Nódulo materialistaSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas
  El Catoblepasnúmero 3 • mayo 2002 • página 14
artículos

El materialismo filosófico
y El mito de la cultura de Gustavo Bueno

Nicole Holzenthal

Se ofrece la versión en español de la «Einführung» –Introducción– que el lector alemán, suizo, austriaco, o lichtensteiniano encuentra antepuesta a la traducción del ensayo de filosofía de la cultura de Gustavo Bueno. Der Mythos der Kultur, Essay einer materialistischen Kulturphilosophie ha sido publicado por la editorial Peter Lang (Berna, Suiza) en febrero de 2002

Gustavo Bueno, Der Mythos der Kultur El lector tiene en sus manos la primera traducción alemana de un libro del filósofo español Gustavo Bueno (*1924, Santo Domingo de la Calzada, La Rioja). El ensayo publicado por primera vez en 1996, El mito de la cultura. Ensayo de una filosofía materialista de la cultura (que en el momento de la traducción se encuentra en la sexta edición), ha de ser considerado como parte de un complejo sistema filosófico. El Materialismo filosófico, elaborado por Gustavo Bueno y sus colaboradores, abarca todas las áreas de la filosofía, es decir, entra en los más diversos terrenos de la realidad y del saber, entendiendo la Filosofía como un saber de «segundo grado». El presente trabajo es un intento de desglosar la Idea de la Cultura con el instrumental dispuesto por el propio sistema –y eso en forma de un ensayo, que, aunque no se dirija exclusivamente al público especializado, sin embargo, tuvo que servirse de una metodología rígidamente estructurada y dialéctica, por la confusión intrínseca a la Idea de la Cultura y que, por lo tanto, requiere la mayor atención a la hora de ser leído. A pesar de esto, como primera traducción en formato de libro, consideramos que este texto es apropiado para abrir un acceso a dicha filosofía. Porque el libro, en comparación con la restante obra, está escrito en un estilo relativamente sencillo, casi oral, y se caracteriza, además, por considerar especialmente (y de manera crítica) la tradición filosófica alemana, tratándola y enfrentándose con ella –por lo cual seguramente se despertará el interés de críticos de la cultura, de científicos y filósofos de la cultura.

Este ensayo abre un nuevo acceso a la compleja área de una problemática, que se engloba bajo una palabra supuestamente sencilla que está en boca de todo el mundo: cultura.

He aquí (sobre todo, en el capítulo II) una crítica a la filosofía alemana de la Cultura y a sus consecuencias (especialmente, las políticas y sociales), una crítica, que, por una parte, conoce exactamente las posiciones de los filósofos tratados mirándolas con lupa, y que, por otra parte, gracias a la propia posición y terminología (filosófico-materialista), tiene la ventaja de no caer en los sobreentendidos a los que tienden hoy en día muchos germano-hablantes a la hora de considerar su propia tradición sobre este asunto. Con la ayuda de un sistema filosófico sólido, en este ensayo se despieza un tema muy tratado y se vuelve a recomponer.

La Filosofía de la Cultura es, sin duda, de origen alemán –aunque haya sido recogida, llevada a otros términos, criticada y reelaborada por pensadores de muchas otras naciones. ¿Qué novedades puede ahora aportar el libro de filosofía de la cultura de un filósofo español? Gustavo Bueno no juzga indistintamente a las diferentes filosofías de la cultura, sino que expone con criterios congruentes los aspectos ontológicos, gnoseológicos y prácticos e investiga, con ello, los fundamentos materiales y formales de la «cultura» –considerando la cultura tanto como «concepto» (objeto de las ciencias de la cultura) como también como «Idea» (objeto de las Filosofías de la Cultura).

Al contrario que su compatriota, mucho más conocido en Alemania, José Ortega y Gasset, que se mantuvo muy fiel a determinadas tradiciones alemanas sobre el tema y que consideró su tarea introducir éstas como la Filosofía alemana en España tras sus estancias en Alemania{1}, Gustavo Bueno, sin embargo, conoce la entera tradición filosófica española y reconoce el valor de algunas de estas filosofías; donde es preciso, estos filósofos españoles aparecen en el texto, al lado de otros de muchos países –lo que, desgraciadamente, no siempre es habitual entre autores españoles (parece que por razones de prestigio).

No sólo por su gran tirada [y muchas ediciones] y por las ricas discusiones que causó en España (sea mencionado, por ejemplo, el libro publicado en 1999 por el «fenomenólogo» Javier San Martín, Teoría de la cultura{2}), vale la pena leer, recibir y criticar el libro El mito de la cultura. Este trabajo también se presta a ser una contribución de primer orden, crítico (incluso polémico) al actual debate –que se ha mostrado muy vital durante la reciente polémica acerca de la «Leitkultur». Gustavo Bueno aprovecha aquí sus conocimientos amplios, pero a la vez profundos, sus capacidades de análisis crítico y de síntesis para acercarse a este tema y para analizar los conceptos y las categorías científicas que están en sus fundamentos y las Ideas filosóficas que surgen de allí. Este ensayo de Filosofía de la Cultura ha de ser visto en un contexto más amplio, que se intentará dibujar en esta Introducción en rasgos muy generales. En otra publicación más adelante, la traductora intentará elaborar más los puntos aquí mencionados, poniendo la Filosofía de la Cultura de Gustavo Bueno en el contexto constituido por los demás planteamientos de filosofía de la Cultura (españoles y «medioeuropeos»), llevando a cabo una discusión crítica.

Intento de una breve descripción del materialismo filosófico

El profesor de filosofía José Ferrater Mora (1912-1991) escribió en su Diccionario filosófico sobre Gustavo Bueno y su sistema filosófico:

Bueno critica diversas doctrinas –mecanicismo; subjetivismo, empiriocriticismo, idealismo; monismo neutral– como manifestaciones de formalismo. La idea de materia es, en último término, una idea crítica y es la manifestación de la actividad filosófica, la cual es a la vez teórica y práctica.{3}

El belga François Aubral, en Philosophes,{4} caracterizó la filosofía de Gustavo Bueno de la siguiente manera:

Gustavo Bueno (1924): Filósofo español, ha enseñado en Salamanca y en Oviedo, de cuya universidad es catedrático. En estos momentos, su posición es como la de un islote avanzado en el generalmente monótono universo del pensamiento español...{5} Las características de Bueno serían su afán por defender la filosofía académica, su decidida orientación marxista y su pretensión predominante, sistemática y al mismo tiempo polémica. ¿Qué es la etnología? ¿Cuáles son sus límites? ¿Qué es el saber humano y cuáles sus barreras? En nuestra civilización funcionan mitos, instituciones, formaciones culturales. Medir, situar, aclarar, «triturar» esos hechos, conservar su neutralidad científica sin caer en ideología utilizable, ofrecer datos para otros análisis: he aquí su tarea. Una tarea crítica que va acompañada de una rigurosa elaboración de modelos gnoseológicos del funcionamiento de las ciencias, como es, por ejemplo, el del «cierre categorial». Pensador controvertido, no siempre bien comprendido, es uno de los más originales y profundos del actual paisaje español.

El ahora «catedrático emérito honorífico» de la Universidad de Oviedo (Asturias), Gustavo Bueno Martínez, trabaja en y con un sistema filosófico, al que él –y sus colaboradores, como él suele subrayar– le dieron el nombre de «Materialismo filosófico». Tratemos primero las partes constituyentes de esta denominación:

1. Materialismo aquí no sólo toma como modelo o punto de discrepancia al Materialismo histórico o materialismos posteriores –en especial, el materialismo dialéctico (Diamat) de la Unión Sovietica, cuyo «monismo» critica Bueno muy fuertemente y al cual enfrenta un «pluralismo» material. Pero a la vez Bueno rechaza lo que negaron los anteriores materialismos: el «Espíritu» como «causa agens» o «forma separada activa».{6}

Materialismo es aquí utilizado en el sentido de una concepción de materia muy elaborado filosóficamente, en contraposición aristolélico-escolástica a la forma. En vez de la muy extendida manera de entender «materialista» de parte de la filosofía mundana como lo objetivo-material, corpóreo (o inclusive financiero), Gustavo Bueno distingue entre tres géneros de materialidad (ontología específica) y una Idea de la Materia general (ontología general). Esta ontología filosófico-materialista se elaboró, sobre todo, en los Ensayos materialistas.{7} Para los lectores de habla alemana este enfoque se puso a disposición en el artículo «Materie», publicado en la Europäische Enzyklopädie zu Philosophie und Wissenschaften (editada por Hans Jörg Sandkühler, Felix Meiner, Hamburgo 1990, tomo III, págs. 281-308): El primer género de materialidad (M1) embarca muy gruesamente la de los fenómenos físicos, la segunda (M2) los psíquicos y sociales y la tercera (M3), la de los fenómenos lógicos o teológicos. Desde los tres géneros, el Materialismo filosófico intenta reinterpretar las Ideas del «Mundo», del «Alma» y de «Dios» que aparecieron en la Edad Media, en Christian Wolff y finalmente, a su modo, en Kant. Aunque esas Ideas metafísicas se convierten ahora en «géneros» de una Idea: la Idea de la Materia (Mi). Al contrario de los «Reiche» de Georg Simmel y los «Welten» de Karl Popper, que están pensados «sustancialmente» y por lo tanto forman entidades «metafísicas», que se tratan como si fueran separables, en Bueno los «géneros de la materialidad» no se conciben como áreas cerradas del Ser. Aunque sean disociables, son, sin embargo, inseparables. La Idea de la Materia (Mi), que –conforme con la división en los dos ámbitos dichos de la ontología por Wolff– pertenece a la «ontología general», correspondería en la metafísica clásica (no materialista) más o menos a la Idea del «Ser». Esa idea general de la Materia en Bueno, a la verdad, no debe considerarse ni como entidad (porque si no, estaría «sustancializada» y recaería en la «Metafísica»), ni tampoco como lo común entre todos los contenidos de los diferentes géneros; ella es más bien el punto final de aquel proceso llamado «regressus», que históricamente parte de las realidades (M1, M2, M3) –es una idea filosófica.

2. El materialismo de Bueno es filosófico en cuanto que, frente a otros planteamientos filosóficos, materialistas o de otra índole –sobre todo los de índole por él llamada «espiritualista»– se enfrenta y se confronta con ellos dialécticamente y se destaca de ellos. El Materialismo filosófico recoge estos planteamientos, se define a partir de ellos deslindándose de ellos. Mientras toma posición frente a otras filosofías o, donde fuese posible, toma una clara posición propia, el materialismo filosófico es fundamentalmente dialéctico. En algunos casos incluso tiende a entrar en polémica con otros –una tendencia que el mismo filosofo Gustavo Bueno y sus conocedores tienen muy presente. En el área de las Ideas filosóficas un anhelo de armonía sin conflicto ninguno no es realizable, incluso está fuera de lugar. Hacer filosofía implica tomar una posición y disputar con los demás.

El materialismo filosófico de Gustavo Bueno se distingue por constituir un sistema filosófico (frente a las tendencias a-sistemáticas y de rechazo a cualquier tipo de sistema como tal) que analiza Ideas, conceptos y categorías en cuanto a sus relaciones («Symploké» de las Ideas), en cuanto a sus delimitaciones extensionales (demarcación, distinción) y en cuanto a sus delimitaciones intencionales (circunscripción).

El Materialismo filosófico atribuye una gran importancia a ambas perspectivas teóricas, tanto a la ontología como la gnoseología.

Uno de los puntos más centrales de la ontología de la materia de Bueno es la defensa del pluralismo; más concretamente, su rechazo del monismo. Entonces «material» equivaldría en gran medida a «plural». El pensamiento establecido por Platón –para Bueno una de las ideas más importantes de Platón– de que las Ideas estén conectadas entre sí en una «Symploké», un tejido de ideas bajo el lema: «No todo está conectado con todo, sino algunas cosas o ideas con determinadas otras», se ha convertido en uno de los pilares capitales del materialismo filosófico. La Symploké se contrapone, históricamente considerada, por una parte al enunciado de Pitágoras de «Todo está en relación con todo» y, por otra parte, al de Demócrito de que «Nada está en relación con nada.» Sin embargo, Bueno considera a Demócrito como uno de los primeros grandes «materialistas», el segundo sería Platón. Pero el materialismo de Demócrito era grosero, corporeísta: La materia se restringía en Demócrito a, como lo llamaría Bueno, el primer género de la materia, M1: la materia corpóreo-física –aunque sus partículas, los átomos, fueran muy pequeñas. Negando la relación entre ellos Demócrito sólo permite una relación externa: Externamente las cosas se conectan.

Contrariamente, Platón estableció un materialismo pluralista: las Ideas (M3) existen en plural y por la Symploké están en relación entre sí, además existen la Materia M2 y M1, en fundamento de las cuales aquellas Ideas se edifican. Pues, si sólo hubiera materia corpórea, que mantuviera exclusivamente relaciones exteriores, pensar sería imposible.

Para un entendimiento del materialismo filosófico, como se ha dicho, es importante la contraposición de lo que Bueno llama enfoques «espiritualistas», refiriéndose a la Filosofía del Espíritu. Toda filosofía materialista rechazaría la existencia de tales contenidos «espirituales» que se hayan «sustancializado» en entidades exentas –una tal «sustancialización» representa un mero experimento mental o una idea límite– que en la mayoría de las veces se formó al independizarse una metáfora. Como ejemplo, se podrían citar la «Conciencia universal» o el «Espíritu absoluto» o (interesante para nuestro caso) una idea de la Cultura, gracias a la cual la Cultura se entiende como un organismo autónomo que funcionase («viviese»), más allá de todos sujetos operatorios y en abstracción de todas las sociedades y estados.

Hasta ahora hemos dirigido la mirada a los aspectos ontológicos. Veamos ahora los aspectos que Gustavo Bueno mismo llama «gnoseológicos», para después cerrar con aspectos que abran una dimensión práctica.

Mirando desde la perspectiva gnoseológica, la Filosofía es, sobre todo, un saber «de segundo grado». Por lo tanto, no es una ciencia –y no necesita serlo para cumplir sus funciones críticas: La relación íntima y constante de la Filosofía con las ciencias, desde su constitución hasta hoy (relación histórica) consiste en el empleo del mismo instrumental metodológico: la razón crítica (relación metodológica) discurriendo también la misma área de la experiencia cognitiva del ser humano (relación sistemática). «De primer grado» son, sin embargo las ciencias particulares en cuanto que tratan cada una un recinto cerrado teniendo que dejar fuera (por el «cierre categorial» de cada una de estas ciencias particulares) las ideas que trascienden las categorías y los conceptos. De las ideas (y de lo transcendental a cada recinto cerrado) se ocupa la Filosofía. Además, ésta es dialéctica (es decir, no dualista ni metafísica), y académica (en contraposición dialéctica con las formas mundanas de la filosofía) –en la tradición desde Platón los filósofos son como los «artistas de la razón» operando con la sistemática que originalmente viene de la geometría. (Filosofías mundanas, al contrario, son filosofías difusas, espontáneas y disueltas en las conciencias de todos los seres humanos, según el lema: «Todos los hombres son filósofos.»)

La Filosofía en sentido estricto, a fin de cuentas, es «totalizadora» (al contrario de la filosofía débil, que quiere ser parcial), y es tanto «teórica» como «práctica» (estructural y dialécticamente).

La dimensión práctica de la filosofía en este sentido se hace muy patente en una cita del prólogo a El sentido de la vida (1996) sobre la función actual de la Filosofía. Allí escribe Bueno con un tono un poco irónico:

Es ahora cuando la «filosofía abstracta» se hace imprescindible, aunque no sea más que como disciplina catártica capaz de mitigar el cúmulo creciente de necedades y tautologías que habrán de ser proferidas por quienes se ven oblicgados a tratar espontáneamente con «ideas abstractas» tales como «ciencia», «cultura», «religión», «libertad», «Dios» o «sentido de la vida». Sabemos que la gran mayoría de la sociedad no está en condiciones de practicar el análisis abstracto de la realidad. Pero también creemos saber que sin la acción de una minoría dispersa (¿un 1%?, un ¿0,5%?) capaz de enfrentarse a estas ideas con la disciplina característica de la teoría filosófica abstracta la sociedad, en su conjunto, falta de toda crítica interna, descendería hacia los niveles más bajos de infantilismo en el plano público.{8}

La tarea de poner esta obra filosófica tanto en su contexto dentro de la historia de la filosofía como en su contexto sistemático no es realizable en este marco, pero he aquí una breve nota acerca de la ocupación de Gustavo Bueno con las tradiciones filosóficas y los sistemas científicos y teóricos. El filósofo Gustavo Bueno comienza in medias res, es decir, se acerca a la realidad material (en sus tres géneros de materialidad). Las características de su sistema llevan a la consecuencia de que sea capaz de tomar una posición bastante clara y de formularla muy concretamente cuando se trata de cosas concretas, aunque cuando se trata de temáticas filosóficas o científicas [más] complejas se requiera una [mayor] abstracción. Brevemente: El grado de la abstracción de una exposición filosófica depende del respectivo material tratado. Este procedimiento, sin embargo, no tiene una motivación meramente didáctica (aunque pueda ser un efecto secundario), Bueno considera tarea del filósofo explicar y disputar sobre la realidad (el material ontológico). Este estado de las cosas es el que pone al filósofo en la dialéctica (desgraciadamente entendida a menudo como dicotomía) entre filosofía mundana y académica.

La filosofía de Gustavo Bueno en primer lugar es muy abierta, pero también radical sin piedad y rechazante sin vergüenza frente a aquellas constelaciones de ideas que no son racionalmente defendibles. Con la ayuda de una anécdota (graciosa desde la distancia histórica) intento plasmar la posición de Bueno acerca de las tradiciones filosóficas: Bajo el franquismo un profesor de instituto y antiguo discípulo del catedrático de Oviedo, cuyos materiales solía usar en clase, recibió un aviso de la Guardia Civil para que se presente en el cuartel. Allí le preguntó un guardia civil: «¿Gustavo Bueno es marxista, no es así?». Conociendo la importancia de la sospecha, el hábil profesor de instituto le respondió (aprovechando la poca cultura de su contrario): «¡Que va, Gustavo Bueno es epicúreo!».

Es difícil clasificar a Gustavo Bueno dentro de la Historia de la Filosofía, porque permanentemente se ocupa de toda la filosofía occidental. Probablemente, los autores que más le han marcado son los presocráticos con Platón y Aritóteles, con Tomás de Aquino, con la Escolástica española, la filosofía alemana, especialmente Kant, Marx y Engels... –lo que, sin embargo, no quiere decir que no se haya estudiado tan intensivamente a, por ejemplo, Hegel, Haeckel, Simmel, los estructuralistas o existencialistas franceses, los antropólogos culturales o analíticos norteamericanos o la filosofía británica o... también tantas ciencias particulares. Llamarle, según los esquemas corrientes, platónico, aristotélico, marxista o hegeliano, kantiano o escolástico, &c. &c., sería pensar de manera reduccionista respectivamente. Lo más justo será seguramente, denominarle filósofo (materialista), como materialista filosófico.

El ensayo El mito de la cultura

El lugar del ensayo en el conjunto de la obra hasta ahora publicada

Para posibilitar el lector de habla alemana una contextualización de El mito de la cultura dentro de lo que es la obra que Gustavo Bueno ha publicado hasta ahora y para trasmitir una idea de lo que son sus escritos, se mencionarán aquí unos libros de Bueno acerca de áreas próximas al presente –es decir, la antropología y etnología, filosofía y educación, filosofía moral y de la religión:

Etnología y utopía. Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Etnología?,{9} es un libro desgraciadamente agotado sobre la etnología. Nosotros y ellos, ensayo de reconstrucción de la distinción entre emic y etic de Pike,{10} analiza la amplia aplicación de esta distinción en muchas ciencias particulares, este escrito no es sólo interesante para filósofos. ¿Qué es la filosofía?{11} es un opúsculo, en el que el autor pretende asignarle a la filosofía su lugar y su papel en el conjunto del saber. El sentido de la vida, seis lecturas de filosofía moral{12} es una colección de ensayos sobre temas como la libertad, la persona, &c. El animal divino, ensayo de una filosofía materialista de la religión{13} representa un tratado bastante denso sobre filosofía de la religión con tesis muy originales.

Aunque El mito de la cultura se mueva sobre todo en el área de la ontología, Gustavo Bueno es conocido primordialmente como filósofo de las ciencias. El enfoque de filosofía de la ciencia denominado «Gnoseología», en contraposición a la Epistemología del siglo XX (en el sentido de una teoría de la percepción individual) lo está escribiendo en un proyecto que, al final, debe abarcar 15 tomos. Hasta ahora han aparecido cinco tomos de la Teoría del cierre categorial.{14} El último libro publicado [en el momento de la edición de esta traducción] por Gustavo Bueno trata la institución televisión desde puntos de vista filosóficos: Televisión: Apariencia y Verdad.{15}

En alemán hasta ahora se han publicado los artículos de Bueno «Ganzes/Teil» [Todo/parte], «Holismus» [Holismo], «Materie» [Materia] y «Naturwissenschaften» [Ciencias naturales] en la Europäische Enzyklopädie zu Philosophie und Wissenschaften de Hans Jörg Sandkühler.{16} Acerca de la situación de la filosofía española, Volker Rühle publicó un artículo que Gustavo Bueno escribió para esta ocasión: «Philosophie heute. Antworten auf Fragen von Volker Rühle».{17} Como ambas publicaciones ya están agotadas, gracias al amable permiso de la editorial Meiner, por un lado, y del editor Dr. Rühle, por el otro, estos artículos de Bueno son accesibles en Internet en http://www.fgbueno.es/ger/

El mito de la cultura, por su parte, está concebido como primera parte de dos. Sobre el tema complementario de El mito de la naturaleza, Gustavo Bueno dio un curso de doctorado en el año 1998 en la Universidad de Oviedo, pero hasta hoy desgraciadamente no ha elaborado todavía sus apuntes para un libro.

Estructuras de ordenación del material dentro del ensayo

Se podría dividir el ensayo El mito de la cultura según el criterio de histórico/sistemático en dos partes. Los capítulos I, II y en parte el V serían históricos, los capítulos II, IV, V, VI, VII, VIII, IX y el Final serían sistemáticos. Este modo de verlo podría causar la impresión de que lo histórico, frente a lo sistemático estaría en un segundo plano. Una división alternativa podría intentarse con la distinción entre lo perteneciente a la filosofía de la cultura y lo perteneciente a la ciencia de la cultura.

Gustavo Bueno mismo menciona, sin embargo, tres puntos de vista, a los que dedica capítulos determinados: las perspectivas ontológica, gnoseológica y práctica. Mirando desde los aspectos prácticos de lo desarrollado, las consideraciones ontológica y gnoseológica se acercan mutuamente y parecen formarse como modos de ver teóricos frente a los aspectos prácticos. Aunque fuera sólo por que no funcionan las reflexiones gnoseológicas sin una base ontológica, ni, al revés, divisiones ontológicas pueden prescindir de una base gnoseológica (similar a como depende la forma del contenido y respectivamente) y que tampoco se pueda desligar «lo teórico» de «lo práctico» –más concisamente: como estos aspectos están en relación dialéctica entre sí– esa distinción quizás parezca un poco artificial a primera vista. Sin embargo sirve para orientar al lector y para proporcionar un cuadro de conjunto, que le permita saber en cada momento de la lectura dónde está.

En una coordinación de la totalidad según el criterio ontológico/gnoseológico, se pueden coordinar al modo ontológico los capítulos I, II, IV (salvo su tercer subcapítulo), V, VII (salvo su cuarto subcapítulo), y, dentro del VIII, el subcapítulo 5. Pero los capítulos III, el tercer subcapítulo de IV, el capítulo VI, el cuarto subcapítulo de VII, y VIII (menos su subcapítulo 5) son gnoseológicos.

Superponiendo a esta división bimembre además el esquema teórico/práctico, se caracterizan como capítulos de destacado aspecto práctico, los IV{18} y VII –último capítulo sobre todo ontológico (serían ontológico-practicos los subcapítulos 2: «Diversos sentidos de la expresión 'identidad cultural'», 3: «La Idea de identidad cultural no es simple sino compleja» y todos entre el subcapítulo 5 «La identidad de una cultura en cuanto sistema dinámico» y el subcapítulo 8: «La Cultura y el Hombre»), y sólo en un subcapítulo se realiza un acercamiento gnoseológico (gnoseológico-práctico: en VII el subcapítulo 4: «Distinción de tres líneas constitutivas de la identidad cultural del 'todo complejo' y su utilidad para sistematizar diferentes teorías de la cultura»).

Los capítulos no mencionados, el Preludio, el capítulo IX (el último eventualmente puede ser considerado ontológico porque trata, sobre todo, de la no-existencia de la cultura universal) y el Final, no pueden ser coordinados satisfactoriamente a ninguno de estos criterios (aunque tendencialmente puedan incluir más consideraciones ontológicas), más bien tematizan cómo los factores ontológicos, gnoseológicos y prácticos confluyen.

Tomando en consideración el hilo rojo en cada aspecto, se puede establecer: En la consideración ontológica se dibujan tres pasos de desarrollo de la Idea de la Cultura objetiva, que a su vez llevan paulatinamente de la teoría a la praxis.

1) La Idea de la cultura del sujeto (véase en el glosario, «subjetual») y la función medieval de la Idea de la Gracia confluyen bajo la Idea de la Cultura «objetual» (véase) en la filosofía alemana.

2) Desde la filosofía alemana, la Idea de la Cultura objetual traspasa a la política (especialmente por la política cultural de Bismarck, el Kulturkampf).

3) La praxis permanente de los desarrollos de política cultural trae el pensamienro de una «identidad cultural» que les es útil prácticamente, a determinados grupos de interés.

En el marco de las consideraciones gnoseológicas, se puede trazar la siguiente estructura:

El capítulo III trata de la génesis histórica de la culturología (Ostwald y Tylor) como una ciencia que concibe la Idea de la Cultura objetual como concepto científico. Bueno tematiza de qué manera la cultura forma un todo: como todo atributivo (T) o, más bien, como todo distributivo (Շ) –un problema que vuelve a retomar, elaborándolo más, en el capítulo VIII. En VI, en contraste, Bueno trata la cultura considerando sus partes e introduce una tabla gnoseológica (matriz) que intenta representar las relaciones de las partes de la(s) cultura(s) entre sí. Un parrafo breve e irónico, casi sarcástico (IV, subcapítulo 3) también tiene un objetivo predominantemente gnoseológico: Bueno polemiza sobre el interés de los gremios por la cultura.

Así, el tema sólo se trata en apenas una cuarta parte del corpus del texto bajo una perspectiva explícitamente gnoseológica. Sin embargo, las consideraciones gnoseológicas implícitamente atraviesan toda la obra.

La traducción

La tradición

Se puede pensar que no hay ninguna tradición de la traducción de textos filosóficos desde el español. Pero esto es totalmente falso: Gotthold Ephraim Lessing (1752){19} comenzó su carrera intelectual con una traducción de Juan Huarte de San Juan (Examen de Ingenios para las Ciencias, 1575) y Arthur Schopenhauer (1832){20} con una traducción de Baltasar Gracián (Oráculo manual y arte de prudencia, 1637).

Con la traducción de El mito de la cultura se inicia también una nueva tradición. La obra del filósofo español Gustavo Bueno ahora será traducida a otros idiomas. Ya el próximo año se contará con una traducción de este libro al ruso y al ucraniano. Su escrito sobre la televisión se esta traduciendo al italiano.

Problemas de la traducción y su solución

La tarea del traductor de un texto filosófico consiste, nos parece, no sólo en transcribirlo en otra lengua, sino en digerirlo primero totalmente (lo que requiere un discernimiento y enfrentamiento exacto con las ideas, las tradiciones de los términos y con el sistema del autor) y luego ha de recomponerlo en el otro idioma. Si ya el grado de dificultad es muy elevado en textos teóricos, es aún más alto en un (nuevo) sistema filosófico. El problema se multiplica en un sistema filosófico complejo (como es el Materialismo filosófico), que no excluye ni consideraciones de las ciencias particulares, ni las consideraciones filosóficos más abstractas – sufriendo, muy a menudo, el estilo y la sintaxis del texto escrito bajo la complejidad del pensamiento. También algunas dificultades de la traducción (de textos filosóficos), al final, resultan ser problemas filosóficos. Frecuentemente, en la búsqueda de una solución, han de hacerse comparaciones con traducciones de otros textos filosóficos porque los diccionarios a disposición muchas veces se muestran insuficientes.

Cuando después de la aplicación de los métodos resultaba que todavía había alguna falta de claridad en el texto y aún largos intentos de racionalización no llevaban a una solución unívoca, en esta traducción se pudo aprovechar la afortunada circunstancia, que sólo se da en pocos casos: la conversación con el autor. La inexistencia, hasta ahora, de una traducción del libro a otra lengua pudo ser más que remediada por la más provechosa ocasión de preguntarle al autor mismo. Dirigiendo las conversaciones hacia estos párrafos problemáticos, en la mayoría de los casos se pudo encontrar una solución bastante satisfactoria de momento. Gustavo Bueno se ha implicado mucho para percibir los problemas que se muestran en el marco de la lengua alemana a la hora de reproducir lo dicho, y para ayudar a través de explicaciones más amplias [a encontrar con la fórmula en alemán].

Como en el texto original se encuentran muchas frases hechas, términos, insinuaciones y matices, que se le escapan con facilidad incluso al nativo, una de las mayores dificultades consistía no sólo en su localización y comprensión correcta, sino sobre todo en el complicado reto de reproducirlos bien en alemán. Primero los respectivos párrafos se tradujeron muy cerca al original, después lo no aceptable en alemán se intentó expresar de otra manera según la fraseología alemana y, en los restantes casos se explicó a través de inserciones [entre corchetes].

Sin enumerar las dificultades una por una, aburriendo al lector, parece, sin embargo, adecuado mencionar los términos problemáticos más importantes y su traducción definitiva, con el fin de hacerle entender al lector por qué se eligió esta variante actual:

Cultura significa muchas cosas muy distintas, según en contexto de habla. Cuando un etólogo norteamericano, un sociobiólogo o... habla de la culture, se refiere a otra cosa muy distinta de la que, por ejemplo, un periodista alemán de la sección de cultura trata de la Kultur. Sin embargo, se tradujo «Kultur» donde en el texto original pone «cultura» [de la siguiente manera]:

Cuando en el original español, «cultura» figura en minúscula, lo que es lo normal para sustantivos [en español], ya no se hace ninguna mención añadida. Cuando escribe «Cultura», en la versión alemana se pone detrás de Kultur una [C] para destacar esta particularidad. En cuanto al contenido de esta distinción formal, ésta representa la distinción arriba mencionada entre un concepto científico y una idea filosófica. Siendo en español muy fácil de distinguir gráficamente a través de minúsculas o mayúsculas respectivamente, existía, sin embargo, el peligro de que esta diferencia semántica se perdiera en la traducción alemana. Por eso: Detrás de la palabra Kultur hay una [C] siempre cuando se trata de la Idea [objetual] de la Cultura. Una [c] para el concepto científico de la cultura sólo se puso detrás de Kultur en aquellos casos, en los que, si no, no estaría claro por el contexto. Lo análogo valdría para otros términos como, por ejemplo, «naturaleza» y «Naturaleza».

Ya mencionado, Gustavo Bueno toma la distinción (de Alois Dempf) entre cultura subjetiva y objetiva para hacerla abrirse en cultura «subjetual» y «objetual» primero precisándolo luego a través de la tripartición propia de cultura entre «intrasomática», «intersomática» y «extrasomática». Se tradujo a posta muy cercanamente la formación adjetiva de Bueno como «subjektual» y «objektual». Pues «referido al sujeto» representaría una consideración desde el exterior, mientras que «subjektual» es más neutral, no prefiere ni la perspectiva exterior ni la interior [al sujeto].

En la traducción de la mayoría de los términos específicos del Materialismo filosófico se mantuvieron los extranjerismos latinos, greco-latinos o del griego antiguo. A parte de los ya mencionados conceptos de «intrasimatisch», «intersomatisch» y «extrasomatisch» o «Synnektion»: Se sigue manteniendo el latín en la traducción de, por ejemplo, «objetivación» como «Objektivation» o «Objektivierung» (aquí se mantiene vigente el que el proceso tiende a llevar el sufijo de «-ierung» y el resultado finaliza, más bien en «-ation»); analógicamente, los términos «Substantivierung» oder «Totalisierung». El concepto de la «totalidad» se tradujo, al final, como «Totalität», en vez de «Ganzheit» o «Allheit». Los términos de origen griego (desde «Anamorphose» vía «gnoseologisch» hasta la «Symploké») se mantuvieron todos en la variante griega (por supuesto adaptándolos al alemán, [como es usual]). Acerca de esto, véase el Glosario en el anexo (al que se hace referencia a través de flechas), y en el cual se ponen en corchetes y en cursiva los respectivos términos usados por Gustavo Bueno en el original. En la cuestión sobre extranjerismos o «germanización» total [de los términos] ni la una ni la otra alternativa se debe rechazar del todo, más bien se han buscado diferencias y matices semánticas; en casos de que no existieran diferencias de significación entre el extranjerismo y la variante alemana, en cada caso individual hubo que evaluar, cuál de los términos corresponde más al grado de uso y de conocimiento de la palabra española.

Cuando el uso de un término, tras la traducción cercana, no fue aceptable en alemán (por ejemplo, «cultura» en su sentido puramente «subjetual»), preferentemente se añadió una palabra de explicación (en el ejemplo, «subjektuale Kultur», en vez de una palabra alternativa como «Bildung»). El uso alternativo que hace Gustavo Bueno de «objetual» y «objetivo» se mantuvo en «objektual» y «objektiv» tal cual.

Cuando expresiones combinadas incluyeron «cultura», como «cultura general», teniendo, a la vez, muy poco que ver con el entendimiento alemán de Kultur, hubo que utilizar la expresión alemana corriente, aquí «Allgemeinbildung», pero en estos casos siempre hay un aviso, en corchetes o nota de pie, de que en español allí figura «cultura».

He hasta aquí ejemplos de distinciones terminológicas que en el texto alemán se mantienen visibles según el grado de atención del lector. Ahora se hará mención a otro término problemático cuya traducción nos remite a cuestiones filosóficas de importancia durante varios siglos: el uso del adjetivo «universal» por Gustavo Bueno (sobre todo, en comparación con «general»). Como el problema rompería el marco de esta introducción (es este un punto de los que han de ser elaborados en la tesis doctoral de la traductora), aquí no sólo se menciona que el término «cultura universal», aunque en Herder tuviera que ser traducido por «allgemeine Kultur» (en el capítulo II [del presente libro]) porque en este autor sólo se encuentra esta expresión; en otros contextos de este libro, sin embargo, se ajusta más al original traduciéndolo como «Universalkultur». Pues esta última denominación expresa mejor la indecisión entre si es una totalidad distributiva o, más bien, atributiva. Por otra parte, «espíritu universal» de Hegel, por supuesto tuvo que re-traducirse por «Weltgeist».

Unas notas acerca de las citas, las particularidades y la manera de tratarlas. Se buscaron primero las citas de autores de habla alemana y se compararon con su versión española en El mito de la cultura. En caso de discrepancias importantes, se añadió una nota. En los pocos casos en los que no se encontró la cita alemana o en las citas de textos escritos en otra lengua, de los que no se dispone de una traducción alemana, y tampoco se dispuso de una versión original para traducir de ésta, se realizó una traducción de la cita en español marcándola con la abreviatura –ü.S.– (para «traducido del español»).

Hay que advertir que Gustavo Bueno usa preferentemente la forma «nosotros» donde la mayoría de los autores escribirían «yo». Esto parece (a parte de la modestia y generosidad) fundarse en la actitud de que un autor nunca está solo, siempre toma ideas formuladas por otra gente disputándolas. Cuando la primera persona plural aparecía delante de una nota bibliográfica en las notas de pie, esta forma se sustituyó por el nombre del autor, en el texto principal, sin embargo, esta particularidad se mantuvo por cuestiones de estilo.

Unas palabras acerca de la sintaxis. La traductora se ha tomado la libertad de reproducir algunas de las frases más largas e intrincadas en más de una frase en alemán. Esto requería a veces la inserción de una palabra, la que se intentó elegir más neutral posible, repitiendo una palabra ya mencionada, a la que parece hacer referencia lógicamente.

El glosario del libro ha sido ampliado para el lector alemán que no pude recurrir a otros libros del autor. Las nuevas entradas en parte se tomaron del glosario del tomo V de la Teoría del cierre categorial (TCC) (*antes de la entrada) y en parte, Gustavo Buenos las ha escrito para esta traducción (**antes; las flechas en el texto principal, como ya se ha dicho, hacen referencia a estas entradas del glosario en el anexo).

La traductora espera haber cumplido más o menos con las exigencias del texto, del material, del autor y del público de habla alemana (el que no tenga conocimiento del español). Sin embargo, todos tenemos que tener presentes que: Nada supera la lectura en lengua original.

Agradecimientos

En especial quiero dirigir mis agradecimientos a la doctora Irene Weiss, que gracias a su temprana revisión bilingüe del cuerpo del texto, me ha guardado de alguna que otra equivocación ayudándome también en bastantes formulaciones en alemán. Tanto a Gabriella Vitiello, que me ayudó a hacer un poco más elegante el texto alemán removiendo algunas asperezas. Gracias también al autor, el profesor Dr. Gustavo Bueno por las muchas conversaciones tan interesantes durante las cuales me dio mucho apoyo en párrafos problemáticos. Gracias a la Fundación Gustavo Bueno en Oviedo; especialmente al Dr. Gustavo Bueno Sánchez, quien me propuso el proyecto y puso a mi disposición un despacho muy bonito con ordenador y acceso a Internet; a Sharon Calderón por maquetar el texto para esta edición. Al profesor Dr. Stefan Grätzel, gracias por estar abierto al tema. Además de los ya mencionados doy las gracias a todos aquellos amigos que echaron una mano puntualmente, como también a Arancha y Cristina, quienes me regalaron mi primer libro del filósofo español. Se lo agradezco a todos los que me hayan dado ánimos y me apoyaron, especialmente José Bolívar Cimadevilla y mi familia.

Finalmente, debo mi más grato agradecimiento al Ministerio de Educación y Cultura por la subvención concedida para este proyecto.

Nicole Holzenthal
Fundación Gustavo Bueno (Oviedo)
Johannes Gutenberg-Universität (Mainz)

Notas

{1} Compárese acerca de eso la convicción de Ortega expresada en las Meditaciones del Quijote en 1914 (en la primera frase de la parte antepuesta a las demás «Lector») de la situación precaria en la que se encontraría la filosofía en España, en la que Ortega se consideraba a sí mismo como un profesor de filosofía «in partibus infidelium». José Ortega y Gasset: Meditaciones del Quijote, editado por Julián Marías. Madrid: Cátedra, 1990. pág. 43.

{2} Javier San Martín: Teoría de la cultura. Madrid: Editorial Síntesis, 1999. El primer capítulo por completo de este libro del autodenominado fenomenólogo aporta citas (frecuentemente sacadas del contexto) de Gustavo Bueno, sobre todo, de El mito de la cultura, pero a veces también de Etnología y utopía. Mientras en el segundo capítulo sólo en 5 páginas trata las ideas de Husserl acerca de la cultura, en 14 páginas las de Ortega y en 22 páginas las de Heidegger, el autor dedica 49 páginas en el párrafo 1.4 (las páginas 64-113) exclusivamente a las tesis de Gustavo Bueno, pero sin que esto se vea (como con aquellos) en el índice general.

{3} [ü.S. = traducido del español] José Ferrater Mora: Diccionario de Filosofía. Tomo 1. Madrid: Alianza Ediciones, 19766. pág. 405.

{4} [ü.S.] François Aubral: Los Filósofos (traducción por José Manuel Revuelta). Madrid: Acento Editorial 1993. pág. 22.

{5} La cita continúa: «Su obra principal consiste en: El papel de la filosofía en el conjunto del saber (1970), Etnología y utopía (1971), Ensayo sobre las categorías de la economía política (1972), Ensayos materialistas (1972), La metafísica presocrática (1974).»

{6} Véase abajo «espiritualista», especialmente MK capítulo II, pág. 106.

{7} Gustavo Bueno: Ensayos materialistas. Madrid: Taurus, 1972. Especialmente: «Ensayo II. Doctrina de los tres géneros de materialidad» págs. 26-360, «Ensayo III. 'Symploké' empírica» pág. 361-370 y «Ensayo V. 'Symploké' dialéctica» págs. 391-434.

{8} Sacado del «Prólogo» a El sentido de la vida. Seis Lecturas de filosofía moral. Oviedo: Pentalfa, 1996, pág. 13. Para evitar una interpretación «genialista», sea anotado que la capacidad mencionada de un «análisis de la realidad» se deduce sobre todo de la dedicación a ello, es decir, sólo de un porcentuaje mínimo depende de las disposiciones innatas. Para la capacidad de dicho «análisis de la realidad» se requiere una amplia cultura, combinada con la disposición de ocuparse críticamente con tales temas. Gracias a la complejidad de la materia, eso requiere la disposición de mucho tiempo - y éste se suele invertir en actividades más rentables.

{9} El título en alemán sería: Ethnologie und Utopie. Antwort auf die Frage: Was ist die Ethnologie? (El libro español salió en Oviedo: Azanca, 1971, 1987).

{10} [Wir und sie. Essay zur Rekonstruktion der Unterscheidung zwischen emic und etic von Pike] (Oviedo: Pentalfa Ediciones, 1990).

{11} [Was ist Philosophie? Der Rang der Philosophie in der Bildung. Die Rolle der Philosophie in der Gesamtheit des Wissens, bestehend aus dem politischen, dem wissenschaftlichen und dem religiösen Wissen unserer Epoche] (Oviedo: Pentalfa Ediciones, 1995).

{12} [Der Sinn des Lebens. Sechs Lektüren zur Moralphilosophie] (Oviedo: Pentalfa Ediciones, 1996).

{13} [Das göttliche Tier. Essay einer materialistischen Religionsphilosophie] (Oviedo: Pentalfa Ediciones, 1985, 1996).

{14} [Die Theorie des kategorialen Abschlusses] (Oviedo: Pentalfa, 1992-1993).

{15} [Fernsehen: Schein und Wahrheit] (Barcelona: Gedisa, 2000).

{16} «Ganzes/Teil» y «Holismus» en: Hans Jörg Sandkühler (ed.): Europäische Enzyklopädie zu Philosophie und Wissenschaften. Hamburg: Felix Meiner Verlag, 1990. Tomo II, págs. 219-231 y 552-559. «Materie» y «Naturwissenschaften» allí mismo, tomo III, págs. 281-308 y 533-545.

{17} En: Volker Rühle (ed.): Beiträge zur Philosophie aus Spanien. Traducido por Ruth Zimmerling. Freiburg/München: Verlag Karl Alber, 1992, págs. 55-92.

{18} Como hemos mencionado, el capitulo IV en su mayor parte es ontológico-práctico.

{19} Gotthold Ephraim Lessing tradujo Johann Huarts / Prüfung der Köpfe / zu den / Wissenschaften / Worinne er die / verschiedenen Fähigkeiten / die in den Menschen liegen / zeigt / Einer jeden den / Theil der Gelehrsamkeit bestimmt / der für sie eigentlich gehöret / Und endlich / den Aeltern Anschläge ertheilt / wie sie / fähige und zu den / Wissenschaften ausgelegte Söhne / erhalten können / Aus dem Spanischen übersetzt / von / Gotthold Ephraim Lessing. Zerbst: Zimmermannische Buchhandlung, 1752. Citado según la portada de la traducción de Lessing, reproducida en Martín Franzbach La traducción de Huarte por Lessing (Pamplona: Institución Príncipe de Viana, 1978).

{20} Arthur Schopenhauer tradujo Gracians Handorakel. Die Kunst der Weltklugheit in dreihundert Lebensregeln. Deutsch von Arthur Schopenhauer. Wien: Neff, 1970.

 

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