebrantamiento del espíritu de neutralidad.

El 19 de marzo de 1944 llegó a Dili el delegado portugués y visitó la zona de concentración. Sus conclusiones fueron que los indígenas y portugueses que habían engrosado la guerrilla de Australia lo hicieron espontáneamente y sin conexión con el gobernador, que sólo tenía soberanía sobre la zona de Liquiça-Maulara. Sin embargo este informe no convence a los japoneses, que en julio detienen al gobernador y lo trasladan a la isla de Alor, donde fallece en 1945.

A instancias de Lisboa a finales de la guerra los japoneses acceden a cambiar la zona de concentración para Lobo-Meo, donde la situación en materia alimentaria era mejor.. Allí terminó la ocupación de Timor, dejando un saldo crecido de muertos y una ruina económica completa. Pese a ello el gobierno portugués fue el único que no pidió indemnizaciones de guerra a Japón, lo que para Duarte de Bragança fue una actitud de «caridad diplomática que perjudicó a los timorenses».{3} A pesar de esto, «cuando los japoneses se rindieron, la población nativa repuso espontáneamente a la Administración portuguesa, caso contrario de lo que sucedió en la mitad holandesa de la isla. Allí los nativos aprovecharon para comenzar la rebelión independentista liderada por Sukarno»{4}, concluye Duarte de Bragança.

Independencia de Indonesia

Sukarno era el adalid del movimiento independentista indonesio, formado por un equilibrio de fuerzas nacionalistas, comunistas y musulmanas. Durante la ocupación japonesa había dirigido un gobierno indígena establecido y controlado por los ocupantes. El 17 de agosto de 1945 Sukarno proclamó la independencia de Indonesia, pero unos días después las tropas holandesas, al mando del general Van Mook, desembarcaron en Java comenzando una lucha cruenta que no terminó hasta el 27 de diciembre de 1947, en que fue proclamada la República de Indonesia, que en 1954 disolvió todo lazo de unión con la corona de Holanda.

La Indonesia independiente comienza una política expansionista, reclamando en primer lugar los restos de influencia inglesa y holandesa en el sudeste asiático. El 15 de agosto de 1962 las Naciones Unidas refrendaron la anexión de Nueva Guinea Occidental, que adoptó el nombre de Irian Barat, y el oeste de la isla de Timor; isla esta de la que también reclamaba su parte oriental, motivo por el cual Portugal no había establecido relaciones diplomáticas con Indonesia a pesar de la autorización de esta para instalar un consulado portugués en Yakarta.

Cuando se constituye la Federación de la Gran Malasia la protesta de Indonesia fue muy violenta, ya que reclamaba los territorios de Sorawok y Borneo Septentrional incluidos en esta Federación. Por eso, cuando en enero de 1965 Malasia fue designada para el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Sukarno decide abandonar la ONU, caso único desde la constitución de esta organización.

La sustitución en 1968 de Sukarno por el general Suharto supuso un cambio en la política exterior de Indonesia, que intenta buscar un acercamiento a occidente.

Portugal pluricontinental y multirracial

Portugal, en un intento de evitar el proceso de descolonización que ya había afectado a otras potencias europeas, modifica su Constitución en 1951, de la que desaparecen las palabras «colonia» e «Imperio», sustituyéndolas por «provincias ultramarinas» y «Ultramar». Se popularizó de esta manera la consigna de país pluricontinental y multirracial.

En 1957 la parte oriental de Timor se constituyó en provincia de ultramar. La posibilidad de integración total con Portugal provocó un enfrentamiento con Indonesia y también con la ONU. En 1959 tuvo lugar un levantamiento de la población contra el gobierno portugués, donde podemos ver en el inicio de los movimientos independentistas la mano del vecino indonesio.

Salazar, en un discurso pronunciado ante la Asamblea Nacional el 30 de junio de 1961, se muestra convencido de la imposibilidad de la independencia timorense con estos argumentos:

«En las Indias orientales se extiende una pequeña isla que llamamos Timor, que en otra época compartimos con Holanda, y que hoy compartimos con la República de Indonesia. Perdida entre el millar de islas de este Estado, Timor no dispone de condiciones de vida independiente. Al lado de todo lo que hemos debido gastar para desarrollar el territorio y elevar el nivel social de las poblaciones, en el cuadro de los planes de apreciación, el territorio no puede pagar los gastos de subsistencia cotidiana y el tesoro se ve obligado a cubrir una parte importante del gasto corriente. A pesar de esto, la población, cuando está libre de presiones o de influencias extranjeras, lleva una vida tranquila y en las crisis más graves la devoción de esta población a la nación portuguesa raya los límites del heroísmo. En el curso de la última guerra, cuando las fuerzas japonesas devastaron, sin justificación ni utilidad, la parte portuguesa de Timor, y la autoridad que representaba nuestra soberanía en ese territorio se hallaba privada de medios para ejercerla, los timorenses fueron por así decirlo los únicos en significar allá, de numerosas maneras, la presencia de Portugal.»{5}

Precisamente este año de 1961 (en febrero) había comenzado la lucha armada en Angola, y en diciembre la Unión India toma por la fuerza los territorios del Estado Portugués de la India, formados por Goa, Damâo y Diu. En 1963 se inicia la revuelta independentista en Guinea-Bissau, y al año siguiente en Mozambique. Esto permite ver que la solución «provincial» no ha servido, y lleva a algunos personajes, tanto del salazarismo como de la oposición, a buscar salidas para el problema colonial portugués, ahora complicado por la generalización de la lucha armada contra el dominio de Lisboa en casi todos los territorios de ultramar.

Para el primer ministro Marcelo Caetano, que sucedió a Salazar en 1968, la solución sería una autonomía progresiva que defendía así:

«Como no era admisible el abandono de ultramar ni la proclamación de independencias prematuras bajo el dominio de minorías blancas, que habían de apoyarse en la fuerza de su gobierno o entregando a aventureros africanos la vida y el destino de grandes núcleos civilizados dotados de infraestructuras y equipo técnico modernos, había que buscar una vía intermedia. Esta vía la había definido yo como autonomía progresiva. Mi pensamiento era el de ir entregando cada vez más el gobierno y la administración a sus poblaciones, procurando hacer participar en una escala rápidamente creciente a los nativos en todos los escalones de la gestión pública.»{6}

Esto se traduciría en una

«participación creciente de las poblaciones nativas en la administración y en el gobierno de las provincias, igualdad de derechos de los portugueses con independencia de la raza y el color, transmisión de poderes legislativos y ejecutivos en número e importancia crecientes a los gobiernos locales, desvinculación de la economía de cada provincia respecto de la metropolitana, he aquí el contenido de la fórmula de autonomía progresiva de las provincias ultramarinas que también fue expresada como autonomía progresiva y participada. El sistema era de amplia descentralización política. Expliqué que si no se podía hablar de federalismo (porque esa forma de Estado implicaría una duplicidad de órganos por la reducción de la Metrópoli a uno de los estados federados, mientras que por otra parte territorios minúsculos como S. Tome y Príncipe, Macao, Timor, incluso Guinea-Bissau, difícilmente podrían funcionar como Estados) era lícito encuadrar la constitución en el tipo de regionalización que estaba consagrado en la constitución republicana española de 1931 y que se encuentra en vigor en la actual República italiana.»{7}

La revolución de los claveles y la descolonización

Cartel del MFA, Movimento das Forças Armadas, Portugal 1974 La tesis federalista rechazada por Caetano era la defendida por Antonio de Espinola, en un libro publicado en febrero de 1974, titulado Portugal y el futuro, que le costó el cargo de Jefe de Estado Mayor Adjunto y que fue el detonador de la «Revolución de los Claveles» (25 de abril de 1974), que ya se venía fraguando desde la constitución del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) en 1973.

Uno de los principales motivos de actuación del MFA el 25 de abril era poner fin a los conflictos coloniales; así el punto 8 de su programa decía:

«La política ultramarina del gobierno Provisional, teniendo en cuenta que su definición competirá a la nación se orientará por los siguientes principios:
a) reconocimiento de que la solución de la guerra en Ultramar es política y no militar
b) creación para las condiciones del debate franco y abierto, a nivel nacional del problema ultramarino
c) lanzamiento de los fundamentos de una política ultramarina que conduzca a la paz.»{8}

En agosto de 1974 el secretario general de la ONU, Waldhein, visita Lisboa y se establece el calendario de acceso a la independencia de los territorios africanos que se desarrollaría de la siguiente manera: Guinea-Bissau (10 de septiembre de 1974), Cabo Verde (5 de julio de 1975), Santo Tomé y Príncipe (12 de julio de 1975), Mozambique (25 de julio de 1975) y Angola (11 de noviembre de 1975).

Pero el protocolo Waldhein, firmado en Lisboa, no se refería a los destinos de Timor y Macao (este último territorio fue entregado a China en 1999, según el acuerdo firmado con Portugal en 1987).

En octubre de 1974 el ministro de Coordinación Interterritorial, Dr. Almeida Santos, se decide viajar a Timor para conocer la situación sobre el terreno declarando que «hacer aquello raras veces había sido hecho a nivel de gobiernos portugueses, esto es, observar directamente la situación en aquellos territorios y auscultar personalmente a las poblaciones para saber lo que ellos quieren.»{9} El ministro, que en su viaje pasaría por Dili, se inclinaría por la inviabilidad de la independencia de Timor. Así lo explica en una entrevista concedida a Josep Sánchez Cervelló: «Cuando llegué me encontré con el MFA instalado y queriendo realizar la socialización de Timor. Tuve que recordarles que la mitad de la isla estaba ocupada por Indonesia y que el gobierno de este país mató a más de 500.000 personas después de su revolución procomunista. Desgraciadamente el desentendimiento entre las fuerzas armadas timorenses condujo primero a la guerra civil y posteriormente a la invasión indonesia.»{10}

En cambio para Costa Morata las alternativas son precisamente las desechadas por el ministro, tal como defendía en el artículo La descolonización, publicado por la revista española Triunfo: «en cuanto a Timor se impone la autodeterminación: o independencia o unión con Indonesia» (Triunfo, 26 de abril de 1975).

En este sentido el vicepresidente del parlamento de Indonesia, John Naro, afirmó que «Timor pertenece a Indonesia e invitó al gobierno de Yakarta a hacer una declaración en este sentido. En opinión de Naro, los dirigentes indonesios debían encarar el problema de Timor bajo un punto de vista geopolítico y de defensa del país en esa región del mundo.»{11}

También «parece que la primera intención del MFA fue entregar Timor a Indonesia, según se desprende de las declaraciones del primer delegado en Dili, Mayor Armao Mitelo.»{12} Pero debido a la radicalización de la política portuguesa tras el 28 de septiembre se procuró empujar a Timor hacia una independencia inmediata, y se anunció un referéndum para 1975, que finalmente no tuvo lugar debido a los acontecimientos internos de la Metrópoli.

En esos momentos ya habían surgido varias agrupaciones políticas timorenses entre las que cabe destacar:

«—La UDT (Unión Democrática de Timor) que defendía la autonomía progresiva bajo bandera portuguesa y que obtuvo gran apoyo en el interior del territorio, según el ministro Almeida Santos, en octubre de 1974.
—La APODETI (Asociación Popular Democrática de Timor) es un grupo compuesto por intelectuales que recibe apoyo de Indonesia, aunque el gobierno de Yakarta sospechaba que tuvieran ligazones con los independentistas de su mitad de la isla.
—El FRETILIN (Frente de Timor Este Independiente) integrado por estudiantes de la línea revolucionaria venidos de Lisboa. Pretendían una independencia inmediata.»{13}

El progresivo dominio en el MFA de su sector más izquierdista lleva a favorecer al Fretilin, que con el apoyo del MFA promovió campañas de dinamización cultural que eran «verdaderos cursos de anti-colonialismo para las tropas de la guarnición».{14} Entre tanto el Fretilin había declarado zona liberada a la región de Alien, comenzando juicios y ejecuciones; y de ahí, pasaron a ocupar Remexio, a 20 km. de Dili. Esta ocupación y la marcha anunciada sobre Dili llevaron a la UDT al pronunciamiento del 10 de agosto de 1975, en que presentaron un ultimátum al gobierno local exigiendo el encarcelamiento de los miembros del Fretilin y el cese del control portugués al que veían como protectores de sus enemigos.

La UDT se transforma entonces en MAC (Movimiento Anti-Comunista) y junto a la APODETI y el movimiento tribalista Kota inician una guerra civil contra el Fretilin.

Cuando comenzaron los combates el gobierno portugués huyó. Sólo permanecieron en la ciudad de Dili el obispo y el comandante de la policía, Marielo Gouveia, que fue hecho prisionero y ejecutado por el Fretilin tras la toma de la capital, en septiembre de 1975.

El día 28 de noviembre de 1975 el Fretilin proclama la República Popular Democrática de Timor, que fue rápidamente reconocida por China (diciembre de 1975).

Portugal, tras el fracaso de las conversaciones con Indonesia para solucionar el problema, traslada la administración a la isla de Atauro (noviembre de 1975). Mientras tanto los vencidos (MAC, APODETI) se habían refugiado en la parte occidental de la isla y pactaron la intervención indonesia bajo las siguientes condiciones: mantenimiento del portugués como lengua oficial, respeto al derecho tradicional timorense, prohibición de la propaganda musulmana, vía libre para Timor a fin de liberarse de la tutela indonesia una vez que el país se sintiera apto para gobernarse por sí mismo y nombramiento de timorenses para todos los cargos de responsabilidad.

Invasión indonesia

Ahmed Sukarno (1901-1970) presidente de Indonesia desde 1949, vitalicio desde 1963El general Hadji Mohamed Suharto (1921) presidente de Indonesia de 1967 a 1998Megawati Sukarnoputri (1947) la hija mayor de Sukarno y presidenta de Indonesia desde 2001

Las tropas indonesias invaden oficialmente Timor oriental el 7 de diciembre de 1975, a pesar de la condena del consejo de seguridad de la ONU, y el día 14 de ese mismo mes el enclave portugués de Ocussi Ambeno, en el oeste de la misma isla, fue integrado al territorio de Indonesia. Esta ocupación evidentemente no se realizó sin la autorización de los EEUU, como explica John Pilger:

«El 7 de diciembre de 1975 se pudo oír en las ondas de radio una voz solitaria que desapareció rápidamente: 'Los soldados están asesinando indiscriminadamente. Matan a niños y a mujeres en la calle. Este es un llamamiento a la Comunidad Internacional para que nos ayude. Esto es un SOS. Ayúdennos, por favor'.
No llegó ninguna ayuda porque las democracias occidentales eran socios secretos de un crimen tan enorme y horrible como cualquier otro de este siglo; proporcionalmente ni Pol Pot puede compararse con Shuarto.
Air Force One, el avión presidencial de EEUU, salía del espacio aéreo indonesio llevando al presidente Ford y al secretario de estado Kissinger el mismo día en que empezó el baño de sangre. 'Vinieron y le dieron luz verde a Shuarto', me dijo Philip Liechty, agente de la CIA en Yakarta cuando ocurrieron los hechos. 'La invasión se retrasó dos días para que pudieran marcharse de Indonesia. Se nos ordenó colaborar con el Ejercito indonesio en todo lo que necesitaran'.
'Vi todos los planes. La zona era un campo de tiro libre. Se juntó como a ganado a las mujeres y a los niños, se les metió en las escuelas y se les prendió fuego. Y todo porque no queríamos que un país tan pequeño pudiera ser neutral o de izquierdas en la ONU'. Y sobre todo, porque las potencias occidentales querían incorporar a Indonesia a su zona de influencia.»{15}

La anexión indonesia fue proclamada ya en diciembre por el MAC y la APODETI y se aprobó en la Asamblea Popular de Timor Oriental (mayo de 1976); aunque la ONU no reconoció la representatividad de aquella asamblea, el 18 de julio de 1976 Timor Oriental fue proclamada la vigesimoséptima provincia de Indonesia con el nombre de Loro Sae.

Mientras tanto el Fretilin opuso una tenaz resistencia a la invasión; en 1978 Indonesia logra la caída del presidente Lobato y al año siguiente descabeza el movimiento de resistencia con la muerte de los máximos dirigentes del Fretilin en combate. Lobato logra huir y constituir el gobierno de la República Democrática de Timor Oriental en el exilio, que va a ser reconocido por: Guinea-Bissau, Cabo Verde, Mozambique, Angola, Albania, Vietnam, China, Cuba y finalmente por la República Arabe Saharaui Democrática.

En 1980 se calcula que habían muerto 100.000 personas como consecuencia de la invasión, e Indonesia había hecho caso omiso de las resoluciones de la ONU que no reconoció la anexión (tampoco Portugal), instalando altos cargos militares en la administración de la isla e inició una campaña de aculturación sobre todo con el traslado a Timor Oriental de habitantes de la superpoblada Java, como explica Castillo Sánchez:

«Durante este periodo Indonesia inicio un programa conocido como Transmigrasi, que consistía en llevar colonos de las islas más pobladas como Java, Sumatra y Bali a Timor del Este. De esta manera se pretendía modificar la composición étnica y religiosa de la provincia. Estos emigrantes recibían apoyo directo para su relocalización tales como: transportación de las familias y sus bienes; se les otorgaban beneficios como terrenos o casas y, en algunos casos, hasta empleo. Poco a poco comenzaron a surgir en Timor del Este mezquitas y templos hinduístas que antes no existían.»{16}

Pero parece que esta política no causó los efectos esperados. Más bien al contrario, pues:

«Al momento de la invasión indonesia en 1975 la mayoría de los pobladores de Timor del Este no profesaban alguna de las cinco religiones oficiales reconocidas por el Estado indonesio (estas son islam, protestantismo, catolicismo, hinduismo y budismo). Los timoreses eran en su mayoría animistas, pero el animismo no es considerado como religión por la legislación indonesia. Ante la obligación de registrarse bajo una de las religiones oficiales, la población de Timor del Este eligió aquella con la que más contacto tenía, el catolicismo. Hubo una incorporación en masa de la población a esta religión, logrando lo que nunca los misioneros católicos durante el periodo colonial portugués habían obtenido. Esta situación permitió que la Iglesia Católica adquiera mucha fuerza. Es decir, la propia política indonesia favoreció el catolicismo y creó una diferencia entre los indonesios de mayoría musulmana y los timoreses.»{17}

José Alexandre Gusmaô (Kay Rala Xanana Gusmaô) nasceu a 20 de junho de 1946 em Laieia, Manatuto, Timor-LesteJosé Alexandre Gusmaô (Kay Rala Xanana Gusmaô) nasceu a 20 de junho de 1946 em Laieia, Manatuto, Timor-LesteJosé Alexandre Gusmaô (Kay Rala Xanana Gusmaô) nasceu a 20 de junho de 1946 em Laieia, Manatuto, Timor-Leste

En 1981 se reestructura el Fretilin, tomando el mando de sus cerca de 6.000 resistentes en armas, Jose Alexandre Gusmaô (Xanana). En enero de 1983 aparece un documento del Fretilin en Lisboa en el que se reconocen las dificultades de la resistencia sobre todo porque sus hombres estaban mal armados y por las carencias alimentarias que afectan a la población en general. En junio se llega a hablar incluso de un alto el fuego, tras unas supuestas conversaciones entre Indonesia y Portugal a instancias de la ONU para solucionar el conflicto, pero su fracaso supuso el relanzamiento de la lucha armada a finales de 1983, como lo prueba la muerte de más de cien soldados indonesios.

Por otro lado los representantes del Fretilin en el exilio no dejan de denunciar las matanzas de Indonesia desde la ocupación de la isla y que cifran en torno a 200.000 personas, lo que supondría un tercio de la población y por tanto el mayor genocidio de un pueblo en la historia reciente; además de un gran número de recluidos en campos de concentración.

Un viaje de una comisión del Parlamento Europeo en 1988 a Timor reavivó la procupación por la actuación de las tropas invasoras, debido a las limitaciones e impedimentos que se les pusieron en su visita a la isla.

Masacre en Dili

Estos temores se vieron confirmados por los hechos ocurridos en Dili a finales de 1991, que devolvieron a Timor a las primeras páginas de la prensa internacional.

Cuando unos mil timorenses se dirigían al cementerio católico de Dili, para poner una corona de flores sobre la tumba de dos jóvenes independentistas muertos en extrañas circunstancias, fueron tiroteados por el ejercito indonesio. Según fuentes del Fretilin las víctimas mortales superarían las 180, aunque Indonesia nunca reconoció más de 19. Esto llevó a que Ramos Horta, representante del Fretilin ante la ONU, afirmara que la guerrilla timorense aplicaría una nueva estrategia, lanzando ataques contra las tropas indonesias en repuesta a la masacre de Dili.

Por otra parte el representante del Fretilin en Lisboa, Abilio Araujo, solicitó a Portugal que pidiera la convocatoria urgente del Consejo de Seguridad de la ONU, presionando al presidente portugués Mario Soares a denunciar la creciente violencia contra la indefensa población timorense, y decimos presionar porque la postura del señor Soares había sido bastante pro-indonesia, tal como afirmó en 1974 y ratificó en 1994: «Timor es una isla Indonesia que tiene muy poco que ver con Portugal.»

El secretario general de la ONU, Pérez de Cuellar, señaló que tenía previsto pedir a Naciones Unidas que aumentase la presión sobre Indonesia para que acabase con la ocupación ilegal de Timor y la represión que ejercida sobre la población de la isla. Hasta el propio gobernador indonesio de la isla acusó a los militares de estar armando a terroristas derechistas para atacar a los movimientos independentistas.

Todo esto lleva a Indonesia a implantar el toque de queda en Timor y a la movilización de más de 80.000 soldados, a la vez que acusa a Portugal de estar detrás de las revueltas. También advierte que tomará duras medidas para mantener la autoridad, dignidad y reputación del país. Algunas de estas medidas consistieron en la expulsión de todos los periodistas extranjeros o de los indonesios que trabajasen para medios de comunicación de otros países.

Una condena a Indonesia por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que había sido propuesta por Portugal y copatrocinada por España, fue neutralizada por la oposición de EEUU, Japón, Australia, Rusia y Argentina. (No deja de sorprender la actitud de este último país, ya que en septiembre de 1989 la revista Doctrina, del Partido Justicialista, publicó una carta del Ministerio de Defensa de la República de Timor Este en el exilio en la que mostraba su alegría por el triunfo electoral de Carlos Menen, que se había comprometido a reconocer diplomáticamente a esta República, además el comunicado subrayaba la identidad ideológica entre el Fretilin y el peronismo.)

En noviembre de 1992 el Fretilin sufre un duro golpe con la detención en Dili de su líder Xanana. A principios de diciembre la televisión de Indonesia difunde unas imágenes en las que Xanana Gusmaô renuncia a sus 17 años de lucha por la independencia, acepta la administración de Indonesia del territorio y pide el cese del fuego a la guerrilla. Aunque Portugal asegura que estas declaraciones fueron obtenidas bajo torturas y fuertes presiones, diez días después se entregan más de mil miembros de los grupos independentistas a las autoridades de Yakarta, según aseguran sus jefes militares en Timor.

A pesar de su 'arrepentimiento' en febrero de 1993 comienza el juicio contra Xanana, que es condenado a veinte años de prisión. El día 17 de ese mismo mes se rinden otros seis miembros del Fretilin en la localidad de Molisaga, que tenían por todo armamento una pistola, una granada y arcos y flechas; lo que da idea de la precariedad de su lucha.

En noviembre de 1994 un grupo de estudiantes timorenses se encierra en la embajada de EEUU en Yakarta para llamar la atención de Bill Clinton, que se encontraba de visita oficial en Indonesia, y para reclamar la libertad de Xanana. Clinton pedirá a Shuarto que dé a Timor una mayor capacidad para decidir sobre sus problemas y su destino. Pero Indonesia se niega y Shuarto declara que sólo negociaría con el dirigente moderado Abilio Araujo, ex-representante del Fretilin en Lisboa.

Otro nuevo secretario general de la ONU sitúa el problema de Timor entre sus prioridades, según informa Alejandro Alevi: «la primera misión diplomática que Butros Gali se ha fijado para 1995 es conseguir un acuerdo sobre el futuro de Timor Oriental. El Secretario General de Naciones Unidas quiere convocar en Ginebra una reunión entre los ministros de exteriores indonesio, Ali Atos y el portugués Jose Durao Barroso.» (El Mundo, 9 de enero de 1995.)

La postura de la ONU apuesta porque Timor se integre en Indonesia como una región autónoma. Aunque esta solución podría ser aceptada por este país está mal vista por las fuerzas independentistas agrupadas en el Consejo Nacional de Resistencia Maubere que reclama la celebración de un referéndum. Referéndum que es rechazado por el gobernador de Timor, Abilio Jose Osorio Soares, que asegura que sería un paso atrás, afirmando que «no queremos mirar a nuestro pasado, marcado principalmente por la pobreza y el sufrimiento». (El Mundo, 11 de enero de 1995).

No hay que olvidar que el régimen indonesio no ha cejado en su intento por ganarse la simpatía de la población timorense y para ello ha mejorado las instalaciones públicas y ha construido carreteras, que por otro lado le son muy útiles para sus transportes militares, a la vez que han procurado que las autoridades civiles sean nativas de Timor. Esta estrategia tiene como grandes líneas:

«Diálogo y aproximación 'de coraçao a coraçao' entre timoreses del interior y del exilio ('peregrinaciones' de Timor a Portugal y de Portugal a Timor, reuniones e intento de atracción con algunos líderes o grupos del exilio), con vistas a la atracción de éste; creación de la Asociación de Amistad Portugal-Indonesia (siendo la Presidente de su capítulo indonesio Siti Hardiyanti Rukmana, hija mayor y más cercana a Shuarto y cabeza de un gran grupo empresarial), lo que introduce en la sociedad portuguesa un actor, hoy por hoy poco significativo, partidario del reconocimiento de la integración, amén del señuelo de las posibilidades de realización de negocios para las empresas portuguesas en Indonesia.»{18}

La lucha continúa

En junio de 1995 comienzan a puerta cerrada en la localidad austríaca de Stadtschlaining unas negociaciones de cuatro días entre activistas de Timor-Este y autoridades indonesias a fin de suavizar tensiones entre ambas partes. Conversaciones cuyo escaso éxito fue respondido por los independentistas con la ocupación de embajadas occidentales en Yakarta a finales de año coincidiendo con el veinte aniversario de la ocupación de Timor.

También con motivo de este aniversario fueron presentadas las conclusiones de un estudio realizado por la Plataforma Internacional de Juristas por Timor Oriental, para quienes este caso revela el doble rasero utilizado por la ONU ante dos contenciosos internacionales similares: el de Kuwait y el de Timor. La Plataforma constata que, siendo casos muy parecidos, la reacción fue totalmente contraria. Según Susan Marks, de la Universidad de Cambridge, esto se debe a que en el caso de Kuwait la ocupación afectó a un aliado de los EEUU, ponía en peligro el control sobre el suministro de petróleo y además el invasor era un enemigo estratégico de occidente; en el caso de Timor ocurría exactamente lo contrario. Como en el caso de Kuwait el Consejo de Seguridad de la ONU condenó la invasión de Timor (resoluciones 384/1975 y 389/1976) y la Asamblea General respaldó en sucesivas votaciones el derecho de Timor a la autodeterminación, totalmente ignoradas por Indonesia.

Sin embargo en el caso de Kuwait bastaron unos meses para que se pasara de la condena del Consejo de Seguridad al uso de la fuerza, y finalmente a la resolución 687/1991, imponiendo draconianas condiciones para poner fin a la acción militar.

Portugal, pese a encontrarse con unos hechos consumados, nunca ha reconocido la administración de Indonesia y ha mantenido su posición hasta lograr, en colaboración con el secretario general de la ONU, encuentros bilaterales para buscar salidas a una anexión formalmente declarada ilegal por la ONU. Este informe concluye denunciando que muchos países han suministrado armas al ejercito indonesio: entre 1974 y 1983 EEUU envió armas por valor de 54.000 millones de dólares, España entregó al país agresor aviones de transporte militar tipo C-212 y CN-235, fabricados por CASA, empresa pública que comenzó su 'globalización' creando una empresa mixta de aviones en Indonesia, IPTN, que cuando se independizó se convirtió en el mayor suministrador de piezas para CASA, lo que permitió reducir la plantilla y los costes de la empresa española; Gran Bretaña le vendió al menos 40 aparatos de combate, Alemania buques de guerra y sistemas de lanzamisiles, Suiza munición y piezas de artillería, e Israel aparatos A4 Skyhawk y subfusiles.

Jorge Sampaio, nuevo presidente de Portugal, tenía presentes estos hechos cuando declaró que «la mejor forma de afrontar la cuestión timorense es la diplomática, confrontando el régimen indonesio con sus prácticas sistemáticas de violación de los derechos humanos en general y en Timor-Este en particular y confrontando también a la comunidad internacional con las responsabilidades lógicas de un discurso de valores que sucumbe a las pequeñas ventajas.» (El Mundo, 8 de marzo de 1996). Pero los hechos apuntan a que la comunidad internacional prefiere las pequeñas ventajas al discurso de los valores, como se vio en la celebración en Bangkok de una cumbre euroasiática en marzo de 1996, organizada por la Unión Europea, que no quiere quedarse atrás en la penetración económica en el sudeste asiático, y que fue un gran éxito al que contribuyó la retirada a requerimiento de los países asiáticos de los siguientes asuntos conflictivos: derechos humanos, orfanatos chinos, pluralismo democrático y el prolongado conflicto de Timor Oriental.

Premios internacionales

En septiembre de 1996 también sale perdiendo el «discurso de los valores» cuando se concede el Premio Príncipe de Asturias a la Cooperación Internacional a Helmut Kohl, que era finalista con la ciudad de Sarajevo y con Xanana Gusmaô, líder del Fretilin. Los motivos de la concesión obedecieron, según explicó el presidente del jurado, Leopoldo Calvo Sotelo a: «Su participación eminente en la construcción europea, su contribución a una unión cada vez más estrecha entre los pueblos del continente y su permanente impulso a la unión política de Europa.»

Estas palabras, aunque no lo parezca, hacen referencia al hombre que dio pie a la destrucción de Sarajevo, tras su respaldo diplomático a la desintegración de Yugoslavia sin esperar a un criterio común de la UE, y al hombre que con la venta de armas alemanas a Indonesia permitió mantener la ocupación de Timor y por tanto el encarcelamiento del finalista Xanana. Como el candidato Xanana estaba encarcelado, de habérsele concedido el premio no hubiera podido pasar por Oviedo a recogerlo, por lo que la Fundación Príncipe de Asturias prefería un Kohl que permitiera, con la consiguiente cobertura informativa, 'vender los premios' y 'vender Asturias'.

Sólo un mes más tarde, en lo que pareciera un acto de desagravio, le es concedido el Premio Nobel a la Paz al representante de la resistencia timorense, Jose Ramos Horta, y al Obispo de Dili, Carlos Filipe Ximenes Belo. El presidente del comité de Oslo, Francis Sejersted, justifica esta decisión «porque estaba a punto de convertirse en un conflicto olvidado (el de Timor) y por ello queremos contribuir a mantenerlo vivo, esperamos que Indonesia reciba el mensaje».

Jose Ramos Horta, dirigente del Consejo Nacional de Resistencia Maubere, salió de Timor tres días antes de la invasión de Indonesia cuando era secretario de Exteriores y de Información del Fretilin. Tras conocer la concesión del Nobel declaró desde Australia a la emisora TSF de Lisboa «haber recibido la noticia con sorpresa y después con una mezcla de alegría y tristeza, pues Xanana Gusmaô debería haber sido el auténtico destinatario por su heroica lucha en favor de la libertad del pueblo de Timor Oriental».

El otro galardonado, el obispo Ximenes Belo, sucedió en 1983 a Marinho da Costa Lopes, que murió olvidado por todos en 1991 en el exilio portugués, tras haber sido destituido por el Vaticano por su beligerancia en favor de los derechos de la población timorense; amenaza que también pesa sobre Ximenes Belo, que ha recibido algunas reprimendas de Roma, preocupada de no crear problemas al poderoso episcopado indonesio. Ximenes Belo ha denunciado que los intereses llevan a los gobiernos, Santa Sede incluida, a sacrificar al pequeño pueblo de Timor sobre el altar del gigante indonesio, por lo que en 1995 tuvo que suspender su participación en varios encuentros realizados en el exterior entre timorenses pro y anti-independentistas.

Esta moderación inducida por el Vaticano ha llevado a que mientras que la concesión del Nobel a Ramos Horta era calificada como un premio al oportunismo político por el secretario de Estado indonesio Murdiono, la misma distinción para Ximenes Belo era aceptable con la salvedad de que le parecía demasiado joven y que hubiera sido preferible que se diese a un sacerdote de mayor edad. Por cierto que Murdiono felicitó personalmente al obispo por el premio una semana después de su concesión, en la visita que realizó a Timor acompañando al presidente Shuarto (que también saludó al obispo) para asistir en Dili nada más y nada menos que a la inauguración de un Cristo Rey de 27 metros de altura.

Esta visita fue calificada por Ramos Horta como publicitaria e hipócrita, al considerar que se trata de presentar el conflicto por parte de Yakarta como un asunto interno indonesio; a la vez que acusó a EEUU y Australia de contribuir a la inestabilidad del sudeste asiático al seguir vendiendo armas y asesorando militarmente a Indonesia. Así la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, en su cumbre celebrada en Yakarta en diciembre de 1996, emitió un comunicado en el que señalaba su creciente preocupación por los esfuerzos de Portugal por introducir temas como la cuestión de Timor oriental en la cooperación económica y la interacción entre ASEAN y la UE.

Planes de paz

A pesar de esto Ramos Horta se mostraba optimista sobre el futuro, justificando su posición en tres acontecimientos recientes. Por un lado el nombramiento de un mediador de la ONU en el conflicto, el pakistaní Jamsheed Marker, por otro el cambio de postura de EEUU y por último los problemas internos que afronta Shuarto. Por ello lanza a finales de 1996 un Plan de Paz en nombre del Consejo Nacional de Resistencia Maubere. Este plan consta de tres fases.

La primera comenzaría con las conversaciones entre Portugal e Indonesia, bajo los auspicios del secretario general de la ONU y con la participación directa o indirecta de Timor Oriental. La meta consistiría en alcanzar acuerdos para hacer cesar toda actividad militar en la isla, liberar a los prisioneros políticos, levantar la censura, garantizar las libertades políticas, reducir los efectivos militares y los funcionarios indonesios y eliminar las restricciones al uso de los idiomas portugués y tetum; esta primera fase duraría entre uno y dos años y produciría la gradual normalización de la situación.

La segunda sería la de transición en que se establecería un gobierno autónomo mediante elecciones supervisadas por la ONU. En la votación sólo participarían los timorenses orientales que elegirían una asamblea y un gobernador por cinco años y con poderes relativos a las relaciones comerciales externas, la propiedad, las inversiones y la inmigración. En esta fase se retiraría del territorio la fuerza militar indonesia. Timor Oriental no tendría ejercito, sólo una fuerza policial organizada por la ONU.

El referéndum para la autodeterminación sería realizado antes de que concluyese el primer año de la tercera fase. Los electores podrían decidir si quieren integrarse en Indonesia, establecer una libre asociación con ese país o con Portugal, o declarar la independencia.

El Consejo Nacional de Resistencia Maubere, que está a favor de la independencia, se compromete a respetar escrupulosamente la opción elegida por la mayoría de los timorenses, aun cuando sea la de integrarse en Indonesia.

Pero este plan de paz no tendrá ocasión de estrenarse debido a la frontal oposición del gobierno de Shuarto. Hubo que esperar a 1998, después de la caída del régimen de Shuarto, en que el nuevo gobierno encabezado por el presidente Habibie se cuestionó la utilidad de mantener la ocupación militar de Timor, que había costado tantas vidas y tantos fondos al erario indonesio.

A partir de esta nueva postura se intensifican los contactos de Portugal e Indonesia con miras a buscar una solución. En febrero de 1999 se anuncia un acuerdo para la celebración de un referéndum en Timor, que determinará el futuro del territorio. La consulta sería organizada por la ONU. El acuerdo es ratificado por Portugal e Indonesia en mayo y se pone como fecha límite para la realización del referéndum agosto de 1999. A finales de mayo el Consejo de Seguridad de la ONU crea la 'United Nations Mission East Timor' (UNAMET), con más de 500 empleados civiles, que se encargarán de organizar y supervisar el referéndum, que finalmente se acordó que se celebrase el 30 de agosto de 1999.

Represión musulmana indonesia en Timor en septiembre de 1999, tras el referéndum de 30 de agosto de 1999

La noticia de este acuerdo vino acompañada por un aumento de los enfrentamientos entre los independentistas y los partidarios de Indonesia, que produjo una media de más de 50 asesinatos diarios, lo que unido a las advertencias de las milicias proindonesias de que no aceptarían un resultado del referéndum contrario a sus intereses, llevó al líder independentista Xanana Gusmao a pedir, ya en mayo , que inmediatamente después de que se firmase el acuerdo de convocar el referéndum, la ONU estableciera una presencia permanente en el territorio, para poner en marcha los mecanismos que asegurasen a la población el paulatino regreso a un ambiente pacífico, puesto que el ejercito indonesio no podía ser considerado como neutral en Timor Oriental. Como sabemos estas peticiones fueron desatendidas.

El referéndum se celebró por fin el 30 de agosto de 1999. La participación superó el 90% del censo y supuso el rechazo del proyecto de autonomía propuesta por Indonesia por un 78.5% de los votantes. Aunque este resultado dejaba bien claro que la inmensa mayoría de los timorenses son favorables a la independencia, los partidarios de Indonesia no faltaron a su palabra y extendieron la muerte y la destrucción por toda la isla ante la pasiva mirada, cuando no complicidad, del ejercito indonesio. El resultado hasta la llegada de las tropas internacionales, según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de Naciones Unidas, fue de siete mil muertos y más de 400.000 desplazados.

Por otro lado la ocupación de la isla por una fuerza armada internacional para garantizar el cumplimiento del referéndum, además de su tardanza respecto a la petición de los líderes timorenses, que preveían perfectamente lo que iba a pasar tras la consulta, cuenta en su composición con países que, como hemos visto, nunca hicieron nada por la defensa de la independencia de Timor, sino todo lo contrario, al ayudar a Indonesia a fortalecer su posición con el suministro de material bélico y la cooperación en el campo de la defensa en general. Más paradójico es aún encontrar a la cabeza de esta fuerza internacional a Australia, único estado que ha firmado con Indonesia un tratado bilateral reconociendo su soberanía sobre el territorio, para la explotación conjunta de petróleo en las aguas limítrofes entre Australia y Timor.

Pero el significado del referéndum era bien claro e Indonesia abandona Timor el 31 de octubre de 1999. De acuerdo con el plan original, si Indonesia perdía el referéndum cedería la administración de Timor Este a Portugal, último país reconocido por la ONU como administrador del territorio. En una ceremonia con la presencia de funcionarios de la cancillería portuguesa se izaría la bandera lusitana durante 24 horas, y posteriormente el gobierno de Portugal solicitaría al Consejo de Seguridad de la ONU la administración del territorio, para encauzar su futura independencia.

Pero el caos dejado tras de si por las milicias y el ejercito indonesio impidió esta ceremonia. Dili fue destruido en un 90%; se destruyeron las líneas eléctricas y telefónicas en todo el territorio, se quemaron la mayoría de los edificios públicos, oficinas, escuelas, hospitales y un 90% de las viviendas; los campos y sembrados también fueron destruidos.

El 1º de noviembre de 1999, Naciones Unidas se convirtió en la nueva administradora del territorio de Timor del Este, con la finalidad de prepararlo para su futura independencia. Desde ese momento, UNAMET dejó de existir y fue sustituida por la Administración Transitoria de Naciones Unidas en Timor del Este (UNATAET). Los funcionarios que componen esta misión, con unos salarios muy altos en proporción a los ingresos de los timorenses, contribuyeron a incrementar los costos y precios en el país.

El 30 de agosto de 2001 el Fretilin vence en las primeras elecciones legislativas supervisadas por las Naciones Unidas, obteniendo un 57,3% de los votos y 55 de los 88 escaños en disputa. En abril de 2002 tiene lugar la elección del presidente de la República.

Gana por amplia mayoría Xanana Gusmaô, quien asegura que Timor será una República democrática y lusofona, estableciendo como día de la independencia efectiva el 19 de mayo de 2002, con una ceremonia en Dili en la que estarían presentes el presidente de Portugal, el primer ministro de Australia y el secretario general de la ONU, Kofi Annam.

En ese mes de mayo se da por concluida la misión de administración transitoria de la ONU, UNATAET, pero el 1º de junio de 2002 entra en vigor la nueva misión de la ONU (UNMISET), que tiene como principales objetivos la estabilidad de la incipiente democracia, la seguridad interna y externa, el control de fronteras y la asistencia a las investigaciones criminales sobre los sucesos llevados a cabo por el ejercito y las milicias indonesias después del referéndum del 30 de agosto de 1999.

La independencia de Timor, tutelada por las Naciones Unidas y amenazada por sus gigantescos vecinos, por lo menos económicamente (Australia sigue explotando el petróleo del mar de Timor, para lo que sólo tuvo que cambiar la dirección de sus sobornos: antes hacia Indonesia, ahora hacia las cuentas del primer ministro timorés Mari Alkatari en Singapur), nos lleva a preguntarnos si no hubiese sido menos cruenta y más plena la independencia que Timor hubiese logrado si se hubiera optado por una asociación con la comunidad de naciones lusófonas, y por ende hispanas, a las que pertenece por derecho propio.

Notas

{1} J. P. Oliveira Martins, Historia de Portugal, Publicaçioes Europa-America, Sintra s.f., vol. I, pág. 233.

{2} A. del Castillo Sánchez, «Timor Loro Sae: año cero», Asia-Pacífico, Colegio de México, México 2000, pág. 117.

{3} D. Duarte de Bragança, «Timor», separata del nº 9 de Punto y Coma, Madrid 1988, pág. 4.

{4} Ibíd., pág. 4

{5} A. Oliveira Salazar, El Ultramar portugués y la ONU, Secretariado Nacional da Informaçâo, Lisboa 1961, págs. 13-14.

{6} M. Caetano, Testimonio, Paraninfo, Madrid 1975, págs. 35-36.

{7} Ibíd., págs. 37-38.

{8} P. Lusitano, Portugal y el presente, Cunillera, Madrid 1975, págs. 93-94.

{9} Ibíd., pág. 200.

{10} H. de la Torre & J. Sánchez Cervelló, Portugal en el siglo XX, Istmo, Madrid 1992, pág. 340.

{11} V. Mountinho, Un abril en Portugal, Júcar, Madrid 1974, pág. 144.

{12} D. Duarte de Bragança, loc. cit., pág. 6.

{13} Ibíd., págs. 5-6.

{14} Ibíd., pág. 6.

{15} J. Pilger, «Los padrinos de Yakarta», Viento Sur, nº 4, octubre de 1999, pág. 5.

{16} A. Castillo Sánchez, loc. cit., pág. 125.

{17} Ibíd., pág. 130.

{18} M. Montobbio, «Timor Este: razones y retos», Tiempo de Paz, nº 34-35, otoño 1994, págs. 66-67.

 

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