David Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante? Las políticas del crecimiento evangélico
←  nódulo 2002 • capítulo 8 • páginas 270-276  →

El galanteo sandinista-evangélico

Los protestantes no sufrieron mucho en las manos de la dictadura de Somoza (1934-1979). «No vamos a permitir que molesten a los evangélicos», recuerda un pastor que dijo un guardia nacional del régimen mientras sacaba a un borracho de un templo. «Si todos fueran evangélicos», observó el guardia, «dormiríamos mejor en la noche.» Ajustado al orden político de Somoza se encontraba un grupo que posteriormente sería atacado por apoyar a los sandinistas, el Comité Evangélico Pro-Ayuda al Desarrollo (CEPAD). Una agencia que decía tener como miembros a la mayor parte de las denominaciones protestantes, CEPAD se inició coordinando el auxilio extranjero después del terremoto de 1972 en Managua.

En sus primeros años, el grupo hizo poco que pudiera ser descrito como revolucionario. En una ocasión, solicitó al Presidente Anastasio Somoza que investigara los crímenes de su Guardia Nacional contra los pentecostales en una zona de guerrilla. Para sacar a los presos políticos de Nicaragua se hizo adepta al soborno de los oficiales del dictador.{14} A medida que el régimen de Somoza reaccionaba a los ataques sandinistas con el asesinato de jóvenes, las fuentes de financiamiento de CEPAD –las organizaciones ecuménicas en América del Norte y Europa– se preguntaban por qué ésta no adoptaba una posición pública en contra de la dictadura.{15} [271]

Sin embargo, al igual que otros nicaragüenses, los evangélicos estaban alienados por las represalias de Somoza. Algunos rompieron con la enseñanza de sus mentores norteamericanos sobre la necesidad de obedecer al gobierno porque había sido ordenado por Dios. A medida que los combates se intensificaban, las iglesias evangélicas se convirtieron en refugios, mientras que CEPAD distribuía provisiones que, intencionalmente o no, ayudaban a mantener la insurrección.{16} Numerosos jóvenes evangélicos se unieron a las batallas callejeras.{17}

Con el alivio de haber sobrevivido a la carnicería, los evangélicos liberaron sus esperanzas sociales largamente reprimidas. Tal vez porque se sentían culpables por haberse doblegado frente a Somoza, muchos líderes de iglesias protestantes oscilaron hacia la izquierda. De hecho, parecían estar más entusiasmados que la jerarquía católica con el nuevo régimen. En octubre de 1979, CEPAD auspició una reunión en la cual quinientos pastores dieron gracias a Dios por el Frente Sandinista de Liberación Nacional. También prometieron unirse a los Comités de Defensa Sandinista de sus barrios.{18} Esperaban que su apoyo al gobierno impediría que éste se volviera completamente hacia la izquierda, ya que los gestos revolucionarios de los evangélicos estaban matizados de ansiedad. Temerosos de que los días de libertad religiosa estuvieran contados, muchas iglesias planificaron campañas para aprovecharla mientras podían, lo que produjo un crecimiento en el evangelismo.{19}

Tal vez el galanteo más extraño durante el primer año de revolución fue entre el comandante sandinista de más categoría y la Fraternidad de Hombres de Negocio del Evangelio Completo. La Fraternidad era un club carismático fundado en 1951 por Demos Shakarian, un empresario armenio-americano de Los Angeles. Treinta años después, tenía 2.700 capítulos en los Estados Unidos y en el exterior, lo que la convertía en una de las redes internacionales más difundidas en el mundo pentecostal-carismático. La idea era atraer hacia un ambiente masculino a hombres a quienes no les gustaba ir a la iglesia, para luego exponerlos al calor de la fraternidad y al arrepentimiento en el Espíritu Santo. Las reuniones al estilo del Club Rotario se organizaban alrededor de testimonios conmovedores de pecadores reformados –estafadores de impuestos, traficantes de drogas, motociclistas rebeldes, veteranos de guerra– quienes contaban cómo el Señor los había puesto en el camino del bien. [272] La mayor parte de sus miembros eran pequeños empresarios, muchos de ellos de las Asambleas de Dios.{20}

La mayor parte eran, también, la clase de hombres que evitaban hablar sobre los liberales delante de las damas. Pero Demos Shakarian quería mantener la puerta abierta para todos, incluso a Fidel Castro. En 1974 fue invitado al Vaticano, en donde se le agradeció por su apoyo a la renovación de fe de millones de católicos carismáticos. Al sur de la frontera, en donde la fraternidad empezó a organizar capítulos a mediados de los años setenta, realizó alianzas atrevidas para dar testimonio a los jefes de estado.{21} {*}

Durante una época, la Fraternidad llegó a pensar que había adquirido a Tomás Borge, el ministro sandinista del Interior. El interés de Borge se originó en conflictos fronterizos con Honduras en diciembre de 1979, cuando la fraternidad organizó una conferencia entre los líderes de los dos países. El comandante se convirtió en un participante entusiasta de las funciones religiosas, habló de su «experiencia personal con Cristo» y, para la cruzada de alfabetización nicaragüense, solicitó a la fraternidad que le proporcionara 800.000 ejemplares del Nuevo Testamento.{22} Después, al igual que el presidente de la junta sandinista, Daniel Ortega, Borge continuó asistiendo a estudios bíblicos privados, un participante de los cuales decía que, mientras que Borge permaneció como un caso paradójico, Ortega por lo menos era un genuino cristiano que temía a Dios. Con amigos como aquellos, los evangélicos pro-sandinistas podían decir que estaban exorcizando al demonio comunista. [273]

Sin embargo, los eventos subsecuentes fueron demasiado para la casa central de la Fraternidad en los Estados Unidos. A pesar de la retórica de hermandad, su impresionante registro de oficiales y contratistas militares, colaboradores antiguos de Ronald Reagan y patrocinadores de la derecha religiosa,{23} no estaban dispuestos a tolerar un ministerio para los comandantes sandinistas, ya que contradecía su identificación de la política del gobierno reaganista con Dios. Al sucumbir a la presión, Demos Shakarian afirmó que había sido engañado. Los empresarios texanos que habían organizado los banquetes abandonaron la fraternidad y trataron de seguir por su cuenta, en un ambiente cada vez más difícil.{24} Era difícil para todos ser hermanos en Cristo cuando, como Ministro del Interior, el deber de Borge era defender a la Revolución Sandinista de sus enemigos, quienes estaban empezando a ser financiados por la Agencia Central de Inteligencia.

Así como era difícil para los sandinistas distinguir entre los agentes de la CIA y los opositores que simplemente ejercían su derecho a disentir, era difícil discernir una transformación cristiana en el aparato de seguridad sandinista. En particular, las que según Borge eran «turbas divinas» no parecían ser muy cristianas. Estas eran manifestantes que, en su persecución a las figuras de oposición, afirmaban representar a las organizaciones sandinistas de masa e incluso a las comunidades cristianas de base.

Tales ataques ocurrieron temprano, antes de que el país estuviera en pie de guerra. Uno tuvo lugar durante «Nicaragua '81», una campaña nacional de las Asambleas de Dios. De acuerdo a un pastor exiliado a quien entrevisté cuatro años después, la campaña de abril de 1981 en Estelí había sido realizada con el permiso del Comandante Christian Pichardo. Después de varias noches de avivamiento entusiasta, recibieron el ataque de una turba de jóvenes que lanzaron ladrillos y hirieron a la gente con botellas rotas. Al fin la policía sandinista interrumpió la pelotera, deteniendo a aquellos atacantes que no habían sido trasladados al hospital. Pero los prisioneros nunca llegaron a la cárcel, puesto que, aparentemente, se los liberó de inmediato. Cuando las Asambleas trataron de ocuparse del asunto, las autoridades mostraron mayor interés en cuestionar sus motivos que en encontrar a los rufianes.{25} [274]

No está claro quién fue exactamente el responsable de tales incidentes. Posiblemente eran militantes o jóvenes sandinistas actuando por su cuenta, contra los deseos de los gobernantes. Sin embargo, de acuerdo a un desertor sandinista presentado por el gobierno de Reagan en Washington, las turbas fueron, en realidad, organizadas por funcionarios de seguridad del Ministerio del Interior.{26} En todo caso, el problema era cómo manejar a los grupos contrarios al proceso revolucionario. Los evangélicos estaban lejos de ser el único grupo en manifestar inquietud sobre la dirección tomada por los sandinistas. Pero al ser una minoría religiosa, era fácil enfocarse sobre ellos. Algunos, por otro lado, empezaban a reaccionar contra el régimen revolucionario en formas visibles.

Una de las primeras innovaciones que disgustó a muchos pastores fueron los Comités de Defensa Sandinista (CDS), los cuales extendían la administración y vigilancia sandinistas hasta cada barrio. La gente que objetaba a los procedimientos sandinistas empezaron a sentirse vigilados y controlados. Desde 1980 en adelante, una carta del CDS barrial era necesaria para obtener un empleo gubernamental.

Varios pastores empezaron a temer que los sandinistas estuvieran minando su autoridad y llevándose a sus seguidores. Estaban especialmente alarmados por las nuevas organizaciones sandinistas, las cuales convertían a algunos de sus jóvenes en militantes políticos. La cruzada de alfabetización de 1980, la cual envió a estudiantes al sector rural para enseñar a los campesinos y trajo de vuelta a muchos de ellos recitando consignas, provocó resentimientos profundos. Un supervisor evangélico, molesto por la liberación femenina, llegó a calificar a la cruzada de alfabetización como prostitución pública. El aparentemente noble esfuerzo tenía un doble propósito, afirmaba, desunir a las familias y alentar la licencia sexual.{27}

Claramente, los conservadores estaban atemorizados por la campaña sandinista para inculcar la ideología revolucionaria. En reacción, insistían en que la iglesia de Jesucristo era apolítica y neutral. Se resistían a la idea de ser voluntarios para cortar algodón o café, de identificarse con el Frente Sandinista o aún de denunciar a los contrarrevolucionarios apoyados por los Estados Unidos. Más bien, decían, [275] su trabajo era predicar el evangelio. «No hemos realizado declaración alguna contra la CIA o los contras porque la situación está tan revuelta», me dijo un líder de los pastores antisandinistas. «De todos modos, todos piden un fin a la guerra. Si la iglesia evangélica hace un llamado por un alto al odio y a la guerra, podemos ser acusados de estar de parte de la revolución. Si no decimos nada, somos acusados de estar con los contras. Si los evangélicos ayudamos con las cosechas de algodón y de café, entonces los periódicos dicen que apoyamos a la revolución. Si no, eres un contra. Por tanto, si participas eres manipulado, y si no, también estás fregado. Nuestra misión es clara y específica –es espiritual, que Jesucristo es la única respuesta–. Sabemos que ésta no es la respuesta que la gente quiere escuchar, pero esto es lo que nosotros creemos.»{28}

El primer evangelista a quien los sandinistas impidieron su ingreso al país fue el norteamericano Morris Cerrullo, en mayo de 1981. De acuerdo al Hermano Cerrullo, las manos de miles se levantaron hacia el cielo durante sus cruzadas milagrosas. Los sordos empezaron a escuchar, los inválidos se levantaron de sus sillas de ruedas y se dieron milagros más allá de la cuenta. Su viaje de amor de 1981 a lo largo de América Central había agitado a los gobiernos y sacudido a las naciones, informó Cerrullo. En Costa Rica, las oraciones de su cruzada habían sido responsables del rompimiento de relaciones diplomáticos con Cuba. A través de la oración y del «ejército de Dios», es decir, los evangélicos locales a quienes entrenaba, el Hermano Cerrullo prometía hacer retroceder a la ola comunista satánica.

Como sugiere su lenguaje, Cerrullo no era el más diplomático de los evangelistas. En Argentina, decía orgullosamente, sus tácticas sensacionales lo habían llevado a prisión en tres ocasiones.{29} En Nicaragua, desgraciadamente, las autoridades ni siquiera lo dejaron entrar. La idea de Cerrullo sobre dar publicidad a su campaña futura en Nicaragua había sido la de informar a los pastores que él liberaría al país de los demonios que habían tomado posesión de éste. Los sandinistas interpretaron esto como una referencia a ellos. «Le estás hablando a un demonio», expresó Tomás Borge a un evangélico que trató de interceder por el saneador de fe. Cerrullo llegaría en su jet privado y recogería dinero de los pobres de Managua, dijo Borge. Luego utilizaría el dinero para comprar gasolina para su jet y despegaría nuevamente.{30} [276]

Los evangélicos conservadores estaban también alarmados por la partida de algunas misiones establecidas, acosadas por las nuevas reglas y presiones. Una fue Compasión Internacional, la agencia de asistencia a niños: cuando los sandinistas fallaron contra condicionar la ayuda a la instrucción religiosa, ésta prefirió marcharse.{31} Otras partidas incluían a dos parejas de los Bautistas del Sur, a quienes la Convención Bautista Nicaragüense les pidió que partieran en abril de 1982, y la Misión Centroamericana, la cual anunció el fin de ochenta y dos años de trabajo en el país.{32}

De un lado al otro, los sandinistas estaban desarrollando una aguda sensibilidad frente al lenguaje religioso que expresaba oposición a su gobierno. «No matarás a tu hermano», podría parecer un mandato inofensivo, pero también podría ser utilizado para pedir a los adeptos que no se unieran a la defensa nacional.{33} Cuando los predicadores atribuyeron las inundaciones de principios de 1982 a la cólera divina, y consignas como «Cristo viene» proliferaron en las paredes, los sandinistas sospecharon que eran el trabajo de propagandistas inspirados por la CIA.{34} «Cristo viene», afirmó un norteamericano pro-sandinista, «es una amenaza y una mentira... [está] en directa oposición al Cristo que ya ha llegado a Nicaragua con... el triunfo revolucionario.»{35} Se dice que fue el Ministro Tomás Borge quien decidió que la consigna «Cristo viene» quería decir «los contras vienen». Tenía razón en que los contras estaban llegando.

Notas

{*} En una expedición a Guyana en noviembre de 1978, dos empresarios texanos convirtieron al mejor abogado de defensa criminal del país, Sir Lionel Luckhoo. Un asesor de Forbes Burnham, el primer ministro de Guyana, se decía que el inimitable Sir Lionel había defendido a 229 asesinos acusados sin perder un caso. En ese momento, se encontraba defendiendo a un pastor cristiano de California contra una pareja que trataba de recuperar la custodia de su hijo. El nombre del reverendo era Jim Jones, y mantenía al niño en un lugar llamado Jonestown. Después de la masacre y suicidio masivo, más tarde ese mismo mes, el arrepentido de Sir Lionel persuadió a su amigo, el primer ministro, a participar en una cena de oración con la Fraternidad. Conmovido por los testimonios, el supuesto socialista Burnham se declaró por Cristo. Los evangélicos locales que vivían bajo su gobierno «expresaron sus dudas» (Christianity Today, 7 de marzo de 1980, págs. 48-52).

{14} «Nicaragua: The Shaking and Shifting of the Church», Christianity Today, 7 de diciembre de 1979, pág. 44.

{15} Torres 1981:45.

{16} Dodson y Montgomery 1982:173.

{17} Stephen Sywulka, «Squeezing Drops of Blessing from the Bitter Fruit of War», Christianity Today, 17 de agosto de 1979, pág. 41. Sywulka, «Aftermath of Nicaragua's Civil War», Christianity Today, 21 de septiembre de 1979, pág. 44-45.

{18} Centro Ecuménico Antonio Valdivieso 1982.

{19} «Church Also is Transformed by Nicaragua's Revolution», Christianity Today, 25 de enero de 1980, págs. 52-53.

{20} Menzies 1971:338.

{21} Shakarian 1975:143, 176-177. John Maust, «Latin Leaders Are Influenced by Behind-the-Scenes Witness Thrust», Christianity Today, 29 de mayo de 1981, pág. 34.

{22} Paul E. Pretiz, «The Nicaraguan Junta Reassures Evangelicals», Christianity Today, 19 de septiembre de 1980. John Maust, «Latin Leaders Are Influenced.» Christianity Today, 4 de septiembre de 1981, pág. 60.

{23} «The Full Gospel Business Men's Fellowship International», Covert Action Information Bulletin (Washington, D.C.), primavera de 1987, págs. 15-17.

{24} Entrevistas del autor, San José, Costa Rica, julio de 1985.

{25} Entrevista del autor a un pastor refugiado en Costa Rica, julio de 1985. Mientras que yo fui incapaz de corroborar este relato, la prensa («Denuncian a Sectas que Conspiran Aquí», Nuevo Diario, 21 de abril de 1981) publicó una denuncia de que los evangélicos estaban utilizando a «Nicaragua '81» con el fin de provocar incidentes que podrían ser utilizados para acusar al gobierno de persecución religiosa.

{26} Institute on Religion and Democracy 1983:5-6.

{27} Entrevista del autor, Managua, agosto de 1985. Véase también Dodson y Montgomery 1982:175.

{28} Entrevista del autor al Consejo Nacional de Pastores Evangélicos de Nicaragua (CNPEN), Managua, agosto de 1985.

{29} Patricia Lee Hulsey, «Mass Crusades, National Training, Penetrate Central American Countries for Jesus Christ», Deeper Life (San Diego: Morris Cerrullo World Evangelism), julio-agosto de 1981, págs. 4-6, 10-11. Wimber 1984: sección 8, pág. 14.

{30} Entrevista del autor, San José, Costa Rica, julio de 1985.

{31} Conversación telefónica mantenida entre el autor y Paul Stubbs, Compassion International, 6 de marzo de 1985.

{32} «Nicaragua: Blood and Hope», Commission, octubre-noviembre de 1984, pág. 35. «Nicaragua: A Church in Transition», CAM Bulletin, nº l, 1984, págs. 4-5.

{33} Paul Goepfert, «Nicaraguan Emergency Isn't Obvious, But 'War' Over the Churches is Bitter», Baltimore Sun, 12 de diciembre de 1985.

{34} «Cristianos Proponen un Frente Ecuménico», Barricada (Managua), 12 de junio de 1982. Casco 1982:21-22. Centro Ecuménico Antonio Valdivieso 1982.

{35} Margaret Randall, citada por Belli 1984:194.

 

←  David Stoll¿América Latina se vuelve protestante?  →

© 1990-2002 David Stoll • © 2002 nodulo.org