Nódulo materialistaSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas
  El Catoblepasnúmero 7 • septiembre 2002 • página 4
Desde Ultima Thule

Redes de trueque
en América latina: ¿quo vadis?

Heloísa Primavera

La creadora de la Red de Trueque Solidario en Argentina
presenta los problemas que se abren a este proyecto económico alternativo.

Desde Ultima Thule presenta hoy un artículo de Heloísa Primavera (59, 4 hijas), creadora de la Red de Trueque Solidario en Argentina. Heloísa Primavera es bióloga y socióloga, de origen brasileño pero residente en Argentina desde los años 70. Es una de las impulsoras del «dinero social» o «no-dinero» («créditos», «arbolitos», «ojitos», &c.) que hoy circulan en todas las ferias de trueque. Primavera se contactó a mediados del 97 con los organizadores del Club de trueque de Bernal, por entonces una organización incipiente de ferias de intercambio, ofreciéndoles sumar al cambio de productos, el trueque de conocimientos y capacitación. Así contribuiría a la expansión de una red que hoy florece en más de 14 provincias argentinas, Brasil, Chile, Uruguay, Colombia, Ecuador y El Salvador. El pensamiento de Primavera se entronca con algunas de las corrientes más originales y más importantes de Latinoamérica, por una parte los brasileños Paulo Freire y Darcy Ribeiro, por la otra, los chilenos Humberto Maturana y Fernando Flores.{1}

0. Sobre intenciones: invitación al debate

Pese a que –como se dice por aquí– el camino al Infierno está plagado de buenas intenciones, quiero empezar por aclarar cuáles son las mías. Desde la religión epistemológica que profeso hace casi veinte años y que hoy se ha dado en conocer como construccionismo social{2}, cuanto más temprano revelemos nuestras conversaciones privadas más íntimas, tanto más fácil será coordinar acciones con los demás. Principalmente con aquellos que entendemos son muy diferentes a nosotros y con los cuales tememos no ser posible encontrar puntos de acuerdo mínimos para encarar acciones en común.

Leyendo la invitación de José Luis Coraggio a participar en el portafolio de experiencias nº 3 sobre la gestión de Porto Alegre, se me ocurrió contestarle en cierta forma a los planteos que hace allí, de forma de incluir al comienzo de estas notas cuáles son mis intenciones. Por intención quiero significar aquí no sólo mi compromiso de «investigadora» sino, y quizás principalmente, mi deseo más profundo, mi pasión, aquella cuasi-obsesión con la que me acuesto todos los días y me levanto cada mañana, independientemente del lugar en que eso ocurra. Algo así como: «eso» soy yo. Lo que normalmente no forma parte del currículo del investigador. Con estas palabras quiero significar que mi intención aquí es jugarme el todo por el todo, aclarando que ésta no es una conversación más en mi vida, sino que es LA conversación en la que estoy metida veinticuatro horas al día. Testigos silenciosos lo son mi compañero, mis hijas, nietos, amigos y compañeros que me acompañan más de cerca.

Esta intención merece una aclaración complementaria en relación a la objetividad (¿subjetividad de las mayorías?) que se pide a un «investigador», aun en el sentido acuñado en el espacio de urbared: alguien comprometido con la búsqueda, más que con la forma de los resultados provisionales... ¿era así? No seré, pues, objetiva en sentido clásico. Porque no pienso ni actúo con la ficción de objetividad a cuestas. Al menos conscientemente. Por supuesto, a veces me pesco creyendo que las «organizaciones» existen, que el «Estado» existe, finalmente ésa es «la» función del paradigma dominante: hacer creer que hay una sola forma correcta de mirar el mundo... No seré tampoco subjetiva, en sentido clásico, puesto que ese par antagónico no es más que un trabalenguas oportunista para hablar de nuestra objetividad como «subjetividades colectivas locales» («los» marxistas, «los» funcionalistas, «los» lacanianos...) contrapuestas a nuestras subjetividades como «opciones personales» dentro de un territorio mayor, con fronteras claras acerca de lo que es posible pensar y decir; o pensar pero no decir; o arriesgar, de vez en cuando, mostrando elegantemente las fisuras de nuestra habilidad de poner palabras a lo que no podemos poner palabras porque nos atraviesa el corazón.

¿Qué seré entonces? No lo sé. Intentaré ser honesta, amplia, mirar mis objetos de estudio desde una lógica de complejidad donde el cartesianismo no sea más que un recurso inevitable para comunicar ideas siempre abiertas, tener pensamiento estratégico; en el diálogo, chequear la comprensión de mis ideas por el otro antes de lanzarme a defender mis «verdades», reconocer a todos los maestros que me enseñaron que mejor que replicar o imitar es inspirarme en el otro. Finalmente, seré fiel a mi compromiso de que lo único que importa aquí es, con urgencia, construir juntos opciones de un mundo más justo y solidario. En vez de la objetividad «clásica», les ofrezco la transparencia de mis intenciones y mi compromiso con la búsqueda colectiva.

1. Sobre hechos, interpretaciones y responsabilidades

Un hecho es, por ejemplo, la invitación que me hizo José Luis Coraggio hace un par de meses para participar como investigadora en el Portafolio de Experiencias de urbared. Una interpretación es la suya, quizás, de que este es un tema... interesante. La mía –a esa altura de los acontecimientos– es que el tema es polémico, definitivo, divisor de aguas, apasionante, casi fanatizante para sus adeptos, estudiosos y cultores. Tanto es así que logré, a los cuatro años de persistir como un tábano en los oídos de las autoridades de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, lograr un reconocimiento muy parecido a los objetivos del portafolio de urbared: que se le reconociera a mi Programa de Investigación sobre Moneda Social y Economía Solidaria el status de Programa de Investigación y Desarrollo, dada la urgencia del tema, dada la gravedad de la situación y (libre interpretación de mi parte) y la responsabilidad de la comunidad académica de tomar cartas en el asunto. Por lo tanto, asumo aquí como responsabilidad la de transmitirles a los participantes del diálogo la posibilidad de mirar el fenómeno de las redes de trueque en América Latina en toda su complejidad; de reflexionar sobre sus límites y posibilidades; de indagar acerca de los distintos contextos de aparición y desarrollo. En fin, más allá de todo lo que hoy se ve (¿Qué es lo que se puede ver? ¿Números? ¿Potencialidades improbables?) se trata aquí de mirarlas desde la perspectiva de la innovación que pueden significar, si lo hacemos desde la óptica de la moneda social –la herramienta de intercambio que desplaza al dinero del centro– como elemento desestructurante del paradigma dominante, como nucleador de una revolución copernicana para la cual quizás no estábamos preparados...

Mi propuesta es empezar un diálogo a partir de la siguiente reflexión:

En la actualidad, hay en el mundo varios millones de personas que conocen y practican experiencias de intercambio compensado, es decir, que obtienen bienes y servicios sin dinero, entre las cuales se encuentran los bancos de tiempo, el trueque entre empresas, los sistemas de crédito mutuo como los LETS canadienses y sus variantes mundiales, las experiencias de monedas locales del tipo «horas» de Ithaca (EUA) y las redes comunitarias de trueque con moneda social. Entre ellas, la que hoy más llama la atención es la experiencia argentina de la Red del Trueque que, en seis años, pasó de 23 miembros a alrededor de 800.000.
Todas esas prácticas estarían indicando una forma –heterogénea y compleja– de «reinventar el mercado» sin que el dinero sea el factor limitante. En los últimos tres años, la difusión del «modelo argentino» a otros países latinoamericanos mostró la posibilidad (y las dificultades) de trascender el mero acto de intercambio a la construcción de nuevas formas de relaciones sociales de producción. La apertura del campo «redes de trueque» a «economía solidaria» está en plena discusión, con voces encontradas, como suele pasar cada vez que el orden establecido es amenazado por vientos nuevos.
«¿Reinventar el mercado?» o «¿Reinventar el capitalismo?» hemos escuchado alguna vez.
Hablemos. De eso se trata. Propongo en este espacio reflexionar acerca de los siguientes interrogantes:
¿Hacia dónde pueden evolucionar los sistemas de intercambio compensado que han «descubierto» una forma de paliar el desempleo y la exclusión?
¿Son una mera adaptación a la crisis? ¿O contienen el germen de una transformación social más profunda?
¿Como poner en común las ventajas y limitaciones de cada forma probada?
Y más allá ¿Cómo generar propuestas inspiradas en experiencias de ruptura de paradigma de otros contextos, como son el microcrédito, el presupuesto participativo, el comercio justo, el consumo ético y un neo-cooperativismo que parece querer emerger?

2. Pocos hechos / algunas interpretaciones:
¿Qué son hoy las redes de trueque?

Una de las expresiones más claras de la crisis social actual en el plano económico es la desviación hacia el circuito financiero de grandes masas de dinero que salen definitivamente del circuito productivo, dadas las ventajas reproductivas que presenta el primero. Hoy todos los obstáculos a las respuestas posibles a las crisis incluyen o se fundan en la ausencia de dinero: desde la deuda externa hasta la reestructuración del mercado de trabajo, desde el consumo interno como fuente de violencia y generación de inequidad hasta la destrucción del medio ambiente.

Por otro lado, en las últimas dos décadas han florecido múltiples experiencias de intercambio compensado, entre las cuales se encuentran los LETS, creados en Canadá por Michael Linton en 1982, la moneda local de Ithaca denominada «horas», diseñada e impulsada por Paul Glover a partir de 1992 y difundida a varios centenares de localidades y la Red del Trueque, creada en 1995 en Argentina y presente hoy en 11 países de América Latina. Hay varios centenares de miles de personas que conocen y practican en la actualidad distintas experiencias con moneda social.

Paradójicamente, gobiernos y organismos internacionales siguen dándole la espalda a esa realidad incontestable: no hay salida dentro de los esquemas propuestos de «paliar» la situación. Los mecanismos de control financiero han llegado a su límite máximo de flexibilidad. Los «microempresarios» jamás tendrán éxito, tampoco las Pymes, porque jamás tendrán quienes les compren sus productos y servicios... ¡FALTA EL ELEMENTO QUE CIERRA EL CIRCUITO PRODUCTIVO: LOS CONSUMIDORES! Faltan los medios para que esos millones de productos posibles de producir y consumir lleguen a destino!!!! ¡ Cada micro o pequeña empresa que tiene «éxito» (¡!) deja afuera otras tantas, porque están compitiendo por la misma cantidad de un circulante, definitivamente escaso y final!

Luego de esas interpretaciones, fundadas en otras que podrán encontrar desarrolladas en mayor profundidad en el trabajo «Moneda social: ¿Gattopardismo o ruptura de paradigma?» (Primavera, 2001), veamos algunos hechos de las últimas dos décadas:

1. A partir de 1982, en Canadá, Michael Linton desarrolla los primeros sistemas de intercambio compensado y crédito mutuo, denominados LET'S (que significa VAMOS! y no Local Exchange & Trading Systems como se ha difundido); estos se expanden por varios continentes y, según Bowring, son los más numerosos, con más de 2000 grupos en todo el mundo. En la actualidad, Linton desarrolla un sistema altamente tecnificado, muy económico y que elimina por completo la necesidad de: * controles centralizados; * pago de «royalties» de cualquier tipo, puesto que se considera un bien público; * control de eventuales «fugas» clientelísticas puesto que la información es de actualización instantánea. Una de las poblaciones objetivo son los adultos mayores de 65 años, en Japón, país que en estos momentos implementa más de 40 sistemas distintos para hacerse cargo de la crisis (Lietaer, 2001).

2. A partir de 1992, Paul Glover, en Ithaca (NY, EUA) inaugura la impresión de billetes a los que denomina «horas» y desencadena un proceso de cultivo de monedas locales en varios centenares de municipios, siempre en procesos autogestionados por la comunidad. Actualmente, Glover se dedica al desarrollo de un sistema de salud, para focalizar el uso de la moneda local a una «trascendencia» de su invento (según él mismo) que encontró su límite de crecimiento y poesía («Time IS money» («Tiempo ES dinero»), «In Ithaca we trust» («En Ithaca confiamos») en vez de «En Dios confiamos» como reza el billete americano). Similar destino tuvieron los tianguis mexicanos con sus billetes «Tlalocs» y «tequios», que tuvieron valor más simbólico y ritual que de impacto económico y desencadenaron lo que hoy es el Movimiento hacia una Vida Digna y Sostenible. Los bancos de tiempo desarrollados por Edgar Cahn (Time Dollar Institute) son de la misma época, han inspirado a otras experiencias y se encuentran hoy analizando las posibilidades de superar los cuellos de botella con que se han encontrado (comunicación al Grupo de Trabajo sobre Moneda Social, abril 2001, http://money.socioeco.org)

3. En mayo de 1995, en Bernal, Provincia de Buenos Aires, Carlos De Sanzo y Rubén Ravera crean el primer Club del Trueque, en el marco de un programa ecologista de Autosuficiencia Regional, con una veintena de personas que adhieren a la idea. En un primer momento, la iniciativa funcionó con un sistema de cuentas, similar al canadiense. Con el crecimiento, se adoptó un bono –denominado «crédito» por referirse a la confianza propuesta como valor. Este fue primero único, luego descentralizado, para promover la replicabilidad y autonomía de los grupos. Se trataba de una iniciativa de personas que se organizaban exclusivamente para «trocar». La apertura a otros actores sociales se da en 1997, cuando el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a través de su Secretaría de Promoción Social, apoya públicamente la iniciativa, que ya se multiplicó en varias provincias del país y se autodenomina Red «Global» de Trueque Solidario. Cuatro años más tarde, gracias al compromiso y participación de varias decenas de miembros de la Red que se organiza y abarca a más de 1000 Nodos (más o menos vinculados entre ellos), su difusión alcanza a otros países de la región: Uruguay, Brasil, Colombia, Ecuador, Chile, Perú, Bolivia, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Cuba.

En el Foro Social Mundial de Porto Alegre, enero de 2001, la experiencia convoca a más de trescientos participantes al taller de «Reinvención del Mercado» y grupos de trueque de distintas regiones se nuclean en la flamante Red Global de Socioeconomía Solidaria, que apunta a articular aliados de distintos movimientos sociales en la resistencia a la globalización y superación del modelo neoliberal. En Argentina, con el apoyo del gobierno nacional a la iniciativa, los números se estiman en 800.000 participantes en todo el país, al mismo tiempo que se polarizan dos tendencias claramente diferenciadas: una Red «Global» de Trueque, que promueve un sistema centralizador de replicación denominado «Franquicia Social» e intenta construir su legitimidad en base a la distribución de las cantidades de moneda social necesarias para poner en marcha «emprendimientos sociales» (pequeños y numerosos o en escala «mega»); y una Red de Trueque «Solidario», que apunta a crecer más lentamente, respetando los criterios iniciales de transparencia y equidad en la emisión/distribución de la moneda social. Actualmente, una cantidad no determinada, pero significativa de grupos, principalmente al interior del país, permanece ajena a esa polarización y, en la práctica, restringe sus intercambios al ámbito local o utiliza varias «monedas sociales», según la aceptación del mercado de trueque. A partir de marzo del 2001, empiezan a observarse en el conurbano bonaerense dos nuevos fenómenos: aparecen otras «franquicias», que defienden sus derechos a hacer lo que hizo el grupo fundador, y como tendencia opuesta, más anárquica y rebelde, surgen los denominados «nodos fantasmas» (que aparecen y desaparecen...), posible reacción a una tentativa de control y normatización excesivas, demasiado parecidas a las que dicen negar; quizás provocadas por una velocidad de crecimiento demasiado alta, que parece obstaculizar el proyecto político de construcción de ciudadanía...

Club del Trueque, «prosumidores», Nodos, Regiones y Zonas, Franquicias Sociales, Impulsores, Red del Trueque, Red «Global» de Trueque, Red del Trueque «Solidario», «nodos fantasmas»: ¿nuevas palabras? ¿nuevas prácticas sociales? ¿Reinvención del Mercado? ¿Reinvención del Capitalismo? ¿O...?

3. Otras interpretaciones: revisitando el fenómeno del dinero

No sólo vivimos una crisis económica, política y social sin precedentes. El mismo fenómeno cultural del dinero está hoy en jaque. Varias preguntas andan sueltas e interpelan nuestro sentido común: ¿Qué dicen los economistas? ¿Qué dicen los filósofos? ¿Qué dicen los políticos? Nosotros agregaríamos: ¿Qué hace la gente?

Antes de empezar este breve viaje por distintas interpretaciones acerca del dinero, es necesario reconocer que –desde la perspectiva construccionista social aquí adoptada– siempre puede haber muchos objetos en un mismo objeto: todo depende del Observador, de sus intereses, de su marco teórico, pero también de sus valores, de su ideología y de su proyecto. Como se ha dicho por aquí: «en todo siempre el color es del cristal con que se mira...»

Por ello, si queremos hurgar en el terreno de interpretaciones posibles hoy alrededor de la Red del Trueque en Argentina –acordando en que siempre hay más de un objeto en cada objeto– podemos proponer algunas como las que siguen:

Al principio, en los albores de 1995, hubo una gran dosis de imaginación y voluntarismo de un pequeño grupo de personas, asociadas a la necesidad de responder a una situación emergencial, que empezaba a provocar la caída del consumo de algunos sectores de clase media baja, los denominados «nuevos pobres». Esa etapa dio origen a varios mitos fundacionales, entre los cuales las «pautas de éxito», las «tradiciones» o los «12 principios» definidos por el grupo fundador, interpretaciones frecuentemente en forma de prescripciones o axiomas de un ingenuo pensamiento único. Posiblemente por ello calaron hondo en el sentido común de gran cantidad de personas excluidas del mercado formal, que vieron en la iniciativa una forma sencilla de paliar la crisis (quizás la gran mayoría). Otros, militantes nostálgicos, dotados quizás de menos necesidades y más imaginación, fueron más allá y vieron en ella el embrión de una transformación de las relaciones de producción, capaz de generar una transformación en las relaciones sociales. Para muchos otros, es probable, fue también el émulo nacional de un «gran negocio», similar al de las redes de venta directa y marketing de multinivel, contemporáneas de los primeros clubes de trueque... ¿Qué importancia tiene si hoy son casi un millón personas que la practican? Sin embargo, valdría la pena ahondar en algunos hechos poco conocidos –que el resultado cuantitativo impactante puede ocultar– si queremos comprender la fisiología y los destinos indomables de una red que parece crecer sin dueños y sin dirección y que resiste permanentemente a las tentativas de imponer «orden» de distintos grupos de interés. De esa etapa, creativamente interpretados por cada uno de los grupos, sobreviven principalmente los doce «principios» de la red del trueque, que unifican lo que los miembros consideran lo «esencial» del movimiento:

Principios de la Red Global de Trueque

1. Nuestra realización como seres humanos no necesita estar condicionada por el dinero.

2. No buscamos promover artículos o servicios, sino ayudarnos mutuamente a alcanzar un sentido de vida superior, mediante el trabajo, la comprensión y el intercambio justo.

3. Sostenemos que es posible remplazar la competencia estéril, el lucro y la especulación por la reciprocidad entre las personas.

4. Creemos que nuestros actos, productos y servicios pueden responder a normas éticas y ecológicas antes que a los dictados del mercado, el consumismo y la búsqueda de beneficio a corto plazo.

5. Los únicos requisitos para ser miembro de la Red Global de Trueque son: asistir a las reuniones grupales, capacitarse y ser productor y consumidor de bienes, servicios y saberes, en el marco de las recomendaciones de los círculos de calidad y autoayuda.

6. Sostenemos que cada miembro es el único responsable de sus actos, productos y servicios.

7. Consideramos que pertenecer a un grupo no implica ningún vínculo de dependencia, puesto que la participación individual es libre y extendida a todos los grupos de la Red.

8. Sostenemos que no es necesario que los grupos se organicen formalmente, de modo estable, puesto que el carácter de Red implica la rotación permanente de roles y funciones.

9. Creemos que es posible combinar la autonomía de los grupos en la gestión de sus asuntos internos con la vigencia de los principios fundamentales que dan pertenencia a la Red.

10. Consideramos recomendable que los integrantes no respaldemos, patrocinemos o apoyemos financieramente a una causa ajena a ella, para no desviarnos de los objetivos fundamentales que nos unen.

11. Sostenemos que el mejor ejemplo es nuestra conducta en el ámbito de la Red y en nuestra vida fuera de ella. guardamos confidencialidad sobre los asuntos privados y prudencia en el tratamiento público de los temas de la Red que afecten a su crecimiento.

12. Creemos profundamente en una idea de progreso como consecuencia del bienestar sustentable del mayor número de personas del conjunto de las sociedades.

Actualmente, en el marco del Programa de Alfabetización Económica y de la Red LatinoAmericana de SocioEconomía Solidaria, se ha propuesto un 13o. principio que afecta algunas prácticas tradicionales, como las que se refieren al pago, en moneda social, de las actividades de coordinación de los Nodos y de las actividades de capacitación. Este principio, polémico al interior de la Red y nada trivial, inspirado en la necesidad de no-gratuidad de las prácticas sociales para generar equidad en la distribución del poder y sustentabilidad del proceso de desarrollo económico, sostiene que:

13. En la economía solidaria, nada se pierde, nada se regala: todo se recicla, todo se valora, todo se distribuye por igual.

A partir de fines de 1998, en el seno de algunos grupos de reflexión, a partir del encuentro con movimientos de economía popular y solidaria, se empieza a mirar el fenómeno del «crédito» –hasta entonces denominado religiosamente «no-dinero»– como relevante en la resignificación de las prácticas de intercambio. Aparece el concepto de «moneda social» (Primavera, 1999), en contraste con las monedas «paralelas», «locales», «complementarias»... El texto de Ernesto Sábato que reproducimos abajo muestra cómo es más fácil deconstruir el mito del dinero –esa promesa absurda– desde la literatura que desde la economía:

(...) «El silencio y la soledad tenían esa impresionante vigencia que tienen siempre de noche en el barrio de los bancos. Barrio mucho más silencioso y solitario, de noche, que cualquier otro; probablemente por contraste, por el violento ajetreo de esas calles durante el día, por el ruido, la inenarrable confusión, el apuro, la inmensa multitud que allí se agita durante las horas de oficina.
Pero también, casi con certeza, por la soledad sagrada que reina en esos lugares cuando el Dinero descansa. Una vez que los últimos empleados y gerentes se han retirado, cuando se ha terminado con esa tarea agotadora y descabellada en que un pobre diablo que gana cinco pesos por mes maneja todos los días cinco millones, en que verdaderas multitudes depositan con infinitas preocupaciones pedazos de papel con propiedades mágicas que otras multitudes retiran de otras ventanillas con precauciones inversas.
Proceso todo fantasmal y mágico, aunque ellos, los creyentes, se creen personas realistas y prácticas, aceptan ese papelucho sucio, donde con mucha atención se puede descifrar una especie de promesa absurda en virtud de la cual un señor que ni siquiera firma con su propia mano, se compromete, en nombre del estado, a dar no sé qué cosa al creyente a cambio del papelucho.
Y lo curioso es que a este individuo le basta con la promesa, pues nadie, que yo sepa, jamás ha reclamado que se cumpla el compromiso; y todavía más sorprendente, en lugar de esos papeles sucios, se entrega generalmente otro papel más limpio, pero todavía más alocado,donde otro señor promete que, a cambio de ese papel, se le entregará al creyente una cantidad de los mencionados papeluchos sucios; algo así como una locura al cuadrado.
Y todo en representación de Algo que nadie ha visto jamás y que, dicen, yace depositado en Alguna Parte, sobretodo en los Estados Uniodos, en grutas de acero. Y que toda esa historia es cosa de religión, lo indican en primer término palabras como crédito y fiduciario.

Pero es el diálogo con otras experiencias mundiales, producido desde el interior de una Red Latinoamericana de Socioeconomía Solidaria, que lleva al encuentro de otros pensadores heréticos que, desde la misma economía, empiezan a plantear la encrucijada epistemológica en que esa disciplina se encuentra y su impacto en las posibilidades de redistribuir la riqueza de otra forma en esta etapa del capitalismo avanzado. En enero de 2001, en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, se plantea el paradigma de la escasez en el que fue pensada toda la economía clásica como obstáculo fundamental a superar para la construcción de ese «otro mundo posible».

Del pensamiento de Bernard Lietaer (2001) tomamos la inspiración, ya intuida en nuestra producción de 1998 "Unicornios: entre la utopía y la responsabilidad social»{3}, del dinero de curso legal como responsable definitivo por la existencia de las desigualdades sociales imposibles de corregir en el sistema vigente. Este economista belga, de nutrida y variada experiencia profesional y académica, tuvo su paso por el Banco Central de su país, participó del primer proyecto de moneda europea unificada (ECU), fue Presidente del sistema de pago electrónico de Bélgica, desarrolló tecnologías para empresas multinacionales para ser utilizadas en ambientes de múltiples monedas ; más aún, actuó en países en desarrollo en proyectos tendientes a mejorar sus ahorros e inversiones y enseñó finanzas internacionales en la Universidad de Lovaina. Actualmente es profesor visitante en el Centro de Desarrollo Sustentable de la Universidad de California en Berkeley. En su séptimo libro El futuro del dinero: creando nueva riqueza, trabajo y un mundo más sabio, desarrolla una original argumentación acerca de cómo fue posible que pasara lo que pasó con la economía que –se supone– debía ayudar a poner la casa en orden... Para él, el diseño del sistema monetario es, en realidad, la raíz de mucho de lo que ocurre o no ocurre actualmente en la sociedad: «el dinero es como un anillo metálico que nos hemos colocado en la nariz: nos hemos olvidado que nosotros fuimos los que lo diseñamos y a ahora el nos está llevando alrededor del mundo. Ya es tiempo de imaginarse dónde queremos ir, si queremos ir hacia la sustentabilidad y la comunidad, para ello diseñar un sistema monetario que nos lleve hasta ese punto».

La razón por la cual todo eso pudo pasar habría sido una primera etapa civilizatoria en la cual el hombre vivió en el paradigma de la abundancia de la Gran Madre Tierra, todo poderosa, toda generosa con sus hijos: los cazadores y recolectores disfrutaban de los recursos en cada espacio y –si se agotaban– cambiaban de espacio. Con la revolución agrícola, el uso de la rueda y el fuego, empezó a ser reprimido el paradigma de la abundancia, la competición y la voracidad dieron paso a la conducta humana normal y el miedo a la escasez la alimentó definitivamente...

Tendríamos así, cinco mil años de paradigma de la escasez instalados en las cabezas y en las prácticas de todas las culturas que tuvieron contacto con la primera que cambió y ya no podemos «ver» abundancia, sino escasez en permanencia. La paradoja del tercer milenio es que la población total aumentó, pero hoy hace falta sólo el trabajo de 2% de la humanidad para mantenerla funcionando... si queremos que así sea! La teoría de fondo a la que recurre Lietaer es la Psicología Colectiva de Carl Gustav Jung, para quien la represión de un arquetipo provoca la manifestación de sus sombras. Cuando el arquetipo Soberano es reprimido, aparecen en su lugar sus sombras complementarias: el Tirano y el Cobarde, que muestran la imposibilidad de ejercer una y el miedo de aparecer como la otra! Lo mismo ocurre con el arquetipo de la Gran Madre, que reprimido se expresa en sus sombras, lo cual explica perfectamente que un maestro de escuela escocés llamado Adam Smith observara mucha codicia y miedo a la escasez alrededor suyo y asumiera que así era como las sociedades «civilizadas» operaban... Así creó la economía moderna, que se ve desde ese enfoque como una manera de distribuir o administrar los recursos escasos, a través del mecanismo individual y personal de la codicia...

Desde la experiencia de la red del trueque, luego de seis años de prácticas en las que centenares de miles de personas empiezan a cambiar sus relaciones sociales a partir del uso de una forma particular de intercambio sin dinero, es casi inevitable preguntarnos mirando al futuro ¿Porqué NO pensar en utilizar la moneda social como forma de desarrollar nuevas prácticas sociales que empoderan a los excluidos del mercado de trabajo para construir el proceso de construcción de un nuevo contrato social?

Es, así, como de la mano de Sábato, Lietaer, Tavernier, y tantos otros aliados que hemos descubierto en los últimos tiempos, nos animamos a postular la moneda social como una nueva revolución copernicana, un movimiento de recuperación del paradigma de la abundancia, a partir de una ruptura del paradigma vigente.

No se trata, pues, como se entiende a primera vista cuando se nombra a la Red del Trueque, de una vuelta al trueque primitivo, sino de una conquista de las nuevas tecnologías aliada a una reinterpretación del fenómeno social del dinero. Que requiere una sociedad civil fuerte y organizada para su implementación, a la vez que un estado promotor y un sector empresario que deje de ser especulativo y vuelva a ser emprendedor!

4. Responsabilidades: cómo hacer posible lo improbable

Sabemos que, frecuentemente, el acto de tan sólo nombrar una idea la desnaturaliza. Por ello, decíamos antes, los principios de la Red son más bien ideas-fuerza, faros y balizas para inspirar una conducta ética, antes que normas fijas de regulación de la actividad económica de sus miembros. Pese a ello, podemos considerar que las prácticas sociales que dan vida a esos principios fueron construidas a lo largo de estos seis años de intercambio, polémicas y disensos siempre abiertos.

Quizás los doce principios y la utilización de los bonos de cambio –los «créditos»– sean lo único verdaderamente común a todos los Nodos de la Red y a todos los prosumidores de una gran territorialidad, aquello que caracteriza y da pertenencia a cualquier «prosumidor». Todo lo demás es más o menos libre y variable al interior de la Red, mal que le pese a aquellos que quieren «normatizarla» en cualquier sentido. Si la mayor parte de las redes que existen en la actualidad son cuasi-redes de pirámides, ello no ocurre en la Red Global de Trueque: por alguna razón su carácter de red se ha mantenido a lo largo del tiempo, quizás, hasta se vaya perfeccionando. El tiempo dirá. Hay subjetividades y diferencias de contexto, de necesidades, de posibilidades. Hay «consensos» que se construyen en las reuniones de «coordinadores» y «disensos» que se producen en las prácticas de intercambio de los prosumidores, que recuerdan el principio 6: «Sostenemos que cada miembro es el único responsable de sus actos, productos y servicios». Hay tensiones que se «resuelven», para seguir produciendo/consumiendo, es decir, «prosumiendo»... y otras que no se resuelven porque no tienen que ver con prosumir, sino con tomarle el poder (de qué?) a otro para reproducirlo luego a su vez.

De lo que no hay duda es de que el poder está donde tiene que estar: en la gente que hace las cosas en el marco de los principios de crecimiento del conjunto y la solidaridad. Cuando alguien «re-inventa el capitalismo», porque crea un «banco central» o acumula 5000 o 30000 (treinta mil) créditos, si el proyecto de economía solidaria está claro para los participantes, es evidente que es el mismo grupo quien «sanciona» tales prácticas. De la misma forma como, en un proyecto de concentración del poder, se sigue la concentración de la riqueza, o al menos su distribución clientelar. La Red del Trueque es, sin duda, un movimiento transgresor también por eso: tarde o temprano los organizadores de golpes de estado se quedan hablando solos en la Plaza... Los caudillos (a veces caudillas) locales que quieren imponer sus reglas de dominación por la dominación (y no por el bien común), despliegan su juego de distintas maneras: más o menos éticas, como en todas partes.

No es menos cierto que, a veces, se reproduce el juego del sistema que se quiere superar, en general con buenas intenciones. Carismas y fundamentalismos incluidos, la evolución sigue en búsqueda de un lugar de nueva legitimidad, de construcción de nuevas identidades, de una militancia social que intenta salir del politiquerismo, a veces burdo, de cierto III Sector y empezar a hacer política desde lo que es la red del trueque: desocupados y subocupados, excluidos, desde siempre o desde hace poco, viejos pobres o nuevos pobres, un IV sector resistente a la institucionalización...

Como el momento es de búsqueda y de construcción, desde un nodo piloto que nació con vocación de explorar los márgenes para encontrar nuevas respuestas proactivas (y no sólo reactivas, como lo son la mayor parte de las iniciativas en contra de algo/alguien) se puso en marcha un Programa de Capacitación que intenta:

• trabajar explícitamente el tema del poder como juego;

• redefinir los conceptos de solidaridad, capacidad emprendedora y responsabilidad social al interior de la Red.

En el primer abordaje, se utiliza la teoría triádica del poder (De Gregori, 1994) que se pone en práctica en un Programa de Capacitación, destinado principalmente a conducir la dinámica grupal hacia mejores niveles de protagonismo individual e integración en la diferencia, entre los participantes.

En el segundo enfoque, se parte de la obra de Fernando Flores(1996), que propone desarrollar un liderazgo que combina simultáneamente la solidaridad, la capacidad emprendedora y la acción democrática, como responsabilidad por el otro. Estos términos han sido resignificados por nosotros, en términos de conductas concretas, para su aplicación en el Programa de Capacitación que está siendo implementado en varios países como PROGRAMA DE ALFABETIZACIÓN ECONÓMICA DEL ADULTO:

Ser solidario quiere decir –en la práctica– consumir cada mes la misma cantidad que se produce o un poco más, pero no ahorrar (especialmente atento a la teoría de Silvio Gesell)

Ser emprendedor quiere decir incrementar progresivamente la producción/consumo personal para/desde la Red Global de Trueque, remplazando los productos consumidos en el mercado formal por productos de la Red.

Ser políticamente responsable quiere decir jugar un rol activo en el desarrollo de la Red o del Nodo a que se pertenece, contribuyendo con algunas horas de trabajo semanal para el bien común, en acciones concertadas con los demás.

Éstas son algunas de las ideas-fuerza que se trabajan desde el Programa de Alfabetización Económica:

• el TRUEQUE como posibilidad de REINVENTAR LA VIDA en el mismo acto de reinventar el mercado, a partir de la construcción de nuevos vínculos sociales desde el interior de los pequeños grupos.

• el BONO DE INTERCAMBIO utilizado al interior de la Red –los distintos «créditos» de las regiones o clubes– como una NUEVA MONEDA SOCIAL emitida y controlada por los mismos usuarios, sin el mecanismo de «interés bancario» que caracteriza a la moneda antisocial, que se acumula y concentra donde ya existe.

• la TECNOLOGÍA DE PUNTA como ALIADA POSIBLE en el proceso de desarrollo personal, grupal y social impulsado desde la Red, a partir de la resignificación del chip «amigo» en contra del chip «enemigo», tal como visto desde su responsabilidad por la reconfiguración del mundo del trabajo, de la tecnología que elimina al hombre del circuito de la economía formal.

• los MODELOS MENTALES (creencias y prejuicios) que impiden la posibilidad de ver ABUNDANCIA donde siempre se vio ESCASEZ, en una nueva caracterización del «chip (mental) enemigo».

• el FUTURO como posibilidad a ser construida todos los días y por todos, en sentido inverso a la corriente dominante impulsada por el capitalismo, desde adentro del capitalismo: la búsqueda de un nuevo rol para las clases medias, en particular para «los nuevos pobres» que engrosan las filas del nuevo mundo del (no)trabajo y el horror económico, pero también para el Estado y las empresas, en fin, para todos aquellos actores sociales que estén aburridos con el juego que estamos jugando y quieran ensayar... otro juego!

Más allá de esta empresa de carácter inmediato, en la búsqueda de categorías teóricas que den cuenta de otras racionalidades, de otra comprensión de la lógica de la complejidad, hemos encontrado que la evolución de la Red se asemeja más a lo que está «fuera de control» como lo propone Kelly (1994,1998) y sus Nueve Leyes de Dios –el único que desde la Nada hizo Todo– que nos permitieron una nueva mirada sobre los fenómenos observados al interior de la Red. Estas «leyes» pueden ser, entonces, utilizadas no sólo para comprender los sucesos, sino y principalmente para diseñar nuevas formas de interacción, en reemplazo de modelos ingenieriles y newtonianos, que probamos con ahínco y desazón, en el mundo viviente y social. (Primavera, 2000: Política social, imaginación y coraje)

Como hemos anticipado al inicio de estas reflexiones, comprender la emergencia de eventos improbales, como fueron el primer banco que prestó plata a los pobres (y sigue recuperando el 100% !), el primer municipio que creyó en la posibilidad de participación directa de los ciudadanos en la decisión de los destinos de sus fondos, así como el primer grupo de personas que se organizó para mejorar su calidad de vida, de espaldas al mercado formal, es una tarea ardua e infinita si se quiere sólo reconstruir la Historia... Pero si las explicaciones sirven para algo –y esa es la tradición occidental a la que pertenecemos– optamos por creer que alguien imaginó un futuro improbable como posible, puso manos a la obra y lo comenzó a hacer! En el camino hubo escollos de todo tipo, finalmente, el paradima dominante no deja pensar cualquier cosa y menos hacerlas... Pero una vez lograda cierta masa crítica y visibilidad, muchas más cosas empezaron a ser posibles. Al fin y al cabo, a nadie le gusta estar ausente de la foto de fin de fiesta!

Más aún, la dimensión de la tragedia contemporánea, donde todo se sabe al instante y se convive a diario con el riesgo de un continente entero condenado a la desaparición; la falta de imaginación de una política que cada vez más aparece como canibal en vez de lograr producir algo tan simple como el bien público; la falta de responsabilidad por la quinta del vecino cuando a penas se nos alcanza para mantener la propia, no pueden ser más que una invitación –terminal– para creer que el mundo es uno sólo, que otro mundo es posible y que somos todos responsables de todos. Que nos inspiremos en Grameen, Porto Alegre y Bernal y que empecemos a buscar nuevas estrategias que nos permitan combinar participación ciudadana, microcrédito y moneda social para desplegar la imaginación y el coraje que tenemos para hacernos cargo de construir un presente y un futuro dignos de lo que tenemos y podemos compartir.

¿Cuánto más podremos hacer? ¿Hacia dónde estamos yendo? De qué otras experiencias podremos beneficiarnos y que aun no conocemos?

Hay vientos de sinergia: en un encuentro con grupos de trabajo en economía solidaria, en junio de 2001, en Findhorn, Escocia, colegas de Brasil, Argentina, Senegal, India, Filipinas, Chile, Canadá y Bégica, provenientes de las áreas de Mujer y Economía, Moneda Social, Finanzas Solidarias, Comercio Justo, Consumo Ético y Política Económica, produjimos tres ideas-fuerza que queremos compartir con los lectores, aunque más no sea para provocar la discusión sobre nuestro optimismo. Pero si es posible para invitar a nuevos aliados a sumarse a esa dinámica que quiere seguir construyendo un mundo responsable, plural y solidario:

Mujer, nuevo dinero y nueva economía

1. Un nuevo paradigma para superar el neoliberalismo puede ser construido vinculando mujer y economía, de modo tal de producir abundancia sustentable y eliminar la escasez.

2. Sistemas de intercambio no monetario tales como los bancos de tiempo, crédito mutuo, monedas locales y los distintos tipos de moneda social son la nueva moneda que creará las condiciones para llevar ese paradigma a la práctica.

3. Una política económica ética y ecológica, compatible con finanzas solidarias, un comercio justo y el consumo ético pueden ser rediseñados de manera de crear nuevas relaciones entre el Estado, el mercado y la sociedad civil.

Si –y sólo si– nos creemos responsables del todo, es probable que tengamos imaginación para crear nuevas estrategias y coraje para construir los puentes que necesitamos para dejar atrás las marcas de un paradigma que nos hizo creer, durante demasiado tiempo, que la riqueza era para pocos y la escasez para tantos.

Bibliografía temática general

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Sitios de consulta en internet:

http://money.socioeco.org
http://www.socioeco.org
http://www.echo.org
http://www.redlases.org.ar
http://www.redesolidaria.com.br
http://www.economiasolidaria.net

Notas

{1} Información tomada de un artículo del diario Clarín escrito por Alejandra Toronchik.

{2} Esta escuela de pensamiento, desarrollada por Heinz von Foerster, Ernst Von Glaserfeld y más conocida por la obra de Paul Watzlawick a partir de los años setenta, tiene en Humberto Maturana, Francisco Varela y Fernando Flores los principales representantes de la Escuela de Santiago, que la han renovado a partir de la incorporación de la lingüística. Algunos títulos relevantes se encuentran en la bibliografía general al final de este trabajo.

{3} «La palabra trueque tiene una historia, tiene un significado y la gente de inmediato piensa en trocar lo que ya tiene; no piensa en producir, crecer, inventar, crear... Un segundo obstáculo es que la gente ve ESCASEZ. La gente no ve ABUNDANCIA, entonces no ve QUÉ va a trocar. La gente no ve qué puede hacer, qué puede inventar, cómo se puede desarrollar y desplegar... Este es un obstáculo muy importante. Y ahí hay un tema interesante de relacionar con algo que mencionamos antes: ¿quién es el enemigo? El enemigo no es el chip que sacó a la gente de las fábricas y que terminó con el trabajo y el empleo. El enemigo no es el chip que cambió la tecnología. El enemigo invisible es el que está acá dentro (de la cabeza) es el chip mental, el que nos hace ver las cosas de determinada manera y no nos deja verlas distintas...» (Primavera, 1998: Unicornios:...)

 

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