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David Stoll · ¿Pescadores de hombres o fundadores de Imperio? El Instituto Lingüístico de Verano en América Latina

La revolución espiritual: somos un pueblo explotado

Otra es la cara de la revolución espiritual que aparece en Rebelión contra los muertos de Douglas Brintnall, quien presenta un retrato de cómo el protestantismo y el catolicismo misional modernizado han ayudado a erosionar la autoridad ladina en el municipio guatemalteco de Aguacatan. Los Maya Aguacatec viven en el departamento de Huehuetenango, al noroeste de los Cakchiquel, y estaban relativamente aislados en la época de Townsend. Aunque eran forzados a trabajar en las fincas como otros Maya, la religión evangélica no trajo ningún progreso entre ellos hasta después de 1952, año en que una pareja canadiense del ILV y un sacerdote católico de la orden norteamericana Maryknoll llegaron con sus propias misiones.

Desde los años cuarenta el clero católico había tratado de contener el protestantismo, minando tradiciones que ellos también consideraban heréticas. Los conflictos entre los tradicionalistas y los católicos Maya que se oponían al sistema de cargos –llamados catequistas– se habían vuelto especialmente amargos toda vez que el control de los lugares y objetos de culto estaba en cuestión. El resultado era comúnmente una división en tres, entre tradicionalistas, protestantes y catequistas, que hacía de las jerarquías del sistema de cargos no más que una sombra de lo que habían sido antaño. [92]

Este sería el caso de Aguacatán. Dado que un sólido culto a los ancestros daba sustento a las jerarquías Aguacatec de cargos, Brintnall calificó su caída como una rebelión contra los muertos. El orden tradicional estaba tan controlado por los ancianos que éstos continuaban vigilando a sus descendientes después de su muerte. En verdad, la felicidad del finado dependía del comportamiento de sus descendientes. Cuando los vivos obraban bien entre su familia y sus vecinos, los muertos estaban contentos. Cuando los vivos se comportaban mal, sus ancestros sufrían por ello. A través de una serie de intermediaciones chamanísticas, el descarriado descendiente era devuelto al camino de la virtud.

Ahora, sin embargo, un nuevo cultivo comercial estaba creando un clima propicio para la labor misional. Gracias a nuevas oportunidades empresariales, los hombres que tenían tierras aptas estaban pasando de la agricultura de subsistencia a la lucrativa producción de ajo bajo riego. Incluso contrataban a otros Aguacatec para trabajar con ellos. Pero la escasez de tierras y el hambre aún obligaban a otros a seguir migrando hacia las plantaciones cada año. Mientras algunos Aguacatec prosperaban, los menos afortunados se pauperizaban. La producción de ajo también estaba agravando la tensión dentro del orden tradicional. Era tan rentable que los hijos de hombres acomodados podían darse el lujo de desafiar a sus padres tan pronto recibieran la primera cuota de su herencia. Aparte de minar la gerontocracia, el cultivo del ajo desafiaba a los ladinos adinerados que gobernaban a sus vecinos con mano dura. Algunos Aguacatec ya no dependían de los contratistas de mano de obra; algunos estaban prosperando incluso más que la mayoría de los ladinos.

Dado que la élite ladina había convertido a las jerarquías de cargos Aguacatec en “estructuras dependientes y explotadas”, la disidencia religiosa tenía obvias implicaciones políticas{142}. Deshonrar el poder y la virtud de los ancestros equivalía a impugnar los cargos que beneficiaban a los ladinos. Pero por una década, de 1954 a 1964, los Aguacatec se mantuvieron ocupados en sus luchas religiosas internas. Los hijos de ancianos prósperos con campos de ajo irrigados condujeron el movimiento hacia el catolicismo catequista. El protestantismo también comenzó en la zona irrigada, pero sus líderes eran hombres que se habían peleado con las familias más acomodadas y poderosas. Los católicos ganaron más conversos que los protestantes. También chocaron más frecuentemente con los tradicionalistas, arrancando poco a poco el control de los santos y los santuarios con disturbios y juicios financiados por el ajo. El protestantismo sólo floreció después de principios de los sesenta, tal vez porque ahora que las jerarquías [93] de cargos estaban condenadas, los amargos tradicionalistas prefirieron la menos ofensiva de las dos herejías.

Después de 1964, los católicos y protestantes se hicieron activistas políticos con una meta por encima de todo: sacar a la élite ladina del gobierno municipal. Aunque las nuevas religiones habían dividido a los Aguacatec en tres fracciones los nuevos líderes indígenas y organizaciones rituales bajo protección misional no dependían de los ladinos, tal como habían dependido los ancianos del sistema de cargos. Las nuevas religiones crearon también nuevos vínculos religiosos entre los Aguacatec del oeste y los del este, quienes hasta entonces habían desconfiado mutuamente demasiado como para poder trabajar juntos. La campaña Maryknoll en favor de un clero indígena, la necesidad por parte del ILV de lectores de la Biblia y de promotores bilingües protestantes, el Cuerpo de Paz y la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID), contribuyeron a otro logro importante: el alfabetismo{143}. Romper el monopolio ladino de la comunicación escrita con el mundo exterior ayudó a los católicos y protestantes a arrancar el control de dos partidos políticos locales de las manos de los ladinos.

El primer alcalde indígena fue un protestante, elegido en 1970 por un partido que incluía a católicos y tradicionalistas. Dado que el orden ladino defendió su posición tanto por medios limpios como sucios, incluso la política electoral se tornó un asunto recio. Según Brintnall, la pareja del ILV “trató de mantenerse neutral, pero fue molestada por el hecho de que protestantes notables estaban envueltos” en el enfrentamiento. El que pronto sería alcalde había sido su protegido, y ellos debieron haberse inquietado por su campaña.

“Somos un pueblo explotado” dijo el candidato a los Demócratas Cristianos Aguacatec. “Si hemos de poner a uno de nuestro propio pueblo en el cargo de alcalde, entonces debemos planificarlo desde ahora. Esto es lo que debemos hacer. Todos los ladinos con puestos, todos los ladinos nombrados deben ser barridos del cabildo como si fueran basura en la [94] plaza del mercado. ¡Muerte a los perros! ¡Muerte a los perros!” No sorprende que el primer gobierno municipal Aguacatec se viera frustrado por un estado de sitio nacional. Llegaron las tropas; los ladinos acusaron a la mayoría de los líderes indígenas de celebrar una reunión ilegal; y aquellos que no se fugaron fueron arrestados, algunos torturados{145}.

La causa anti-ladino ha sido el gran elemento unificador de los Aguacatec del este y del oeste, de los protestantes, católicos y tradicionalistas. Sin embargo, las facciones se mantienen, al igual que las cuatro congregaciones en que la Iglesia Centroamericana original se ha dividido. Las divisiones de clase están surgiendo: algunos Aguacatec han llegado a reemplazar a los ladinos como contratistas de mano de obra para las plantaciones. Aunque los primeros conversos de la nueva religión tendían a ser agricultores de ajo, y el liderazgo eclesiástico sigue estando en sus manos, los conversos posteriores no han sido tan afortunados y los protestantes suelen ser más pobres aun que los católicos. Después de la ocupación militar de 1971, protestantes y católicos pobres desafiaron las amenazas ladinas de organizar ligas campesinas. Algunos tradicionalistas y campesinos ladinos pobres se han incorporado a las ligas, pero éstas resultaron siendo más fuertes en las aldeas marcadamente protestantes{146}.

Notas

{142} Brintnall 1979a:173.

{143} Los promotores bilingues trabajan para el Ministerio de Educación. Desde el comienzo del programa en 1964. el ILV ha proporcionado cartillas, ayudado a seleccionar y entrenar maestros. El AID empezó a subsidiar su expansión en 1969. Dos años más tarde, el ILV reconoció su ayuda en la publicación de cartillas y un salario a medio tiempo para un consultor suyo. En 1977 el personal de 426 personas tenía un presupuesto de $ 411.000 dólares, aportados por el gobierno de Guatemala, según la AID, la que para 1978-81 debía aportar $ 840.000 dólares{144}.

{144} Academy for Educational Development 1978:109, SIL/WBT 1971:71 y USAID 1978:699.

{145} Brintnall 1979a:159-62.

{146} Para una versión de Wycliffe sobre su labor Aguateca, ver Wallis 1956:61-8.

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